Día 3: Un ship de Lu Han
Neverland
Lu Han se encontraba encaramado a la rama de un árbol,
mimetizándose con el paisaje para no ser descubierto mientras observaba la
escena que se extendía ante sus ojos. Wendy, aquella chica a la que había
transportado hasta Neverland con sus dos hermanos menores, se encontraba con
los demás Niños Perdidos, jugando con ellos y cuidándolos. Parecía que ella
estaba dejando atrás su niñez, que estaba creciendo.
El chico encontraba eso fascinante, a la vez que
repugnante. Los niños jamás debían dejar de ser niños, nunca debían perder su
ilusión, nunca debían entrar a formar parte del mundo de los mayores, ese mundo
en el que ya no estaba permitido ser feliz.
Lu Han bajó de aquel árbol y luego se alejó un poco del
lugar, sin advertir que la chica a la que consideraba madura lo había cazado in
fraganti y lo seguía hasta que ella tropezó con una raíz saliente y profirió un
pequeño grito de dolor. En ese momento, Lu Han se giró y vio a Wendy saltando
con un solo pie, descalza sobre el suelo, y cogiéndose la otra pierna con los
brazos, como si de aquella forma pudiera mitigar el dolor. Caminó hacia ella
mientras seguía con su pequeño y extraño ritual y luego observó su pie, que no
parecía tener demasiado daño.
—¿Por qué me seguías? —le preguntó cuando ella dejó de
moverse de aquella forma.
—Te vi bajar del árbol y me preguntaba por qué no te
habías unido a nuestros juegos —contestó Wendy.
—Porque parecías una persona adulta… —murmuró—, y en
Neverland no hay adultos, solo niños —el chico se dio la vuelta, comenzando a
andar para alejarse.
—Algún día tendrás que crecer, Lu Han —replicó ella.
El chico se giró hacia Wendy y la miró fijamente durante
unos momentos antes de responderle:
—Nunca… jamás…
Notas finales:
Lu Han en esta historia es el famoso Peter Pan del cuento LOL (por si no había
quedado claro y tal).
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