miércoles, 29 de septiembre de 2021

[One Shot] Moonlight Lovers {KyuSung}

Título: Moonlight Lovers

Autora: Riz Aino

Parejas: KyuSung (KB + Love) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, werewolf, abo, romance, drama, smut, pwp

Numero de palabras: 5.641 palabras

Resumen: JiSung, su compañero de piso, siempre había sido algo misterioso… pero KyuBin jamás se habría esperado descubrir su mayor secreto.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas, un poco furrys (?).

Notas: aquel fansign (no me preguntéis cual porque no me acuerdo del día) en el que JiSung acabó con orejas y cola por los suelos me dio la idea para esto.

Comentario de autora: estos dos son un poquito furrys, así que, era cuestión de tiempo que yo acabara escribiendo algo como esto. Espero que os guste.

 




            Cuando KyuBin llegó a casa, un poco antes de lo habitual, se extrañó un poco porque todas las luces del piso estaban apagadas, a pesar de que ya hacía un buen rato que se había hecho de noche. Por la hora que era, JiSung, su compañero de piso, debía de seguir en el lugar porque, aunque lo había avisado de que iba a pasar un par de días fuera, se suponía que iba a salir más tarde del piso. A KyuBin le extrañó, pero tampoco le prestó demasiada atención a ello, probablemente JiSung habría decidido salir un poco antes. Se quitó los zapatos en la entrada y dejó sus cosas, yendo hasta la cocina para beber agua y respirar un poco, relajándose y dejándose caer en la encimera unos momentos. Había sido un día duro en el trabajo y menos mal que había podido salir una hora antes para poder descansar como se merecía. A partir de ese día comenzaban sus vacaciones y pensaba pasarse el día tumbado en la cama viendo películas y series sin que nada ni nadie se interpusiera en su camino.

 

            Todavía a oscuras, porque se conocía el piso demasiado bien y casi podía andar por él con los ojos cerrados, KyuBin salió de la cocina y se dirigió hacia su habitación. Solo había puesto un pie en el corto pasillo que llevaba a los dos dormitorios cuando escuchó un gemido y se detuvo en seco, sorprendido. Tanto él como JiSung se habían llevado sus ligues al piso de vez en cuando, pero siempre procuraban hacer el mínimo ruido posible, así que, no era corriente que se les escuchara —ni a ellos ni a sus parejas sexuales—. No obstante, KyuBin había vuelto pronto del trabajo, más temprano de lo habitual, probablemente JiSung no hubiera contado con su presencia hasta más tarde y hubiera pensado que podían hacer ruido sin ningún problema. Una vez la sorpresa se le pasó, simplemente reanudó su camino, tratando de hacer el menor ruido posible para no alertar de su presencia y que JiSung y su acompañante siguieran disfrutando tranquilos, llegando hasta la puerta de su habitación y abriéndola con cuidado. En cuanto entró a su cuarto, KyuBin se encontró con una escena que jamás habría pensado que se encontraría.

 

            Sobre su cama, desecha, con las sábanas arrugadas, se encontraba su compañero de piso, JiSung, medio desnudo, masturbándose mientras hundía su rostro en su almohada, con una cola peluda saliendo de su baja espalda y unas orejas igualmente en lo alto de su cabeza, de un color azulado y grisáceo, contrastando con su pelo negro azabache. KyuBin se quedó completamente paralizado en la puerta, con los ojos como platos observando aquella escena, casi sin respirar, dudando de que lo que estaba viendo fuera real. Debía de estar demasiado cansado y escuchar el gemido unos momentos antes, debía estar haciendo que tuviera alucinaciones, unas alucinaciones como si se hubiera tomado veinte drogas diferentes y a la vez. Aquello no podía estar pasando porque no era posible. JiSung no podía estar medio desnudo sobre su cama, masturbándose y, sobre todo, JiSung no podía tener cola ni orejas como si fuera un perro o un lobo o un zorro o lo que fuera.

 

            Un nuevo gemido provocó que KyuBin saliera de sus pensamientos y acabara volviendo a la realidad, no pudiendo evitar llamar el nombre de JiSung, llamando la atención del chico.

 

            —¿JiSung?

 

            Su compañero de piso alzó rápidamente su cabeza de su almohada, asustado, sorprendido, sus ojos abiertos al máximo. JiSung se quedó paralizado, observándolo, durante unos momentos, como si toda su vida le estuviera pasando por delante, jadeando, su pecho subiendo y bajando rápidamente, sus ojos moviéndose rápidamente de un lado a otro. No lo esperaba allí, de la misma forma que KyuBin no había esperado encontrárselo de aquella manera tampoco. Era una situación violenta, extraña y, sobre todo, KyuBin estaba sumamente confuso por todo aquello, por JiSung medio desnudo sobre su cama, masturbándose, y porque además tenía orejas y cola; sin embargo, al ver cómo el otro comenzaba casi a hiperventilar, trató de pensar en una forma de calmarlo para que no le diera algo.

 

            —JiSung —volvió a llamar su nombre—. No te preocupes… no… no estoy enfadado ni nada… —le dijo, tratando de sonar lo más calmado y conciliador posible—. No me molesta nada… —añadió—. Tranquilo. Respira hondo.

 

            JiSung lo siguió observando de la misma forma, asustado, durante unos momentos, antes de comenzar a hacerle caso y respirar hondo, profundamente. Necesitó varios minutos para calmarse por completo, pero cuando lo hizo, JiSung cerró sus ojos, como si se sintiera totalmente vencido. KyuBin no supo si lo correcto era acercarse o no a él, así que, simplemente se quedó en el quicio de la puerta, esperando, esperando a que su compañero de piso reaccionara, le hablara o hiciera algún otro movimiento. No quería presionarlo. No quería hacer nada que lo asustara o avergonzara todavía más. Su propia mente iba a toda velocidad, así que, la de JiSung probablemente debía ir a mucha más velocidad que la suya. Tenía que explicarle cosas, demasiadas cosas y seguro que no quería hacerlo, KyuBin no querría hacerlo de estar en su situación, pero tampoco podía dejarlo huir porque se merecía aquella explicación.

 

            —KyuBin —murmuró JiSung, abriendo sus ojos, mirándolo—. No es… lo que parece…

 

            No era lo que parecía… KyuBin estuvo tentado a responder a aquello repitiendo sus mismas palabras, pero de forma sarcástica; no obstante, si hacía eso, lo único que conseguiría sería hacer huir a JiSung, encerrarse más y nunca le contaría nada, por lo que simplemente suspiró profundamente y clavó sus ojos en los de su compañero de piso.

 

            —Lo siento —añadió JiSung—. Lo siento.

            —No tienes por qué sentirlo —fue lo que dijo él finalmente, rompiendo su silencio—. No estoy enfadado, sorprendido quizás —y agregó, tratando de sonar divertido, para quitarle un poco de hierro al asunto—, es la primera vez que te veo la cola… bueno… las.

 

            Los ojos de JiSung se volvieron a abrir al máximo y después, como si se hubiera acordado con sus palabras que estaba medio desnudo ante él, tiró de las sábanas de su cama fuertemente para cubrirse con la tela. KyuBin no pudo evitar esbozar una sonrisa y trató de dar un paso hacia él, pero JiSung se encogió sobre sí mismo y acabó quedándose en la puerta. Todavía no parecía estar preparado para que se le acercara, así que, le daría todo el tiempo y espacio que necesitara, aunque se estuviera muriendo de curiosidad por saber qué era lo que estaba pasando allí. Porque KyuBin había oído que los hombres lobo existían de verdad, que vivían entre el resto de la humanidad de forma normal y corriente, que se mezclaban en la sociedad como si nada y que, solo una vez al mes se transformaban en lobos… pero nunca se había creído que existieran de verdad. No obstante, teniendo a JiSung, de aquella forma ante él, no podía evitar pensar en que la explicación más plausible para toda aquella locura era que JiSung fuera un hombre lobo a medio transformar, aunque no entendiera la parte de por qué se estaba masturbando en su habitación, con la nariz metida en su almohada.

 

            —Lo siento… —volvió a repetir JiSung—. Es… todo es… complicado…

            —Tengo todo el tiempo del mundo —respondió KyuBin—. Hoy comienzan mis vacaciones.

 

            JiSung volvió a quedarse en silencio durante unos momentos, mirándolo, observándolo como si estuviera evaluando si debía de contarle o no la verdad de lo que estaba sucediendo, la verdad de por qué se lo había encontrado de aquella forma. KyuBin no supo cuánto tiempo pasó realmente, casi perdió la noción del tiempo esperando a que su compañero de piso volviera a hablar, pero cuando JiSung abrió la boca de nuevo, puso toda su atención en escuchar todo lo que éste le tenía que decir.

 

            —Seguro que piensas que es una locura… —comenzó—, pero… lo que escuches ahora, no puedes contárselo a nadie. Tienes que guardar el secreto.

            —Sabes que soy de fiar, JiSung —le contestó y JiSung asintió.

 

KyuBin sabía perfectamente que lo que acababa de presenciar era algo bastante extraño y, sobre todo, importante para JiSung, así que, por aquello no iba a haber problema. Nunca se había metido en los asuntos de su compañero de piso y nunca se habría inmiscuido en ellos si no se hubiera encontrado aquel percal.

 

            —Lo sé —respondió el otro y después cogió aire para decir las siguientes palabras—: soy un hombre lobo, KyuBin.

 

            La reacción inmediata de su cerebro fue descartar lo que le acababa de decir como la realidad y mandó la orden de reírse a carcajadas por aquello, pero KyuBin se contuvo a duras penas y trató de no reírse. Lo había escuchado bien. JiSung no había dicho nada que pudiera malinterpretarse. Le había visto la cola momentos antes y, literalmente, le seguía viendo las orejas azuladas y plateadas sobre la cabeza. Siempre había algún loco que decía que los hombres lobo existían y que vivían entre el resto de los humanos, mezclándose con ellos como si fuera lo más natural posible, como si fueran personas normales y corrientes y KyuBin había escuchado mucho sobre esas cosas… nunca había pensado que fuera real, pero allí tenía la prueba viviente, semidesnuda sobre su cama, de que sí que lo eran.

 

            —Es… complicado de creer y aceptar… —murmuró KyuBin después de un rato en el que la mirada ansiosa de JiSung, no se despegó ni un solo segundo de él—, si puedes elaborar un poco más.

 

            JiSung suspiró profundamente, pero al final elaboró mucho más y le contó no solo que era un hombre lobo. Le contó que era una persona normal como el resto durante la mayor parte del tiempo, pero que la luna llena obraba cambios en él, de la misma forma que lo hacía con todos sus congéneres. Un día antes de la luna llena, su cuerpo reaccionaba y le salían orejas y cola al humano que era todos los días, mientras que el día de la luna llena, éste se transformaba en un lobo, para al día siguiente volver a tener orejas y cola de nuevo, pero siguiendo con su forma humana, como estaba en aquellos momentos. También le contó que ese era el motivo principal por el cual solía desaparecer todos los meses rondando la luna llena. KyuBin nunca se había percatado de ello, ya llevaban viviendo juntos un par de años y nunca se había cuestionado por qué JiSung desaparecía todos los meses porque ni siquiera se había dado cuenta de que lo hiciera. A pesar de vivir juntos, cada uno hacía su vida y, aunque a veces veían alguna película juntos, se encontraban para alguna comida o se sentaban a hablar de cualquier cosa, KyuBin nunca se había inmiscuido en sus asuntos ni le había echado cuentas, pero con todo lo que le acababa de contar, no podía evitar pensar en que debía de ser cierto porque no había realmente otra cosa que explicara aquello.

 

            —Vale… —murmuró KyuBin al final—. Digamos que te creo porque no hay ninguna otra explicación plausible para… tus orejas —dijo tras titubear un poco—. Por supuesto no le voy a contar a nadie nada de esto, así que no tienes que preocuparte por eso y si, a partir de ahora no quieres volver a irte cuando estés de esta forma, tampoco me importa, me gustan los perros.

            —No soy un perro —siseó JiSung.

            —Lo siento —respondió—. Solo quería quitarle un poco de hierro a todo el asunto para tratar de procesarlo —y añadió—: pero decía en serio lo de que podías quedarte en casa porque no me molesta.

 

            La realidad era esa. No estaba molesto ni enfadado. Estaba simplemente sorprendido porque no todo el mundo estaba viviendo bajo el mismo techo con un hombre lobo. También tenía un poco de curiosidad sobre JiSung y sobre su condición porque era algo bastante curioso y extraño y lo que le había explicado había sido algo bastante general sobre lo que le ocurría y por qué en aquel momento tenía orejas y cola, pero ya que había descubierto todo aquello, le gustaría saber algo más. No obstante, en esos momentos tampoco quería presionar mucho más a JiSung, aunque sí que le tenía que preguntar otra cosa para la que merecía explicación, porque era la que había provocado que toda la situación fuera un poco violenta y vergonzosa.

 

            —¿Es por la luna o algo que estuvieras aquí… masturbándote? —dijo.

 

            Al instante, el color rojo se apoderó del rostro de JiSung, que se tapó con las sábanas rápidamente por completo. KyuBin no pudo evitar soltar una corta risa por aquello porque había sido demasiado gracioso y adorable, pero se repuso rápidamente. Quizás lo tenía que haber preguntado con un poco de más tacto, pero simplemente le había salido así, así que, lo único que le quedaba era esperar a que JiSung volviera a estar preparado para hablarle y contestarle a lo que le había preguntado, porque no podía hacer otra cosa.

 

            JiSung tardó en volver a hablar un buen rato. No parecía dar señales de vida debajo de las sábanas y KyuBin casi había empezado a preocuparse, pero poco a poco, comenzó a aparecer de nuevo su rostro, mirándolo con vergüenza.

 

            —Entiendes un poco de… animales, ¿verdad? —comenzó JiSung y él asintió. Sabía de perros, más que nada, había tenido uno cuando era pequeño en casa con sus padres—. Los… animales a veces tienen… celo… —murmuró. KyuBin volvió a asentir, empezando a entender por dónde iba esa conversación en concreto—. No pasa siempre… pero a veces… la luna hace que… tenga una especie de celo y… —el otro se detuvo un segundo, mordiéndose el labio inferior antes de continuar—, necesito el olor de… alguien que pueda calmarme… sexualmente… —y añadió rápidamente—: te juro que esta es la primera vez que hago esto, normalmente a estas alturas ya estoy fuera del piso, pero hoy ha llegado todo antes de lo normal… el cambio, el celo… tú…

 

            JiSung parecía sentirse culpable porque lo hubiera encontrado de aquella forma, aparte de avergonzado, y KyuBin no tenía corazón para burlarse de él tampoco por ello. Su curiosidad inicial ya había sido satisfecha. No se había imaginado que aquella pudiera ser la razón por la que se había encontrado a su compañero de piso de aquella manera, pero éste parecía también sincero y lo más seguro era que hubiera pensado que no se enteraría y si KyuBin no hubiera llegado antes de lo normal a casa, no lo habría hecho. No habría encontrado a JiSung masturbándose en su habitación, usando su olor para calmarse, y no se habría enterado de que éste era un hombre lobo.

 

            En ese momento, una idea bastante salvaje se cruzó por su cabeza. Desde que se habían conocido cuando buscaba compañero de piso después de que su novio lo dejara, KyuBin había pensado que JiSung era muy guapo y atractivo y, bajo otras circunstancias, probablemente le habría tirado los tejos; no obstante, había preferido la comodidad y estabilidad que le daba simplemente una relación de compañeros de piso y nada más. Pero ahora, las cosas habían cambiado porque JiSung había acabado masturbándose en su cuarto, usando su olor para calmarse el celo… así que… ¿y si…?

 

            —¿Quieres que te ayude con el celo? —acabó preguntando antes de que su mente desechara aquella idea—. Si mi olor te calma… estar cerca y tocándote probablemente sea lo más rápido.

 

            JiSung se sorprendió ante la propuesta y KyuBin también se sorprendió un poco porque su intención no había sido decirla tal cual le había venido a la mente. No obstante, antes de que pudiera añadir un “si tú quieres”, JiSung ya había movido su cabeza de forma afirmativa y había comenzado a retirar con lentitud las sábanas con las que antes se había tapado, dejando al descubierto su miembro, todavía erecto y pulsante. Con las orejas azuladas y grisáceas sobre su cabeza, la camiseta blanca y desnudo de cintura para abajo, con su cola moviéndose lentamente sobre el colchón, JiSung formaba una estampa adorablemente sexual y KyuBin tuvo que tragar saliva antes de nada porque su boca se había quedado seca de repente.

 

            Una vez recobró un poco la compostura, finalmente cruzó el umbral de la puerta de su habitación y entró a esta, dirigiéndose a la cama, sentándose sobre el colchón, cerca de donde estaba JiSung, sin poder quitarle el ojo de encima, de la misma forma que éste no había dejado de observarlo mientras caminaba hacia él. Sin decir ni una sola palabra, KyuBin alargó su mano derecha y rozó con la yema de sus dedos, la piel caliente, húmeda y sensible de la punta del miembro de JiSung, provocando que éste se estremeciera con el contacto. Lo envolvió en su mano justo después, comenzando a masturbarlo, moviéndola arriba y abajo, sin poder dejar de observar las reacciones del otro. JiSung no gemía, al menos trataba de no hacerlo mordiendo su labio inferior con fuerza, sus ojos cerrados, su cabeza inclinada levemente hacia atrás, disfrutando del placer, sus manos arrugando las sábanas. Realmente una estampa adorable.

 

            KyuBin siguió tocándolo, moviendo su mano lentamente en ocasiones, mientras que en otras la movía rápidamente, observando las reacciones que el cambio de ritmo provocaba en JiSung y no pudiendo evitar esbozar una sonrisa pícara porque sus reacciones eran increíbles. Estuvo unos minutos de aquella forma, dejándolo al borde del abismo en un par de momentos, pero cambiando a un ritmo mucho más lento cada vez que JiSung casi estaba a punto de llegar al orgasmo, para que este fuera acumulándose dentro de su cuerpo y al final acabara siendo muchísimo mejor y más placentero. Tenía buenas manos para aquello. Sus dedos eran largos y huesudos, sus manos grandes y firmes. Todos con los que se había acostado le habían comentado aquello y KyuBin lo sabía a la perfección porque él también se tocaba con aquellas manos y sabía darse placer con ellas.

 

            En una de aquellas veces en las que cambió de ritmo, JiSung de repente sujetó su mano para que no pudiera moverla más y abrió sus ojos, mirándolo fijamente. KyuBin pensó que se había hartado de que jugara con él y que le iba a pedir que dejara de hacerlo, pero JiSung le dijo otra cosa que no se había esperado.

 

            —¿Puedo… puedo abrazarme a ti? —fue lo que le preguntó, pillándolo completamente desprevenido.

 

KyuBin no supo qué decir, así que, asintió casi por instinto. JiSung le dedicó una pequeña sonrisa y después se comenzó a mover sobre la cama hasta acabar sentándose sobre los muslos de KyuBin, pegándose a su cuerpo al máximo, hundiendo su rostro en el hueco entre su cuello y su hombro, inspirando hondo. KyuBin se quedó paralizado unos momentos por el calor que desprendía el cuerpo de JiSung y por cómo éste se había abrazado a él, de aquella forma casi tan íntima, pero luego volvió en sí y metió su mano entre sus cuerpos para tomar el miembro de JiSung con ella y masturbarlo de nuevo. Éste dejó escapar un leve gemido contra su piel que provocó que ésta se le erizara. KyuBin se dejó atrapar por aquella sensación durante unos segundos, pero rápidamente volvió en sí y continuó moviendo su mano para hacer que JiSung acabara en el paraíso. Aquella vez no jugó con él, simplemente lo masturbó rápido, más y más rápido, hasta que al final sintió un pequeño temblor en su mano justo antes de que éste se corriera. Un largo y grave gemido salió de los labios de JiSung, reverberando contra su oído, mientras su cuerpo sentía el orgasmo de arriba abajo.

 

            KyuBin notó contra su cuerpo cómo el de JiSung se relajaba y quedaba sin fuerzas contra el suyo, de la misma forma que notó su respiración acelerada contra su cuello y la humedad de su semen contra su estómago, comenzando a calarle por la tela de la camisa. JiSung tardó un poco en recomponerse de nuevo, pero cuando lo hizo, se alejó un poco de él y le dedicó una sonrisa satisfecha. KyuBin no pudo evitarlo y se inclinó hacia delante, atrapando los labios de JiSung con los suyos durante unos momentos. El otro no respondió al instante, como si la acción lo hubiera sorprendido, KyuBin mismo estaba sorprendido por ello y trató de alejarse de JiSung, pero antes de poder hacerlo, los labios de éste comenzaron a corresponderle el beso, moviéndose contra los suyos y buscando mucho más contacto. KyuBin no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa dentro del beso por la respuesta positiva y llevó sus manos al trasero de JiSung y tirar de su cuerpo hacia él, para que estuvieran mucho más pegados y no quedara ni un solo centímetro entre ellos. JiSung respondió a aquello abriendo su boca y sacando su lengua, rozando con ella los labios de KyuBin, que inmediatamente se partieron para dejarle paso a su boca, enredando sus lenguas, profundizando aún más el beso y quedándose sin respiración rápidamente por la precipitación de éste.

 

            Cuando se separaron, se miraron fijamente a los ojos unos instantes, antes de que JiSung se comenzara a reír a carcajadas y después escondiera su rostro en entra su cuello y su pecho. KyuBin quiso preguntarle qué era lo que pasaba para que se estuviera riendo de aquella forma, pero antes de hacerlo, se dio cuenta de que sus orejas lobunas sobresalían de su cabeza justo a la altura de su boca y, en un impulso, le mordió la oreja izquierda, solo usando sus labios y no sus dientes para ello, provocando que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de JiSung y un gemido de puro placer escapara de sus labios. Aquellas orejas debían de ser una zona muy sensible y erógena para él. JiSung se alejó de su pecho para dedicarle una mirada seria y KyuBin temió que hubiera hecho algo mal hasta que escuchó el reproche salió de los labios del otro.

 

            —No hagas eso si no quieres que me vuelva a poner caliente…

 

            KyuBin al final esbozó una sonrisa por la respuesta, provocando que se formara un puchero en los labios de JiSung, un puchero que besó de inmediato. Un beso corto que los dejó a ambos con ganas de más, pero KyuBin se separó de él para poder alcanzar de nuevo su oreja y morderla otra vez, provocando que otro gemido saliera de los labios de JiSung. Éste le dio un golpe en el pecho algo más fuerte de lo que KyuBin se esperaba y que lo dejó sin respiración un segundo, pero una vez pudo volver a respirar de nuevo, no pudo evitar que otra sonrisa apareciera en su rostro.

 

            —Te he dicho que no lo hicieras si no querías que me volviera a poner caliente.

 

JiSung repitió aquello, esta vez señalando entre sus cuerpos, para que KyuBin pudiera ver cómo su miembro, flácido tras el orgasmo, comenzaba a ponerse duro de nuevo. En ese momento, KyuBin se dio cuenta también de cómo había un bulto en su entrepierna del que no se había percatado antes. También se estaba poniendo duro, probablemente desde el primer momento en el que se había encontrado a JiSung masturbándose en su cama, pero después de los candentes besos, la sangre debía haberse ido acumulando en su miembro más y más. Ahora que se había dado cuenta, sí que notaba una leve presión en su entrepierna. JiSung también pareció darse cuenta de que se estaba poniendo duro, porque inmediatamente le preguntó:

 

            —¿Quieres que me haga cargo de esto?

            —¿Quieres que tengamos sexo? —cuestionó de vuelta.

 

            JiSung lo miró fijamente durante unos segundos para después asentir. Algo en el interior de KyuBin se removió y supuso que ese algo era el deseo más absoluto por el cuerpo de JiSung y por querer tener un buen rato de sexo con él, internándose en su cuerpo. JiSung rápidamente llevó las manos hacia su pecho para comenzar a desabrochar los pequeños botones de la camisa manchada con su semen, saltando un par de ellos por la precipitación de abrirla. KyuBin no pudo evitar reír por aquello, pero los labios del otro acallaron su risa, besándolo, buscando su lengua inmediatamente, enredándola con la suya, sus salivas mezclándose y resbalando por sus barbillas. KyuBin se sintió un poco abrumado por la rapidez y, cuando se separaron para respirar por unos segundos, tuvo que alejar a JiSung un poco para que echara el freno, porque éste ya había metido sus manos bajo la camisa, tocando su pecho, subiendo hasta sus hombros para bajarle la tela por los brazos y así quitársela.

 

            —Para un poco… —murmuró KyuBin—. No tenemos prisa…

            —Sí la tenemos —replicó JiSung—. Necesito sentirte dentro ya —añadió como una especie de gemido ahogado que lo encendió por completo.

 

            KyuBin nunca tenía prisa, siempre lo hacía lento, buscando el máximo placer para él y para la otra persona implicada, pero JiSung estaba demasiado caliente entre sus brazos y le acababa de decir que lo necesitaba dentro de una forma que hizo que KyuBin perdiera la poca cordura que tenía de normal. Se terminó de quitar la camisa, haciéndola un gurruño y tirándola al suelo sin tener cuidado de ella. JiSung soltó un pequeño gritito de júbilo y después volvió a inclinarse sobre él para besarlo, cogiéndole con la mano izquierda el mentón y tirando de su rostro hacia arriba, metiéndole la mano derecha por el pantalón y los calzoncillos para tocar su miembro duro directamente. El gemido que no pudo retener cuando la mano caliente de JiSung tocó su miembro quedó ahogado en la boca de éste, sus dedos largos y finos envolviendo su erección firmemente. KyuBin se recreó un segundo en aquella sensación y siguió correspondiendo a la insistente lengua de JiSung en su boca después, llevando de nuevo sus manos al trasero de este, afianzando su agarre en sus glúteos mientras éste seguía tocando su miembro dentro de sus pantalones, haciendo que mucha más sangre se acumulara en éste y que todas sus terminaciones nerviosas estuvieran mucho más sensibles, casi viendo las estrellas en sus párpados cada vez que cerraba sus ojos. Siempre había pensado que sus manos eran una maravilla creada para dar placer, pero las de JiSung realmente estaban a otro nivel.

 

            —No creo que… aguante mucho si haces esto mucho… —le comentó, separándose un solo segundo de él para respirar un poco.

 

Había sido completamente sincero. Se sentía a punto de estallar y no sabía cuánto tardaría en correrse si aquella mano seguía tocándolo.

 

            —Está bien —fue lo único que respondió JiSung.

 

            Inmediatamente después, sacó la mano de sus pantalones y se los desabrochó, bajándoselos un poco y sacando su miembro completamente erecto y pulsante. KyuBin hizo el ademán de levantarse para ir a por el lubricante y los condones que tenía en uno de los cajones de la cómoda, pero antes de que pudiera hacerlo, JiSung se alzó un poco, poniéndose de rodillas sobre la cama, una a cada lado de sus caderas y, sujetándole el miembro con una mano para mantenerlo recto, buscó su entrada y comenzó a descender. Cuando su punta rozó el ano del otro, KyuBin lo sujetó por los hombros para que no siguiera y lo miró con un poco de pánico.

 

            —Deja que vaya a por el lubricante y condones —le dijo—, o te digo donde están y vas tú, pero no hagas esto o te vas a hacer daño.

            —No me voy a hacer daño —respondió JiSung, con una sonrisa divertida ante la confusión de KyuBin—. Estoy en pleno celo —dijo—, ahora mismo estoy lubricado naturalmente y completamente preparado para cualquier cosa que me quiera meter.

 

            KyuBin abrió los ojos como platos ante aquella información y formó una “o” en sus labios en la que JiSung dejó un beso corto antes de continuar con lo que KyuBin había parado. Un segundo después, su miembro comenzaba a entrar en su cuerpo lentamente, sin ningún problema y, por la expresión deleitada en el rostro de JiSung, parecía que él también estaba disfrutando la penetración tanto como él. las paredes del recto de éste lo apretaban a medida que iba descendiendo y KyuBin no pudo evitar gemir grave y alto porque estaba sintiéndose como nunca. Siempre se había puesto condón, el contacto piel con piel era completamente nuevo para él y solo con la penetración estaba en el paraíso prácticamente. Cuando JiSung finalmente acabó introduciéndose su miembro hasta la base, llegando a lo más profundo, se quedó durante unos momentos quieto, como si estuviera tratando de acostumbrarse y recuperando la respiración. KyuBin tampoco lo forzó. Aquella también era la primera vez que penetraba a alguien sin lubricante y, aunque sentía que su miembro había ido avanzando lentamente en su interior sin ningún problema, no sabía cómo ni cuándo debía de moverse. Dejaría que JiSung marcase el ritmo, dejaría que lo cabalgara y simplemente disfrutaría de todas aquellas nuevas sensaciones que lo estaban volviendo completamente loco.

 

            JiSung no tardó mucho en comenzar a moverse, primero lentamente, llevando sus manos hasta los hombros de KyuBin para sujetarse y así poder mantener bien el equilibrio mientras trazaba movimientos ascendentes y descendentes con sus caderas, no demasiado acusados, solo un poco, lo suficiente para que ambos sintieran mucho más y mejor la penetración. JiSung se mordía el labio inferior, concentrado, disfrutando del placer, sin gemir en voz alta, pero dejando escapar algún jadeo de vez en cuando. KyuBin, por el contrario, no paraba de lanzar pequeños gemidos de placer al caliente aire de la habitación y, antes de que los vecinos comenzaran a aporrear la pared para pedirles silencio, acabó llevando sus labios al cuello de JiSung, comenzando a besarlo y a la merlo y a morderlo, probablemente dejaría marca en su paso por aquel lugar, pero en esos momentos no podía importarle menos y a JiSung parecía importarle menos aún porque sus jadeos se volvieron continuos y sus movimientos más rápidos, casi erráticos.

 

            KyuBin se sentía cada vez más cerca del orgasmo y, por cómo había comenzado a moverse JiSung, él también debía de estar próximo a ello, así que, llevó su mano derecha entre sus cuerpos para envolver de nuevo el miembro de JiSung con ella, moviéndola arriba y abajo, al mismo ritmo que JiSung se movía sobre su miembro. Aquel ritmo rápido, frenético, errático, no tardó demasiado en dar sus frutos y finalmente ambos acabaron llegando al orgasmo a la vez, JiSung corriéndose en su mano de nuevo, entre ellos, él dentro de su cuerpo. Durante unos momentos, ambos se quedaron quietos, tratando de recuperar la respiración, disfrutando del exquisito orgasmo que acababan de experimentar. KyuBin había cerrado sus ojos, todavía con su rostro hundido en el cuello de JiSung, disfrutando de cómo todas sus terminaciones nerviosas le gritaban que aquello había sido completamente increíble y que necesitaba más, mucho más.

 

            Tan solo unos momentos más tarde, JiSung se movía un poco sobre sus muslos para que su miembro saliera de su interior, completamente flácido, su semen resbalando lentamente por la parte interior de sus piernas. Ambos dejaron escapar un leve suspiro cuando dejaron de estar conectados y JiSung volvió a sentarse sobre sus piernas, pegándose a su cuerpo de nuevo, hundiendo su rostro en el hueco entre su cuello y el hueso de su clavícula, dejando un par de besos en el lugar.

 

            —Creo que… es la primera vez que se me pasa el celo tan rápido… —murmuró desde allí, su voz reverberando contra su piel—. La próxima vez que lo tenga, vendré a ti directamente.

            —No hace falta que lo tengas… —respondió KyuBin, aunque el simple hecho de pensar en volver a verlo ante él con aquellas orejas y cola azuladas y plateadas, adorablemente como lo había hecho esa noche, hacía que su miembro volviera a pulsar—, puedes venir a mí cada vez que quieras… con celo o sin él… —y añadió—: y yo también podría ir a ti… si quieres…

 

            KyuBin notó la sonrisa de JiSung contra su piel antes de que éste se alzara y la pudiera ver con sus propios ojos, una sonrisa complacida y feliz.

 

            —Me parece una idea maravillosa —respondió.

 

            KyuBin no pudo evitar inclinarse de nuevo hacia él para besar sus labios por enésima vez aquella noche, sintiéndose afortunado por cómo se habían desarrollado los acontecimientos esa noche, aunque cuando había entrado a su habitación y se había encontrado aquella escena se había sorprendido tanto que no había sabido cómo reaccionar. A partir de esa noche esperaba encontrarse muchas más veces una escena como aquella para poder tocar y besar a JiSung hasta el infinito.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—En esta historia JiSung es un poco out of character porque estoy terriblemente segura de que las reacciones que aquí tiene serían las opuestas a las que tendría si esta situación fuera “real”, pero a veces una se toma sus licencias y me apetecía mucho más un wolfboy adorable para el desarrollo de esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario