Título:
Blood Fate
Autora:
Riz Aino
Pareja:
LipSoul (JinSoul + Kim Lip) (LOONA)
Clasificación:
NC–17
Géneros: AU,
vampires, pwp, romance?
Número
de palabras: 2.563 palabras
Resumen: a
JinSol le habían advertido que su destino estaba cubierto de sangre.
Advertencias:
aparición de mucha sangre (es una historia de vampiros, si no hay sangre es
como si no hubiera vampiros), mención a relaciones sexuales y muerte (?) de
personaje principal.
Notas: siempre
he pensado que JinSoul y Kim Lip en una historia un poco más salvaje serían las
protagonistas indicadas y, después de ver que era una pareja bastante querida,
no pude evitar resistirme.
Comentario
de autora: las historias anteriores eran bastante fluff y bonitas,
por lo que me apetecía cambiar de registro para esta y creo que el cambio ha
sido quizás un poco drástico. Espero que os guste.
JinSol
se encontraba en el salón, terminando de ordenar los apuntes que había sacado
esa misma mañana en la universidad para comenzar a estudiar porque los
parciales estaban a la vuelta de la esquina. Tenía demasiados folios sobre la
mesa y la chica ya se estaba deprimiendo por todo lo que se iba a tener que estudiar
en las siguientes semanas. Sin embargo, hasta el lunes siguiente no se iba a
poner a ello, primero disfrutaría del fin de semana que tenía por delante al
máximo para después encerrarse a estudiar y no hacer nada más que eso e ir a
clase. Eso era lo que había decidido y eso era lo que iba a hacer, porque
después de todo, HaSeul le había avisado que llevaría a una amiga suya al piso
que ambas compartían y que ésta se quedaría el finde, por lo que, de todas
formas, no podría estudiar mucho.
No es
que JinSol se tomara muy en serio los estudios, solo lo suficiente, pero
aquellos parciales los debía aprobar si quería que para los finales no se le
acumulasen demasiados folios.
Cuando
acababa de terminar de arreglarlo todo y de guardar los diferentes apuntes de
las diferentes asignaturas en cada una de las carpetas correspondientes, la
puerta del apartamento que compartía con HaSeul, se abrió, y por ella entró su
amiga, acompañada por una chica un poco más alta que ella, con el pelo plateado.
JinSol no se pudo evitar fijar en el rostro de alabastro de la recién llegada,
sus ojos de color castaño oscuro, sus labios rojos destacando contra el color
claro de su piel. Era guapísima, demasiado guapa para ser de este mundo, pero
JinSol sacudió su cabeza para despejar su mente y hacer funcionar bien a su
cuerpo, ya tendría tiempo para quedarse mirándola embobada todo el fin de
semana y para tener pensamientos gays
sobre ella.
—Hola —dijo
HaSeul, cuando soltó sus libros sobre la mesa del salón—. JinSol, mi compañera
de piso —la señaló, presentándola a la otra chica—. JungEun, estamos juntas en
unas cuantas de clases y solemos ponernos a hacer los trabajos en equipo.
Espero que os llevéis bien porque JungEun se va a quedar todo el fin de semana
aquí —comentó.
—Encantada
de conocerte —murmuró JungEun, acercándose hasta donde estaba JinSol y le
tendió la mano, JinSol se la estrechó notándola helada.
—Lo
mismo digo —respondió ella—. Tiene que hacer frío, fuera, ven siéntate aquí al
lado del calefactor.
—Hacía
un frío horroroso, yo también vengo helada —comentó HaSeul—, así que me voy a
meter en la ducha con agua caliente y a poner mi pijama de pelito. Vosotras
podéis hablar y conoceros, a las dos os gustan los murciélagos, ale, ya tenéis
tema de conversación.
Y tras decir
aquello, HaSeul se fue del salón y se metió en su habitación, dejándolas a las
dos solas, dos desconocidas a las que les gustaban los murciélagos, como dato
curioso.
—¿De
verdad te gustan los murciélagos? —le cuestionó JungEun. JinSol asintió.
—Me flipan.
Y, a
raíz de aquello, las dos entablaron una conversación maravillosa sobre los
murciélagos hasta que HaSeul volvió a salir con su pijama kigurumi de ratita y pidieron unas pizzas para cenar. A JinSol le
cayó muy bien JungEun, era una chica encantadora y también con un gran sentido
del humor, además era preciosa. Básicamente lo tenía todo y, para cuando
acabaron de cenar mientras veían una de las pelis malas que estaban echando por
la tele, JinSol estaba completamente enamorada de ella.
—¿Cómo
se las apaña HaSeul para que todas sus amigas sean preciosas? —le cuestionó JungEun
a JinSol cuando la otra chica había salido a tirar la basura—. Está KaeHei,
está SooYoung, estoy yo… estás tú —enumeró, dedicándole una sonrisa encantadora
cuando la nombró a ella—. Creo que tiene que tener un imán para atraer a las
chicas preciosas.
JinSol
no pudo evitar sonreír porque la otra chica también pensaba que ella era
preciosa. No sabía si era por ser cortés o por algo más, intuía que debía ser
por algo más, porque durante toda la noche, durante todo el rato que habían
pasado juntas, JinSol había notado cómo JungEun la había estado mirando de
reojo a veces y otras veces fijamente, mirando sus labios, sobre todo, y su cuello
también. Aquello para ella significaba que la otra probablemente quería algo con
ella —probablemente porque la última vez había pensado que KaHei quería algo
con ella porque le miraba mucho la boca y simplemente era porque la chica solía
mirar los labios de las personas para enterarse mejor de cuando hablaban, pero
JungEun era coreana, así que no se debía de aplicar aquello mismo—.
Sin
embargo, JinSol no tenía mucho tiempo en sus manos con el que jugar después del
fin de semana, así que, a no ser que simplemente jugaran un rato la una con la
otra durante aquel finde, no le podría ofrecer demasiado a JungEun en un tiempo
cercano —aunque sí le podría ofrecer todo lo que la otra quisiera en cuanto
acabara los exámenes.
Cuando se
fueron todas a dormir era de madrugada, HaSeul y JinSol a sus respectivas habitaciones,
mientras JungEun se quedaba en el salón, en el colchón que solían usar para
cuando SooYoung se quedaba en el piso alegando que se le había escapado el
último metro y no tenía dinero para taxis. No obstante, JinSol dio unas cuantas
vueltas en su cama, totalmente incapaz de dormirse a pesar de que era bastante
tarde y que probablemente debería estar durmiendo a pierna suelta porque ese
día se había levantado muy temprano y hacía unos cuantos días que no dormía
correctamente. En realidad, estaba bastante agotada y las bolsas debajo de sus
ojos pasaban por normales en un estudiante universitario, pero nunca habían
sido tan pronunciadas en ella.
Había
sido el lunes cuando había salido de compras junto a SooYoung, que era la
entendida en moda del grupo, cuando ambas se habían acercado a una pequeña
tiendecilla con un cartel que anunciaba que podía ver y leer el futuro en las
manos de aquellos que atravesaran sus puertas. JinSol al principio no le había
echado muchas cuentas al tema, pero su amiga se había puesto pesada con aquello
porque quería saber cómo le iba a ir con JiWoo, su nueva novia, y al final
había cedido y había entrado con ella. JinSol no había tenido la intención de
que la señora envuelta en chales que había detrás de una mesa le hablara sobre
su futuro, pero al final, ya que estaba allí, le había preguntado.
Y lo que
la mujer le había dicho al ver sus manos, era que tenía un destino escarlata,
un destino rodeado de sangre.
JinSol
tuvo que dejar de pensar en aquello cuando unos golpes en su puerta rompieron
el silencio de la noche y se levantó de la cama, empujando lo que la señora le
había dicho al fondo de su mente. Cuando abrió la puerta, la chica se esperaba
en el otro lado encontrarse a HaSeul, que le iría a decir algo importante que
se le había olvidado, en vez de mandarle un mensaje al móvil y que ésta lo
viera cuando se despertara —a veces HaSeul y las nuevas tecnologías no se
llevaban nada bien—; sin embargo, a quien se encontró fue a JungEun, con
carilla de pena.
—¿Sucede
algo? —le preguntó.
—Me da
algo de miedo dormir sola en un lugar que no conozco —respondió la chica—, y he
tratado de meterme en la cama con HaSeul pero la ocupa toda y no hay espacio… y
me da mucha cosita tener que decírtelo a ti que te acabo de conocer, pero es
que…
—No pasa
nada —replicó JinSol, abriendo la puerta de su habitación y dedicándole una
sonrisa—, puedes quedarte aquí conmigo sin ningún problema.
—Muchas
gracias, eres un encanto.
Y antes
de que JinSol pudiera pensar o reaccionar, JungEun se había acercado a ella y había
juntado sus labios en un corto beso que la dejó deseando muchísimo más, como si
aquella boca tuviera algún tipo de droga que la acaba de hacer adicta a ella.
JinSol no se había esperado aquel gesto de agradecimiento, pero quería más. Así,
en la semioscuridad de su habitación, miró fijamente los ojos castaños de
JungEun y pudo ver en ellos un brillo de deseo absoluto que probablemente se
estaría reflejando en los suyos propios y no se lo pensó antes de cruzar ella misma
la escasa distancia que separaba sus cuerpos para besar de nuevo los labios de
la otra, esta vez buscando algo más que un beso corto, buscando algo más
profundo, buscando mucho más contacto que un simple labio con labio, más bien
un contacto lengua con lengua, dientes con dientes, dientes con labios… hasta
que tuvieron que separarse para respirar porque les faltó el aire.
—Vaya —murmuró
JungEun, lamiéndose el labio inferior, donde JinSol había dejado un último
mordisco antes de separarse—. No me esperaba esa reacción.
—Yo
tampoco esperaba que quisieras colarte en mi cama —comentó JinSol, divertida.
—Aun no
lo he hecho —replicó ella.
—¿Y a qué esperas? —cuestionó.
JungEun
le sonrió de forma pícara y después se internó en su habitación, dirigiéndose
hacia su cama, donde se sentó en el medio, abriendo sus piernas, en una clara
invitación. JinSol cerró inmediatamente la puerta de su habitación y echó el
pestillo para que HaSeul no pudiera entrar en mitad de la noche a molestarlas,
antes de dirigirse hacia la cama. Se subió a ésta con JungEun y buscó su boca
de nuevo, de la misma forma que lo había hecho antes, queriendo sentirla por
completo, queriendo hacer el beso lo más profundo y húmedo que pudiera,
sintiendo su corazón martilleando dentro de su pecho, lleno de excitación,
sintiendo como las manos heladas de JungEun rozaban su piel y le erizaban el vello
de los brazos, sintiendo cómo el roce de las yemas de sus dedos encendía todo
su cuerpo.
—He
estado esperando… a que llegara este momento… toda la noche… —dijo entre sus
besos JungEun, suspirando—. Desde que he entrado… me has parecido… preciosa…
JinSol
quiso responderle que ella también era preciosa, que la había estado observando
toda la noche desde que había entrado al piso, y que se había prendado de ella
desde ese mismísimo instante. Pero cuando estaba a punto de hablar, la otra
dejó sus labios y llevó sus labios hasta su cuello, entonces, JinSol dejó de
pensar, su cerebro se desconectó totalmente de su cuerpo y, en lugar de poder
hablar, lo único que salió de sus labios fue un suspiro, un jadeo, una especie
de gemido que no llegó a serlo del todo, algo que no pudo controlar. Y a la vez
que los besos de JungEun, sintió en la sensible piel de su cuello cómo se
formaba en los labios de la otra una sonrisa al escucharla.
—Me
encantas… —volvió a murmurar JungEun.
La ropa
comenzó a ser retirada en el momento en el que las manos de ambas chicas
comenzaron a explorar más y más el cuerpo de la otra, en el momento en el que
cada vez más buscaban piel que tocar y acariciar y no llegaban hasta ella. Poco
a poco, se fueron quedando desnudas la una frente a la otra, sin dejar de
besarse más del tiempo que fuera necesario; poco a poco, fueron alcanzando más
partes del cuerpo de la otra y fueron extendiendo sus caricias y sus besos, cambiando
de posición, subiéndose la una encima de la otra. JinSol sentía cada vez más y
más calor en su habitación a pesar de que cada vez estaba más y más desnuda,
que la calefacción no estaba realmente puesta alta y que las manos y el cuerpo de
JungEun eran fríos contra su piel.
—Déjame
agradecerte que me hayas dejado entrar a tu habitación… —dijo JungEun, aprovechando
que se encontraba sobre ella, aprovechando que las dos estaban ya desnudas
sobre el colchón, mirándola fijamente con aquella expresión pícara que le
indicaba a JinSol que, le hiciera lo que le hiciera, lo iba a pasar bien—. Te va
a gustar.
—Perfecto
—respondió ella.
Y
JungEun empezó a besar sus clavículas y sus pechos, entreteniéndose en sus
pezones, y siguió un camino descendente de besos, cada vez más ardientes, cada
vez usando más su lengua y sus dientes que sus labios, hasta que llegó a su
entrepierna y hundió su cabeza entre ellas, atacando sin piedad aquella parte
de su anatomía caliente y húmeda que llevaba pulsando toda la noche. Su lengua,
la dejó sin respiración, su lengua lamiéndola, su lengua introduciéndose en su
cuerpo, su lengua haciéndola jadear de placer tan fuerte que, por un momento,
JinSol tuvo miedo de haber despertado a HaSeul… pero no tuvo tiempo para
dedicarle a aquel pensamiento porque seguidamente le llegó un orgasmo que
recorrió todo su cuerpo de arriba abajo, que hizo que éste se tensara por unos
segundos antes de relajarse por completo, que hizo que JinSol tuviera que
cerrar sus ojos porque era incapaz de mantenerlos abiertos, pero que provocó
que siguiera viendo el universo tras sus párpados, después de haber alcanzado
el orgasmo.
—Esto no
ha acabado… —creyó escuchar que JungEun dijo—. Ahora viene lo mejor, espéralo.
JinSol
sintió cómo la chica subía por su cuerpo, dejando pequeños besos en su piel que
se había vuelto mucho más sensible a su contacto, hasta que llegó de nuevo a su
cuello, en un camino de placer tortuoso que prolongó el clímax de JinSol… hasta
que ésta sintió cómo los colmillos de JungEun se clavaban en su piel de una
forma nada placentera, de una forma que le hizo daño, de una forma que la hizo
gritar al notar cómo los afilados colmillos atravesaban su piel hasta hacer
sangre. JinSol abrió sus ojos como platos, JinSol forcejeó tratando de alejarse
de la otra, pero ésta la había agarrado fuertemente con sus manos frías que ya
no le provocaban placer.
Los
segundos se le hicieron eternos hasta que JungEun se separó finalmente de ella,
con sus labios completamente rojos por su sangre, con dos colmillos prominentes
cortándole el labio inferior y con sus ojos castaños oscuros, ahora de un color
rojo escarlata brillando en la semioscuridad de su habitación.
—Ahora
me pertenecerás por toda la eternidad —murmuró JungEun.
Y entonces
JinSol recordó las palabras de la mujer que le había leído las manos y el
destino sangriento que ésta le había augurado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario