Título: When pigs fly (I’ll date you)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
NoChan (HaeChan + Jeno) (NCT)
Clasificación:
PG
Géneros: AU, high
school, romance, fluff, humor
Número de palabras:
1.198 palabras
Resumen:
Jeno no está interesado en salir con nadie, menos con un amigo… pero DongHyuck
quizás es demasiado insistente.
Notas: drabble
escrito porque vi un prompt sobre
esto y solo me pude imaginar a estos dos.
Comentario de autora:
no suelo tener mucho humor en mis historias, pero hay veces que saco la vena
graciosa que tengo escondida y salen cosas como esta —cosas fluff con un toque de humor—. Espero que
os guste.
When pigs fly (I’ll date you)
—Lee
DongHyuck —dijo Jeno, exasperado después de varios minutos de una exhaustiva
mirada del chico nombrado—. Cuando los cerdos vuelen, saldré contigo.
El chico cruzó los brazos sobre su pecho y le dedicó una
mirada seria a DongHyuck, esperando que después de aquello, dejara de preguntarle
una y otra vez si quería salir con él. DongHyuck lanzó un suspiro al aire y
asintió levemente, agachando después su cabeza y no alzándola de nuevo durante
algunos minutos, por lo que Jeno destensó su cuerpo y suavizó un poco su
postura, tratando de relajarse para cuando el resto de sus amigos llegaran.
Probablemente, después de aquello, DongHyuck dejara de pedirle que saliera con
él.
Hacía solo unas pocas semanas que Jeno les había
comentado a sus amigos —se lo habían sonsacado a través de un
juego, más bien—
que se sentía atraído por los chicos y no por las chicas y, aunque la relación
con los demás no había cambiado en absoluto, seguían tratándolo todos de la
misma forma, DongHyuck había comenzado a portarse de forma extraña con él.
Primero lo había tocado mucho más de lo que lo había hecho nunca antes,
poniendo siempre su mano sobre su hombro o su pierna cuando estaban cerca,
dándole abrazos en momentos aleatorios, cuando Jeno no se los esperaba y,
segundo, empezando a recogerlo de casa cuando iban para el instituto en vez de
esperarlo en la estación de metro, como siempre había hecho.
Jeno se había dado cuenta de los cambios, era imposible
que no lo hubiera hecho, así que un día le había preguntado el motivo de ellos
y la respuesta de DongHyuck lo había dejado a cuadros.
“Hace tiempo que me
gustas, pero no quería asustarte con mis sentimientos, solo estaba bien con ser
tu amigo. Pero ahora que sé que eres gay también, quiero salir contigo”.
Aquello era lo que le había dicho DongHyuck y, aunque
Jeno le había respondido que “no quería
salir con nadie en esos momentos”, el chico no se había rendido con él y
cada vez que tenía la oportunidad le pedía salir, además de que solía mirarlo
fijamente durante mucho tiempo cuando estaban solos, como si de esa forma
pudiera hacer que Jeno cambiara de opinión. Y no es que a Jeno no le pareciera
guapo DongHyuck, pero el chico era su amigo y lo único que éste no quería era
romper su grupo si algo iba mal entre ellos, porque con dieciséis años todo
estaba encaminado a salir mal, a no durar toda la vida.
Por eso, Jeno se había pasado las últimas semanas
rechazando a DongHyuck una y otra vez y, por eso, después de sus últimas
palabras —que eran bastante definitivas porque los
cerdos jamás podrían volar— sintió que por fin todo iba a volver a la
normalidad y el chico iba a dejar de pedirle salir cada dos por tres.
Jeno tenía demasiada fe en DongHyuck.
Solo unos días más tarde, al lunes siguiente, DongHyuck
no fue a recogerlo a casa, no lo estaba esperando en la estación del metro ni
en la puerta del instituto y todo aquello hizo que Jeno se sintiera un poco
ansioso. ¿Y si lo que le había dicho el viernes cuando habían quedado todos
juntos para jugar al fútbol había hecho que DongHyuck lo odiara? Después de
aquello no le había vuelto a hablar y ni siquiera había hecho acto de presencia
en el grupo que tenían los siete.
Jeno se pasó todo el día preocupado porque DongHyuck no
apareció por clase y, aunque JaeMin le aseguró que el chico le había dicho que
solo había pescado un resfriado y que al día siguiente volvería a clases, no
pudo evitar pasarse todo el tiempo pensando en él y en si había sido su culpa
que DongHyuck se resfriara. Por ese motivo, cuando salieron de clase, Jeno no
pudo evitar ir en dirección a la casa de DongHyuck, sin poder quitarse de la
cabeza que sus palabras tan definitivas hubieran hecho que éste se deprimiera y
lo odiara y no quisiera volver a verlo.
El bloque de pisos en el que vivía DongHyuck no estaba
muy lejos del suyo, así que Jeno solo tuvo que desviarse un poco de su camino
habitual para encontrarse frente al portal. Sin embargo, una vez allí, comenzó
a dudar si era buena idea presentarse sin avisar en su casa solo porque se
sentía culpable y solo porque quería asegurarse de que estaba bien.
Debatiéndose sobre si llamar al telefonillo era lo correcto o irse para casa
era lo mejor que podía hacer se encontraba cuando un silbido en la lejanía captó
su atención y el chico miró hacia arriba, viendo cómo un cerdo de peluche al
que le habían sido pegadas unas alas descendía hacia el suelo, salido de las
manos de DongHyuck, que lo observaba con una amplia sonrisa.
Jeno no pudo evitar sonreír tampoco, de alivio porque el
chico se debía encontrar bien si se había pasado el tiempo preparando aquel
cerdo volador para él y, cuando el peluche estuvo a su alcance, lo cogió antes
de que llegara al suelo y después tocó al telefonillo del piso de DongHyuck. Mientras
se montaba en el ascensor, Jeno apretó fuertemente contra su pecho aquel animal
de peluche, pensando en la determinación del otro chico, en cómo había
desafiado todas las leyes de la naturaleza para hacerle ver un cerdo volador y
así poder salir con él. Quizás, DongHyuck siempre había sido más serio de lo
que Jeno había esperado y, quizás, una relación entre ambos no se rompería
fácilmente, provocando que su grupo de amigos siguiera intacto.
Al salir al descansillo, Jeno vio cómo DongHyuck lo esperaba
en la puerta de su casa con una sonrisa encantadora en su rostro y no pudo
evitar corresponderla al acercarse a él.
—Los cerdos vuelan —fue lo único que
dijo DongHyuck, a modo de saludo.
—Y yo saldré contigo —replicó Jeno.
La sonrisa que apareció en el rostro de su amigo fue tan
maravillosa y la expresión de su rostro en general, tan brillante como lo
solían ser sus ojos cuando se emocionaba con algo, que Jeno sintió cómo su
corazón se saltaban un latido antes de comenzar a latir rápidamente. Si hubiera
sabido que iba a ver a DongHyuck de aquella forma tan encantadora, no habría
tardado tanto en responder afirmativamente a su cuestión, porque Jeno quería
seguir viendo aquella expresión de desbordante felicidad durante toda su vida y
quería ser él siempre el que la provocara.
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