Título:
¡Niñas malas!
Autora:
Riz Aino
Pareja:
JenLisa (Jennie + Lisa (BLACKPINK)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, boarding school, romance, drama, smut, pwp
Número de palabras:
1.452 palabras
Resumen:
cuando no hay nadie alrededor, Jennie y Lisa aprovechan para estar juntas de
una forma que, si las demás personas de su entorno conocieran, condenarían.
Notas: hace como
milenios que hice una portada
cutre para este fic porque creía que iba a hacer un
one shot largo, pero al final, después de años en mi pc sin salir nada, lo
remodelé y acabó quedando en una historia cortita.
Comentario de autora:
originalmente esta historia se me ocurrió en el 2013 con Krystal y Sulli de
F(x), más tarde, hacia el 2017, decidí que podía hacerla con Jennie y Lisa y,
al final, después de muchas vueltas, por fin conseguí escribirla. Espero que os
guste.
¡Niñas malas!
—Hoy en día, las jóvenes ya no tienen respeto alguno por el
don de la virginidad y lo que supone mantenerla hasta el matrimonio —comentaba la
monja que impartía las clases sobre educación moral en aquel lugar—. Una buena
dama sabe perfectamente que debe guardar su virginidad hasta encontrar un
marido que la quiera y la tome… pero siempre después del matrimonio, cuando la
relación ha sido validada por el Señor.
Jennie puso los ojos en blanco y
aquello hizo que Lisa, que se encontraba sentada a su lado en el pupitre doble,
no pudiera reprimir una pequeña risita que llamó la atención de la monja al
principio de la clase y le chistó por ello. Lisa se tapó la boca con las manos
y pidió perdón con una leve inclinación de cabeza, para después esconderse
detrás de la figura de su compañera de delante. Con la boca tapada, sus manos
amortiguando el sonido de su risa, Lisa siguió riendo como si no hubiera un
mañana bajo la atenta mirada de Jennie quien, aunque no estaba riendo por
fuera, Lisa sabía perfectamente que también se estaba riendo en sus adentros y
que se estaba conteniendo para no dar el espectáculo en la clase y que las
amonestaran a las dos. Era lo que menos necesitaban, una amonestación que no
les permitiera hacer absolutamente nada de lo que estaban acostumbradas a hacer
cada vez que podían escaparse.
Al principio de la clase, la monja
siguió hablando de aquel tema, seguido de una reprimenda hacia aquellas que se
masturbaban, ya que acabarían en el infierno por tan horrible pecado mientras
Lisa trató de aguantar las ganas de soltar la carcajada de su vida. Tenía que
ser buena niña, al menos parecerlo durante las clases, aquel internado privado
al que sus padres la habían mandado en el norte de Inglaterra era demasiado
caro y no podía permitirse que la echaran porque se había estado riendo en la
cara de una monja que demonizaba las relaciones sexuales prematrimoniales.
Ganas no le faltaban, eso sí.
Cuando la clase acabó, Lisa recogió
sus cosas rápidamente porque con aquella clase por fin acababan las horas
lectivas ese día y, además, comenzaba el fin de semana, por lo que por fin tenía
un poco de tiempo libre… y lo iba a aprovechar al máximo. Mientras sus
compañeras de clase recogían también atareadamente, ella se fijó en cómo Jennie
recogía de forma mucho más lenta de lo habitual. Aquello la extrañó, porque
generalmente la otra también quería salir de clases lo más rápido posible todos
los días, por eso, le dedicó una mirada, provocando que esta se girara hacia
ella y le dedicara una sonrisa divertida y pícara durante un solo instante.
Lisa se quedó sin respiración durante más segundos de los que duró aquella
sonrisa, porque esas sonrisas de Jennie siempre le provocaban un montón de
sentimientos en su interior y, sobre todo, un calor ya bastante habitual en su
entrepierna.
Tardó unos momentos en salir de su
ensimismamiento y, cuando lo hizo, se dio cuenta de que Jennie tenía en su mano
un pequeño papel doblado, que recogió rozando su suave piel durante un
instante, tratando de ser lo más disimulada posible y, después, cogió su mochila
y salió del aula sin mirar atrás y sin hablar con ninguna de sus demás
compañeras, atravesando los pasillos de aquella antigua construcción que acogía
aquel internado con celeridad hasta llegar a una zona en la que no había
estudiantes en aquellos momentos. En ese momento, desdobló el papel y vio unas
palabras escritas que provocaron que un escalofrío recorriera su cuerpo de
arriba abajo.
“Encontrémonos en nuestro lugar.
YA”.
Lo que Jennie quería estaba muy
claro y la necesidad que desprendían aquellas palabras provocaron también una
terrible necesidad en Lisa, que rápidamente dobló el papel de nuevo y lo guardó
en el bolsillo de su falda plisada del uniforme del internado, para después
dirigirse al lugar al que hacía referencia la nota, tratando de evitar los
lugares en los que había mucha gente y, sobre todo, buscando no ser descubierta
dirigiéndose a aquel sitio. Porque el desván, en el ático de la antigua
escuela, no era un sitio en el que las alumnas pudieran entrar y, si las
pillaban allí, las podían expulsar, como mínimo. No obstante, Jennie y Lisa
habían hecho aquel lugar, su lugar de encuentro para los momentos en los que
necesitaban estar solas y juntas, los momentos en los que unían sus cuerpos
como si fueran uno y se fundían en el mayor placer que podía proporcionarles el
sexo. Probablemente la charla de la monja en la clase anterior había avivado la
libido de Jennie, de la misma forma que había provocado que Lisa no pudiera
contener la risa… porque para ellas, aquella palabrería no tenía el más mínimo
sentido. Ni querían encontrar un hombre que las quisiera y menos querían
renunciar al placer del sexo.
En unos pocos minutos llegó hasta el
desván y forzó un poco la puerta para entrar con una de las horquillas de su
pelo, dejándola de la misma forma que la había encontrado, cerrada, para que,
si alguien que no fuera Jennie quisiera entrar, no se diera cuenta de que había
alguien en el interior de aquel lugar. Las dos habían perfeccionado el noble
arte de forzar aquella antigua cerradura para poder entrar en el momento que
les apeteciera y, sobre todo, para no tener que depender la una de la otra y
poder llegar en distintos momentos, separadas, para levantar muchísimas menos
sospechas. Si no las encontraban durante unas horas, las chicas podían alegar
que no estaban juntas porque no había forma de que nadie relacionara que
estuvieran la una con la otra. Así, nadie había descubierto su secreto en los
dos años que llevaban con aquel peligroso juego en el que se encontraban en el
viejo desván para mantener relaciones sexuales.
Lisa caminó con cuidado por el
lugar, esquivando todos los muebles que había en su camino hasta llegar a la
zona más alejada de la puerta, un lugar en el que había un poco de espacio y en
el que se encontraba una cama muy antigua con un colchón desvencijado. La chica
retiró la sábana que la cubría y después se sentó en el colchón, esperando a
Jennie, quien no tardó demasiado en aparecer, siguiendo el mismo camino que
había recorrido ella para llegar hasta el lugar.
—Lo que ha dicho la monja me ha encendido —comentó, gateando
sensualmente sobre el colchón—, y necesito esto más que nada hoy.
Lisa
no podía estar más de acuerdo con ella. También lo necesitaba, lo necesitaba
mucho y, hasta que acabaran totalmente saciadas aquel día, no iban a salir de
aquel desván. Eso lo tenía totalmente claro.
Debido
a la necesidad y la premura, ninguna de las dos se preocupó por quitarse el
uniforme, simplemente retiraron sus bragas para poder tener acceso mutuo a una
de las zonas más sensibles de sus cuerpos y comenzaron a tocarse la una a la
otra, comenzando a sentir un placer absoluto nada más empezar. Estaban demasiado
necesitadas y aquello se notó, porque rápidamente los dedos, a aquellas alturas
ya expertos en complacer a la otra, se movieron, haciéndolas ver las estrellas
detrás de sus párpados una y otra vez hasta que, finalmente, ambas acabaron
completamente laxas sobre el viejo colchón, sonrisas satisfechas en sus labios
y sintiéndose completamente increíbles después de haber violado una de las
múltiples y estúpidas reglas de aquel internado religioso.
Notas finales:
—Si habéis llegado hasta aquí, os felicito,
porque son un montón de historias que sin ton ni son he soltado por aquí para
sacarlas de mi ordenador y de mi mente, algunas tienen muchísimos años y otras
son completamente nuevas y forman una amalgama curiosa que espero que os haya
gustado.
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