Título: Instincts keep me going
Autora: Riz Aino
Pareja: MinChan (Bang
Chan + Lee Know) (Stray Kids)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, abo, romance, smut, pwp
Número de palabras: 2.327 palabras
Resumen: cuando Minho está enfadado, Chan se siente excitado y
caliente y son los instintos los que los guían en esos momentos.
Advertencias: relaciones sexuales explícitas bastante intensas y un
poco violentas, consentidas totalmente, eso sí.
Notas: la historia ha sido escrita para completar la casilla wall
sex de mi carta en el proyecto season of bingo. Tiene inspiración en
un universo abo, pero básicamente en el tema de alfas dominantes y omegas
sumisos y que son parejas destinadas.
Comentario de
autora: según su último 2 Kids
Room, Minho enfadado pone mucho a Chan… así que yo tenía que hacer algo con
esta información. Espero que os guste.
Minho
apretó su cuerpo contra la espalda de Chan, manteniéndolo contra la pared con
fuerza, sujetando sus brazos por encima de su cabeza con su mano derecha e inmovilizándolos
de aquella forma. El mayor, a pesar de ser omega, era más fuerte que él, mucho
más fuerte, y en cualquier momento podía imponerse sobre él, pero Minho no se
iba a dejar. Oh no. Ese día necesitaba descargar toda su furia, toda su
frustración y todo aquel humor de perros que tenía y Chan debía estar ahí para
él, porque era su omega, era todo suyo, y si lo necesitaba para descargar todo
aquello que se había estado acumulando en su interior durante aquel horrible
día, podía usarlo para sacar toda su frustración en sexo, sexo increíblemente
duro, para poder calmarse de una buena vez. El cuerpo de Chan se removió un
poco contra su agarre, intentando volverse hacia él, pero Minho no lo dejó,
apretándose todavía más contra su cuerpo, aunque pudiera parecer imposible, su
entrepierna rozando contra el trasero de su omega, frotándose contra él para
que éste pudiera sentir su excitación, hundiendo su nariz en su nuca y dejando
un mordisco en el lugar, fuerte, hundiendo sus dientes en la carne, notando el
sabor metálico de la sangre en su boca, escuchando a Chan gemir contra la
pared, jadear con gusto, provocando que una sonrisa pícara se instalara en el
rostro de Minho.
—Te voy
a hacer gritar y llorar de placer y dolor —susurró contra su nuca, dándole un
lametazo al lugar que acababa de morder—. Y me vas a suplicar que no pare.
Chan no
contestó a aquello, no al menos con palabras, porque lo que salió de sus labios
fue un gemido, un jadeo excitado, algo que calentó a Minho hasta niveles
máximos. El mayor era muy sensible, en general, cualquier roce lo hacía tener
escalofríos, pero cuando era Minho, su alfa, el que lo tocaba, no paraba de
temblar de placer ni de gemir en el momento en el que se excitaba; pero sobre
todo, le gustaba cuando era brusco con él, cuando estaba enfadado, aquello
encendía a Chan muchísimo más que cuando lo acariciaba con cariño y lo llenaba
de besos, por eso, estaba completamente seguro de que éste tenía que estar
comenzando a ponerse duro contra la pared, mucho más duro de lo que Minho
empezaba a estarlo, rozando su miembro contra las nalgas de Chan. Quería
internarse en él con fuerza, con toda la rabia que había ido acumulando aquel día
y quería dejar salir absolutamente todo sin tener que preocuparse por nada,
solo dejándose guiar por sus instintos, por lo que éstos le gritaran, sin
contenerse.
Su boca
buscó la nuca de Chan y comenzó a besar, a succionar, a morder, escuchando cómo
leves gemidos salían de la boca de su omega y siguió haciéndolo una y otra vez,
maltratando aquel lugar, desviándose poco a poco hasta su hombro derecho, el
lugar en el que se encontraba la cicatriz del primer mordisco, el que marcaba
la piel de Chan y lo señalaba como su alma gemela, espejo del que se encontraba
en su propio hombro, hecho por Chan. Una cicatriz fina, con la forma de sus
dientes, un pequeño trozo de piel que era mucho más sensible de lo que debería
debido a ésta, por lo que Minho lamió el lugar, sintiendo cómo el mayor temblaba
de placer contra su cuerpo, lamiendo la cicatriz y después volviendo a morder,
justo en el lugar exacto, sus dientes encajando de nuevo en la forma marcada en
su hombro. Chan lanzó un gemido intenso y jadeó contra la pared y Minho lo
único que pudo hacer fue pegarse muchísimo más a su cuerpo, sintiendo como su
miembro dio un pequeño tirón y se endureció, excitado por el gemido, entre las
nalgas de su omega. Quería comérselo allí mismo y lo iba a hacer… oh sí.
La mano
que no estaba sujetando los brazos de Chan sobre su cabeza viajó por el cuerpo
del mayor, tocando su costado, de arriba abajo, primero por encima de la tela,
pero no tardó en colarse por debajo de la camiseta negra que éste llevaba,
tocando su piel, rozando con las yemas de sus dedos su torso, siguiendo el
contorno de sus definidos músculos, pellizcando sus pezones, escuchando cómo
los gemidos salían una y otra vez de los labios de éste sin que los quisiera o
pudiera detener. Se entretuvo en su torso lo justo y necesario para dejar sus
pezones duros, sensibles, y bajó con rapidez hasta su entrepierna, su mano
colándose directamente dentro de sus calzoncillos, tocando su miembro y
encontrándolo bastante duro. Minho no pudo evitar esbozar una sonrisa pícara
contra el hombro de Chan. Le encantaba que éste estuviera así de excitado solo
por la situación en la que se encontraban, solo por unos pocos roces y besos,
solo porque él estaba cabreado y lo había empotrado contra la pared para hacer
lo que le diera la gana con él, siguiendo lo que le decían sus instintos.
—Me
gusta cómo estás ahí abajo —murmuró—. Completamente excitado… solo para mí.
Chan
abrió su boca para responder, pero en ese mismo instante Minho envolvió su
miembro con su mando y comenzó a tocarlo, llevando su dedo pulgar hacia su
sensible punta, haciendo que lo que saliera de sus labios no fuera más que un
gemido alto, grave, formado en lo más profundo de su garganta. La sonrisa de
Minho se amplió y siguió tocándolo de aquella forma, sintiendo el cuerpo de Chan
temblar de placer contra el suyo una y otra vez, usando la información que le
daban sus gemidos para tocar allí donde éste sentía mucho más.
Sabiendo
que no iba a mover sus brazos y que no iba a tratar de resistirse porque estaba
a su completa merced, Minho dejó de sujetarlo y usó su mano ahora libre para llevarla
recorrer su columna vertebral hacia abajo, separándose un poco de su cuerpo
para que ésta cupiera, y llegar hasta su trasero, agarrando una de sus nalgas
con fuerza, hundiendo sus dedos en la carne durante unos segundos, provocando
que Chan contuviera su respiración durante esos instantes, soltándola después,
en el momento en el que Minho dejó de apretar. No obstante, aquello no era lo
único que quería hacer. Con rapidez y maestría le bajó la cinturilla del
pantalón que vestía hasta por debajo de su trasero, retirando también sus
calzoncillos y le dio un fuerte azote al mayor, que gimió de nuevo en un
volumen bastante alto, su cuerpo pegándose contra la pared aún más. En su
blanca piel apareció inmediatamente después una marca rojiza que poco a poco
iría tomando más y más color, volviéndose de un color rojo intenso,
contrastando terriblemente con el todo claro de su piel. Encendido por ello y
sabiendo perfectamente que Chan también sentía placer con ello, Minho volvió a
darle otro azote, escuchando el gemido que salió de los labios del mayor,
resonando en sus oídos como si se tratase de música celestial, encendiéndolo
aún más y, sobre todo, haciendo que la tensión y el enfado que sentía, se fuera
diluyendo en su cuerpo con cada azote. Uno tras otro, sobre el trasero de Chan,
hasta que el color rojo se volvió intenso sobre su piel, hasta que la furia y
frustración que Minho sentía por aquel día se desvaneció un poco.
Mientras
lo azotaba, no había dejado de tocarlo, de masturbar su miembro con su otra
mano, notando cómo éste se volvía cada vez más y más duro y cómo el pre semen
mojaba más y más sus dedos, haciendo que el movimiento de su mano sobre éste
fuera mucho más fácil. Chan se había excitado muchísimo más con los golpes que
con sus besos y mordiscos y estaba casi apunto de correrse, de llegar al
orgasmo, por lo que Minho volvió a pegar su cuerpo de nuevo a la ancha espalda
de Chan, encajando su propio miembro a punto de estallar entre las nalgas de
este, todavía dentro de sus pantalones, llevando su otra mano hasta la
entrepierna de su omega, masajeando sus testículos a la vez que tocaba su
miembro, rozándose contra su trasero, duro, necesitado, moviendo sus dedos y
sus manos sobre la erección de Chan hasta que éste no lo pudo aguantar más y
acabó corriéndose, su cuerpo temblando de placer, su miembro manchando la pared
y la mano de Minho con su semen, su cabeza echándose hacia atrás, contra el
hombro de Minho, mientras un gemido salía desde lo más profundo de su garganta,
completamente satisfecho y desecho, dejando caer el cuerpo de su peso contra él,
con la respiración irregular y sus ojos entrecerrados, velados por el placer.
Minho le
dejó unos momentos de descanso, para que se repusiera un poco de su orgasmo,
pero no demasiado tiempo porque él todavía seguía muy excitado y su enfado y
frustración todavía no se habían aplacado del todo. Todo su ser le gritaba que
tenía que internarse en el cuerpo de Chan para que todo se terminase de
desvanecer y que tenía que hacerlo ya. Aprovechó que el cuerpo del mayor
todavía parecía ser de gelatina para maniobrar con él hasta volver a dejarlo
caer, haciendo que su trasero estuviera algo hacia afuera para tener mejor
acceso a él. Le bajó del todo los pantalones y los calzoncillos con la mano que
no se había manchado de semen y la que sí estaba manchada la llevó hacia los
labios de Chan, pidiendo paso con un toquecito de sus dedos sobre su labio
inferior, metiendo sus dedos en su boca en el momento en el que este la abrió,
comenzando a chuparlos, limpiando de ellos su propio semen hasta dejarlos
completamente limpios y envueltos en una brillante capa de saliva. Minho le
separó las piernas y se desabrochó con rapidez sus propios pantalones y ropa
interior, liberando por fin su necesitada erección, colocándola entre las
nalgas de Chan esta vez piel con piel y rozándose entre ellas, queriendo
internarse en el cuerpo del mayor en aquel mismo instante sin detenerse,
embistiendo una y otra vez hasta saciarse por completo.
Sacó los
dedos de la boca del mayor y los llevó hacia su trasero, metiendo uno sin
encontrar oposición alguna a la intrusión y metiendo el segundo inmediatamente
después para crear algo de espacio para él. La ventaja de haber excitado a Chan
y haber hecho que se corriera antes, era que su cuerpo estaba completamente
dispuesto y preparado para recibirlo, así que Minho no tardó más que un minuto
en sacar sus dedos e internarse de golpe en su cuerpo, agarrando con firmeza
sus caderas, no pudiendo evitar que un gemido grave saliera de sus labios
porque, en aquella postura, la estrechez de Chan era completamente exquisita y
sus paredes apretaban su miembro de una forma que provocaba que se le nublara
la mente. Guiado por sus instintos, dejándose llevar por completo por ellos,
sin que le importase absolutamente nada más que su propio placer y descargarlo
todo, comenzó a moverse rápido, embistiendo con fuerza, una y otra vez,
llevando un ritmo completamente enloquecedor hasta que no pudo aguantar más y
acabó corriéndose dentro de Chan, hundiendo sus dedos en sus caderas, dejando
caer su cabeza entre sus omoplatos, respirando entrecortado, sintiendo cómo la
debilidad del orgasmo se apoderaba de todos sus músculos a la vez que un
cosquilleo y la sensación de placer absoluto recorría su sistema nervioso.
Minho no
supo cuánto tiempo pasó de aquella forma, pero cuando volvió a recobrar el
control de sí mismo, salió del cuerpo de Chan y se separó de este, alejándose
un par de pasos de él, observando su figura contra la pared, los mordiscos en
su nuca y en su hombro, sus azotes en su trasero, las marcas de sus dedos en
sus caderas, su semen descendiendo lentamente por la cara interna de sus muslos.
Se sentía mucho más relajado, mucho más tranquilo, todo rastro de su enfado
borrado de su ser como si nunca hubiera existido.
—¿Mejor?
—fue lo único que le dijo Chan cuando se dio la vuelta para encararlo, con una
sonrisa satisfecha en su rostro, su miembro en un estado intermedio entre la
erección y la flacidez. Minho sabía perfectamente a qué se refería con su
pregunta y asintió, sin encontrar la voz para poder responderle a su precioso
omega—. Me alegra —comentó, caminando hacia él con piernas temblorosas, pegando
su pecho contra el suyo, abrazándose a su espalda, buscando sus labios para
dejar un corto beso sobre estos—. ¿Vamos a la ducha? —le propuso.
Minho
asintió y después tomó sus labios con los suyos en un beso mucho más intenso,
sus lenguas encontrándose, compartiendo su saliva, inclinando su rostro para
tener más y mejor acceso, hasta que los dos se quedaron sin respiración y Minho
notó contra su muslo cómo el miembro de Chan crecía y se endurecía. Una sonrisa
apareció en su rostro sin que pudiera contenerla porque todo su ser le gritaba
que la ducha iba a ser muy divertida.
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