Ready 2 Love
-Te
repito que estás jugando con los sentimientos de ambos y eso no es nada justo
para ellos- dijo por quinta vez ese día mi amiga Yulenia, sentándose a los pies
de mi cama.
-Y
yo te contesto que mientras que no se enteren no pasa nada- ella se levantó
automáticamente de la cama y bufó con desesperación.
Todos los días eran así desde que se enteró (bueno, más bien me
extorsionó hasta que me lo sonsacó) que estaba saliendo con dos chicos a la
vez. Me decía una y otra vez que tenía que acabar con ello, que les haría daño
y un montón de chorradas más. Yo era de la opinión de “ojos que no ven, corazón
que no siente” y además, ellos ni se conocían, jamás podrían enterarse del
doble juego que llevaba.
Cualquiera me podría juzgar por lo que hacía (como mi amiga), pero
estaba en la edad de experimentar y me gustaba esta situación.
-Eres desesperante, Naye- la escuché murmurar.
-Oh,
venga, Yul, no seas así- dije y ella me miró mal.
-¿Cómo que no sea así?- preguntó- Onew es mi hermano, no puedo dejar que
juegues con sus sentimientos.
-No
estoy jugando con los sentimientos de nadie…
-¡Le
estás poniendo los cuernos con Key!
-No
le pongo los cuernos…- ella encaró una ceja.
-Ah,
¿no? ¿Y entonces cómo se llama eso que estás haciendo?
-Doble vida- contesté- lo he buscado en internet, por si las moscas-
sonreí y ella suspiró, cansada.
-Naye…
-Tranquila, pequeña, mientras no se enteren no habrá daño alguno- le
aseguré.
-¿Por qué lo haces?
-Quiero experimentar, quiero ver con cual es más probable que acabe
saliendo de verdad y no podía hacerlo de otra manera- contesté.
-Claro que podías.
-No.
-Sí.
-¿Cómo?
-Saliendo con uno, dejándolo, saliendo con el otro, dejándolo y luego
decidir.
-Entonces les haría daño.
-Lo
que tú digas- volvió a suspirar y se dirigió a la puerta- simplemente intenta
que no se encuentren nunca, ¿vale?
-Vale- y salió.
No
sabía por qué ella temía que nos encontráramos, era muy fácil no hacerlo, Seúl
es una ciudad muy grande. Pero cuando los planetas se alinean y se ponen en tu
contra, una ciudad tan grande cómo Seúl se queda pequeña.
~.~.~
Durante los siguientes días, si salía con Onew, en algún lugar acababa
viendo a Key entre la gente y salía corriendo en la otra dirección. Si salía
con Key, pasaba exactamente lo mismo y eso me estaba volviendo loca a mí y
también un poco a ellos.
Llegué al piso que compartía con mi amiga y me dejé caer sobre la cama,
agotada. Había sido un día muy duro.
-¿Qué te pasa?- preguntó Yulenia entrando a mi habitación, preocupada
por el estado en el que había llegado a la casa.
-¿Por qué las cosas siempre tienen que torcerse?- pregunté y ella abrió
los ojos con pánico.
-¿No
me digas que os habéis encontrado los tres?
-No,
nada de eso- ella respiró tranquila.
-¿Entonces?
-Tengo que huir de un lado para otro porque salga con quien salga,
siempre aparece el otro cerca y tengo que cambiar el rumbo para no cruzarnos-
conté.
-Te
dije que era un juego muy peligroso.
-Ya…
lo repetiste cerca de quinientas veces desde el día que te lo conté.
-Y
no me has hecho caso en lo de dejar todo esto…
-Creo que… voy a hacerte un poquito de caso…- ella sonrió triunfante.
-Asegúrate de que eliges al indicado, luego no puedes cambiar como si de
una camiseta que no te queda bien se tratase- advirtió saliendo de mi cuarto.
No
me gustaba nada tener que darle la razón a mi amiga, pero estaba jugando con
fuego y había estado a punto de quemarme varias veces.
Sin
embargo, no podía decidir. Los dos me gustaban demasiado. Key era tan atento,
tan educado, tan cariñoso, aunque a veces un poco caprichoso y mandón. Onew era
de otra forma, era muy dulce, muy alegre, muy cariñoso, se preocupaba de mi
bienestar, pero a veces podía ser un verdadero idiota y parecía tener dos pies
izquierdos.
No
sabía por cual decidirme. Ambos tenían sus cualidades y sus defectos, y por
ambas cosas me gustaban.
~.~.~
Durante la siguiente semana apenas salí de casa e intenté no encontrarme
con ninguno de los dos. Debía pensar y nada, ninguna acción podía determinar
cuál sería mi decisión.
La
inspiración divina me pareció llegar el día en el que abrí la puerta de casa y
por ella entró un muy preocupado Onew, abrazándome hasta dejarme prácticamente
sin respiración.
-¿Cómo estás, tesoro?- me preguntó y yo lo miré confundida- llevo una semana
sin saber nada de ti, no contestas al móvil, no te conectas a las redes
sociales y no te he visto en la Facultad.
-Oh
bueno… yo…
-Y
cuando le pregunté a mi hermana sobre ti, primero me daba largas, pero después,
ante mi insistencia me contó que estabas enferma y que era algo contagioso- me
apretó más fuerte contra su pecho- me estaba volviendo loco de preocupación.
Su
confesión me dejó de piedra unos instantes, mientras me abrazaba, pero después,
mi corazón comenzó a saltar de alegría. Él ya había tomado la decisión.
-No
te preocupes- murmuré contra su cuello- ya estoy bien…- lo rodeé con mis
brazos- “ya estoy lista para amar”- pensé.
~.~.~
Esa
misma noche, después de que Onew se fuera de casa, le di las gracias a mi amiga
por encubrirme y encendí el móvil para llamar a Key y cortar con él. En cuanto
lo hice, me comenzaron a llegar miles de notificaciones del Wassap, del Line,
del Kakao, del Twitter, de FaceBook, llamadas perdidas, mensajes de texto,
e-mails… todos de Onew. Eso hizo que aun fuera más firme en mi decisión.
Busqué el chat del Kakao que tenía con Key y lo llamé, ya que de esa
manera me salía gratis. No pasó mucho tiempo para que él me contestara.
-¿Naye?- preguntó.
-¿Quién si no?
-No sé… cómo llevas sin dar señales de vida
un par de días…
-Fue
una semana.
-¿Tanto?
-Sí.
-Ah…
Ah.
Había estado una semana sin verme y lo único que decía cuando contactaba con él
era “ah”. Estaba más que decidida a cortar con él y seguir adelante con Onew.
-He
estado pensando…- murmuré- sobre nosotros… y… quiero cortar- dije. Al otro lado
de la línea solo se escuchó la respiración de alguien durante un par de
minutos.
-¿De verdad es eso lo que quieres?
-Sí.
-Entonces… ¿cortamos?
-Sí.
-Genial.
-¿Genial?
-Sí.
-¿No
estás triste?
-No, la vida sigue y bueno, no hay que
amargarse por cosas como esta- contestó.
Bueno. Al menos no le había roto el corazón como temía Yulenia. Parecía
que se lo estaba tomando bastante bien.
-Entonces está bien- murmuré- ya… nos
veremos…
-Sí- contestó- oh, por cierto… ¿tú amiga, la
que vive contigo, está soltera?
-¿A
qué viene esa pregunta?
-La vida sigue- repitió.
-Sí,
está soltera.
-Entonces nos veremos mucho.