Día 28: Un ship de Joy
My never-ending story
Su historia con SeHun era como la historia del
nunca acabar. SooYoung había pasado por las mismas cosas con él una y otra vez,
como si ambos se encontraran en una especie de bucle en su relación del que no
podían escapar por más que lo intentaran. Aquello frustraba demasiado a la
chica, pero sabía que no podía hacer ninguna otra cosa más que lo mismo de
siempre y esperar a que finalmente, el bucle dejara de repetirse una y otra vez
porque comenzaba a hartarse de aquello.
La primera vez que habían salido juntos SeHun se había
acercado a ella y le había pedido que fuera su novia de una forma bastante poco
convencional y SooYoung no pudo evitar decirle que sí porque habían sido amigos
durante mucho tiempo y ella lo quería más que a nadie en el mundo. Los primeros
meses fueron espectaculares, pero después llegaron las peleas por los celos de
uno y de la otra y, finalmente, incapaces de sostener la relación, habían
decidido que lo mejor que podían hacer para no hacerse daño el uno al otro era
romper, pero seguir siendo amigos porque no querían tampoco perderse de la vida
de la otra persona porque seguían siendo importantes.
La segunda y la tercera, e incluso la cuarta y quinta
vez, fue más de lo mismo. Después de un tiempo separados, se daban cuenta de
que no podían vivir el uno sin el otro y simplemente volvían a salir juntos,
volvían a ser uña y carne, volvían a ser novios felices, hasta que todo se
volvía a truncar de una forma que era inevitable e incorregible.
SooYoung estaba harta de todo aquello, pero sabía con
toda seguridad que no podía dejar de amar a SeHun, por más que las cosas entre
ellos fueran complicadas, por más que, a veces, lo que pareciera fuera que se
querían matar el uno al otro en vez de comerse a besos. SooYoung no quería
seguir con aquella historia que jamás acababa... pero sabía que sin ella, su
vida no iba a ser feliz, sino desgraciada.
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