Título: Playing with
fire
Autora: Riz Aino
Pareja:
LiSe (Rosé + Lisa) (BLACK PINK)
Clasificación:
R
Géneros:
AU, romance, lime
Número de palabras:
791 palabras
Resumen:
a Rosé su madre la había advertido que tuviera cuidado con los chicos… pero no
le había dicho nada sobre que las chicas eran igual de peligrosas.
Advertencias:
mención a relaciones sexuales, quizás no demasiado explícitas, pero sí tienen
algo de detalle.
Aclaraciones:
historia basada en la letra de la canción Playing with fire de BLACK PINK.
Notas:
drabble escrito para Cupcake.
Comentario de autora:
es mi primer LiSe y me gusta mucho el resultado. No sé demasiado de BLACKPINK
porque no aparecen en ningún lado, pero por lo poco que he podido averiguar de
ellas creo que me ha ido bien con esto. Espero que os guste.
Playing with fire
Su madre siempre le había dicho que tuviera
cuidado con los chicos, porque los chicos eran muy peligrosos; que no se
enamorara de ellos, porque el amor era tan peligroso como jugar con fuego... y
Rosé era demasiado valiosa como para que ese fuego la quemara. Por aquel
motivo, la chica siempre se había alejado de los hombres, porque creía en las
palabras de su madre como en ningún otra cosa, y porque había visto cómo todas
sus amigas se habían dejado vencer por el amor y habían acabado por ello de
mala forma, habían acabado haciéndoles daño.
Su madre la había advertido que relacionarse
y enamorarse de chicos era tan peligroso como jugar con el fuego… peor jamás le
había dicho ni una palabra sobre que acercarse a chicas de esa manera, era
exactamente lo mismo.
Rosé tenía la guardia baja cuando conoció a
Lisa, tan baja, que se acercó a ella sin ninguna reserva. Rosé no sabía que las
chicas eran tan peligrosas como los chicos, no sabía que ellas también podían
quemarla como el fuego al igual que ellos, por eso, no opuso resistencia alguna
a que la menor fuera poco a poco entrando cada vez más y más en su vida, en su
corazón. Rosé debía haber entendido en las palabras de su madre, que era el
amor lo peligroso, pero no lo entendió hasta que no fue demasiado tarde.
Lisa fue una desconocida al principio, luego
fue su amiga, luego su confidente. Al final, después de un par de años a su
lado, Lisa se había convertido en su todo y sin Lisa cerca, Rosé era casi
incapaz de darle un sentido a su vida.
Ella había hecho todo lo posible por hacerle
caso a su madre, por alejarse de los hombres, por eso había acabado interna en
aquel colegio solo para chicas, por eso había acabado compartiendo habitación
con Lisa, por eso había acabado conociéndola y, solo por eso, había acabado
sintiendo atracción por la chica risueña y alocada que siempre la hacía sonreír
y que hacía que su corazón se le acelerara con cualquier roce, con cualquier
mirada.
Rosé siempre había seguido los deseos de su
madre, pero cuando estaba con Lisa, lo único que deseaba era arder entre las
llamas y que fuera ella la que la quemara con su ardiente fuego.
Y un día… Rosé se atrevió a jugar con aquel
fuego.
Se encontraban en la habitación que ambas
compartían, sentadas sobre la cama de Rosé, cuando la mayor se acercó a Lisa
para rozar sus labios con los suyos suavemente. Inmediatamente se arrepintió de
su acto y se alejó del rostro de la menor, pero ésta no dejó que eso sucediera
y la retuvo, colocando una mano en su mejilla y acortando la distancia que las
separaba para depositar otro beso sobre sus labios, como respuesta al anterior,
pero siendo mucho más largo y pausado.
A partir de aquel día… Rosé comenzó a sentir
el fuego arder en su interior, propagándose por cada rincón de su ser, aquel
fuego que no podía ser apagado.
En las lecciones, Rosé aprendía que cualquier
deseo era pecado, que cualquiera que pecara acabaría en el Infierno, sufriendo
todo tipo de penalidades, pero a Rosé había comenzado a darle igual todo
aquello, había comenzado a pensar que las advertencias de su madre no tenían
razón de ser. El fuego no la dejaba pensar con claridad, el fuego que recorría
su cuerpo y que ella no podía controlar, solo podía controlarlo Lisa.
La noche en la que finalmente Rosé ardió, lo
hizo por las caricias, por los besos y por la lengua de Lisa. Rosé sintió su
piel arder y su cuerpo convertirse en una hoguera que finalmente acabó
explotando en una llovizna de fuego que la hizo olvidarse de todo. Cuando Rosé
finalmente regresó a sus sentidos, ya no tenía salvación.
Rosé había dejado que el fuego la quemara.
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