Correr
nunca había sido el fuerte de KyungSoo, aunque cuando estaba cabreado con
alguien y lo perseguía sus cortas piernas parecían ir al doble de la velocidad
que alcanzaba normalmente; sin embargo, en aquellos momentos, ChanYeol se tenía
que detener cada pocos segundos para esperar a que el menor lo alcanzara para
llegar ambos juntos al lugar al que habían sido citados por el chat del grupo:
el sótano. No sabía bien los detalles porque el mensaje de MinSeok había sido
un escueto «No podemos encontrar a SeHun ni ZiTao. Bajad al sótano», pero
aquellas palabras le daban muy mala espina y eso que nunca había sido una
persona demasiado miedosa.
Quizás… y solo quizás… los rumores
eran ciertos.
Cuando ambos chicos llegaron al
lugar, allí ya se encontraban los demás. Las luces estaban encendidas y todos
en el centro de la habitación, formando un círculo alrededor de Lu Han. ChanYeol
tomó de la mano a KyungSoo y tiró de él hacia allí rápidamente, adentrándose en
el círculo empujando un poco a los demás. La escena que se encontró era una que
jamás había presenciado antes. Lu Han estaba llorando en brazos de MinSeok
mientras los demás lo intentaban animar, pero parecía que nada ni nadie lo
podía consolar.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó KyungSoo a su
lado, casi con miedo de escuchar la respuesta.
—SeHun y ZiTao han desaparecido —contestó
JongDae, intentando que no le temblara la voz—. No están en ningún lugar y no
contestan al móvil por más que se les llame.
—Y ZiTao siempre está pegado al móvil,
siempre contesta —remarcó YiFan.
—Llegamos aquí hace media hora —contó
MinSeok, apretando el agarre que mantenía sobre el sollozante cuerpo de su
chico—, escuchamos un grito y por eso nos asomamos, pero cuando llegamos no
había nadie y solo habían pasado un par de minutos como mucho.
—Ha sido el fantasma —murmuró
JunMyeon—. Sabía que no teníamos que haber venido aquí. Lo sabía.
Los gimoteos de Lu Han se hicieron
mucho más fuertes tras escuchar aquellas palabras de JunMyeon, porque sabría
que el chico tenía la razón. Si no hubieran ido allí aquella noche, no habría
sucedido nada. ChanYeol vio cómo MinSeok se mordía el labio inferior con culpabilidad
porque había sido él quien había propuesto aquella excursión antes de darle un
pequeño beso en la cabeza para intentar calmarlo.
—Creo que deberíamos llamar a la
policía —dijo YiXing—. Denunciar su desaparición.
—Si ha sido un fantasma ¿en qué nos
va a ayudar la policía? —preguntó ChanYeol.
—Al menos ellos pueden buscar mover
más hilos que nosotros —respondió el chico.
—Llamemos a la policía… —murmuró Lu
Han, separándose del cuerpo de MinSeok y alzando la cabeza por fin. Tenía los
ojos rojos e hinchados y lágrimas recorriendo sus mejillas, pero había
determinación en su mirada—. Llamemos a quien sea para que ayuden a encontrar a
mi hermano.
—Te dije que no teníamos que haber
venido —murmuró JunMyeon, llamando la atención de su novio.
Se habían quedado un poco más
alejados del grupo mientras salían del sótano y subían a la planta principal
para avisar a alguno de los profesores que se encontraran por allí aquel día y
que alguno de ellos llamara a la policía ya que ellos no podían. Eran todos
menores de edad y la policía hacía caso omiso a las llamadas de adolescentes
por si solo se trataban de bromas telefónicas.
—Ninguno creía que esto pudiera
suceder, JunMyeon —fue lo que le contestó él—. Solo queríamos investigar un
rumor interesante, pero ninguno sabía que no fuera realmente un rumor —lo miró
a los ojos—. Sino jamás te hubiera arrastrado aquí para hacerte pasar un mal
rato. Lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé —asintió—, pero sigo teniendo
remordimientos por esto.
—Tranquilo, no te preocupes por nada
—JongDae le pasó un brazo por los hombros para atraerlo a su cuerpo y luego le
dio un discreto beso en la frente—. Seguro que tarde o temprano los
encontraremos… además… ahora hay que estar con Lu Han que lo tiene que estar
pasando muy mal.
—Tienes razón…
Todo. Absolutamente todo lo que
había ocurrido era culpa suya.
MinSeok sentía una gran opresión
dentro de su pecho porque él era el que había arrastrado a todos sus amigos
allí aquella noche. Él era el responsable de la desaparición de SeHun y de
ZiTao. Él era quien había firmado aquella sentencia de muerte para su cuñado y
para un chico encantador, ambos con un gran futuro por delante. Él había hecho
desgraciado a la persona más importante de su vida, quien no paraba de llorar
desde que se había dado cuenta de que su hermano había desaparecido.
El peso de la culpabilidad hacía que
sus hombros estuvieran encorvados y que casi no pudiera caminar… porque todo
aquello era culpa suya.
Habían llegado a Conserjería, el
lugar en el que era seguro que iban a encontrar mínimo a un adulto y YiFan
asomó la cabeza por la puerta, tomando el mando de la situación ya que Lu Han
no estaba en condiciones de hacerlo en aquellos momentos. Al hacerlo, se
encontró con que dos de los conserjes más majos se encontraban allí aquella
noche y le dio gracias a lo que hubiera en el cielo por ello. El chico se
adentró en la pequeña sala, dejando a sus compañeros fuera, esperando, y
llamando la atención de los dos hombres con un carraspeo. Ambos se giraron en
cuanto escucharon aquel ruido y miraron directamente al lugar en el que se
encontraba.
—Oh. YiFan —dijo DongHee, reconociéndolo al
instante—. ¿Qué te trae por aquí?
—Necesito que nos echéis una mano
con algo —respondió.
—¿Vais a hacer una trastada tus
amigos y tú? —preguntó HyukJae, haciendo que el chico negara con su cabeza—.
Vaya… con lo que me gustan a mí las travesuras, ¿te acuerdas esa que hicimos tú
y yo cuando…?
—Perdona que te interrumpa —murmuró
YiFan, sabiendo que si dejaba hablar al conserje más jamás podría obtener lo
que estaba buscando—, pero de verdad es muy urgente.
—¿Qué ha sucedido?
La pregunta fue hecha a la vez por
los dos hombres que se encontraban frente a él y sus semblantes se habían
vuelto terriblemente serios, en comparación con las grandes sonrisas que solían
mostrar prácticamente siempre.
—Necesito que llaméis a la policía
para denunciar la desaparición de dos chicos —respondió.
—Inmediatamente —dijo DongHee,
girando la silla de escritorio en la que estaba sentado para acercarse al lugar
en el que se encontraba el teléfono fijo y comenzar a marcar los dígitos.
—Oh Dios mío… —murmuró HyukJae—.
¿Cómo ha ocurrido?
—No lo sé —murmuró YiFan—. Habíamos
venido a la fiesta para pasar un buen rato y decidimos separarnos para pasarlo
mejor e ir cada uno a un lugar… pero cuando regresamos al punto de encuentro
ellos no llegaban y cuando llamamos no nos cogen el teléfono. Hemos buscado por
todas partes, pero no los encontramos y nos hemos preocupado.
—¿No se habrán ido simplemente a
casa? —cuestionó el hombre—. O igual os están gastando una broma.
—No. Es seguro que no —contestó—. Ha
tenido que pasarles algo.
—La policía dice que viene hacia acá
—anunció DongHee, cortando su conversación—. ¿Dónde están los demás?
—Ahí fuera —señaló detrás de sí, al
pasillo—. No queremos separarnos por si sucede algo otra vez.
Algunos minutos después de haber
entrado a Conserjería, YiFan salía acompañado por los conserjes DongHee y
HyukJae y se acercaban a donde estaban ellos. Lu Han llevaba un buen rato
intentando contener sus lágrimas, pero era algo prácticamente imposible y eso
que él siempre había sido una persona que no solía llorar. Sin embargo, que su
hermano menor hubiera desaparecido había hecho que no pudiera detenerse.
¿Qué le iba a decir a sus padres?
¿Cómo iba a argumentar que no había sido capaz de cuidar de su hermano a quien
adoraba? ¿Qué iba a suceder después de aquello?
—En unos minutos llegará la policía —anunció
DongHee—. ¿Quiénes han desaparecido?
—SeHun y ZiTao, de primero —respondió
MinSeok.
—Ya nos ha contado YiFan cómo ha
sido, pero tendréis que responder a las preguntas de los agentes, ¿vale? —dijo
HyukJae y luego se acercó a él para darle un abrazo corto—. Seguro que
encontramos a tu hermano. No te preocupes.
Lu Han asintió y correspondió
aquella muestra de afecto como mejor pudo. No tenía el cuerpo para nada, pero
agradecía los abrazos y las palabras de ánimo que estaba recibiendo por parte
de todo el mundo. Era como si realmente los necesitara.
—Gracias —murmuró.
—Llamaremos a tus padres y a los del
otro chico para que vengan también, ¿vale?
—Los señores Huang no se encuentran
en estos momentos en Seúl —dijo YiFan—. Ni siquiera se encuentran en Corea, se
fueron hace un par de semanas a Qingdao porque la abuela de ZiTao se encontraba
un poco enferma y no tenía a nadie que la cuidara. Llevan varios días con ella
en el hospital.
—Bueno, a ellos los avisaremos en
otro momento —dijo DongHee—. No vamos a hacer que se preocupen de más cuando no
sabemos siquiera qué es lo que ha pasado exactamente con su hijo.
—Llamaré a mis padres… —dijo Lu Han.
Por primera vez en todo el tiempo
que había pasado después de que se escuchara el grito en el sótano y bajaran a
ver qué había sucedido, Lu Han se separó del cuerpo de MinSeok, agradeciéndole
con una sonrisa que hubiera estado con él apoyándolo en todo momento y se alejó
de todas las personas que se encontraban en la entrada del instituto. Quería
hablar de aquello solo con sus padres, no quería que nadie más escuchara nada.
Lu Han sacó su teléfono móvil del
bolsillo de su pantalón y desbloqueó la pantalla antes de buscar en las
llamadas recientes el número de su madre y pulsar sobre este unos segundos
antes de llevarse el aparato a la oreja. Solo tuvo que esperar un par de tonos
para escuchar la voz dulce y suave de su madre con un leve matiz de sueño y
todo el coraje que había estado reuniendo para no llorar mientras hacía la
llamada se fue a la mierda y acabó sollozando.
—Lu cariño… ¿qué sucede? —preguntó
su madre—. ¿Por qué lloras, mi niño?
—Mamá… —llamó, aunque fue más un
sonido ahogado que otra cosa—. Hunnie… ha desaparecido…
Y se echó a llorar de nuevo como si
fuera un niño pequeño, pero esta vez sin el consuelo del cuerpo de MinSeok.
La policía llegó más de media hora
después de que se la llamara, mucho tiempo después de que llegaran los padres
de Lu Han y SeHun incluso. Todos lo habían estado hablando entre ellos mientras
llegaban o no y habían decidido que la versión oficial sería aquella que había
dado YiFan en Conserjería, ya que nadie los iba a creer si decían en voz alta
sus temores y no iban a buscar a ZiTao ni SeHun si eso sucedía. Así que se
aprendieron el discurso y todos dijeron lo mismo cuando uno a uno los agentes
les fueron preguntando sobre cómo había sido la desaparición y cómo habían
notado que había sucedido.
YiXing y YiFan se encontraban en una
esquina observando cómo los demás seguían contestando preguntas y cómo los
padres de Lu Han intentaban hacer todo lo posible por encontrar a su hijo.
ZhouMi, su padre, incluso le había dicho a los policías que dejaran de hacerles
preguntas a los niños y que se pusieran inmediatamente a buscar, pero ellos se
habían negado rotundamente, alegando que primero debían hacer aquello.
—Odio la burocracia —murmuró YiXing,
alertando a YiFan que estaba más pendiente de lo que sucedía a su alrededor que
de él—. En momentos como este lo único que hace es retrasar las cosas.
—Ya. Pero no queda otra —respondió.
—¿No estás preocupado por ZiTao? —cuestionó—.
Me parece muy raro que no estés deshaciéndote en lágrimas como Lu Han.
—Estoy muy preocupado por él —contestó,
girándose hacia él y YiXing pudo ver en sus ojos que decía la verdad—. ZiTao
siempre ha sido un hermano menor para mí y si por mí fuera me estaría subiendo
por las paredes… pero hay que mantener la calma, no podemos darlo todo por
perdido antes siquiera de haber hecho algo.
—Tienes razón… ¿Vas a llamar a sus
padres?
—Sí, pero mañana por la mañana. No
quiero desvelarlos ahora, bastante mal lo están pasando ya como para
preocuparlos por esto cuando ni siquiera pueden venir aquí.
ChanYeol era el último que quedaba
por responder a las preguntas de la policía y después de aquello, todos podrían
irse a casa. Muchos de los alumnos del instituto ya se habían arremolinado en
el vestíbulo de entrada para ver qué era lo que sucedía para que la policía se
encontrara allí, así que todo se estaba volviendo un verdadero caos y KyungSoo
lo único que quería era salir de allí lo más rápido posible. Las grandes
multitudes nunca le habían gustado, así que solo esperaba que ChanYeol
terminase pronto para largarse.
Estaba preocupado por lo que le
podía haber sucedido a sus amigos y, por ese mismo motivo, no quería permanecer
más tiempo en el instituto.
ChanYeol terminó de hablar con la
policía y se acercó a donde él se encontraba junto a MinSeok, JongDae y
JunMyeon. YiXing y YiFan se habían alejado un poco del barullo y Lu Han se
encontraba sentado en un banco, abrazado a su madre fuertemente, intentando
consolarse mutuamente, aunque aquello parecía bastante improbable por cómo se
movían sus cuerpos, mecidos por el llanto. El alto le puso una mano en el
hombro para llamar su atención y KyungSoo se giró hacia él, esbozando una media
sonrisa.
Ya era hora de salir del instituto.
Ya era hora de alejarse de aquel fantasma que solo parecía desearles el mal a
los chicos homosexuales.
—Los policías dicen que nos podemos
ir ya a casa, que si necesitan algo nos llamaran —anunció ChanYeol—. Decídselo
a los demás, SooSoo y yo nos vamos a casa.
—Nos vemos en clase —se despidió
KyungSoo y los otros chicos les dijeron adiós antes de ir cada uno a avisar del
anuncio a los demás.
ChanYeol y KyungSoo salieron del instituto
y se pusieron en camino a casa del mayor. Antes de que sucediera todo aquello
habían quedado en que se quedarían en su casa todo el fin de semana y no iban a
cambiar los planes por nada del mundo. Además, la casa del ChanYeol quedaba
mucho más cerca que la suya, así que era mejor que se dirigieran hacia allí
porque las tres de la madrugada no era una buena hora para andar por las
calles, sobre todo en los barrios que circundaban al instituto.
—¿Te encuentras bien? —escuchó que le
preguntaba ChanYeol y asintió por instinto a la pregunta—. Yo sigo teniendo
miedo —KyungSoo se detuvo al escuchar aquellas palabras y el otro chico
continuó hablando—. Podríamos haber sido cualquiera de nosotros diez…
cualquiera que hubiera acabado en el sótano… nos podría haber tocado a
nosotros…
—No pienses en eso —murmuró, tomando
su mano con cariño—. Podría haber pasado cualquier cosa, pero no ha sucedido.
Ahora solo debemos centrarnos en hacer todo lo posible por encontrar a SeHun y
ZiTao.
—Tienes razón —suspiró ChanYeol
después de unos momentos.
—Claro que tengo razón… siempre la
tengo —murmuró, intentando quitarle hierro al asunto.
El lunes había llegado de nuevo y
con él también el tener que enfrentarse a la realidad. SeHun y ZiTao no habían
dado señales de vida en el día anterior y, desde aquel momento, la policía
había comenzado a buscarlos. Se habían puesto carteles por las calles con sus
fotos y lo habían anunciado en la televisión, pero JongDae no creía que aquello
fuera suficiente, de hecho, creía que aquello no iba a servir de nada.
Jamás había creído en los fantasmas,
ni siquiera cuando era niño. Nunca había tenido miedo de la oscuridad y las
historias del coco para él no habían tenido ninguna importancia… pero sentía
que en aquel momento, el mundo sobrenatural estaba conectado con el suyo y que
la desaparición de sus amigos no había sido solo pura casualidad, tenía que
estar conectada a aquellos rumores que circulaban por la escuela.
—He estado pensando… —comenzó a
hablar JongDae a la hora de la comida. Los demás alzaron su mirada de sus
respectivas comidas para indicarle que estaban atentos a todo lo que pudiera
decir—. Que podríamos investigar un poco o algo sobre las desapariciones de
todos los chicos homosexuales… a parte de lo que está haciendo la policía. ¿Qué
pensáis?
—Creo que estaría bien —lo secundó
JunMyeon—. Ellos no están buscando nada en ese sentido y así podríamos estar
más calmados haciendo algo, aunque no sea mucho.
—Sí —dijo Lu Han y los demás
asintieron—. Al menos así no me sentiría tan terriblemente mal por haber dejado
a mi hermano a merced de un maldito fantasma.
—Decidido entonces —sonrió JongDae,
satisfecho por la respuesta afirmativa de sus compañeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario