domingo, 10 de junio de 2018

[Drabble] EVERY DAY6: Comic {SungPil}



Título: Comic
Autora: Riz Aino
Pareja: SungPil (SungJin + WonPil) (DAY6)
Clasificación: PG
Géneros: AU, fluff, romance
Número de palabras: 805 palabras
Resumen: trabajar en una tienda de comics no es tan guay como la gente se piensa, es aburrido y cansado… al menos hasta que el chico que siempre compra los números del Capitán América aparece en la tienda…
Notas: drabble escrito para mi Kim Sis unnie.
Comentario de autora: me gusta mucho esta OTP, quizás en algún momento de mi vida —cuando tenga tiempo— haga algún fanfic de ellos largo, muy largo… pero mientras, espero que este os guste.

Comic

Cada vez que alguien le decía a SungJin que su trabajo era algo genial, el chico no podía evitar suspirar porque su trabajo no era para nada genial. ¿Qué de genial tenía eso de quedarse detrás de un mostrador mientras observaba a todas las personas que entraban y salían de la tienda, buscando cómics u objetos de colección que comprar? No. Su trabajo en la tienda de cómics no era para nada genial aunque todos los demás pensaran lo contrario. Sin embargo, había algunos momentos en los que SungJin pensaba que su trabajo era algo interesante, cuando entraba a la tienda un chico que siempre se compraba los últimos números del Capitán América.


SungJin no sabía por qué, pero cada vez que sonaba la campanilla que anunciaba la entrada o salida de alguien a la tienda, dirigía su mirada hacia allí esperando ver a aquel muchacho y se decepcionaba un poco cuando no veía que era él quien entraba al lugar. No obstante, cuando sí que era aquel joven el que entraba por la puerta de la tienda, SungJin no podía evitar sonreír como un idiota desde ese momento hasta que el muchacho salía por ella. Tampoco podía evitar seguirlo con los ojos durante todo el tiempo que el chico se encontraba allí, rozando con las yemas de sus dedos los cómics hasta que daba con aquel quería y, entonces, una sonrisa amplia y encantadora aparecía en sus labios, iluminando su rostro y haciendo que por el pecho de SungJin se extendiera una calidez que era incapaz de explicar.

Pero a todo aquel al que le contaba que su trabajo era lo más aburrido del mundo, SungJin no le contaba aquellos momentos en los que éste dejaba de serlo. No le había contado a nadie lo rápido que latía su corazón cada vez que el muchacho entraba en la tienda ni la sensación de felicidad que tenía después de que éste se fuera; ni tampoco lo decaído que se sentía cada vez que éste no iba a la tienda durante una temporada.

Porque contar aquello, significaba admitir que se había enamorado de un chico del cual ni siquiera sabía el nombre.

Aquel día tormentoso y lluvioso en el que absolutamente nadie entró a la tienda durante muchísimas horas porque, de hecho, nadie habría salido a la calle con aquel tiempo de perros, SungJin estaba decaído y muy tentado a cerrar la tienda para poder irse a casa lo más rápido posible y meterse bajo las sábanas de su cama. Sin embargo, menos mal que no lo hizo, porque justo cuando estaba a punto de rendirse, la campanilla de la puerta sonó y cuando alzó la cabeza no pudo evitar la expresión de sorpresa al ver cómo entraba el chico que siempre le levantaba el ánimo.

—¡Vaya día de perros! —comentó el chico, dejando el paraguas en el paragüero para que no mojara el suelo de la tienda—. Creía que no llegaría vivo a la tienda.

SungJin no supo qué contestar a aquello, nunca había hablado con aquel muchacho más que para cobrarle los cómics que éste compraba, así que balbuceó un poco sin poder decirle nada. El recién llegado sonrió y se acercó hasta el mostrador, haciendo que el corazón de SungJin diera un pequeño vuelco al tenerlo cerca, con la tienda vacía y con ellos dos solo allí. Nunca habían tenido una conversación, nunca se habían preguntado nada, nunca… pero en aquel momento, el chico empezó a hablar con él y SungJin no pudo evitar pensar en lo encantador que era mientras trataba de contestarle a sus preguntas sin parecer idiota.

Después de aquel día, SungJin nunca más dijo que su trabajo era aburrido cada vez que alguien le decía que debía ser genial… porque gracias a aquel trabajo había conocido a WonPil, un chico maravilloso que siempre se compraba los últimos números del Capitán América cada vez que éstos llegaban a la tienda, que hacía que su corazón latiera rápidamente dentro de su pecho y que antes de irse del lugar, le daba un pequeño beso en sus labios, dejándolo con una sonrisa de idiota en su rostro durante el resto del tiempo que tenía que estar en la tienda.





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