Título: Moonlight Lovers
Autora:
Riz Aino
Parejas:
KyuSung (KB + Love) (OnlyOneOf)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, werewolf, abo, romance, drama, smut, pwp
Numero de palabras:
5.641 palabras
Resumen:
JiSung, su compañero de piso, siempre había sido algo misterioso… pero KyuBin
jamás se habría esperado descubrir su mayor secreto.
Advertencias:
relaciones sexuales explícitas, un poco furrys (?).
Notas: aquel fansign
(no me preguntéis cual porque no me acuerdo del día) en el que JiSung acabó con
orejas y cola por los suelos me dio la idea para esto.
Comentario de autora:
estos dos son un poquito furrys, así que, era cuestión de tiempo que yo acabara
escribiendo algo como esto. Espero que os guste.
Cuando KyuBin llegó a casa, un poco
antes de lo habitual, se extrañó un poco porque todas las luces del piso
estaban apagadas, a pesar de que ya hacía un buen rato que se había hecho de
noche. Por la hora que era, JiSung, su compañero de piso, debía de seguir en el
lugar porque, aunque lo había avisado de que iba a pasar un par de días fuera,
se suponía que iba a salir más tarde del piso. A KyuBin le extrañó, pero
tampoco le prestó demasiada atención a ello, probablemente JiSung habría
decidido salir un poco antes. Se quitó los zapatos en la entrada y dejó sus
cosas, yendo hasta la cocina para beber agua y respirar un poco, relajándose y
dejándose caer en la encimera unos momentos. Había sido un día duro en el
trabajo y menos mal que había podido salir una hora antes para poder descansar como
se merecía. A partir de ese día comenzaban sus vacaciones y pensaba pasarse el
día tumbado en la cama viendo películas y series sin que nada ni nadie se
interpusiera en su camino.
Todavía a oscuras, porque se conocía
el piso demasiado bien y casi podía andar por él con los ojos cerrados, KyuBin
salió de la cocina y se dirigió hacia su habitación. Solo había puesto un pie
en el corto pasillo que llevaba a los dos dormitorios cuando escuchó un gemido
y se detuvo en seco, sorprendido. Tanto él como JiSung se habían llevado sus
ligues al piso de vez en cuando, pero siempre procuraban hacer el mínimo ruido
posible, así que, no era corriente que se les escuchara —ni a ellos ni a sus
parejas sexuales—. No obstante, KyuBin había vuelto pronto del trabajo, más
temprano de lo habitual, probablemente JiSung no hubiera contado con su
presencia hasta más tarde y hubiera pensado que podían hacer ruido sin ningún
problema. Una vez la sorpresa se le pasó, simplemente reanudó su camino,
tratando de hacer el menor ruido posible para no alertar de su presencia y que
JiSung y su acompañante siguieran disfrutando tranquilos, llegando hasta la
puerta de su habitación y abriéndola con cuidado. En cuanto entró a su cuarto,
KyuBin se encontró con una escena que jamás habría pensado que se encontraría.
Sobre su cama, desecha, con las sábanas arrugadas, se
encontraba su compañero de piso, JiSung, medio desnudo, masturbándose mientras
hundía su rostro en su almohada, con una cola peluda saliendo de su baja
espalda y unas orejas igualmente en lo alto de su cabeza, de un color azulado y
grisáceo, contrastando con su pelo negro azabache. KyuBin se quedó completamente
paralizado en la puerta, con los ojos como platos observando aquella escena,
casi sin respirar, dudando de que lo que estaba viendo fuera real. Debía de
estar demasiado cansado y escuchar el gemido unos momentos antes, debía estar
haciendo que tuviera alucinaciones, unas alucinaciones como si se hubiera
tomado veinte drogas diferentes y a la vez. Aquello no podía estar pasando porque
no era posible. JiSung no podía estar medio desnudo sobre su cama,
masturbándose y, sobre todo, JiSung no podía tener cola ni orejas como si fuera
un perro o un lobo o un zorro o lo que fuera.
Un nuevo gemido provocó que KyuBin saliera de sus
pensamientos y acabara volviendo a la realidad, no pudiendo evitar llamar el
nombre de JiSung, llamando la atención del chico.
—¿JiSung?
Su compañero de piso alzó rápidamente su cabeza de su
almohada, asustado, sorprendido, sus ojos abiertos al máximo. JiSung se quedó
paralizado, observándolo, durante unos momentos, como si toda su vida le
estuviera pasando por delante, jadeando, su pecho subiendo y bajando
rápidamente, sus ojos moviéndose rápidamente de un lado a otro. No lo esperaba
allí, de la misma forma que KyuBin no había esperado encontrárselo de aquella
manera tampoco. Era una situación violenta, extraña y, sobre todo, KyuBin
estaba sumamente confuso por todo aquello, por JiSung medio desnudo sobre su
cama, masturbándose, y porque además tenía orejas y cola; sin embargo, al ver
cómo el otro comenzaba casi a hiperventilar, trató de pensar en una forma de
calmarlo para que no le diera algo.
—JiSung —volvió a llamar su nombre—. No te preocupes… no…
no estoy enfadado ni nada… —le dijo, tratando de sonar lo más calmado y
conciliador posible—. No me molesta nada… —añadió—. Tranquilo. Respira hondo.
JiSung lo siguió observando de la misma forma, asustado,
durante unos momentos, antes de comenzar a hacerle caso y respirar hondo,
profundamente. Necesitó varios minutos para calmarse por completo, pero cuando
lo hizo, JiSung cerró sus ojos, como si se sintiera totalmente vencido. KyuBin
no supo si lo correcto era acercarse o no a él, así que, simplemente se quedó
en el quicio de la puerta, esperando, esperando a que su compañero de piso
reaccionara, le hablara o hiciera algún otro movimiento. No quería presionarlo.
No quería hacer nada que lo asustara o avergonzara todavía más. Su propia mente
iba a toda velocidad, así que, la de JiSung probablemente debía ir a mucha más
velocidad que la suya. Tenía que explicarle cosas, demasiadas cosas y seguro
que no quería hacerlo, KyuBin no querría hacerlo de estar en su situación, pero
tampoco podía dejarlo huir porque se merecía aquella explicación.
—KyuBin —murmuró JiSung, abriendo sus ojos, mirándolo—.
No es… lo que parece…
No era lo que parecía… KyuBin estuvo tentado a responder
a aquello repitiendo sus mismas palabras, pero de forma sarcástica; no
obstante, si hacía eso, lo único que conseguiría sería hacer huir a JiSung,
encerrarse más y nunca le contaría nada, por lo que simplemente suspiró
profundamente y clavó sus ojos en los de su compañero de piso.
—Lo siento —añadió JiSung—. Lo siento.
—No tienes por qué sentirlo —fue lo que dijo él
finalmente, rompiendo su silencio—. No estoy enfadado, sorprendido quizás —y
agregó, tratando de sonar divertido, para quitarle un poco de hierro al asunto—,
es la primera vez que te veo la cola… bueno… las.
Los ojos de JiSung se volvieron a abrir al máximo y
después, como si se hubiera acordado con sus palabras que estaba medio desnudo
ante él, tiró de las sábanas de su cama fuertemente para cubrirse con la tela.
KyuBin no pudo evitar esbozar una sonrisa y trató de dar un paso hacia él, pero
JiSung se encogió sobre sí mismo y acabó quedándose en la puerta. Todavía no
parecía estar preparado para que se le acercara, así que, le daría todo el
tiempo y espacio que necesitara, aunque se estuviera muriendo de curiosidad por
saber qué era lo que estaba pasando allí. Porque KyuBin había oído que los
hombres lobo existían de verdad, que vivían entre el resto de la humanidad de
forma normal y corriente, que se mezclaban en la sociedad como si nada y que,
solo una vez al mes se transformaban en lobos… pero nunca se había creído que
existieran de verdad. No obstante, teniendo a JiSung, de aquella forma ante él,
no podía evitar pensar en que la explicación más plausible para toda aquella
locura era que JiSung fuera un hombre lobo a medio transformar, aunque no
entendiera la parte de por qué se estaba masturbando en su habitación, con la
nariz metida en su almohada.
—Lo siento… —volvió a repetir JiSung—. Es… todo es…
complicado…
—Tengo todo el tiempo del mundo —respondió KyuBin—. Hoy
comienzan mis vacaciones.
JiSung volvió a quedarse en silencio durante unos
momentos, mirándolo, observándolo como si estuviera evaluando si debía de
contarle o no la verdad de lo que estaba sucediendo, la verdad de por qué se lo
había encontrado de aquella forma. KyuBin no supo cuánto tiempo pasó realmente,
casi perdió la noción del tiempo esperando a que su compañero de piso volviera
a hablar, pero cuando JiSung abrió la boca de nuevo, puso toda su atención en
escuchar todo lo que éste le tenía que decir.
—Seguro que piensas que es una locura… —comenzó—, pero…
lo que escuches ahora, no puedes contárselo a nadie. Tienes que guardar el
secreto.
—Sabes que soy de fiar, JiSung —le contestó y JiSung asintió.
KyuBin
sabía perfectamente que lo que acababa de presenciar era algo bastante extraño
y, sobre todo, importante para JiSung, así que, por aquello no iba a haber
problema. Nunca se había metido en los asuntos de su compañero de piso y nunca
se habría inmiscuido en ellos si no se hubiera encontrado aquel percal.
—Lo sé —respondió el otro y después cogió aire para decir
las siguientes palabras—: soy un hombre lobo, KyuBin.
La reacción inmediata de su cerebro
fue descartar lo que le acababa de decir como la realidad y mandó la orden de
reírse a carcajadas por aquello, pero KyuBin se contuvo a duras penas y trató
de no reírse. Lo había escuchado bien. JiSung no había dicho nada que pudiera
malinterpretarse. Le había visto la cola momentos antes y, literalmente, le
seguía viendo las orejas azuladas y plateadas sobre la cabeza. Siempre había
algún loco que decía que los hombres lobo existían y que vivían entre el resto
de los humanos, mezclándose con ellos como si fuera lo más natural posible,
como si fueran personas normales y corrientes y KyuBin había escuchado mucho
sobre esas cosas… nunca había pensado que fuera real, pero allí tenía la prueba
viviente, semidesnuda sobre su cama, de que sí que lo eran.
—Es… complicado de creer y aceptar… —murmuró KyuBin
después de un rato en el que la mirada ansiosa de JiSung, no se despegó ni un
solo segundo de él—, si puedes elaborar un poco más.
JiSung suspiró profundamente, pero al final elaboró mucho
más y le contó no solo que era un hombre lobo. Le contó que era una persona
normal como el resto durante la mayor parte del tiempo, pero que la luna llena
obraba cambios en él, de la misma forma que lo hacía con todos sus congéneres.
Un día antes de la luna llena, su cuerpo reaccionaba y le salían orejas y cola
al humano que era todos los días, mientras que el día de la luna llena, éste se
transformaba en un lobo, para al día siguiente volver a tener orejas y cola de
nuevo, pero siguiendo con su forma humana, como estaba en aquellos momentos.
También le contó que ese era el motivo principal por el cual solía desaparecer
todos los meses rondando la luna llena. KyuBin nunca se había percatado de
ello, ya llevaban viviendo juntos un par de años y nunca se había cuestionado
por qué JiSung desaparecía todos los meses porque ni siquiera se había dado
cuenta de que lo hiciera. A pesar de vivir juntos, cada uno hacía su vida y,
aunque a veces veían alguna película juntos, se encontraban para alguna comida
o se sentaban a hablar de cualquier cosa, KyuBin nunca se había inmiscuido en
sus asuntos ni le había echado cuentas, pero con todo lo que le acababa de
contar, no podía evitar pensar en que debía de ser cierto porque no había
realmente otra cosa que explicara aquello.
—Vale… —murmuró KyuBin al final—. Digamos que te creo
porque no hay ninguna otra explicación plausible para… tus orejas —dijo tras
titubear un poco—. Por supuesto no le voy a contar a nadie nada de esto, así
que no tienes que preocuparte por eso y si, a partir de ahora no quieres volver
a irte cuando estés de esta forma, tampoco me importa, me gustan los perros.
—No soy un perro —siseó JiSung.
—Lo siento —respondió—. Solo quería quitarle un poco de
hierro a todo el asunto para tratar de procesarlo —y añadió—: pero decía en
serio lo de que podías quedarte en casa porque no me molesta.
La realidad era esa. No estaba molesto ni enfadado.
Estaba simplemente sorprendido porque no todo el mundo estaba viviendo bajo el
mismo techo con un hombre lobo. También tenía un poco de curiosidad sobre JiSung
y sobre su condición porque era algo bastante curioso y extraño y lo que le
había explicado había sido algo bastante general sobre lo que le ocurría y por
qué en aquel momento tenía orejas y cola, pero ya que había descubierto todo
aquello, le gustaría saber algo más. No obstante, en esos momentos tampoco
quería presionar mucho más a JiSung, aunque sí que le tenía que preguntar otra
cosa para la que merecía explicación, porque era la que había provocado que
toda la situación fuera un poco violenta y vergonzosa.
—¿Es por la luna o algo que estuvieras aquí…
masturbándote? —dijo.
Al instante, el color rojo se apoderó del rostro de
JiSung, que se tapó con las sábanas rápidamente por completo. KyuBin no pudo
evitar soltar una corta risa por aquello porque había sido demasiado gracioso y
adorable, pero se repuso rápidamente. Quizás lo tenía que haber preguntado con
un poco de más tacto, pero simplemente le había salido así, así que, lo único
que le quedaba era esperar a que JiSung volviera a estar preparado para
hablarle y contestarle a lo que le había preguntado, porque no podía hacer otra
cosa.
JiSung tardó en volver a hablar un buen rato. No parecía
dar señales de vida debajo de las sábanas y KyuBin casi había empezado a
preocuparse, pero poco a poco, comenzó a aparecer de nuevo su rostro, mirándolo
con vergüenza.
—Entiendes un poco de… animales, ¿verdad? —comenzó
JiSung y él asintió. Sabía de perros, más que nada, había tenido uno cuando era
pequeño en casa con sus padres—. Los… animales a veces tienen… celo… —murmuró.
KyuBin volvió a asentir, empezando a entender por dónde iba esa conversación en
concreto—. No pasa siempre… pero a veces… la luna hace que… tenga una especie
de celo y… —el otro se detuvo un segundo, mordiéndose el labio inferior antes
de continuar—, necesito el olor de… alguien que pueda calmarme… sexualmente… —y
añadió rápidamente—: te juro que esta es la primera vez que hago esto,
normalmente a estas alturas ya estoy fuera del piso, pero hoy ha llegado todo
antes de lo normal… el cambio, el celo… tú…
JiSung parecía sentirse culpable
porque lo hubiera encontrado de aquella forma, aparte de avergonzado, y KyuBin
no tenía corazón para burlarse de él tampoco por ello. Su curiosidad inicial ya
había sido satisfecha. No se había imaginado que aquella pudiera ser la razón
por la que se había encontrado a su compañero de piso de aquella manera, pero
éste parecía también sincero y lo más seguro era que hubiera pensado que no se
enteraría y si KyuBin no hubiera llegado antes de lo normal a casa, no lo
habría hecho. No habría encontrado a JiSung masturbándose en su habitación,
usando su olor para calmarse, y no se habría enterado de que éste era un hombre
lobo.
En ese momento, una idea bastante
salvaje se cruzó por su cabeza. Desde que se habían conocido cuando buscaba
compañero de piso después de que su novio lo dejara, KyuBin había pensado que
JiSung era muy guapo y atractivo y, bajo otras circunstancias, probablemente le
habría tirado los tejos; no obstante, había preferido la comodidad y
estabilidad que le daba simplemente una relación de compañeros de piso y nada
más. Pero ahora, las cosas habían cambiado porque JiSung había acabado
masturbándose en su cuarto, usando su olor para calmarse el celo… así que… ¿y
si…?
—¿Quieres que te ayude con el celo? —acabó preguntando
antes de que su mente desechara aquella idea—. Si mi olor te calma… estar cerca
y tocándote probablemente sea lo más rápido.
JiSung se sorprendió ante la propuesta y KyuBin también
se sorprendió un poco porque su intención no había sido decirla tal cual le
había venido a la mente. No obstante, antes de que pudiera añadir un “si tú
quieres”, JiSung ya había movido su cabeza de forma afirmativa y había
comenzado a retirar con lentitud las sábanas con las que antes se había tapado,
dejando al descubierto su miembro, todavía erecto y pulsante. Con las orejas
azuladas y grisáceas sobre su cabeza, la camiseta blanca y desnudo de cintura
para abajo, con su cola moviéndose lentamente sobre el colchón, JiSung formaba
una estampa adorablemente sexual y KyuBin tuvo que tragar saliva antes de nada
porque su boca se había quedado seca de repente.
Una vez recobró un poco la
compostura, finalmente cruzó el umbral de la puerta de su habitación y entró a
esta, dirigiéndose a la cama, sentándose sobre el colchón, cerca de donde
estaba JiSung, sin poder quitarle el ojo de encima, de la misma forma que éste
no había dejado de observarlo mientras caminaba hacia él. Sin decir ni una sola
palabra, KyuBin alargó su mano derecha y rozó con la yema de sus dedos, la piel
caliente, húmeda y sensible de la punta del miembro de JiSung, provocando que
éste se estremeciera con el contacto. Lo envolvió en su mano justo después,
comenzando a masturbarlo, moviéndola arriba y abajo, sin poder dejar de
observar las reacciones del otro. JiSung no gemía, al menos trataba de no
hacerlo mordiendo su labio inferior con fuerza, sus ojos cerrados, su cabeza
inclinada levemente hacia atrás, disfrutando del placer, sus manos arrugando
las sábanas. Realmente una estampa adorable.
KyuBin siguió tocándolo, moviendo su
mano lentamente en ocasiones, mientras que en otras la movía rápidamente,
observando las reacciones que el cambio de ritmo provocaba en JiSung y no
pudiendo evitar esbozar una sonrisa pícara porque sus reacciones eran
increíbles. Estuvo unos minutos de aquella forma, dejándolo al borde del abismo
en un par de momentos, pero cambiando a un ritmo mucho más lento cada vez que
JiSung casi estaba a punto de llegar al orgasmo, para que este fuera
acumulándose dentro de su cuerpo y al final acabara siendo muchísimo mejor y
más placentero. Tenía buenas manos para aquello. Sus dedos eran largos y
huesudos, sus manos grandes y firmes. Todos con los que se había acostado le
habían comentado aquello y KyuBin lo sabía a la perfección porque él también se
tocaba con aquellas manos y sabía darse placer con ellas.
En una de aquellas veces en las que
cambió de ritmo, JiSung de repente sujetó su mano para que no pudiera moverla
más y abrió sus ojos, mirándolo fijamente. KyuBin pensó que se había hartado de
que jugara con él y que le iba a pedir que dejara de hacerlo, pero JiSung le
dijo otra cosa que no se había esperado.
—¿Puedo… puedo abrazarme a ti? —fue lo que le
preguntó, pillándolo completamente desprevenido.
KyuBin
no supo qué decir, así que, asintió casi por instinto. JiSung le dedicó una
pequeña sonrisa y después se comenzó a mover sobre la cama hasta acabar
sentándose sobre los muslos de KyuBin, pegándose a su cuerpo al máximo, hundiendo
su rostro en el hueco entre su cuello y su hombro, inspirando hondo. KyuBin se
quedó paralizado unos momentos por el calor que desprendía el cuerpo de JiSung
y por cómo éste se había abrazado a él, de aquella forma casi tan íntima, pero
luego volvió en sí y metió su mano entre sus cuerpos para tomar el miembro de
JiSung con ella y masturbarlo de nuevo. Éste dejó escapar un leve gemido contra
su piel que provocó que ésta se le erizara. KyuBin se dejó atrapar por aquella
sensación durante unos segundos, pero rápidamente volvió en sí y continuó
moviendo su mano para hacer que JiSung acabara en el paraíso. Aquella vez no
jugó con él, simplemente lo masturbó rápido, más y más rápido, hasta que al
final sintió un pequeño temblor en su mano justo antes de que éste se corriera.
Un largo y grave gemido salió de los labios de JiSung, reverberando contra su
oído, mientras su cuerpo sentía el orgasmo de arriba abajo.
KyuBin notó contra su cuerpo cómo el de JiSung se relajaba
y quedaba sin fuerzas contra el suyo, de la misma forma que notó su respiración
acelerada contra su cuello y la humedad de su semen contra su estómago,
comenzando a calarle por la tela de la camisa. JiSung tardó un poco en
recomponerse de nuevo, pero cuando lo hizo, se alejó un poco de él y le dedicó
una sonrisa satisfecha. KyuBin no pudo evitarlo y se inclinó hacia delante, atrapando
los labios de JiSung con los suyos durante unos momentos. El otro no respondió
al instante, como si la acción lo hubiera sorprendido, KyuBin mismo estaba
sorprendido por ello y trató de alejarse de JiSung, pero antes de poder
hacerlo, los labios de éste comenzaron a corresponderle el beso, moviéndose
contra los suyos y buscando mucho más contacto. KyuBin no pudo evitar esbozar
una pequeña sonrisa dentro del beso por la respuesta positiva y llevó sus manos
al trasero de JiSung y tirar de su cuerpo hacia él, para que estuvieran mucho
más pegados y no quedara ni un solo centímetro entre ellos. JiSung respondió a
aquello abriendo su boca y sacando su lengua, rozando con ella los labios de
KyuBin, que inmediatamente se partieron para dejarle paso a su boca, enredando
sus lenguas, profundizando aún más el beso y quedándose sin respiración
rápidamente por la precipitación de éste.
Cuando se separaron, se miraron
fijamente a los ojos unos instantes, antes de que JiSung se comenzara a reír a
carcajadas y después escondiera su rostro en entra su cuello y su pecho. KyuBin
quiso preguntarle qué era lo que pasaba para que se estuviera riendo de aquella
forma, pero antes de hacerlo, se dio cuenta de que sus orejas lobunas
sobresalían de su cabeza justo a la altura de su boca y, en un impulso, le
mordió la oreja izquierda, solo usando sus labios y no sus dientes para ello,
provocando que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de JiSung y un gemido de
puro placer escapara de sus labios. Aquellas orejas debían de ser una zona muy
sensible y erógena para él. JiSung se alejó de su pecho para dedicarle una
mirada seria y KyuBin temió que hubiera hecho algo mal hasta que escuchó el
reproche salió de los labios del otro.
—No hagas eso si no quieres que me vuelva a
poner caliente…
KyuBin al final esbozó una sonrisa por la respuesta,
provocando que se formara un puchero en los labios de JiSung, un puchero que
besó de inmediato. Un beso corto que los dejó a ambos con ganas de más, pero
KyuBin se separó de él para poder alcanzar de nuevo su oreja y morderla otra
vez, provocando que otro gemido saliera de los labios de JiSung. Éste le dio un
golpe en el pecho algo más fuerte de lo que KyuBin se esperaba y que lo dejó
sin respiración un segundo, pero una vez pudo volver a respirar de nuevo, no
pudo evitar que otra sonrisa apareciera en su rostro.
—Te he dicho que no lo hicieras si no querías que me
volviera a poner caliente.
JiSung
repitió aquello, esta vez señalando entre sus cuerpos, para que KyuBin pudiera
ver cómo su miembro, flácido tras el orgasmo, comenzaba a ponerse duro de
nuevo. En ese momento, KyuBin se dio cuenta también de cómo había un bulto en
su entrepierna del que no se había percatado antes. También se estaba poniendo
duro, probablemente desde el primer momento en el que se había encontrado a
JiSung masturbándose en su cama, pero después de los candentes besos, la sangre
debía haberse ido acumulando en su miembro más y más. Ahora que se había dado
cuenta, sí que notaba una leve presión en su entrepierna. JiSung también
pareció darse cuenta de que se estaba poniendo duro, porque inmediatamente le
preguntó:
—¿Quieres que me haga cargo de esto?
—¿Quieres que tengamos sexo? —cuestionó de vuelta.
JiSung lo miró fijamente durante unos segundos para
después asentir. Algo en el interior de KyuBin se removió y supuso que ese algo
era el deseo más absoluto por el cuerpo de JiSung y por querer tener un buen
rato de sexo con él, internándose en su cuerpo. JiSung rápidamente llevó las
manos hacia su pecho para comenzar a desabrochar los pequeños botones de la
camisa manchada con su semen, saltando un par de ellos por la precipitación de
abrirla. KyuBin no pudo evitar reír por aquello, pero los labios del otro
acallaron su risa, besándolo, buscando su lengua inmediatamente, enredándola
con la suya, sus salivas mezclándose y resbalando por sus barbillas. KyuBin se
sintió un poco abrumado por la rapidez y, cuando se separaron para respirar por
unos segundos, tuvo que alejar a JiSung un poco para que echara el freno,
porque éste ya había metido sus manos bajo la camisa, tocando su pecho,
subiendo hasta sus hombros para bajarle la tela por los brazos y así
quitársela.
—Para un poco… —murmuró KyuBin—. No tenemos prisa…
—Sí la tenemos —replicó JiSung—. Necesito sentirte dentro
ya —añadió como una especie de gemido ahogado que lo encendió por completo.
KyuBin nunca tenía prisa, siempre lo hacía lento,
buscando el máximo placer para él y para la otra persona implicada, pero JiSung
estaba demasiado caliente entre sus brazos y le acababa de decir que lo
necesitaba dentro de una forma que hizo que KyuBin perdiera la poca cordura que
tenía de normal. Se terminó de quitar la camisa, haciéndola un gurruño y
tirándola al suelo sin tener cuidado de ella. JiSung soltó un pequeño gritito
de júbilo y después volvió a inclinarse sobre él para besarlo, cogiéndole con
la mano izquierda el mentón y tirando de su rostro hacia arriba, metiéndole la
mano derecha por el pantalón y los calzoncillos para tocar su miembro duro
directamente. El gemido que no pudo retener cuando la mano caliente de JiSung
tocó su miembro quedó ahogado en la boca de éste, sus dedos largos y finos
envolviendo su erección firmemente. KyuBin se recreó un segundo en aquella
sensación y siguió correspondiendo a la insistente lengua de JiSung en su boca
después, llevando de nuevo sus manos al trasero de este, afianzando su agarre
en sus glúteos mientras éste seguía tocando su miembro dentro de sus
pantalones, haciendo que mucha más sangre se acumulara en éste y que todas sus
terminaciones nerviosas estuvieran mucho más sensibles, casi viendo las
estrellas en sus párpados cada vez que cerraba sus ojos. Siempre había pensado
que sus manos eran una maravilla creada para dar placer, pero las de JiSung
realmente estaban a otro nivel.
—No creo que… aguante mucho si haces esto mucho… —le
comentó, separándose un solo segundo de él para respirar un poco.
Había
sido completamente sincero. Se sentía a punto de estallar y no sabía cuánto
tardaría en correrse si aquella mano seguía tocándolo.
—Está bien —fue lo único que respondió JiSung.
Inmediatamente después, sacó la mano de sus pantalones y
se los desabrochó, bajándoselos un poco y sacando su miembro completamente
erecto y pulsante. KyuBin hizo el ademán de levantarse para ir a por el
lubricante y los condones que tenía en uno de los cajones de la cómoda, pero
antes de que pudiera hacerlo, JiSung se alzó un poco, poniéndose de rodillas
sobre la cama, una a cada lado de sus caderas y, sujetándole el miembro con una
mano para mantenerlo recto, buscó su entrada y comenzó a descender. Cuando su
punta rozó el ano del otro, KyuBin lo sujetó por los hombros para que no
siguiera y lo miró con un poco de pánico.
—Deja que vaya a por el lubricante y condones —le dijo—,
o te digo donde están y vas tú, pero no hagas esto o te vas a hacer daño.
—No me voy a hacer daño —respondió JiSung, con una
sonrisa divertida ante la confusión de KyuBin—. Estoy en pleno celo —dijo—,
ahora mismo estoy lubricado naturalmente y completamente preparado para
cualquier cosa que me quiera meter.
KyuBin abrió los ojos como platos ante aquella
información y formó una “o” en sus labios en la que JiSung dejó un beso corto
antes de continuar con lo que KyuBin había parado. Un segundo después, su
miembro comenzaba a entrar en su cuerpo lentamente, sin ningún problema y, por
la expresión deleitada en el rostro de JiSung, parecía que él también estaba
disfrutando la penetración tanto como él. las paredes del recto de éste lo
apretaban a medida que iba descendiendo y KyuBin no pudo evitar gemir grave y
alto porque estaba sintiéndose como nunca. Siempre se había puesto condón, el
contacto piel con piel era completamente nuevo para él y solo con la
penetración estaba en el paraíso prácticamente. Cuando JiSung finalmente acabó
introduciéndose su miembro hasta la base, llegando a lo más profundo, se quedó
durante unos momentos quieto, como si estuviera tratando de acostumbrarse y
recuperando la respiración. KyuBin tampoco lo forzó. Aquella también era la
primera vez que penetraba a alguien sin lubricante y, aunque sentía que su miembro
había ido avanzando lentamente en su interior sin ningún problema, no sabía
cómo ni cuándo debía de moverse. Dejaría que JiSung marcase el ritmo, dejaría
que lo cabalgara y simplemente disfrutaría de todas aquellas nuevas sensaciones
que lo estaban volviendo completamente loco.
JiSung no tardó mucho en comenzar a moverse, primero
lentamente, llevando sus manos hasta los hombros de KyuBin para sujetarse y así
poder mantener bien el equilibrio mientras trazaba movimientos ascendentes y
descendentes con sus caderas, no demasiado acusados, solo un poco, lo
suficiente para que ambos sintieran mucho más y mejor la penetración. JiSung se
mordía el labio inferior, concentrado, disfrutando del placer, sin gemir en voz
alta, pero dejando escapar algún jadeo de vez en cuando. KyuBin, por el
contrario, no paraba de lanzar pequeños gemidos de placer al caliente aire de
la habitación y, antes de que los vecinos comenzaran a aporrear la pared para
pedirles silencio, acabó llevando sus labios al cuello de JiSung, comenzando a
besarlo y a la merlo y a morderlo, probablemente dejaría marca en su paso por
aquel lugar, pero en esos momentos no podía importarle menos y a JiSung parecía
importarle menos aún porque sus jadeos se volvieron continuos y sus movimientos
más rápidos, casi erráticos.
KyuBin se sentía cada vez más cerca del orgasmo y, por
cómo había comenzado a moverse JiSung, él también debía de estar próximo a
ello, así que, llevó su mano derecha entre sus cuerpos para envolver de nuevo
el miembro de JiSung con ella, moviéndola arriba y abajo, al mismo ritmo que
JiSung se movía sobre su miembro. Aquel ritmo rápido, frenético, errático, no
tardó demasiado en dar sus frutos y finalmente ambos acabaron llegando al
orgasmo a la vez, JiSung corriéndose en su mano de nuevo, entre ellos, él
dentro de su cuerpo. Durante unos momentos, ambos se quedaron quietos, tratando
de recuperar la respiración, disfrutando del exquisito orgasmo que acababan de
experimentar. KyuBin había cerrado sus ojos, todavía con su rostro hundido en
el cuello de JiSung, disfrutando de cómo todas sus terminaciones nerviosas le
gritaban que aquello había sido completamente increíble y que necesitaba más,
mucho más.
Tan solo unos momentos más tarde, JiSung se movía un poco
sobre sus muslos para que su miembro saliera de su interior, completamente
flácido, su semen resbalando lentamente por la parte interior de sus piernas.
Ambos dejaron escapar un leve suspiro cuando dejaron de estar conectados y
JiSung volvió a sentarse sobre sus piernas, pegándose a su cuerpo de nuevo,
hundiendo su rostro en el hueco entre su cuello y el hueso de su clavícula,
dejando un par de besos en el lugar.
—Creo que… es la primera vez que se me pasa el celo tan
rápido… —murmuró desde allí, su voz reverberando contra su piel—. La próxima
vez que lo tenga, vendré a ti directamente.
—No hace falta que lo tengas… —respondió KyuBin, aunque
el simple hecho de pensar en volver a verlo ante él con aquellas orejas y cola
azuladas y plateadas, adorablemente como lo había hecho esa noche, hacía que su
miembro volviera a pulsar—, puedes venir a mí cada vez que quieras… con celo o
sin él… —y añadió—: y yo también podría ir a ti… si quieres…
KyuBin notó la sonrisa de JiSung contra su piel antes de
que éste se alzara y la pudiera ver con sus propios ojos, una sonrisa
complacida y feliz.
—Me parece una idea maravillosa —respondió.
KyuBin no pudo evitar inclinarse de nuevo hacia él para
besar sus labios por enésima vez aquella noche, sintiéndose afortunado por cómo
se habían desarrollado los acontecimientos esa noche, aunque cuando había
entrado a su habitación y se había encontrado aquella escena se había
sorprendido tanto que no había sabido cómo reaccionar. A partir de esa noche
esperaba encontrarse muchas más veces una escena como aquella para poder tocar
y besar a JiSung hasta el infinito.
Notas
finales:
—En esta historia
JiSung es un poco out of character porque estoy terriblemente segura de
que las reacciones que aquí tiene serían las opuestas a las que tendría si esta
situación fuera “real”, pero a veces una se toma sus licencias y me apetecía
mucho más un wolfboy adorable para el desarrollo de esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario