Título: You’re my eyes
Autora: Riz Aino
Pareja: JJP (JB + JinYoung) (GOT7)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance,
drama, fluff
Número de palabras: 1.368
palabras
Resumen: JinYoung ha sido
los ojos de JaeBum desde que tiene memoria y éste ha visto el mundo solo a
través de esos ojos.
Notas: historia escrita
para Alexa.
Comentario de autora: puede que
esta historia sea una de las que más me gustó escribir y una de las que le
tengo más cariño. Espero que os guste.
You’re my
eyes
JaeBum
le agradeció a la señora Park que le abriera la puerta y luego asintió cuando
le dijo que la persona a la que estaba buscando se encontraba en su habitación.
El chico había memorizado todos los rincones de la casa de JinYoung cuando era
un niño, así que no tenía problemas para avanzar hasta el dormitorio de su
amigo a pesar de que no podía guiarse a través de sus ojos. Solo tuvo que dar
cuatro pasos para que su pie derecho rozara contra el primer escalón y después,
agarrándose al pasamanos, comenzó a ascender la escalera lentamente —cuando era
pequeño, la señora Park siempre lo había acompañado antes de bajar de nuevo a
atender a su madre, pero hacía años que ya no lo hacía porque se había dado
cuenta de que no hacía falta—. Tras subir todos los escalones, lo único que
tenía que hacer era girar noventa grados a la izquierda y después dar diez
pasos más antes de llegar a la puerta de la habitación que buscaba.
Llamó
a la puerta suavemente con sus nudillos y, unos segundos después, escuchaba
cómo su amigo se levantaba de la cama por el ruido que hicieron los muelles
para abrirle.
—¡Qué
rápido! —le dijo a modo de saludo—. No hace ni diez minutos que llamé a tu
casa.
—No
tenía nada que hacer —respondió, esbozando una sonrisa que no supo si el otro
correspondió o no.
—Anda,
entra.
JaeBum
sintió las manos del menor tomando las suyas para guiarlo dentro de la
habitación hasta la cama, a pesar de que sabía que el chico era perfectamente
capaz de llegar hasta ella. Generalmente, JaeBum se quejaba cuando la gente lo trataba
como si no pudiera hacer nada solo, pero cuando era JinYoung quien lo hacía,
JaeBum ponía el piloto automático y dejaba que el otro lo ayudara todo lo que
quisiera y, sobre todo, lo tocara tanto como necesitara. Aquellos pequeños
momentos en los que sus cuerpos entraban en contacto, el mayor sentía que era
lo mejor que le podía haber pasado nunca.
No
sabía cuándo había comenzado eso, porque siempre habían sido amigos y no hacía
mucho que JaeBum pensaba en él de otra manera, pero no podía recordar cuál
había sido el momento exacto.
JinYoung
lo dejó sobre la cama y el chico acomodó la espalda contra la pared, notando
segundos después cómo su amigo se sentaba a su lado por el hundimiento del
colchón y por el roce de sus brazos. JaeBum sintió una corriente eléctrica allí
donde sus pieles se tocaban y tragó saliva, forzándose a pensar en otra cosa.
El menor había sido su amigo desde siempre, había sido la persona que le había
mostrado el mundo y quien le había enseñado a ver a través de sus ojos y no quería
perderlo por aquel creciente sentimiento en su corazón.
La
cabeza de JinYoung se colocó repentinamente sobre su hombro y JaeBum aprovechó
para acariciar el sedoso cabello del chico, porque era algo que a ambos los
tranquilizaba.
—Gracias
por venir siempre que te lo pido —dijo éste mientras ronroneaba por lo bajo—.
Me gusta pasar el tiempo contigo.
—A
mí también me gusta… —susurró.
Ojalá
pudiera decir las palabras que tenía atascadas en su garganta, pero era algo
que no podía decir y solamente se dedicó a acariciar aquel cabello.
JaeBum
siempre había tenido curiosidad por saber de qué color era el pelo de JinYoung,
sus ojos, la ropa que vestía; poder ver todo aquello nada más encontrarse con
él, pero siempre se había tenido que conformar con lo que podía palpar con la
yema de sus dedos… y, sin embargo, tampoco podía tocar todo el cuerpo del
menor, recorrerlo de arriba abajo con sus dedos. El chico suspiró débilmente,
llamando la atención del otro.
—¿Te
sucede algo? —preguntó.
JaeBum
negó con la cabeza.
No
podía decirlo.
El
silencio era su mejor compañero en aquellos momentos.
JinYoung
no podía saber qué era lo que ocultaba en su corazón.
—Entonces
quiero que hagas algo por mí —dijo el menor, levantando la cabeza de su hombro
y recolocándose sobre el colchón para quedar prácticamente frente a él—. La
forma de mi cara ha cambiado desde la última vez que la tocaste. Ahora las
orejas sobresalen menos también, ¿quieres verme?
—Me
encantaría —murmuró JaeBum con un nudo en su garganta.
Ojalá
pudiera verlo realmente.
Lentamente,
el chico alzó sus manos hacia el lugar del que había escuchado proceder la voz
de JinYoung y acabó encontrando su cuello. Titubeante, porque no sabía qué iba
a provocar aquello en su cuerpo, comenzó a subir por su garganta hasta llegar a
su mandíbula, delineándola con las yemas de sus dedos. El menor tenía razón,
aquella forma ya no era tan redondeada como lo había sido hacía un par de años,
era bastante más cuadrada, aun sin serlo del todo, porque su rostro era ovalado.
JaeBum siguió el contorno de su mandíbula hasta llegar a sus orejas,
palpándolas y sonriendo al hacerlo.
—Sigues
teniendo las mismas orejas de soplillo de siempre —comentó.
—¡Pero
ahora me ha crecido la cabeza! —le replicó—. Ya no se notan tanto.
—Lo
que tú digas —rio JaeBum antes de seguir su exploración.
Lo
escuchó chasquear su lengua y el chico dirigió sus manos hacia ese sonido,
encontrando aquellos labios finos que siempre lo habían caracterizado. Rozó el
contorno con sus dedos, delineándolos lentamente hasta que JinYoung abrió su
boca e intentó morderlo, tal y como siempre había hecho. La sonrisa en el
rostro del mayor fue perpetua mientras iba subiendo por su nariz, pequeñita,
recta, común hasta llegar a aquellos ojos que le habían enseñado más de lo que
nunca hubiera podido imaginar. Sus ojos seguían siendo pequeños y muy rasgados,
seguramente encantadores y juguetones, sus cejas siempre rectas y sin mucha
cantidad de pelo. El menor no había cambiado demasiado, solo había madurado un
poco, como le tocaba hacer puesto que la adolescencia comenzaban ambos a
dejarla atrás.
—Me
he vuelto más guapo, ¿verdad? —le preguntó.
—Nah
—respondió JaeBum, burlón—. Sigues igual de feo que siempre.
En
ese momento, JinYoung se echó sobre él y lo forzó a acabar tumbado en la cama,
con la espalda contra el colchón y sintiendo cada milímetro del cuerpo del
menor sobre el suyo, ejerciendo una presión que lo dejaba sin respiración
—metafóricamente—.
—Tan
feo no seré... —susurró, cerca de él, de su rostro. JaeBum sintió su
respiración chocar contra su piel y sus músculos se tensaron
irremediablemente—, cuando estás todo colorado y nervioso después de haber
tocado mi rostro.
—JinYoung-ah...
—murmuró.
Sin
embargo, no pudo decir más porque el contacto de unos labios finos sobre los
suyos lo calló de inmediato. Su respiración se hizo irregular y su corazón se
desbocó dentro de su pecho.
—Creo
que tú me gustas tanto como yo te gusto a ti —le dijo, contra sus labios—.
Aléjame de ti si estoy equivocado.
Pero
JaeBum no quería alejarlo, JaeBum solo quería tenerlo más y más cerca; así que,
cuando el menor lo volvió a besar, respondió al beso con ímpetu y buscó con sus
manos la espalda del chico, para apretarlo fuertemente contra su cuerpo. Ya no
tenía nada que esconder, ya no debía tener miedo a que JinYoung lo dejara si se
entraba de lo que sentía por él, porque, al parecer, él también sentía lo
mismo. JaeBum deseó poder haber visto antes aquel cambio en su amigo y no haber
perdido tanto tiempo, pero era mejor tarde que nunca, ya que, de aquella forma,
podría seguir viendo el mundo a través de los ojos del menor... aunque nunca
hubiera visto estos realmente.
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