Título: Let me love you
Autora: Riz Aino
Parejas: TenCas (Ten + Lucas)
(NCT | WayV | SuperM)
Clasificación: PG
Géneros: AU, romance, fluff
Número de palabras: 1.274 palabras
Resumen: hay veces en las que
YukHei piensa que Ten está hecho para encajar perfectamente entre sus brazos…
Notas: historia escrita para @obsscurezero,
que me pidió esto.
Comentario de autora: pues estaba
soft mientras escribía esto, así que se sube el azúcar que da gusto leyéndolo.
Espero que te guste.
Let me
love you
A pesar de que era noche de película
de miedo en el piso de Ten y Kun, donde solían hacer todas sus reuniones,
YukHei no podía concentrarse en la película que se estaba reproduciendo en la
enorme televisión del salón, aun cuando la luz de la pantalla era el mayor
punto focal en aquel lugar oscuro por completo. Su atención estaba centrada
solo en la persona que estaba encajada a la perfección entre sus brazos, Ten,
como si su cuerpo estuviera hecho para encajar allí sin que ninguno de los dos
se sintiera incómodo y aquello hacía que su corazón latiese demasiado rápido.
Generalmente, cuando veían las películas, se sentaba lo más lejos posible de
él, para que su atención estuviera puesta en la televisión y no en el mayor,
pero aquel día, Ten lo había sorprendido, pidiéndole que abriera sus piernas y
encajándose en ellas, echando una manta por encima de ambos para estar
calentitos y cómodos… y YukHei solo había podido quedarse quieto, conteniendo
la respiración y rezando porque las luces se apagaran lo más rápido posible
para que ninguno viera su sonrojo.
YukHei llevaba quizás demasiado
tiempo enamorado de Ten.
Lo único bueno era que solo se
habían dado cuenta de ello Kun y SiCheng y no los demás, así que, estaba
bastante seguro de que sus sentimientos por el mayor no iban a salir a la luz
hasta que él no quisiera. Kun era buena persona y SiCheng, a pesar de que a
veces hacía alguna que otra broma, le pegaba codazos o movía las cejas de forma
sugerente para molestarlo, también era buena persona y no había dicho
absolutamente nada. Si DeJun, KunHang o YangYang llegaban a darse cuenta en
algún momento de aquello, YukHei sabía que estaba muerto porque, aunque no se
lo dijeran directa o conscientemente a Ten, acabarían por soltarlo de alguna
otra forma, así que, agradecía que no lo supieran.
Porque YukHei llevaba quizás
demasiado tiempo enamorado de Ten, pero aún no estaba seguro de si era correcto
o no declararse.
Ten ya había tenido muchos novios y
pocas eran las veces en las que estaba soltero. YukHei ya había perdido la
cuenta de las parejas que el mayor había tenido en los apenas tres años que
llevaba conociéndolo y, la verdad, tampoco le apetecía demasiado pensar en ello
porque solo se hacía daño; pero en algún momento, le gustaría ser uno de ellos,
ser el definitivo, pasar el resto de sus días con él.
—Se han acabado las palomitas —murmuró
DeJun, levantando el bol vacío que estaba sobre la mesa baja, sacándolo de sus
pensamientos.
—Voy a hacer más —respondió Kun,
haciendo ademán de levantarse, pero Ten lo detuvo.
—Ya voy yo, esta peli la he visto,
no me voy a perder nada —fue lo que dijo, levantándose del sofá, saliendo del
abrazo de YukHei y dejándole la manta.
Ten cogió el bol de palomitas vacío
de las manos de DeJun y después se dirigió hacia la cocina de su piso
compartido para poner más palomitas en el microondas. YukHei trató de dejar de
pensar en el hueco vacío que había quedado tras la marcha de Ten de entre sus
brazos, centrarse por una vez en toda la noche en aquella película y, aunque lo
intentó, le fue imposible. No podía dejar de pensar en Ten, en que lo quería
demasiado y en que en aquellos momentos estaba sin pareja y quizás era el único
momento que tenía para hacer algo que cambiara su relación. Con una fuerza de
voluntad y convicción que no pensó nunca que tendría, YukHei se acabó
levantándose del sofá y yendo a la cocina tras el mayor, antes de que se
hubiera hecho siquiera la primera bolsa de palomitas.
—¿Te puedo ayudar en algo? —le
preguntó, entrando a la cocina, cerrando la puerta a sus espaldas con la excusa
de que el ruido del microondas no molestara en el salón a quienes veían la
película.
—Si quieres llevar luego el bol al
salón… —murmuró Ten con una sonrisa encantadora—, pero para meter las bolsas en
el microondas no necesito ayuda, no te preocupes, ¿vienes huyendo de la peli
porque da miedo? —cuestionó, enarcando una ceja.
YukHei negó con la cabeza y se
acercó a él para abrazarlo fuertemente. No dijo nada durante unos momentos,
ninguno de los dos lo dijo. Ten se encajó entre sus brazos y colocó su cabeza
contra su pecho, provocando que el corazón del menor comenzara a saltar dentro
de su cuerpo. A aquellas alturas, si Ten no se daba cuenta de que YukHei estaba
enamorado de él, nada iba a hacer que se diera cuenta sin que se lo dijera. Y,
a pesar de estar escuchando el rápido latido de su corazón, Ten no dijo nada,
por lo que YuKhei trató de no perder la confianza con la que había entrado a la
cocina y comenzó a hablar.
—Tenía frío… por eso he venido…
—Te he dejado la manta… —respondió
Ten.
—Pero tenía frío sin ti… —insistió—.
Ahora estoy bien…
Notó a Ten sonreír contra su pecho y
quiso seguir hablando, pero después de la respuesta del mayor no sabía cómo
seguir, tenía miedo de seguir, miedo porque Ten lo supiera y aún así se
estuviera haciendo el loco.
—Imagino que estás queriendo declararte
—murmuró Ten, alejándose de él lo suficiente como para que sus ojos se
encontraran. El corazón de YukHei se saltó un latido al escuchar la frase—,
pero eres horrible para hacerlo.
—Y-yo… —comenzó, no sabiendo qué iba
a decir, si declararse, si disculparse, si echarse a llorar, pero Ten esbozó
una sonrisa que lo dejó sin palabras.
—No hace falta que digas nada —dijo—.
Hace meses que Kun me comentó que te habías enamorado locamente de mí, pero no
sabías cómo ni cuándo ibas a decírmelo —YukHei abrió los ojos como platos, sin
poderse creer la traición que había sufrido—, y yo también te quiero mucho,
Xuxi, pero no sabía hasta que punto hasta que lo medité después de que Kun me
lo dijera.
YukHei no sabía qué decir, qué hacer.
Lo que Ten acababa de decir le había roto todos sus esquemas y solo quería
volver a el salón a esconderse debajo de la manta y no salir de ella por el
resto de la eternidad. Tardó un buen rato en volver a serenarse, con los ojos
del mayor clavados en los suyos, las palomitas ya olvidadas en el microondas,
hacía tiempo habían dejado de dar vueltas y saltar dentro del paquete. Cuando
finalmente pudo recobrar el habla y la compostura, habló de nuevo.
—¿Te… gusto? —preguntó. Ten asintió—.
Entonces… ¿salimos juntos?
—Solo si tú quieres —respondió el
mayor.
—Sí que quiero —murmuró.
Ten esbozó una sonrisa encantadora y
después volvió a encajarse entre sus brazos, haciendo que el corazón de YukHei
saltara dentro de su pecho otra vez, contento porque a pesar de que no se había
esperado que aquello saliera de esa forma y que Ten también lo quisiera, era
increíble. A partir de aquel momento, estaba seguro de que iba a vivir en una
especie de sueño.
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