Título: A Good Bad
Day
Autora: Riz Aino
Pareja:
BaekMin (BaekHo + MinHyun) (NU’EST)
Clasificación:
PG
Géneros:
family!AU, fluff, romance
Número de palabras:
2.492 palabras
Resumen:
DongHo trata de darle la mejor vida a sus pequeños GuanLin y SeonHo y, en sus
planes para ello, no entra encontrar de nuevo el amor.
Advertencias:
mi primer family!au, aun después de escribirlo sigo pensando por qué lo he
escrito. Somebody help me!
Notas:
baby GuanLin y baby SeonHo, los pollitos de la Cube, encontraron a sus
respectivos “papis” en Produce 101.
Comentario de autora:
sorry not sorry, no sé por qué lo he
hecho, pero lo he hecho, aquí va. Espero que os guste o algo, sino me podéis
matar, que os dejo.
DongHo se encontraba descargando una
caja especialmente pesada del camión cuando su teléfono móvil comenzó a sonar
en el bolsillo de sus pantalones. Dejó que sonara, de todas formas, si era algo
importante lo llamarían otra vez o le dejarían un mensaje; por eso, siguió su
camino hasta el interior del bloque de la vivienda a la que estaban llevando
las cosas de la mudanza sin echarle muchas cuentas al sonido de su tono de
llamada. Una vez se montó en el ascensor, el teléfono dejó de sonar y el hombre
suspiró, aliviado por no tener que seguir escuchando aquella música. No
obstante, no había hecho más que salir del ascensor cuando su móvil volvió a
sonar de nuevo y DongHo supo entonces que algo grave debía de haber pasado, así
que, rápidamente soltó la caja en la entrada del piso y cogió su teléfono.
—¿Sí? —respondió inmediatamente, sin siquiera mirar el número
que lo había llamado.
—¿El
señor Kang? —preguntó una voz que DongHo reconocería en cualquier lugar de
tantas veces que la había escuchado ya.
—Sí,
soy yo —dijo—. ¿Qué ha sucedido, profesor Kim?
—Lamento molestarlo cuando debe de estar muy ocupado, pero
GuanLin tiene fiebre —contestó el otro.
—Ahora
mismo voy para allá.
DongHo
guardó su teléfono en el bolsillo inmediatamente y después buscó a su jefe para
contarle lo que le había dicho el profesor de su hijo y para pedirle lo que
quedaba del día libre y así poder llevar a GuanLin al médico. Su jefe siempre
había sido buena persona y, además, estaba al corriente de cuál era su
situación, por lo que estaba seguro de que no le pondría ninguna pega, pero aun
así, era su deber advertirlo de su marcha. DongHo halló a su jefe al lado del
camión de la mudanza, leyendo el inventario de objetos que debían de mover
hasta la vivienda y cerciorándose de que no faltara nada.
—Aron
—llamó al hombre, haciendo que éste levantara la vista.
—¿Pasa
algo? —cuestionó éste.
—Necesito
el resto del día libre —dijo DongHo y, aunque quiso explicarle al otro el
motivo por el cual lo necesitaba, a éste no le hizo falta saber nada más porque
probablemente en su rostro se estuviera reflejando la preocupación que sentía
por su hijo y simplemente asintió a sus palabras—. Muchas gracias. Haré horas
extra la próxima vez.
—No
te preocupes por eso —le respondió Aron.
DongHo
asintió, dándole las gracias a su jefe, y después salió corriendo, buscando en
su teléfono móvil el autobús más cercano que lo llevara hasta el colegio de su
hijo, o que lo dejara relativamente cerca. En cuanto lo encontró, el hombre se
dirigió a la correspondiente parada, no pudiendo estar más preocupado. Aquella
mañana cuando había dejado a sus niños en el colegio los dos estaban
perfectamente, así que no comprendía qué había sucedido en las últimas cuatro
horas para que GuanLin tuviera fiebre, pero aunque no lo comprendía, no podía
estar más preocupado.
Preocupado
porque aquellos niños eran lo único que DongHo tenía en este mundo, lo único
que le quedaba después de que su mujer muriera. GuanLin y SeonHo eran lo único
que hacía que éste siguiera viviendo su vida a pesar de lo horrible que era.
Por eso DongHo se desvivía por aquellos niños y, por eso, cada vez que les
sucedía algo, aunque fuera algo que no tuviera la más mínima importancia, no
podía evitar sentirse preocupado y que su hijo mayor tuviera algo de fiebre no
era algo que no hubiera pasado antes, pero el hombre seguía estando preocupado
por su hijo.
No tardó más
que una media hora en llegar al colegio desde el cual había sido llamado y,
acostumbrado a ir por aquel lugar, caminó en dirección a la sala de profesores,
donde se tenía que encontrar su hijo junto al profesor Kim. DongHo llamó a la
puerta de la sala y solo tuvo que esperar unos segundos para que le dieran el
permiso para entrar.
—Buenos días
—dijo al entrar, llamando la atención de algunos de los profesores que se
encontraban en el lugar—. Soy Kang DongHo, el padre de GuanLin.
Inmediatamente,
DongHo notó un movimiento en la sala y pudo ver en la zona en la que había unos
pocos sofás a su hijo incorporándose ante el sonido de su voz. El hombre no
pudo hacer otra cosa más que dedicarle una sonrisa al niño e ir hacia él para
cogerlo en brazos y tocar con su frente la de su pequeño, notando el calor que
ésta desprendía. Lo llevaría a casa lo más rápido posible y le daría alguna de las
medicinas que el médico le había mandado la última vez que lo había llevado.
—Gracias por
venir lo más rápido posible —escuchó decir al profesor Kim a su derecha, así
que se giró hacia él, mostrándole una sonrisa—. Sé que estás muy ocupado y no
ha debido de ser fácil.
—Nunca es
fácil escaquearse en horas de trabajo, pero tengo un jefe comprensivo —le
respondió—. ¿Puedo llevarme también a SeonHo? Así no tengo que venir a por él
en un rato y dejar a GuanLin solo en casa.
—Sí, claro,
voy a avisar al profesor Choi para que lo deje salir —replicó el joven y, justo
después salió de la sala de profesores.
DongHo
aprovechó aquellos minutos que tardaría el profesor en llevar a su hijo menor
hasta allí para dedicarse a darle carantoñas a GuanLin y asegurarle que en
cuanto llegaran a casa se pondría bien y no le dolería nada más. El niño estaba
al borde de las lágrimas, pero no se echó a llorar en aquellos momentos, por
cómo tenía los ojos, completamente rojos, ya lo habría estado haciendo antes y
se habría quedado sin lágrimas. DongHo le hizo un par de carantoñas más a su
hijo y luego la puerta de la sala de profesores se abrió de nuevo y por ella
entró el profesor Kim con SeonHo, su otro hijo.
—¡Papá! —gritó
el niño, lanzándose a sus piernas, de forma totalmente hiperactiva.
—Hola, mi niño
—DongHo le tocó la cabeza, despeinándolo un poco—. ¿Estás listo para que nos
vayamos a casa? —el niño asintió enérgicamente con su cabeza—. Entonces vamos
—le tendió la mano que tenía libre y el niño la agarró—. Muchas gracias por
avisarme —le dijo al profesor Kim—. Mañana nos volveremos a ver.
—Hasta mañana
—se despidió el joven profesor de él y DongHo salió de aquel lugar, echando a
andar hacia la salida y en busca de la parada del bus que los llevaría hasta
casa.
Para DongHo era
todavía un poco difícil manejarse con los dos niños a pesar de que habían
pasado ya tres años de la muerte de su mujer, aunque en aquellos momentos lo
era mucho menos que anteriormente y el hombre lo agradecía enormemente… pero
aun así, era difícil para él ir con GuanLin y SeonHo y moverse por la ciudad,
sin un coche, en el transporte público. Normalmente tenía que andar corriendo
detrás de los dos niños por el autobús para que no molestaran a la gente y eso
le servía para mantenerse completamente despierto, pero en aquellos momentos
era completamente diferente a las situaciones que había vivido anteriormente.
El año
anterior había tenido que recoger a GuanLin un par de veces porque se había
puesto malo, pero no había tenido que quedarse al cargo de SeonHo también
porque éste no había comenzado el colegio todavía y estaba en una guardería que
se encontraba en el barrio donde vivían. Por ese motivo, DongHo prácticamente
no daba abasto con los dos niños en ese instante, porque tenía que cuidar de
GuanLin y también tenía que ir detrás de SeonHo por todo el autobús para que no
molestara a nadie. No sabía qué era lo que iba a hacer con aquellos niños.
Mientras
DongHo le estaba pidiendo perdón a una mujer mayor a la que SeonHo había estado
dando la lata momentos antes, su hijo se escapó de su agarre y se dirigió hacia
un joven con el uniforme de la marina, probablemente fascinado por el uniforme,
y el hombre suspiró profundamente, inclinándose a modo de disculpa con la mujer
y después fue hacia su hijo, preparado para disculparse también con aquel
desconocido. Ya solo quedaban seis paradas más para llegar a su destino, así
que, DongHo podría descansar tranquilo después de eso —al menos, GuanLin se
había quedado dormido sobre su hombro—.
—Lo siento —le
dijo al joven de la marina, dándose cuenta al acercarse a él de que éste era
bastante atractivo—. No puedo controlar al niño a la vez que cuido de este
otro.
—No pasa nada —replicó el joven, cogiendo a SeonHo y
colocándolo sobre sus rodillas, haciendo que el niño sonriera encantado y
comenzara a jugar con sus hombreras—. Me he criado en una casa con muchos
hermanos y hermanas y estoy acostumbrado a los niños, así que, mientras esté
entretenido conmigo no molestará a nadie más.
—Gracias
—murmuró DongHo, realmente agradecido por aquello porque estaba bastante
agotado en esos momentos.
—Siéntate
aquí conmigo —lo invitó el desconocido y DongHo no pudo negarse a aquello—. Mi
nombre es MinHyun, por cierto —se presentó.
—DongHo
—respondió él.
Y
después de las presentaciones, ambos comenzaron una charla banal en la que se
mantuvieron entretenidos el uno al otro, sin profundizar en nada y sin hacer
preguntas que pudieran resultar incómodas hasta que la parada de DongHo fue
anunciada y el hombre se levantó de su asiento, despidiéndose del joven y
pidiéndole a SeonHo que se fuera con él, que ya se tenían que bajar. Sin
embargo, su hijo parecía tener otros planes, porque se negó rotundamente a
bajarse de los brazos de MinHyun.
—SeonHo
—llamó al niño—. Tenemos que irnos a casa, esta es nuestra parada.
—Pero
me gusta él —respondió, señalando a MinHyun, que sonrió—. ¿No nos lo podemos
quedar?
—MinHyun
no es ningún animalillo herido de la calle —replicó DongHo—. Además, tendrá que
ir a algún lugar, así que no podemos molestarlo. Vamos —le tendió la mano a su
hijo pero éste se volvió a negar a ir con él y se agarró fuertemente al otro.
DongHo puso los ojos en blanco.
—No
importa —murmuró MinHyun, dedicándole una sonrisa cálida—. De todas formas me
bajaba en la siguiente parada y no está muy lejos de ésta, así que puedo
bajarme aquí también con vosotros y ver qué podemos hacer para que SeonHo me
deje ir.
DongHo
quiso decirle que no hacía falta, que lo único que tenía que hacer era agarrar
a aquel koala y quitárselo de encima, pero MinHyun se levantó del asiento y se
bajó del autobús rápidamente, sin dejar que pudiera abrir la boca. Una vez en
la calle, DongHo trató de nuevo que su hijo se bajara de los brazos del otro y
tuvo que prometerle que le compraría un helado para que finalmente lo hiciera y
lo cogiera de la mano.
—Muchas
gracias por bregar con SeonHo —murmuró—. Me has hecho el viaje mucho más ameno.
—No
ha sido nada, tu hermano es un encanto —replicó MinHyun y DongHo no pudo evitar
sentir una pequeña punzada en su corazón, como cada vez que aquello le pasaba. Era
joven, tan joven que siempre tomaban a GuanLin y a SeonHo como sus hermanos
menores o sus sobrinos, nadie pensaba que fueran sus hijos.
—Son
mis hijos en realidad —respondió, haciendo que el otro se sorprendiera—, pero
no te preocupes, es normal que pensaras que son mis hermanos, a esta edad
debería de estar todavía pensando solo en el trabajo, pero aquí estoy,
trabajando y cuidando solo de mis dos hijos —DongHo exhaló un suspiro cansado.
—Si
necesitas ayuda alguna vez puedo quedarme con ellos el tiempo que necesites —ofreció
MinHyun, como muchas personas se habían ofrecido antes, por pena y cortesía,
así que DongHo lo rechazó.
—Yo
quiero jugar con él —dijo SeonHo, pegando saltitos a su lado.
—Creo
que a SeonHo le he caído bien —replicó el otro—, y voy a estar unos cuantos
meses sin tener que ir a la base, así que no voy a tener nada que hacer y me
voy a aburrir como una ostra —MinHyun le dedicó otra de sus encantadoras
sonrisas—. Puedo echar una mano de vez en cuando si me dejas.
DongHo
no estaba muy seguro de aquello porque aunque de vez en cuando su madre
aparecía repentinamente para ayudarlo un poco, la mujer tenía que hacerse un
viaje bastante largo desde Jeju para poder ir, siempre estaba solo tratando de
llevarlo todo para adelante y para él era muy difícil a pesar de que lo
intentaba e intentaba. MinHyun parecía ser un buen chico y parecía tener
bastante mano con los niños, además de haber encandilado a SeonHo… y seguro que
sus hijos agradecían que alguien los llevara al parque o que jugara con ellos
sin cansarse a los diez minutos de vez en cuando. Aun así, DongHo no estaba muy
seguro de que aquello fuera lo correcto.
—No
puedo pagarte nada —le dijo a MinHyun.
—El
dinero no es problema —respondió éste—. Piensa en mí como un amigo al que le
encantan los niños y que tiene demasiado tiempo libre.
DongHo
suspiró, pero finalmente aceptó la oferta de ayuda y después le dio su número
de teléfono a MinHyun, recibiendo al instante un mensaje del otro, y quedando
ese domingo en un parque cercano para ver si aquello era factible o no. Después
de aquello se despidieron y DongHo se llevó rápidamente a sus hijos a casa
porque había perdido mucho tiempo y la fiebre de GuanLin no había bajado nada,
así que, antes de que se pusiera peor le dio la medicina. Mientras aquel día
cuidaba de su hijo, DongHo no pudo evitar pensar en MinHyun y en que, muy en el
fondo, quería que llegara el domingo pronto para volver a verlo.
Notas finales:
—Esta historia es susceptible de convertirse en
un serial en el momento en el que me sienta totalmente inspirada y tenga un
poco de tiempo para poder ponerme con ello.
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