Capítulo
2
El lugar en el que se encontraban
era precioso. Habían acabado en un pequeño riachuelo, escondidos de la vista
del mundo, rodeados de árboles y con el sol bañando el paisaje. WookJin se
alegraba de haber encontrado aquel lugar, un sitio para ellos solos, donde
nadie los iba a molestar y donde iba a poder desarrollar uno de los movimientos
más importantes de su plan. Habían salido los tres, él, JiSung y YongSoo,
temprano, pretendiendo hacer lo mismo que les habían hecho el día anterior sus
amigos para estar juntos y solos todo del día. Se habían pasado toda la mañana
deambulando por aquel paraje espectacular y de postal donde habían hecho
muchísimas fotos, junto al lago del cual les habían hablado los demás y
viviendo la experiencia. Prácticamente habían echado la mañana allí y después
habían ido a buscar un sitio tranquilo en el que poder estar, disfrutando de
todo alejados del resto de turistas, acabando allí, sentados en algunas piedras
grandes que había en el riachuelo, JiSung y él juntos, YongSoo un poco más
allá, metiendo los pies descalzos en el agua fresca, con un poco de música
suave sonando desde el móvil de JiSung.
—Voy a tomar el sol —dijo WookJin, llamando la atención
de los dos chicos que se encontraban con él—. ¿Te importa ponerme un poco de
crema? —le preguntó a su novio.
—Para
nada —respondió JiSung.
Y
mientras el mayor cogía la mochila para sacar la protección solar, WookJin
comenzó a quitarse la camiseta de manga corta que llevaba, primero porque no
quería que se le quedaran las señales de la ropa ya que podía tomar un poco el
sol y segundo, porque quería provocar reacciones en las dos personas que lo
acompañaban. Por el segundo motivo lo hizo de forma lenta, sin dejar de
observar cómo YongSoo tragaba saliva al verlo y cómo JiSung ralentizaba sus
movimientos, mirándolo de reojo. Había estado entrenándose en los últimos
tiempos, yendo al gimnasio con KyuBin de vez en cuando para sacar algo de
músculo y sus esfuerzos habían dado sus frutos porque había marcado sus
abdominales y su cuerpo se había transformado por completo. JiSung estaba
acostumbrado a verlo, había visto aquel proceso y su transformación, pero
YongSoo no lo había visto así hasta aquel momento y su mirada no abandonó su
cuerpo hasta que WookJin no terminó de quitarse la camiseta y la dejó sobre la
piedra en la que estaba sentado, como si el movimiento lo hubiera sacado de su
ensimismamiento.
JiSung
se echó la crema en las manos y después comenzó a ponérsela, primero por los
hombros, después bajando por su pecho, tocándolo. La crema estaba fría, en
contraste con las manos del mayor, que siempre habían quemado contra su piel y
que en aquellos momentos hacían que ardiera, por la situación, por la mirada de
YongSoo.
—Ahhhh…
—no pudo evitar suspirar cuando los dedos de JiSung rozaron su pezón izquierdo,
un gemido que apenas había podido contener y que no había querido contenerlo
tampoco.
Por
aquel gemido recibió un manotazo de JiSung y él se quejó por éste, pero
después, el mayor siguió poniéndole la protección solar por todo su torso, sus
brazos y su espalda y WookJin se dio cuenta de cómo YongSoo no paraba de
observarlos de reojo, mordiéndose el labio inferior, notándosele en la
expresión perfectamente que tenía celos de ellos dos, de lo que estaban
haciendo, aunque WookJin no supo identificar si tenía celos de él porque JiSung
lo estaba tocando o si tenía celos del mayor porque estaba tocándolo… o de ambos
a la vez. De cualquier forma, WookJin supo que su pequeña estratagema había
funcionado, porque los sentimientos de YongSoo estaban en aquellos momentos a
flor de piel y solo necesitaría un pequeño empujón, un pequeñísimo empujón que
WookJin estaba muy dispuesto a darle.
Mientras
tomaba el sol sin camiseta, los tres charlaron, de todo y de nada. Disfrutaron
del paisaje, del momento, de la vida y WookJin no dejó de observar las miradas
que JiSung y YongSoo se dedicaban el uno al otro cuando creían que él no miraba,
cuando creían que el objeto de sus miradas tampoco se daba cuenta de ellas.
Como una tercera pieza de aquel juego, estando cerca pero no lo suficiente como
para quemarse, WookJin estaba disfrutando bastante, porque marcaba el ritmo del
juego y guiaba a las otras dos piezas de éste por el tablero para que se
movieran más o menos como él quería que se movieran. El día anterior les había
hablado a ambos sobre desatar sus deseos más escondidos y en ese momento iba a
dejarles el espacio necesario para que pudieran hacerlo.
—Voy
a ir al coche a por algo que me he dejado en mi mochila —les dijo, cuando se
hartó de estar al sol, colocándose de nuevo su camiseta—. Vuelvo en un rato.
—¿Quieres
que te acompañe? —le preguntó JiSung. WookJin negó con la cabeza.
—No
hace falta, tranquilo, si el coche tampoco está tan lejos —respondió.
JiSung
lo miró fijamente, mordiéndose le labio inferior, como si le quisiera decir
algo más, pero finalmente no le dijo nada y WookJin echó a andar, alejándose de
ellos dos y del riachuelo, escondiéndose entre los árboles en lugar de ir hasta
el coche, tal y como les había dicho. Su plan era quedarse allí, observando
cómo se desarrollaba el tiempo a solas de ambos, hasta que pasara más o menos
el tiempo que se suponía debía tardar en ir y volver del coche y entonces
volver a aparecer ante ellos. Desde su puesto entre los árboles, WookJin vio
cómo JiSung y YongSoo hablaban, cómo al rato se levantaban y salían del río,
yéndose a la orilla de éste, sentándose en el tronco de un árbol caído, juntos,
muy juntos. WookJin no supo de que hablaban, no los podía escuchar desde tan
lejos, pero veía en sus gestos cómo ambos estaban tímidos y, de alguna forma,
se sentían incómodos… hasta que se miraron a los ojos durante unos momentos y
entonces salvaron la escasa distancia que los había separado hasta entonces,
provocando que una sonrisa triunfal apareciera en el rostro de WookJin porque
todo estaba saliendo como había planeado.
~
—¿Vosotros creéis que es justo que tenga que
jugar con TaeYeob que es la primera vez que juega al baloncesto? —no pudo
evitar cuestionar SungHo.
Acababan
de jugar al piedra-papel-tijera para decidir los equipos y había ganado KyuBin,
quien había elegido como compañero de equipo a JunHyung, dejando de esa forma
decidido que SungHo y TaeYeob formaran el otro equipo. Si fuera cualquier otra
persona, incluso si fuera JiSung, que era bastante torpe en todo lo que se
refiriera a los deportes, pero al menos era muy alto y estorbaba. TaeYeob no
había jugado nunca al baloncesto, no sabía ni siquiera botar la pelota de forma
normal y menos iba a poder parar a los dos armatrostes que tenían en el equipo
contrario, que además de ser altos, tenían muchísimo músculo y los deportes se
les daban de lujo. A SungHo no se le daban mal los deportes, pero el baloncesto
tampoco era su fuerte porque era bajito, así que, estaba más que cantado que si
ellos dos iban a ser un equipo, no tendrían ninguna probabilidad contra KyuBin
y JunHyung y no hacía falta ser ningún adivino para saberlo.
—Me
ofende profundamente que tengas tan mal concepto de mí, hyung —dijo TaeYeob.
—A
mí me ofende que estos dos estén compinchados para ganar injustamente —replicó
él, señalándolos—. De KyuBin hyung me lo podría haber esperado… pero de
JunHyung no, te creía un tío legal.
—Soy
legal… —susurró JunHyung—. Te prometo que voy a jugar lo más limpiamente
posible —añadió, provocando que SungHo pusiera los ojos en blanco porque aquel
no era el problema, el problema era que no era justo tal y como habían acabado
los equipos—. ¿Jugamos un partido así y después cambiamos? —propuso el menor.
—Por
mí perfecto —respondió KyuBin y SungHo y TaeYeob también estuvieron de acuerdo,
asintiendo—. Pues vamos a jugar.
Y
tal y como SungHo había temido, obviamente la superioridad física y atlética de
KyuBin y JunHyung era una gran ventaja para ellos y una enorme desventaja para
TaeYeob y él. Nada más comenzar el partido, KyuBin encestó un par de veces,
desmoralizando un poco a SungHo… porque él era bueno, era muy bueno jugando al
baloncesto, pero no era alto y no podía sobrepasar a las dos torres que tenía
como contrincantes, pero era bastante rápido, así que, podía intentar usar eso
como su ventaja. Mucha ayuda de TaeYeob no iba a tener, eso lo tenía claro,
pero algún pase le podría dar. SungHo suspiró profundamente y decidió que al
menos lo iba a tratar y si perdían, pues que perdieran, pero él no se iba a
rendir tan fácilmente e iba a ponérselo lo más difícil que pudiera a los otros
dos. Con aquella resolución, SungHo comenzó a botar la pelota y aprovechó su
velocidad para introducirse en la férrea defensa de KyuBin y JunHyung, lanzando
a canasta incluso, aunque desde un ángulo un poco forzado porque KyuBin le hizo
un tapón, robándole de aquella forma la bola, pasándosela inmediatamente a
JunHyung que estaba bajo la canasta y quien lanzó a tablero para anotar de
nuevo… y ya iban tres a cero.
El partido continuó de
aquella guisa. SungHo tratando de acercarse a canasta, pasándole la pelota a
TaeYeob para que el chico también tratara de encestar —o de al menos ayudarlo a
pasar entre medias de las dos torres usando su cuerpo, porque TaeYeob era
bastante alto, pero al ser tan delgado, parecía muy poquita cosa—. El equipo de
KyuBin y JunHyung encestó varias canastas más sin mucho problema y SungHo
empezó a tirar triples porque entrar hasta debajo de la canasta para dejar una bandeja,
que era su especialidad, con aquellos dos no podía. Los triples no se le daban
mal, pero tampoco era el mejor en ello, aún así, anotó varios y dejó a KyuBin y
JunHyung pasmados con sus habilidades mientras TaeYeob lo jaleaba y chocaba sus
manos con él cada vez que la pelota acababa dentro de la canasta, acortando un
poco la distancia que el otro equipo les llevaba desde el primer momento.
KyuBin
y JunHyung se pusieron aún más serios jugando, saliéndoles el lado competitivo
incluso ante aquello que no habían previsto. Sus movimientos se volvieron mucho
más grandes y cada contacto era más fuerte. TaeYeob y él trataban de pararlos,
de robarles el balón o de hacerles tapones incluso. SungHo saltó en varias
ocasiones para intentarlo, aunque era demasiado bajito para conseguirlo, el
menos estorbaba y provocaba que ninguno pudiera apuntar con precisión y así
fallar la mayoría de los tiros a canasta.
Todo
iba bastante bien, a pesar de que la diferencia de puntos era muy acusada entre
los dos equipos. Y, sin embargo, en un momento del partido, JunHyung pasó por
su lado, empujando cuando SungHo aún no había plantado bien los pies en el
suelo, provocando que el mayor cayera sobre la pista de culo. SungHo no supo si
JunHyung llegó a anotar o no en aquella jugada porque cayó de espaldas a la
canasta y, al apoyar las manos por instinto, se acabó haciendo daño en la
muñeca derecha. Siseó durante unos momentos por el dolor agudo en la
articulación, pero después se levantó del suelo, agarrando la mano que le
tendió KyuBin para hacerlo y sacudiéndose los pantalones del polvo de la pista.
JunHyung llegó hasta él inmediatamente después, preocupado, mirando todas las
partes de su cuerpo para intentar comprobar que no se había hecho daño y SungHo
escondió su muñeca un poco raspada por inercia.
—¿Estás
bien, hyung? —le preguntó. Él asintió—. ¿De verdad?
—Claro, perfectamente —respondió,
esbozando una sonrisa—. Es un deporte de contacto, es normal que alguien acabe
por los suelos de vez en cuando —dijo—. Eso sí, esto es una falta en ataque, si
has encestado está anulado.
JunHyung protestó por aquello, pero
esbozó una sonrisa encantadora al final y SungHo la correspondió antes de
reanudar el partido, esta vez botando la pelota solo con su mano izquierda, en
lugar de hacerlo con ambas. No le había querido decir nada a JunHyung de su
muñeca porque era una tontería y no quería que el chico se martirizara por
ello, simplemente se curaría si se había hecho mucho daño cuando llegaran a la
casa y se duchara, pero por el momento, estaba bien y no quería preocupar al
menor por nada del mundo.
~
TaeYeob
estaba un poco aburrido. Después del partido que habían jugado —y perdido
SungHo y él— habían acabado yéndose a un parque a descansar un rato y él se
había quedado más solo que la una. KyuBin hacía un buen rato que se había ido a
Dios sabe dónde y TaeYeob se había quedado con SungHo y JunHyung que, aunque
aún no fueran pareja porque no habían terminado de reconocer sus sentimientos
por él otro, actuaban como una pareja a efectos prácticos, en la forma en la
que se trataban y cómo hacían las cosas, sus gustos similares y todo. Los dos
se habían entretenido jugando con unos gatos callejeros, dándoles de comer también
y TaeYeob ni siquiera se había acercado, porque los gatos eran monos, pero él
era más de perros. Podría haberse ido a la casa alquilada, pero no estaba
seguro de si el trío de idiotas habría vuelto ya a casa y no quería importunarlos
porque seguro que se habrían puesto a hacer manitas todos juntos. La única
alternativa que le habría quedado para no aburrirse habría sido irse con KyuBin
a donde éste hubiera ido, pero la idea tampoco le había convencido lo
suficiente porque era KyuBin de quién estaba hablando. KyuBin, que el día
anterior había provocado que su corazón latiera como loco dentro de su pecho,
de una forma que nunca antes lo había hecho por el mayor, ni por nadie en
general. KyuBin, que en aquellos momentos llegaba montado sobre una moto que
probablemente había alquilado, deteniéndose a su lado, con una sonrisa enorme
en su rostro, una sonrisa que provocó que el corazón de TaeYeob se saltara un
latido antes de volver a latir como loco dentro de su pecho.
—Sube —le dijo, tendiéndole el casco
que había llevado colgado del brazo—. La carretera que bordea la costa tiene
unas vistas increíbles y seguro que te encantará hacer fotos.
TaeYeob miró el casco que el mayor
le tendía y justo después a los dos tortolitos enamorados de los gatos
callejeros. No tenía muchas opciones… o se quedaba allí aburrido o se iba con
KyuBin en aquella moto, aunque su corazón pareciera estar a punto de sufrir una
maldita taquicardia.
—Nunca he montado en moto —comentó,
tomando el casco finalmente.
—No te preocupes —respondió KyuBin
con una sonrisa—. Solo tienes que agarrarte fuerte a mí y te prometo que te
llevaré y traeré sano y salvo.
TaeYeob sintió cómo el color se le
subía a la cara después de escuchar aquello y rápidamente se dio la vuelta para
que KyuBin no lo viera, haciendo como que se ponía el casco usando el viento
que se había levantado para que su pelo, algo más largo de lo habitual en
aquellos momentos, quedara bien dentro de éste. Mientras se colocaba el casco
inspiró hondo varias veces hasta que calmó su corazón un poco y solo cuando se
sintió lo suficientemente preparado, se di la vuelta de nuevo hacia KyuBin. Les
gritó a los otros dos que se iban a hacer fotos y que luego los verían en la
casa a la vuelta y se montó detrás del mayor en la moto, con cuidado de que sus
cuerpos no se rozaran, sin saber dónde poner sus manos tampoco.
—Agárrate bien —le dijo KyuBin,
tomando sus manos suavemente con las suyas y colocándolas en su cintura—.
Puedes incluso hacerlo mucho más fuerte, si quieres —añadió.
—Así estoy bien —murmuró TaeYeob,
simplemente agarrándose a sus costados, lo suficiente como para sujetarse.
KyuBin arrancó la moto y comenzaron
el viaje. Aquella era la primera vez que TaeYeob se montaba en moto así que
durante los primeros momentos estuvo bastante tenso, acostumbrándose al viento
en su cara, a cómo la moto se movía por la carretera, de una forma muy
inestable en comparación a como lo hacían los coches. KyuBin siempre había sido
un buen conductor, sabía llevar bien todo tipo de coches, tanto pequeños como
grandes, y también lo hacía de lujo con las motos. Poco a poco se fue relajando
y comenzó a mirar a su alrededor, a la ciudad que se encontraba a su derecha, con
sus hoteles y sus comercios casi en primera línea de playa y a su izquierda, al
mar, a la extensión enorme de agua clara, cristalina. Poco a poco fue
disfrutando de las vistas y se olvidó de que frente a él tenía la espalda
fuerte y ancha de KyuBin y que se estaba agarrando a su cintura, simplemente
enfocándose en lo que veía a su alrededor. Y el paisaje fue cambiando a medida
que se fueron alejando de la ciudad y adentrándose más en la carretera, dejando
atrás los edificios y apareciendo la naturaleza de la isla.
No tardaron mucho en llegar hasta un
pequeño mirador desde el cual había unas vistas espectaculares de la isla y
TaeYeob no pudo contener la enorme sonrisa que se formó en su rostro cuando se
bajó de la moto. Aquel lugar era precioso. Simple y llanamente precioso. No
tenía más palabras para poder describirlo. TaeYeob se giró para darle las
gracias a KyuBin por haberlo llevado hasta allí, pero en cuanto lo hizo,
descubrió al mayor observándolo fijamente, mirándolo de una forma en la que
nunca antes lo había mirado, como si TaeYeob fuera el sol de su galaxia. El
chico se olvidó de respirar durante unos segundos, completamente abrumado por
la intensidad de aquella mirada, por todos los sentimientos que transmitía y
por todo lo que de repente comenzó a sentir él.
Con rapidez, se volvió a girar, sus
mejillas y orejas completamente rojas, alejándose del mayor con la excusa de
sacar muchísimas fotos bonitas, porque para eso habían ido hasta allí. Sin
embargo, por mucho que trató en enfocarse en las fotos, no pudo evitar estar
dándole vueltas a lo que estaba sintiendo, lo que le estaba pasando con KyuBin.
Desde que se conocían solo lo había visto como a un amigo, un gran amigo en el
que podía confiar, con el que se podían hacer locuras y con quien se sentía
cómodo. Tenían gustos similares, salían mucho juntos, solos, sin los demás, a
probar cafeterías o restaurantes nuevos, de visita de museos o exposiciones, de
compras cuando necesitaban renovar sus armarios. Había pasado muchísimo tiempo
con KyuBin siempre y nunca había sentido nada especial ni extraño por él, pero
desde que el día anterior le había retirado el flequillo de la cara, con
cuidado, como si fuera el ser más precioso del universo, no había podido dejar
de pensar en él.
Sin poder evitarlo, sin querer evitarlo,
de hecho, TaeYeob acabó haciendo también fotos de KyuBin junto con las fotos
del paisaje, buscándolo casi sin darse cuenta y observando sus fotos con una
sonrisa que no abandonaba su rostro y el constante latido de su corazón
martilleándole en la cabeza.
~
—Es adorable —comentó SungHo,
girándose hacia él con una sonrisa enorme en su rostro, mientras sujetaba una
rama seca con la que llevaba un rato jugando con los gatos que se habían
encontrado a la sombra en aquel parque en el que habían acabado tras el
partidillo de baloncesto que habían jugado.
—Sí… lo es —respondió JunHyung, por
un momento no sabiendo si lo había querido decir por el pequeño gato que
trataba de alcanzar la rama o por el chico que tenía ante él, sonriendo de
oreja a oreja.
Porque JunHyung se había dado cuenta
hacía poco tiempo que el mayor le gustaba. Conscientemente, porque de forma
inconsciente probablemente lo debía de haber sabido siempre, desde que había
conocido al mayor, pero no había sido capaz de entender cómo sus sentimientos
con respecto al mayor y con respecto a los demás, eran completamente diferentes
hasta hacía tan solo unos pocos meses. No había sido consciente de que las
sonrisas de SungHo lo hacían feliz, no había sido consciente de que el toque de
SungHo hacía que se le erizara toda la piel, no había sido consciente de que
cada vez que SungHo le hablaba, se quedaba embobado mirándolo, no había sido
consciente de que cada vez que SungHo no estaba cuando se juntaban todos, no
era lo mismo… JunHyung no había sido consciente de muchas cosas, pero ahora que
por fin lo era, no sabía cómo poner en orden sus sentimientos.
SungHo le gustaba… ¿pero a SungHo le
gustaba él? Ese era uno de sus grandes miedos. SungHo era amable con él, como
lo era casi con todo el mundo. SungHo lo cuidaba, como a todos los demás.
SungHo siempre estaba allí cuando lo necesitaba, siendo un apoyo moral
importante para él y para realmente todos en su grupo de amigos. No hacia nada
que fuera realmente especial con él, pero de alguna forma JunHyung se sentía
especial para él… o a lo mejor solo era SungHo una persona especial para él.
Porque SungHo se había acercado a él, al principio con cuidado, cauteloso,
dejándole todo el espacio del mundo, sin pedirle nada que JunHyung no estuviera
dispuesto a darle, sin obligarle a nada, solo estando allí y dejándole saber
que estaba allí… y JunHyung finalmente había dejado de ser receloso ante una
nueva persona en su grupo de amistades y había acabado aceptándolo, acercándose
a él y descubriendo que era la mejor persona con la que se podría haber cruzado
jamás en la vida. Y ahora que lo veía jugar con aquellos gatos callejeros, con
esa amplia y amable sonrisa en su rostro, JunHyung se sintió un poco como
aquellos gatos porque el modus operandi que había usado con ellos momentos
antes, había sido demasiado parecido al que había usado con él mismo.
—¿Quieres probar a tocarlos? —le
preguntó el mayor—. Creo que ya no nos consideran como una amenaza.
Y decía aquello sentado sobre el
suelo, con uno de los gatos dormitando sobre sus piernas, otro enganchado al
final de la rama seca que había cogido del suelo y otro dándole cabezazos y
restregándosele por todas partes, marcándolo como si fuera de su propiedad. A
JunHyung le encantaban los gatos y no se le daban especialmente mal, pero
SungHo tenía un don con ellos, sobre todo con los gatos callejeros, que solían
adorarlo… como las personas. No conocía a nadie que no adorara al mayor y no
creía que lo conociera nunca.
De repente, un sentimiento extraño
se instaló en su pecho: el miedo, el miedo a que en algún momento llegara
alguien muchísimo mejor que él, que de verdad se mereciera a SungHo y que él lo
perdiera. Miedo a no poder estar junto a él porque ya habría otra persona con
el mayor, miedo a no poder decir jamás lo que sentía por él, miedo a pasarse
toda la vida recriminándose por no haber sido un poco más valiente, solo un
poco, para decirle todo lo que sentía. Y quizás SungHo nunca lo hubiera visto
de esa forma, quizás para él no fuera más que un amigo al que le tenia
muchísimo aprecio, pero sacar sus sentimientos a la luz era algo que debía
hacer. SungHo se había acercado a él y había dado el primer paso para metérsele
tan hondo como se le había metido, él tenía que dar el siguiente paso.
—¿Estas bien? —le preguntó el mayor,
pareciendo preocupado por su falta de respuesta, así que, asintió
enérgicamente—. ¿Te aburres?
—No… sabes que no —respondió,
negando a su vez con su cabeza—. Adoro a los gatos… aunque ellos no me adoren
tanto como te adoran a ti, hyung.
—Tonterías —replicó SungHo,
quitándole importancia a aquel don que tenía con los gatos, con una sonrisa
encantadora en sus labios.
JunHyung no pudo evitar quedarse
embobado mirándolo, observando aquel rostro de ángulos perfectos, aquellos ojos
oscuros que parecían contener miles de galaxias, aquellos labios algo gruesos,
que JunHyung había tenido ganas de besar demasiadas veces, pero que nunca había
tenido el valor de dar el paso y hacerlo realidad. Aún así, muchas veces lo había
imaginado. Tenía una gran imaginación y por su mente habían pasado demasiadas
escenas en las que finalmente daba aquel paso y lo besaba… y el mayor lo
correspondía. JunHyung había visto quizás demasiadas películas románticas en
las que las declaraciones de amor eran siempre increíbles o adorables y estaba
totalmente influenciado por ellas porque nunca antes se había enamorado… o si
lo había hecho, no había identificado aquel sentimiento, como le había sucedido
con SungHo hasta hacía apoco, así que, no sabía si realmente el amor funcionaba
como funcionaba en las películas o no.
—¿Quieres que cenemos juntos fuera?
—le preguntó entonces SungHo, sacándolo de nuevo de sus pensamientos—. No sé si
está bien que importunemos tantísimo a los tortolitos que han venido aquí a
pasarlo en grande.
—Me parece bien —respondió él.
Pero al contrario que SungHo,
JunHyung no estaba pensando en los tortolitos por los que habían acabado yendo
todos a aquel viaje, sino por ellos mismos, porque TaeYeob había usado esa
misma palabra para referirse a ellos dos el día anterior y porque aquella
simple palabra había hecho que un sentimiento de urgencia se instalara en él.
Si TaeYeob los veía como tortolitos, eso debía de querer decir algo, así que,
JunHyung había decidido que pasaría todo el tiempo que pudiera junto a SungHo
para tratar de ser valiente y, de una vez por todas, poner en orden todo el
revoltijo de sentimientos que tenía en su interior, pugnando por salir.
~
JiSung apareció en el salón con un
zumo de naranja en un vaso que debía de haber cogido de la nevera de la cocina
y YongSoo no pudo evitar seguir sus movimientos por el salón con sus ojos,
desde que entró, hasta que se sentó en el sillón, frente a él, porque YongSoo
se encontraba sentado al lado de la tele, escuchando música con su antiguo
walkman, tratando de calmarse y de pensar con claridad… porque estaba claro que
mientras habían estado fuera no había pensado con claridad ni un solo instante
y eso había provocado que sucediera algo que no debía haber pasado entre ellos.
La tensión había estado allí desde
el primer día del viaje. YongSoo se había dado cuenta. La mirada de JiSung se
parecía demasiado a la mirada que él mismo le dedicaba al mayor y a WookJin,
pero ambos habían retenido bien sus deseos, sus impulsos… o al menos lo habían
hecho bien hasta aquel día. Porque WookJin los había dejado solos, los había
dejado solos después de haberse quitado la camiseta, después de haber dejado
que JiSung le tocara todo el torso desnudo mientras le untaba la crema y
después de haber gemido mientras el mayor lo hacía. WookJin los había dejado
solos después de que los ojos de JiSung no se hubiera apartado ni un solo
segundo de los de YongSoo, quemándolo, como si lo hubiera estado invitando a
aquel momento compartido entre ambos. WookJin los había dejado solos y ellos se
habían sentado en un tronco muerto, resguardados bajo los árboles, muy cerca el
uno del otro, con sus manos sobre el tronco, casi tocándose, anhelando un
contacto explícito entre sus cuerpos, queriéndolo todo. WookJin los había
dejado solos y JiSung y él habían traicionado su confianza porque lo primero
que habían hecho había sido besarse como si el mañana no existiera, besarse como
si sus bocas fueran lo único que los mantenía con los pies en la tierra,
besarse como si no existiera nada ni nadie más que ellos en el mundo… pero sí
que existían los demás y sí que existía WookJin.
Y se arrepentía. Se arrepentía
muchísimo porque WookJin era su amigo y lo quería demasiado, pero todavía
sentía los labios de JiSung contra los suyos y aun en aquellos momentos, cuando
ya habían vuelto a la casa y estaban los tres en él salón, YongSoo solo quería
abalanzarse de nuevo sobre JiSung y ser él y no aquel dichoso zumo de naranja
lo que el mayor se estuviera bebiendo. No sabía por qué había tenido que
suceder de aquella forma. Hasta antes del viaje todo había estado bien. Hasta
antes del viaje había estado deteniendo aquellos impulsos, reteniendo sus
sentimientos y simplemente conformándose con ser amigo de ambos y poder estar
allí para los dos si lo necesitaban… pero la conversación que había tenido con
WookJin el día anterior, mientras jugaban al ajedrez, le había dado muchísimo
en lo que pensar y, sobre todo, la situación en la que se había encontrado con
JiSung y el anhelo mutuo, habían hecho que no se lo pensara más y le diera
rienda suelta sus deseos, a sus más oscuros deseos. Ahora allí, en aquel salón
con las dos personas que más quería en el mundo, guardando un secreto como el
que guardaba, YongSoo sentía que estaba a punto de estallar. Primero por el
remordimiento, porque si WookJin se enteraba de lo que habían hecho, le dolería
muchísimo, y segundo porque solo quería abalanzarse sobre JiSung y besarlo una
y otra vez, para desgastarle los labios con su boca, demasiado hambriento de
ellos como para controlarse.
YongSoo salió de sus pensamientos
cuando notó el movimiento de JiSung, que se había levantado del sillón, y
caminó por el salón hasta llegar a los amplios ventanales que daban a la parte
trasera de la casa, donde dejó el vaso del zumo en el suelo y luego se sentó
junto a WookJin, aunque dejando un amplio espacio entre ellos. El mayor parecía
sentirse culpable también por lo que había pasado, porque desde que WookJin
había vuelto, el aire se había enrarecido entre ellos de una forma bastante
notable. YongSoo se sentía mal por ello, porque lo que habían hecho en el
bosque iba a acabar dañando de forma irremediable aquella relación, una relación
en la que ambos estaban enamorados del otro hasta las trancas. La mirada de
JiSung viajaba entre su zumo, WookJin y YongSoo, se mordía los labios,
nervioso, como si quisiera comenzar una conversación, pero no supiera cómo.
Eventualmente, YongSoo acabó
apagando el walkman y quitándose los cascos para dirigirse también hacia el
ventanal, con la intención de sentarse al otro lado de WookJin. JiSung captó su
movimiento y lo miró fijamente a los ojos, con anhelo, con deseo, con algo de
vergüenza también y él no pudo evitar replicar aquella misma mirada fija
durante unos momentos, hasta que finalmente se sentó junto a WookJin, dejando
también un poco de espacio entre ambos. Si WookJin no hubiera estado con ellos
en el salón, en la casa, si los hubiera vuelto a dejar solos, YongSoo estaba
seguro de que habrían acabado haciendo lo mismo que habían hecho en el bosque,
a pesar del remordimiento, a pesar de que aquello estaba mal.
—¿Sabéis qué? —pregunto WookJin,
rompiendo el silencio, haciendo que YongSoo prácticamente saltara porque no se
lo había esperado—. Estoy muy feliz de poder estar compartiendo estas
vacaciones con vosotros dos, las dos personas más importantes de mi vida y a
las que quiero más.
Un pequeño nudo se instaló en la
garganta de YongSoo. WookJin los adoraba, los quería muchísimo a ambos. A él
porque era su amigo y a JiSung porque era su novio. Y ambos habían traicionado
su confianza aquella tarde… ambos habían cedido a sus deseos y ahora le estaban
mintiendo por no haberle contado lo que había pasado entre ellos. Si se llegaba
a enterar en algún momento de lo que había sucedido, aquello le haría un daño
terrible.
—Y mañana es el solsticio de verano
—continuó el chico—. Espero que sea un día increíble porque después nos
volvemos a casa a la rutina de siempre —dijo, para después formar un puchero en
sus labios—. No quiero irme de Jeju, es el mejor sitio del mundo.
—Yo tampoco quiero irme de aquí
—murmuró sin poder evitarlo YongSoo, porque lo que había pasado allí, a pesar
de que estaba terriblemente mal, no podría haber pasado en ningún otro sitio, y
en el fondo al chico le había gustado que pasara.
—Tú también te lo estás pasando
genial, ¿verdad honey? —le preguntó a JiSung y este apretó sus labios en
una fina línea antes de asentir a la pregunta que le había hecho—. Mañana
seguro que será aún mejor que ayer y que hoy.
~
Una sonrisa enorme apareció en el
rostro de KyuBin cuando en el camino de vuelta a la ciudad, TaeYeob dejó de
lado todas sus reservas y se apretó fuertemente conta su espalda, pegando su
pecho a ésta, rodeando con sus largos brazos su cintura y sus piernas delgadas
rozando las suyas. No pudo evitar seguir sonriendo como tonto durante todo
aquel trayecto por ello, porque después de cómo habían viajado hasta allí, no
se esperaba que sucediera y estaba feliz, increíblemente feliz. Desde que el
día anterior había tenido aquella revelación sobre lo precioso que era TaeYeob,
no había podido dejar de pensar en él, de observarlo, de quedarse completamente
embelesado y le gustaba que éste pareciera estar receptivo a su atención. Lo
había llevado hasta el mirador porque sabía a la perfección que era un sitio
que le encantaría, lo había recogido en la moto para pasar el tiempo juntos y
solos y para que el menor se agarrase a su cintura tal y como lo estaba
haciendo en aquellos momentos y no había podido dejar de observarlo durante
todo el rato que habían estado allí, incluso haciéndole alguna que otra foto
sin que se percatara de que se las hacía.
No
sabía cómo de repente se había dado cuenta de algo que llevaba allí desde
siempre. No sabía cómo no se había fijado nunca en que el chico adorable que
había conocido años atrás se había convertido en una verdadera belleza, realmente
no sabía cómo no lo había visto antes, pero ahora que lo había hecho, no podía
dejar de admirarlo y no quería dejar de hacerlo tampoco.
Cuando finalmente llegaron al lugar
en el que había alquilado KyuBin la moto por unas horas y se bajaron de ésta, el
mayor echó de menos los brazos de TaeYeob envolviendo su cintura al instante,
pero el destino le dio otra oportunidad para estar cerca del menor. A pesar de
que no había tenido problemas para abrocharse y desabrocharse el casco las
anteriores veces, en aquella ocasión, TaeYeob estuvo luchando unos momentos con
el cierre antes de acercarse a él para que lo ayudara, con un puchero en
aquellos labios rosas que tenía tantas ganas de besar. Se contuvo, no obstante,
y simplemente le desabrochó el casco, dejando que TaeYeob se lo terminara de
quitar. Sin embargo, no desaprovechó aquella oportunidad divina, y llevó sus
manos hasta el cabello más largo de lo habitual del chico, arreglándoselo,
porque después de quitarse el casco, se le había quedado completamente enmarañado.
TaeYeob dio un pequeño salto porque no se había esperado aquello, pero una vez
el sobresalto inicial se le pasó, dejó que le peinara el pelo con los dedos
hasta que estuvo todo en su sitio.
—Precioso —no pudo evitar murmurar
una vez acabó.
Las mejillas y las orejas de TaeYeob
se tiñeron de rojo de manera inmediata y pareció no saber dónde meterse para
esconderse, así que, KyuBin aprovechó su cercanía para acercarse un poco más a
él y abrazarlo con fuerza, hundiendo su nariz en su cuello al percatarse de que
el olor que el chico desprendía le gustaba. TaeYeob no protestó por estar entre
sus brazos, al menos no al inicio, pero después de unos momentos se removió
para escapar de ellos, aún más encendido que antes, soltando el casco de la
moto sobre esta y echando a andar a grandes zancadas en dirección a la casa que
habían alquilado para aquellos días en Jeju. KyuBin no pudo evitar la sonrisa
que apareció en su rostro porque el menor era adorable y después lo siguió.
Por el camino no hablaron. KyuBin
simplemente siguiéndolo de cerca, mirándolo desde atrás, sin perder detalle de
las curvas de su cuerpo, de su perfil que parecía esculpido por los mejores
maestros del Renacimiento o de cómo caminaba. Con una sonrisa boba pintada en
su rostro que no lo abandonó durante todo el camino. Nunca antes se había
enchochado tan rápido ni tan fuerte con absolutamente nadie y aquello era
bastante nuevo para él porque TaeYeob había sido su amigo durante algunos años
ya y era ahora cuando de repente habían nacido todos aquellos sentimientos que
se le desbordaban por todos sus poros y no podía dejar de mirarlo. No sabía si
había sido porque estaban en Jeju y aquella isla con sus parajes increíbles
había despertado en él aquellos sentimientos o si siempre los había tenido con
él, pero nunca había sido consciente de ellos… fuera lo que fuera, lo que sí sabía
KyuBin era que había comenzado a caminar por un camino en el que solo se podía
avanzar en una dirección y no había vuelta atrás.
Al llegar a la casa después de la
caminata, se encontraron con que en el salón no había nadie y estaba todo
apagado. Aquello les extrañó muchísimo porque al menos SungHo y JunHyung tenían
que haber vuelto ya a casa. Un mensaje mandado por TaeYeob a través del grupo
de kakaotalk que tenían los siete les descubrió que aquellos dos habían
decidido cenar fuera y que YongSoo se había dejado el teléfono en el salón, por
lo que debía andar cerca, y al asomarse a la ventana vieron que estaba en el
jardín, tirado en el balancín, dormido, escuchando música con su antiguo
walkman.
—Si YongSoo está en el jardín
probablemente JiSung y WookJin estén follando en la habitación —comentó
TaeYeob.
Y TaeYeob solía decir palabrotas,
solía ser bastante deslenguado y solía hablar de forma bastante “vulgar”
estando con ellos, en muchas ocasiones había dicho la palabra follar delante
suya, de hecho, les había contado algunas veces incluso cuando había follado
con algún tío y les explicaba detalle tras detalle lo que habían hecho en la
cama… pero ninguna de esas veces, KyuBin había sentido absolutamente nada. Sin
embargo, después de aquella simple mención de la palabra, comenzó a sentirse
bastante caliente porque no pudo evitar la imagen mental que se le vino a la
cabeza, una imagen mental en la que TaeYeob, sudando, con el flequillo pegado a
la frente, completamente desnudo, con sus rodillas a cada lado de su cadera, se
movía arriba y abajo, engullendo su miembro al completo con su trasero,
llevándolo hasta el paraíso. Pero aquello solo fue un pensamiento fugaz, una
fantasía, algo que sabía que no podía tener por el momento, pero que esperaba
que pudiera tenerlo pronto.
Durante la cena y durante el resto
de la noche, KyuBin no pudo dejar de observar a TaeYeob, no obstante, y cada
vez que lo miraba, lo único que acababa viendo era aquella imagen que había
creado su mente y, al final, antes de echarse a dormir en la habitación junto a
JunHyung, tuvo que masturbarse en el baño.
~
JiSung se sentía muy confundido, de
hecho, llevaba meses sintiéndose de aquella forma, pero ese día en concreto
sentía que su mente y su cuerpo actuaban y veían las cosas desde una
perspectiva completamente diferente y eso lo tenía confuso, además de hacerlo
sentir mal. Se sentía atraído por YongSoo, desde el primer momento en el que
WookJin los había presentado había sentido una especie de química entre ambos
demasiado fuerte… pero también quería a WookJin con todo su se y se hacía daño
a sí mismo y a su chico, mintiendo. Mintiendo sobre cómo se sentía sobre
YongSoo y pretendiendo que cuando se habían quedado solos en el bosque no había
pasado nada cuando había pasado todo. JiSung suspiró profundamente y dejó caer
su cabeza sobre sus brazos, en el borde de aquella enorme bañera en la que se
había metido a darse un baño por si podía aclararse las ideas, algo que había
sido en vano, porque no podía evitar pensar en lo mucho que quería estar con
ambos a la vez, con WookJin y con YongSoo.
Mientras estaba perdido en sus
pensamientos, JiSung no se dio cuenta de que la puerta del baño se abría y por
ella entraba WookJin, sigiloso como un gato, hasta que no lo tuvo sentado al
lado, en el borde de la bañera. JiSung se sobresaltó porque no se lo había
esperado allí y después le dio un tortazo en el muslo en venganza por haberlo
asustado.
—Me has dado un susto de muerte —le
dijo al chico.
—Perdón —murmuró WookJin por lo
bajo, aunque nunca había sido mucho de disculparse por nada—. Quería ver si te
había pasado algo o no, como no salías.
—No me ha pasado nada —respondió,
aunque aquello fue una mentira porque sí que le habían pasado demasiadas cosas
aquel día—. Solo estaba relajándome un poco, aprovechando la bañera.
—¿Quieres que aprovechemos la bañera
los dos juntos? —le preguntó WookJin, moviendo sus cejas sugerentemente y esbozando
una sonrisa pícara después.
JiSung estuvo tentado a decirle que
no, porque lo que había hecho aquel día con YongSoo todavía estaba demasiado
reciente, todavía podía sentir sus labios contra los suyos y su mirada fija en
su cuerpo, quemando mucho más que el sol… pero finalmente asintió a la
propuesta. WookJin se desnudó de inmediato y se metió con él en la bañera,
pegándose a su cuerpo desde atrás y abrazándolo fuertemente por la cintura,
dejando caer su cabeza contra su espalda. El contacto de la piel de WookJin
contra la suya siempre quemaba, pero aquel día, quemo muchísimo más y JiSung
sintió que el aire se le escapaba de los pulmones cuando los dedos traviesos
del menor comenzaron a tocar su torso, subiendo y bajando, trazando con las
yemas sus abdominales, rozando sus pezones, o acercándose peligrosamente a su
entrepierna.
—¿Quieres… calentarme…? —le preguntó
a WookJin, falto de aire.
—Mmmmm… no… —respondió este contra
su oído—. Mi intención es solo relajarte y que liberes toda la tensión de tu
cuerpo, honey.
—Eso es… más o menos… lo mismo…
mmmmm… ahhhh —replicó él, no pudiendo contener un leve gemido que quiso escapar
de sus labios.
—Puede… —dijo finalmente su novio,
dejando un beso contra su cuello.
WookJin siguió tocando su torso y
sus pezones y después acabó llevando sus manos hasta el miembro de JiSung,
encontrándolo medio erecto. Comenzó a tocarlo y a tocar sus testículos también,
provocando que el mayor finalmente empezara a relajarse y a disfrutar de
aquellos toques, dejándose caer por completo contra el pecho de WookJin,
dejando su cabeza descansar sobre su hombro, respirando entrecortadamente,
sintiéndose cada vez más y más débil, más y más cerca del orgasmo hasta que,
finalmente éste le sobrevino y acabó corriéndose en la mano de WookJin y en el
agua de la bañera. Con el corazón acelerado, la respiración irregular y su
cuerpo y mente completamente relajados, JiSung cerró sus ojos hasta que dejó de
sentir los últimos coletazos del clímax y cuando los volvió a abrir, se
encontró con que el menor estaba observando su rostro fijamente.
—¿Qué pasa? —le preguntó, tragando
saliva porque de repente tuvo un mal presentimiento.
—Me preguntaste el otro día si
tramaba algo —comenzó, provocando que el corazón de JiSung se acelerara por el
nerviosismo—. Creo que ha llegado el momento de contártelo.
—¿Qué es? —le preguntó.
WookJin suspiró profundamente y
después comenzó a hablar, haciendo que el cuerpo de JiSung no pudiera evitar
tensarse de nuevo porque su novio lo había sabido todo desde el principio.
WookJin le contó que había sabido desde el primer momento que él y YongSoo se
habían gustado, que sabía que todo era mutuo y que habían estado conteniéndose
porque no querían hacerle daño. Le contó igualmente cómo podía sentir que el crush
que YongSoo había tenido con él en el instituto no se había esfumado tampoco y
que todavía seguía sintiendo cosas por él, además de confesarle que él también
los quería a ambos. Que lo quería a él a pesar de que se había pasado todos
aquellos meses raro con él porque seguro que había tenido demasiadas cosas en
la cabeza y que quería muchísimo a YongSoo también. Finalmente, WookJin le
contó cómo había planeado aquel viaje para tratar de crear un ambiente propicio
para que ellos dos pudieran explorar qué era lo que sentían y que los había
visto en el bosque besándose. Y cuando terminó de hablar, WookJin no estaba
enfadado, sino que parecía bastante contento porque al final, los tres se
querían demasiado y no quería que ninguno de ellos sufriera por los demás.
Para JiSung la conversación fue algo
que lo hizo sentir culpable la mayor parte del tiempo, pero viendo cómo WookJin
parecía feliz porque las cosas habían resultado bien, no pudo evitar
contagiarse de su entusiasmo durante unos momentos.
—¿Qué propones entonces? —le
preguntó.
—Una relación poliamorosa —le dijo
el chico—. Sin mentiras y sin angustia. Solo los tres, queriéndonos, ya sea
todos juntos o en cualquier combinación que se te ocurra.
Y JiSung sintió que aquello era una
locura, pero las locuras de WookJin siempre acababan bien.
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