lunes, 13 de enero de 2014

Como Lobos Hambrientos

Como Lobos Hambrientos

03/01/14, Apartamento de EXO, Seúl, Corea del Sur.

            —No puedo aguatarlo, no sé cómo vosotros lo aguantáis —comentó JongDae apareciendo de repente en la habitación que compartían BaekHyun, ChanYeol, MinSeok y ZiTao y en la que solo se encontraba el primero.
            —¿A qué te refieres? —preguntó este sin entender. Estaba tumbado en la cama con el portátil sujetado entre sus muslos y su abdomen.
            —A JongIn y KyungSoo, ¿qué va a ser? —JongDae se llevó una mano a la cabeza y se despeinó, luego caminó hasta la cama de BaekHyun y se sentó en ella, dejándose caer y haciendo que el inquilino botara y tuviera que sujetar firmemente el ordenador.
            —Eh —se quejó el chico dándole un manotazo—. Se llega a caer y me compras otro.
            —Le pediría el dinero a JunMyeon, entonces. No puede decirme que no.
            —Ni a ti, ni a nadie. Es lo bueno y malo que tiene JunMyeon —ambos chicos sonrieron, pero al segundo, JongDae recordó por qué estaba allí.
            —Argh. No puedo con ellos.
            —¿Pero qué te han hecho? Si no dan ni un ruido.
            —Joder, ya sé que no dan ni un ruido —contestó desesperado el otro—. Si un día Soo se quedó a dormir con JongIn y lo hicieron pensando que Myeon y yo estábamos dormidos ¡y no se les escuchó prácticamente!
           —Vale, vale. Ahórrame los detalles —BaekHyun contuvo un escalofrío al imaginarse la escena—. Y cuéntame por qué estás así. Si vinieras quejándote de SeHun y ZiTao te comprendería, ¿pero de estos dos? No lo entiendo.
            —A ver, ya sé que no son como los otros, que están todo el día el uno sobre el otro. ¡Por Dios, a veces ni sé dónde acaba uno y empieza el otro! —negó con la cabeza—. Pero eso lo arregla YiFan cuando se harta de manoseos y le da una hostia a ZiTao como buen padre —lo que pasa con JongIn y KyungSoo es que sí, vale, no se toquetean mucho, pero se miran de una manera que me pone muy nervioso. ¡A veces parece que JongIn se quiere comer a KyungSoo y viceversa! Parecen… ¡Lobos hambrientos!
            —Clama, JongDae —BaekHyun cerró la tapa de su portátil y se incorporó de la cama, dándole palmaditas en la espalda al chico—. El comeback de Wolf ya ha pasado, deja de pensar  en lobos.
            —Pero es que parece eso.
            —Ya sé lo que parece. Lo vemos todos ¡incluso lo ven las fans! Solo hay fanfics de ellos dos en internet.
            —¿Eso estabas mirando? —preguntó JongDae con una sonrisa enigmática que el otro sabía torear muy bien.
            —Exactamente. Después de lo de ZiTao en weibo me dio curiosidad y estoy buscando cosas.
            —Vale. Da igual. Prefería que me hubieras dicho que estabas buscando porno, no habría huido. De hecho, me hubiera quedado contigo para tomar apuntes.
            —No creo que JunMyeon te deje innovar.
            —Qué va. Es un soso. Siempre lo mismo. No sé por qué no lo dejo y me vengo contigo.
            —Porque hay un elfo al que no quieres ver cabreado.
            —Muy cierto. ¡Pero ese no es el tema!
            —Ya sé. Ya sé. JongIn y KyungSoo que parece que se van a comer cualquier día ¿y qué? No hacen daño a nadie.
            —Pero me ponen muy nervioso.
            —Sé lo que se siente. He vivido con ellos más tiempo que tú ­—la mano de BaekHyun bajó hasta la rodilla del otro y la dejó allí apoyada—. Tienes que aprender a convivir con ello. Después de un tiempo lo verás normal.
            —No tengo tiempo. Quiero verlo normal ¡ya!
            —Jong…
            —Un momento… —los ojos de JongDae emitieron un brillo que a BaekHyun le puso los pelos de punta.
            —Sea lo que sea aquello que estés pensando en esa maquiavélica cabecita tuya, deséchalo, por lo que más quieras. Tu última idea concerniente a una pareja acabó con YiFan metiéndosela a YiXing en la mesa de la cocina y te recuerdo que no fue muy agradable de ver.
            —Tranquilo, esta vez calcularé muy bien las cosas.
            —JongDae, cuando haces eso das miedo. Lo sabes, ¿no?
            —JunMyeon también dice que doy miedo a veces en la cama.
            —Todavía no entiendo como alguien como él puede estar con alguien como tú.
            —Yo sé por qué —el chico señaló descaradamente su entrepierna y BaekHyun le dio un golpe en el brazo, gritando su nombre—. Está bien. Está bien. ¿Me vas a ayudar con lo que estoy planeando?
            —Primero cuenta el plan, ya decidiré qué hacer.
            —Perfecto…



            —¿Sabéis dónde está JongDae? —preguntó JunMyeon entrando al salón en el que se encontraban varios de los integrantes del grupo. La mayoría movió la cabeza negativamente, pero uno lo hizo afirmativamente.
            —Lo vi entrar a nuestra habitación hace un par de horas o así —comentó MinSeok.
            —¿Lleva dos horas encerrado con BaekHyun en una habitación? —preguntó ChanYeol con los ojos desorbitados, levantándose del sofá y dando un paso para echar a andar hacia ese lugar. Sin embargo, una mano lo agarró del brazo y lo hizo sentarse de nuevo.
            —Ni se te ocurra molestarlos —dijo YiFan mirando la pantalla del televisor—. Estaban maquinando alguna cosa.
            —¿Y por qué no me han llamado a mí para maquinar? —preguntó el chico haciendo un puchero—. Yo también formo parte de ese grupo.
            —Les romperías el ambiente —dijo LuHan—. Admite que Baek y JongDae quedan mejor juntos que tú con él —ChanYeol hinchó las mejillas y JunMyeon lo acompañó en el gesto.
            —BaekHyun no haría nada como eso.
            —Pero JongDae sí lo haría, ¡vamos que sí lo haría! Tengo que tener un cuidado —comentó JunMyeon negando con la cabeza.
            —Pues yo quiero ver qué están haciendo.

            ChanYeol se levantó de nuevo, pero esta vez no hizo falta que lo detuviera YiFan, se detuvo él solo cuando vio aparecer a BaekHyun y JongDae por la puerta del salón, riendo cómplices. Se quedó estático, mirando fijamente a su pareja hasta que este le devolvió la mirada acompañada de una sonrisa inocente que derritió al chico y lo hizo sonreír como tonto.

            —Genial. Estáis todos —dijo JongDae contando a los presentes.
            —En realidad faltan JongIn y KyungSoo —dijo YiXing—. Han salido antes a comprarse regalos para su cumpleaños.
           —Perfecto —el chico sonrió—. Hay algo de lo que quiero hablaros que concierne a ambos chicos, así que, ZiTao, deja de meterle boca a SeHun y presta atención.



13/01/14, Apartamento de EXO, Seúl, Corea del Sur.

            Había acabado la fiesta organizada por la empresa para los cumpleaños de KyungSoo y JongIn, que al cumplir uno el doce y el otro el catorce, lo celebraban el trece juntos, para no hacer dos fiestas. Habían estado un par de horas con algunas fans y por fin regresaban a casa tras un largo día. Sin embargo, nada más entrar en esta, la mayoría de ellos volvieron a salir, de hecho, diez de ellos lo hicieron.

            —¿Dónde vais todos? —preguntó KyungSoo al verlos salir.
            —Vamos a salir un rato —contestó JongDae con una sonrisa traviesa—. Disfrutad de nuestros regalos al máximo y no os reprimáis.

            El chico fue a decir algo más, pero la puerta de la calle le fue cerrada en las narices y no pudo hacer más que abrir y cerrar la boca un par de veces, ya en soledad. Solo volvió en sí, cuando escuchó la voz de JongIn detrás de él, a unos cuantos metros y se giró hacia él.

            —Hyung, nos han dejado algo en mi dormitorio —dijo—. ¿Dónde están todos? —preguntó mirando a su alrededor al no ver a nadie.
            —Acaban de irse —contestó el chico—. JongDae ha dicho que nos divirtamos con lo que nos han dejado. No me ha gustado nada la forma en la que lo ha dicho.
            —Tampoco puede ser demasiado malo. Ven, vamos a ver qué es.

            JongIn le tendió la mano y el otro la aceptó de buen gusto. Así, ambos caminaron hasta la habitación del menor, entraron a esta y se sentaron en su cama, intentando que los pequeños paquetitos que había en esta no se cayeran al suelo.

            —¿Cuál abrimos primero? —preguntó emocionado JongIn.
            —El que te llame más la atención —el chico asintió y tomó uno con papel rosa chillón. Lo abrió y cogió la nota que había sobre el regalo, envuelto este todavía en papel de celofán—. “Si has abierto este regalo el primero, te conozco como si fuera tu madre, Kim JongIn” —leyó con una sonrisa—. “Espero que te guste mi regalo y que le des buen uso. Tu fan número 1, ChanYeol”.
            —¿ChanYeol es adivino a tiempo parcial ahora? —preguntó KyungSoo divertido.
            —Eso parece —JongIn dejó la nota a un lado y tomó el regalo, abriendo los ojos como platos al ver lo que era—. ¿Pero qué…? —preguntó sorprendido con un bote de lubricante con sabor a fresa.
            —Esto no será una cámara oculta para el ShowTime, ¿verdad? —KyungSoo se levantó de la cama y comenzó a buscar por la habitación cualquier indicio.
            —No creo. Esto sería clasificado como +19 y no podrían emitirlo en la tele a la hora de siempre —dijo el menor—. Pero sí que creo que es una maldita broma de los demás.
            —Seguro que ha sido idea de JongDae. Cuando regrese le daré donde más le duele —el otro volvió a la cama con el rostro sombrío—. Hoy no se me escapa.
            —Bueno, miremos por el lado bueno —comentó JongIn—. Nuestro bote se terminó hace poco y no pudimos comprar uno nuevo —el mayor dio un suspiro —veamos el siguiente, ¿cuál prefieres?
            —El de leopardo. Seguro que es de Tao.
            —Vale —el chico cogió la caja envuelta en papel de leopardo y la abrió, soltando una carcajada al ver la nota—. “SanTao Claus ha llegado un poco tarde, pero se perdió por el camino. Espero que me perdonéis el retraso y utilicéis con frecuencia el regalo y aprendáis de él” —leyó—. Wow, ZiTao sabe decir “con frecuencia” ahora —comentó divertido tomando otra pequeña caja había dentro. Abrió la tapa y le enseñó a KyungSoo el interior.
            —¿Una colección de películas porno gay? —preguntó el mayor con una ceja alzada.
            —Típico de ZiTao. Ahora abrimos el verde —cogió ese paquete y lo puso entre sus piernas.
            —¿Por qué tengo la sensación de que todos los regalos serán de contenido sexual? —murmuró.
            —“Para que innovéis un poco. Sosos” —leyó, sacando una ristra de cuentas anales de la caja—. Esto tiene que ser de SeHun —dijo mirando el artefacto—. Siempre está empeñado en que hay que utilizar cosas de estas para que el orgasmo sea mejor —a KyungSoo se le encendieron las mejillas al escuchar aquello.
            —¿Hablas con SeHun de… Nuestras relaciones? —preguntó.
            —Claro. Tengo que devolverle las sesiones escabrosas y repletas en detalles en las que me cuenta cómo él y ZiTao “hacen cosas”.
            —Vale. Eso no me lo esperaba —murmuró KyungSoo—, pero da igual, abre el rojo —JongIn asintió y tomó ese paquete.
            —“No os hará mal un poco de perversión, de todas formas, ya os coméis con los ojos. Chen” —leyó. Luego sacó de la caja unas esposas y un pañuelo—. ¿Pero qué…?
            —¿Le dolerá más si le pego con las esposas o con el pañuelo? —preguntó el mayor crujiéndose los dedos de las manos.
            —Vamos, hyung —JongIn llevó su mano a la mejilla del otro y la acarició—. Todo esto son tonterías de los chicos, no hay que hacer mucho drama por eso.
            —Está bien…
            —Perfecto —el chico sonrió y cogió un paquete pequeño que por la forma parecía no ser una caja sino un libro. Quitó el papel y cuando vio el título casi se atraganta con su propia saliva—. El Kamasutra para homosexuales —se mordió el labio inferior y miró avergonzado a su chico mientras abría el libro para leer la dedicatoria—. “Cuando fui a comprarlo a la librería pasé mucha vergüenza, así que luego tratadme como a un rey. MinSeok.” —dejó de leer y vio otra frase más abajo—. “Usadlo bien y luego que circule. LuHan”.
            —Ahí tenemos dos regalos —comentó KyungSoo.
            —Maldito hyung tacaño —murmuró entre dientes.
            —Coge el pequeño cuadrado —señaló el mayor.
            —¿Este? —preguntó JongIn tomando el regalo.
            —Sí.
            —Veamos —rompió el papel y abrió la caja—. “Recordad que aunque no está mal dejarse llevar por la pasión, siempre hay que tomar precauciones. Os quiere, omma.”
            —JunMyeon hyung siempre igual —dijo KyungSoo.
            —Nunca cambiará —comentó JongIn. Cogió otro de los paquetes y comenzó a abrirlo—. “No sabía qué regalaros, así que no me lo tengáis en cuenta. Lay.” —tomó el bote que había en la caja y lo sacó—. ¿Esto es aceite corporal? —preguntó extrañado.
            —Un afrodisiaco —contestó el mayor—. Si se da un masaje con eso se incrementa… Ya sabes… El deseo sexual…
            —Oh… —JongIn se mordió el labio inferior—. Estos hyung piensan en todo.
            —Eso parece —KyungSoo carraspeó—. Ya solo quedan dos, el de Kris y el de BaekHyun. ¿Abrimos el más grande ahora? —el menor asintió y cogió ese regalo.
            —“No sé cómo me he dejado convencer, pero bueno, disfrutad. Kris.” —leyó y luego sacó de la caja un pene de látex de pequeño tamaño—. ¿Para qué queremos esto si nosotros ya tenemos uno cada uno…?
            —No lo sé.
            —Bah, da igual. Abro el que queda —abrió el regalo y leyó la nota—. “Esto es para que dejéis salir a vuestro lobo interior. BaekHyun” —el chico sacó un látigo de cuero y abrió los ojos como platos. KyungSoo también se quedó de piedra al ver el regalo.
            —¿Pretenden que nos hagamos sadomasoquistas o algo? —preguntó el mayor.
            —Eso parece…
            —¿Qué tal si lo guardamos todo, menos el lubricante, los condones, el libro y el afrodisiaco? —dijo KyungSoo.
            —Las películas también las podríamos utilizar.
            —Vale.

            Comenzaron a meter todos los regalos en sus respectivas cajas con sus respectivas notas y los guardaron en el fondo del armario que compartían JongIn, JongDae y JunMyeon. Después, fueron a la habitación de KyungSoo y escondieron los demás. Luego se fueron al salón y se sentaron en el sofá para ver la tele.

            —¿Por qué crees que habrán hecho esto? —preguntó JongIn.
            —¿Recuerdas lo que hicimos para cuando Kris y YiXing se gustaban, pero ninguno de los dos le decía nada al otro?
            —Sí.
            —Creo que esto es porque creen que nuestra vida sexual no es satisfactoria, ya que no estamos enganchados todo el día como SeHun y ZiTao.
            —Pues vaya maneras que tienen.
            —¿Qué más podemos esperar?
            —¿Y qué podemos hacer para que no vuelvan a hacer algo así?
            —Besarnos y estar todo el día agarrados frente a ellos.
            —Me da vergüenza.
            —Y a mí, pero debemos intentarlo.
            —Está bien. A partir de ahora no nos contendremos.

           JongIn se fue inclinando sobre KyungSoo hasta que sus labios se rozaron levemente al principio, para luego convertirse en un beso mucho más demandante. Escucharon la puerta principal abrirse, pero aun así no se separaron como habían acordado.

            —Otra vez te has equivocado calculando el tiempo —escucharon decir a BaekHyun y luego oyeron protestar a varios más, pero ellos siguieron besándose, porque si todo aquello había sido para que no se contuvieran, ellos no se volverían a contener nunca más.



jueves, 9 de enero de 2014

[NOTICIA] Semi-Hiatus

Hola, Hermosas Criaturas.

Siento comunicaros que debido a que en breves comienzo mi época de exámenes y que voy a pasar muy poco tiempo por aquí actualizando. Tengo que aprobar sí o sí, o sino me pegaré cabezazos contra la pared en verano. Por este motivo, solo subiré algo una vez a la semana (como vengo haciendo desde Navidad). Aprovecharé este tiempo para entre claro y claro de estudio intentar terminar (o al menos avanzar un poco) algunos de los fics que tengo comenzados como Dragons' Slayers (EXO), ONE SHOT (B.A.P.) y Want U Back (100%).

El blog estará en semi-hiatus lo que resta del mes de Enero y hasta mediados de Febrero, cuando acabo los exámenes.

Bye <3


martes, 7 de enero de 2014

CAZADORES DE SOMBRAS: CIUDAD DE METAL

Capítulo 1
Nefilim en apuros


            Un chico de piel olivada, pelo corto castaño claro, obviamente tintado como era la moda últimamente, ojos felinos y complexión delgada pero a la vez fuerte, caminaba por las calles de la ciudad de Seúl tras salir de las clases de wushu a las que asistía por las tardes tras finalizar el horario lectivo en su instituto. Su nombre era Huang ZiTao y no le gustaban mucho aquellas clases que le quitaban tiempo para practicar su verdadera pasión, el baloncesto, pero desde hacía un par de años se habían convertido en parte de su rutina.

            Dos años atrás, un demonio menor lo había olido y reconocido como un descendiente del legado de sangre dejado por Jonathan, el primer Cazador de Sombras, y lo siguió. En aquella ocasión iba acompañado por sus dos amigos, los gemelos Jung, así que el demonio no lo atacó hasta que prácticamente estuvo en su casa. Gracias a Dios, su madre estaba en el interior y al oírlo gritar en el jardín, salió y acabó con el demonio. Pero desde ese entonces, asistía a clases de wushu para tener al menos una idea de cómo defenderse correctamente ante cualquier contratiempo que pudiera ocurrirle, ya que sus padres no podían protegerlo en todo momento y tampoco podían enseñarle a pelear, porque eso lo señalaría como nefilim y se correría la voz.

            Aquello no debía pasar, el secreto tenía que seguir siendo secreto por mucho más tiempo. Nadie debía saber que había cazadores de sombras en Seúl y que ya no eran parte de la Clave porque los despojarían de sus marcas y no estaban seguros de poder sobrevivir al proceso y porque se llevarían a ZiTao con ellos cuando él no había elegido aquella vida.

            El chico se detuvo frente a la tienda de videojuegos que consideraba su segunda casa y, con una sonrisa, abrió la puerta de cristal, haciendo que una campanilla sonara. Uno de los gemelos, SoRyong, el menor, lo saludó con la mano al verlo entrar desde detrás del mostrador y ZiTao se acercó hasta allí. Aquella tienda era propiedad de los padres de los chicos y ellos trabajaban en el lugar algunas tardes, ayudándolos con el negocio y aprendiendo a llevarlo porque en el futuro sería para ellos.

            —¿Qué tal tus clases de hoy? —preguntó con una sonrisa el chico.
           —Agotadoras —contestó ZiTao—. Me han hecho dar volteretas en todas las direcciones, saltar alto, luchar con algunos compañeros y no me siento el cuerpo —un suspiro escapó de sus labios al recordarlo.
            —Igual que siempre, entonces —comentó divertido el chico.

Se había tintado el pelo de un color algo extraño, no era plateado ni amarillo —amarillo, sí, porque aquel color no podía considerarse rubio—, era una mezcla de ambos. Todo había sido porque ya estaba harto de que lo confundieran con su hermano gemelo y aunque ZiTao había intentado disuadirlo porque él ya había aprendido a diferenciarlos, el otro, como buen cabezota que era, se negó en rotundo.

            —Todavía no entiendo cómo sigues yendo a ese lugar —una voz a su espalda lo hizo girar y ver a DaeRyong, el mayor, con una sonrisa—, si acabas todos los días medio muerto.
            —Todo hombre debe aprender a defenderse —contestó, tal y como le habían enseñado sus padres—. Nunca se sabe cuándo te vas a encontrar con un psicópata en mitad de la calle al que le tengas que dar una paliza para que no te mate.
            —Tus padres son muy precavidos —comentó el mayor.

También se había tintado el pelo, pero lo había hecho de un color entre rosa y malva. Menos mal que ese había sido el último día de clases, sino, hubieran echado a ambos hermanos del lugar por haberse tintado el pelo de esos colores tan estrambóticos, aunque también habrían expulsado a ZiTao por el suyo, que no era tampoco muy natural, pero al menos se disimulaba un poco.

            —Lo sé —dijo ZiTao—. Pero no hay mal que por bien no venga.
            —Muy bien, dejemos las clases atrás —cortó SoRyong, dejando un par de videojuegos bajo el mostrador—. Hemos acabado los exámenes, así que nos toca divertirnos, ¿salimos hoy?
            —Eso no hace falta que lo preguntes —contestaron los otros dos a la vez con una gran sonrisa.

            Después de un par de horas en la tienda de los gemelos, ZiTao se despidió de ellos para ir a casa a ducharse y cambiarse de ropa, porque aunque sus amigos lo habían invitado a su casa para que se arreglara allí, él había declinado la oferta. El chico tenía el cuerpo un poco más trabajado que ellos y la única vez que les había hecho caso, había acabado con una camisa que parecía estarle a punto de explotar y no quería pasar otra vez por aquel mal trago porque estaba realmente ridículo. Todavía circulaban las fotos de aquella noche por los móviles de los gemelos y todavía ZiTao seguía intentando borrarlas cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo para que no fueran usadas en su contra, pero aún no había podido averiguar cuáles eran las contraseñas de sus teléfonos.

            Volvió a salir a la calle y notó el frío de la noche en sus huesos. Era julio y, aunque ya no hacía frío como en los meses anteriores, alguna chaquetilla seguía siendo necesaria, aun cuando a mediodía sobrase por culpa del sol que hacía. El chico metió su nariz dentro del pañuelo que llevaba al cuello y luego tomó el metro para llegar a su casa, a pesar de que ésta no estaba muy lejos de la tienda de videojuegos de sus amigos, pero ZiTao estaba muy cansado después de las clases y tenía que aguantar en pie hasta el amanecer.

            —Ya estoy en casa —anunció cuando entró por la puerta.
            —¿Cómo te ha ido hoy? —escuchó preguntar a su madre desde cualquier lugar del piso en el que ahora vivía la familia. Se habían mudado después del ataque de aquel demonio para que no pudieran localizarlos de nuevo tan fácilmente.
            —Bien. Tengo todas las asignaturas aprobadas y el profesor de wushu dice que soy uno de los mejores alumnos de la clase —contestó quitándose las zapatillas en la entrada.
            —Muy bien, cariño —su madre apareció por el pasillo con una gran sonrisa, un delantal que ZiTao recordaba haberle comprado para el día de la madre algunos años atrás y un cucharón en la mano—. ¿Qué quieres de cenar?
            —Lo que hagas está bien —le dio un beso en la mejilla a su madre—. Esta noche saldré con los gemelos —anunció—. Luego me quedaré en su casa a dormir, que está más cerca de donde vamos.
            —Está bien —dijo—, pero dúchate y arréglate.
            —Eso pensaba hacer.
            —En menos de una hora estará la cena, así que no tardes —le anunció regresando por el pasillo y ZiTao asintió aunque sabía que ya no lo veía. Luego fue hasta el baño y se dio una relajante ducha.

            Dos horas después el chico salía de su casa hacia el lugar en el que había quedado con sus dos amigos con unos pantalones de cuero negro muy ajustados, una camiseta y una chaqueta de ese mismo color y un sombrero de leopardo dándole un toque algo más salvaje a aquella combinación. Iban a la discoteca de siempre, en la que bailarían y beberían aprovechando que aunque eran todos menores, siempre habían aparentado más edad de la que realmente tenían y que no les pedirían la identificación. También aquella noche tenía pensado lanzarse a la aventura e intentar ligar con una de las chicas que siempre estaban por allí y que lo miraban juguetonamente. Quería experimentar algo nuevo si ligaba con alguna. Nunca había tenido novia, pero sí que había habido algunas chicas con las que había pasado solo una noche o un par de días. También había probado suerte en el mismo bando con un chico que lo volvió loco durante una temporada. Así que, aunque aquella noche fuera dispuesto a intentar cazar a alguna chica, no cerraba ninguna puerta.

            Sin embargo, sus planes se vieron truncados cuando, ya cerca de la discoteca, escuchó unos ruidos que lo alertaron.

            ZiTao, curioso —o cotilla—, por naturaleza, no pudo evitar intentar buscar el lugar de origen de aquellos sonidos. Siguiendo a su fino oído, acabó cerca de un callejón algo retirado de la calle principal. Lentamente, el chico se pegó a la pared y asomó la cabeza con cuidado para poder ver qué era lo que sucedía allí. La escena que encontró era algo que no se esperaba.

            En mitad del callejón había varias figuras, tres de ellas eran humanas, pero las demás no. Los chicos, vestidos de riguroso negro, se movían rápidamente de un lado a otro, esquivando los golpes de aquellas criaturas que, ZiTao dedujo que debían ser demonios, y atacándolos a su vez con cuchillos que brillaban en la oscuridad.

            —¡Lu Han, JongIn! —gritó uno de los chicos. Tenía el pelo claro y era alto, quizás de su misma estatura—. Son muy rápidos.
            —Tenemos que acabar con ellos o Kris no nos dejará salir nunca más de caza —contestó uno de los otros, su pelo era oscuro y su piel también lo era un poco, muy parecida al propio color de la suya.

            ZiTao no podía ver muy bien, había poca luz en la calle y los cuchillos brillantes que manejaban —de los cuales no recordaba el nombre—, tampoco iluminaban la escena como era debido. Sin embargo, pudo ver como uno de los demonios se abalanzaba sobre uno de los chicos, el más bajito, y que éste no lo vio venir. El demonio lo lanzó contra la pared del edificio de un zarpazo y el chico aulló antes de caer al suelo como un muñeco de trapo, inconsciente.

            —¡Lu Han! —el chico de pelo claro miró en la dirección en la que estaba el otro durante una milésima de segundo y solo hizo falta ese pequeño descuido para que otro de los demonios se abalanzase contra él y lo derribara.
            —¡Maldita sea! —escuchó al otro chico maldecir.

            Ahora estaba solo para manejarse con cuatro demonios —ZiTao por fin había podido ver cuantos eran, aunque todavía no sabía cómo eran, solo que eran enormes—, y era una clara desventaja. No podía huir y dejar a sus compañeros, no podía huir con ellos de la escena y no podía plantarles cara a los demonios en solitario. Todos morirían. ZiTao se mordió el labio inferior. Según le habían contado sus padres, los nefilim intentaban mantener a las sombras alejadas de los humanos, lo que significaba que aquellos demonios podían hacer de la ciudad un caos si no eran derrotados. No podía exponerse, pero tampoco podía dejarlo solo, y llamar a la policía no era siquiera una opción.

            El chico se defendía como podía, los ataques le llegaban por todas partes y se estaba cansando. ZiTao volvió a morderse el labio inferior y luego apretó fuertemente los dientes antes de adentrarse en el callejón.

            Lentamente y con movimientos muy estudiados, fundiéndose con las sombras, llegó hasta el mismo centro de la pelea y antes de que pudieran advertir su presencia, lanzó una patada a uno de los demonios en lo que supuso debía ser el abdomen y este cayó al suelo. Ahora que los veía bien podía decir que eran unos seres monstruosos, no tenían ojos, pero a juzgar por cómo se movían parecían tener algún otro mecanismo de visión.

            El nefilim que peleaba lo miró con los ojos muy abiertos.

            —Yo los tumbo y tú le clavas el cuchillo —dijo y el otro asintió automáticamente.

            ZiTao comenzó a moverse rápidamente, esquivando los golpes que le lanzaban y propinándolos a los demonios. Sus manos y sus pies eran certeros y poco a poco fue consiguiendo que los demonios que peleaban contra él acabaran desorientados por los golpes que recibían. En esos momentos, el otro chico les clavaba el cuchillo brillante y estos se convertían en cenizas para al momento desintegrarse. Algunos minutos después, el último de los demonios daba un alarido justo antes de desaparecer yendo a parar a la dimensión de la que procedía.

            Ambos chicos jadeaban y estaban empapados en sudor, pero el moreno se acercó rápidamente a sus compañeros para ver cómo estaban sin darse tiempo a recuperar el aliento siquiera. ZiTao se quedó en el mismo lugar, intentando volver a respirar con normalidad. Cuando oyó al chico suspirar aliviado supo que los otros estaban bien, así que se dispuso a marcharse porque ya había acabado con lo que tenía que hacer. Sin embargo, no había dado ni un paso cuando una voz grave lo detuvo.

            —¿Quién eres tú?
            —Alguien que no debía haberse involucrado pero que no ha tenido más remedio que hacerlo —contestó ZiTao—. Si me disculpas, ya que estáis todos bien, he quedado.
            —No eres un subterráneo, pero tampoco eres un humano corriente —dijo el nefilim.
            —No. No lo soy —se dio la vuelta y vio al otro levantándose del suelo.
            —Entonces, ¿qué eres?
            —No te incumbe —se miraron a los ojos fijamente.

            Ninguno quería perder aquella batalla y aunque los ojos del chico eran de un negro intenso y muy duros, ZiTao no se dejó intimidar y, de hecho, fue el otro quien desvió la mirada.

            —Está bien. No me meteré en eso —dijo finalmente tras suspirar—, pero ya que nos has ayudado me gustaría que siguieras haciéndolo un poco más.
            —¿Qué?
            —Yo no puedo llevarlos a ambos —aclaró—. ¿Podrías ayudarme hasta que lleguemos a casa?

            A casa.

            ZiTao sabía que el lugar al que se refería el chico era el Instituto. Su padre lo había mencionado en varias ocasiones y sabía muy bien lo que era. Muchas veces había pasado por el lugar en el que se encontraba la gran catedral gótica, o al menos imitando aquel estilo arquitectónico, en la zona más céntrica de la ciudad. Todos veían un solar vacío, pero él siempre había visto el inmenso edificio que se alzaba en aquel lugar. Sin embargo, nunca había entrado en él. Sus padres eran algo así como fugitivos y no podía darse el lujo de hacer aquello y delatarlos, pero tenía curiosidad por saber cómo sería por dentro, además, aquel chico realmente necesitaba su ayuda.

            —Está bien —murmuró.
            —Gracias.

            ZiTao esperaba que hacer todo aquello no significara que tendría que comenzar a vivir como un nefilim, porque él no deseaba una vida como esa, ni tampoco que eso pusiera en peligro la vida de sus padres. Era una vana esperanza, pero no podía perder eso, al menos.

            Rápidamente sacó su teléfono móvil del bolsillo y abrió el kakao talk para dejarles un mensaje a los gemelos en el grupo que los tres tenían abierto: “No puedo ir a la disco. Me ha surgido un contratiempo”. No esperó a que le contestaran y con un suspiro se acercó a uno de los chicos que yacían en el suelo, el de pelo claro y más alto. Lo cargó en su espalda y esperó a que el otro hiciera lo propio con el bajito.

            —Mi nombre es JongIn, por cierto —se presentó.
            —Yo soy ZiTao.
            —Gracias por ayudarnos, ZiTao —dijo antes de echar a andar en medio de la noche, seguido de este.



viernes, 3 de enero de 2014

CAZADORES DE SOMBRAS: CIUDAD DE METAL

Prólogo


            Él siempre supo que no era igual a los demás, que había algo diferente en su interior que era lo que marcaba aquella diferencia. Pero aunque siempre lo supo, cuando era pequeño, no podía entender porque sus amigos no podían ver las mismas cosas que él y que a veces le llamaran monstruo por eso. Tardó bastante tiempo en poder contárselo a sus padres, mas cuando lo hizo, supo que había hecho lo correcto.

            Huang ZiTao, a la edad de ocho años ya sabía qué era aquello que lo diferenciaba de los demás. Él, como sus padres, era un nefilim, un cazador de sombras, y por eso podía ver cosas que los demás no veían.

            Después de comprender que no era para nada normal, ZiTao siguió con su vida como lo había estado haciendo hasta ese momento, porque tras escuchar la historia que le habían contado sus padres, el dolor que habían sufrido y el camino de oscuridad por el cual habían avanzado, decidió que él jamás seguiría sus pasos.

            Él nunca se convertiría en un nefilim.