Título:
Dragons’ Slayers
Pareja:
TaoHun (Tao x SeHun), leve KaiBaek (Kai x BaekHyun) (EXO)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, romance, fantasía.
Número de palabras:
24.080 palabras
Número de partes:
3 partes
Resumen: Los
Cazadores de Dragones son aquellos que mantienen la Paz, aquellos que se
encargan de acabar con los Dragones que amenazan la región. ZiTao es un Cazador
de Dragones, sin embargo, no puede cazar a ese Dragón Arcoíris.
Comentario de Autora:
la fantasía siempre ha sido un género que quería probar escribir ya que es el
que más me gusta leer y siempre he tenido predilección por los Dragones. Espero
que os guste.
Dragons’ slayers
Parte I
Al Oeste de las Montañas de Fuego,
en el valle formado por el río Sif que discurría a sus pies, se encontraba una pequeña aldea de casas
circulares de barro con techos bajos de paja. En esa aldea vivían los hombres más
fuertes y más temidos de toda la región, los Cazadores de Dragones.
Era un poblado en el que solo
habitaban hombres. Para las mujeres estaba prohibido entrar a aquel lugar y los
hombres que vivían en él habían sido tomados de sus casas a la tierna edad de 7
años, para someterlos a un duro entrenamiento. Aquel que podía aguantarlo todo
se quedaba en el poblado y los demás, eran devueltos a sus casas para que
vivieran sus miserables vidas.
Todas las aldeas permitían que sus
hijos pasaran por estos tormentos, porque esa era la única forma que tenían de
protegerse de los dragones que los acechaban casi cada día y que, de vez en
cuando, masacraban aldeas enteras. Por esta simple razón, los Cazadores de
Dragones eran las personas más respetadas de la región y podían hacer casi
cualquier cosa sin impunidad alguna. Por ese mismo motivo, a veces saqueaban
aldeas cuando estas no podían pagarles el tributo requerido por protegerlas.
Todos tenían miedo a los Cazadores
de Dragones. Eran hombres altos, imponentes, de músculos marcados y de piel
curtida por tanta penuria y sufrimiento. Sin embargo, entre ellos también se
encontraban hombres astutos, aunque más débiles, que eran mucho más peligrosos.
La aldea estaba gobernada por un
gran jefe. Era el más fuerte del poblado y todos acataban sus decisiones, sin
embargo, había un consejo de varios ancianos —grandes cazadores que habían
logrado sobrevivir y llegar hasta una edad avanzada—, al que debía rendir
cuentas y/o pedir opinión sobre los asuntos de la aldea.
Todos los días eran igual en aquel
lugar. Los hombres se levantaban con el sol y comenzaban a entrenarse, para
siempre estar en forma. Más tarde, comenzaban a darles instrucciones a los
niños. Los dividían según edad y capacidades físicas para conseguir un mayor
rendimiento hasta que llegaba la hora de la comida. A partir de ese momento,
los aspirantes a Cazadores de Dragones se dedicaban a estar juntos y a aprender
lo máximo posible de sus compañeros. Iban a ser compañeros durante toda su
vida, por lo cual, debían saberlo todo.
ZiTao era uno de los pequeños de su
grupo en edad, puesto que en altura y en músculo, les ganaba a la mayoría de
los allí reunidos. Solo había un chico que era menor que él, pero éste era un
fiera y había impresionado incluso a los mejores cazadores del poblado. Se
llamaba Kai, y siempre tenía una expresión de mal humor en su rostro,
seguramente copiada de la del guerrero que los instruía en el combate mano a
mano, Kris.
Los chicos del grupo estaban
sentados en torno a una hoguera en la que despejaban el frío de la fría
primavera. El invierno parecía que no los quería dejar escapar de sus garras.
Esos meses habían sido los más duros que los ancianos del poblado recordaban.
Nunca antes había sido tan difícil poder entrar en calor. Las Montañas de Fuego
habían tenido sus cumbres nevadas durante toda la estación, e incluso en estos
momentos, en los picos más altos aún se podía apreciar algún que otro rastro de
nieve. El poblado también había sido afectado por estas nieves y habían muerto
varios niños que jamás hubieran llegado a ser Cazadores y algunos de los
ancianos.
ZiTao, que venía de un lugar muy al
Norte, no había sentido tanto el invierno como sus compañeros, procedentes de
lugares más cálidos. Todavía dormían todos apiñados en aquella pequeña cabaña
en la que vivían para mantener el calor.
Sin embargo, ese frío no era nada
normal. Todos lo sabían y los ancianos más sabios se reunieron un día en torno
al lugar Sagrado, en el que veneraban al Dios Guerrero Nuth, para buscar entre
los antiguos escritos alguna referencia a un invierno tan crudo como el vivido.
No pasó mucho tiempo cuando los reunieron a todos en la cabaña del Jefe XiuMin
para explicar aquel suceso.
El anciano SuHo les había explicado
todo. Les había contado una leyenda. Unaque se remontaba a los orígenes de aquella
tierra que habitaban. Un relato que hablaba sobre el descenso del Dios Guerrero
Nuth de los cielos para combatir con aquella raza de lagartos alados, llamados
Dragones. Una leyenda que
hablaba de la Creación de los Cazadores, pero que también explicaba el porqué
de ese invierno tan duro. ZiTao aún recordaba las palabras exactas de aquel
sabio anciano.
“Cuando
las cumbres de las Montañas de Fuego se apaguen, cuando el agua caiga del cielo
en copos, cuando se pueda caminar por los ríos, cuando la tierra no dé sus
frutos, cuando el viento del Norte corte la respiración de los habitantes de
estas tierras habrá nacido el más temible de los Dragones, el Dragón Arcoíris”.
Todavía sentía escalofríos en su
cuerpo cuando alguien mencionaba al Dragón Arcoíris, al igual que los había
sentido cuando escuchó las palabras del anciano varias semanas atrás.
—ZiTao —escuchó que lo llamaban y
salió de sus pensamientos para volver a la realidad y girarse en dirección a la
voz.
Era BaiXian quien lo llamaba. El
chico era menudo y realmente no parecía un muchacho. Tenía los rasgos finos de una mujer y una personalidad bastante
accesible. Sin embargo poseía una gran inteligencia y gracias a él, muchas
veces habían salido de situaciones en las que podrían haber perecido. ZiTao lo
tenía en gran estima.
—¿Sí?
—Pareces perdido —comentó—. Hoy no
participas mucho en la conversación.
—No tengo mucho que aportar a ella —contestó.
BaiXian lo miró alzando una ceja.
—Pero si estamos hablando de tu tema
favorito últimamente: el Dragón Arcoíris.
ZiTao asintió lentamente a la vez
que sus mejillas se colorearon levemente de rojo. No les estaba prestando la
más mínima atención y ni siquiera se había dado cuenta de que estaban hablando
de aquello que lo había obsesionado desde el momento en el que aquel anciano
había hablado de ello.
—No prestaba mucha atención —admitió
al final—. Estaba pensando en el día en el que el anciano SuHo nos contó la
leyenda —en ese momento, vio cómo Kai ponía una sonrisa extraña.
—Os lo dije —el chico se volvió
hacia sus otros compañeros con aquella sonrisa—. La próxima vez tenéis que
cumplir lo prometido.
—Claro, nosotros siempre cumplimos
con nuestra palabra, somos Cazadores —contestó Chen.
A partir de ahí, la conversación fue
por otros puntos y ya no volvieron a tocar el del Dragón Arcoíris. ZiTao se
sentía un poco perdido, porque no sabía qué era lo que realmente había pasado
allí y ni siquiera se había enterado de lo que sus compañeros le habían
prometido al otro chico. Se acercó a BaiXian y pegó su boca a la oreja del otro
para poder hablar sin que nadie los escuchara.
—¿Qué es lo que le habéis prometido
a Kai y por qué? —preguntó y el otro chico sonrió.
—Le hemos prometido que en la
próxima misión nos guiará él —le contestó BaiXian al oído—. En cuanto a por qué
—lo notó sonreír—. Habíamos apostado sobre lo que estarías pensando y él ha
acertado de pleno.
En esos momentos iba a replicarle a
su compañero, pero alguien se interpuso en su camino. El Cazador Kris entró en
el círculo que formaban los cuatro chicos y todos enmudecieron. Él era el mejor
Cazador del poblado y seguramente sucedería al jefe XiuMin en un par de años.
Un tipo imponente que inspiraba miedo nada más con su presencia. Era muy alto y
tenía una expresión de mal humor constante en su rostro, estas dos cosas hacían
que a su alrededor no pudieran estar más que sus dos compañeros de armas, LuHan
y YiXing.
—Mañana vamos de caza —anunció—. En
cuanto os acabéis la cena id a dormir, al amanecer debemos estar al pie de las
Montañas de Fuego y no podéis estar agotados.
—¿Qué vamos a cazar? —preguntó Kai—.
¿Otra vez uros? —el Cazador esbozó una sonrisa macabra.
—Felicidades grupo, acabáis de ser
ascendidos —anunció—. Mañana vamos a ir a la caza de un Dragón —y se largó de
allí.
Los cuatro chicos se quedaron en
silencio, mirándose los unos a los otros sin saber qué decir. Llevaban
esperando aquel momento toda su vida. Iban a una cacería, a una real. Acabarían
con un Dragón.
Pasaron la tarde arreglando el
equipo que deberían llevar a la mañana siguiente: la armadura de cuero
reforzado, las hachas y las espadas del único material que podía atravesar la
piel de un dragón y algunas provisiones para la aventura. Cuando acabaron,
cenaron con los demás habitantes del poblado y luego fueron a su cabaña, a
dormir.
ZiTao se tumbó en el suelo de
espaldas, notando cómo BaiXian se apretujaba contra él en un lado y Chen lo
hacía en el otro. Kai se abrazó a BaiXian y así, apretujados bajo las mantas,
intentaron conciliar el sueño en aquella fría noche de primavera.
Antes de que el sol se alzara sobre
el Bosque de las Almas, los chicos ya estaban completamente despiertos y
terminando de colocarse correctamente sus armaduras. Sus corazones latían
aceleradamente. Tenían miedo, pero eso siempre pasaba cuando ibas a tu primera
caza, por lo que eso no les preocupaba realmente. También estaban ansiosos,
sería el primer reconocimiento de valentía que recibirían de la aldea y, si iba
bien, serían enviados en misiones como aquella más asiduamente.
Cuando salieron de su cabaña, Kris ya
los esperaba en los límites del poblado, junto al Santuario, por lo que se
apresuraron a ir hacia allí. En cuanto estos estuvieron a su lado, confirmó que
estuvieran bien equipados y luego depositó una ofrenda al Dios Nuth.
—YiXing y LuHan nos esperan en el lugar
en el que vive el Dragón —anunció—. Es un Dragón bastante joven y muy
impetuoso. Atacó hace un par de días la aldea de Kirmt y provocó algunas
muertes, por lo que no podemos dejarlo en libertad.
Todos asintieron y echaron a andar,
guiados por Kris. Atravesaron el límite del poblado y se dirigieron al río Sif.
Caminaron a lo largo de su rivera hasta encontrar el vado que les permitiría
cruzar al otro lado y adentrarse en el territorio de los dragones. Tomaron sus
armas por encima de sus cabezas para mantener el equilibrio mientras
atravesaban el río y cuando llegaron al otro lado, las volvieron a colocar en
su cuerpo.
Siguieron la marcha, calados hasta
los huesos. El agua seguía demasiado fría aun cuando la Estación fría ya había
finalizado. En un momento de la marcha, ZiTao notó cómo BaiXian se pegaba a él
en busca de calor y él lo abrazó para transmitírselo. No tenían una buena
formación por si eran atacados por sorpresa por algún dragón, pero Kris los
estaba llevando por caminos ocultos. Además, todavía estaba algo oscuro, por lo
que no debían preocuparse por eso.
El sol hizo su aparición cuando
llegaron al pie de las Montañas de Fuego. Los cuatro chicos alzaron su cabeza y
miraron cómo los altos picos se alzaban hasta el mismísimo cielo. Pararon unos
momentos para tomar agua de sus cantimploras y en cuanto se refrescaron un
poco, Kris reemprendió la marcha.
Si antes habían avanzado por senderos
ocultos, ahora lo hacían por lugares en los que ni siquiera había un sendero.
Sus pies se encontraban con piedras enormes, agujeros y mil cosas más que
debían evitar para poder llegar a su destino sin un rasguño. Kai avanzaba tras
el Cazador, Chen tras éste y ZiTao al final, ayudando a BaiXian a avanzar por
aquel tramo. BaiXian no era tan fuerte como ellos, pero sin él estarían
perdidos.
En todos los equipos de Cazadores
debía haber alguien con un cerebro extraordinario aunque con un cuerpo mucho más
delicado. Ese era BaiXian, en el equipo del Cazador Kris, LuHan era quien
ocupaba ese puesto. También debía haber alguien versado en el manejo del arco,
que normalmente se ocupaba de atender las heridas del grupo, Chen era el que se
encargaba en un equipo y YiXing en el otro. También estaba el guerrero, la
persona más fuerte, ZiTao y Kris. Por último, debía haber un líder nato,
alguien a quien seguir siempre, ese era Kai. Aunque todos lo molestaban, él era
quién los guiaría siempre, aunque era el menor, tenía las mejores capacidades
para ello. En el otro equipo habían perdido a su líder en una lucha con el
Dragón más terrible que se recordaba en las últimas décadas. Era un buen
hombre, según recordaba ZiTao, aunque todavía era un niño cuando el Cazador murió.
De repente, ZiTao vio cómo BaiXian
dio un traspié y rápidamente reaccionó, tomándolo por los hombros para que no
cayera. Al principio de la marcha, Kris se volvió para ver lo que había pasado
y al averiguarlo, su rostro se volvió mucho más duro. ZiTao agarró fuertemente
a su compañero y aguantó la mirada del otro hasta que se volvió de nuevo hacia
el frente y reemprendió la marcha.
—Gracias —murmuró BaiXian.
—No hay de qué —contestó ZiTao—. Pero
a partir de ahora no te sueltes de mi mano.
Siguieron caminando hasta que
llegaron a una pequeña arboleda. Los cuatro chicos agradecieron estar a
cubierto, aunque aún hacía bastante frío. El sol había salido y comenzaba a
picar en sus pieles. El Cazador les hizo una señal para que se mantuvieran
quietos y en silencio y ellos así lo hicieron, conteniendo la respiración. De
repente Kris hizo un sonido con su boca, parecido al de un pájaro acuático que
vivía por aquellas tierras. Pasados unos momentos dos siluetas se acercaron a
donde estaban todos y los chicos pudieron comprobar que se trataban de las de
YiXing y LuHan.
—¿Dónde está la cueva del Dragón? —preguntó
Kris en cuanto los otros dos estuvieron a un par de pasos de él. ZiTao pudo
ver, gracias a su altura, cómo LuHan ponía los ojos en blanco y una expresión
de hastío en su rostro antes de contestarle.
—Está en un saliente a un par de
kilómetros de aquí.
—El acceso es algo complicado
—comentó YiXing—, pero una vez allí, tenemos varios lugares donde poder
escondernos y preparar todo lo necesario para acabar con él.
—Bien —Kris se giró hacia el otro
equipo—. En marcha.
Con las protestas de Chen de fondo,
los cuatro comenzaron de nuevo a caminar. Al principio del grupo se encontraban
LuHan y YiXing, que habían empezado a contar el plan que seguirían durante la
caza y que habían estado elaborando durante el par de días que habían estado
allí. Acechando a aquel Dragón.
—Es un Dragón bastante joven —contó
LuHan—. No debe tener más de un par de años. Es algo menudo, sus escamas son de
un negro muy brillante y sus ojos son también de ese color.
—Parece ser un Dragón solitario
—añadió YiXing—. Lo que nos hará más fácil acabar con él.
En ese momento un rugido cortó el
aire. Los siete se pusieron en guardia, mirando al cielo, esperando. Todo
estuvo en calma hasta que un destello dorado los cegó y otro rugido se dejó
escuchar. Lo siguiente que vio ZiTao fue al Cazador Kris agarrando a sus
compañeros y tirándolos al suelo. Una gran llamarada atravesó las copas de los
árboles y acabó cerca del lugar en el que ellos habían estado segundos antes.
—¡DISPERSAOS! —gritó LuHan desde el
suelo.
ZiTao buscó con la mirada a BaiXian
y lo vio más cerca de Kai que de él, por lo que agarró a Chen por la muñeca y
comenzó a tirar de él hacia cualquier lugar, lejos de los demás. Ambos corrían
por aquella arboleda mientras sentían como aquel Dragón Dorado volaba por
encima de sus cabezas. Siguieron corriendo hasta que las piernas no les dieron
más y tuvieron que echarse a descansar contra el tronco de un árbol, intentando
quedar fuera de la vista de cualquier dragón. Hacía ya tiempo que habían dejado
de escuchar los rugidos del dragón, pero aún seguían con el miedo en el cuerpo.
Era la primera vez que salían de
caza, la primera vez que eran atacados por un Dragón, la primera vez que el
grupo se dispersaba y no era en un entrenamiento.
—Espero que Kai y BaiXian estén bien
—murmuró ZiTao y Chen cerró sus ojos, mientras apoyaba su cabeza contra el
tronco de aquel árbol.
—Tranquilo, esos dos sabrán cuidarse
solos, como nosotros —contestó.
Los dos chicos descansaron de la
carrera, luego comieron un poco de lo que habían llevado y bebieron algo de
agua. No sabían cuánto tiempo iban a permanecer en aquel lugar y debían
administrar sus reservas, guardando lo más posible para no agotarlas en poco
tiempo. Sería muy triste para un Cazador —aunque ellos todavía no lo fueran
oficialmente—, morir de inanición.
—Creo que deberíamos ubicarnos
—murmuró Chen—, saber dónde está el Norte, en qué lugar estamos más o menos y
buscar por los alrededores por si encontramos a nuestros compañeros, a los
Cazadores o algún peligro.
—Me parece bien —dijo ZiTao
levantándose del suelo—. Quédate aquí y hazme saber si me necesitas.
—De acuerdo.
ZiTao comenzó a caminar, alejándose
de su compañero y memorizando cada pequeña cosa del lugar que lo rodeaba para
más tarde encontrar el camino de vuelta hacia Chen. Los árboles no eran muy
altos, ni tampoco muy frondosos. Había grandes claros entre ellos y el cielo
azul podía apreciarse por estos. El chico encontró un árbol algo más grande que
los demás y con algunas ramas bajas que lo ayudarían a encaramarse para poder
lograr ubicarse y volver junto a su compañero.
Estiró un poco sus doloridos
músculos para ir agarrándose a las ramas que podían aguantar su peso e ir
subiendo poco a poco. Escaló hasta la copa del árbol y antes de asomar su
cabeza entre las hojas, agudizó su oído en busca de cualquier indicio de
peligro. Cuando se cercioró de que estaba todo en orden, sacó su cabeza y miró
a su alrededor.
Estaban en aquella arboleda,
bastante cerca del río Sif, quizás a un par de horas de camino. ZiTao miró al
cielo y descubrió el sol sobre su cabeza, lo que indicaba que era medio día. Se
dio la vuelta y vio las grandes e imponentes Montañas de Fuego. Desde aquel
lugar se podían apreciar diversas oquedades a distintas alturas. En ellas era
donde habitaban los Dragones. El chico respiró hondo y cerró sus ojos aliviado.
Si iban en aquella dirección, siempre con las montañas al frente, llegarían al
lugar en el que ellos se habían separado de sus compañeros.
Un rugido lo hizo abrir los ojos de
golpe y esconderse de nuevo entre las ramas de aquel árbol. Desde su escondite
pudo distinguir la figura de un Dragón, uno muy hermoso. El Dragón Arcoíris.
Sus escamas eran del color del arco
iris y brillaban de manera espectacular gracias a la luz del sol. Sus
movimientos eran gráciles, tomaba las corrientes de aire y se sumergía en ellas
para descansar sus alas. ZiTao se quedó embelesado. La leyenda no hablaba de lo
hermoso que era el Dragón, sino del peligro que representaba. Pero viéndolo, el
chico podía decir que sólo era una cría que acababa de aprender a volar y se
cansaba con bastante frecuencia.
El chico salió de su escondite casi
sin darse cuenta de lo que hacía. Para poder admirar, sin que las ramas y las
hojas se lo impidieran, aquel hermoso Dragón. Lo vio subir y luego descender en
picado, probando sus alas. Después se introducía en una corriente de aire para
descansar y se dejaba llevar por esta. ZiTao no supo cuánto tiempo estuvo
observando al Dragón Arcoíris, si fueron horas o minutos, sólo despertó de su
embobamiento, cuando escuchó un sonido muy conocido. La señal de Chen.
Bajó rápidamente del árbol, tras
echarle un último vistazo a la criatura y salió corriendo en la dirección
inversa al camino que antes había tomado. Cuando estuvo cerca del lugar en el
que lo esperaba su compañero, dejó su carrera y comenzó a moverse
sigilosamente. Si Chen estaba en peligro y se delataba, podría provocar una
catástrofe. Se acercó de una manera lenta y cuidadosa, hasta colocarse en una
posición ventajosa. Entonces se asomó y vio la escena.
ZiTao respiró tranquilo y destensó
sus músculos. Después, salió de su escondrijo y se plantó ante las seis
personas que estaban en aquel lugar. Pisó una rama con su pie deliberadamente y
todos se volvieron para verlo. El chico comprobó que todos estaban a salvo,
aunque con diversos pequeños cortes por todo su cuerpo. Al igual que estaban él
y Chen, producto de la carrera.
—ZiTao —dijo BaiXian y salió
corriendo hacia el chico para lanzarse a sus brazos—. Pensé que te había pasado
algo… —susurró—. He pasado mucho miedo…
—Tranquilo, estoy bien —le contestó
apretándolo contra su cuerpo. Luego miró a Chen—. Te dije que utilizaras la
señal si estabas en peligro —el chico se encogió de hombros.
—Estaba en peligro —contestó—.
BaiXian me iba a asfixiar con su abrazo mortal.
—Dejaos de idioteces y volvamos al
poblado —dijo Kris—. Hoy no podremos seguir con la caza.
El Cazador se dio la vuelta y echó a
andar, seguido por sus dos compañeros. BaiXian se separó de ZiTao con una
sonrisa y después lo cogió de la mano para ponerse en marcha tras Chen y Kai,
mientras el primero se quejaba de que podría haber muerto a manos de su propio
compañero de equipo.
Utilizaron otro camino para el
regreso al poblado, igual de escarpado y peligroso, al igual que difícilmente
visible por cualquiera que no fuera un experto. Se escondieron lo más posible
del cielo, para que el sol del mediodía no los quemara y para que los Dragones
no los divisaran. Llegaron a la aldea cuando el sol estaba por ponerse y una de
las dos lunas se podía divisar por el horizonte.
Nada más llegar, se quitaron las
armaduras en su cabaña y los cuatro fueron a cenar, ese día de manera más abundante.
Llevaban todo el día caminando y estaban hambrientos como lobos. Al acabar,
volvieron a su cabaña para curarse las pequeñas heridas y que estas no se
infectaran. Vieron cómo los tres Cazadores que los habían acompañado en su
viaje se dirigían a la del jefe XiuMin, seguramente para darle explicaciones
sobre el fracaso de la caza.
—Tienes una herida bastante fea en
el brazo —murmuró Chen cuando Kai se quitó su rasgada camisa—. ¿Por qué no me
lo dijiste antes? —el otro chico se encogió de hombros—. Ahora se ha infectado
y tardará más tiempo en curar.
—Pero se va a curar, así que da
igual —contestó Kai. ZiTao pudo ver como su compañero bufaba a la vez que le
echaba un poco de agua para desinfectar la herida. Kai apretó los dientes por
el dolor.
—¿Cómo te hiciste eso? —preguntó
ZiTao y el herido simplemente giró su rostro. El chico pudo ver cómo un leve
rubor se extendía por su rostro y sonrió levemente antes de acercarse a BaiXian
y preguntarle a él sobre lo ocurrido. Él sí le contestaría—. ¿Cómo se lo hizo?
—su compañero hizo un leve puchero antes de susurrarle.
—El Dragón Dorado que nos atacó nos
persiguió a ambos —contó—. Acabamos en un pequeño claro sin darnos cuenta y él
se lanzó a por nosotros —sonrió y miró al líder—. Kai me tiró al suelo y sacó su
espada para atacar al Dragón —el chico comenzó a jugar con sus dedos, algo
avergonzado—. La herida se la hizo el Dragón.
—¿Conseguiste darle aunque fuera un
pequeño tajo a ese gigante? —le preguntó Chen a Kai, que había oído la
conversación, por lo que el otro también la habría oído. La cabaña era
demasiado pequeña—. Por honor, vamos —Kai lo miró mal, pero luego asintió.
—Le hice un corte en la pata trasera
izquierda —contestó y luego volvió a apretar los dientes al sentir cómo Chen le
ponía sobre la herida algunas hierbas, que había estado machacando durante la
conversación.
—Lo siento —BaiXian se levantó del
lado de ZiTao y fue hasta su líder—. Por mi culpa… —iba a seguir, pero este lo
cortó, tapándole la boca con la mano.
—Todo equipo debe proteger a su cabeza
pensante y a su curandero —dijo Kai—. Sólo he hecho lo que debía —BaiXian
asintió lentamente.
—Deberíamos descansar —propuso Chen
tras colocarle un trapo sobre el mejunje al líder para que no rozara con nada y
los demás asintieron.
Esa noche también durmieron unos
sobre los otros. Pero no por el frío que hacía, aunque este era uno de los
factores, sino por el miedo que habían pasado los unos por los otros.
A la mañana siguiente se despertaron
en cuanto los primeros rayos de sol comenzaron a colarse por la pequeña ventana
de la cabaña. ZiTao se desperezó y movió a Chen, que se quejó y se dio la
vuelta para seguir durmiendo. BaiXian también se movió, en concreto su brazo, y
le pegó en la cara a Kai. Hizo que éste se despertara de golpe y comenzara a
gritar, levantando a toda la aldea en el proceso. Los miedos de la noche
anterior habían desaparecido y ahora volvían a estar como siempre.
Salieron de la cabaña y tras comer
algo se dirigieron a la zona del poblado en la que los Cazadores instruían a
los aspirantes. Sin embargo, nada más ingresar en la zona, CanLie se colocó
frente a ellos y no los dejó pasar. Él era otro de los Cazadores. Podía ser un
tipo imponente cuando quería pero normalmente era la alegría en persona.
—¿No podemos pasar? —preguntó Kai y
este negó con la cabeza a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa.
—Después de una caza no se entrena —contestó.
Los chicos se miraron los unos a los
otros sin saber qué hacer o qué decir. Ellos ya tenían una rutina fijada todos
los días y en ese momento ya no podían hacer lo que siempre habían hecho.
Estaban perdidos y CanLie lo notó, porque amplió su sonrisa y de un momento a
otro ya estaba riendo abiertamente. Kai frunció el ceño y adoptó la expresión
del Cazador Kris para mirarlo.
—No te enfades, pequeño —le revolvió
el cabello y el líder le apartó la mano rápidamente—. Como ayer fue vuestra
primera caza no sabéis muy bien qué hacer, por lo que si vais a mi cabaña con
QuingZhu él os lo explicará.
—QuingZhu me da grima —murmuró Chen
y el Cazador le echó una mirada muy fría.
QuingZhu y él también eran
compañeros de equipo. Junto con un par más que no se encontraban en ese momento
en la aldea, sino que estaban de viaje por los demás poblados para recoger a
los niños que cumplían 7 años esa primavera. BaiXian le dio un coscorrón en la
cabeza al chico y esbozó una sonrisa incómoda.
—No le hagas mucho caso —dijo—. Hoy
no es su día.
—Vamos —dijo ZiTao dándose la
vuelta, seguido por sus otros compañeros.
De nuevo atravesaron el poblado.
Chen refunfuñaba porque no quería ir con el Cazador, siempre había dicho que
sus ojos saltones mirándolo fijamente le ponían los pelos de punta. Kai también
se quejaba, pero porque había sido tratado como un niño cuando —aunque era
menor que sus compañeros—, era el líder de su equipo, el encargado de
protegerlos a todos. Y por último, BaiXian murmuraba por lo bajo lo críos que
podían llegar a ser todos y que él era el único sensato allí.
En apenas unos minutos llegaron a su
destino. Tuvieron que saludar a diversas personas, tanto Cazadores como
aprendices de los que habían sido compañeros hasta el día anterior. Todos los
saludaban de una manera más respetuosa a cómo ellos estaban acostumbrados ser
tratados.
ZiTao llamó a la puerta de madera de
la cabaña y apenas pasaron unos segundos cuando esta ya se abría y aparecía por
ella QuingZhu. Con un movimiento de la mano los invitó a pasar. El lugar era
bastante más grande que el que compartían los chicos, claro que el tamaño de
las cabañas era proporcional al de los logros del equipo como Cazadores.
Teniendo en cuenta que su primera caza había sido el día anterior —y, de hecho,
no muy exitosa—, tampoco podían quejarse.
—CanLie os ha enviado aquí, ¿cierto?
—dijo sentándose en el suelo y los chicos, tras asentir, hicieron lo mismo—.
Bien, todos los que ascienden a Cazadores tienen que venir por aquí, para que
los vaya informando sobre las nuevas actividades que deberán realizar por la
comunidad y los rituales que deberán seguir para formar parte de ella —los
chicos asintieron—. ¿Estáis preparados para vuestra nueva vida?
—Sí —dijo Kai y todos asintieron.
—Estamos prepararos —fue la
respuesta unánime del grupo.
—Está bien, entonces comenzaré —QuingZhu se acomodó un poco y miró a los chicos antes
de hablar—. Como ya sabéis, los Cazadores son una pieza muy importante en esta
tierra. Nuestro origen se remonta al momento en el que el Dios Guerrero Nuth
descendió de los Cielos para combatir a los Dragones que amenazaban nuestra
tierra. Desde aquel momento, somos los encargados de protegerla. Por eso los
hombres más fuertes —miró a BaiXian—, o los más inteligentes, son los elegidos
para convertirse en Cazadores. Vosotros ya sois Cazadores y a partir de ahora
deberéis seguir la rutina de un Cazador.
—¿Cuál es esa rutina? —preguntó
ZiTao sin poder contenerse y QuingZhu sonrió.
Si hubiera sido Kris el encargado de
explicar aquello, ZiTao estaría estampado contra el suelo por haber
interrumpido. Pero QuingZhu era alguien más calmado, tenía un carácter parecido
al de YiXing.
—La paciencia es una gran virtud
para un Cazador, recuérdalo —fue lo que
dijo—. Esta noche empieza vuestro rito de iniciación, tras la primera caza es
la costumbre —todos asintieron—. Seréis marcados como Cazadores para que todos
los habitantes, ya sean de esta aldea o de las otras, os puedan distinguir como
tales. Además, podréis comenzar a dar instrucciones a los aspirantes más
pequeños en cuanto realicéis vuestra primera caza con éxito.
Los cuatro chicos agacharon la
cabeza, avergonzados. La primera caza que habían realizado el día anterior
había sido un completo fracaso. Aunque ellos no habían tenido la culpa, sino
aquel Dragón Dorado. Aquello seguía siendo una misión incumplida y comenzar su
andadura cómo Cazadores de esa manera no era una buena forma.
Sin embargo, ZiTao no pensó en aquel
Dragón Dorado, sino en el pequeño Dragón Arcoíris danzando en el cielo.
—No importa que vuestra primera caza
no haya ido bien —murmuró QuingZhu adivinando los pensamientos de los chicos—.
Las siguientes irán muchísimo mejor.
—¿El Dragón Negro? —susurró
BaiXian—. ¿Lo cazarán? —QuingZhu asintió.
—Hoy han salido de nuevo de caza
Kris, LuHan y YiXing —contestó y los chicos asintieron.
—Nosotros les estorbábamos —comentó
Kai cabizbajo y sus chicos se acercaron a él para apoyarlo. Era su líder y
había recibido su primera herida por proteger a otro miembro, sin embargo la
caza…
—Nada de eso —la dulce voz de
QuingZhu los hizo salir de su ensimismamiento y lo miraron—. Si ellos
decidieron que erais lo suficientemente buenos como para que los acompañarais
en la caza, es porque lo sois —los miró de una manera muy penetrante con sus
ojos saltones y Chen se escondió levemente en el hombro de ZiTao—. Sois dignos
de llevar el nombre de Cazador y desempeñar ese cargo. Un contratiempo
provocado por otro Dragón es algo común en las cazas.
—¿Por qué no nos han llevado hoy con
ellos? —preguntó Chen y el Cazador señaló el brazo de Kai.
—Vuestro líder está herido, vosotros
estáis cansados y era vuestra primera caza –explicó—. Además, el jefe os quería
aquí esta noche.
—¿Por qué el jefe…? —comenzó a
preguntar ZiTao, pero BaiXian le tapó la boca con su mano esbozando una pequeña
sonrisa.
—Porque esta noche es nuestro rito
de iniciación —contestó el chico.
Después de eso, se despidieron de
QuingZhu y salieron de su cabaña. Los cuatro caminaron por el poblado de nuevo,
esta vez en dirección a ningún lugar. Tenían el día libre y sin preocupaciones.
Llegaron de nuevo a la cabaña que compartían y se sentaron en el suelo, sin
nada qué hacer. Chen volvió a curar el brazo del líder, que ya tenía mejor
pinta que la noche anterior.
—¿Qué hacemos, chicos? —preguntó
BaiXian y todos lo miraron encogiéndose de hombros, todos menos ZiTao, que
estaba en su mundo.
—No lo sé —dijo Kai—. Aquí el listo
eres tú —el chico bufó y se giró a ver a ZiTao, por si él tenía algo en mente.
Pero al encontrárselo con la mirada perdida hizo un puchero.
—¿ZiTao? —llamó—. ¿ZiTao? —tuvo que
llamarlo un par de veces hasta que el chico por fin le miró.
—Lo siento, ¿qué decías? —preguntó
intentando volver a la conversación con sus compañeros, aunque no podía
concentrarse del todo.
—¿Otra vez pensando en el Dragón
Arcoíris? —adivinó esta vez Chen y ZiTao asintió.
—Pensaba… Si… Si ese Dragón… No sería
algo hermoso de ver —los chicos se quedaron de piedra al escuchar esas palabras
y él supo que no debía contar lo que había visto a nadie o saldrían a cazarlo
inmediatamente y era una criatura demasiado hermosa para sufrir aquel destino—.
Quiero decir, sé que es una leyenda, pero los Dragones son criaturas de belleza
excepcional —tragó saliva e intentó armar algo creíble—. Una belleza mortífera,
pero al fin y al cabo belleza —vio cómo BaiXian asentía levemente, de acuerdo
con él y respiró tranquilo—. No vi muy bien al Dragón Dorado de ayer… Pero me
pareció hermoso —Kai bufó, pero él no le hizo caso—. Por eso me preguntaba cómo
sería de hermoso el Dragón Arcoíris.
—Vaya… —murmuró Chen—. ¿Quién
hubiera dicho que los hombretones del Norte podían admirar la belleza?
—No te burles —BaiXian le dio un
manotazo en la nuca—. ZiTao tiene razón.
—A mí no me lo parecen —dijo Kai—.
Yo pienso que los Dragones son unos monstruos con los que hay que acabar.
Esas contundentes palabras
provocaron que un silencio incómodo se instalara entre los cuatro chicos en la
cabaña. Cada uno tenía su opinión y respetaban la del otro, pero aquello los
había dejado sin nada que decir. Ahora eran Cazadores, su deber a partir de ese
momento, sería cazar a los Dragones que estuvieran sembrando el pánico en las
aldeas a las que debían proteger. Sin embargo, ZiTao no paraba de pensar que él
no podría hacerle ningún daño a aquel Dragón Arcoíris.
El resto del día fue incómodo, pero
intentaron pasarlo medianamente bien y de forma entretenida. Cuando cayó la
noche, los chicos se vistieron con la ropa de Cazadores y avanzaron por el
poblado en medio de un silencio sepulcral. Sin más luz que la que les ofrecía
la primera luna, la segunda todavía tardaría varias horas en salir.
Cuando llegaron frente al altar del
Santuario del Dios Nuth, se inclinaron ante él. Hincándose de rodillas en el
suelo y esperaron, tal y como les había dicho QuingZhu, a que los Cazadores del
poblado aparecieran ante ellos. No pasó mucho tiempo cuando de entre las cabañas
empezaron a surgir figuras, vestidas de cuero, como ellos.
Los chicos se alzaron cuando una
mano se lo indicó y pudieron ver que todos a su alrededor portaban máscaras. El
Cazador les había dicho que no se asustaran de nada de lo que pudiera pasar y
que lo que sucediera esa noche no podría ser contado jamás. Fueron guiados al
río Sif, sin decir ni una palabra, y allí los hicieron introducirse en el agua
helada.
Ninguno supo cuánto tiempo
estuvieron metidos allí. Solo cuando sus músculos comenzaron a agarrotarse,
fueron sacados del agua. ZiTao sintió cómo BaiXian se acercaba a él en busca de
un calor que no podía brindarle, pero aun así, lo apretó fuertemente contra su
cuerpo. Debía cuidar de él.
Caminaron de nuevo, esta vez de
regreso a la aldea. Junto al
Santuario se detuvieron y los hicieron sentarse en el suelo, cerca de una hoguera que antes no
estaba allí. Los cuatro agradecieron el calor que esta les proporcionaba, pero
con sus ropas mojadas no entraban en calor y no les habían indicado que se las
quitaran. La única norma que QuingZhu les había dicho que debían de seguir al
pie de la letra era la de no hacer nada
que no les marcaran hacer.
Las figuras enmascaradas los
rodeaban y les ponían los pelos de punta. Se sentían amenazados por ellas, incómodos.
Pero sabían que no les harían ningún daño.
De repente, ante ellos se colocaron
dos figuras. Cada una portando dos cuencos con un líquido espeso y de olor
fuerte que ellos nunca habían visto ni olido, ni siquiera habían oído hablar de
él. Las figuras les tendieron los cuencos y ellos los tomaron entre sus manos.
El barro cocido estaba caliente y levemente humedecido. Les indicaron que
bebieran y así lo hicieron.
Rápidamente el calor comenzó a
inundar sus cuerpos, a la vez que aquel líquido con sabor amargo bajaba por sus
gargantas. Cuando se acabaron esos cuencos, otras dos figuras aparecieron ante
ellos con otros más y bebieron de nuevo. El proceso se repitió varias veces.
Los chicos comenzaron a sentirse
levemente mareados. El calor los abrasaba por dentro y les sobraba hasta su
propia piel. Las figuras danzaban a su alrededor, al igual que las llamas lo
hacían frente a ellos y los hipnotizaban. Sentían el frío de la noche, pero el
calor era más fuerte. Notaban cómo sus cuerpos picaban, pero no podía rascarse.
La segunda luna asomó tras las
Montañas de Fuego, haciendo el camino inverso a todos los demás astros.
Saliendo por el Oeste y teniendo su ocaso en el Este. De repente, el silencio
de la noche fue interrumpido por bramidos, por gritos, por gente cantando. Los
chicos miraron a su alrededor, desorientados.
Todo daba vueltas. Todo estaba
borroso.
Las figuras dejaron de danzar a su
alrededor y se acercaron a ellos. Los levantaron del suelo como si fueran
muñecos de trapo y los guiaron hacia otro lugar, hacía un lugar que ellos jamás
habían visto. ZiTao intentaba enfocarse en lo que estaba pasando, pero su mente
no tenía conexión alguna con su cuerpo. Solo podía dejarse guiar, al igual que
sus compañeros. Miró a BaiXian y este le devolvió la mirada. Sus ojos estaban
rojos.
Entraron a una cabaña y los sentaron
en el suelo. El lugar era grande, bastante grande, tanto que allí estaban todos
los enmascarados que los habían acompañado todo ese tiempo. También había luces
que danzaban y que los confundían y mareaban más todavía.
ZiTao de repente sintió algo en su
brazo izquierdo. Un pinchazo, un leve dolor. Se giró lentamente, intentando
enfocarse, pero solo pudo notar a una figura haciéndole algo a su brazo.
Intentó moverse, apartare de lo que le hacía daño. Pero no podía, su cuerpo no
le respondía. Buscó a sus compañeros, ellos también intentaban lo mismo que él.
Otra figura se colocó ante él y le
tendió otro cuenco con ese líquido espeso. Quiso rechazarlo, pero no podía
hacer nada. La figura lo advirtió y le abrió la boca, haciendo que bebiera todo
el contenido. Durante unos segundos, ZiTao sintió que volaba, para luego caer
en la oscuridad.
Cuando despertó de nuevo estaba
desubicado. Ya no había nadie. Las luces ya no danzaban y se encontraba en su
propia y pequeña cabaña. Giró su cuello a un lado y a otro haciendo un gran
esfuerzo y vio a sus compañeros junto a él, durmiendo sobre el suelo. Tenía
mucho calor, la ropa le sobraba y se la quitó, no podía tenerla más tiempo
encima.
Se colocó de rodillas y comenzó a
gatear hacia sus compañeros, para despertarlos. Todavía era de noche, las lunas
no se habían escondido y poca luz era la que entraba por la pequeña ventana.
Sin embargo, ZiTao necesitaba despertarlos. Comenzó con Chen, que abrió sus
ojos con pocos roces. El chico movió sus labios intentando hablar, pero ningún
sonido salió de estos.
ZiTao buscó a Kai e hizo lo mismo.
De reojo pudo ver cómo Chen se quitaba también su ropa. Hacía demasiado calor
en aquella cabaña. Cuando consiguió que el líder despertara fue hacia BaiXian.
Comenzó a mecerlo para que abriera sus ojos al tocar su cara, pero nada daba
resultado. El chico se intentó levantar. Pero aún seguía mareado y cayó sobre
su compañero, que lo atrapó entre sus brazos y con un rápido movimiento se giró
y quedó sobre él.
BaiXian abrió sus ojos y vio a ZiTao
bajo él. Pero no se levantó, como habría hecho normalmente, solo se quitó su
ropa y se tumbó de nuevo sobre él. ZiTao intentó moverlo, pero sus fuerzas lo
habían abandonado. Sólo podía sentir cómo las pequeñas manos de su compañero
volaban por su cuerpo, quemándole la piel. Hasta que sus manos fueron relevadas
por sus labios.
En esos momentos todo se desvaneció
para ZiTao, sólo se dedicó a sentir. A sentir como todo se nublaba, como la
racionalidad se iba, cómo todos los prejuicios los abandonaban y cómo los
cuatro danzaban los unos con los otros sin que importara nada.
Cuando a la mañana siguiente todos
despertaron de nuevo y se encontraron en aquella situación, no pudieron evitar
que el color rojo cubriera sus mejillas. BaiXian, que había despertado sobre
Kai, se intentó levantar de su cuerpo. Pero en eso quedó, en el intento, ya que
un gran dolor en el trasero lo hizo gritar y caer de nuevo sobre el líder.
—Brutos —murmuró—. Duele muchísimo.
—Lo siento —dijo ZiTao acercándose
al chico.
—Pues anoche no decías que dolía —comentó
el líder con una sonrisa pícara.
Un flash de BaiXian saltando sobre
el miembro de Kai y del suyo, mientras lamía el miembro de Chen atacó la mente
de ZiTao y este abrió sus ojos sin poder creérselo.
—¿Cómo…? —comenzó a preguntar, pero
Chen lo cortó.
—Anoche nos dieron algo de beber que
nubló nuestra racionalidad —dijo—. No sé lo que sería, pero solo así pudimos
hacer algo así con BaiXian —este se encogió entre los brazos de Kai y el otro
lo abrazó fuertemente.
—Es parte del ritual —murmuró
BaiXian—. Que los cuatro integrantes del grupo hagan eso…
—¿Lo sabías? —preguntó Kai.
—Alguien me lo dijo anoche mientras
me daban de beber —contó.
El silencio cayó sobre los chicos
tras aquellas palabras. Todo lo que habían hecho en esa cabaña, lo que le
habían hecho a BaiXian y entre ellos, había sido parte del ritual. Pasaron unos
cuantos minutos así hasta que Chen se decidió a levantarse y a ir hacia
BaiXian.
—Intentaré hacer algo para que no te
duela mucho —dijo.
—Primero deberías ver cómo tenemos
los brazos —le contestó el chico y los demás miraron sus respectivos brazos,
viendo aquel tatuaje que los marcaba como Cazadores.
—Está rojo —murmuró ZiTao.
—Os pondré algo para que no se
infecte —Chen se vistió y salió de la cabaña. ZiTao aprovechó para acercarse
más a los otros dos chicos, que aún seguían tumbados uno encima del otro.
—¿Cómo estás? —le preguntó a
BaiXian.
—Horrible —el chico escondió su cara
en el pecho del líder—. Me da vergüenza que me veáis así… Después de anoche…
—No tengas vergüenza —dijo Kai—. Era
parte del ritual para convertirnos en Cazadores, puede que para hacernos más
unidos, más cercanos —comenzó a tocar el cabello rizado del chico hasta que
este hizo un ruidito que venía a decir que estaba conforme con eso, pero que
por el momento lo dejaran tranquilo.
—Chicos —llamó Chen entrando por la
puerta—. Creo que con esto estaréis listos en un pispas —dejó unas hierbas en
un cuenco que tenía por allí y otras las plantó en el brazo izquierdo de ZiTao,
haciendo que este siseara—. No te quejes que no duele, yo ya me las he puesto —enseñó
su brazo que ya tenía esas hierbas sujetas a la piel con unas tiras de lino.
—No es que me queje
porque duele —contestó—. Es que no me lo
esperaba y pica —se intentó rascar, pero Chen le dio un
manotazo.
—Ni se te ocurra
rascártelo o te daré palazos por todo el cuerpo —amenazó.
—Chen —advirtió Kai, que
ayudaba a BaiXian a levantarse de su cuerpo intentando que no le doliera.
—Está bien, está bien…
—murmuró
y acabó de ponerle las hierbas y amarrarlas—. Listo, ya te puedes
vestir y hacer lo que te dé la gana.
—Pero yo me quiero
quedar aquí —contestó.
—Mejor que no estéis
aquí cuando comience a curar a BaiXian —comentó.
—¿Y eso? —dijo el nombrado, que
había acabado tumbado con la cara pegada al suelo.
—Te va a doler un poco
y tendré que hacer algo un poco desagradable a la vista, mejor que no haya
mucha gente por aquí pululando.
—Entonces iros.
ZiTao buscó su ropa entre la maraña
de trapos y se vistió mientras Chen le ponía aquellas mismas hierbas a Kai.
Cuando acabó se despidió de los chicos con la mano y salió a la luz del sol. No
esperó al líder, de todas maneras ambos irían luego por caminos diferentes, por
lo que no pasaba nada porque se separaran desde el principio.
El chico caminó por el poblado,
saludando a todos aquellos a los que se encontraba en su paseo y luego salió de
allí. No hacía mucho que había salido el sol y todavía no hacía calor, de
hecho, seguía haciendo bastante fresco a pesar de la época en la que estaban.
Tras un buen rato dando vueltas de un lado a otro, ZiTao se dirigió al
Santuario del Dios Nuth y le presentó sus respetos como Cazador.
Poco después, llegó hasta las
riberas del río y se tumbó en la orilla a descansar y a pensar. Todavía no
podía creer cómo su vida había cambiado en apenas dos días. Antes era un
aprendiz y ahora ya era Cazador, había tenido su primera caza y hecho el
ritual. Pero además de eso, había hecho otra cosa que sus compañeros no, había
visto al Dragón Arcoíris.
No tenía muy claro qué hacer con
aquella información. Podría decirle a los demás Cazadores lo que había visto y
que lo cazaran porque era un ser peligroso, pero a él no le había parecido nada
peligroso. Solo era una criatura hermosa e inofensiva.
De repente, sintió la enorme
necesidad de volver a ver a aquel Dragón y poder seguir admirando su belleza.
Sin pensarlo, se dirigió al vado del río y cruzó al otro lado. Siguió el curso
del agua en sentido inverso al que corría, en busca de aquella arboleda en la
que se habían internado el día que fueron de caza, pero por aquel camino.
Ese camino estaba más desprotegido
que el que habían recorrido, cerca de las Montañas de Fuego, pero era mucho más
corto. En poco tiempo, ZiTao encontró el lugar y se adentró en él. Buscó un
árbol que tuviera ramas bajas y fuera alto. En cuanto lo encontró, subió a él y
escaló hasta la copa. Asomó su cabeza entre las ramas y recorrió el cielo azul
con su vista. No había ni rastro del Dragón Arcoíris.
Pero ZiTao no se iba a rendir tan
fácilmente. Algún día, volvería a verlo, daba igual cuanto tardara en hacerlo.
Volvería a ver al Dragón Arcoíris, eso lo tenía muy claro.
Aclaraciones finales:
—BaiXian:
nombre chino de BaekHyun.
—CanLie:
nombre chino de ChanYeol.
—QuingZhu: nombre
chino de KyungSoo. (D.O.)