sábado, 24 de octubre de 2020

[One Shot] 2019 Super Rookies Drabbles: Touch in the storms {KunYang}

Título: Touch in the storms

Autora: Riz Aino

Pareja: KunYang (Kun + YangYang) (WayV)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, light drama, smut, pwp

Número de palabras: 2.137 palabras

Resumen: YangYang recibe una revelación… “Kun no lo toca”, pero el chico lo único que quiere es que Kun lo toque todo.

Advertencias: esto es un poquito bastante explícito, un bastante muchito. No sé si entendéis lo que quiero decir (?)

Notas: en realidad esta historia la iba a colocar como uno de los quinientos drabbles que estoy escribiendo de NCT (para leer aquí), pero quería tener algo de WayV porque al fin y al cabo es un grupo debutado en 2019 y merecían al menos una historia en esta colección.

Comentario de autora: ¿qué es lo que sucede cuando una autora de repente se siente inspirada para escribir smut? Pues básicamente que escribe smut aunque su intención al principio con la historia NO fuera esta. Espero que os guste.

 

Touch in

the storms

 

            La puerta se abre y por la abertura aparece un muy confundido Kun al ver a YangYang en la puerta de su casa, tal y como se encuentra, totalmente empapado y jadeando por el esfuerzo. El chico ha tenido que correr a través de la tormenta y de la tromba de agua que apenas lo dejaba ver a un palmo de distancia. El metro no lo deja cerca de casa, así que nunca lo ha cogido y los autobuses y las paradas estaban llenos a reventar de personas que trataban de resguardarse de la tormenta. YangYang también ha podido ser igual, tratando de guarecerse en una marquesina de todo aquel viento, lluvia y los truenos, pero la casa de Kun queda mucho más cerca de su facultad que cualquier otro lugar que conoce y, aunque las cosas llevan un tiempo un poco tirantes entre ellos, YangYang no puede evitar aparecer ante él.

 

            No tiene que decir nada. Kun lo sabe. Kun siempre sabe todas las cosas. Simplemente se echa a un lado y lo invita a pasar a su apartamento. Mientras YangYang se quita los mojados zapatos en la entrada y el abrigo, Kun se mueve por el piso y unos momentos más tarde aparece con una toalla que le lanza desde una distancia prudente para que YangYang se seque un poco el pelo y la ropa con ella antes de adentrarse en el lugar… y el chico siente que aquella distancia prudente es demasiado para él.

 

En cualquier otro momento, en cualquier otra circunstancia, Kun no le habría tirado la toalla, se la habría colocado sobre la cabeza y le habría secado con cuidado el pelo, desordenándolo, jugando, con una de aquellas sonrisas enormes que formaban hoyuelos en su rostro y que provocaban que sus ojos brillasen. Pero aquel momento no es un momento cualquiera y a YangYang le duele más que nada en el mundo aquella distancia prudente que el mayor mantiene con él. Nunca se imaginó que pudiera doler tanto, pero duele.

 

            —Dúchate con agua caliente —le dice Kun, casi sin mirarlo a la cara—. Te he dejado más toallas y ropa seca en el baño —una pausa, deliberada y profunda, como si se estuviera pensando bien si decir lo siguiente o no—, puedes quedarte a dormir, no tiene pinta de que la tormenta vaya a parar en toda la noche.

 

            Y tras decir aquello, Kun vuelve a desaparecer dentro del apartamento, como si no quisiera estar allí con él, como si odiara estar en el mismo espacio que él y YangYang no lo soporta. Pero ahora mismo no se siente con ánimos de buscarlo, con ánimos de encararlo, así que, hace lo único que puede hacer. Se dirige al baño y se ducha con agua lo más caliente que puede mientras piensa en las palabras que DeJun le dijo unos días atrás, unas palabras que se habían marcado a fuego en su cerebro y que YangYang acaba de comprobar que son muy ciertas, demasiado ciertas.

 

            “Kun no te toca”.

 

            Y es verdad. No lo hace. Kun no lo toca. Kun no se acerca a él y no deja que sus cuerpos se rocen, aunque sea por casualidad, pero es solo con él, con los demás miembros de su dispar y curioso grupo de amigos, es todo abrazos, carantoñas y querer pillar desprevenidos a los chicos para comérselos a besos. Hace tiempo que no lo hace con YangYang, como si hubiera habido algo en algún punto de la historia de su amistad en el que todo se hubiese torcido y el chico no puede evitar buscar en su mente para tratar de dar con ello y fracasar irremediablemente. No ha hecho ni dicho nada nunca que hubiera provocado una reacción tan desmedida del mayor.

 

            YangYang sale de la ducha y se seca el pelo con la toalla y después con el secador porque tiene frío todavía y el aire caliente del aparato lo hace entrar un poco más en calor. Se pone la camiseta que Kun le ha dejado sobre el váter, se pone también los pantalones del chándal y los calzoncillos que todavía están en el plástico porque son nuevos. Sale del baño con su ropa mojada y arrugada en las manos y Kun lo espera en la cocina, con la puerta de la lavadora abierta para que meta la ropa allí entre las demás cosas que el mayor tiene que lavar. Kun no lo mira ni le dirige la palabra mientras programa la lavadora para que comience a funcionar y le echa el detergente, pero cuando termina, lo hace, durante un segundo, mientras le pregunta si ha comido algo. YangYang miente. No ha comido nada desde hace demasiadas horas, pero no quiere hacerle el compromiso de que le prepare algo y simplemente se dirige hacia el salón y se sienta en el sofá.

 

            Kun lo sigue y se sienta con él en el mueble, pero lo hace en la otra punta, tan lejos que YangYang siente una punzada muy dolorosa en su pecho. No sabe desde hace cuánto tiempo lleva enamorado de Kun, solo sabe que un día el mayor le regaló una de sus genuinas sonrisas y su corazón latió dentro de su pecho tan rápido como nunca antes había latido y, en ese momento, supo que debía de haber estado enamorado de Kun mucho antes de aquello, porque el sentimiento tan fuerte en su corazón no había sido repentino. Un sentimiento que nunca se ha detenido y que, en aquellos momentos, le duele muchísimo.

 

            No sabe por qué Kun siempre se aleja, pero está sumamente cansado de aquel juego, así que, toma el valor de enfrentarse a ello. Están completamente solos en aquel apartamento, con la tormenta zumbando fuera y sin ninguna oportunidad de escapar… YangYang necesita respuestas y las debe conseguir esa noche. Por ese motivo, se acerca a Kun, se acerca y se pone junto a él en el sofá, hace que sus brazos y sus piernas se rocen, hacer que no haya ni un solo milímetro de distancia entre ellos y nota cómo el calor emana del cuerpo contrario y ebulle en el suyo propio. Kun se mueve un poco, tratando de alejarse de él, de que haya espacio entre ambos, pero YangYang no cede ni un solo milímetro. Cuando nota cómo el mayor tiene la intención de levantarse, su mano sobre su muslo es lo único que necesita para detenerlo, aunque sus palabras también ayudan a que Kun se quede clavado en su sitio.

 

            —¿Por qué me evitas?

            —No te evito —contesta el mayor, pero su voz tiembla y lo delata. Nunca ha sido un buen mentiroso.

            —Lo haces —replica YangYang—. Huyes. No quieres estar cerca de mí y, sobre todo, no quieres que te toque, no quieres tocarme.

            —No… —comienza, desviando su mirada para no encararlo, pero el menor esa noche es implacable y, antes de que se dé cuenta, se ha subido a sus piernas y le coge la cara con sus manos para que tenga que enfrentarlo, no quiere que siga huyendo—. No… es lo que piensas…

            —¿Y qué es lo que pienso? —inquiere.

 

            Kun no contesta. No al menos inmediatamente. Deja escapar un suspiro profundo de sus labios que choca con los de YangYang y no puede evitar querer acercarse a aquella boca y besarla, pero Kun es su amigo, Kun no siente nada por él y Kun probablemente lo encuentra despreciable desde que una noche confesó a todo el grupo que era gay. Eso es lo que YangYang ha estado pensando desde hace un tiempo, que Kun ha estado tirante con él por su salida del armario, a pesar de que DeJun le haya asegurado de que debe de haber algo más, porque Ten también es gay y Ten es el mejor amigo de Kun.

 

            —Debes pensar que… te odio… —articula finalmente el mayor, mirándolo a los ojos como lleva demasiado tiempo sin hacerlo—, pero no es así.

            —¿Qué es entonces? —pregunta, con curiosidad.

            —No quiero que escuches una respuesta por la que vas a acabar odiándome… si no lo haces ya ahora… —replica.

            —No te odio ahora —responde YangYang—. No creo que lo haga después… solo… quiero saber.

            —Me gustas —acaba soltando el mayor. Resopla, mueve su cabeza y parece que quiere tirarse de los pelos de frustración después de soltar aquellas dos palabras que dejan completamente atónito a YangYang—. Me gustas mucho —añade—, y desde que sé que también eres gay no he podido dejar de pensar en su podíamos tener una oportunidad, juntos —Kun inspira profundo antes de seguir—. Me he alejado de ti porque no quería que lo notases, no quería que nuestra amistad se fuera a la mierda, no quería que, si te abrazaba o te besaba, no pudiera contenerme más e hiciera algo de lo que me arrepentiría toda la vida y no quería perder el control, no quería que…

 

            Y Kun quiere seguir hablando, probablemente, pero YangYang no quiere que hable más y rápidamente cruza la distancia que lo separa de sus labios y los besa como siempre ha querido hacerlo. No hay más palabras, solo besos. Besos y más besos que no dejan de crecer en intensidad y que provocan sus lenguas se acaben encontrando la una con la otra, enredándose dentro de sus bocas hasta que los dos pierden la noción de cuál es su lengua y cuál es la ajena. Y cuando se separan para coger aire, no dicen nada de nuevo, solo se miran, se miran con un deseo que ha sido contenido durante demasiado tiempo y que está a punto de ser liberado.

 

Vuelven a besarse y las manos de Kun viajan hasta los pantalones del chándal y mete sus dedos de pianista dentro de estos, dentro de los calzoncillos nuevos que él mismo le ha prestado y es lo único en lo que YangYang puede pensar, en esa mano que se ha metido dentro de la ropa y roza su miembro, acariciándolo con languidez, como si no tuviera ninguna prisa en terminar. El pulgar alrededor de la punta, esparciendo algo líquido y caliente. Un pequeño gemido se escapa de la boca de YangYang dentro de aquel beso. Le gusta demasiado cómo se está sintiendo, le gusta demasiado la mano del mayor en su miembro punzante, cada vez más duro, cada vez más cerca de estallar. Y Kun lo acaricia y sigue besándolo y YangYang siente mucho más cerca el orgasmo, pero los dedos del mayor desaparecen justo antes de que lo haga. YangYang rompe el beso para mirarlo con reproche y Kun solo esboza una de aquellas sonrisas que lo vuelven débil. Kun vuelve a acariciarlo, a veces lento, tortuoso… otras veces rápido, fuerte, dejándolo al borde. YangYang aguanta sus cambios de ritmo, aguanta que todo parezca a punto de estallar y al segundo siguiente se vuelva tenue y vaya despacio. Aguanta vivir al borde del orgasmo durante la mejor noche de su vida y cuando cree que no aguanta más Kun le demuestra que está equivocado y aguanta. Al final, el orgasmo es completamente distinto a todos los que ha experimentado antes porque lo siente en todo su cuerpo, eyacula entre los dedos del mayor, hierve en aquel orgasmo temible y acaba con una serie de largos estertores eléctricos.

 

Cuando la realidad se recompone, Kun sigue besándole, tocándolo aún con la mano manchada. YangYang no tiene fuerza, pero le devuelve los besos sin ritmo, sin aire, sin tregua y siente que aquella noche de tormenta va a ser larga, pero no le importa quedarse despierto hasta que amanezca si puede estar de esa forma con Kun. Ya dejarán las palabras para más adelante, lo único que en ese momento importa son sus manos recorriendo el cuerpo ajeno, conociéndolo, experimentando, en la mejor noche de la historia.

 

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