domingo, 14 de febrero de 2021

[One Shot] (Inter)National Producers Picks: Super Special Boy {SeungWooSeok}

Título: Super Special Boy

Autora: Riz Aino

Parejas: SeungWooSeok (Han SeungWoo + Kim WooSeok) (X1 | UP10TION + VICTON)

Clasificación: PG

Géneros: AU, libraries, romance, fluff

Numero de palabras: 1.434 palabras

Resumen: en el aburrido turno de SeungWoo en la librería, conoce a un chico super especial que espera volver a ver muchas veces más.

Notas: el título ha sido cogido de la canción “Super Special Girl” pero con un arreglillo (?). No tiene nada que ver con dicha canción, pero me apetecía que se llamara así.

Comentario de autora: básicamente WooShin y sus gafillas redondas más grandes que su cara son la cosa más adorable del universo y servidora quería hacer algo adorable con eso. Espero que os guste.

 

Super Special Boy

 

Unas gigantescas gafas redondas fueron lo primero que SeungWoo vio cuando alzó su cabeza del libro que había estado leyendo mientras algún cliente decidía acercarse a él con algún libro en la mano para que se lo cobrara. Detrás de aquellas gafas, se encontraba el rostro de un chico, unos ojos brillantes, agrandados por el efecto del grueso cristal, una nariz recta y pequeña por la cual las gafas debían de resbalársele continuamente y una boca igualmente pequeña de labios finos encajados en una cara también diminuta. Lo único grande eran aquellas gafas redondas. Su cuerpo, en comparación con el de SeungWoo, también era pequeño. No tenía los hombros cuadrados ni la espalda ancha, era bastante delgado y, aunque no era especialmente bajito, tampoco era alto; su ropa, además, lo hacía ver mucho más menudo de lo que era, su cuerpo nadando en una camiseta negra con una frase impresa encima en inglés que a él le habría quedado pequeña. Era bastante mono, debía de admitir.

 

—Perdona… —murmuró el muchacho, sacándolo de su ensimismamiento—. Me gustaría comprar este libro —le dijo, enseñándole el libro que llevaba en sus manos.

 

SeungWoo asintió, colocando el señalador en la página por la cual se había quedado leyendo su libro y cerrándolo, para después teclear con su mano derecha la contraseña del ordenador y con la izquierda hacerle un gesto al chico para que le entregara el libro. Sus dedos se rozaron levemente en la entrega del libro y SeungWoo decidió hacer caso omiso al aleteo que aquello provocó en su corazón, dedicándose simplemente a su función de escanear el código del libro en sus manos para decirle el precio y verificar la compra.

 

—Son 10.000 wons —anunció—. ¿Quieres una bolsa?

 

El chico negó con su cabeza cuando SeungWoo alzó su vista de nuevo para mirarlo, después, comenzó a rebuscar en su mochila hasta que dio con su billetera y le dio el dinero justo. Al hacer el intercambio dinero–libro, sus dedos volvieron a rozarse, pero SeungWoo volvió a ignorar el aleteo de su corazón en favor de guardar el dinero en la caja. No tardó más que unos segundos en hacerlo, gracias a la práctica que había adquirido en los últimos meses que había estado allí trabajando y, cuando volvió a mirar al chico, este estaba terminando de cerrar su mochila también negra, como el resto de su indumentaria.

 

—Gracias por tu compra, espero que vuelvas pronto —le dijo, usando la frase que generalmente les decía a los clientes, una frase que, por algún motivo, provocó que las mejillas del chico se tiñeran de rojo por debajo de sus gafas.

—Lo haré —respondió, su voz ligeramente temblorosa, antes de hacerle una leve inclinación de cabeza y salir corriendo de la librería.

 

            SeungWoo sonrió, sin poder apartar la mirada del chico a través del escaparate de la librería hasta que se perdió de vista calle abajo. Era muy mono, tímido y adorable, así que, esperaba que mantuviera su palabra y fuera por allí pronto —y en su turno para que pudiera verlo—.

 

~

 

            Generalmente, SeungWoo se pasaba la mayor parte del tiempo con su puntiaguda nariz pegada a las páginas de algún libro mientras se encontraba en el trabajo, porque aquella era una librería pequeña con tan solo unas pocas estanterías bajas repartidas por el local y solo le hacía falta levantar su vista de vez en cuando para verificar que todo estaba en orden. No obstante, en las últimas dos semanas, SeungWoo había sido incapaz de meter su nariz en el libro que estaba leyendo desde hacía dos semanas en su turno, lo cual era una gran novedad porque devoraba libros y no había ninguno, por muchas páginas que tuviera, que lo acompañara por más de una semana… y todo era por aquel chico, aquel chico cuyas gafas redondas eran casi lo único que podía verse de su rostro si uno no se fijaba con atención en él.

 

            Al final, el chico había vuelto tal y como había dicho que lo haría. Prácticamente iba todos los días a la librería y, aunque no comprara libros todos los días, siempre estaba algún rato ojeando las estanterías, rozando con la yema de sus dedos los lomos de los libros, leyendo los títulos de estos simplemente moviendo sus labios, sin emitir sonido alguno. Y SeungWoo no podía dejar de mirarlo. Desde que entraba por la puerta del local, haciendo que la pequeña campanilla tintineara, SeungWoo alzaba la cabeza de su libro, colocando su señalador para no perder la página por la que iba, y seguía con sus ojos el camino que el chico realizaba por el local sin dejar de mirarlo hasta que finalmente salía por la puerta.

 

            Era muy mono y adoraba ver cómo desde sus mejillas hasta la punta de sus orejas se volvía de color rojo brillante cada vez que sus ojos se encontraban… y SeungWoo comenzó a pensar en que se empezaba a sentir atraído hacia él como las abejas a la miel, algo que no le había pasado con nadie desde SeungSik, y de eso había pasado ya bastante tiempo. Durante el último año, la única compañía que había tenido había sido la de los libros que leía y que lo llevaban a experimentar mil y una situaciones simplemente pasando las páginas de éstos… y, para variar, SeungWoo quería volver a tener la compañía de otra persona a su lado. La única persona que había provocado que dejara de tener su nariz pegada a las páginas de algún libro y mirara a su alrededor parecía la indicada para ello.

 

~

 

            —Estoy a punto de cerrar… ¿te gustaría que fuéramos a cenar? —le comentó SeungWoo al chico cuando éste se colocó frente a él, tendiéndole un libro que había cogido: el último de Murakami. Detrás de sus enormes gafas redondas, el muchacho esbozó una expresión de confusión y SeungWoo se mordió la lengua levemente por haber hablado antes de pensar—. Quiero decir… no te conozco más que de cuando vienes por aquí a mirar y eso… pero me gustaría conocerte y poder hablar contigo… aunque ni siquiera sé tu nombre… ni tú tampoco sabes el mío y…

 

            SeungWoo tardó unos segundos en darse cuenta de que realmente no estaba haciendo las cosas bien y que, por muchos libros que hubiera leído, las palabras nunca se le habían dado tan bien como a sus autores favoritos y estaba convirtiendo aquello en un momento bochornoso e incómodo en lugar de una proposición de una cita. Menos mal que a aquellas horas de la noche no había nadie más que ellos dos en la librería, porque compartir aquel bochorno con alguien más habría sido totalmente desastroso.

 

            —WooSeok —murmuró el muchacho, con una pequeña sonrisa pintada en sus labios y sus mejillas casi tan rojas como los números de su cuenta bancaria—. Me llamo Kim WooSeok. ¿Y tú? —el chico le tendió la mano y SeungWoo dejó el libro sobre el mostrador para poder estrechársela.

            —SeungWoo —dijo automáticamente—. Han SeungWoo.

            —Han SeungWoo —susurró entonces WooSeok, como para el mismo, sus manos todavía unidas—. Sí… me gustaría acompañarte a cenar.

 

            Y entonces le dedicó una brillante sonrisa que hizo que sus ojos desaparecieran en dos medias lunas detrás de sus gafas y que provocó que el corazón de SeungWoo se saltara un latido. Aquello no había ido exactamente como lo había planeado, pero había ido bien a pesar de todo, por lo que se reafirmó en su idea de que aquel chico era especial y no quería pasar el resto de su vida sin haber tratado al menos de conocerlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Tengo que decir que la idea me vino a las 3 de la mañana y me acosté a las 4 escribiéndola desde el móvil (luego la corregí y le agregué cosas, pero lo esencial lo hice en esa madrugada).

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