Título: Super Special Boy
Autora: Riz Aino
Parejas: SeungWooSeok (Han SeungWoo + Kim WooSeok) (X1 | UP10TION
+ VICTON)
Clasificación: PG
Géneros: AU, libraries, romance, fluff
Numero de palabras: 1.434 palabras
Resumen: en el aburrido turno de SeungWoo en la librería, conoce
a un chico super especial que espera volver a ver muchas veces más.
Notas: el título ha sido cogido de la canción “Super Special
Girl” pero con un arreglillo (?). No tiene nada que ver con dicha canción, pero
me apetecía que se llamara así.
Comentario de
autora: básicamente WooShin y sus
gafillas redondas más grandes que su cara son la cosa más adorable del universo
y servidora quería hacer algo adorable con eso. Espero que os guste.
Super Special Boy
Unas gigantescas gafas redondas fueron lo primero que
SeungWoo vio cuando alzó su cabeza del libro que había estado leyendo mientras
algún cliente decidía acercarse a él con algún libro en la mano para que se lo
cobrara. Detrás de aquellas gafas, se encontraba el rostro de un chico, unos
ojos brillantes, agrandados por el efecto del grueso cristal, una nariz recta y
pequeña por la cual las gafas debían de resbalársele continuamente y una boca
igualmente pequeña de labios finos encajados en una cara también diminuta. Lo
único grande eran aquellas gafas redondas. Su cuerpo, en comparación con el de
SeungWoo, también era pequeño. No tenía los hombros cuadrados ni la espalda
ancha, era bastante delgado y, aunque no era especialmente bajito, tampoco era
alto; su ropa, además, lo hacía ver mucho más menudo de lo que era, su cuerpo
nadando en una camiseta negra con una frase impresa encima en inglés que a él
le habría quedado pequeña. Era bastante mono, debía de admitir.
—Perdona… —murmuró el muchacho, sacándolo de su
ensimismamiento—. Me gustaría comprar este libro —le dijo, enseñándole el libro
que llevaba en sus manos.
SeungWoo asintió, colocando el señalador en la página por
la cual se había quedado leyendo su libro y cerrándolo, para después teclear
con su mano derecha la contraseña del ordenador y con la izquierda hacerle un
gesto al chico para que le entregara el libro. Sus dedos se rozaron levemente
en la entrega del libro y SeungWoo decidió hacer caso omiso al aleteo que
aquello provocó en su corazón, dedicándose simplemente a su función de escanear
el código del libro en sus manos para decirle el precio y verificar la compra.
—Son 10.000 wons —anunció—. ¿Quieres una bolsa?
El chico negó con su cabeza cuando SeungWoo alzó su vista
de nuevo para mirarlo, después, comenzó a rebuscar en su mochila hasta que dio
con su billetera y le dio el dinero justo. Al hacer el intercambio
dinero–libro, sus dedos volvieron a rozarse, pero SeungWoo volvió a ignorar el
aleteo de su corazón en favor de guardar el dinero en la caja. No tardó más que
unos segundos en hacerlo, gracias a la práctica que había adquirido en los
últimos meses que había estado allí trabajando y, cuando volvió a mirar al
chico, este estaba terminando de cerrar su mochila también negra, como el resto
de su indumentaria.
—Gracias por tu compra, espero que vuelvas pronto —le
dijo, usando la frase que generalmente les decía a los clientes, una frase que,
por algún motivo, provocó que las mejillas del chico se tiñeran de rojo por
debajo de sus gafas.
—Lo haré —respondió, su voz ligeramente temblorosa, antes
de hacerle una leve inclinación de cabeza y salir corriendo de la librería.
SeungWoo sonrió, sin poder apartar
la mirada del chico a través del escaparate de la librería hasta que se perdió de
vista calle abajo. Era muy mono, tímido y adorable, así que, esperaba que
mantuviera su palabra y fuera por allí pronto —y en su turno para que pudiera
verlo—.
~
Generalmente,
SeungWoo se pasaba la mayor parte del tiempo con su puntiaguda nariz pegada a
las páginas de algún libro mientras se encontraba en el trabajo, porque aquella
era una librería pequeña con tan solo unas pocas estanterías bajas repartidas
por el local y solo le hacía falta levantar su vista de vez en cuando para
verificar que todo estaba en orden. No obstante, en las últimas dos semanas,
SeungWoo había sido incapaz de meter su nariz en el libro que estaba leyendo
desde hacía dos semanas en su turno, lo cual era una gran novedad porque
devoraba libros y no había ninguno, por muchas páginas que tuviera, que lo
acompañara por más de una semana… y todo era por aquel chico, aquel chico cuyas
gafas redondas eran casi lo único que podía verse de su rostro si uno no se
fijaba con atención en él.
Al
final, el chico había vuelto tal y como había dicho que lo haría. Prácticamente
iba todos los días a la librería y, aunque no comprara libros todos los días,
siempre estaba algún rato ojeando las estanterías, rozando con la yema de sus
dedos los lomos de los libros, leyendo los títulos de estos simplemente
moviendo sus labios, sin emitir sonido alguno. Y SeungWoo no podía dejar de
mirarlo. Desde que entraba por la puerta del local, haciendo que la pequeña
campanilla tintineara, SeungWoo alzaba la cabeza de su libro, colocando su
señalador para no perder la página por la que iba, y seguía con sus ojos el
camino que el chico realizaba por el local sin dejar de mirarlo hasta que
finalmente salía por la puerta.
Era muy
mono y adoraba ver cómo desde sus mejillas hasta la punta de sus orejas se
volvía de color rojo brillante cada vez que sus ojos se encontraban… y SeungWoo
comenzó a pensar en que se empezaba a sentir atraído hacia él como las abejas a
la miel, algo que no le había pasado con nadie desde SeungSik, y de eso había
pasado ya bastante tiempo. Durante el último año, la única compañía que había
tenido había sido la de los libros que leía y que lo llevaban a experimentar
mil y una situaciones simplemente pasando las páginas de éstos… y, para variar,
SeungWoo quería volver a tener la compañía de otra persona a su lado. La única
persona que había provocado que dejara de tener su nariz pegada a las páginas
de algún libro y mirara a su alrededor parecía la indicada para ello.
~
—Estoy
a punto de cerrar… ¿te gustaría que fuéramos a cenar? —le comentó SeungWoo al
chico cuando éste se colocó frente a él, tendiéndole un libro que había cogido:
el último de Murakami. Detrás de sus enormes gafas redondas, el muchacho esbozó
una expresión de confusión y SeungWoo se mordió la lengua levemente por haber
hablado antes de pensar—. Quiero decir… no te conozco más que de cuando vienes
por aquí a mirar y eso… pero me gustaría conocerte y poder hablar contigo…
aunque ni siquiera sé tu nombre… ni tú tampoco sabes el mío y…
SeungWoo tardó unos segundos en
darse cuenta de que realmente no estaba haciendo las cosas bien y que, por
muchos libros que hubiera leído, las palabras nunca se le habían dado tan bien
como a sus autores favoritos y estaba convirtiendo aquello en un momento
bochornoso e incómodo en lugar de una proposición de una cita. Menos mal que a
aquellas horas de la noche no había nadie más que ellos dos en la librería,
porque compartir aquel bochorno con alguien más habría sido totalmente
desastroso.
—WooSeok
—murmuró el muchacho, con una pequeña sonrisa pintada en sus labios y sus
mejillas casi tan rojas como los números de su cuenta bancaria—. Me llamo Kim
WooSeok. ¿Y tú? —el chico le tendió la mano y SeungWoo dejó el libro sobre el
mostrador para poder estrechársela.
—SeungWoo
—dijo automáticamente—. Han SeungWoo.
—Han
SeungWoo —susurró entonces WooSeok, como para el mismo, sus manos todavía
unidas—. Sí… me gustaría acompañarte a cenar.
Y
entonces le dedicó una brillante sonrisa que hizo que sus ojos desaparecieran
en dos medias lunas detrás de sus gafas y que provocó que el corazón de
SeungWoo se saltara un latido. Aquello no había ido exactamente como lo había
planeado, pero había ido bien a pesar de todo, por lo que se reafirmó en su
idea de que aquel chico era especial y no quería pasar el resto de su vida sin
haber tratado al menos de conocerlo.
Notas finales:
—Tengo
que decir que la idea me vino a las 3 de la mañana y me acosté a las 4 escribiéndola
desde el móvil (luego la corregí y le agregué cosas, pero lo esencial lo hice
en esa madrugada).
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