viernes, 21 de diciembre de 2012

Yours Baby


Yours Baby


   Allí se encontraba la causa de mis torturas, como siempre, y yo, no podía hacer nada más que admirarlo, admirar su belleza, admirar cómo hablaba con su chico, pensando que era yo, admirar cómo besaba aquellos labios, que fervientemente deseaba que fueran los míos. Todo era así, desde que lo había visto entrar en la cafetería en la que trabajaba.

   -Vamos, HanKyung, deja de estar en las nubes- me regañó mi jefe.
   -¿Eh?- lo miré sin entender hasta que mi mente tradujo sus palabras- sí, lo siento mucho, JungSoo hyung- hice una reverencia y volví a mi trabajo.

   Siempre era lo mismo. Llevaba sufriendo por todo esto desde hacía un par de meses. Me desvelaba por las noches pensando en él. Cuando dormía, soñaba con él y cuando estaba en el trabajo, me distraía constantemente, más cuando él entraba al lugar, contoneándose y siendo tan jodidamente sensual. La verdad, lo estaba pasando mal, muy mal.

   De repente, unos gritos me alertaron y me giré al reconocer la voz, era su voz. Él estaba de pie frente a su novio, tenía sus puños apretados, el cuerpo le temblaba ligeramente, y las lágrimas caían de sus ojos.

   -No puedes hacerme esto- lo escuché decir- no, no, SiWon, no me dejes- abrí los ojos como platos, ¿estaba cortando con él? Una extraña sensación se apoderó de mi cuerpo. Tenía ganas de pegar a ese tipo, pero por otro lado estaba muy feliz.
   -Lo siento, pero es lo mejor para los dos…
   -No, por favor…- se agarró al brazo del otro chico, pero éste negó con la cabeza- te lo suplico…
   -Lo siento…

   Se soltó del agarre y se levantó dirigiéndose al mostrador a pagar lo que ambos habían tomado, y salió del lugar, dejando a aquella persona que ocupaba mi corazón, destrozado, llorando ya sentado, con la cabeza sobre la mesa. Miré a mi jefe para pedirle permiso para acercarme y éste asintió con la cabeza, entonces me dirigí hacia él.

   -¿Se encuentra bien, señor?- pregunté y él alzó la cabeza, mirándome mal.
   -¿Acaso no es obvio que no?- bufó como un gato airado.
   -Lo siento…- me puse nervioso y comencé a titubear, saliéndome así un par de palabras en chino- lo siento- volví a decir cuando me medio controlé- solo quería ayudarlo…
   -Si quieres ayudarme, mata a ese gran hijo de puta- propuso con una sonrisa macabra que me hizo sentir escalofríos- el mundo estaría muchísimo mejor sin él.
   -No creo que sea lo correcto matar a alguien- dije- el asesinato no soluciona los problemas, los aumenta y agrava- él me miró con un brillo en los ojos que no pude identificar- pero si puedo ayudarlo de alguna otra manera…
   -Ayúdame.

   Sonreí y él me devolvió una media sonrisa. Jamás podría habérseme ocurrido en ese momento que ayudar a la persona que ocupaba mis pensamientos, me iba a hacer sentir más mal y más miserable de lo que ya me sentía.

   Kim HeeChul, que así era cómo se llamaba, me estaba utilizando como su juguete sexual para poder olvidar a su antiguo novio. Del sexo no me quejaba, era lo que siempre había deseado, poder metérsela hasta el fondo. Pero me quejaba de su actitud fría para conmigo, antes, durante y después de hacerlo. Sólo me utilizaba, pero yo quería algo más, desde que lo vi la primera vez, siempre lo había querido. Quería llegar a su corazón. Quería quitarle esa capa de hielo que se había instaurado a su alrededor, y envolverlo con mi calor.

   -HeeChul…- susurré cuando él me tiró sobre la cama y se sentó sobre mí.
   -¿Hum?- comenzó a desabrochar los botones de mi camisa.
   -Quiero decirte algo…
   -Dime- acabó de desabrochar los botones y pasó las manos por mi torso hasta llegar a mis hombros y deslizar la camisa por mis brazos.
   -Para- le cogí las manos.
   -¿No puedes hablar mientras te toco?- dijo alzando una ceja.
   -Sí, pero quiero que prestes atención- contesté y él se zafó de mi agarre cruzándose de brazos.
   -Habla.
   -Te amo, HeeChul- sus ojos se abrieron a más no poder durante unos momentos, y luego esbozó una sonrisa de satisfacción.
   -Ya sabía yo que este día llegaría- dijo- nadie se puede resistir al gran Kim HeeChul- su ego había salido a la luz, su maldito ego- pero déjame decirte, que esta gran persona no volverá a ser de nadie- entorné los ojos.
   -Eso ya lo veremos…

   Lo giré y lo dejé tumbado sobre el colchón, conmigo encima. Me miró asustado, y yo le acaricié el rostro de la forma más dulce que pude, después, comencé a besar sus labios, lentamente, sin prisa, sólo ejerciendo una leve presión sin profundizar, sin llegar más allá, moviendo mis labios sobre los suyos, delicadamente. Mi mano derecha acariciaba su mejilla y mi mano izquierda, recorría su torso, por encima de su camisa, desabrochando los botones, tocando al hacerlo su suave y blanca piel.

   -Te amo…- susurré al separarme de sus labios y bajar a su cuello, recorriendo su mentón, la línea apenas marcada de su mandíbula, besando casi sin besar, rozándolo sólo como el ala de una mariposa- te amo…- terminé de desabrochar la camisa y la abrí, retirándola a sus costados para tener mejor acceso.

   Dejé su cuello y recorrí su pecho, lamiendo un poco sus pezones, soplándolos y besándolos, viendo cómo la persona a la que amaba, se arqueaba ante el contacto y jadeaba. Mis manos se dirigieron hacia la parte baja de su cuerpo y comenzaron a retirarle todas las prendas, dejándolo sin nada que tapara su miembro, levemente despierto. Mis labios bajaron, besando su abdomen, entreteniéndose en su ombligo y jugueteando con mi lengua en él, después me levanté y lo volví a besar en los labios, esta vez más demandante, pidiendo acceso a su boca, rozando sus labios con mi lengua, y luego introduciéndome en el interior de aquella cavidad y jugando con la lengua ajena.

   -Te amo…- dije al separarme para coger aire. Él iba a contestar algo, pero no lo dejé. Mis manos rápidamente volaron sobre su miembro y comenzaron a tocarlo, sacándole suspiros y gemidos de esos labios tan deliciosos. Cuando su pene estuvo erecto, dejé de tocarlo y me incliné sobre él, para darle una serie de lamidas desde la base hasta la cabeza, y jugando con sus testículos. Sentía el sabor del pre-semen en mi boca cuando me separé de él y me levanté de la cama. HeeChul tenía cara de reproche, pero lo ignoré y me quité rápidamente la ropa, volviendo después a la cama- te amo…- le abrí las piernas y coloqué mi cuerpo entre ellas. Mis manos buscaron su entrada y la encontraron caliente y dilatada, producto de nuestra sesión de sexo salvaje de la noche anterior. Me incliné sobre él y comencé a besarlo dulcemente a la vez que lo penetraba. Dio un quejido de dolor que inmediatamente después se transformó en un gemido- te amo…- comencé a embestirlo, lentamente al principio, entrando y saliendo casi del todo en aquella cavidad. Escuchaba sus gemidos en mi oído, mi nombre saliendo una y otra vez de sus labios. Sentía sus dientes contra la piel de mi hombro, mordiéndome, sentía sus uñas clavarse en mi espalda. De repente, él se arqueó a la vez que un sonoro y ronco gemido que me hizo abrir los ojos de par en par, mientras su semen bañaba nuestros estómagos.
   -¡HanKyung!- fue lo que gritó en medio de aquel éxtasis.
   -Te amo- susurré contra sus labios. Los espasmos de su cuerpo apretaban mi miembro en su interior de una manera tan deliciosa que cuando sentí que iba a correrme, tras embestir un par de veces más, salí de él y lo hice sobre las sábanas, cayendo luego sobre él, besando y lamiendo su cuello mientras me reponía, dispuesto a marcarlo en un lugar visible para que todo el mundo viera que era mío, pero él no era mío.
   -HanKyung… soy… tuyo…- lo escuché decir mientras sentía sus manos sobre mi cabeza, enredando sus dedos en mi pelo- me da… igual todo… quiero ser tuyo…
   -HeeChul…- dije alzando la cabeza- yo…- pero él me calló con un beso dulce, tierno, como los que le había dado mientras hacíamos el amor.
   -No digas nada…
   -Pero…
   -Ya has dicho demasiado hoy…- volvió a rozar mis labios con los suyos- te felicito… has conseguido hacer caer al gran Kim HeeChul…- me miró a los ojos tiernamente, de una manera que nunca antes había visto- te amo HanKyung… sé mío…
   -Soy tuyo desde siempre… te amo…


martes, 18 de diciembre de 2012

2 Mins


2 Mins

   Llevábamos siendo amigos toda la vida. Desde que tengo memoria, él está en mis recuerdos, siempre a mi lado, siempre apoyándome, siempre cuidando de mí. Él nunca se ha alejado de mí, pero ahora, ahora era otra historia. Cuando me enteré que se iba a ir a Estados Unidos a estudiar, mi corazón dio un vuelco. Él no podía irse. Él no podía dejarme solo. Él tenía que estar a mi lado siempre. Sé que suena un poco, bastante, egoísta de mi parte, pero es lo que siento, que él y yo no nos podemos separar.

   Me pasé mucho tiempo pensando en el por qué, y al final descubrí que era porque lo amaba. ¿Pero cómo decirle a mi mejor amigo que lo amaba?

   No podía, no podía pedirle que se quedara conmigo por eso. Si ambos no fuésemos hombres, eso sería menos complicado, pero en la sociedad coreana, no te podías enamorar de un hombre sin sufrir las consecuencias, bueno, te podías enamorar, pero nunca nadie lo podría saber.

-oooOOOooo-

   Me habían ofrecido un gran trabajo en Estados Unidos y no lo podía rechazar, era mi gran oportunidad para lanzar mi carrera, sería alguien importante, alguien respetado, lo que siempre había deseado.

   Pero no estaba feliz, sentía una opresión en mi pecho que me indicaba que aquello que estaba haciendo no estaba para nada bien, que mi lugar no era Estados Unidos, mi lugar era Corea del Sur.

   Cuando le conté a mi mejor amigo la feliz noticia, su rostro triste me hizo sentirme mal. Por mi culpa él no sería feliz, y yo no quería que eso pasara, quería verlo feliz, ver esa sonrisa encantadora adornando su rostro, esos ojos brillantes rebosando alegría. Necesitaba eso como el aire para respirar y el agua para sobrevivir.

   ¿Por qué? No lo sabía. Le estuve dando vueltas, y descubrí que era porque estaba enamorado de mi mejor amigo. Pero no podría decírselo, no podría decírselo o lo echaría a perder todo, nuestra amistad, y nuestros futuros profesionales. Enamorarme de un hombre era lo peor que podría haber hecho.

   Decidí en ese momento, pasar los últimos días que me quedaban con él y aprovechar al máximo estar a su lado. Sabía que lo iba a extrañar demasiado mientras estuviera fuera y pensaba llenar cada espacio vacío con su aroma, con su tacto, con él.

-oooOOOooo-

   Justo después de darme cuenta de que amaba a mi mejor amigo, éste apareció en la puerta de mi casa y desde ese momento, no se separó de mí.

   Pasamos nuestras dos últimas semanas juntos de una manera maravillosa. No nos separábamos para nada. Fuimos a muchos lugares a los que siempre habíamos querido ir, hicimos todas las cosas que habíamos querido hacer, y lo pasamos tan bien, que no quería que se acabara.

   Pero ese día llegó, el fatídico día en el que él tenía que coger un avión a Estados Unidos, dejándome aquí, solo, marchitándome, esperando por su regreso, del cual seguro que traería una hermosa novia con la que se casaría, y tendría hermosos niños de ojos grandes como él, de los que yo tendría que ser el padrino y que toda la vida me recordarían que perdí mi oportunidad y que nunca la recuperaría.

   A no ser que…

-oooOOOooo-

   Me separé de él y mi corazón se partió en mil pedazos. No volvería a verlo hasta dentro de un par de años, y seguro que cuando regresara él ya tendría una hermosa novia, aunque no tan guapa como él, porqué él era más hermoso que todas las mujeres. Seguro que se casaría con ella, y tendría niños, tan dulces e inocentes como él, de los que yo sería el padrino y que me recordarían que perdí mi oportunidad y nunca la recuperaría.

   A no ser que…

   Quedaban cinco minutos para que mi avión despegara, pero aun así, salí corriendo justo antes de montarme en el avión, en el sentido contrario al que la gente iba. Corrí lo más rápido que pude por la gran terminal del aeropuerto de Incheon hasta que llegué a la zona de control cuando quedaban dos minutos para que mi avión saliera, y entonces lo vi. Lo vi llegar corriendo, mirando los paneles, y volviéndose hacia donde yo estaba con una sonrisa, con esa sonrisa que amaba.

-oooOOOooo-

   Corrí lo más que pude y al final llegué a los paneles donde informaban de las salidas y llegadas de los aviones. Encontré su vuelo y vi qué le quedaban sólo dos minutos para despegar. No llegaría a tiempo. Me giré desalentado hacia la zona de control y lo vi. Lo vi allí, respirando entrecortado, mirándome, con esa gran sonrisa en su rostro. Fui hacia él lo más rápido que pude.

   -¿Qué haces aquí, MinHo?- pregunté- tu vuelo sale en dos minutos.
   -Me he dado cuenta de que te quiero, y mi vida sería muy infeliz si no estoy contigo, TaeMin- dijo- ¿qué haces tú aquí?
   -Me di cuenta de que te amo y no podía dejarte ir.

   Y tras esto él se saltó la valla que nos separaba y se acercó a mí para darme un dulce beso en los labios mientras una voz anunciaba que el vuelo con destino a Estados Unidos, que él tenía que coger, hacía su despegue en la plataforma cinco.



Este OneShot salió de la imaginación de mi amiga Lorena y yo le di forma a sus ideas hasta que salió esto.

EXO Ficha de Personajes


EXO Ficha de Personajes



















Chen: Kim JongDae.
Fecha de Nacimiento: 21-Septiembre-1992.
Lugar de Nacimiento: Corea del Sur.
Estatura: 178cm.
Grupo Sanguíneo: B.
Signo Zodiacal: Virgo.
Apodos: Chen-Chen
Habilidades: El canto, tocar el piano.
Símbolo: Rayo.













Poder: Control de los Rayos.
Personalidad: Caballeroso, tímido, gentil, silencioso, carismático.



Credits: @EXOPlanetSpain

EXO


Capítulo 7
¿Y si…?



   Cogí mi móvil, busqué en mi agenda su número y le di a llamar. Todo mi cuerpo temblaba mientras esperaba a que contestara. No me podía creer lo que estaba pasando, no podía. Cuando escuché su voz al otro lado de la línea no pude aguantar más y comencé a llorar.

   -¿BaekHyunnie?- preguntó- ¿qué te pasa?- no pude contestar, las lágrimas me ahogaban y estaba seguro que él podía escucharlas- por favor contéstame… ¿qué ha pasado?
   -Channie… Channie… Channie… yo…
   -¿Dónde estás?- su tono de voz se notaba muy preocupado.
   -Channie…
   -Dime dónde estás, por favor.
   -Channie…
   -¿Dónde estás?
   -Resi… dencia…
   -Voy hacia allí- y cortó la llamada.

   Dejé caer el móvil al escritorio y me arrastré como pude a la cama. Allí no pude hacer otra cosa más que llorar.

-oooOOOooo-

   -He vuelto a sentir que alguien despertaba- le dije a Tao.
   -¿No será la misma persona?
   -Es una vibración distinta- contesté.

   La luz de las velas era lo único que nos iluminaba en toda la habitación, y apenas podía ver la cara de mi compañero, pero parecía pensativo.

   -¿Tendremos que empezar de nuevo la búsqueda, Kevin?- asentí.
   -Y esta vez será todavía más duro, porque son dos personas.
   -¿Qué es lo que está pasando para que estén despertando todos de golpe?
   -No lo sé, pero seguro que pronto lo averiguaremos.

-oooOOOooo-

   Salí corriendo de mi casa en cuanto colgué, sin importarme los gritos de mi madre, ni que a estas horas los autobuses no funcionaban, aunque sí lo seguía haciendo el metro. Las calles estaban oscuras y apenas se veía nada. Corrí lo más rápido que pude hasta llegar a la estación del metro y una vez subí en él, no podía estarme quieto. BaekHyun me necesitaba y yo vivía a casi dos horas de él.

   Llegué a la Residencia y me colé como perro por su casa, allí todos me conocían. Subí las escaleras de dos en dos y corrí por los pasillos hasta llegar a la puerta de la habitación de mi amigo, y sin llamar siquiera entré.

   Lo encontré en su cama, abrazado a sus rodillas. ¿Qué cómo podía verlo si había un apagón general en toda la ciudad? BaekHyun brillaba. Cerré la puerta y me acerqué a él lentamente hasta que lo abracé.

   -Estoy aquí…- murmuré y él alzó la cabeza. Tenía la cara sucia de estar llorando- estoy aquí- lo atraje más a mí y lo abracé mucho más fuerte- estoy aquí…
   -Channie… ¿qué nos… está pasando…?- limpié las nuevas lágrimas que salían de sus ojos.
   -No lo sé…
   -Tengo… miedo…- se apegó mucho más a mí- tengo… mucho… miedo…

-oooOOOooo-

   Me desperté a la mañana siguiente con un dolor de cabeza terrible. Sentí a mi alrededor unos brazos protectores y cálidos que no confundiría por nada del mundo. Me obligué a mi mismo a abrir mis ojos y lo vi dormir, muy pegado a mí, casi sin dejar ni un espacio entre nuestros cuerpos. Escuché la puerta del baño y me asusté, para luego calmarme inmediatamente al descubrir que era mi compañero de habitación.

   -¿Es este tu chico?- me preguntó.
   -Shhh- lo mandé callar- déjalo dormir.
   -Una noche loca, ¿eh?
   -JongIn- advertí en un susurro.
   -Lo siento- dijo sonriendo- me voy y os dejo echar uno mañanero, pero dile que tenga cuidado o no podrás sentarte...- dijo al cerrar la puerta de la habitación.

   Tenía suerte de que ChanYeol estuviera durmiendo, sino, le habría tirado todo lo que me hubiera encontrado a mi alcance a su cabeza de inútil, al cantamañanas de JongIn. Noté cómo ChanYeol comenzaba a despertar. Cuando abrió los ojos del todo, me agarró muy fuerte y casi me aplasta entre sus brazos.

   -¿Cómo estás?- me preguntó.
   -Algo mejor, creo- dije- lo siento, te preocupé mucho.
   -No es nada, yo también te preocupé mucho durante toda esta semana.
   -¿Qué es lo que somos?- no pude aguantarme a decir eso. Todo era muy extraño, demasiado extraño.
   -Yo diría que mutantes, ya mismo vendrá el profesor Xavier a buscarnos y llevarnos a su escuela- sonreí ante su comentario y me apreté más si cabe contra él. (N.A.: Para quien no sepa de lo que estoy hablando, se trata de los X-Men, soy friki ^^)
   -Gracias- susurré.
   -Nunca te dejaré, siempre estaremos juntos, aunque seamos unos especímenes raros, siempre juntos.
   -Siempre…

-oooOOOooo-

   -Gracias al cielo- dijo YiXing por la mañana mientras todos desayunábamos- por fin hay luz.
   -¿Por qué habrá pasado?- pregunté.
   -Antes dijeron en las noticias que había habido un fallo en las instalaciones centrales que dan la luz a toda la ciudad- dijo Kevin.
   -Ha sido la gran noticia del día, mi madre me llamó para preguntarme si estaba bien.
   -¿En serio YiXing?- pregunté y él asintió- a mí no me han llamado…
   -Tú tranquilo- me pasó su brazo por mis hombros- mis padres son muy pesados, siempre me llaman.
   -Los míos tampoco me llaman- dijo Kevin.

   Me había puesto un poco melancólico, pero ellos dos estaban intentando animarme, a su manera. Echaba de menos mi casa en QingDao, a mi familia, e incluso extrañaba a ese gato raro que siempre rondaba por allí, pero había venido a Seúl a estudiar, y no iba a decepcionar a los que lo dieron todo para que pudiera venir aquí.

   -Habrán estado muy ocupados- murmuré- casi nunca ponen la televisión- sonreí- seguro que ni se habrán enterado.

-oooOOOooo-

   Seguíamos tumbados en la cama de BaekHyun, llevábamos así ya varias horas, pero ninguno tenía ganas de levantarse, se estaba muy bien así. Pero toda la paz se fue a la mierda en cuanto él dijo algo que no tenía que decir.

   -¿No estarán tus padres preocupados?- preguntó- si saliste pitando sin decir nada…
   -Seguro que me matan por no decirles nada- murmuré.
   -Llámalos.
   -No tengo saldo.
   -Nunca tienes saldo- dijo dándome un golpe en el brazo- si te pasa algo cómo vas a llamarme.
   -Te dejaré un Kakao…- nos reímos porque los dos sabíamos que nunca le llegaban los Kakaos que yo le mandaba.
   -¿Qué podemos hacer?
   -¿Sobre qué?- pregunté sin comprender.
   -Sobre lo que nos pasa.
   -No lo sé…

   Nos quedamos callados. Él seguro que estaba pensando en una solución, yo sólo podía pensar en que estando a su lado me sentía muy bien. De repente, BaekHyun abrió mucho los ojos y me dio un golpe fuerte en el brazo.

   -Auch, ¿por qué me pegas?- me quejé.
   -La sangre.
   -¿Pero qué dices?
   -¿Recuerdas a mi anterior compañero de cuarto, JongDae?- negué- el chico que nos encontramos el otro día.
   -Ahhh- dije al recordar al chico moreno con el que hablaba BaekHyun el día después de las vacaciones- ¿se llama JongDae?
   -Sí.
   -¿Y qué pasa con él?
   -Nos dijo que un amigo suyo necesitaba sangre de gente para hacer un trabajo, podemos decirle que queremos participar y así ver si en nuestra sangre hay algo raro- dijo él muy emocionado.
   -Es verdad, podemos hacer eso y así… ahhh, BaekHyun, eres genial- lo abracé y le di un beso en la mejilla muy emocionado- ¿dónde podemos encontrarlo?
   -Está en ingeniería, así que podemos encontrarlo por allí.
   -¿Hoy? Pero si no hay clase.
   -Siempre está en la Universidad.
   -Pues allá vamos- dije, y me levanté de la cama.

-oooOOOooo-

   Estaba tranquilamente sentado en la cafetería, tomándome un café para despertarme un poco. A mi lado, con un zumo de naranja estaba mi nuevo compañero de habitación, MinSeok. Hablábamos sobre nada en concreto, pero cómo él era muy hablador, no paraba de cascarme de cosas sin importancia, hasta que de repente escuché una voz muy conocida.

   -¡JongDae!- me giré para ver cómo BaekHyun y su amigo ChanYeol venían hacia donde nosotros estábamos.
   -Hola, chicos- saludé cuando llegaron a mi lado- ¿qué os trae por aquí?
   -¿Recuerdas eso que nos dijiste de los análisis para el trabajo de tu amigo?- me preguntó BaekHyun.
   -Claro, ¿por qué? ¿Queréis participar?
   -Sí, nos gustaría ayudar- sonreí y me giré hacia mi compañero.
   -Minnie, me llevo a estos dos a que YiXing les clave una aguja- le dije.
   -Ok- contestó haciendo un pucherito.
   -Nos vemos luego- me tomé el café de golpe, me levanté, y antes de que me girara vi cómo MinSeok me despedía con un movimiento adorable con su mano y sonreí.
   -¿Dónde podremos hacernos las pruebas esas?- me preguntó ChanYeol.
   -Tenemos que ir a su casa, allí lo tiene todo.

-oooOOOooo-

   -¿Dónde vais?- pregunté al ver salir a Kevin y Tao hacia la puerta.
   -¿También tenemos que darte explicaciones cómo si fueras una esposa celosa?- me dijo Kevin y yo me crucé de brazos cabreado. No me gustaba nada que me llamara esposa celosa.
   -Haced lo que os de la gana- acabé diciendo poniéndome de morros.
   -De todas maneras eso íbamos a hacer- y Kevin cerró la puerta tras salir después de Tao.

   Los llamé de todo internamente. Me ponía de los nervios ese secretismo que tenían esos dos. No es que fuera cotilla y quisiera enterarme de todo lo que hacían, pero, algo sí. Quería saber de qué hablaban cuando se encerraban por horas en una u otra habitación y también porqué motivo iban siempre juntos a todos lados.

   Llamaron a la puerta y fui a abrir, encontrándome al hacerlo con JongDae y un par de chicos que no conocía de nada.

   -YiXing- dijo mi amigo- te traigo a tus conejillos de indias para que puedas hacer tu trabajo- señaló a los otros dos chicos.
   -Genial.
   -Él es BaekHyun- señaló al chico de su derecha, castaño y más o menos de nuestra altura- y él ChanYeol- señaló al de la izquierda, que me recordó a Kevin por su altura y color de cabello, pero no por su expresión, ya que este estaba sonriendo.
   -Encantado- me incliné- yo soy YiXing- me presenté- cómo si estuvierais en vuestra casa- y los dejé pasar.



sábado, 15 de diciembre de 2012

The Promise


The Promise


   Dos niños corrían por un parque. La niña, de unos cinco años, con un vestido blanco de tirantes con pequeñas margaritas bordadas por toda la falda, escapaba de un niño de ocho, que la perseguía por el lugar. Jugaban al pilla pilla, reían, tropezaban con todas las personas que había allí, pero no les importaba, estaban felices y eso era todo. De repente, el niño la atrapó por la espalda y la abrazó por la cintura, alzándola unos centímetros del suelo y dando unas vueltas con ella en el aire mientras reía.

   -Te atrapé- dijo.
   -No es justo…- contestó la niña haciendo un puchero.
   -Soy mayor, corro más que tú- la dejó en el suelo y ella se volvió hacia él.
   -Algún día seré más grande que tú- dijo muy convencida con una sonrisa maliciosa- y entonces te ganaré al pilla pilla y me casaré contigo.
   -Nunca serás mayor que yo- se burló sacándole la lengua- pero cuando seamos más grandes nos casaremos- dijo más serio.
   -¿Lo prometes, YiXing?- la niña alzó su dedo meñique.
   -Lo prometo, Fabiana- y entrelazaron sus dedos meñiques, haciendo una promesa para toda la vida.
  
   Una promesa para toda la vida, una promesa que no se cumpliría, una promesa que pesaba sobre el pecho de ambos porque querían realizarla pero no podían, una promesa que los estaba consumiendo lentamente.

   YiXing yacía sobre la cama del hospital, rodeado de tubos y de máquinas que pitaban, máquinas que decían que seguía vivo, pero que poco a poco su vida se iba apagando. Fabiana lloraba, con la cabeza apoyada sobre la cama en la que se encontraba él.

   Trece años tenía ya YiXing en el momento en el que llegó a casa de Fabiana con un regalo. No era el cumpleaños de la niña de diez, pero aun así aceptó el regalo que él le ofrecía. Se sorprendió muchísimo al ver que era un collar de cuentas de colores.

   -Muchas gracias, pero ¿por qué?- preguntó ella muy desorientada- no es mi cumpleaños.
   -No es por eso boba- contestó él con la mirada baja- es porque te quiero…- y le dio un pequeño beso en la mejilla, tras el que salió corriendo, dejando a la chica sonrojada y con una amplia sonrisa de felicidad.

   YiXing abría los ojos lentamente y como cada vez que lo hacía, veía el dolor en el rostro de su amiga, de su compañera y de su amor de por vida. Alzó una mano hacia su rostro, acariciándoselo, limpiándole las lágrimas que tanto daño les hacían a los dos. La chica tomó su mano, aferrándose con fuerza.

   -No llores, por favor…- pidió él- no llores por mí.
   -YiXing te amo…- susurró ella.
   -Fabiana… sonríe… sonríe para mí estos últimos días… quiero que seas feliz…
   -No seré feliz si no es contigo…

   Dos meses antes YiXing se había desmayado durante un partido de fútbol con sus amigos. Todos ellos fueron a ayudarlo. En donde jugaban el partidillo entre barrios no había ningún médico, por lo que lo primero que hicieron fue cargarlo hasta el coche sin moverlo demasiado. Fabiana fue con él durante todo el rato, hasta que llegaron al hospital y metieron a YiXing en una sala a hacerle pruebas.

   Pasaron mucho rato allí, los once amigos de YiXing intentaban consolarla, los padres de ambos también. De repente, salió un médico de la sala y lo explicó todo. Tenía un tumor maligno y debían extirpárselo, pero estaba en un lugar de difícil acceso y en la operación peligraba su vida, pero si no se lo extirpaban, moriría.

   Fabiana corría por el hospital. Le daba lo mismo que el personal la regañara, sólo que ría llegar lo más pronto posible al lugar. Los padres de YiXing la habían llamado diciendo que en cuanto ella se fue el día anterior para ducharse y descansar, él había pedido que le hicieran la operación.

   La espera. La espera la estaba matando por dentro. No había ni una sola noticia de él, y ya llevaban cinco horas dentro de aquel quirófano. Cuando el doctor salió, todos se levantaron rápidamente y fueron hacia él.

   -¿Cómo está?- preguntó Fabiana muy angustiada. El silencio del médico le hizo pensar en lo peor, pero luego el hombre esbozó una pequeña sonrisa.
   -Se pondrá bien- y la chica pudo respirar tranquila de nuevo después de dos meses.

-oooOOOooo-

   La chica se adentró en la habitación de él lentamente, intentando no hacer ruido para no despertar al chico que dormía en la cama blanca tranquilamente, o eso parecía, porque él abrió sus ojos, nada más la sintió a su lado.

   -Fabiana…- susurró- podré cumplir… la promesa que te hice…
   -Estás muy loco- dije.
   -Por ti, te quiero.
   -Yo también te quiero.


jueves, 13 de diciembre de 2012

Simplemente Tú


Simplemente Tú

   Lee Jinki es una de esas personas que siempre muestran una sonrisa al mundo, una de esas personas que enfrentan los problemas con ánimo y siempre está para apoyar al resto. Tan poco egoísta, tan generoso, tan amable con todos, tan poco preocupado por sí mismo, tan Onew…

   Eso era lo que pensaba yo cuando lo veía en los programas de la televisión y cuando lo conocí, mi percepción de él, no cambió para nada…

   Nevaba y hacía mucho frío, ya estábamos en Diciembre. Yo paseaba por las calles de Seúl, bueno, realmente no paseaba, buscaba algún lugar que conociera para poder orientarme y encontrar mi apartamento. Tenía muy mal sentido de la orientación, aunque supiera exactamente cómo llegar a un sitio, acababa perdiéndome un par de veces antes de llegar. Ya he asumido que soy así, y es algo con lo que hay que vivir.

   Giré en una esquina y me choqué contra alguien. Del impulso del encontronazo y debido al suelo resbaladizo, ambos caímos al suelo de culo. Se me había olvidado comentarlo, además de un pésimo sentido de la orientación, era una patosa sin remedio. Mi cuerpo siempre lleno de moratones y cortes, así lo revelaba.

   Me intenté levantar, y cuando lo hice, un dolor punzante en el trasero fue lo único que pude notar durante un buen rato. Frente a mí, la persona con la que me había chocado volvía a caer al suelo tras un intento fallido de levantarse de allí. Alguien todavía más patoso que yo. Sonreí casi imperceptiblemente.

   Me acerqué y le tendí la mano para ayudar a que se levantara. La agarró, y con mi ayuda, pudo levantarse. El pelo le caía sobre la cara y la tapaba casi por completo, pero por su complexión física, podría jurar que era un chico, aunque en Seúl había aprendido que no todo es lo que aparenta ser cuando conocí a lo que yo creía una chica, pero en realidad era un chico.

   -Lo siento- susurró, y su voz me sonó realmente familiar- no estaba atento, no… miraba por dónde iba…
   -No, es mi culpa- dije yo- no me di cuenta, estaba en otras cosas, lo siento- y me incliné un poco, haciendo una reverencia, él se inclinó también y la mala suerte jugó de nuestra parte al hacer que nuestras chocaron. Ambos llevamos nuestras manos a las cabezas e hicimos una mueca de dolor.
   -Lo siento- volvimos a decir, esta vez a la vez.
   -“Onew Condition”- pensé- soy muy torpe, perdóname.
   -No te preocupes, yo también soy así- dijo.

   Su voz me sonaba, me sonaba muchísimo, pero en ese momento no podía distinguir el por qué. También se me había olvidado comentarlo, tengo menos memoria que un pez, por eso a veces mis amigas me llaman Doris. (N.A.: Doris es el nombre del pez que sale en Buscando a Nemo, que es muy desmemoriado ^^)

   -Me alegro de conocer a alguien como yo- comenté- me sentía muy sola siendo la única torpe en el mundo conocido.
   -Sí, la torpeza es algo muy solitario- él sonrió, tenía una sonrisa muy bonita.
   -Mi nombre es Marina- me presente, quería poder conocer a una persona tan parecida a mí.
   -JinKi- contestó.
   -Encantada de conocerte, JinKi- sonreí y titubeé ante lo que pensaba decir después, me daba vergüenza preguntar algo así, pero tenía que hacerlo- mmm… esto… ¿sabrías decirme exactamente dónde estoy?- él me sonrió ampliamente.
   -Si te digo que yo también estoy perdido...

   Miramos a nuestro alrededor para buscar a alguna persona que nos indicara, pero no había nadie en la calle, y no era de extrañar, hacía un frío de mil demonios.

   -Mierda- me quejé- mmm… y… ¿te gustaría tomar algo calentito en la cafetería de la esquina para entrar en calor y allí preguntar?- le propuse, si seguíamos allí fuera, mis manos iban a acabar siendo cubitos de hielo.
   -Sí, por favor.

   Cruzamos la calle lentamente intentando no resbalarnos con el hielo y entramos a la cafetería, un StarBucks. Yo me pedí un chocolate (no me gusta el café) y una magdalena que tenía muy buena pinta. JinKi se pidió un café y un bollo de chocolate relleno de crema.

   Comenzamos a hablar de temas variados. Era un chico muy interesante, y, además, teníamos bastantes cosas en común.

   Sólo había una cosa que realmente me molestaba de él, ese flequillo que le tapaba la mitad del rostro y que no me dejaba ver sus ojos. Había también, algo a lo que llevaba dándole vueltas bastante rato. Su voz me era muy familiar, muy, muy, muy familiar. Su nombre, su cabello, su torpeza, todo me recordaba a algo, a alguien que conocía, pero mi despiste era mayor y no lo ubicaba.

   De repente, mi teléfono comenzó a sonar. The Name I Loved me indicaba que era una de mis amigas quien llamaba. Fue en ese momento cuando encajó todo en mi mente. ONEW. La persona que tenía frente a mí era Onew. Al conocer este hecho, me quedé paralizada con el dedo preparado para deslizar por la pantalla y descolgar.

   La canción seguía sonando, pero yo sólo lo miraba fijamente, y, por primera vez, él se apartó el flequillo, confirmando de una vez por todas, todas mis sospechas.

   -Por favor, no armes un escándalo- susurró- haré lo que sea.

   En ese momento reaccioné, negué con la cabeza y descolgué la llamada.

   -¡MARINA!- me gritó la voz de mi amiga SooHee- ¿Dónde estás? ¿Por qué no me cogías el teléfono?
   -Lo siento, lo siento- susurré- no podía sacar el móvil del bolsillo, ya sabes lo apretados que me están los pantalones que llevo hoy puestos- mentí e intenté reír para no preocuparla.
   -¿Dónde estás?- no sabía qué contestar a eso- perdida, ¿verdad?- adivinó ante mi silencio.
   -Un poco- reconocí mirando a la persona que había llamado mi atención desde la primera vez que lo vi, en su debut- pero no te preocupes, pillaré un taxi y pronto estaré en casa.
   -Eso espero- murmuró ella- sino, llama- y colgó.
   -No quiero armar un escándalo- dije una vez guardé mi móvil- si te digo la verdad, no me habría dado cuenta si mi móvil no hubiera sonado- me levanté- no necesito que hagas nada para callarme, ni siquiera te pediré una foto o un autógrafo, será como si nunca hubiera conocido a Onew…- titubeé un poco antes de seguir-  pero me gustaría poder seguir conociendo a JinKi, el chico amable y torpe con el que he pasado la tarde…

   Podía parecer algo raro, pero realmente, aparte del shock por descubrir su identidad, había encontrado a una persona agradable y maravillosa, y quería seguir viendo a esa persona, incluso antes de saber que era él, quería pedirle que mantuviéramos el contacto.

   -Me parece bien- se volvió a echar el flequillo a la cara- Lee JinKi, sólo soy Lee JinKi, y también me gustaría conocerte…

miércoles, 12 de diciembre de 2012

My Love


My Love


1/2


   Estábamos sólo nosotros dos solos en el apartamento, los demás se habían ido y nos habían dejado tirados. Para un día que teníamos libre y en el que podíamos hacer lo que nos diera la gana, dormir, básicamente, y ellos se largaban, dejándome solo, con el acosador de JongHyun.

   A ver, que no es que no me gustara que me abrazara o se pusiera cariñoso y esas cosas, pero, es que eso a veces me hacía sentir algo confuso, y no me gustaba sentirme así de raro, bueno, ya venía raro de serie, pero no era ese tipo de rareza a la que estaba acostumbrado, sino que era otra cosa.

   La verdad, ni sabía lo que se me pasaba por la cabeza cuando mi hyung se me acercaba, me abrazaba o me daba un beso y luego, tan tranquilamente se iba de mi lado, dejándome con aquella sensación de no saber qué narices era lo que me pasaba.

   Estaba tumbado en el sofá del apartamento, en silencio, pensando, cosa rara en mí, pero bueno, a veces había que hacer esas cosas también, o me iría muy mal en la vida. De repente, mi hyung entró al salón con una sonrisa de oreja a oreja y se me tiró encima casi sin darme tiempo a reaccionar, y provocando que mi corazón comenzara a latir a mil por hora, ya fuera por el susto que me había pegado o por otra cosa más, que no llegaba a entender.

   -JungShin…- dijo él- tu hyung necesita mimitos…- se abrazó fuertemente a mí.
   -Cómprate un perro- contesté y él negó con la cabeza.
   -No quiero comprarme un perro.
   -Bueno, pues ve con tu amigo JongHyun de SHINee, él es lo más parecido a un perro que conozco y así no te lo tienes que comprar- volvió a negar con la cabeza, aunque esta vez lo vi sonreír ante mi ocurrencia.
   -Quiero que me de mimitos mi dongsaeng favorito…- miré de un lado a otro como buscando a la persona de la que hablaba y al percatarse de eso me dio un golpe en el brazo, riendo divertido- no busques, babo, eres tú- sonreí.
   -¿En serio?- pregunté creí que no era yo y te habías equivocado, por eso buscaba a MinHyuk.
   -Nah, eres tú, eso ni lo dudes- escuchar eso de sus labios, despreciando al lovely boy, y diciéndome que yo era mejor, me hizo sentir increíblemente bien e increíblemente raro. Aunque en realidad no lo había despreciado, pero me gustaba pensar que sí para sentirme mejor, más querido, más… ¿cómo me sentía exactamente? No podía ni describirlo, pero ahora tenía una sonrisita boba al saberme mejor que alguien, y más si ese alguien era guapo y agradable, no como yo, que era un puerco espín o algo por el estilo- JungShin…- lo volví a escuchar decir.
   -¿Qué quieres, hyung?
   -Quiero decirte algo.
   -Sólo dilo.
   -Te asustarás cuando te lo diga y no te querrás acercar más a mí- contestó, y eso hizo que mi curiosidad saliera a la luz y que pusiera toda mi atención en lo que él pudiera llegar a decirme, pero un silencio incómodo, de los que nada me gustaban a mí, se instauró entre nosotros y tuve que romperlo antes de que me estallara la cabeza.
   -Soy muy raro, lo mismo y todo reacciono bien.
   -Yo…- lo oí buscar oxígeno desesperadamente para lo que fuera que me iba a decir y luego comenzó a hablar saliendo a la luz su acento de Busán, lo que me indicó que estaba muy nervioso- yo… es que JungShin… la verdad, me creerás un… pervertido o algo así… por estar siempre encima tuya… y de los demás… pero es que soy cariñoso… y no lo puedo evitar… también sé que… no te quejas… ni tú ni ninguno… pero es que a veces…- estaba viendo cómo se estaba enrollando como una persiana y lo corté antes de que pudiera seguir con su retahíla de cosas sin sentido.
   -Hyung, al grano.
   -¡Qué me gustas!- soltó de golpe y sopetón escondiendo su rostro en mi pecho, avergonzado- ale… ya lo he dicho…

   No sabía cómo sentirme con esa declaración, pero todo las cosas raras que me pasaban interiormente, parecían haberse calmado y ahora sonreía cómo un estúpido. No sabía qué podía significar eso, pero… bueno… sí lo sabía, me agradaba que mi hyung hubiera dicho que yo le gustaba, por algún motivo desconocido, me agradaba de sobremanera… bueno… motivo desconocido, no. Mi corazón no paraba de latir cómo si se le fuera la vida en ello, y de mi rostro no se quitaba aquella sonrisa. Tenía todos los síntomas de lo que se definiría como rareza dentro de aquella sociedad anticuada que era la coreana, pero tampoco debería de importarme mucho, yo ya era raro de serie, así que, tampoco me costaba tanto aceptar lo que hacía tiempo que sabía que me pasaba pero que no había tenido el valor o la cabeza para reconocer. Me gustaba mi hyung, y ya.

   -Tú también me gustas…- estas palabras salieron de mis labios, y vi cómo una sonrisa se extendía por su rostro, antes de lanzarse a darme un tímido beso.

-oooOOOooo-

   ¿Cuánto tiempo había pasado desde que confesamos nuestros sentimientos? ¿Seis meses? No podía decirlo con exactitud, pero podría jurar que fue más o menos por ahí. Las promociones, grabaciones y ensayos, me volvían medio loco y ya no sabía prácticamente ni en que día vivía.

   Bueno, mi relación con JongHyun, delante de los demás seguía siendo igual, pero en cuanto nos quedábamos a solas, salía a relucir su lado cariñoso y pegajoso, que en los últimos tiempos se había desarrollado hasta niveles insospechados, y nos besábamos por las esquinas, en lugares apartados, en lugares en los nadie pudiera vernos, también al despiste de los demás cuando veíamos una película, pero no habíamos pasado más de ahí.

   Siempre que lo intentábamos, aparecía un problema u otro. La primera vez que lo intentamos, en el baño, se rompió la ducha y lo inundamos, la segunda, rompimos la cama, la tercera, casi nos pilla YongHwa en el sofá y la cuarta, a MinHyuk se le ocurrió volver antes de cualquier lado al que hubiera ido y nos descubrió en la cocina, comiendo fresas.

   Ya no lo intentamos más veces, aunque ambos queríamos, pero ni queríamos ser objeto de burla de los otros dos miembros, ni queríamos traumatizarlos o algo, así que, nos aguantábamos sólo con besos excitantes y caricias exploradoras que acababan con largas sesiones de desahogo en el baño para poder tranquilizarnos. Aunque a veces, eso no era suficiente, y las ganas nos iban a poder algún día, y ese día llegó.

   Estaba dormido, pero en cuanto sentí que mi cama se hundía por el peso de otra persona, me desperté sobresaltado, viendo cómo en penumbra, JongHyun, mi hyung y mi novio, se subía en mi cama y me acechaba como un felino a punto de atacar a su presa.

   -Hyung…- lo llamé adormilado cuando lo noté sentarse sobre mi cuerpo, tras haber retirado las sábanas que me cubrían.
   -JungShin- susurró- quiero hacerlo.
   -¿Hacer qué, hyung?- pregunté sin entender. Todavía estaba más dormido que despierto y no sabía a lo que JongHyun se refería. Tenía mucho sueño, demasiado.
   -Quiero sexo- mi cerebro tardó un buen rato en procesar estas palabras, pero cuando lo hizo, abrí mis ojos como platos, mientras comencé a sentir sus manos traviesas tocando mi cuerpo por debajo de la ropa con la que anoche me había quedado dormido.
   -Hyung… para…- le sujeté las manos intentando pararlo, y en el intento se quedó, porque no pude detenerlo- los demás nos escucharán.
   -No están aquí- susurró en mi oído, y me mordisqueó y lamió esa parte de mi cuerpo, haciéndome suspirar y poniendo mi piel como la de una gallina.

   Mi ropa fue lentamente retirada por sus manos, hasta que me quedé completamente desnudo y mientras, éstas, iban tocando mi piel. Comencé a palpar su torso desnudo, su espalda, su trasero por debajo de los boxers, la única prenda que llevaba puesta, y se la quité, a la vez me giraba y ahora era yo el que me ponía encima, haciendo rozar así, nuestros miembros ya erectos. Ambos gemimos ante el contacto y nos miramos con los ojos brillantes por el deseo y la lujuria. Empecé a moverme sobre él, de adelante hacia atrás, haciendo que la fricción nos llevara al placer más absoluto.

   -Ah~ ah~ JongHyun~ ah~ más…

   En el momento en el que gemí eso, noté su mano sobre mi pene, tocándolo a la vez que el suyo, moviendo ambos más rápido, más fuerte, hasta que los dos nos corrimos y yo caí sobre su cuerpo, con un sueño impresionante.

   Quería seguir, quería ir más allá de aquello con él, pero mi cuerpo no me respondía, mis párpados comenzaron a pesar y mis ojos se cerraban poco a poco.

   -Quiero más…- logré murmurar.
   -Otro día- lo escuché susurrar mientras acariciaba mi cabeza- ahora descansa- noté sus labios sobre mi frente, depositando un beso cariñoso, y luego comenzó a cantar, My Love, fue entonces cuando me quedé dormido es sus brazos.