Título: Serenade
Autora: Riz Aino
Pareja: HaeMin (HaeChan + JaeMin) (NCT)
Clasificación: PG
Géneros: AU, fluff, humor
Número de palabras: 1.413 palabras
Resumen: DongHyuck acaba pasando la noche en la
comisaría después de haberle cantado una serenata al chico que le gusta.
Notas: seguro que nadie sabe de este ship, pero son demasiado bonitos y cuquis y tontos y me los comía a
besos si pudiera.
Comentario de autora: trato de no ver a los bebés con ojos de
shipper porque son mis bebés, pero
cuando me encontré el prompt no pude
evitar reírme lo más grande y reclamarlo porque magnífico. Espero que os guste.
Serenade
—¿Nombre? —le preguntó el hombre que se
encontraba detrás del escritorio, preparado para teclear lo que le respondiera
y mirando la pantalla del ordenador de sobremesa.
—Lee DongHyuck —contestó el chico e inmediatamente, el hombre comenzó a teclear.
—¿Fecha de nacimiento?
—Seis de junio del dos mil —respondió
automáticamente, mirando a su alrededor, esperando que en cualquier momento
apareciera su hermano mayor para recogerlo y llevárselo a casa.
—Bien… sabes que esto no es una ficha policial
al uso, ¿verdad? —le cuestionó el policía, haciendo que DongHyuck se volviera a
enfocar en él—. Es solo como una advertencia para que no vuelvas a hacer nada
parecido otra vez —el chico asintió levemente—. No has cometido un delito grave
ni nada por el estilo, de hecho, en mi opinión no es algo por lo que debas estar
aquí, pero a estas horas de la madrugada no se puede hacer ruido en la calle.
—Lo siento mucho —murmuró—. No volverá a
suceder.
—Eso está bien —dijo el hombre—. Voy a hacerte
unas cuantas preguntas más y después te voy a dar un folio en el que tendrás
que escribir una reflexión por lo que has hecho mientras llega tu tutor legal.
DongHyuck asintió a todo lo que el policía le
dijo y después contestó lo mejor que pudo todas las preguntas que éste le hizo
para terminar con aquello lo más rápido posible. Si su hermano llegaba pronto,
puede que incluso saliera de aquella comisaría antes de que empezara a
amanecer, algo que agradecería muchísimo, porque, después de todo, seguía sin
entender por qué tenía que estar allí —y sobre todo, seguía sin entender por qué
estaba solo él allí cuando el “delito” que había cometido no lo había cometido
solo—. DongHyuck simplemente le había dado rienda suelta a su amor y había
organizado una serenata bajo la ventana del chico del que llevaba perdidamente
enamorado muchos años.
Puede que organizarla a las dos de la madrugada
no hubiera sido una genial idea porque el chico tenía vecinos y éstos habían
sido los que habían llamado a la policía. Pero DongHyuck había estado tan
ensimismado cantándole todas las canciones de amor que había practicado en las
semanas anteriores, todas aquellas que expresaban lo que sentía por él, que ni
se había dado cuenta de aquello y solo cuando había visto cómo su amigo Jeno
—aquel que lo había ayudado en su serenata— cogía su guitarra y salía corriendo
sin mirar atrás y sin preocuparse de lo que le pudiera pasar a DongHyuck.
Cuando el lunes llegara al instituto le iba a caer una buena por haberlo
abandonado, pero en aquellos momentos el chico no estaba preocupado por eso.
Realmente, DongHyuck no estaba preocupado por
estar en una comisaría retenido por alboroto público de madrugada, ni tampoco
por lo que su hermano mayor le pudiera decir cuando lo recogiera… DongHyuck
estaba preocupado por cuál iba a ser la respuesta de JaeMin.
Desde que se había cambiado de instituto, un
par de años atrás, y había tenido que hacer amigos nuevos y acercarse a los
demás chicos del centro, había tenido a JaeMin. El chico estaba en su clase y
era muy encantador, siempre haciendo bromas y sonriendo, siempre tratando de
que todo fuera bien cuando él se encontraba presente; aquello fue lo que lo
atrajo de él y por eso DongHyuck no dudó en acercarse a él y en pedirle que
fuera su amigo. Desde entonces, habían sido los mejores amigos y DongHyuck poco
a poco había comenzado a desarrollar por él aquel sentimiento que iba más allá
de la amistad.
Quizás lo que había hecho aquella noche había
sido una completa locura y JaeMin no quisiera volver a saber de él nunca más… o
quizás obtuviera una respuesta afirmativa a su declaración, algo que lo haría
el chico de diecisiete años más feliz del mundo.
Con aquello rondando su mente, DongHyuck
escribió una “sincera carta de disculpa en la que reflexionaba sobre lo mal que
estaba lo que había hecho” y después se la entregó al policía y esperó sentado
en una esquina al menos otra hora más sin hacer nada más que recorrer con sus
ojos la comisaría porque el móvil se le había quedado sin batería hasta que su
hermano apareció por el lugar finalmente. El mayor le dedicó una mirada
desaprobatoria y DongHyuck entendió con ésta que en casa le iba a caer una
buena regañina, pero justo después de aquella mirada, su hermano se lanzó a
darle un abrazo muy fuerte.
—Sabes que cuando me han llamado de la policía
me he asustado mucho porque creía que te había pasado algo muy malo, ¿verdad?
—le dijo—. Y también sabes que estaba en la otra punta de la cuidad trabajando
y que he venido lo más rápido que he podido, ¿no? —DongHyuck asintió a ambas
cosas—. Siento que hayas tenido que pasar tanto rato aquí solo… y ya me
contarás en casa qué es eso de que estabas cantando una serenata —su hermano se
separó de él y le esbozó una sonrisa cálida—. Hablo con el policía un momento y
nos vamos a casa, ¿vale? Ve saliendo.
DongHyuck hizo lo que su hermano le dijo y se
levantó del banco en el que había estado sentado la última hora de su vida para
después salir de aquel lugar por fin, viendo cómo su hermano mayor se acercaba
al policía con el que había estado antes tratando para dejar constancia de que
era su tutor y que había ido a por él. Caminó por los pasillos de las
dependencias después hasta llegar a la salida e inspiró el aire contaminado de
la ciudad —cerrando sus ojos incluso— como si fuera aire fresco de mitad del
campo, como si llevara sin disfrutar del aire y de la libertad años en lugar de
media noche. El chico sonrió y después abrió sus ojos, encontrándose al hacerlo
a JaeMin frente a él, en la acera, justo donde los escalones que llevaban a la
puerta de la comisaría comenzaban, con una sonrisa de oreja a oreja.
El corazón de DongHyuck comenzó a latir
rápidamente y sintió cómo sus orejas se volvían completamente rojas. JaeMin
estaba allí, frente a él, esperando a que saliera de la comisaría, seguramente
para decirle algo importante que no podía esperar y solo había dos opciones: o
lo iba a mandar a la mierda o le iba a decir que sí. Con sus piernas temblando
como si fueran gelatina, DongHyuck comenzó a bajar las escaleras hasta que se
quedó parado frente al otro y se aclaró la voz para poder hablar.
—¿Q-qué… haces aquí? —preguntó.
—Estaba esperando a que salieras —contestó el
chico—. Me daba algo de miedo entrar, pero quería estar por aquí.
—¿Por… qué? —cuestionó DongHyuck, con su
corazón todavía más acelerado, tan acelerado, que sentía que en cualquier
momento le podía dar un ataque.
—Porque quería hablar contigo —respondió
JaeMin—. Quería dar una respuesta a la serenata por la que has acabado aquí…
una respuesta afirmativa.
—¿Qué?
—Me han gustado mucho las canciones que me has
cantado —aclaró—, casi tanto como tú me gustas, así que, si con la serenata me
estabas pidiendo que saliera contigo, la respuesta es sí.
El corazón de DongHyuck dejó de latir por unos
segundos y después volvió a hacerlo con la misma fuerza que antes mientras su
mente procesaba las palabras que le había dicho JaeMin. El chico le había dicho
que sí, que sí quería salir con él, que también le gustaba… y tal como había
predicho que sucedería si eso pasaba, DongHyuck se sintió el chico de
diecisiete años más feliz del mundo, así que no pudo evitar lanzarse a los
brazos de JaeMin para abrazarlo fuertemente repitiéndole varias veces lo mucho
que le gustaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario