jueves, 28 de junio de 2018

[One Shot] Made in Heaven {MyungJin}


Título: Made in Heaven
Autora: Riz Aino
Pareja: MyungJin (MJ + Jin Jin) (ASTRO)
Calificación: PG
Géneros: AU, romance, fluff
Número de palabras: 2.155 palabras
Resumen: JinWoo sospecha que su novio es un ángel porque ningún humano puede ser tan encantador ni tener esa voz tan increíble.
Notas: adoro mucho esta otp, quizás demasiado para mi propio bien (?)
Comentario de autora: tenía muchísimas ganas de escribir esta historia desde que terminé la portada, pero entre unas cosas y otras, tuve que dejarlo aparcado quizás demasiado tiempo. Espero que os guste.


            JinWoo suspiró, cansado de todo. Había tenido un día totalmente horrible en la universidad y lo único que quería era llegar a casa lo más rápido posible y soltar aquella mochila pesada llena con libros demasiado gordos como para que fuera normal y con su portátil que tenía más años y era más grande que él. Quería llegar a casa para que el constante dolor de sus hombros y espalda disminuyera al tumbarse en la cama o en el sofá y poder descansar de una vez por todas; pero sobre todo, JinWoo quería llegar a casa para poder abrazarse a MyungJun y poder relajarse y tranquilizarse, sin pensar en absolutamente nada más que no fuera en disfrutar de la compañía de su novio. Solo al pensar en ello, una sonrisa apareció en el rostro de JinWoo.

            MyungJun había aparecido en su vida hacía un par de años, en el momento más difícil y en el momento en el que más necesitaba a alguien. El chico había llegado en forma de compañero de piso y había cambiado por completo la situación horrorosa en la que JinWoo se encontraba, como si fuera su ángel de la guarda. JinWoo no había creído nunca en aquellas cosas, pero la personalidad tan encantadora del chico y lo mucho que había hecho por él a pesar de que JinWoo no pudiera devolvérselo todo, habían acabado por convencerlo de aquello, incluso la voz tan maravillosa que el chico tenía y que JinWoo escuchaba desde el salón cuando MyungJun se duchaba debía de ser la voz de un ángel, porque nunca había escuchado una voz tan preciosa.

            Obviamente, aun con todo aquello, JinWoo sabía en el fondo que los ángeles no existían y que MyungJun simplemente era un joven encantador, con una sonrisa que iluminaba su mundo y que hacía mucho más fácil su día a día simplemente con su presencia. Al menos, eso era lo más lógico pensar. No obstante, todas las cosas que MyungJun había hecho y todo lo que hacía en su día a día hacían que JinWoo no pudiera evitar pensar en que de verdad era un ángel, su ángel de la guarda.

            JinWoo había pasado por muchas dificultades en su vida, desde pequeño no había vivido un tiempo realmente tranquilo, había conocido a gente que no merecía la pena durante demasiados años y no confiaba en el ser humano, no confiaba en que la naturaleza del ser humano fuera ser buenas personas. JinWoo no había conocido a nadie que le devolviera la esperanza en la humanidad… al menos hasta que MyungJun se había cruzado en su vida y, poco a poco, lo había ayudado a solucionar todos sus problemas, poco a poco lo había hecho volver a creer que existían buenas personas en el mundo, buenas personas como MyungJun.

            Después de casi una hora montado en el autobús que lo llevaba del campus universitario hasta la otra punta de la ciudad, a las afueras, donde vivía con MyungJun, JinWoo se bajó del vehículo y caminó el resto del trayecto que le quedaba hasta casa, todavía pensando en todo aquello. Siempre que tenía un día especialmente malo en el que no solo sus profesores, sino también sus compañeros de clase, lo puteaban especialmente, JinWoo no podía evitar pensar en la suerte que tenía por tener a MyungJun a su lado en momentos como aquellos. Por ese motivo, caminó de forma rápida, para llegar antes al piso y así poder estar antes junto al otro.

            Cuando llegó hasta el apartamento e introdujo el código de la puerta, lo primero que hizo JinWoo fue soltar la pesada mochila directamente en el suelo de la entrada, para después quitarse los zapatos y comenzar a buscar a MyungJun por el apartamento, porque no podía haber ido demasiado lejos, aquella casa no era muy grande. Sin embargo, a pesar de que el chico lo buscó, le fue imposible dar con él, extrañándose por ello, porque MyungJun solía avisarlo cuando iba a salir de casa, sobre todo cuando sabía que JinWoo estaba a punto de llegar. Por eso, el chico sacó su teléfono móvil y miró sus notificaciones, por si tenía algún mensaje de MyungJun, no encontrando nada.

            JinWoo frunció su ceño, aún más extrañado, hasta que se percató de que la puerta de la lavadora que habían comprado hacía poco estaba abierta, entonces, el chico se dirigió al salón, viendo cómo la ventana del balcón también lo estaba y su ceño dejó de estar fruncido. Seguramente MyungJun había puesto una lavadora con toda la ropa que había sucia y después había subido a la azotea por las escaleras que tenían en el balcón y que eran el único punto de acceso al lugar que ambos podían utilizar. Con una sonrisa en su rostro ahora, JinWoo se dirigió hacia allí, para darle una pequeña sorpresa a su novio y para ayudarlo a tender la ropa.

            Sin embargo, cuando comenzó a subir las escaleras, JinWoo escuchó la voz de MyungJun en la azotea, junto con otra voz, una voz dulce y masculina que nunca antes había escuchado. El chico siguió subiendo, movido por la curiosidad, y se asomó por el borde de la azotea, encontrándose una escena para la que no estaba preparado y para la que nunca habría estado preparado si alguien le hubiera avisado.

            Allí, en la azotea, se encontraba MyungJun, y frente a él había un joven de belleza desbordante, tan hermoso que podría haber sido el modelo para alguna de las esculturas más bellas de la antigüedad, completamente vestido de blanco, de pies a cabeza, con el pelo negro como la noche, la piel clara y tersa como el alabastro y un par de alas cubiertas con plumas blancas que salían de su espalda.

            “Imposible” fue lo que pensó JinWoo. “Tiene que ser una especie de broma. No es real”.

            —Sabes que ha llegado el momento, ¿verdad? —escuchó JinWoo que decía el chico de las alas—. Han pasado dos años y medio desde tu llegada a la tierra y debes de tomar tu decisión, MJ.

            JinWoo dejó de observar al desconocido para fijarse en su novio en ese momento, que tenía una expresión triste en su rostro, una expresión que nunca antes había visto. El chico sintió el irrefrenable deseo de terminar de subir por aquellas escaleras hasta la azotea y correr a abrazar a MyungJun porque parecía tan pequeño y tan frágil al lado de aquel ser tan deslumbrante que casi parecía irradiar luz propia y coya voz dulce había sonado tan autoritaria. Sin embargo, a pesar de que era lo que quería hacer, sus piernas no le respondieron y no pudo hacer más que quedarse clavado en el sitio cuando escuchó la voz de su novio.

            —Hace tiempo que tomé mi decisión —fue lo que dijo—. Vine a la tierra porque era mi obligación cuidar de los humanos y porque JinWoo necesitaba de mi ayuda… pero ahora, todo eso ha cambiado.
            —Entonces… ¿cuál es tu decisión? —insistió el otro.
            —Mi decisión es quedarme junto a JinWoo —replicó MyungJun. El corazón del nombrado dio un vuelco dentro de su pecho—. Estoy enamorado de él y ahora no puedo dejarlo, porque no solo le haría daño a él, sino que también me haría daño a mí mismo.
            —Sabías lo que significaba involucrarte sentimentalmente con un humano, ¿verdad? —cuestionó—. ¿Sabes todo lo que pierdes quedándote aquí en la tierra?
            —Lo sé.
            —En ese caso, no tengo más opción que privarte de tus alas para que de esta forma no puedas volver nunca más al cielo —dijo con firmeza—. Extiende tus alas.

            JinWoo todavía no había acabado de asimilar lo que veía ni lo que acababa de escuchar cuando, unos instantes después, ante sus ojos, vio cómo el cuerpo de MyungJun temblaba por unos momentos antes de que unas enormes alas de plumas blancas nacieran de su espalda, desgarrándole la parte de atrás de la camiseta. JinWoo se quedó sin respiración. Aquello era completamente imposible, totalmente irreal, tenía que estar soñando. Lo más seguro era que se hubiera echado sobre el sofá y se hubiera quedado dormido y estaba soñando con todo aquello porque en el camino de vuelta a casa había estado pensando en la naturaleza angélica de MyungJun.

            Sin embargo, aquello era real. JinWoo sentía el viento en la cara, el olor de la ciudad, escuchaba el trino de los pájaros y sus ojos estaban viendo todo aquello. Ningún sueño podía sentirse tan real. Su novio siempre había sido un ángel, un ángel llegado desde el cielo para ayudarlo en sus peores momentos.

            Mientras aquella revelación seguía rondando en su cabeza, JinWoo pudo ver cómo una espada con una hoja de cristal larga y fina aparecía en la mano del primer ángel mientras se dirigía a MyungJun, quien le dio la espalda y cerró sus ojos. JinWoo se volvió a quedar sin respiración, su corazón se detuvo, por unos instantes y trató de mandar a su cuerpo que terminara de subir, que corriera para proteger a su novio; pero sus brazos y sus piernas seguían sin responderle, seguían sin hacerle el más mínimo caso y lo único que pudo hacer fuer ver, con el corazón encogido cómo las alas que salían de la espalda de MyungJun eran cortadas y cómo después éstas desaparecían, convirtiéndose en un montón de cenizas, escuchando a la vez un pequeño grito de dolor de su novio.

            —Te echaremos de menos en el cielo —dijo el otro, haciendo desaparecer la espada en la nada, de la misma forma que ésta había aparecido antes—. Espero que hayas tomado la decisión correcta.
            —Sé que la he tomado, EunWoo —replicó MyungJun, girándose hacia él—. No podría vivir sin JinWoo.

            El otro asintió levemente con su cabeza y después desplegó sus alas, echando a volar y perdiéndose en el cielo parcialmente cubierto de nubes de la ciudad de Seúl, fue en ese momento en el que el cuerpo de JinWoo comenzó a responderle de nuevo y el chico terminó de subir hasta la azotea, donde MyungJun se encontraba, observando el cielo, al punto en el que el otro había desaparecido de la vista, no advirtiendo la llegada de JinWoo hasta que éste no se colocó frente a él.

            —JinWoo —lo llamó, sorprendido—. ¿Qué haces aquí? —en ese momento, pareció darse cuenta del estado de su camiseta y de su espalda y comenzó a respirar rápidamente, como si estuviera asustado.

            JinWoo no dijo nada en ese momento, no quería hablar porque su cerebro iba a toda velocidad y todavía no sabía realmente lo que estaba pasado, lo que había pasado, así que, simplemente se acercó a MyungJun hasta que no hubo ninguna distancia entre sus cuerpos y lo abrazó fuertemente. Poco a poco, la tensión del cuerpo del otro se fue deshaciendo, de la misma forma que su respiración se fue haciendo mucho más regular, hasta que estuvo calmado por completo.

            —Lo has visto, ¿verdad? —le cuestionó—. Has visto a EunWoo y lo que ha pasado… —JinWoo asintió y MyungJun suspiró profundamente.
            —No he entendido muy bien lo que ha pasado —murmuró en ese momento—, creo que mi cerebro todavía sigue tratando de procesarlo… pero lo poco que he entendido es que viniste aquí para ayudarme y has decidido seguir quedándote conmigo… y por eso todo lo demás me da igual y por eso te quiero y no voy a hacer nada para que te acabes arrepintiendo de esa decisión.
            —Yo también te quiero, JinWoo —dijo MyungJun en respuesta.

            JinWoo no pudo evitar que una sonrisa apareciera en sus labios mientras apretaba mucho más fuerte a su novio entre sus brazos. Todo lo que había visto en los últimos minutos, todo lo que había sucedido, no era importante. No importaba que su novio fuera realmente un ángel o no, MyungJun seguía siendo MyungJun y estaba allí con él, se había quedado junto a él. Aquello era lo único que importaba en esos momentos. Más tarde tendrían tiempo de sobra para hablar de aquello, para que MyungJun le contara todo lo que no le había contado, para que le explicara qué era lo que había sucedido exactamente.








Notas finales:
—Tenía muchísimas ganas de escribir algo así, pero como siempre me pasa lo voy posponiendo y posponiendo, pero espero que os haya gustado, porque si es así, igual escribo algo sobre el mundo celestial.

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