Título: 늑대남자 (Werewolf)
Autora: Riz Aino
Pareja: JoonMin (Rap
Monster + JiMin) (BTS)
Clasificación: NC–17
Géneros: wolf!AU, romance,
drama, smut
Número de palabras: 16.211
palabras
Número de partes: 2 partes
Resumen: NamJoon y JiMin tienen
dos vidas completamente diferentes, tan diferentes que, de cierta manera,
encajan perfectamente.
Avisos: habrá relaciones
sexuales y violencia moderada.
Notas: habrá muchas notas
con explicaciones sobre la historia y su localización al final del fic, así
que, si hay algo que no entendáis, lo encontraréis ahí.
Comentario de autora: no puedo
creerme que de verdad se esté celebrando el segundo Ex–Change y que yo haya
hecho la locura de apuntarme de nuevo cuando estaba de exámenes hasta arriba XD
En fin, esta historia va para ti, Kantona, espero que te guste.
늑대남자
(Werewolf)
Primera Parte
Otoño
de 1927, Inje-gun, Gwangwon-do, Daehan Jeguk
JiMin
caminaba siguiendo el curso del río de vuelta a casa cuando el sol casi
terminaba su descenso hacia el oeste, para iluminar el gran continente con su
luz. La jornada en la escuela había sido bastante larga y solo quería echarse a
dormir, aunque debiera terminar todos los ejercicios que el señor y la señora
Kim le habían mandado hacer para el día siguiente. Aquel pensamiento lo hizo
desistir totalmente de dejarse dominar por la vagancia, ya que sus padres
estaban haciendo grandes esfuerzos permitiéndole asistir a clases en vez de
hacer que se quedara en casa ayudando a saca adelante a la familia.
El
chico le dio una patada a un guijarro del río que se encontraba en su camino y
éste cayó al agua, provocando diversas ondas y haciendo que el silencio, solo
roto por sus pasos, fuera quebrado con mayor intensidad, y que los peces
huyeran hacia aguas más tranquilas. Después se alejó un poco del curso,
desviándose hacia la derecha, buscando el camino terroso que lo dejaba justo en
la puerta de su casa antes de que anocheciera del todo. Sin embargo, antes de
llegar a éste, se detuvo unos segundos para agacharse y recoger una rama que el
río habría arrastrado hasta aquel lugar para jugar con ella durante los minutos
de trayecto que le quedaban.
El
crepúsculo ya casi había dado paso a la noche del todo cuando JiMin por fin
pudo divisar, a unos cincuenta pasos de distancia, las luces de su casa. El
muchacho hizo girar un par de veces en sus dedos el palo antes de dejarlo caer
en el suelo porque ya no le interesaba, había algo mucho mejor delante de él.
Su perro lo había visto, u olido, a aquella distancia y ya había salido
corriendo hacia él, así que el chico simplemente lo esperó a que llegara a su
lado, plantando bien los pies en el suelo para no caerse cuando éste se le
echara encima. Apenas habían pasado unos segundos cuando ya tenía las dos patas
delanteras del perro en su pecho, mientras que con su lengua intentaba alcanzar
su rostro para darle sus cariñosos lengüetazos de bienvenida.
Acarició
a Inu en la cabeza cuando por fin dejó caer sus cuatro patas al suelo con una
gran sonrisa en su rostro porque le encantaba que fuera a recibirlo de aquella
forma tan cariñosa y luego le indicó con un chasquido de su lengua que se
ponían en marcha para llegar a casa rápido, ahora que la noche había caído
finalmente. El perro caminó a su costado, quedándose su lomo un poco por debajo
de la cintura de JiMin hasta que se quedaron a unos pasos de la vivienda, donde
dedicó unos momentos a acariciarlo y jugar con él antes de internarse en casa a
hacer los deberes. Más tarde, cuando los terminara, volvería a salir para darle
algo de comida a escondidas, ganándose aún más el amor de aquel can.
El
chico se dispuso a entrar en casa, pero dejó la mano caer sobre el pomo de la
puerta cuando escuchó los gritos. JiMin se encogió y cerró los ojos con fuerza
por inercia y costumbre y luego apretó los dientes. Si entraba todo sería mucho
peor, lo sabía por experiencia, y aquello lo frustraba demasiado, lo frustraba
no poder hacer nada para proteger a su madre de la ira y la locura de su padre.
Durante unos segundos, dejó la mano sobre el pomo, pero después la retiró como
si éste quemara y se dio la vuelta, llamando a Inu para que lo siguiera a la
parte de atrás de la casa, donde se encontraban los cerdos que habían
sobrevivido a la matanza de ese año y la media docena de ovejas que tenían como
posesión. Allí podría hacer los deberes tranquilo si encendía el candil que
colgaba de la valla y podría resguardarse del frío de la noche otoñal
quedándose junto a su perro, utilizando su calor.
Mientras
se acomodaba en el lugar, JiMin dejó que su mente vagara e imaginara una vida
en la que todo lo que aquello no era más que un mal sueño, un mal sueño del que
podía despertar en cualquier momento.
늑대남자
NamJoon
alzó la cabeza hacia el cielo, observando cómo la luna casi estaba llena y
suspiró. La luna llena para su comunidad era un buen presagio, pero en aquellos
momentos, cuando su líder estaba tan cerca de ser derrocado, no era bienvenida
aquella fase lunar. NamJoon sabía que el momento estaba muy cerca, demasiado
cerca. Hacía días que había escuchado cómo muchos de los lobos comenzaban
buscar aliados para ello y, aunque todavía no cumplieran todos los requisitos,
estaban muy próximos a cumplirlos.
La
lucha comenzaría en cuanto alguno de los machos con capacidades para ser alfas encontrara
una pareja… y había varios candidatos, candidatos que no se merecían tener el
control de su clan. No. NamJoon no podía permitir que ninguno de ellos se
alzara como el jefe, no cuando le pertenecía a él ese derecho por sangre. Sin
embargo, la sangre no era todo lo que importaba, también importaba la
estabilidad y la fuerza, por eso debía encontrar una pareja, porque no podía
confiar simplemente en su fuerza.
NamJoon
suspiró. Llevaba meses buscando a aquella pareja y todavía seguía sin encontrar
a ninguna que le agradara, ninguna con la que pudiera sentir que quisiera estar
ligado a ella toda su vida. Había buscado en su clan, había buscado fuera de
éste, en los que se encontraban cercanos a su territorio e incluso en los que
rondaban peligrosamente a los humanos; había buscado en las hembras y en los
machos, pero ninguno era el adecuado. Nadie era el indicado para ser su
compañero de por vida.
El
hombre lobo salió al bosque, adentrándose en éste, vagando por su territorio,
sintiendo la luz de la luna sobre su lomo y los poderes que ésta le
proporcionaba. Si tan solo fuera todo un poco más fácil, NamJoon no se sentiría
tan agobiado ni presionado. Dejó de vagar sin rumbo y se tumbó sobre la hierba
que crecía bajo uno de los centenarios árboles que poblaban aquel bosque y dejó
caer su morro sobre sus patas delanteras. Intentaría dormir un poco, ya que
llevaba sin poder hacerlo como debía demasiado tiempo; intentaría no pensar en
nada de lo que lo atormentaba, aunque no estaba seguro de poder conseguirlo aun
habiéndose alejado de la manada.
NamJoon
acababa de cerrar sus ojos cuando escuchó algunas voces conocidas cerca de
dónde se encontraba y torció el morro. Sus voces le habían llegado antes que su
olor, pero los aun así los podía identificar como parte de su manada. Una parte
de su manada con la que no quería encontrarse desde que había escuchado los
rumores que circulaban por el clan. Sin embargo, ya que estaban tan cerca de él
y aún no lo habían notado porque su olor se lo llevaba el viento en la
dirección contraria a la que ellos se encontraban, NamJoon decidió que no se
iba a mover, ya que podía escuchar alguna información útil.
—¿Cuánto
crees que te tomará encontrar a tu pareja? —cuestionó uno de ellos, a quien
NamJoon identificó como JungKook.
—Ya
la he encontrado —respondió otro—. Simplemente debo de hacer que se dé cuenta
de ello y que finalmente me pertenezca.
YoonGi.
Aquel era YoonGi. Su mayor rival a la hora de enfrentarse por el liderazgo.
NamJoon siempre había estado bastante tranquilo porque el lobo nunca había sido
demasiado sociable a pesar de sus ansias de poder, por lo que antes había
pensado que le costaría mucho tiempo y empeño encontrar a su pareja. Escuchar
que ya la había encontrado hizo que sus preocupaciones aumentaran mucho más,
sin que pudiera evitarlo, porque él ahora se encontraba en una clara
desventaja.
Debía
encontrarla, y muy pronto, o si no el clan quedaría en manos de YoonGi.
늑대남자
Las
clases comenzaban temprano, cuando casi no había terminado de amanecer y JiMin
debía de recorrer la mayoría del camino a la casa de los señores Lee casi en
total oscuridad, ayudado simplemente por la luz de alguna vela o de la luna
cuando ésta estaba llena. Sin embargo, al muchacho no le molestaba del todo el
hecho de salir tan pronto de casa, más cuando en los días anteriores, estar
allí dentro era bastante incómodo. Su madre aún lucía los golpes de la última
pelea y su padre seguía irascible, gritando y enfadándose por cualquier asunto,
aunque fuera algo sin importancia. Aun así, aunque no lo molestaba del todo,
tampoco era su lugar preferido en el que estar.
No
había muchos niños ni adolescentes en Hangye, de hecho, no llegaban a una
veintena de ellos, por lo que daban las pocas clases que el señor y la señora
Lee podían impartirles casi todos juntos, incluso aunque fuera bastante la
diferencia de edad. JiMin no era de los menores, porque a sus dieciséis años no
podía ser considerado tan pequeño, pero tampoco era de los mayores, con los que
se llevaba un par de años; el chico más bien se encontraba en una franja de
edad en la que no había nacido absolutamente ningún niño y se había encontrado
a veces muy solo, más viviendo en una de las zonas más alejadas del pueblo. Por
eso había crecido solo, había jugado solo, y no se había integrado realmente
con los demás chicos cuando comenzó a ir a la escuela.
Por
este motivo, a pesar de que el conocimiento era beneficioso para él y que le
gustaba poder aprender cosas nuevas, no sentía que aquel lugar fuera para él.
Pero JiMin iba cada día religiosamente, porque sus padres habían dejado que
fuera y porque de aquella forma podía hacer algo de provecho, a pesar de su
situación.
El
chico se sentó en el suelo con su pequeña libreta en su regazo, un poco
apartado del grupo que continuaba llegando al salón de la vivienda en el que se
impartían las clases. Sintió la mirada de algunos de ellos y escuchó sus burlas
dichas a media voz, sin ningún tipo de respeto por los que eran menores que él
y sin ningún tipo de censura de los mayores. Siempre lo habían llamado tonto
porque, a veces, le costaba seguir el ritmo de las clases a pesar de que le
encantaba aprender y JiMin nunca les había dicho nada porque jamás le había
gustado enfrentarse a nada ni a nadie si podía evitarlo.
Tomó
sus clases de ese día, corrigió los deberes que tenía mal del anterior y luego
se quedó allí aun cuando los demás se habían ido para terminar lo que les
habían mandado, arriesgándose a llegar a casa mucho más tarde de lo que era
común, llegando a casa cuando ya no hubiera luces que guiaran su camino de
vuelta. Prefería hacer aquello allí, donde podía estar relajado ahora que ya no
había más jóvenes a su alrededor y donde no podía escuchar los gritos.
En
algún momento, cuando la tarde había avanzado un poco, JiMin sintió cómo
alguien entraba a aquel salón y alzó la cabeza para ver de quién se trataba,
encontrándose al hacerlo a la señora Lee, observándolo con una sonrisa, una
sonrisa que no le llegó a los ojos realmente, antes de avanzar hasta él y
sentarse a su lado.
—¿Cómo
es que sigues todavía por aquí, Park JiMin? —le preguntó.
—Quería
terminar los deberes antes de llegar a casa —murmuró, volviendo a agachar su
cabeza, intentando no perderse para poder resolver el problema—, cuando llego
allí no hay luz y me cuesta más acabarlos a la luz de las velas.
Había
dicho una gran mentira, pero la mujer pareció no darse cuenta de ella, ya que
simplemente le sonrió con una expresión menos preocupada y le ofreció su ayuda
para poder terminar más pronto e irse a casa antes de que anocheciera del todo.
Poco
tiempo después, JiMin hacía el camino inverso al que había recorrido aquella
mañana, caminando cerca del río y mirando de vez en cuando hacia el bosque,
teniendo el extraño pensamiento de querer adentrarse allí para no regresar,
como si aquella descabellada idea fuera la solución a todo.
늑대남자
No
había dejado pasar más de un día desde que había escuchado la conversación entre
YoonGi y JungKook antes de salir a buscar a su pareja de por vida de una forma
completamente desesperada. A NamJoon ya no le importaba lo lejos que tuviera
que llegar para hacerlo, estaba dispuesto incluso a adentrarse en el territorio
humano para visitar a sus primos, el clan que se encontraba más cerca de las
cascadas y, por tanto, de los humanos. Nunca había llegado tan lejos, nunca había
tenido trato con alguien que fuera enteramente humano, pero suponía que si
vivía bajo su otra forma no iba a tener ningún problema con ellos ya que éstos
no podrían saber si era solo un hombre o un hombre lobo, ya que no tenían el
olfato tan desarrollado.
Por
ese motivo, salió temprano por la mañana tras avisar de su salida al jefe del
clan y a su amigo TaeHyung para que nadie lo siguiera. Mientras corría,
alejándose de su territorio, sentía la hierba haciéndole cosquillas en sus
almohadilladas patas y el viento en su peludo rostro por la velocidad que
alcanzaba. A la vez, intentaba dejar su mente en blanco, perderse en las
sensaciones que experimentaba cuando atravesaba el bosque en su forma lobuna.
Sin embargo, por más que lo intentaba, no paraba de pensar en sus obligaciones
y en todo lo que supondría para su clan que otro tomara el poder, aunque lo
hiciera de una forma legítima.
Pasó
la mañana corriendo, adentrándose en los territorios de algunos otros clanes,
recordándoles a todos los lobos con los que se cruzaba que era amigo y no
enemigo y que solo estaba de paso para que nadie lo atacara. No necesitaba
peleas, no quería ninguna pelea que pudiera poner en peligro su acceso a la
jefatura, ya que si comenzaba alguna disputa con cualquier otro clan y ésta se
extendía a toda la comunidad, no tendría ninguna oportunidad para retar a
nadie.
Solo
se detuvo un par de veces, una para recuperar el aliento y otra para cazar. Por
eso llegó justo cuando la noche cayó sobre el bosque al territorio que quería
alcanzar cuando generalmente, aquel camino tomaba dos o tres días. Estaba
agotado aunque la luna, que se había mantenido en el cielo junto al sol todo el
día, le hubiera dado las fuerzas suficientes para poder llegar hasta allí.
A
NamJoon le llegó un olor familiar a sus fosas nasales y sonrió, acercándose a
ese olor hasta que por fin lo vio. Caminando hacia él, de una forma que
denotaba su gran felicidad por tenerlo allí, se encontró a aquel lobo blanco
como la nieve que era su primo SeokJin. Llevaban quizás demasiado tiempo sin
encontrarse, desde que éste había encontrado a su pareja en al clan de las
cascadas, algunos años atrás. Por eso NamJoon respondió a la caricia que le
regaló SeokJin con su morro nada más llegar a su lado, porque lo había
extrañado mucho.
“¿Qué haces aquí?”
su suave voz resonó en su cabeza, con una pizca de curiosidad.
“Quería hacerte una visita”
le respondió, dándole un pequeño cabezazo en el cuello.
“Sabes que no voy a creerme ese
cuento, NamJoon” contestó su primo, mirándolo
fijamente con sus ojos castaños “Cuéntame
la verdad” le pidió.
“Necesito encontrar una pareja”
dijo “He venido porque algo en mi
interior me dice que ella está aquí”.
SeokJin
esbozó una sonrisa amplia en su lobuno rostro tras escuchar aquellas palabras
que le indicó a NamJoon que no había captado el tono de anticipación y
preocupación. Era mejor que el chico no lo supiera, no quería preocuparlo con
cosas del que había sido su antiguo clan.
“Me alegra que hayas decidido sentar
cabeza” le comentó “Este es un gran lugar para hacerlo”.
Y
tras decir aquello, le dio la espalda para echar a andar hacia el centro del
territorio del clan, lugar en el que NamJoon sabía que iba a ser muy bien
recibido.
늑대남자
Aquella
vez apenas se le habían curado las heridas a su madre cuando los golpes
regresaron y, aquella vez, JiMin se encontraba en el interior de la pequeña
casa, sin un lugar al que escapar, sin nada que poder hacer para detener lo que
estaba sucediendo. No sabía por qué la violencia había aumentado en su padre en
las últimas semanas, no sabía por qué pagaba sus frustraciones con su madre
cuando supuestamente la amaba y el chico se sentía muy impotente por no poder
hacer nada. Minutos después de que comenzara la pelea, su madre se encontraba
tirada en el suelo sin poder moverse, a unos pocos pasos de donde éste se
encontraba. La mujer lo miró, con los ojos llenos de lágrimas, pero con gran
decisión en su mirada, intentando transmitirle algo. JiMin observó cómo sus
labios se movían para esbozar simplemente una palabra: “Huye”.
Solo
pasaron unos segundos desde que el chico entendió lo que su madre quería
transmitirle hasta que salió de debajo de la mesa por el lado en el que no se
encontraba su otro progenitor, comenzando a gatear para intentar huir por donde
pudiera, aunque tuviera que saltar por alguna de las ventanas. JiMin escuchó
cómo su padre gruñía, signo de que lo había visto y de que comenzaba a ir tras
él. El chico confió en que su gran agilidad le diera la ventaja para que el
hombre no pudiera seguirlo y echó a correr, haciendo zigzag y escapando cada
vez que intentaba atraparlo, hasta que por fin pudo llegar a la puerta
principal y salir de la casa.
JiMin
no sabía dónde podía ir a aquellas horas de la noche, cuando ni siquiera había
cogido nada para alumbrarse, simplemente corrió y corrió, alejándose de casa e
internándose en el bosque, donde nadie pudiera encontrarlo.
늑대남자
Tras
pasar algunos días junto a la manada a la que ahora pertenecía SeokJin, NamJoon
decidió dar una vuelta por los alrededores para familiarizarse con el terreno y
para pensar. Había hecho el viaje hasta allí, pero no creía que hubiera servido
para mucho, ya que a pesar de que había buscado entre todos los lobos que
formaban aquel clan, no había encontrado a nadie que pudiera ser su pareja. Su
primo le había dicho que no se rindiera con aquello todavía, ya que en la
manada faltaban algunos lobos que habían salido por algunos problemas y que
volverían en poco tiempo.
Aun
así, NamJoon no sabía qué pensar.
Vagabundeó
por el bosque, acercándose sin saberlo realmente al territorio humano, perdido
en sus propios pensamientos. No podía dejar que YoonGi le ganara aquella
batalla, no podía porque era su deber ser el jefe de su manada, seguir el
legado de su padre y recoger su testigo. Pero estaba muy frustrado por no poder
hacer algo para que todo se solucionara, porque a pesar de que lo intentaba una
y otra vez, no conseguía que todos sus problemas finalmente se disolvieran.
NamJoon
suspiró y luego tomó una gran bocanada de aire, recogiendo en sus fosas nasales
al hacerlo un olor almizclado que hizo que su corazón diera un vuelco. Aquello
nunca le había pasado y se sentía muy curioso por ello, así que, sin darle
vueltas, echó a correr hacia el lugar del cual venía aquel aroma. Apenas se dio
cuenta de lo mucho que ansiaba encontrar a quien expelía ese olor, hasta que
casi se topó de frente con él y pudo volver a sus sentidos, escondiéndose tras
los árboles, buscando un lugar desde el que poder observar con cautela,
quedándose de piedra cuando encontró lo que buscaba.
Había
un muchacho, tirado en el suelo del bosque, llorando y jadeando por una gran
carrera que parecía haber hecho para llegar hasta allí. También estaba
magullado, sus manos, su rostro y sus rodillas estaban raspados y sangraban
levemente. Parecía joven muy joven y humano, muy humano.
Sin
saber qué hacer realmente, NamJoon lo observó durante unos minutos, hasta que
finalmente, por algo que no pudo entender, sus patas comenzaron a moverse en
dirección al chico. Pisó una rama a propósito para que el humano supiera de su
presencia y éste se asustó, mirando a todos lados con angustia hasta que lo
encontró a él. Sus ojos se abrieron muchísimo, con gran sorpresa y con bastante
miedo. Intentó ponerse de pie, pero trastabillo y cayó de nuevo al suelo.
NamJoon quiso decirle que se tranquilizara, que no era una amenaza, pero se
había presentado ante él como un lobo, así que tenía bastante sentido que se asustara. El hombre lobo se detuvo a
unos pasos de él y lo miró a los ojos, intentando mostrar sumisión e inocencia,
algo que pareció desubicar al muchacho.
NamJoon
aprovechó para terminar de acercase a él esa confusión y lamió su rostro, en la
mejilla que tenía raspada. Sintió el sabor metálico de la sangre en su boca, al
igual que el salado de las lágrimas que habían recorrido aquellas mejillas.
Notó algo en su interior que nunca había sentido, como si se hubiera revuelto
algo dentro de él, como si ver a aquel muchacho de aquella manera lo hubiera
hecho sentir realmente mal y querer ayudarlo en todo lo que estuviera en su
mano.
늑대남자
Su
primer encuentro con aquel lobo había sido sumamente extraño. JiMin siempre
había escuchado que los lobos no eran criaturas amables, si no que eran
animales salvajes que atacaban los rebaños y, a veces, a personas. Sin embargo,
aquel lobo había sido cariñoso con él, casi amable, podría decir… y JiMin no lo
entendía. No lo entendía, pero aun así, había vuelto un par de veces en la
semana al bosque, huyendo de todo, y el lobo había estado allí, simplemente
quedándose a su lado mientras el chico dejaba escapar las lágrimas que tanto
tiempo había estado conteniendo.
Parecía
increíble, pero JiMin se sentía bien en compañía del lobo; así que intentaba no
cuestionarse demasiado que los únicos seres con los que se llevaba bien de
verdad eran Inu y aquel lobo.
A
pesar de que los encuentros en el bosque eran frecuentes, JiMin seguía viviendo
su vida, seguía yendo a clase temprano, seguía siendo molestado por sus demás
compañeros y seguía volviendo a casa al anochecer, donde algunos días eran familiares
e incluso afectivos y otros se volvían un auténtico infierno. Era en aquellos
días cuando el chico escapaba, a pesar de que el frío ya era más que notable y
que el bosque era traicionero y peligroso, pero aun así, el bosque era mucho
más agradable que el interior de su casa.
Y
aquella… era una de esas noches.
El
invierno ya había llegado a Hangye y las noches eran demasiado frías como para
pasarlas fuera de una casa, lejos de alguna fuente de calor. Pero JiMin no
podía hacer otra cosa más que salir a las heladas nocturnas y adentrarse en el
bosque, a veces guiado por la luz de la luna, otras simplemente por un candil.
Nunca iba demasiado lejos, sólo lo suficiente para escapar de los problemas… lo
suficiente para encontrarse con el lobo. En aquellas noches, el lobo lo
esperaba siempre bajo uno de los enormes árboles del bosque y lo invitaba con
la mirada a acercarse a él. JiMin no podía hacer otra cosa más que sentarse
junto al animal, abrazándose a sus rodillas y esperando que el calor de su
cuerpo lo mantuviera a salvo de morir congelado otra noche.
—Gracias
—murmuró, aunque sabía que el lobo no lo podía entender, pero tenía la
necesidad de soltarlo de una vez por todas—. Gracias por estar aquí siempre
conmigo.
늑대남자
Generalmente,
NamJoon iba al encuentro del muchacho humano casi sin darse cuenta de que lo
hacía… pero en los últimos tiempos, había sido mucho más consciente de que lo
hacía. Realmente iba al encuentro del chico porque quería, porque necesitaba ir
y cerciorarse de que no le había sucedido nada malo. Desde el primer día se
había sentido de esa manera, pero en los últimos tiempos, ese sentimiento había
ocupado una mayor parte de su mente, más desde que la semana anterior, el
muchacho había comenzado a hablarle.
Ni
siquiera sabía por qué, pero se había empezado a preocupar por todo lo que el
chico le contaba, por todos los problemas que lo agobiaban y que lo hacían ir
junto a él en aquellas noches tan frías. NamJoon a veces sentía la imperiosa
necesidad de hacerle saber que estaba ahí para él y que lo seguiría estando
todo el tiempo que necesitara, pero para eso debía transformarse en humano y
eso era algo que no quería hacer. El hombre lobo se convencía a sí mismo de que
no lo hacía porque no quería asustar al chico, pero muy en el fondo de su ser,
sabía que realmente era porque no quería ni imaginarse que la reacción de éste
fuera mala, que se asustara de él y que no volviera jamás a su lado.
No
entendía el por qué, pero ese simple pensamiento hacía que NamJoon sintiera un
pinchazo en su pecho que trataba de ignorar cada vez que le sucedía, como si no
prestándole atención pudiera hacerlo desaparecer para siempre.
Qué
equivocado estaba… y no tardaría demasiado en darse cuenta de ello.
Esa
noche, el muchacho le había hablado de los problemas que tenía en casa, de cómo
su padre a veces pegaba a su madre y otras veces le pegaba a él. También le
había contado que el bosque era su refugio, porque allí estaba él para cuidarlo
de cualquier mal que le pudiera ocurrir. NamJoon se sintió muy orgulloso de que
el chico pensara en él como su protector, pero también se sintió un poco
impotente ante el porqué de sus escapadas y encuentros. Esa noche dejó que
durmiera muy cerca de su cuerpo y casi lo acunó para que no sintiera nada de
frío y para que supiera que él se encontraba allí y que no le sucedería nada
mientras estuviera… y a la mañana siguiente, cuando el alba estaba por comenzar
a despuntar, lo vio alejarse con la sensación de que no quería que se fuera de
su lado.
NamJoon
estaba sumamente confuso. Había ido a aquella parte del bosque y se había
quedado con la manada de las cascadas para buscar una pareja y así poder ser el
líder de su clan, eso debería ser lo importante, y no esperar a una cría de
humanos y consolarla. Sin embargo, NamJoon sentía que sus prioridades estaban
cambiando y que, ahora, lo que le importaba en mayor grado era el bienestar de
aquel muchacho.
Llegó
al lugar en el que se establecía la manada y se dirigió al sitio que le había
sido asignado para descansar, tumbándose rápidamente, sin notar que había
alguien más en el que era su espacio. Solo se dio cuenta cuando una voz le
habló en su mente.
“¿Otra vez has ido a ver al chico
humano?” cuestionó su primo SeokJin y NamJoon alzó la
cabeza en su dirección, viendo al lobo. No tuvo ni que asentir para que éste
supiera que ese era el sitio exacto al que había ido esa noche. “Vas mucho por allí” afirmó “¿Por qué?”
“Me preocupo por él”
confesó. De nada servía mentirle, antes o después, el otro acabaría sabiendo
toda la verdad.
“¿No deberías estar preocupado por
buscar a tu pareja?” le cuestionó.
“Y lo estoy”
fue su respuesta.
“Pero también te preocupas por ese
muchacho” continuó SeokJin, avanzando unos pasos hasta
su posición.
“Sí”.
“Quizás… será porque una preocupación
se solapa a la otra, primo” murmuró, pasando junto a él antes de
salir del lugar. NamJoon, sin embargo, se quedó estático en su sitio. No había
pensado siquiera en esa posibilidad.
늑대남자
A
sus dieciséis años de vida, JiMin ya había visto lo que era la crueldad del ser
humano demasiadas veces como para que fuera capaz de contarlas. También, había
sufrido en sus propias carnes aquella crueldad, ya fuera de forma verbal o
física y, a veces, lo único que deseaba era que se abriera un agujero bajo sus
pies y cayera al interior de la tierra, desapareciendo de aquel lugar para
siempre. Pero a pesar de lo que todos sus compañeros en la escuela decían,
JiMin no era tonto y sabía perfectamente que aquello era imposible que
sucediera… aun así, el chico no perdía la esperanza de que algún día saldría de
allí, ya fuera por sus mismos medios o por medios sobrenaturales.
Las
tardes comenzaban a ser un poco más largas después del fin de año la semana
anterior y JiMin podía disfrutar de un poco de luz solar en su camino hacia
casa. También empezaba a amanecer mucho antes y el muchacho ya no tenía que
recorrer los kilómetros que separaban su vivienda del pueblo prácticamente a
oscuras. El chico lo agradecía, porque caminar en la oscuridad total no era
demasiado agradable. Pero las tardes más largas suponían igualmente un
inconveniente en la vida de JiMin, ya que, ahora, sus compañeros podían
molestarlo durante más tiempo.
Cuando
había mucho más tiempo de luz solar, los chicos solían seguirlo en su camino a
casa, hasta que estaba simplemente a un kilómetro de ésta, e intentaban que
peleara con ellos, insultándolo y molestándolo durante todo el recorrido. JiMin
había aprendido a ignorarlos porque de todas formas ellos siempre tenían las de
ganar y porque jamás le había gustado tener que enfrentarse a los demás, era un
chico que prefería alejarse de los problemas, a pesar de que estos no pararan
de intentar pegarse a él como si fueran lapas.
Al
llegar a casa ese día, JiMin no se encontró ninguna escena en particular, su
madre simplemente estaba haciendo la cena y su padre parecía no haber llegado
aún; sin embargo, el chico solo saludó a su madre con una sonrisa que no le
llegó a los ojos, soltó los materiales que usaba en clase en un rincón y le
prometió a la mujer que estaría para la cena antes de salir de nuevo de casa en
dirección a un lugar que comenzaba a conocer como la palma de su mano: el
bosque.
늑대남자
Desde
que había tenido aquella conversación con su primo, NamJoon no podía para de
pensar en lo que éste le había dicho. Podía parecer una maldita locura, en
realidad, pero el lobo sentía que en el fondo debía de tener razón porque no
había otra explicación más lógica que aquella a lo que estaba sucediendo con
él, al por qué no podía parar de pensar en lo que pudiera ocurrirle al chico
humano y por qué siempre iba a su encuentro. Le había dado muchísimas vueltas a
la cabeza, pero solo era capaz de llegar a la misma conclusión una y otra vez.
El
muchacho tenía que ser su pareja. Jamás se había sentido de aquella forma antes
con ningún lobo o persona, por ese motivo, NamJoon llegaba a esa conclusión…
pero aun así, tenía muchas dudas. Los humanos jamás habían sido muy receptivos
a todo lo que no podían entender o racionalizar, sobre todo en los últimos
tiempos, en donde las leyendas no eran más que eso, leyendas, y nadie creía que
fueran reales. Además, el muchacho al que llevaba visitando más de un mes, ni
siquiera tenía la más remota idea de que realmente era un hombre lobo y no un
lobo corriente.
Dándole
vueltas a aquel asunto, NamJoon salió del territorio de los lobos que lo había
acogido, dirigiéndose hacia el lugar en el que siempre se encontraba con aquel
chico todas las noches. La luna se alzaba llena sobre las copas de los árboles,
iluminando su camino a pesar de que no le hacía realmente falta porque en
aquella fase aumentaba su potencial como lobo al máximo. Aun así, lo
tranquilizaba porque así, el chico pudiera encontrar mejor su camino sin
perderse por el bosque.
NamJoon
llegó bajo el árbol en el que siempre se encontraban en escasos minutos y se
tumbó en el lugar, dejando caer su cabeza sobre sus patas delanteras. Le dolía
bastante la cabeza después de haberse pasado demasiados días dándole vueltas
una y otra vez a lo mismo, así que, necesitaba un descanso. Sin embargo, su
cerebro no dejaba de pensar en que lo mejor que podía hacer era descubrirle al
muchacho el mundo sobrenatural y esperar que éste lo aceptara. Era un
movimiento arriesgado por su parte, pero si le salía bien, por fin obtendría a
su pareja y podría volver a casa para reclamar lo que le pertenecía.
El
lobo escuchó pasos cercanos y al instante distinguió el olor de su humano
dirigiéndose hacia donde él se encontraba con paso ligero, pero sin llegar a
correr, como generalmente acostumbraba. NamJoon movió su cola impacientemente
un par de veces, hasta que por fin apareció la figura del chico entre los árboles.
Una gran sonrisa apareció en su aniñado rostro en cuanto lo vio y luego corrió
hacia él, dejándose caer a su lado y llevando una de sus manos al pelaje que
cubría su cuello, acariciándolo.
—¿Me
has estado esperando mucho? —le cuestionó. Cada vez que le hablaba y le hacía
preguntas, NamJoon tenía la necesidad de responder, pero estando en aquella
forma, le era completamente imposible, así que, opacaba aquellas ganas y
simplemente lo miraba a los ojos—. Hoy no había mal ambiente en casa —le
explicó—, pero tenía ganas de verte de nuevo y pasar contigo un rato.
El
muchacho echó su cabeza sobre su cuerpo y recogió sus piernas para no pasar
demasiado frío mientras estaba en el suelo del bosque. Los humanos eran muy
débiles, por eso, y a pesar de que su fortaleza era mucho mayor que la de un
humano corriente, NamJoon no solía utilizar su forma humana. El lobo sintió que
su corazón se aceleraba cuando la mano del muchacho comenzó a acariciar de
forma más notoria su pelaje y se prometió a sí mismo que de aquella noche no
pasaría explicarle al chico quién era realmente y cuál era su propósito. Eso
sí, lo haría cuando éste se despertara, ya que se acababa de quedar dormido
entre sus brazos.
늑대남자
JiMin se despertó sintiendo unas
suaves caricias en su cabello poco tiempo después de haberse quedado dormido.
Al chico aún le pesaban los párpados, pero podía asegurar que había algo
extraño allí que no le cuadraba. Seguía en el bosque y aún era de noche, por lo
que nadie con manos y dedos podía estar acariciándolo, además, ya no sentía el
cuerpo cálido y peludo del lobo contra su espalda, ahora era un cuerpo humano.
Rápido como el rayo, el chico se levantó del suelo y se alejó de lo
desconocido, dándose la vuelta solo cuando hubo algunos metros de distancia.
Bajo el árbol en que siempre se
encontraba con el lobo no quedaba rastro alguno del animal, sino que su lugar
era ocupado por un joven que parecía unos años mayor que él, completamente
desnudo. JiMin estuvo a punto de gritar, pero finalmente no lo hizo porque su
voz se quedó atascada en su garganta y solo pudo esbozar un sonido ahogado.
—No tengas miedo —le dijo el joven
con una voz algo grave, mirándolo fijamente a los ojos, unos ojos que a JiMin le
eran conocidos, pero no sabía por qué—. No quiero hacerte daño, nunca lo he
querido.
El chico no dijo nada. Simplemente
evitó la mirada del otro agachando su cabeza, como si así pudiera hacer que
éste desapareciera y que volviera a estar en aquel lugar el lobo con el que
había pasado las últimas semanas. ¿Dónde estaría? ¿Por qué lo habría dejado
solo y desprotegido? ¿Por qué había aparecido aquella persona allí? ¿Quién era?
JiMin tenía muchas preguntas sin respuesta, pero no podía hacer nada para responderlas,
su voz parecía haberse quedado en el fondo de su garganta y no había ni un solo
sonido que pudiera escapar de su boca.
—Escúchame,
chico —murmuró el joven, llamando su atención para que JiMin volviera a alzar
la cabeza y mirarlo a los ojos—. Tengo algo muy importante que decirte —él
asintió, haciéndole ver de aquella forma que podía continuar—. Yo soy el lobo
que ha estado aquí contigo las últimas semanas y estoy casi seguro de que tú
eres la clave que me dará el liderazgo de mi clan, que tú eres mi...
JiMin
desconectó en ese instante el canal que comunicaba su oído con su cerebro y
dejó de escuchar lo que el joven le estaba diciendo. Aquello era totalmente
imposible, incomprensible. Un lobo no se podía convertir en humano de la noche
a la mañana. Simplemente era algo que no podía suceder. El chico vio cómo el
otro tendía una mano hacia él, como si le estuviera pidiendo que fuera a su
lado; pero JiMin no podía ir a su lado, JiMin lo único que quería era salir de
allí de la forma más rápida posible… y eso fue lo que hizo.
늑대남자
Tres días habían pasado y eran tres
días los que llevaba NamJoon arrepintiéndose de haberle dicho nada al chico
humano porque éste se había asustado al verlo allí y había huido para no volver
nunca más a su lado. El lobo lo había estado esperando aquellos últimos tres
días en el mismo lugar de siempre, pero por más que esperaba durante toda la
noche, nadie iba a su encuentro. NamJoon sabía ahora que no debía haber hecho
aquello de esa manera, pero tampoco se le había ocurrido otra forma de
presentarse ante él, ya que si se hubiera transformado mientras estaba
despierto, habría sido muchísimo peor.
El lobo estaba arrepentido y sentía
la imperiosa necesidad de correr en su busca para hacerle ver que todo era real
y que no tuviera miedo de él porque jamás le haría daño. NamJoon suspiró,
cansado, llamando la atención de su primo, que se encontraba cerca de él. SeokJin
lo miró fijamente durante algunos segundos antes de hablarle en su mente.
“¿Sigues
dándole vueltas al asunto?” le cuestionó, y NamJoon asintió lentamente “Deberías haber sido menos brusco”.
“¿Cuál
habría sido la mejor manera para hacerlo, según tú?”.
“No
había ninguna forma correcta, NamJoon” contestó “Él es un humano y su reacción es
completamente comprensible”.
“¿Entonces?”
“Tendrás
que esperar a que él regrese a tu lado”.
늑대남자
JiMin llevaba confuso cerca de una
semana y media con todo lo que le había sucedido la última noche en la que se
había adentrado en el bosque. Había sido tan irreal que el chico al principio
había creído que debía de tratarse de un sueño, pero había sido tan vívido, a
pesar de todo, que no había error posible. Había sucedido realmente. Y el chico
no sabía cómo sentirse sobre aquello. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Ante
él había aparecido un joven que decía ser el lobo que lo había acompañado los
últimos meses casi todas las noches, algo que era humanamente imposible, pero
JiMin había escuchado leyendas de criaturas de la noche que se transformaban en
humanos, leyendas de los hombres lobo.
Las leyendas siempre habían sido
leyendas, pero al parecer, algunas de las leyendas sí eran ciertas. Y JiMin
tenía mucho miedo, a pesar de que una pequeña parte de sí mismo le decía que no
tenía nada de lo que temer, que el lobo jamás lo había dañado y que eso no
había de cambiar ahora.
El chico caminaba por las calles
pavimentadas con tierra del pueblo, mirándose los pies porque no podía alzar la
cabeza. Tenía demasiado en lo que pensar, demasiado que comprender. JiMin
quería entender por qué el hombre lobo le había dicho aquellas palabras, quería
entender cuál era su papel en todo aquello porque no sabía cuál era su relación
con lo que había comentado, pero por encima de eso, no quería volver al bosque.
Estaba demasiado asustado como para planteárselo siquiera. Iba distraído, en su
propio mundo, por eso no se dio cuenta de que los chicos con los que compartía
lecciones lo seguían, tal y como lo llevaban haciendo desde que los días eran
más largos. No se dio cuenta hasta que no fue demasiado tarde.
Los niños jamás habían ido más allá
de los insultos verbales contra él, pero aquel día le tenían preparada otra
cosa que JiMin no esperaba. Apenas había salido del pueblo para dirigirse hacia
su semi-aislada vivienda, cuando sintió un empujón por la espalda que lo hizo
caer al suelo de bruces, ya que no lo esperaba. El chico puso al menos sus
manos antes que su cara y se las raspó. Hizo una mueca de dolor en su rostro
antes de rodar sobre el suelo para quedar bocarriba y así ver quién había sido
la persona que lo había empujado, descubriendo que estaba rodeado por la
mayoría de sus compañeros.
Aquella fue la primera vez que los
chicos usaban la violencia física contra él, pero parecía que hubieran estado
practicando para él, ya que las patadas y los puñetazos no se hicieron esperar
y todos ellos fueron directos a su cuerpo. JiMin intentó protegerse de ellos,
pero era le imposible hacerlo correctamente porque había demasiados y todos
ellos llegaban con intervalos de tiempo muy cortos. Empezó a llorar por el
dolor y eso pareció animar a los chicos, porque los golpes se volvieron mucho
más fuertes, hasta que, tan repentinamente como habían empezado se
desvanecieron. JiMin abrió sus ojos en ese momento, encontrándose solo y
magullado tirado en medio del camino.
Tardó más tiempo del que quería en
poder dejar de llorar y en poder ponerse de pie de nuevo, para volver a
emprender el camino a su casa, tanto tiempo, que ya había comenzado a
oscurecer.
JiMin no lo entendía. ¿Por qué de
pronto habían querido hacerle daño? Él no se había comportado de forma
diferente con ellos.
Todo
se había puesto patas arriba desde que había vuelto del bosque la última vez.
Sus compañeros de clase le pegaban y en casa, las peleas y los golpes eran
ahora constantes y JiMin había vuelto a la antigua costumbre de encerrarse
donde se encontraban los animales para no morir de frío en las invernales
noches. Sin embargo, sus pies siempre se dirigían hasta la linde del bosque
antes de dar la vuelta hacia la parte de detrás de la casa.
En aquellos momentos, el chico
cojeaba en dirección a su hogar, esa era su intención al menos… pero antes de
que se diera cuenta, ya se había adentrado en el bosque. ¿Qué iba a hacer allí?
¿Por qué se dirigía allí? JiMin no lo sabía; sin embargo, no podía hacer otra
cosa más que seguir caminando, seguir internándose hasta llegar a las
profundidades del bosque, donde nada ni nadie pudiera hacerle daño nunca más.
늑대남자
NamJoon se encontraba tumbado en el
mismo lugar al que iba todas las noches desde hacía unos cuantos de meses. No
había variado su costumbre a pesar de que el muchacho humano ya no fuera a su
encuentro desde hacía tiempo. El lobo aún tenía la esperanza de que el chico
volviera algún día para poder explicarle de forma correcta todo lo que no había
podido anteriormente, esperando que estuviera mucho más receptivo y mucho menos
asustado ante su presencia. NamJoon sabía que pedía mucho, pero la esperanza
era lo único que no podía perder, ahora que por fin había encontrado a su
pareja, no podía dejarla escapar tan fácilmente. Debía hacer que el chico lo
comprendiera y que después, quisiera irse con él, abandonar la civilización y
adentrarse en el bosque para no volver a salir de él.
Era una tarea complicada, muy
complicada, pero NamJoon no quería rendirse, no tan pronto.
La suerte pareció estar de su lado,
porque justo en aquel momento, el lobo captó un olor muy conocido que se
dirigía hacia él entre la maleza. Sin embargo, ese olor tan característico del
humano que había elegido como pareja, estaba mezclado con uno ferroso que no
podía ser más que sangre. A NamJoon se le revolvió todo y comenzó a sentir
instintos asesinos contra todo aquel que hubiera osado ponerle la mano encima a
aquel chico indefenso, pero una vez éste apareció frente a él, los intentó
calmar y ocultar para que no se asustara de él y huyera como había hecho la
otra vez.
El chico pareció no darse cuenta de
su presencia, al igual que pareció que realmente no sabía que estaba en aquel
lugar. Tenía la mirada perdida y estaba bastante aturdido y conmocionado.
NamJoon no tardó en acercarse a él, pero lo hizo lentamente para no asustarlo,
y luego rozó su hocico contra el muslo del muchacho. En ese momento, éste
pareció por fin salir de sus pensamientos y lo miró con los ojos abiertos como
platos. Hizo el amago de retroceder, pero solo se quedó en eso, en el amago,
puesto que ningún músculo de su cuerpo se movió. Parecía estar pensando en
miles de cosas a la vez y que todas ellas eran contradictorias, las expresiones
de su rostro lo denotaban.
NamJoon quería hablar con él, quería
hacerle ver que lo mejor que podía hacer era irse al bosque junto a él… pero no
quería asustarlo de nuevo, así que, simplemente se quedó allí, esperando a que
todo se calmara en el interior del chico, esperando a que éste dejara de
tenerle miedo.
Parte 2»
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