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domingo, 2 de marzo de 2014

Dead Or Alive: The Misconceptions Of Time

Epílogo
Dead or Alive:
The Misconceptions of Time

            El timbre anunció el final del último día de clases antes del verano y los estudiantes que estaban dentro del aula comenzaron a recoger todas sus cosas rápidamente para poder salir de aquel infierno lo más rápido posible. ZiTao sonrió recordando aquellos días en los que él hacía lo mismo para poder encontrarse con SeHun y ver que todo estaba bien.

            Suspiró. Hacía dos meses que él había vuelto a su vida y ZiTao ya no se encontraba en esta, así que se regañó mentalmente por pensar en ello.

            —¡Levanta, Tao! O nos vamos sin ti —amenazó JongIn.
            —Ya voy, ya voy —anunció con una sonrisa.

            Había habido muchos cambios en su vida desde lo de SeHun. Estuvo varios días sin ir al instituto después de su marcha y cuando JongIn fue a buscarlo a casa, lo primero que le dijo fue que se había enamorado de una persona y que no podía corresponder lo que sintiera por él. El otro simplemente le había sonreído y lo había abrazado, dejando que las lágrimas de ZiTao empaparan su camiseta. Después de eso, habían vuelto a lo de antes, a ser solo amigos.

            Esa misma tarde, tras pasar un rato con sus amigos, se despidió de ellos y se dirigió a la cafetería que había frecuentado con SeHun durante el tiempo que pasó con este. Ni una sola tarde había faltado, con la esperanza de que el chico algún día apareciera con su amigo LuHan a tomarse aquel Bubble Tea al que era adicto. Sin embargo, este no había ido al local.

            Así que, tras tantas tardes en el lugar, se había acabado haciendo amigo del camarero alto, Wu YiFan, del que ahora sabía algunas cosas más. Era chino, como ZiTao, estaba en la universidad y para pagarse la matrícula y la estancia en Seúl trabajaba en la cafetería que era de los padres de un compañero suyo.

            ZiTao también había conocido a sus amigos, ChanYeol y BaekHyun. Le parecieron demasiado alocados para alguien tan serio como él, pero tras ver cómo se comportaba junto a ellos, pudo comprobar que eran todos tal para cual y por eso se llevaban tan bien.

            Igual que a JongIn, le dejó claro que él estaba enamorado de alguien y que no podía traicionar a su corazón saliendo con él, así que ahora tenían una gran amistad y aunque ya no le regalara Bubble Teas, el chico estaba muy feliz con esta.

            En cuanto llegó, se sentó en aquella mesa apartada, detrás de la columna y, sin nada qué hacer, comenzó a jugar con su teléfono móvil. Se había descargado un juego de carreras de coches y últimamente estaba todo el día jugando a él. Acabó ganando una de las veinte partidas que jugó y dejó el teléfono a un lado para beberse lo que le quedaba de té y recoger sus cosas para irse a casa.

            En ese momento, escuchó unos pasos apresurados recorriendo el local y estos se detuvieron tras él. Una respiración jadeante rozaba su nuca. Lentamente, se giró hasta quedar cara a la persona que se había detenido junto a él. El corazón le dio un vuelco al reconocer a la persona ante él. Rápidamente se levantó, colocándose a su altura y mirándolo a los ojos.

            Era SeHun. SeHun estaba allí y lo miraba, lo miraba cómo si pudiera recordarlo. ZiTao sentía que estaba a punto de llorar.

            —No sé por qué he hecho esto —murmuró el castaño—. No te conozco, no sé quién eres, pero al verte por el cristal he sentido que eras alguien importante para mí —el moreno sonrió.
            —Mi nombre es ZiTao y si es así cómo te sientes, no me importaría conocerte —contestó indicándole que se sentara junto a él—. “De nuevo” —pensó.



Fin

sábado, 22 de febrero de 2014

Dead Or Alive: The Misconceptions Of Time

Capítulo 5
Beautiful Goodbye

            Solo hacía un par de días que SeHun había recuperado todos sus recuerdos. El chico todavía estaba en shock porque de nuevo había visto todo lo que había sucedido. Sin embargo, esto no era lo más extraño. Generalmente, los fantasmas, en cuanto recordaban su muerte y eran guiados hacia el lugar al que tenían que ir, desaparecían. Pero por más que ZiTao le había preguntado al chico si veía alguna luz extraña este le contestaba que no.

            Por estos motivos, ZiTao no sabía qué hacer ni qué pensar, aunque llevaba algunos días dándole vueltas a algo.

            —Creo que deberíamos ir a buscar a LuHan mañana —dijo el moreno en cuanto llegó a casa el miércoles por la tarde. SeHun no lo había acompañado al instituto los últimos días.
            —No creo que… —comenzó a replicar.
            —Vamos a ir, quieras o no —cortó ZiTao—. Me pediste que te ayudara y esta es la única forma que tengo de hacerlo ya que no sé qué más hacer.

            SeHun lo miró asustado, de aquella forma parecía tan débil. Era delgado, muy delgado y muy alto, aparte de que su tono de piel cada vez era más claro. ZiTao sabía que si no se daban prisa podía desaparecer sin haber encontrado su camino o vagar para siempre entre dos mundos. El dueño de la casa se acercó a él y tomó su rostro entre las manos.

            —Siento ser tan brusco, pero no quiero que por mi culpa te pase nada malo —susurró.
            —Ya estoy muerto, ¿qué otra cosa más me puede pasar? —preguntó.
            —En este mundo hay cosas mucho peores que la muerte —contestó ZiTao—, así que, por favor, acompáñame mañana a ver a LuHan, sin ti no puedo hacerlo —SeHun lo miró a los ojos y lentamente asintió—. Gracias por entrar en razón —comentó el moreno con una pequeña sonrisa—, te echaba de menos cuerdo —el otro le correspondió levemente la sonrisa antes de rodear el cuerpo de ZiTao con sus largos brazos.

☆☆☆

            A la mañana siguiente no se dirigieron, como solían hacer al instituto en el que estudiaba ZiTao, sino que lo hicieron en dirección contraria, para ir al encuentro de LuHan, en el instituto en el que estudiaba con SeHun.

            El moreno había avisado a JongIn de que no iría para que no lo estuviera esperando tontamente en la calle para ir juntos y aunque este había pedido acompañarlos, ZiTao le había dejado claro que era mejor que no lo hiciera y también le había prometido que dentro de poco tiempo, SeHun se iba a ir.

            Así que en esos momentos caminaban con paso firme hacia el instituto del castaño. Cuando llegaron, ZiTao se sorprendió, ya que era un instituto bastante prestigioso y de postín, no como el suyo, que aunque fuera privado era más normalito.

            —Wow —comentó el chino. El otro solo rio levemente.

            Se acercaron a la verja a esperar a que el chico que buscaban apareciera. SeHun le había dicho que lo avisaría cuando viera a LuHan. A los pocos minutos comenzaron a llegar los estudiantes para entrar en clases y todos y cada uno de ellos se quedaban mirando al chico que esperaba junto a la verja, apostado en el muro.

            —¿Por qué me miran? —murmuró ZiTao extrañado.
            —Porque pareces un pandillero que busca a alguien para pegarle —contestó SeHun riéndose como hacía días que no lo hacía, hasta que su risa se detuvo de repente.
            —¿Qué pasa? —preguntó el moreno.
            —Allí viene LuHan.

            El fantasma señaló a un chico de cabello castaño, piel blanca y rostro de ángel. ZiTao tuvo que cerrar apretar los dientes para que no se le abriera la boca y quedar así como idiota. LuHan era guapo, muy guapo. SeHun estaba junto a él, apretando su mano fuertemente, tanto que si seguía así, seguro que le hacía sangre, pero eso le sirvió al moreno para poder salir de su ensimismamiento e intentar acercarse al recién llegado. Sin embargo, no había dado ni un paso, cuando otro chico se acercó a él.

            —LuHan, ¿esta tarde vendrás al entrenamiento? —le preguntó. El chico negó y el otro hizo un puchero—. ¿Sigues yendo a lo de SeHun? —Al escuchar el nombre del castaño, tanto el nombrado como ZiTao se tensaron.
            —Claro, alguien tendrá que cuidar de él —contestó LuHan esbozando una leve sonrisa antes de entrar al recinto del instituto.

☆☆☆

            SeHun y ZiTao se quedaron toda la mañana junto al instituto, ya que habían decidido que seguirían a LuHan para saber al lugar al que iba. Les había dejado muy descolocados las palabras que había dicho. Si SeHun estaba muerto, ¿por qué iba a cuidarlo?

            Cuando la hora en la que finalizaban las clases llegó, ambos buscaron a LuHan entre la multitud que iba hacia sus casas y cuando lo encontraron, echaron a andar tras él. ZiTao tuvo mucho cuidado de que el otro chico no se diera cuenta de que lo seguían, pero algunas veces tuvo que disimular que caminaba casualmente en su dirección.

            Tras una media hora de camino aproximadamente, LuHan se detuvo frente a un edificio. El moreno alzó la cabeza para observar, desde una de las esquinas, el lugar. Abrió los ojos sin poderse creer lo que estaba viendo, uno de los hospitales privados de Seúl.

            —SeHun… —murmuró, girándose hacia donde hacía unos momentos estaba el chico, pero este ya no se encontraba allí, había comenzado a avanzar hacia el hospital en el que entraba LuHan—. Maldita sea.

            ZiTao salió de su escondite y se dirigió al edificio tras los otros dos. Atravesó las puertas automáticas y buscó por el hall hasta encontrar la cabeza de SeHun sobresaliendo entre la multitud. Estuvo tentado a gritar su nombre para que el chico le hiciera caso, pero no podía hacerlo o llamaría mucho la atención entre los pacientes, el personal, y sobretodo, llamaría la atención de LuHan.

            Avanzó por los pasillos, siguiendo a ambos chicos a paso rápido aunque sin correr. Cada vez estaba más cerca de alcanzarlos. LuHan giró en un recodo a la izquierda y en ese momento, ZiTao apretó el paso para tomar de la muñeca a SeHun antes de que doblara la esquina.

            Cuando agarró al fantasma, tiró de él hacia atrás y buscó con la mirada un lugar en el que esconderse para hablar tranquilamente. El cuarto de la limpieza fue para sus ojos la mejor opción y arrastró a SeHun hasta él, cerrando la puerta en cuanto ingresaron, dando gracias a Dios porque aquel lugar tenía un pequeño ventanuco que lo iluminaba.

            —SeHun… —comenzó, pero su discurso fue interrumpido por el otro.
            —¿Por qué no me has dejado seguirlo? ¿Por qué? —increpó. Su rostro tenía una expresión de enfado que ZiTao no había contemplado nunca en el chico—. ¡LuHan estaba llevándonos al lugar en el que están todas las respuestas que buscábamos!
            —Solo quiero que te calmes y que pienses un poco —murmuró el moreno—. Nos estaba llevando a las respuestas que llevamos tanto tiempo buscando, sí; pero yo quiero hablar contigo antes de que las conozcas porque quizás lo que veas no sea algo muy agradable.
            —¿Qué quieres decir? —preguntó SeHun, ahora más calmado.
            —Creo que debes estar en coma —contestó—. El accidente no te mató, pero te dejó en coma y si es así, y estás aquí conmigo, quiere decir que estás más cerca de cruzar la línea hacia la muerte que de poder continuar viviendo —ZiTao tragó saliva—. Así que si quieres volver a vivir debemos hacer algo para que eso sea posible y entrar a ver en qué condiciones estás después del accidente te puede crear un trauma. Ahora mismo, en el estado emocional en el que te encuentras actualmente, lo mejor que podemos hacer es volver a casa para que te tranquilices. Mañana volveremos y haremos algunas preguntas discretas.

            Durante unos momentos, ZiTao estuvo seguro de que SeHun lo iba a mandar a la mierda e iba a buscar a LuHan, a buscarse a él, por todo el hospital, pero el chico, lentamente asintió con la cabeza, dejando claro que por el momento, haría lo que el moreno le dijera.

            —Volvamos a casa antes de que me arrepienta —murmuró. ZiTao estuvo tentado a darle un abrazo, pero se contuvo y simplemente tomo sus manos y las apretó entre las suyas.
            —Gracias.

☆☆☆

            —¿Por qué ayer me dejaste plantado y no me dejaste ir contigo? —fueron las primeras palabras que ZiTao escuchó de JongIn en cuanto se encontraron a la mañana siguiente para ir juntos al instituto.
            —Porque esto es algo que tengo que hacer yo solo —contestó el chico seriamente.
            —Aun así…
            —JongIn —cortó—. Llegaremos tarde a clase.
            —Pero…

            ZiTao lo miró unos segundos seriamente antes de comenzar a avanzar, seguido de SeHun, dejando atrás al otro chico. No le gustaba tratarlo así, pero si JongIn no se comportaba como una persona madura, era lo que seguiría haciendo.

            JongIn había sido su mejor amigo, la persona con la que lo había compartido absolutamente todo desde que había llegado a la ciudad hacía ya cuatro años. Al principio lo acompañaban sus padres, pero el año anterior ellos habían regresado a QingDao porque su abuela estaba algo enferma y no podía cuidarse bien sola.

            Sabía que no estaba siendo nada justo, pero no podía evitarlo. Desde que SeHun había entrado en su vida, JongIn había estado de lo más irritante y muy pesado, pidiendo una atención que no podía prestarle porque tenía que ayudar al otro chico.

            Cuando todo acabara, volvería a ser todo como antes, más o menos.

☆☆☆

            Cuando salieron de clases y del entrenamiento de baloncesto, ZiTao y SeHun se dirigieron al lugar en el que se encontraba el hospital. El castaño se había tranquilizado lo suficiente como para poder afrontar todo lo que viniera a partir de ese momento y ZiTao estaba allí para hacer todo lo posible para ayudarlo.

            —Has sido un poco brusco esta mañana —comentó SeHun cuando se bajaron en el metro.
            —Lo sé, pero si lo hago de otra manera no creo que funcione —respondió. El castaño se detuvo y ZiTao tuvo que dar media vuelta al darse cuenta del hecho. Miró al chico, que parecía algo disgustado y suspiró—. ¿Por qué estás así?
            —Es por mi culpa que ahora trates así a JongIn y me siento mal —murmuró el chico.
            —SeHun…
            —Lo mejor será que acabemos con esto cuanto antes… —echó a andar decididamente, sin darle tiempo a reaccionar.

            Durante algunos momentos, el chico no pudo salir de su estupor, pero al ver desaparecer a SeHun al doblar una esquina, sacudió su cabeza y corrió tras él. Lo alcanzó a los poco segundos e intentó por todos los medios que el otro hablara con él, pero finalmente lo dio por imposible y caminaron juntos sin dirigirse la palabra hasta llegar al hospital.

            ZiTao vio al castaño tragar saliva justo antes de entrar al edificio decididamente y luego lo siguió. Recorrieron los mismos pasillos del día anterior y al llegar al lugar en el que se encontraba el cuarto de la limpieza ambos se detuvieron. Solo tenían que dar algunos pasos para llegar a la habitación en la que debía estar SeHun.

            —Si no estás preparado… —murmuró el moreno. SeHun negó con la cabeza.
            —Debe acabar todo hoy —contestó echando a andar de nuevo.

            Giraron en la esquina por la que desapareció LuHan el día anterior y comenzaron a buscar la habitación en la que debía encontrarse el cuerpo físico de SeHun. Todas las ventanas estaban cubiertas por persianas que apenas dejaban ver el interior, pero ellos no cejaron en su empeño y se asomaron a todas y cada una de ellas para intentar encontrarlo.

            En ello estaban, cuando una de las puertas se abrió y por ella salía una mujer de unos cuarenta años con aspecto algo cansado, que  a ZiTao le pareció vagamente familiar. Sus sospechas se confirmaron cuando SeHun se quedó completamente estático. Aquella señora debía ser su madre. Segundos después, salía del mismo lugar un médico que parecía bastante joven para poder llevar aquella bata.

            —No tenemos demasiadas esperanzas —comentaba el médico—. Lleva dos meses en un estadio del coma demasiado profundo como para salir de él y el otro día casi lo perdemos —el médico tomó aire—. No creemos que pueda despertar y es mejor no hacer más dolorosa su marcha.
            —No quiero que dejen morir a mi hijo —contestó ella decidida—. Confío en que pueda regresar con nosotros. Confío en él.
            —Pero…
            —Estamos pagando todas las cuotas del hospital —cortó la mujer—. Lo único que deben decirme es que están haciendo todo lo posible por traerlo de vuelta.
            —Lo siento —murmuró el médico. En ese momento, sin percatarse de que ZiTao estaba en el pasillo, pasaron de largo y giraron la esquina.
            —Umma siempre fue una mujer de armas tomar —susurró SeHun con una pequeña sonrisa melancólica.
            —Eso me ha parecido —comentó el moreno.

            El chico lo miró unos momentos con aquella misma expresión y luego caminó hasta la habitación de la que habían salido anteriormente aquellas dos personas. ZiTao miró hacia los lados para ver si había alguien que pudiera verlo y luego se dirigió hacia allí. La persiana de aquella no estaba echada y se podía ver el interior perfectamente.

            Solo había una cama y un sillón en la estancia. Sobre la pequeña cama se encontraba tumbado SeHun, el mismo chico que tenía a su lado en aquellos momentos, pero en su forma física, rodeado de tubos y de cables que lo mantenían con vida. Parecía dormido, pero ambos sabían lo que realmente pasaba.

            —Creo que debe haber una solución para esto —murmuró ZiTao—. Llamaré a mi madre —el otro asintió distraído, no podía dejar de mirar por aquel cristal a su otro yo.

            El moreno sacó el teléfono de su bolsillo, pero cuando se disponía a marcar, una chica menuda con un carrito salió de una de las habitaciones y lo miró de forma asesina, dejándolo congelado. La chica dejó el carrito a un lado y caminó rápidamente hacia ZiTao, con su pelo rizado ondeando tras ella.

            —Ni se te ocurra llamar por teléfono dentro del recinto del hospital —dijo. El chico asintió lentamente a la vez que guardaba su teléfono en el bolsillo del que lo había sacado momentos antes—. Perfecto.
            —Lo siento, no lo sabía —se disculpó él.
            —¿Y qué haces aquí? —preguntó inquisitivamente.
            —Bueno —ZiTao se rascó la nuca nerviosamente sin saber qué decir.
            —He venido a ver a mi amigo en cuanto he regresado a Seúl porque no sabía que estaba en coma —dijo SeHun. El moreno repitió las palabras y la chica suavizó su gesto.
            —Oh… ¿eres amigo de SeHun? —ZiTao asintió.
            —Aunque llevábamos mucho tiempo sin vernos porque tuve que irme con mi familia a China —inventó—. Por eso no sé qué es lo que le ha pasado y me gustaría al menos…
            —¿Qué quieres saber? —preguntó la muchacha.
            —¿Cuánto lleva aquí?
            —Desde el verano pasado.
            —¿Y es verdad que no podrá despertar del coma?
            —Bueno, según he oído, hace un par de meses que su coma es mucho más profundo y los médicos no saben qué puede pasar —contestó—. Pero no hay muchas esperanzas. Lo siento.
            —No pasa nada —murmuró ZiTao.
            —Bueno, yo tengo que seguir haciendo mi trabajo —se despidió ella yendo en busca de su carrito.
            —Gracias por todo.

            Ella sonrió y luego echó a andar en dirección contraria. En cuanto la chica desapareció de su vista, ZiTao volvió a sacar su teléfono móvil, estando pendiente de SeHun en todo momento. Marcó el número de su madre y se llevó el aparato a la oreja. Tras tres tonos, su madre contestó.

            —¿Pasa algo, cariño? —preguntó ella nada más descolgar.
            —SeHun está en un coma profundo del que no puede despertar —respondió.
            —Oh… Eso lo explica todo —murmuró la mujer—. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?
            —Estamos demasiado acostumbrados a tratar con personas muertas que ni siquiera habíamos pensado en esta posibilidad.
            —Por eso nada de lo que sabíamos tenía sentido y no hay nada en los libros de la familia.
            —¿Tienes idea de lo que podríamos hacer para que despertara? —preguntó el chico.
            —Mmm… No sé si pueda funcionar o no —murmuró ella.
            —Lo que sea.
            —Que el chico intente entrar en su cuerpo de nuevo, eso puede funcionar —explicó—. Si no lo hace intentaré pensar en otras cosas.
            —Gracias —murmuró el chico antes de colgar—. SeHun —llamó. El chico se giró hacia él—. Creo que ya tengo la solución.
            —¿De verdad? —ZiTao asintió—. ¿Cuál es?
            —Debes entrar de nuevo en tu cuerpo —respondió.
            —¿Así? ¿Tan sencillo?
            —A veces la opción correcta es la más sencilla —SeHun esbozó una gran sonrisa y se echó a los brazos del moreno, apretándolo contra su cuerpo.
            —No sabes cuánto me has ayudado, gracias —murmuró—. Muchas gracias.
            —Es lo que debo hacer —contestó el chico.
            —Siento haberte causado tantos problemas —el castaño se separó un poco de su cuerpo y lo miró a los ojos de una forma muy seria—. Cuando despierte… ¿Recordaré todo esto? —ZiTao sorprendió por la pregunta. No había pensado en ello, en qué pasaría cuando SeHun despertara.
            —No lo sé.

            Los ojos del castaño brillaron, mostrando una expresión que hasta el momento el otro no había visto en él, la tristeza. SeHun se mordió el labio inferior, como si estuviera dudando si decir algo o no y cuando ZiTao abrió la boca para decirle que estaba bien que dijera lo que quisiera, el chico cruzó la distancia que separaba sus labios para besarlo.

            ZiTao se quedó de piedra los primeros momentos, pero después correspondió aquel extraño beso sin calidez, ni humedad pero lleno de unos sentimientos que explotaron dentro del pecho del moreno. Unos segundos después se separaron y se miraron fijamente a los ojos.

            —No quiero olvidarme de ti —murmuró SeHun—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

            ZiTao quiso decir algo, pero las palabras se habían quedado atascadas en su garganta y también sentía cómo sus ojos iban humedeciéndose cada vez más, emborronándole la vista.

            —Adiós —susurró el chico.

            SeHun caminó hacia la puerta de la habitación en la que descansaba e ingresó a ella, luego la cerró y se dirigió a la cama. Le dedicó una última mirada a ZiTao, que no pudo retener más las lágrimas y luego tocó su cuerpo viendo cómo podía traspasarlo. Instantes después se introducía completamente y desaparecía. ZiTao contuvo la respiración, esperando el resultado y unos segundos después, la máquina a la que estaba conectado comenzaba a pitar con intensidad, pero de una forma regular y el chico que estaba en la cama abría sus preciosos ojos castaños después de haber pasado demasiado tiempo en la oscuridad.

            —Adiós, Oh SeHun —murmuró antes de irse del lugar.



domingo, 16 de febrero de 2014

Dead Or Alive: The Misconceptions Of Time

Capítulo 4
Beautiful Memories

            Desmayado. SeHun se había desmayado. No tenía ningún sentido. ¿Cómo podía desmayarse un fantasma? Estaba muerto, no era posible de ninguna forma.

            Por ese motivo ZiTao iba de un lado a otro del salón, mirando de vez en cuando al chico al que había acostado en el sofá. Juraría que cada vez que lo miraba era más transparente, pero no podía estar seguro, además, un tono no lo iba a notar, estaba más preocupado por otras cosas. Preocupado por cómo un fantasma se había desmayado.

            ZiTao había llamado a su madre varias veces en cuanto pasó todo, pero esta no le contestaba las llamadas y no sabía qué hacer.

            El chico se mordió el labio inferior con rabia porque era un inútil que no podía hacer nada para ayudar a alguien que apreciaba y si le ocurría algo malo a SeHun habiendo podido evitarlo, jamás se lo perdonaría. Se acercó al sofá y se sentó en el suelo frente al rostro del otro. Parecía dormido, pero los fantasmas tampoco podían dormir.

            Quiso gritar de pura frustración, pero se contuvo y simplemente se quedó observando a SeHun. Le había dado muchos dolores de cabeza desde que había entrado en su vida, pero eso no le importaba lo más mínimo, lo único que quería era que el chico volviera a abrir los ojos y que no le hubiera pasado nada malo.

            Afuera, el cielo fue oscureciéndose cada vez más hasta que la oscuridad lo cubrió todo. Seguía lloviendo y de vez en cuando tronaba. Las horas pasaban, y el sueño comenzó a apoderarse del moreno, pero ZiTao no quería moverse de allí. Finalmente, acabó cayendo en los brazos de Morfeo con la cabeza apoyada contra el sofá y sentado en el suelo.

            No llevaba ni diez minutos dormido (o eso creyó ZiTao) cuando sintió una mano mesar su cabello. Al principio lo ignoró, pensando que sería parte del sueño en el que estaba inmerso, pero la caricia se fue haciendo cada vez más notoria y el chico abrió los ojos adormilado.

            SeHun estaba ante él, despierto, con una gran sonrisa adornando su rostro y ZiTao quiso pegarle porque no entendía a qué venía tanta felicidad cuando él se había pasado horas hecho una piltrafa sin saber qué hacer y estando inquieto, dando vueltas de un lado a otro, preocupado.

            —Siento haberte despertado —fueron las primeras palabras que dijo SeHun—. Pero ha pasado algo.
            —Han pasado muchas cosas —replicó ZiTao—. Te has desmayado y…
            —He comenzado a recordar —cortó el castaño, haciendo que el otro abriera sus ojos como platos.
            —¿Qué? —preguntó sin poder creerse lo que acababa de escuchar. SeHun amplió aún más su sonrisa.
            —Que he comenzado a recordar —respondió de nuevo.

            ZiTao sintió cómo las comisuras de sus labios se elevaban y una gran sonrisa aparecía en su rostro. Segundos después no podía retener el impulso de acercarse al otro y abrazarlo fuertemente. Habían pasado semanas estancados, semanas en las que no podían avanzar porque no tenían nada y ahora por fin la suerte les sonreía, aunque hubiera sido de una forma tan extraña.

            —Cuéntamelo todo —pidió el moreno, pero SeHun negó—. ¿Por qué?
            —Estás cansado, tienes que dormir y esto puede esperar hasta mañana —ZiTao fue a replicar, pero no pudo—. Además, cada momento que pasa recuerdo más cosas. Mañana tendré más recuerdos que ahora.

            El dueño de la casa se levantó del sofá, donde había acabado sentado tras el abrazo y formó en sus labios un puchero. SeHun rio y volvió a negar.

            —Está bien —ZiTao empezó a caminar en dirección a su habitación, sintiendo cómo tras él se desplazaba el otro. Al llegar se quitó la ropa, quedándose solo con el bóxer y se metió en la cama, momentos después, lo hacía SeHun—. Buenas noches —murmuró.
            —Qué descanses —respondió el otro con una sonrisa en su rostro, arropando al moreno.

☆☆☆

            Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente se encontró con el rostro de SeHun a centímetros del suyo, que lo observaba con una pequeña sonrisa en su rostro. El corazón de ZiTao comenzó a latir rápidamente sin que pudiera controlarlo y sintió cómo sus mejillas ardían, así que se levantó de la cama y se colocó de espaldas al otro chico intentando tranquilizarse.

            “¿Qué me pasa?” pensó.

            —Tao… —llamó el otro—. ¿Te encuentras bien?
            —No lo sé —contestó—. Creo que lo mejor será que nos quedemos en casa hoy.
            —¿Te vas a perder las clases?
            —Le pediré los deberes a JunMyeon —murmuró.
            —Entonces podemos hablar hoy de todo lo que recuerdo —la voz de SeHun, normalmente monótona, tenía una nota alegre que hizo a ZiTao sonreír y girarse para verlo.
            —Tienes mucho que contarme.

            Una media hora después estaban sentados en la barra americana de la cocina. ZiTao se había duchado y ahora estaba comiéndose su desayuno. SeHun, a su lado, no veía el momento de comenzar a hablar.

            —Puedes comenzar a contarme —dijo ZiTao al ver que el otro se estaba mordiendo la lengua—. Puedo escucharte y desayunar a la vez —SeHun sonrió antes de comenzar a hablar como si le hubieran dado cuerda.

            Su nombre completo era Oh SeHun. Era un año menor que ZiTao y vivía cerca del centro donde habían estado yendo las últimas semanas. Frecuentaba la misma cafetería y siempre tomaba un Bubble Tea. Tenía a sus dos padres y a un hermano bastante más mayor que ya estaba independizado. En el instituto no le iba mal, pero tampoco estaba en lo alto del ranking de notas y tenía un mejor amigo con el que le gustaba pasar el tiempo, el tal LuHan que había nombrado la noche anterior antes de desmayarse, el chico de rasgos finos que recordaba desde el primer momento.

            También le contó anécdotas de su vida, cosas que había hecho con LuHan, pero no le habló de su muerte. Seguía sin recordarla.

            —No has recordado lo más importante —comentó ZiTao mientras se recargaba en el sofá. Después de algunas horas de historia de Oh SeHun había acabado allí—, pero esto es un gran avance —le dedicó una amplia sonrisa al chico que correspondió—. Además, ya sabemos que tú eras el chico del Bubble Tea que un día desapareció sin dejar rastro de la cafetería. Parecía que el camarero alto te tenía aprecio.
            —YiFan. Se llama YiFan —contestó—. Es un gran tipo. Le gustaba hablar de vez en cuando conmigo y si iba con LuHan, prácticamente no se despegaba de nuestra mesa.
            —Parece que se enamora de toda la clientela —murmuró ZiTao—. Pero bueno, ya tenemos algo por lo que empezar. Podemos ir a tu casa o a tu instituto y ver si puedo hablar con alguno de tus familiares o amigos para ver qué es lo que te ha ocurrido.
            —Creo que no hace falta —comentó SeHun—. Creo que si me das de margen algunos días puedo llegar a recordarlo. Además, tienes que seguir buscando en los libros.

            ZiTao lo miró extrañado durante unos momentos, pero luego asintió, respetando su decisión. Seguramente no estaba preparado para encontrarse con gente conocida, después de haber estado “viendo” a LuHan cada día en el centro.

            —Entonces, iremos cuando me termine los libros.

☆☆☆

            Esa semana pasó entre las clases del instituto, los deberes hechos a prisa en la cafetería y la lectura de los grandes tomos que le había envidado su madre. SeHun también recordaba cada día algún que otro dato de su vida antes de encontrarse con ZiTao, pero nado sobre los últimos momentos, todavía no sabía cómo había muerto.

            ZiTao cerró el volumen que tenía entre sus manos después de acabar de leer la última página. Suspiró y miró a SeHun, que estaba entretenido observando a las personas que había en el local.

            —No hay absolutamente nada —comentó. El otro fijó su atención en él—. Parece que eres único en tu especie —intentó reír levemente, pero estaba tan frustrado por no encontrar ninguna respuesta que no le salió.
            —Bueno, aún queda un libro más —dijo SeHun—. No te desanimes, debe de haber algo.
            —Ojalá que lo haya —murmuró desanimado.
            —He recordado otra cosa hoy —el moreno prestó atención—. Parece ser que me gusta Justin Bieber.

            ZiTao abrió los ojos sorprendido por la revelación, ya que jamás se lo hubiera imaginado, pero luego suspiró, no era nada importante.

            —Creía que me ibas a decir otra cosa y no que tenías un pésimo gusto musical —contestó. SeHun bufó indignado—. Creo que deberíamos volver a casa.
            —Claro.

☆☆☆

            —Entonces, ha recuperado parte de sus recuerdos —comentó su madre a través del teléfono cuando la llamó el sábado después de clases. Habían vuelto a casa en vez de ir a la cafetería, estaba lloviendo a mares y según el pronóstico iba a llover mucho más fuerte a medida que se acercara la noche. ZiTao caminaba de un lado a otro de la cocina mientras se preparaba un té con el móvil sujetado por su hombro y su oreja.
            —La mayoría de ellos —contestó el chico.
            —Eso es una gran noticia.
            —Sí, aunque sigue sin recordar su muerte —murmuró ZiTao—. ¿Has encontrado algo?
            —No, cariño —dijo su madre con voz cansada—. He buscado hasta la saciedad pero no doy con nada, ¿cómo te va a ti?
            —Aún me queda un libro, pero no hay nada en los demás —respondió desanimado.
            —Nunca hay que perder la esperanza —murmuró ella.
            —Lo sé.
            —Llámame si tienes algo nuevo.
            —Está bien.
            —Buenas noches, pequeño.
            —Buenas noches.

            ZiTao le dio al botón de colgar y luego fue hacia el microondas que había pitado, anunciándole que su té ya estaba listo. Con él en la mano llegó al salón, donde se encontró a una persona más de la que esperaba.

            —¿Esta vez por dónde has entrado, JongIn? —preguntó—. Mandé arreglar la puerta de la cocina.
            —Me he dado cuenta —contestó levantándose del sofá en el que estaba sentado—. Llamé a la puerta y se abrió sola, bueno, supongo que la habrá abierto el fantasma que tienes de forma permanente en tu casa, pero como no lo puedo ver no te puedo asegurar.
            —Se llama SeHun —replicó ZiTao mirando al nombrado que no parecía muy contento por la presencia de JongIn allí—. ¿Por qué has venido?
            —Quería pasar un poco de tiempo contigo, ver una peli o un partido de baloncesto.
            —Pero si a ti no te gusta el baloncesto.
            —Lo sé, pero quiero estar un rato contigo —JongIn hizo un puchero y el dueño de la casa no pudo resistirse, cuando hacía aquello parecía de verdad un chico de dieciséis años y no la máquina del sexo que normalmente aparentaba ser.
            —Está bien.

            Pasaron la tarde juntos, los tres, ya que ZiTao no dejó que SeHun se fuera de allí. Estuvieron viendo un partido de la NBA en diferido, los Raptors contra los Spours y aunque JongIn se quedó dormido en el tercer cuarto, se lo pasaron bien. Por la noche llovía de tal manera que aunque el chico vivía a dos casas de distancia, si salía se iba a empapar así que ZiTao lo dejó dormir en casa con la condición de que lo hiciera en el sofá y ni se le ocurriera subir a su habitación para meterse en su cama y tocarlo. Para asegurarse, el dueño de la casa cerró la puerta de su habitación, en cuanto SeHun entró tras él, con el pestillo.

            —¿Cómo te lo has pasado? —preguntó ZiTao.
            —El partido ha estado bien… Aunque el fútbol me llama más la atención… Solía ver los partidos del Manchester United con LuHan —contestó.

            Otra vez salía el nombre de aquel chico en una conversación sobre cosas que SeHun solía hacer antes de aparecer ante su puerta. No sabía por qué, pero cada vez que el otro lo nombraba le daba dolor de cabeza.

            —Cuéntame qué más cosas hacías con LuHan —pidió mientras se metía en la cama.

            SeHun se metió entre las sábanas también y comenzó a relatarle cómo iban juntos a casi todos lados, cómo se habían conocido, cómo al principio se habían odiado y cómo luego se habían hecho inseparables. También le contó que lo echaba de menos y que quería volver a verlo intentando parecer masculino, aunque con su cara y sus acciones era más una mujer.

            Poco a poco, los párpados de ZiTao comenzaron a pesar y acabó quedándose dormido, arrullado por la voz de SeHun.

☆☆☆

            El domingo seguía lloviendo tanto o más que la noche anterior, por lo que tampoco pudo mandar por la mañana a JongIn a su casa. No es que la presencia del chico lo molestara, pero con él a su alrededor no podía hacer lo que debía, y esto era leer el último libro que su madre le había enviado. Se había sentado en el salón, como solía hacer para leer y JongIn inmediatamente se sentó tras él, para envolverlo entre sus brazos, no dejándolo concentrarse en los caracteres escritos a mano que tenía delante.

            —JongIn… —murmuró.
            —¿Qué?
            —No me puedo concentrar si estás pegado a mí —dijo.
            —¿Te pongo nervioso? —preguntó el otro roncamente en su oído.
            —La persona que no se ponga nerviosa teniendo a alguien detrás es porque no tiene sangre en las venas —contestó.
            —Está bien, me voy al sofá.

            En cuanto el chico dejó de rodearlo con sus brazos y el calor de su cuerpo lo abandonó, ZiTao se sintió más tranquilo y relajado, así que se dispuso a seguir leyendo aquel libro en busca de algo que pudiera ayudarlo con SeHun. Sin embargo, las horas pasaban, al igual que las páginas y no había nada, absolutamente nada.

            ZiTao suspiró, cansado y se dejó caer contra el suelo de parqué, que estaba caliente debido a la calefacción radiante. SeHun se acercó a él y comenzó a zarandearlo para que reviviera, porque parecía más muerto que el otro chico. JongIn, que veía la escena desde fuera se había quedado de piedra, estaba viendo al fantasma en plena acción y no se lo podía creer, aunque ya había presenciado algunas cosas como esa, todavía le sorprendía.

            —Te necesito vivo para que me ayudes —dijo SeHun.
            —JongIn puede ayudarte, yo renuncio —murmuró ZiTao cansado de todo, haciendo que el aludido lo mirara con una ceja levantada—. Todo es demasiado extraño y ya no sé qué más hacer.
            —Pero JongIn no puede ayudarme… —el chico hizo un puchero—. Me tienes que ayudar tú.

            ZiTao suspiró y se levantó del suelo, volviendo al gran libro que descansaba sobre la mesa baja del salón. SeHun le sonrió encantadoramente justo antes de que su rostro se descompusiera. Sus ojos se habían abierto, al igual que su boca, y tenía la mirada perdida.

            —¡LuHan! —volvió a gritar. El moreno temió que se volviera a desmayar, así que avanzó hacia él y lo tomó entre sus brazos. Su cuerpo se agitaba violentamente.
            —SeHun, SeHun —comenzó a llamarlo, pero este no salía de su trance.
            —¿Qué ocurre? —preguntó JongIn.
            —No lo sé —respondió ZiTao—. No lo sé.

            Pasaron unos minutos en los que los chicos que estaban en aquella habitación estuvieron en tensión, esperando que todo estuviera bien, deseando que no ocurriera nada malo, hasta que por fin, SeHun reaccionó.

            —SeHun, ¿qué ha pasado? —preguntó preocupado.
            —Acabo de recordarlo —murmuró—. Acabo de recordar… cómo morí —aclaró en un leve susurro.
            —JongIn —llamó—. Ha dejado de llover, puedes volver a casa.
            —Pero… —intentó replicar.
            —Por favor…

            ZiTao no lo había mirado en ningún momento, seguía pendiente del fantasma, que por lo que podía intuir, debía estar entre sus brazos. JongIn sintió una punzada de celos porque estaba siendo desplazado, echado de su casa, pero luego recordó que cuanto antes se fuera aquel maldito fantasma, antes recuperaría a su ZiTao.

            —Nos vemos mañana —murmuró antes de desaparecer del salón.
            —Cuéntamelo —pidió el moreno cuando se quedaron solos. SeHun titubeó, se mordió el labio inferior con fuerza y evitó el contacto visual con ZiTao.
            —Caminaba con LuHan por la calle… —comenzó—. Era un sitio poco transitado, por lo que íbamos por el centro de la calzada. Reíamos, jugábamos y escuchábamos música de mi reproductor… —cogió aire como si le fuera necesario para poder seguir hablando—. Por eso no escuchamos que un coche se acercaba hasta que lo tuvimos encima… —miró a los ojos a ZiTao—. Empujé rápidamente a LuHan… Pero yo no pude salir de la calzada a tiempo y… —el moreno lo abrazó contra su cuerpo fuertemente.
            —No hace falta que sigas… —murmuró—. No hace falta…