martes, 10 de octubre de 2017

[Capítulo 1] Werewolf Gene {MarkHyuck}



Capítulo 1

Como cada vez que llegaba la primavera en Neugde, había un ambiente de expectación que rodeaba al pueblo porque todos esperaban impacientes a que los primeros síntomas de la transformación de alguno de los muchachos del pueblo en lobo se comenzaran a manifestar. Adultos y jóvenes, hombres y mujeres, todos vivían aquello con gran entusiasmo, como si fueran las celebraciones de Año Nuevo o de Chuseok… quizás, porque que alguno de los chicos del pueblo poseyera el gen lobo en ese año era algo importante que había que celebrar. Sin embargo, había una persona en todo el pueblo que pensaba que todo aquello era una soberana tontería y, a pesar de que apenas contaba con quince años y que todavía podía manifestar la tenencia del gen, trataba de no participar en ninguna de las cosas en las que los demás chicos lo hacían totalmente encantados.

Para Lee DongHyuck, tener el gen lobo era un engorro. Tener que salir del pueblo para encontrar pareja y después regresar era algo que no tenía sentido alguno mientras que aquellos que no lo poseían debían pudrirse en aquel pueblo dejado de la mano de Dios durante toda su vida. El muchacho no entendía por qué él sino llegaba a tener el gen no podía salir de aquel lugar para ver el resto del mundo, para ver lo que se encontraba más allá del bosque en el que tenían más que prohibido internarse. Tradiciones, costumbres, leyendas… para él no eran más que tonterías sin sentido y cuando tuviera la edad suficiente como para saber que se podría valer por sí mismo —teniendo el gen o no— el chico pensaba salir de aquel apestoso lugar y no regresar nunca jamás a él.

A DongHyuck no le gustaba nada Neugde y lo único que hacía su existencia un mínimo de interesante era que, al menos, tenía unos pocos amigos que no eran tan entusiastas como el resto con el tema del gen… o eso era lo que él creía. Esa primavera, su grupo de amigos cumplía dieciséis o diecisiete años y a esa edad más o menos era cuando se manifestaba el gen, por lo que todos, se habían vuelto igual de entusiastas con aquello como el resto del pueblo.

—Al menos finge que te lo pasas bien —le comentó su mejor amigo, MinHyung, el día que marcaba el inicio de la primavera, durante la festividad que vivía el pueblo para celebrar aquel momento—. Los mayores siempre están pendientes de ti y castigándote cada vez que haces una trastada porque no muestras ningún entusiasmo.

DongHyuck giró la cabeza en dirección a su amigo y lo miró, enarcando una ceja, como si no pudiera creerse lo que estaba saliendo por su boca. Junto a él, MinHyung era el único que seguía mostrando poco entusiasmo por la posibilidad de ser portador del gen, pero de cara al exterior, siempre había hecho creer a todo el mundo que estaba totalmente encantado con aquello. MinHyung podía fingir bastante bien, pero a él no le salía y no lo iba a intentar siquiera. El menor negó con su cabeza y después volvió a mirar la nada, tratando de abstraerse del ruido de su alrededor y de MinHyung, pero éste volvió a hablar, llamando su atención.

—El otro día ChenLe y JiSung la liaron bastante parda, pero nadie se enteró de que habían sido ellos porque sabes que siempre se muestran encantadores con los adultos. Tú, en cambio, si le echas salsa de soja a la Coca-Cola, saben inmediatamente que has sido tú porque no te quitan el ojo de encima.
—No quiero participar de todo esto, ya lo sabes —le contestó aquella vez—. Ni siquiera fingiendo.
—Aish… ven aquí —MinHyung le pasó un brazo por los hombros y lo atrajo a su cuerpo para que ambos estuvieran más cerca que antes y así poder hablar de forma más confidencial, sin que las personas que estaban a su alrededor pudieran enterarse—. ¿Ni siquiera vas a hacerle caso a YeRim y sacarla a bailar? No te quita el ojo de encima desde que comenzaron los bailes.
—No me interesa —murmuró el menor.
—Pero si es muy mona —apuntó su amigo, cogiendo su cabeza y haciendo que la girara en dirección a la chica, quien en el momento en el que se dio cuenta de que la estaban mirando, posó sus ojos en sus propias piernas—. Y está coladita por ti desde siempre.
—Anda hyung, deja de tratar de solucionarme la vida amorosa y búscate tú una propia —replicó, alejándose de él hasta que el brazo de MinHyung dejó de rodearlo—. Creo que me voy a dar un paseo para despejarme de todo esto.

MinHyung alzó su mano para detenerlo probablemente, pero en ese mismo instante, aquella mano fue sujetada por EunJi, que la apretó fuertemente y tiró del chico hacia la pista de baile sin decir una palabra. DongHyuck vio cómo el mayor miraba un par de veces en su dirección, entre avergonzado porque EunJi había hecho su movimiento y preocupado por él, pero el chico simplemente le dirigió una sonrisa y murmuró un “pásalo bien” antes de alejarse de la multitud que se lo estaba pasando de maravilla en la verbena.

DongHyuck caminó hasta las afueras del pueblo, donde el ruido de la música comenzaba más a ser un murmullo en sus oídos que un sonido irritante y donde podía estar tranquilamente sin que absolutamente nadie lo juzgara por no participar del entusiasmo colectivo. El chico caminó y caminó hasta que se encontró con la linde del bosque frente a él, miles de árboles y de criaturas que habitaban en aquel lugar lo separaban de la civilización a la que tanto ansiaba escapar. DongHyuck miró aquellos árboles con un anhelo desesperado, imaginando en su mente el día que saldría de aquel lugar de una vez por todas para no regresar jamás.

El muchacho estaba perdido en sus pensamientos, pero en el silencio que había en aquel lugar alejado de la fiesta pudo escuchar un grito que procedía de algún sitio cercano. DongHyuck abrió sus ojos al máximo, atento a lo que había a su alrededor, vislumbrando gracias a la luna prácticamente llena el terreno. No tardó mucho en encontrar la figura de un chico a unos cincuenta metros de distancia que se retorcía en el suelo, como si estuviera siendo presa de un dolor insoportable. Otro grito procedente del mismo lugar hizo que finalmente las piernas de DongHyuck se movieran y rápidamente se acercó al otro, dándose cuenta en aquel momento de que se trataba de Jeno, uno de sus amigos.

—Jeno. Jeno —lo llamó agachándose junto a él, tratando de hacer que se enfocara y lo mirara—. Jeno, ¿qué te pasa? Dime algo.

DongHyuck lo zarandeó un poco, asustado ante la falta de respuesta y, en ese momento, sus ojos y los del otro se encontraron, haciendo que su corazón se saltara un latido. No eran los ojos oscuros de Jeno los que lo miraban, sino unos de color verde esmeralda que le dieron la evidencia al menor de que su amigo era portador del gen lobo y estaba atravesando una de las fases del cambio, una de las fases finales de éste. El chico no se había dado cuenta de que Jeno había comenzado a experimentar los cambios y éste tampoco había dicho absolutamente nada.

—Jeno… —lo volvió a llamar, posando una mano en su pecho para tratar de hacer que se relajara, tal y como les habían enseñado en clases que debían hacer si encontraban a alguien en aquel estado—. Jeno…

Pero Jeno no se calmó y apartó a DongHyuck de un manotazo que lo envió hacia atrás con gran violencia, haciendo que se golpeara la cabeza contra el suelo y que todo a su alrededor se volviera completamente negro.

Un dolor agudo en la parte posterior de la cabeza fue lo que poco a poco hizo que DongHyuck fuera volviendo a la consciencia, parpadeando lentamente para acostumbrarse a la suave luz que había en algún punto del lugar en el que se encontraba. A pesar de que después de algún rato pudo abrir sus ojos del todo, el chico no se pudo ubicar porque no reconocía nada de aquello. No reconocía aquellas paredes desnudas y blancas que para nada se parecían a las que tenía en su habitación, en las que había árboles entrecruzados los unos con los otros, formando un extenso bosque. Sin embargo, a pesar de que no pudo reconocer el lugar, sí que pudo reconocer la cabeza de pelo oscuro que estaba echada a su lado en la cama y suspiró tranquilo antes de volverse a dormir, sabiendo que su madre no lo dejaría.

La siguiente vez que DongHyuck despertó había luz por todas partes, lo que le indicó que ya era de día. Aquella vez, también pudo reconocer el lugar en el que se encontraba: el pequeño consultorio del pueblo. Igualmente, a pesar de que le seguía doliendo la cabeza muchísimo, el chico pudo recordar por qué estaba allí. Jeno lo había lanzado por los aires cuando había tratado de ayudarlo con los síntomas del cambio y probablemente se habría dado en la cabeza al caer.

“Jeno” pensó mientras se sentaba en la cama.

En cuanto llegara la siguiente luna llena su amigo cambiaría del todo, se convertiría en hombre lobo y no regresaría al pueblo hasta que pasara tanto tiempo que nadie pudiera reconocerlo cuando se integrara de nuevo en la comunidad. DongHyuck siempre había tenido la esperanza de que ninguno de ellos tuviera el gen, como había pasado hacía algunos años con otros de los chicos del pueblo... pero ahora que ya había pasado, estaba seguro de que alguno más de sus amigos iba a comenzar a experimentar el cambio.

—DongHyuck —escuchó la voz inconfundible de MinHyung llamarlo y giró la cabeza en su dirección—. Estás despierto.
—Me habría gustado seguir durmiendo hasta el día del juicio final, pero con toda esta luz es imposible —trató de bromear.

MinHyung le sonrió desde la puerta de la habitación y después caminó hasta la cama para abrazarlo fuertemente, casi dejándolo sin respiración. Por un momento, DongHyuck se sintió halagado por recibir algo de cariño de parte del mayor debido a que éste pocas veces se mostraba de aquella forma, pero en cuanto comenzó a sentir punzadas en la parte posterior de su cabeza no pudo evitar quejarse en murmullos mientras se separaba del chico.

—Lo siento, lo siento —murmuró MinHyung, preocupado—. ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
—No, no. Estoy bien —contestó con una sonrisa—. Solo has apretado un pelín y me han comenzado a dar punzadas, pero nada grave. ¿Dónde está mi madre? —preguntó, curioso por saber dónde había ido la mujer, ya que no se encontraba allí con él, como la primera vez que despertó.
—Se fue hace un rato para descansar porque ha pasado muy mala noche velándote —respondió el mayor, sentándose en la silla que había al lado de la cama—. Me la he encontrado cuando venía para acá y me ha dicho que te vigilara en lo que ella volvía.
—Gracias —murmuró—. ¿Y Jeno? ¿Cómo está?
—Jeno… —suspiró MinHyung—. Está bien, fresco como una rosa, como si anoche no se hubiera estado muriendo de dolor —negó con la cabeza—, pero también está bastante afectado por no haber podido controlarse y por hacerte daño. Se siente mal por ello.
—Bueno, bastante es que no me mandara al otro barrio —bromeó DongHyuck—. Si yo sintiera el dolor que tenía que estar sintiendo él por cómo gritaba, creo que me habría lanzado al río para tratar de ahogarme.
—No seas exagerado —el mayor le dio un leve empujón, tal y como acostumbraba a hacer cuando decía cosas como aquella.
—Vale, vale. Soy un exagerado —reconoció—. Pero no le tengo rencor a Jeno, no es como si me hubiera deformado la cara o algo, simplemente me ha hecho un chichón.
—Le diré la próxima vez que lo vea que no se coma la cabeza —comentó MinHyung—. Ahora échate y descansa un poco. Estaré aquí vigilando que no venga ningún monstruo a comerte.
—Porque el monstruo eres tú —rio el menor, haciendo que la expresión de su amigo se agriara.
—No te asfixio con la almohada por respeto a la almohada —le dijo, con los dientes apretados—, así que échate sobre ella y duerme antes de que cambie de opinión.

DongHyuck sonrió y se tumbó con cuidado de nuevo sobre la cama. No tenía nada de sueño, pero era mejor mantener la almohada bajo su cabeza para que el mayor no la pudiera poner sobre ella y asfixiarlo. Siempre había que tener un ojo puesto en Lee MinHyung.

—Te quiero —murmuró, agradecido porque su amigo se quedara con él y por todo lo que hacía siempre para ayudarlo.
—De verdad, eres el demonio —suspiró el otro—. Duérmete antes de que vaya a otra habitación a por una almohada. 


Tras pasar algunos días ingresado, DongHyuck fue dado de alta cuando el señor Choi —que había vuelto al pueblo apenas un par de años antes después de formar una familia y tras estudiar Medicina— dijo que estaba todo en orden en su cabeza y que no había nada por lo que temer, solo se tenía que curar la pequeña herida que se había hecho al caer y estaría como una rosa antes de que se diera cuenta de nada. Los días solo en aquel lugar se le habían hecho demasiado eternos a pesar de que su madre y sus amigos habían estado ocupando su habitación de cuando en cuando para liberarlo del aburrimiento, pero siempre había sido poco tiempo porque todos tenían obligaciones que atender. DongHyuck recibió incluso la visita de Jeno, que le había pedido perdón una y otra vez mientras el chico le aseguraba que todo estaba bien y que no lo odiaba.

Una vez pudo salir de aquel lugar, DongHyuck siguió su vida como normalmente lo hacía, yendo al pequeño colegio que había en el pueblo junto a todos los demás chicos de su generación. Se vivía un ambiente extraño en las clases, pero era el ambiente típico de aquellas fechas en las que se encontraban, así que, como siempre había hecho, el chico trató de alejarse de aquel ambiente para no verse envuelto en él. Por eso, prácticamente no se dio cuenta de que la primera luna llena de la temporada se acercaba y, por eso mismo, no supo que su amigo Jeno se había transformado hasta que su madre no se lo comentó el día después de que sucediera.

—En un par de días tu amigo Jeno se irá de Neugde —le comentó mientras desayunaban aquella mañana—. Espero que le vaya muy bien en la ciudad.

DongHyuck no contestó porque no tenía absolutamente nada que decir. Nunca había estado especialmente predispuesto a hablar del tema del gen lobo y, aunque fuera uno de sus amigos, aquello no iba a cambiar tampoco. Igualmente, nunca había ido a despedir a nadie de los que habían desarrollado el gen y tampoco lo haría con Jeno —o al menos eso es lo que haría pensar a todo el mundo, porque pensaba ir, pero a escondidas—.


El día en el que Jeno se iba del pueblo, todo el lugar era un hervidero. Las gentes del pueblo iban y venían de un lado a otro y la excitación y el nerviosismo estaban palpables en cada milímetro de Neugde. Aquel ambiente parecía ser contagioso, porque cada persona que salía a la calle en ese día vivía el momento como si fuera una verdadera fiesta y no un sinsentido, que era de la forma en la que DongHyuck siempre había concebido todo aquello. Las calles estaban totalmente abarrotadas y, cuánto más cerca se hallaban de la salida del pueblo, más abarrotadas se encontraban. Todos esperaban expectantes el momento en el que Jeno apareciera en el lugar para despedirse de él y desearle buena suerte en aquella nueva etapa de su vida que se desarrollaría fuera de las inmediaciones de aquel claro que conformaba todo el mundo conocido de aquellas gentes.

DongHyuck se aprovechó de toda la coyuntura y de que todo el pueblo se concentraba en solo una zona para salir disimuladamente de su casa y dirigirse hacia el bosque, lugar en el que trataría de abordar a su amigo Jeno para despedirse de él. El chico tenía mucha experiencia en esquivar a las personas con las que no quería encontrarse y sabía perfectamente cuál era el camino que debía de tomar para llegar hasta el bosque sin ser visto, así que no le tomó demasiado tiempo llegar hasta él. Tampoco tuvo problemas en recorrer el sombrío lugar porque desde que era pequeño se había estado internando en el bosque, buscando rutas que poder seguir para cuando quisiera escapar de aquel sitio en el que nunca había terminado de encajar.

El chico se sentó al pie de un árbol, cerca del camino y con vistas a éste, pero sin poder ser visto desde allí gracias a la maleza que lo ocultaba, disponiéndose a esperar el momento en el que Jeno apareciera ante él. No se había internado demasiado en el bosque, solo lo suficiente, por lo que todavía podía escuchar perfectamente el jaleo que había en la entrada al camino y de esta forma podía saber perfectamente cuándo su amigo se adentraría en el lugar, alejándose del pueblo. DongHyuck no tuvo que esperar demasiado para notar cómo los ruidos que procedían del pueblo finalmente se iban haciendo casa vez menos notorios, siendo opacados por el piar de los pájaros que llenaban las copas de los árboles cercanos.

DongHyuck se levantó del lugar en el que había estado sentado los últimos minutos, acercándose un poco más al camino para no perder a Jeno ni de casualidad, observando aquella mancha de color marrón oscuro que contrastaba con el verde de los alrededores fijamente. Durante unos minutos no hubo ningún cambio en la quietud del camino, hasta que a lo lejos, el chico pudo apreciar la figura de su amigo, andando con determinación hacia su posición sin saber que se encontraba allí. Al verlo, DongHyuck no pudo evitar sentirse triste y quizás un poco melancólico porque el otro era uno de sus amigos, habían crecido y jugado juntos durante casi dieciséis años y a partir de aquel día no lo iba a volver a ver nunca más.

El chico sacudió su cabeza, tratando de despejarse las ideas y no pensar en nada de aquello porque no quería ponerse a llorar frente a su amigo y solo se dedicó a esperar el momento oportuno para aparecerse ante él.

—Jeno —chistó cuando el mayor pasó justo por su lado, haciendo que éste se detuviera al escuchar su nombre y comenzara a mirar a todas partes—. Jeno —volvió a decir, esta vez un poco más alto y asomándose desde su escondite para que el otro lo pudiera ver.
—¡DongHyuck! ¿Qué haces aquí? —preguntó el chico al verlo.

El rostro de su amigo reflejaba algo de preocupación, pero a la vez había una sonrisa en él que decía claramente que estaba encantado con que el menor hubiera ido a verlo antes de marcharse. DongHyuck mostró una sonrisa también en sus labios y le indicó a Jeno que se acercara hasta él, algo que el otro no dudó en hacer hasta quedarse a poca distancia de su cuerpo.

—Creía que no me ibas a despedir —le comentó el mayor—. Como nunca has sido muy devoto de todo esto…
—No soy muy devoto —replicó—, pero eres mi amigo y al menos quería darte un abrazo antes de que te fueras —DongHyuck abrió sus brazos y Jeno terminó de acercarse a él para así poder fundirse en un abrazo—. ¿Estás seguro de que quieres irte? —no pudo evitar preguntarle.
—Por supuesto. Es una oportunidad única —respondió Jeno.

DongHyuck se mordió la lengua para no decir algo que pudiera hacer enfadar a su amigo y simplemente disfrutó del contacto hasta que el mayor decidió disolver el abrazo. El chico no quería que su amigo se fuera, aunque en los últimos tiempos se hubieran distanciado debido a todo aquel lío del gen lobo, pero sabía perfectamente que no estaba en su mano poder hacer nada para evitarlo. Jeno siempre había estado convencido de aquel cuento que les habían contado desde pequeños.

—Ten cuidado —fue lo que le dijo, a pesar de que quería decirle muchas otras cosas—, y no te olvides de mí.
—Jamás lo haría —respondió el mayor con una sonrisa que hizo que sus ojos desaparecieran—. Nos vemos a mi vuelta… a no ser que tú también desarrolles el gen y nos encontremos fuera del pueblo.

Y con aquello, Jeno se despidió de él y salió de nuevo al camino. DongHyuck suspiró y vio cómo el chico se alejaba de él hasta que su figura se perdió en una curva. El menor tenía que volver al pueblo cuanto antes para que nadie se percatara de dónde había estado ni de lo que había hecho, pero cedió a la tentación de seguir a su amigo durante algunos minutos más para cerciorarse de que todo le iba bien.

El chico jamás había pensado que hacer aquello cambiaría su futuro de la forma en la que lo haría.

Apenas había dado un par de pasos cuando en el bosque resonó el grito de Jeno y DongHyuck echó rápidamente a correr entre los árboles siguiendo el camino hasta que llegó al lugar en el que su amigo había desaparecido, encontrándose al hacerlo con una furgoneta que bloqueaba el paso y a varios hombres que retenían con fuerza a Jeno, quien trataba de escapar. El menor dio un paso para salir en su ayuda, pero en ese momento, uno de los hombres que se encontraban en el lugar inmovilizó el brazo de su amigo y le inyectó algo que lo dejó completamente laxo en apenas unos segundos.

El corazón de DongHyuck resonaba fuertemente en sus oídos y, a pesar de que quería moverse, no podía hacerlo porque sus piernas no querían seguir obedeciendo las órdenes de su cerebro. El chico tenía miedo, por él y por Jeno, por no poder hacer nada para ayudarlo y, finalmente vio impotente desde la distancia cómo los hombres metían a su amigo en la parte de atrás de la furgoneta.

—Me encanta cuando llega la primavera —dijo uno de ellos antes de montarse en el vehículo—. Siempre nos trae carne fresca con la que poder seguir con el estudio.

Apenas unos minutos después, la furgoneta se ponía en marcha, en dirección a la espesura del bosque mientras DongHyuck seguía sin poder moverse de su posición, con su cerebro trabajando a toda velocidad para poder entender lo que acababa de suceder, pero teniendo totalmente claro que todo lo que le habían contado desde pequeño no era más que una vil mentira.


Durante días, Lee DongHyuck quiso adentrarse una y otra vez en el bosque para buscar a aquellos que se habían llevado a su amigo y darles su merecido, pero cada vez que estaba a punto de internarse entre los árboles, el chico volvía a sus cabales. Aunque encontrara a esa gente, él solo no iba a poder hacer nada contra ellos porque lo superaban en número y tenían mucha más fuerza que él —Jeno era uno de los chicos del pueblo que más fuerza tenían y además poseía el gen lobo, si habían podido inmovilizarlo a él, DongHyuck no tenía nada que hacer contra ellos—. Contarlo en el pueblo para obtener ayuda de la gente tampoco era una opción y el chico no sabía qué era lo que podía hacer para poder ayudar a su amigo, porque sabía perfectamente que Jeno no podía estar pasándolo bien allá donde lo hubieran llevado.

Cada vez que cerraba sus ojos veía impotente cómo su amigo estaba atrapado entre varios hombres y cómo uno de ellos le inyectaba algo. Aquello le provocaba pesadillas porque no había podido hacer nada por él, porque ni siquiera había podido hacer que sus piernas reaccionaran para tratar de ayudarlo en lo que hubiera podido.

Pero a pesar de que DongHyuck estuviera sintiéndose de aquella forma por dentro, en el pueblo no debía de mostrar ningún signo de que podía saber algo de lo que allí se cocía, porque tenía totalmente claro que la gente del pueblo, aquellos que tan entusiasmados estaban siempre con el tema del gen lobo y que tantas historias les habían contado, estaban en el ajo. Por ese mismo motivo, el chico había acabado decidiendo que lo mejor que podía hacer para ayudar a Jeno era ser paciente y esperar… esperar a que cualquier otro chico comenzara a mostrar los primeros signos de la transformación y advertirle lo que le esperaría si abandonaba el pueblo, de esa manera, si podía reunir a algunos chicos con el gen, mucho más fuertes que los humanos corrientes, podrían ir entre todos a salvar a Jeno —y a aquellos que hubieran sido apresados en los años anteriores… si es que estaban vivos—.

Solo de esa forma, podría hacer algo para ayudar a su amigo, aunque con cada día que pasara, el peso sobre sus hombros por lo que estaría pasando Jeno se acrecentara.

Después de tomar aquella decisión, DongHyuck trató de comportarse como siempre lo había hecho a lo largo de sus quince años de vida, siendo un chico travieso que no acataba del todo las normas, pero estando ahora vigilante a todos los chicos que tenían entre quince y diecisiete años por si alguno de ellos comenzaba a presentar los primeros síntomas de la transformación. El chico pensaba que absolutamente nadie podría haber notado el cambio en su actitud después de la marcha de Jeno porque tampoco solían estar demasiado pendientes de él, pero no contó con que su mejor amigo siempre tenía un ojo puesto sobre él.

—Llevas unos días raro —le había dicho una vez que volvían de la casa del señor Park, donde estudiaban la decena de alumnos que conformaban su generación—, desde que se fue Jeno estás raro.
—No es nada —fue lo que le contestó—. Solo lo echo un poco de menos, eso es todo.
—¿De verdad que es solo eso? —cuestionó MinHyung, mirándolo a los ojos como si tratara de descubrir la verdad de aquella forma, queriendo llegar hasta lo más profundo de su ser—. ¿De verdad que solo lo echas de menos?
—De verdad de la buena —respondió, esbozando una sonrisa cálida.

MinHyung no había seguido insistiendo aquel día, pero DongHyuck sabía perfectamente que no se había tragado lo que le había dicho, a la vez que se había percatado por primera vez de lo mucho que le dolía el pecho después de haberle ocultado algo tan importante a su mejor amigo. Pero era mejor que no supiera nada, al menos por el momento, ya que si lo sabía y alguien descubría que tenían aquel conocimiento, estaría en peligro y eso era algo que DongHyuck no quería que sucediera por nada del mundo. Lee MinHyung siempre había sido un chico muy pacífico, nunca se había metido en líos a pesar de ser su amigo y no le gustaba que nadie saliera herido. Por eso, era mejor que no supiera absolutamente nada, DongHyuck se encargaría de todo, estando siempre vigilante.

No iba a dejar que ninguno de los chicos del pueblo que tuvieran el gen lobo sirviera como experimento nunca más.


Solo habían pasado un par de semanas desde que Jeno fuera secuestrado en el bosque cuando DongHyuck se dio cuenta de que otro de los chicos de su edad comenzaba a experimentar los cambios, porque estaban siendo muy obvios en Na JaeMin. Quizás el chico no tenía demasiada relación con aquel muchacho porque a pesar de que era un pueblo pequeño y que todos se conocían, no eran amigos todos de todos, pero DongHyuck podía ver perfectamente que el otro estaba cambiando. Su carácter se había agriado y estaba irascible en todo momento, algo que no era nada común en JaeMin, quien siempre había mostrado su sonrisa al mundo.

Por eso, el chico comenzó a vigilarlo desde las sombras, para ver si era capaz de encontrar algo a lo que apelar antes de que el momento de su marcha llegara para que no se fuera de Neugde —o al menos para que se escondiera en el bosque y no bajara la guardia en caso de que lo buscaran para secuestrarlo a él también—. Sin embargo, por mucho que trató de encontrar algún motivo por el que el chico no quisiera salir del pueblo, no pudo hallarlo… y pocos días más tarde se dio cuenta de que JaeMin era consciente también de los cambios provocados por la activación del gen lobo y que éste estaba más que encantado con aquello.

No obstante, DongHyuck no se iba a rendir en su empresa y algo debía de hacer para al menos avisarlo del peligro que corría. Por este motivo, un día abordó al chico y le pidió hablar con él en privado.

—¿Por qué no podemos hablar aquí? —le dijo JaeMin, señalando que estaban en mitad de la calle y que eso tampoco era tan malo.
—Es un asunto delicado —respondió él—, por favor, ven conmigo.

El menor se resistió un poco a ir con él, pero después de unos momentos accedió con un movimiento afirmativo de cabeza y DongHyuck lo guio entonces hacia las afueras, donde ya no había casas cerca desde las cuales podían espiar su conversación.

—¿Y bien? ¿Para qué me has traído aquí? —le cuestionó, cruzándose de brazos.
—Tiene que ver sobre el gen lobo —comenzó DongHyuck—, sé que tú lo tienes y que también te has dado cuenta de ello.
—Sí, ¿y qué? ¿Tú no decías que todo esto era una tontería y que ojalá nunca tuvieras el gen? ¿Ahora lo quieres?
—No, no —dijo rápidamente—. Nunca he querido el gen y nunca lo voy a querer, pero necesito decirte algo importante sobre lo que él.

JaeMin seguía con los brazos cruzados y mirándolo con una ceja alzada, obviamente pensando que tenía que estar loco y que lo que iba a decir no eran más que tonterías. Además, el menor había comenzado a mover su pierna derecha en clara señal de que quería irse de allí lo más rápido posible porque DongHyuck solo lo estaba haciendo perder el tiempo. Quizás no era el mejor momento para decírselo, quizás tendría que orquestar una situación en la que JaeMin estuviera más receptivo a sus palabras… pero el tiempo se le agotaba y solo podía soltarlo todo y esperar a que éste lo creyera.

—Fui a despedir a Jeno —comenzó, después de coger aire—, al bosque, porque no quería hacerlo delante de todos… y entonces vi que unos hombres con batas blancas lo inmovilizaban y se lo llevaban en una furgoneta —contó—. Uno de ellos incluso dijo que esperaba la primavera siempre porque había bastantes chicos con los que experimentar…

Durante unos segundos, el silencio reinó entre ellos y DongHyuck miró casi con miedo la reacción de JaeMin. Sabía perfectamente que si a él le llegara alguien con quien no tenía mucha relación y le dijera algo parecido lo mandaría directamente a la mierda, así que no esperaba nada bueno de aquello, pero al menos, el chico estaba avisado y él intentaría durante los siguientes días convencerlo de que todo era verdad y de que no debía irse.

JaeMin solo se rio y después se alejó de él murmurando que estaba loco y que no volviera a hacerle perder el tiempo de aquella forma. DongHyuck se sintió un poco herido por ello, pero no se iba a rendir con el chico hasta el último momento.

Tan ocupado estuvo durante la siguiente semana en su tarea que prácticamente no vio a nadie más y si no hubiera sido porque MinHyung fue un día a visitarlo a su casa, jamás se habría dado cuenta de que su mejor amigo también había comenzado a experimentar los primeros síntomas asociados al gen lobo —al menos hasta que no hubiera sido demasiado tarde—. En ese momento, algo se rompió dentro de él, porque de todos los chicos de la aldea, DongHyuck siempre había deseado que MinHyung fuera uno de los que no tuvieran el gen.


Desde siempre, MinHyung y él habían sido amigos, por lo que DongHyuck conocía muy bien cuál era el carácter del chico, así que, sabía perfectamente que algo estaba mal con él, en el momento en el que apareció ante su puerta aquel día… y también sabía que la única cosa que podía hacer que su siempre atento y calmado amigo, estuviera tan irascible era que había comenzado a desarrollar el gen lobo. A pesar de que su amigo se había enfadado en muchas ocasiones a lo largo de su vida, MinHyung jamás había alzado la voz aunque hubiera perdido los nervios en alguna discusión y, sobre todo, jamás le había alzado la voz a DongHyuck y mucho menos por una tontería, como había sido el caso.

—Desde que se fue Jeno estás raro —le había dicho como saludo en cuento el menor había abierto la puerta—. ¿Acaso entre vosotros dos había algo que ninguno sabía? ¿Algo que ni siquiera yo, tu mejor amigo, tenía derecho a saber?

Y antes de que DongHyuck hubiera podido abrir la boca para responderle, el mayor había cerrado su mano derecha en un puño y había golpeado el marco de la puerta, para justo después comenzar a gritar, hablando demasiado rápido como para que DongHyuck pudiera entenderlo correctamente. No obstante, por el contexto, supuso que MinHyung tenía que estar bastante dolido porque desde la marcha de Jeno, él apenas había pasado tiempo a su lado porque había estado intentando que JaeMin le hiciera un mínimo de caso cuando le decía que no debía irse una vez se transformara en lobo. Por aquello, DongHyuck no se había dado cuenta tampoco de que, además de estar enfadado con él porque lo había dejado de lado, MinHyung había comenzado a desarrollar el gen lobo y se sentía en parte culpable por aquello, aunque él no pudiera hacer nada para evitarlo.

Por ese motivo, a pesar de que había una enorme posibilidad de acabar herido si se acercaba a un hombre lobo en plena ebullición de ira —y porque sabía que en el fondo, MinHyung jamás le haría daño— el chico dio un par de pasos hacia el mayor hasta que el espacio entre ellos se redujo lo suficiente para poder rodear su cuerpo y abrazarlo fuertemente.

—Lo siento, hyung —le dijo—. Lo siento mucho por haberme alejado de ti y por ocultarte algunas cosas, te lo diré todo si te calmas.

Y en ese momento, comenzó a sentir cómo el cuerpo de MinHyung empezaba a destensarse hasta que el mayor le devolvió el abrazo, totalmente en calma, volviendo a ser él mismo de nuevo. DongHyuck no pudo evitar el suspiro profundo que salió de sus labios al saber que ya había pasado el peligro y que ahora lo único que tenía que conseguir era que el mayor escuchara atentamente sus palabras y que lo creyera. Quizás era la parte más difícil de todo, pero tenía que intentarlo porque no soportaría que MinHyung tuviera el mismo destino que Jeno —y que JaeMin, puesto que éste no tenía ningún interés en hacerle caso—.

—Tengo muchas cosas que decirte —murmuró, aun abrazando el cuerpo del mayor.
—Te escucho, así que, habla —contestó MinHyung.
—Creo que deberíamos ir a un lugar un poco más privado —le replicó, alejándose un poco de él para poder mirarlo a los ojos seriamente—. ¿Subimos a mi habitación? No hay nadie en casa.

MinHyung asintió y DongHyuck le dedicó una sonrisa antes de cogerlo de la mano para tirar de él rápidamente hacia el interior de la vivienda, subiendo después las escaleras para llegar hasta su habitación, la última del piso superior, donde los encerró a ambos para que ni aunque su familia llegara, pudiera molestarlos. El mayor se sentó sobre el colchón de DongHyuck sin que éste tuviera que pedírselo debido a la costumbre de hacerlo y él también se sentó allí.

—Quizás creas que esto es una locura, MinHyung —comenzó—, pero es la verdad y necesito que me creas.
—Habla —volvió a repetir el mayor.
—Fui a despedirme de Jeno al bosque y vi cómo unos hombres que parecían ser científicos lo secuestraban para hacer experimentos con él —dijo rápidamente—. Creo que hacen eso con todos los chicos que desarrollan el gen lobo… y creo que a JaeMin le va a suceder lo mismo si no me hace caso —contó—, pero JaeMin no me hace caso y no sé qué hacer —DongHyuck miró el semblante de su amigo para ver su reacción, pero éste tenía cara de póker en aquellos instantes, por lo que no pudo averiguar nada, así que siguió adelante—. Sin embargo… quien más me preocupa en estos momentos eres tú, hyung —MinHyung lo miró en ese momento, frunciendo su ceño en un claro gesto de confusión—. También estás desarrollando el gen lobo y no quiero que te suceda nada malo por ello.
—DongHyuck… sé que todo esto nunca te ha gustado y que probablemente no quieras que nos vayamos todos de tu lado, pero…
—No. No es eso —lo cortó—. Por favor, tienes que creerme. Nunca te he mentido, ¿por qué iba a hacerlo con esto?
—Pero…
—Por favor… si no me crees solo tenemos que esperar a que JaeMin se vaya —dijo rápidamente—. La próxima luna llena será esta semana y se transformará, así que se irá en unos pocos días. Solo ven conmigo al bosque y veamos si es cierto o no lo que te he contado.
—DongHyuck…
—Si no es cierto, haré todo lo que tú quieras hasta que sea el turno de que te vayas tú también; pero si es cierto, prométeme que escaparás conmigo de este lugar para que no te pueda coger a ti también.

DongHyuck sentía su corazón latiendo de forma acelerada dentro de su pecho mientras esperaba la respuesta de MinHyung a aquello, mientras esperaba que su amigo confiara en él y le dijera que sí. Fueron los segundos más angustiosos de toda su vida, pero por fin, después de algunos instantes, el mayor asintió, moviendo su cabeza.

—Si esta es una broma pesada de las tuyas, te juro que serás mi esclavo no durante el mes que me queda aquí, sino durante toda la eternidad —dijo.

Y aunque a DongHyuck no le agradaba mucho aquello de ser el esclavo de MinHyung por toda la eternidad, fue el chico más feliz del mundo porque sabía perfectamente que tenía razón en lo que decía y que el mayor solo tenía que verlo con sus propios ojos para terminar de creerlo.

Por ese motivo, el menor estuvo expectante durante el tiempo que tardó en llegar la luna llena, evento que marcaba la transformación de JaeMin y que suponía su marcha del pueblo. Aunque DongHyuck no quería que a aquel chico le ocurriera nada tampoco, sabía que había intentado todo lo que estaba en su mano y que, aun así, éste no lo había creído, por lo que sus esfuerzos en ese momento estaban solo centrados en MinHyung. Y cuando por fin llegó el día en el que JaeMin se marcharía del pueblo, DongHyuck fue el primero en saltar de la cama para ir en busca de MinHyung y llevarlo corriendo hasta el bosque, hasta el lugar en el que había visto cómo Jeno era secuestrado solo hacía un mes. El mayor seguía sin parecer muy convencido de todo aquello, pero cuando lo viera, no tendría más remedio que creerlo.

Los chicos tuvieron que esperar, escondidos detrás de los árboles un buen rato hasta que en la curva del camino apareció el mismo vehículo que la vez anterior y los mismos hombres con batas blancas. A su lado, MinHyung abrió sus ojos como platos, dándose cuenta de que el chico le había contado la verdad cuando vio cómo aquellos científicos apresaban a JaeMin y se lo llevaban con ellos a la fuerza.




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