Capítulo
1
Como cada vez que llegaba la primavera en
Neugde, había un ambiente de expectación que rodeaba al pueblo porque todos
esperaban impacientes a que los primeros síntomas de la transformación de
alguno de los muchachos del pueblo en lobo se comenzaran a manifestar. Adultos
y jóvenes, hombres y mujeres, todos vivían aquello con gran entusiasmo, como si
fueran las celebraciones de Año Nuevo o de Chuseok…
quizás, porque que alguno de los chicos del pueblo poseyera el gen lobo en ese
año era algo importante que había que celebrar. Sin embargo, había una persona
en todo el pueblo que pensaba que todo aquello era una soberana tontería y, a
pesar de que apenas contaba con quince años y que todavía podía manifestar la
tenencia del gen, trataba de no participar en ninguna de las cosas en las que
los demás chicos lo hacían totalmente encantados.
Para Lee DongHyuck, tener el gen lobo era un
engorro. Tener que salir del pueblo para encontrar pareja y después regresar
era algo que no tenía sentido alguno mientras que aquellos que no lo poseían
debían pudrirse en aquel pueblo dejado de la mano de Dios durante toda su vida.
El muchacho no entendía por qué él sino llegaba a tener el gen no podía salir
de aquel lugar para ver el resto del mundo, para ver lo que se encontraba más
allá del bosque en el que tenían más que prohibido internarse. Tradiciones,
costumbres, leyendas… para él no eran más que tonterías sin sentido y cuando
tuviera la edad suficiente como para saber que se podría valer por sí mismo
—teniendo el gen o no— el chico pensaba salir de aquel apestoso lugar y no
regresar nunca jamás a él.
A DongHyuck no le gustaba nada Neugde y lo
único que hacía su existencia un mínimo de interesante era que, al menos, tenía
unos pocos amigos que no eran tan entusiastas como el resto con el tema del
gen… o eso era lo que él creía. Esa primavera, su grupo de amigos cumplía
dieciséis o diecisiete años y a esa edad más o menos era cuando se manifestaba
el gen, por lo que todos, se habían vuelto igual de entusiastas con aquello
como el resto del pueblo.
—Al menos finge que te lo pasas bien —le
comentó su mejor amigo, MinHyung, el día que marcaba el inicio de la primavera,
durante la festividad que vivía el pueblo para celebrar aquel momento—. Los
mayores siempre están pendientes de ti y castigándote cada vez que haces una
trastada porque no muestras ningún entusiasmo.
DongHyuck giró la cabeza en dirección a su
amigo y lo miró, enarcando una ceja, como si no pudiera creerse lo que estaba
saliendo por su boca. Junto a él, MinHyung era el único que seguía mostrando
poco entusiasmo por la posibilidad de ser portador del gen, pero de cara al
exterior, siempre había hecho creer a todo el mundo que estaba totalmente
encantado con aquello. MinHyung podía fingir bastante bien, pero a él no le salía
y no lo iba a intentar siquiera. El menor negó con su cabeza y después volvió a
mirar la nada, tratando de abstraerse del ruido de su alrededor y de MinHyung,
pero éste volvió a hablar, llamando su atención.
—El otro día ChenLe y JiSung la liaron bastante
parda, pero nadie se enteró de que habían sido ellos porque sabes que siempre
se muestran encantadores con los adultos. Tú, en cambio, si le echas salsa de
soja a la Coca-Cola, saben inmediatamente que has sido tú porque no te quitan
el ojo de encima.
—No quiero participar de todo esto, ya lo
sabes —le contestó aquella vez—. Ni siquiera fingiendo.
—Aish… ven aquí —MinHyung le pasó un brazo
por los hombros y lo atrajo a su cuerpo para que ambos estuvieran más cerca que
antes y así poder hablar de forma más confidencial, sin que las personas que
estaban a su alrededor pudieran enterarse—. ¿Ni siquiera vas a hacerle caso a
YeRim y sacarla a bailar? No te quita el ojo de encima desde que comenzaron los
bailes.
—No me interesa —murmuró el menor.
—Pero si es muy mona —apuntó su amigo,
cogiendo su cabeza y haciendo que la girara en dirección a la chica, quien en
el momento en el que se dio cuenta de que la estaban mirando, posó sus ojos en
sus propias piernas—. Y está coladita por ti desde siempre.
—Anda hyung,
deja de tratar de solucionarme la vida amorosa y búscate tú una propia
—replicó, alejándose de él hasta que el brazo de MinHyung dejó de rodearlo—.
Creo que me voy a dar un paseo para despejarme de todo esto.
MinHyung alzó su mano para detenerlo probablemente,
pero en ese mismo instante, aquella mano fue sujetada por EunJi, que la apretó
fuertemente y tiró del chico hacia la pista de baile sin decir una palabra.
DongHyuck vio cómo el mayor miraba un par de veces en su dirección, entre
avergonzado porque EunJi había hecho su movimiento y preocupado por él, pero el
chico simplemente le dirigió una sonrisa y murmuró un “pásalo bien” antes de
alejarse de la multitud que se lo estaba pasando de maravilla en la verbena.
DongHyuck caminó hasta las afueras del
pueblo, donde el ruido de la música comenzaba más a ser un murmullo en sus
oídos que un sonido irritante y donde podía estar tranquilamente sin que
absolutamente nadie lo juzgara por no participar del entusiasmo colectivo. El
chico caminó y caminó hasta que se encontró con la linde del bosque frente a
él, miles de árboles y de criaturas que habitaban en aquel lugar lo separaban
de la civilización a la que tanto ansiaba escapar. DongHyuck miró aquellos
árboles con un anhelo desesperado, imaginando en su mente el día que saldría de
aquel lugar de una vez por todas para no regresar jamás.
El muchacho estaba perdido en sus
pensamientos, pero en el silencio que había en aquel lugar alejado de la fiesta
pudo escuchar un grito que procedía de algún sitio cercano. DongHyuck abrió sus
ojos al máximo, atento a lo que había a su alrededor, vislumbrando gracias a la
luna prácticamente llena el terreno. No tardó mucho en encontrar la figura de
un chico a unos cincuenta metros de distancia que se retorcía en el suelo, como
si estuviera siendo presa de un dolor insoportable. Otro grito procedente del
mismo lugar hizo que finalmente las piernas de DongHyuck se movieran y
rápidamente se acercó al otro, dándose cuenta en aquel momento de que se
trataba de Jeno, uno de sus amigos.
—Jeno. Jeno —lo llamó agachándose junto a él,
tratando de hacer que se enfocara y lo mirara—. Jeno, ¿qué te pasa? Dime algo.
DongHyuck lo zarandeó un poco, asustado ante
la falta de respuesta y, en ese momento, sus ojos y los del otro se encontraron,
haciendo que su corazón se saltara un latido. No eran los ojos oscuros de Jeno
los que lo miraban, sino unos de color verde esmeralda que le dieron la
evidencia al menor de que su amigo era portador del gen lobo y estaba
atravesando una de las fases del cambio, una de las fases finales de éste. El
chico no se había dado cuenta de que Jeno había comenzado a experimentar los
cambios y éste tampoco había dicho absolutamente nada.
—Jeno… —lo volvió a llamar, posando una mano
en su pecho para tratar de hacer que se relajara, tal y como les habían
enseñado en clases que debían hacer si encontraban a alguien en aquel estado—.
Jeno…
Pero Jeno no se calmó y apartó a DongHyuck de
un manotazo que lo envió hacia atrás con gran violencia, haciendo que se
golpeara la cabeza contra el suelo y que todo a su alrededor se volviera
completamente negro.
Un dolor agudo en la parte posterior de la
cabeza fue lo que poco a poco hizo que DongHyuck fuera volviendo a la
consciencia, parpadeando lentamente para acostumbrarse a la suave luz que había
en algún punto del lugar en el que se encontraba. A pesar de que después de
algún rato pudo abrir sus ojos del todo, el chico no se pudo ubicar porque no
reconocía nada de aquello. No reconocía aquellas paredes desnudas y blancas que
para nada se parecían a las que tenía en su habitación, en las que había
árboles entrecruzados los unos con los otros, formando un extenso bosque. Sin
embargo, a pesar de que no pudo reconocer el lugar, sí que pudo reconocer la
cabeza de pelo oscuro que estaba echada a su lado en la cama y suspiró
tranquilo antes de volverse a dormir, sabiendo que su madre no lo dejaría.
La siguiente vez que DongHyuck despertó había
luz por todas partes, lo que le indicó que ya era de día. Aquella vez, también
pudo reconocer el lugar en el que se encontraba: el pequeño consultorio del
pueblo. Igualmente, a pesar de que le seguía doliendo la cabeza muchísimo, el
chico pudo recordar por qué estaba allí. Jeno lo había lanzado por los aires
cuando había tratado de ayudarlo con los síntomas del cambio y probablemente se
habría dado en la cabeza al caer.
“Jeno”
pensó mientras se sentaba en la cama.
En cuanto llegara la siguiente luna llena su
amigo cambiaría del todo, se convertiría en hombre lobo y no regresaría al
pueblo hasta que pasara tanto tiempo que nadie pudiera reconocerlo cuando se
integrara de nuevo en la comunidad. DongHyuck siempre había tenido la esperanza
de que ninguno de ellos tuviera el gen, como había pasado hacía algunos años
con otros de los chicos del pueblo... pero ahora que ya había pasado, estaba
seguro de que alguno más de sus amigos iba a comenzar a experimentar el cambio.
—DongHyuck —escuchó la voz inconfundible de
MinHyung llamarlo y giró la cabeza en su dirección—. Estás despierto.
—Me habría gustado seguir durmiendo hasta el
día del juicio final, pero con toda esta luz es imposible —trató de bromear.
MinHyung le sonrió desde la puerta de la
habitación y después caminó hasta la cama para abrazarlo fuertemente, casi
dejándolo sin respiración. Por un momento, DongHyuck se sintió halagado por
recibir algo de cariño de parte del mayor debido a que éste pocas veces se
mostraba de aquella forma, pero en cuanto comenzó a sentir punzadas en la parte
posterior de su cabeza no pudo evitar quejarse en murmullos mientras se
separaba del chico.
—Lo siento, lo siento —murmuró MinHyung,
preocupado—. ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
—No, no. Estoy bien —contestó con una
sonrisa—. Solo has apretado un pelín y me han comenzado a dar punzadas, pero
nada grave. ¿Dónde está mi madre? —preguntó, curioso por saber dónde había ido
la mujer, ya que no se encontraba allí con él, como la primera vez que
despertó.
—Se fue hace un rato para descansar porque ha
pasado muy mala noche velándote —respondió el mayor, sentándose en la silla que
había al lado de la cama—. Me la he encontrado cuando venía para acá y me ha
dicho que te vigilara en lo que ella volvía.
—Gracias —murmuró—. ¿Y Jeno? ¿Cómo está?
—Jeno… —suspiró MinHyung—. Está bien, fresco
como una rosa, como si anoche no se hubiera estado muriendo de dolor —negó con
la cabeza—, pero también está bastante afectado por no haber podido controlarse
y por hacerte daño. Se siente mal por ello.
—Bueno, bastante es que no me mandara al otro
barrio —bromeó DongHyuck—. Si yo sintiera el dolor que tenía que estar
sintiendo él por cómo gritaba, creo que me habría lanzado al río para tratar de
ahogarme.
—No seas exagerado —el mayor le dio un leve
empujón, tal y como acostumbraba a hacer cuando decía cosas como aquella.
—Vale, vale. Soy un exagerado —reconoció—.
Pero no le tengo rencor a Jeno, no es como si me hubiera deformado la cara o
algo, simplemente me ha hecho un chichón.
—Le diré la próxima vez que lo vea que no se
coma la cabeza —comentó MinHyung—. Ahora échate y descansa un poco. Estaré aquí
vigilando que no venga ningún monstruo a comerte.
—Porque el monstruo eres tú —rio el menor,
haciendo que la expresión de su amigo se agriara.
—No te asfixio con la almohada por respeto a
la almohada —le dijo, con los dientes apretados—, así que échate sobre ella y
duerme antes de que cambie de opinión.
DongHyuck sonrió y se tumbó con cuidado de
nuevo sobre la cama. No tenía nada de sueño, pero era mejor mantener la
almohada bajo su cabeza para que el mayor no la pudiera poner sobre ella y asfixiarlo.
Siempre había que tener un ojo puesto en Lee MinHyung.
—Te quiero —murmuró, agradecido porque su
amigo se quedara con él y por todo lo que hacía siempre para ayudarlo.
—De verdad, eres el demonio —suspiró el
otro—. Duérmete antes de que vaya a otra habitación a por una almohada.
Tras pasar algunos días ingresado, DongHyuck
fue dado de alta cuando el señor Choi —que había vuelto al pueblo apenas un par
de años antes después de formar una familia y tras estudiar Medicina— dijo que
estaba todo en orden en su cabeza y que no había nada por lo que temer, solo se
tenía que curar la pequeña herida que se había hecho al caer y estaría como una
rosa antes de que se diera cuenta de nada. Los días solo en aquel lugar se le
habían hecho demasiado eternos a pesar de que su madre y sus amigos habían
estado ocupando su habitación de cuando en cuando para liberarlo del
aburrimiento, pero siempre había sido poco tiempo porque todos tenían
obligaciones que atender. DongHyuck recibió incluso la visita de Jeno, que le
había pedido perdón una y otra vez mientras el chico le aseguraba que todo
estaba bien y que no lo odiaba.
Una vez pudo salir de aquel lugar, DongHyuck
siguió su vida como normalmente lo hacía, yendo al pequeño colegio que había en
el pueblo junto a todos los demás chicos de su generación. Se vivía un ambiente
extraño en las clases, pero era el ambiente típico de aquellas fechas en las
que se encontraban, así que, como siempre había hecho, el chico trató de
alejarse de aquel ambiente para no verse envuelto en él. Por eso, prácticamente
no se dio cuenta de que la primera luna llena de la temporada se acercaba y,
por eso mismo, no supo que su amigo Jeno se había transformado hasta que su
madre no se lo comentó el día después de que sucediera.
—En un par de días tu amigo Jeno se irá de
Neugde —le comentó mientras desayunaban aquella mañana—. Espero que le vaya muy
bien en la ciudad.
DongHyuck no contestó porque no tenía
absolutamente nada que decir. Nunca había estado especialmente predispuesto a
hablar del tema del gen lobo y, aunque fuera uno de sus amigos, aquello no iba
a cambiar tampoco. Igualmente, nunca había ido a despedir a nadie de los que
habían desarrollado el gen y tampoco lo haría con Jeno —o al menos eso es lo
que haría pensar a todo el mundo, porque pensaba ir, pero a escondidas—.
El día en el que Jeno se iba del pueblo, todo
el lugar era un hervidero. Las gentes del pueblo iban y venían de un lado a
otro y la excitación y el nerviosismo estaban palpables en cada milímetro de
Neugde. Aquel ambiente parecía ser contagioso, porque cada persona que salía a
la calle en ese día vivía el momento como si fuera una verdadera fiesta y no un
sinsentido, que era de la forma en la que DongHyuck siempre había concebido
todo aquello. Las calles estaban totalmente abarrotadas y, cuánto más cerca se
hallaban de la salida del pueblo, más abarrotadas se encontraban. Todos
esperaban expectantes el momento en el que Jeno apareciera en el lugar para
despedirse de él y desearle buena suerte en aquella nueva etapa de su vida que
se desarrollaría fuera de las inmediaciones de aquel claro que conformaba todo
el mundo conocido de aquellas gentes.
DongHyuck se aprovechó de toda la coyuntura y
de que todo el pueblo se concentraba en solo una zona para salir disimuladamente
de su casa y dirigirse hacia el bosque, lugar en el que trataría de abordar a
su amigo Jeno para despedirse de él. El chico tenía mucha experiencia en
esquivar a las personas con las que no quería encontrarse y sabía perfectamente
cuál era el camino que debía de tomar para llegar hasta el bosque sin ser
visto, así que no le tomó demasiado tiempo llegar hasta él. Tampoco tuvo
problemas en recorrer el sombrío lugar porque desde que era pequeño se había
estado internando en el bosque, buscando rutas que poder seguir para cuando
quisiera escapar de aquel sitio en el que nunca había terminado de encajar.
El chico se sentó al pie de un árbol, cerca
del camino y con vistas a éste, pero sin poder ser visto desde allí gracias a
la maleza que lo ocultaba, disponiéndose a esperar el momento en el que Jeno
apareciera ante él. No se había internado demasiado en el bosque, solo lo
suficiente, por lo que todavía podía escuchar perfectamente el jaleo que había
en la entrada al camino y de esta forma podía saber perfectamente cuándo su
amigo se adentraría en el lugar, alejándose del pueblo. DongHyuck no tuvo que
esperar demasiado para notar cómo los ruidos que procedían del pueblo
finalmente se iban haciendo casa vez menos notorios, siendo opacados por el piar
de los pájaros que llenaban las copas de los árboles cercanos.
DongHyuck se levantó del lugar en el que
había estado sentado los últimos minutos, acercándose un poco más al camino
para no perder a Jeno ni de casualidad, observando aquella mancha de color
marrón oscuro que contrastaba con el verde de los alrededores fijamente.
Durante unos minutos no hubo ningún cambio en la quietud del camino, hasta que
a lo lejos, el chico pudo apreciar la figura de su amigo, andando con
determinación hacia su posición sin saber que se encontraba allí. Al verlo,
DongHyuck no pudo evitar sentirse triste y quizás un poco melancólico porque el
otro era uno de sus amigos, habían crecido y jugado juntos durante casi
dieciséis años y a partir de aquel día no lo iba a volver a ver nunca más.
El chico sacudió su cabeza, tratando de
despejarse las ideas y no pensar en nada de aquello porque no quería ponerse a
llorar frente a su amigo y solo se dedicó a esperar el momento oportuno para
aparecerse ante él.
—Jeno —chistó cuando el mayor pasó justo por
su lado, haciendo que éste se detuviera al escuchar su nombre y comenzara a
mirar a todas partes—. Jeno —volvió a decir, esta vez un poco más alto y
asomándose desde su escondite para que el otro lo pudiera ver.
—¡DongHyuck! ¿Qué haces aquí? —preguntó el
chico al verlo.
El rostro de su amigo reflejaba algo de
preocupación, pero a la vez había una sonrisa en él que decía claramente que
estaba encantado con que el menor hubiera ido a verlo antes de marcharse.
DongHyuck mostró una sonrisa también en sus labios y le indicó a Jeno que se
acercara hasta él, algo que el otro no dudó en hacer hasta quedarse a poca
distancia de su cuerpo.
—Creía que no me ibas a despedir —le comentó
el mayor—. Como nunca has sido muy devoto de todo esto…
—No soy muy devoto —replicó—, pero eres mi
amigo y al menos quería darte un abrazo antes de que te fueras —DongHyuck abrió
sus brazos y Jeno terminó de acercarse a él para así poder fundirse en un
abrazo—. ¿Estás seguro de que quieres irte? —no pudo evitar preguntarle.
—Por supuesto. Es una oportunidad única
—respondió Jeno.
DongHyuck se mordió la lengua para no decir
algo que pudiera hacer enfadar a su amigo y simplemente disfrutó del contacto
hasta que el mayor decidió disolver el abrazo. El chico no quería que su amigo
se fuera, aunque en los últimos tiempos se hubieran distanciado debido a todo
aquel lío del gen lobo, pero sabía perfectamente que no estaba en su mano poder
hacer nada para evitarlo. Jeno siempre había estado convencido de aquel cuento
que les habían contado desde pequeños.
—Ten cuidado —fue lo que le dijo, a pesar de
que quería decirle muchas otras cosas—, y no te olvides de mí.
—Jamás lo haría —respondió el mayor con una
sonrisa que hizo que sus ojos desaparecieran—. Nos vemos a mi vuelta… a no ser
que tú también desarrolles el gen y nos encontremos fuera del pueblo.
Y con aquello, Jeno se despidió de él y salió
de nuevo al camino. DongHyuck suspiró y vio cómo el chico se alejaba de él
hasta que su figura se perdió en una curva. El menor tenía que volver al pueblo
cuanto antes para que nadie se percatara de dónde había estado ni de lo que
había hecho, pero cedió a la tentación de seguir a su amigo durante algunos
minutos más para cerciorarse de que todo le iba bien.
El chico jamás había pensado que hacer
aquello cambiaría su futuro de la forma en la que lo haría.
Apenas había dado un par de pasos cuando en
el bosque resonó el grito de Jeno y DongHyuck echó rápidamente a correr entre
los árboles siguiendo el camino hasta que llegó al lugar en el que su amigo
había desaparecido, encontrándose al hacerlo con una furgoneta que bloqueaba el
paso y a varios hombres que retenían con fuerza a Jeno, quien trataba de
escapar. El menor dio un paso para salir en su ayuda, pero en ese momento, uno
de los hombres que se encontraban en el lugar inmovilizó el brazo de su amigo y
le inyectó algo que lo dejó completamente laxo en apenas unos segundos.
El corazón de DongHyuck resonaba fuertemente
en sus oídos y, a pesar de que quería moverse, no podía hacerlo porque sus
piernas no querían seguir obedeciendo las órdenes de su cerebro. El chico tenía
miedo, por él y por Jeno, por no poder hacer nada para ayudarlo y, finalmente
vio impotente desde la distancia cómo los hombres metían a su amigo en la parte
de atrás de la furgoneta.
—Me encanta cuando llega la primavera —dijo
uno de ellos antes de montarse en el vehículo—. Siempre nos trae carne fresca
con la que poder seguir con el estudio.
Apenas unos minutos después, la furgoneta se
ponía en marcha, en dirección a la espesura del bosque mientras DongHyuck
seguía sin poder moverse de su posición, con su cerebro trabajando a toda
velocidad para poder entender lo que acababa de suceder, pero teniendo
totalmente claro que todo lo que le habían contado desde pequeño no era más que
una vil mentira.
Durante días, Lee DongHyuck quiso adentrarse
una y otra vez en el bosque para buscar a aquellos que se habían llevado a su
amigo y darles su merecido, pero cada vez que estaba a punto de internarse
entre los árboles, el chico volvía a sus cabales. Aunque encontrara a esa
gente, él solo no iba a poder hacer nada contra ellos porque lo superaban en
número y tenían mucha más fuerza que él —Jeno era uno de los chicos del pueblo
que más fuerza tenían y además poseía el gen lobo, si habían podido
inmovilizarlo a él, DongHyuck no tenía nada que hacer contra ellos—. Contarlo
en el pueblo para obtener ayuda de la gente tampoco era una opción y el chico
no sabía qué era lo que podía hacer para poder ayudar a su amigo, porque sabía
perfectamente que Jeno no podía estar pasándolo bien allá donde lo hubieran
llevado.
Cada vez que cerraba sus ojos veía impotente
cómo su amigo estaba atrapado entre varios hombres y cómo uno de ellos le
inyectaba algo. Aquello le provocaba pesadillas porque no había podido hacer
nada por él, porque ni siquiera había podido hacer que sus piernas reaccionaran
para tratar de ayudarlo en lo que hubiera podido.
Pero a pesar de que DongHyuck estuviera
sintiéndose de aquella forma por dentro, en el pueblo no debía de mostrar
ningún signo de que podía saber algo de lo que allí se cocía, porque tenía
totalmente claro que la gente del pueblo, aquellos que tan entusiasmados
estaban siempre con el tema del gen lobo y que tantas historias les habían
contado, estaban en el ajo. Por ese mismo motivo, el chico había acabado
decidiendo que lo mejor que podía hacer para ayudar a Jeno era ser paciente y
esperar… esperar a que cualquier otro chico comenzara a mostrar los primeros
signos de la transformación y advertirle lo que le esperaría si abandonaba el
pueblo, de esa manera, si podía reunir a algunos chicos con el gen, mucho más
fuertes que los humanos corrientes, podrían ir entre todos a salvar a Jeno —y a
aquellos que hubieran sido apresados en los años anteriores… si es que estaban
vivos—.
Solo de esa forma, podría hacer algo para
ayudar a su amigo, aunque con cada día que pasara, el peso sobre sus hombros
por lo que estaría pasando Jeno se acrecentara.
Después de tomar aquella decisión, DongHyuck
trató de comportarse como siempre lo había hecho a lo largo de sus quince años
de vida, siendo un chico travieso que no acataba del todo las normas, pero
estando ahora vigilante a todos los chicos que tenían entre quince y diecisiete
años por si alguno de ellos comenzaba a presentar los primeros síntomas de la
transformación. El chico pensaba que absolutamente nadie podría haber notado el
cambio en su actitud después de la marcha de Jeno porque tampoco solían estar
demasiado pendientes de él, pero no contó con que su mejor amigo siempre tenía
un ojo puesto sobre él.
—Llevas unos días raro —le había dicho una
vez que volvían de la casa del señor Park, donde estudiaban la decena de
alumnos que conformaban su generación—, desde que se fue Jeno estás raro.
—No es nada —fue lo que le contestó—. Solo lo
echo un poco de menos, eso es todo.
—¿De verdad que es solo eso? —cuestionó
MinHyung, mirándolo a los ojos como si tratara de descubrir la verdad de
aquella forma, queriendo llegar hasta lo más profundo de su ser—. ¿De verdad
que solo lo echas de menos?
—De verdad de la buena —respondió, esbozando
una sonrisa cálida.
MinHyung no había seguido insistiendo aquel
día, pero DongHyuck sabía perfectamente que no se había tragado lo que le había
dicho, a la vez que se había percatado por primera vez de lo mucho que le dolía
el pecho después de haberle ocultado algo tan importante a su mejor amigo. Pero
era mejor que no supiera nada, al menos por el momento, ya que si lo sabía y
alguien descubría que tenían aquel conocimiento, estaría en peligro y eso era
algo que DongHyuck no quería que sucediera por nada del mundo. Lee MinHyung
siempre había sido un chico muy pacífico, nunca se había metido en líos a pesar
de ser su amigo y no le gustaba que nadie saliera herido. Por eso, era mejor
que no supiera absolutamente nada, DongHyuck se encargaría de todo, estando
siempre vigilante.
No iba a dejar que ninguno de los chicos del
pueblo que tuvieran el gen lobo sirviera como experimento nunca más.
Solo habían pasado un par de semanas desde
que Jeno fuera secuestrado en el bosque cuando DongHyuck se dio cuenta de que
otro de los chicos de su edad comenzaba a experimentar los cambios, porque
estaban siendo muy obvios en Na JaeMin. Quizás el chico no tenía demasiada
relación con aquel muchacho porque a pesar de que era un pueblo pequeño y que
todos se conocían, no eran amigos todos de todos, pero DongHyuck podía ver
perfectamente que el otro estaba cambiando. Su carácter se había agriado y
estaba irascible en todo momento, algo que no era nada común en JaeMin, quien
siempre había mostrado su sonrisa al mundo.
Por eso, el chico comenzó a vigilarlo desde
las sombras, para ver si era capaz de encontrar algo a lo que apelar antes de
que el momento de su marcha llegara para que no se fuera de Neugde —o al menos
para que se escondiera en el bosque y no bajara la guardia en caso de que lo
buscaran para secuestrarlo a él también—. Sin embargo, por mucho que trató de
encontrar algún motivo por el que el chico no quisiera salir del pueblo, no
pudo hallarlo… y pocos días más tarde se dio cuenta de que JaeMin era
consciente también de los cambios provocados por la activación del gen lobo y
que éste estaba más que encantado con aquello.
No obstante, DongHyuck no se iba a rendir en
su empresa y algo debía de hacer para al menos avisarlo del peligro que corría.
Por este motivo, un día abordó al chico y le pidió hablar con él en privado.
—¿Por qué no podemos hablar aquí? —le dijo
JaeMin, señalando que estaban en mitad de la calle y que eso tampoco era tan
malo.
—Es un asunto delicado —respondió él—, por
favor, ven conmigo.
El menor se resistió un poco a ir con él,
pero después de unos momentos accedió con un movimiento afirmativo de cabeza y
DongHyuck lo guio entonces hacia las afueras, donde ya no había casas cerca
desde las cuales podían espiar su conversación.
—¿Y bien? ¿Para qué me has traído aquí? —le
cuestionó, cruzándose de brazos.
—Tiene que ver sobre el gen lobo —comenzó
DongHyuck—, sé que tú lo tienes y que también te has dado cuenta de ello.
—Sí, ¿y qué? ¿Tú no decías que todo esto era
una tontería y que ojalá nunca tuvieras el gen? ¿Ahora lo quieres?
—No, no —dijo rápidamente—. Nunca he querido
el gen y nunca lo voy a querer, pero necesito decirte algo importante sobre lo
que él.
JaeMin seguía con los brazos cruzados y
mirándolo con una ceja alzada, obviamente pensando que tenía que estar loco y
que lo que iba a decir no eran más que tonterías. Además, el menor había
comenzado a mover su pierna derecha en clara señal de que quería irse de allí
lo más rápido posible porque DongHyuck solo lo estaba haciendo perder el
tiempo. Quizás no era el mejor momento para decírselo, quizás tendría que
orquestar una situación en la que JaeMin estuviera más receptivo a sus
palabras… pero el tiempo se le agotaba y solo podía soltarlo todo y esperar a
que éste lo creyera.
—Fui a despedir a Jeno —comenzó, después de
coger aire—, al bosque, porque no quería hacerlo delante de todos… y entonces
vi que unos hombres con batas blancas lo inmovilizaban y se lo llevaban en una
furgoneta —contó—. Uno de ellos incluso dijo que esperaba la primavera siempre
porque había bastantes chicos con los que experimentar…
Durante unos segundos, el silencio reinó
entre ellos y DongHyuck miró casi con miedo la reacción de JaeMin. Sabía
perfectamente que si a él le llegara alguien con quien no tenía mucha relación
y le dijera algo parecido lo mandaría directamente a la mierda, así que no
esperaba nada bueno de aquello, pero al menos, el chico estaba avisado y él
intentaría durante los siguientes días convencerlo de que todo era verdad y de
que no debía irse.
JaeMin solo se rio y después se alejó de él
murmurando que estaba loco y que no volviera a hacerle perder el tiempo de
aquella forma. DongHyuck se sintió un poco herido por ello, pero no se iba a rendir
con el chico hasta el último momento.
Tan ocupado estuvo durante la siguiente
semana en su tarea que prácticamente no vio a nadie más y si no hubiera sido
porque MinHyung fue un día a visitarlo a su casa, jamás se habría dado cuenta
de que su mejor amigo también había comenzado a experimentar los primeros
síntomas asociados al gen lobo —al menos hasta que no hubiera sido demasiado
tarde—. En ese momento, algo se rompió dentro de él, porque de todos los chicos
de la aldea, DongHyuck siempre había deseado que MinHyung fuera uno de los que
no tuvieran el gen.
Desde siempre, MinHyung y él habían sido
amigos, por lo que DongHyuck conocía muy bien cuál era el carácter del chico,
así que, sabía perfectamente que algo estaba mal con él, en el momento en el
que apareció ante su puerta aquel día… y también sabía que la única cosa que
podía hacer que su siempre atento y calmado amigo, estuviera tan irascible era
que había comenzado a desarrollar el gen lobo. A pesar de que su amigo se había
enfadado en muchas ocasiones a lo largo de su vida, MinHyung jamás había alzado
la voz aunque hubiera perdido los nervios en alguna discusión y, sobre todo,
jamás le había alzado la voz a DongHyuck y mucho menos por una tontería, como
había sido el caso.
—Desde que se fue Jeno estás raro —le había
dicho como saludo en cuento el menor había abierto la puerta—. ¿Acaso entre
vosotros dos había algo que ninguno sabía? ¿Algo que ni siquiera yo, tu mejor
amigo, tenía derecho a saber?
Y antes de que DongHyuck hubiera podido abrir
la boca para responderle, el mayor había cerrado su mano derecha en un puño y
había golpeado el marco de la puerta, para justo después comenzar a gritar,
hablando demasiado rápido como para que DongHyuck pudiera entenderlo
correctamente. No obstante, por el contexto, supuso que MinHyung tenía que
estar bastante dolido porque desde la marcha de Jeno, él apenas había pasado
tiempo a su lado porque había estado intentando que JaeMin le hiciera un mínimo
de caso cuando le decía que no debía irse una vez se transformara en lobo. Por
aquello, DongHyuck no se había dado cuenta tampoco de que, además de estar
enfadado con él porque lo había dejado de lado, MinHyung había comenzado a
desarrollar el gen lobo y se sentía en parte culpable por aquello, aunque él no
pudiera hacer nada para evitarlo.
Por ese motivo, a pesar de que había una
enorme posibilidad de acabar herido si se acercaba a un hombre lobo en plena
ebullición de ira —y porque sabía que en el fondo, MinHyung jamás le haría
daño— el chico dio un par de pasos hacia el mayor hasta que el espacio entre
ellos se redujo lo suficiente para poder rodear su cuerpo y abrazarlo
fuertemente.
—Lo siento, hyung —le dijo—. Lo siento mucho por haberme alejado de ti y por
ocultarte algunas cosas, te lo diré todo si te calmas.
Y en ese momento, comenzó a sentir cómo el
cuerpo de MinHyung empezaba a destensarse hasta que el mayor le devolvió el
abrazo, totalmente en calma, volviendo a ser él mismo de nuevo. DongHyuck no
pudo evitar el suspiro profundo que salió de sus labios al saber que ya había
pasado el peligro y que ahora lo único que tenía que conseguir era que el mayor
escuchara atentamente sus palabras y que lo creyera. Quizás era la parte más
difícil de todo, pero tenía que intentarlo porque no soportaría que MinHyung
tuviera el mismo destino que Jeno —y que JaeMin, puesto que éste no tenía
ningún interés en hacerle caso—.
—Tengo muchas cosas que decirte —murmuró, aun
abrazando el cuerpo del mayor.
—Te escucho, así que, habla —contestó
MinHyung.
—Creo que deberíamos ir a un lugar un poco
más privado —le replicó, alejándose un poco de él para poder mirarlo a los ojos
seriamente—. ¿Subimos a mi habitación? No hay nadie en casa.
MinHyung asintió y DongHyuck le dedicó una
sonrisa antes de cogerlo de la mano para tirar de él rápidamente hacia el
interior de la vivienda, subiendo después las escaleras para llegar hasta su
habitación, la última del piso superior, donde los encerró a ambos para que ni
aunque su familia llegara, pudiera molestarlos. El mayor se sentó sobre el
colchón de DongHyuck sin que éste tuviera que pedírselo debido a la costumbre
de hacerlo y él también se sentó allí.
—Quizás creas que esto es una locura,
MinHyung —comenzó—, pero es la verdad y necesito que me creas.
—Habla —volvió a repetir el mayor.
—Fui a despedirme de Jeno al bosque y vi cómo
unos hombres que parecían ser científicos lo secuestraban para hacer
experimentos con él —dijo rápidamente—. Creo que hacen eso con todos los chicos
que desarrollan el gen lobo… y creo que a JaeMin le va a suceder lo mismo si no
me hace caso —contó—, pero JaeMin no me hace caso y no sé qué hacer —DongHyuck
miró el semblante de su amigo para ver su reacción, pero éste tenía cara de
póker en aquellos instantes, por lo que no pudo averiguar nada, así que siguió
adelante—. Sin embargo… quien más me preocupa en estos momentos eres tú, hyung —MinHyung lo miró en ese momento,
frunciendo su ceño en un claro gesto de confusión—. También estás desarrollando
el gen lobo y no quiero que te suceda nada malo por ello.
—DongHyuck… sé que todo esto nunca te ha
gustado y que probablemente no quieras que nos vayamos todos de tu lado, pero…
—No. No es eso —lo cortó—. Por favor, tienes
que creerme. Nunca te he mentido, ¿por qué iba a hacerlo con esto?
—Pero…
—Por favor… si no me crees solo tenemos que
esperar a que JaeMin se vaya —dijo rápidamente—. La próxima luna llena será
esta semana y se transformará, así que se irá en unos pocos días. Solo ven
conmigo al bosque y veamos si es cierto o no lo que te he contado.
—DongHyuck…
—Si no es cierto, haré todo lo que tú quieras
hasta que sea el turno de que te vayas tú también; pero si es cierto, prométeme
que escaparás conmigo de este lugar para que no te pueda coger a ti también.
DongHyuck sentía su corazón latiendo de forma
acelerada dentro de su pecho mientras esperaba la respuesta de MinHyung a
aquello, mientras esperaba que su amigo confiara en él y le dijera que sí.
Fueron los segundos más angustiosos de toda su vida, pero por fin, después de
algunos instantes, el mayor asintió, moviendo su cabeza.
—Si esta es una broma pesada de las tuyas, te
juro que serás mi esclavo no durante el mes que me queda aquí, sino durante
toda la eternidad —dijo.
Y aunque a DongHyuck no le agradaba mucho
aquello de ser el esclavo de MinHyung por toda la eternidad, fue el chico más
feliz del mundo porque sabía perfectamente que tenía razón en lo que decía y
que el mayor solo tenía que verlo con sus propios ojos para terminar de
creerlo.
Por ese motivo, el menor estuvo expectante
durante el tiempo que tardó en llegar la luna llena, evento que marcaba la
transformación de JaeMin y que suponía su marcha del pueblo. Aunque DongHyuck
no quería que a aquel chico le ocurriera nada tampoco, sabía que había
intentado todo lo que estaba en su mano y que, aun así, éste no lo había
creído, por lo que sus esfuerzos en ese momento estaban solo centrados en
MinHyung. Y cuando por fin llegó el día en el que JaeMin se marcharía del
pueblo, DongHyuck fue el primero en saltar de la cama para ir en busca de
MinHyung y llevarlo corriendo hasta el bosque, hasta el lugar en el que había
visto cómo Jeno era secuestrado solo hacía un mes. El mayor seguía sin parecer
muy convencido de todo aquello, pero cuando lo viera, no tendría más remedio
que creerlo.
Los chicos tuvieron que esperar, escondidos
detrás de los árboles un buen rato hasta que en la curva del camino apareció el
mismo vehículo que la vez anterior y los mismos hombres con batas blancas. A su
lado, MinHyung abrió sus ojos como platos, dándose cuenta de que el chico le
había contado la verdad cuando vio cómo aquellos científicos apresaban a JaeMin
y se lo llevaban con ellos a la fuerza.
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