sábado, 17 de octubre de 2015

[DAY 16] 30 Days REDEXO Challenge: Heart Stops {KaiGi}

            Día 16: Para los escritores, un drabble spin-off de lo que hubieras querido que sucediera en cualquier fanfic REDEXO. He estado buscando como loca fanfics de SeulGi y Kai porque de todas formas es la única pareja de estos dos grupos que la gente parece conocer y me encontré con este fanfic extraño, pero bonito y triste al que me gustaría darle su epílogo: Heart Stops.


Heart Stops

            Hacía varios años que Kim JongIn había entrado en su vida, escribiendo con ella un prólogo y una historia de amor que jamás tuvo su epílogo porque él repentinamente se fue, sin dejar rastro, sin escribir con ella el final de su historia, sin dejarla avanzar. SeulGi quería dejar atrás todo aquello, dejar atrás a JongIn y vivir de nuevo… pero tenía sentimientos encontrados en su corazón, a pesar de su determinación a olvidarlo y ser feliz, como antes de que él llegara a su vida.


            El día estaba gris y SeulGi le sonrió a la masa de nubes que cubría el cielo de la ciudad de Seúl. Le gustaban aquellos días más que los soleados, le gustaba el sentimiento que le dejaba aquel cielo cubierto y sobre todo, le gustaba cómo la lluvia besaba su piel y mojaba su ropa. Nunca había pensado que si se quedaba bajo la lluvia se mojaría, nunca había pensado que algo como eso pudiera hacerla sentir mal porque la lluvia era como ella y ella era como la lluvia, triste, melancólica y plagada de recuerdos.

            La gente la miraba raro mientras ella estaba allí parada sobre la acera, delante de una tienda de ropa cuyo escaparate no había mirado ni una sola vez porque lo único que podía hacer en aquellos momentos era mirar al cielo y empaparse con la lluvia que caía de él porque aquello era lo único que la hacía sentir bien aunque le recordara terriblemente a JongIn, a su paraguas negro, a sus ojos penetrantes y a su sonrisa cálida e infantil.

            Repentinamente, el cielo cubierto de nubes grises que derramaban lágrimas amargas pero purificadoras, quedo tapado por una superficie de color negro con varias varas de metal que iban desde el centro hacia los extremos. Un paraguas negro la resguardaba de la lluvia desde atrás y su corazón se detuvo por unos segundos, recordando aquella primera vez. Lentamente, SeulGi se giró para ver quién era la persona que se había tomado la molestia de cubrirla y cuando se encontró con unos ojos penetrantes y una sonrisa infantil sintió que su corazón volvía a detenerse.

            —JongIn… —susurró, conteniendo las inmensas ganas que tenía de llorar en aquellos momentos.
            —Te resfriarás si te quedas aquí —respondió él.

            En sus ojos castaños SeulGi podía ver emoción contenida, como en los suyos propios y estuvo tentada a preguntarle “¿Por qué?” Por qué había hecho todo aquello, por qué la había dejado hacía tanto tiempo para después volver a ella de la misma forma que la primera vez. Pero luego recordó que él jamás le había respondido a una pregunta como aquella, así que la reformuló.

            —¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿No viste mis mensajes ni mis llamadas? ¿No se te ocurrió avisarme que un día te irías sin más y que volverías un año más tarde?
            —Nunca me ha gustado dar excusas —respondió—, y no quería hacerte daño…

            SeulGi se mordió el labio inferior y luego se dio la vuelta para comenzar a caminar. Kim JongIn había salido de su vida, ella se había afanado por sacarlo de su corazón y de repente volvía, como la primera vez. Sin embargo, ella no quería que fuera como la primera vez, por eso deseó que JongIn no la siguiera con su paraguas simplemente hasta casa, sin decir nada, y que la detuviera, que le diera explicaciones, que le respondiera alguno de sus por qué y sobre todo, que le dijera que la amaba.

            —SeulGi —escuchó cómo la llamaba, pero no se detuvo hasta que una de sus manos la agarró por la muñeca—. SeulGi, por favor.
            —No quiero lo de antes —murmuró. Ya no podía contener las lágrimas en sus ojos, así que simplemente las dejó salir para que corrieran libremente por sus mejillas—. No quiero continuar escribiendo la historia que dejamos a medias —se dio la vuelta para mirar fijamente a JongIn a los ojos—. Quiero darle un final a nuestra anterior historia y comenzar de nuevo, comenzar una historia bonita, hacerlo bien desde el principio.
            —¿Y qué podría hacer yo para que eso sucediera? —cuestionó JongIn.
            —Escríbele el epílogo a nuestra historia —respondió—. Dale un final para que podamos comenzar otra vez.
            —Te quiero.

            SeulGi sonrió levemente y esperó a que JongIn salvara la poca distancia que los separaba para darle un beso en los labios en el que por primera vez, sus castaños ojos estaban cerrados. En aquel momento, la chica sintió cómo por fin su anterior historia estaba cerrada y cómo una nueva empezaba a escribirse, llena de posibilidades junto a JongIn.
           

           

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