domingo, 24 de julio de 2022

[One Shot] NCT Drabbles 1 (Taeil Edition): It’s awkward (but it’s okay) {NoIl}

Título: It’s awkward (but it’s okay)

Autora: Riz Aino

Pareja: NoIl (TaeIl + Jeno) (NCT)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, college, romance, fluff

Número de palabras: 1.830 palabras

Resumen: Taeil tiene que pasar un rato encadenado a un chico que no conoce, pero extrañamente no le parece algo malo.

Notas: historia escrita por el Moon Taeil Fest, siguiendo este prompt dejado.

Comentario de autora: llevaba un tiempo queriendo escribir alguna cosita de los dos y el fest me dio el empujoncito que necesitaba. Espero que os guste.

 

it’s awkward

(But it’s okay)

 

          Salir de la primera clase de la mañana, recorrer todo el edificio hasta llegar a la otra punta, subir dos pisos de escaleras y llegar a su segunda clase de la mañana antes de que el profesor llegase a esta. Era un camino de al menos quince minutos, pero Taeil debía de recorrerlo en menos de diez si no quería perturbar la clase entrando después. Podría correr para llegar antes, pero nunca le había gustado correr, por lo que solo se dedicaba a caminar lo más rápido que sus piernas le permitían, esquivando alumnos de su facultad y tratando cada día de encontrar la forma de llegar a tiempo a su clase. Ya llevaban tres semanas de semestre y había estado a punto de llegar a su hora dos veces, pero todavía no lo había conseguido y, a veces, maldecía a la brillante persona que decidiera que aquellas clases debían de darse en las esquinas contrarias del edificio de la facultad por llegar tarde, pero Taeil no era una persona que se enfadase, aunque las cosas no saliesen como debían, por eso simplemente trataba de hacer todo lo que podía para llegar a su clase a tiempo.

 

          Aquel día, con todavía un par de minutos de margen y tan solo tres pasillos más que recorrer, Taeil pensó que quizás ese sería el primer día que llegaría a tiempo. No obstante, justo antes de llegar al pasillo en el que se encontraba la clase, se vio rodeado de repente por un montón de alumnos que parecían ser de primero y tuvo que detenerse. Abrió la boca para pedir que se apartasen porque tenía que entrar a clase, pero antes de que pudiera decir nada, sintió como algo de metal y frío rozaba su muñeca y la envolvía por completo, ajustándose a ella con un sonoro clic. Taeil miró hacia su mano izquierda para darse cuenta de que alrededor de su muñeca se encontraba uno de los extremos de unas esposas de metal, mientras que el otro extremo se encontraba rodeando la muñeca derecha de un chico que Taeil no había visto en su vida, un chico que también parecía ser de primero porque tenía aun rasgos de la adolescencia en su rostro, un rostro prácticamente escondido por unas gafas enormes en el que llevaba pintada una expresión consternada, esbozando con sus labios un “lo siento”.

 

          —No sé a qué viene esto —comentó Taeil en voz alta, señalando su mano encadenada a la de aquel muchacho—, pero yo tengo una clase a la que asistir.

          —Puedes ir a la clase sin ningún problema con él, sunbae —dijo un chico en respuesta, dándole un pequeño empujón al chico a su lado—. Estoy seguro de que no le molestará.

 

          Taeil parpadeó sumamente confuso ante todo aquello, la respuesta y la situación, pero al final suspiró y decidió que una vez llegara a la clase, le preguntaría al muchacho qué era todo aquello. Sin más dilación y no queriendo llegar tarde la primera vez que podía llegar a tiempo a su clase, echó a andar de nuevo, seguido por el chico al que se encontraba unido por la muñeca, atravesando la marea de niños de primero que le habían cortado el paso. No dijo nada, no al menos hasta que no estuvo sentado en clase, en última fila, su portátil abierto ante él y el profesor tomó nota de su asistencia, solo en ese momento, se giró hacia el muchacho que estaba sentado a su lado y le habló.

 

          —¿Cómo te llamas? —le preguntó.

          —M-me llamo… Jeno… —respondió el chico, pareciendo algo nervioso.

          —Bien… Jeno —lo llamó—. ¿A qué viene todo esto?

 

          El muchacho a su lado se mordió el labio inferior y desvió su vista al frente, subiéndose las gafas por el puente de la nariz. Tardó unos momentos en comenzar a hablar y Taeil, con cada palabra que decía, se quedaba más y más estupefacto. Según lo que le estaba contando, ese año, como novatada en la residencia en la que estaba viviendo, habían decidido hacer que los niños de primero pasaran la mayor vergüenza de sus vidas, poniéndolos a hacer algo que les diera una vergüenza infinita. Al parecer, Jeno era alguien tímido —Taeil podía verlo perfectamente por la forma en la que hablaba con él y todo su lenguaje corporal lo gritaba— y habían decidido que lo mejor que podían hacer para él era encadenarlo a un sunbae y justo a él le había tocado pasar en el momento preciso para que le tocase ser el elegido. A Taeil no le convenció del todo aquella explicación porque intuía que debía de haber algo más que Jeno no le estaba contando, por el motivo que fuera, pero no dijo nada, al menos no por el momento. El chico agachó la cabeza después de contarle todo aquello, escondiendo su rostro tras su flequillo negro además de tras sus enormes gafas, sus mejillas ardiendo con un leve tono rosa. Taeil tuvo el impulso de llamarlo “adorable” por aquello, pero se contuvo de hacerlo, tragándose sus palabras para preguntar en cambio.

 

          —¿Y hasta cuándo tenemos que estar esposados?

          —Se suponía que una o dos horas… —murmuró el chico—, pero Donghyuck convenció a los sunbaes para que fuera durante el resto del día —dejó escapar un suspiro profundo después de aquello—. Lo siento un montón, sunbae, si quieres, cuando acabes con tu clase, podemos ir a buscar a Dongyoung hyung… quizás él se apiade de nosotros y le dé una paliza a Jungwoo sunbae para que le dé la llave.

          —¿Donyoung? ¿Kim Dongyoung? —cuestionó. Jeno asintió—. Conozco a Dongyoung, es majo, seguro que nos puede ayudar.

 

          El chico le dedicó una pequeña sonrisa y después volvió a agachar su cabeza, escondiéndose de él y de su mirada. Taeil decidió aprovechar un poco para atender a aquella clase a la que nunca antes había podido llegar a tiempo, pero su mente no le dejó prestarle atención a las palabras que salían de la boca del profesor, vagando entre unos y otros pensamientos. Al final, incapaz de concentrarse, acabó sacando su teléfono móvil y buscando el contacto de Dongyoung para mandarle un breve mensaje sin que el chico a su lado se diese cuenta de lo que hacía, contándole la situación en la que se encontraba para ver si éste sabía algo de ella. Dongyoung no tardó demasiado en contestarle y lo primero que le mandó fueron varios emojis riéndose, para después pasar a decirle todo lo que él sabía que, al parecer, estaba prácticamente al tanto de toda la situación. Según la información que él tenía, había acabado con su muñeca encadenada a la de Jeno porque el chico era un hobae suyo del instituto y había seguido sus pasos hasta acabar en aquella facultad porque tenía un crush enorme en él, uno de sus compañeros de curso, al enterarse de ello, había hecho hasta lo imposible para convencer a todo el mundo de que los encadenasen y que así éste pudiera confesar su crush por él.

 

          Cuando Dongyoung terminó de contarle todo aquello, Taeil entendió mejor las cosas, sobre todo, la forma en la que Jeno se comportaba con él y todo lo que había ocasionado aquel embrollo. No se sintió realmente molesto por aquello porque el muchacho parecía un encanto y porque realmente él no tenía la culpa de haber acabado en aquella situación tampoco. Quizás aquello era un poco incómodo porque realmente no se conocían al uno al otro, pero a Taeil no le molestaba ni le importaba tampoco. Le dedicó una mirada de soslayo al chico a su lado y lo encontró jugando con su mano libre sobre la mesa, y mirando aquella que lo mantenía unido a Taeil con una expresión en su rostro que el mayor no pudo terminar de identificar, sus grandes gafas ocultando sus ojos oscuros de él. Guiado por un impulso que realmente no supo de dónde vino, Taeil se inclinó un poco hacia el muchacho para susurrarle.

 

          —No me importa que estemos encadenados unas cuantas horas —fue lo que le dijo—. Podemos estar así todo el tiempo que hayan dicho que debemos estar así tus sunbaes, llevo demasiado tiempo sin hacer nuevos amigos y eres un chico majo.

 

          Una pequeña chispa apareció en los ojos de Jeno cuando éste alzó su cabeza y lo miró, esbozando una sonrisa encantadora en su rostro en respuesta, provocando que otra apareciera en el de Taeil.

 

          Durante las horas que estuvieron esposados, Taeil y Jeno tuvieron que compartir juntos varias experiencias, comer juntos, ir al baño juntos, tener que ir cogidos de las manos para primero ocultar las esposas y segundo que nadie pasase por medio de ambos y se quedase enganchado. En varias ocasiones se encontraron con el tal Donghyuck que iba a buscarlos para ver cómo iba todo y para reírse un poco de Jeno por aquello, pero al muchacho parecía no importarle lo que su amigo dijera o dejara de decir, por lo que Taeil también lo ignoro sin darle la atención que éste buscaba. Hablaron mucho también, de todo y de nada, de ellos mismos, de sus gustos, de sus carreras, de asignaturas que los ponían de mal humor o los estresaban, y poco a poco la incomodidad inicial fue pasando a un segundo plano y Taeil se fue sintiendo mucho más cómodo en compañía del chico, Jeno también sintiéndose menos nervioso a su lado, mucho más hablador con él… hasta que, al final, todo acabó cuando prácticamente todo el grupo que había rodeado a Taeil por la mañana, los volvió a rodear a ambos para quitarles las esposas que los habían mantenido unidos durante todo el día.

 

          Taeil se tocó la muñeca, enrojecida y un poco adolorida, pero no pudo evitar sentir que en el fondo aquello no había estado tan mal y que la compañía de Jeno había sido agradable, por eso, cuando el muchacho se acercó a él para agradecerle que hubiera hecho aquella locura con él sin rechistar, Taeil no pudo evitar responder que había estado encantado de pasar el tiempo junto a él y que le gustaría poder seguir pasando más tiempo con él, aunque sin esposas de por medio, provocando que una sonrisa enorme apareciera en el rostro de Jeno a la vez que un sonrojo se extendía por sus mejillas, indicándole al mayor que estaría más que encantado de seguir conociéndolo.

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