domingo, 10 de febrero de 2013

Herida Abierta


Herida Abierta


   Sabía que lloraba. Él lloraba cada noche, y yo sabía cual era el motivo. Él ignoraba que yo sabía de su sufrimiento y que eso también me hacía sufrir a mí. Él intentaba por todos los medios aparentar que estaba perfectamente delante de todas las personas, incluso delante de mí, pero él no estaba para nada bien. Éramos amigos desde hacía mucho tiempo, y yo sabía todo lo que le pasaba con sólo mirar su rostro.

   Su novio lo había dejado hacía unos seis meses, y él estaba destrozado. Llevaban saliendo unos cinco años más o menos, y cuando se alejó de él, no pudo seguir.

   Recuerdo todavía el día en el que vino llorando a mi habitación para pedirme ayuda. Esa fue la única vez que me dejó verlo llorar, desde ese momento, sólo la almohada es testigo de sus lágrimas.

   Flash Back.

   Estaba tumbado en mi cama escuchando música con los auriculares puestos, aunque bien podía ponerla en el portátil sin molestar a nadie, ya que la habitación la compartía conmigo mismo.

   Unos golpes suaves en la puerta de la habitación atrajeron mi atención. Me quité los auriculares de las orejas, le di al pause al reproductor y lo dejé todo sobre la cama mientras me levantaba de ella. Al abrir la puerta me encontré con algo que jamás pensé que podría presenciar.

   HeeChul estaba medio apoyado en el marco de la puerta, tenía su cabeza agachada y temblaba ligeramente con cada hipido que daba. Estaba llorando. Me asusté muchísimo, pero antes de que pudiera hacer nada, él se lanzó contra mi cuerpo, agarrándome la camiseta y escondiendo su cara en mi pecho.

   -Heenim…- alzó la cabeza lentamente.
   -Hannie se ha ido- susurró, y volvió a enterrar su rostro en mi pecho.

   Cerré la puerta de mi habitación, ya que había varios mirones intentando averiguar lo que pasaba. Agarré la cintura de mi hyung y lo abracé fuerte.

   -Estoy aquí- susurré besando su cabello- yo nunca te dejaré, te lo prometo.
   -No quiero volver allí- murmuró. Supuse que se refería a la habitación que compartía con HanGeng.
   -No volverás- contesté- yo me encargaré de todo- no por nada era el hijo del director de ese Internado- tranquilo, tranquilo- le acaricié el cabello.

   Lo fui llevando hacia mi cama, sin importarme la suerte de mi reproductor, y allí, nos tumbamos los dos, abrazados, mientras mi hyung lloraba y yo intentaba consolarlo.

   Fin Flash Back.

   Y desde ese entonces, HeeChul se había instalado conmigo. Yo lo ayudaba en todo lo que podía, pero él se había encerrado en si mismo, y eso me dolía. Me dolía porque yo estaba enamorado de él y necesitaba verlo feliz de nuevo, verlo sonreír, verlo como antes.

   Estaba muy hastiado de todo esto, y quería que todo volviera a ser como antes.

   Una noche, me hice el dormido al echarnos cada uno en nuestra respectiva cama, y poco después, escuché unos débiles hipidos que empezaban a apreciarse en el silencio de la noche. Me levanté sin hacer ningún ruido y fui hasta su cama, donde me metí sin ningún miramiento ni vergüenza y lo abracé fuertemente contra mi cuerpo. Noté cómo se tensó e intentó apartar, pero no lo dejé.

   -No deberías seguir llorando- susurré.
   -No es asunto tuyo- contestó. Su carácter se había agriado considerablemente desde que HanGeng se fue.
   -Sí que lo es, no dejaré que sigas llorando toda tu vida por algo que ya no puede hacerte daño.
   -Hannie…
   -Él no está aquí- dije algo hastiado- él forma parte de tu pasado, no de tu presente o de tu futuro- contesté- deberías pensar quién está en tu presente.
   -Simba…- susurró. Desde siempre me llamaba así, decía que me identificaba con el león de Disney, y cuando me trataba con cariño ése era mi nombre.
   -¿Sí, Rella?- él mismo se denominaba Cinderella, una de las princesas de Disney.
   -¿Por qué haces todo esto por mí?
   -Porque te quiero.
   -Simba…
   -Shhh…- lo callé besando su frente- no digas nada, sólo quiero hacerte feliz, verte sonreír de nuevo.
   -Yo…
   -Sé que no puedes olvidar a HanGeng, pero… yo también quiero ocupar un lugar en tu corazón y…- HeeChul se removió en el colchón hasta quedar cara a mí y me tapó la boca con una de sus manos.
   -Ya ocupas un lugar en mi corazón…- susurró- pero… por favor… necesito tiempo… necesito algo más de tiempo…- me hizo muy feliz escuchar eso de su boca y sonreí.
   -Esperaré todo el tiempo que haga falta- dije y besé su frente.
   -Gracias…




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