Título: Tango
Autora: Riz Aino
Pareja: YoungWoon (YoungK +
DoWoon) (DAY6)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, fluff
Número de palabras: 881 palabras
Resumen: DoWoon no creyó que recoger a sus padres de
las clases de tango sería algo que haría su vida un poco más interesante.
Notas: drabble escrito para Ara, otra vez. De hecho,
los que quedan son para ella, que fue la única que me ayudó con palabras para
completar esto.
Comentario de autora: al principio no sabía qué hacer con
esta historia… luego vi el capítulo del Tango de la Muerte de Los Simpsons y de
repente se me ocurrió esto. Espero que os guste.
Tango
Cuando su madre lo había llamado
para que fuera a recogerlos a ella y su padre de sus clases de baile, DoWoon
tuvo que arrastrarse a regañadientes hasta la otra punta de la ciudad solo para
aquello. Estaba de vacaciones después de un montón de meses trabajando sin
descanso, se merecía poder estar en casa todo el día rascándose la barriga y no
tener que estar de chófer de nadie… pero por el tono en el que había dicho la
mujer que debía ir a recogerlos, el chico no pudo evitar tener que ir.
Simplemente llegaría a aquella academia que había sido abierta para dar clases
de bailes de salón a personas mayores y después los esperaría hasta que
terminaran, si es que no lo habían hecho para cuando llegara.
Sin embargo, después de llegar y
sentarse en la sala de espera hasta que sus padres salieran, una muchacha que
se encontraba allí lo animó a que entrara a la sala en la que se encontraban
sus padres para verlos, porque seguro que a éstos le hacía mucha ilusión que su
hijo viera lo bien que bailaban y DoWoon se vio arrastrado hasta la sala,
atestada de parejas que trataban de moverse al ritmo de la música latina con
más o menos arte. El chico no pudo evitar buscar a sus padres con la mirada,
encontrándolos al instante, solo a unos pocos pasos de distancia de la puerta,
junto a un chico joven que debía de ser el profesor, ya que les estaba
corrigiendo las posturas.
DoWoon no pudo evitar fijarse en
aquel muchacho, que llevaba una camisa con las mangas subidas y varios botones
desabrochados, dejando a la vista un pecho trabajado y unos pantalones que se
amoldaban perfectamente a sus piernas, su trasero y su…
—Hola. ¿Quieres bailar?
DoWoon salió de su ensimismamiento
al escuchar aquella voz y alzó su vista, dándose cuenta de que el chico que
estaba ayudando a sus padres y al que se había quedado embobado mirando le
había hablado. Rápidamente negó con la cabeza a aquel ofrecimiento. Él no
estaba allí para bailar, de hecho, él ni siquiera debía de haber entrado a
aquella sala, solo estaba allí para recoger a sus padres. Sin embargo, el
muchacho se alejó de sus padres y caminó hasta él, hasta quedarse solo a unos
pocos centímetros de su cuerpo, como si no supiera lo que era el espacio
personal —o como si supiera perfectamente lo que estaba provocando en DoWoon—.
—Ya está acabando la clase y ahora
les dejó que bailen un rato sin enseñarles nada para ver si han aprendido lo
que hemos trabajado hoy —le comentó—, puedo bailar un rato contigo, tienes
pinta de que se te daría bastante bien el tango.
—No… no hace falta… solo he venido
a… recoger a mis padres —replicó DoWoon, trabándose un poco al hablar. De
repente había empezado a hacer mucho calor en la sala.
—No te voy a cobrar nada por
enseñarte —respondió el otro y le guiñó uno de sus afilados ojos, haciendo que
el corazón de DoWoon se volviera loco dentro de su pecho—. Ven aquí, vamos a
bailar un poco.
Y antes de que se diera cuenta, las
manos de aquel joven se encontraban sobre su cuerpo, atrayéndolo a él hasta que
no quedó ni un solo milímetro entre sus torsos. DoWoon tragó saliva ante la
cercanía y después de aquello, se dejó llevar e hizo todo lo que el otro le
dijo, tratando de que sus pies se movieran como debían para no pisarlo. El
baile fue intenso, casi tanto como las miradas que se dirigieron durante los
escasos minutos que se encontraron el uno en los brazos del otro y cuando la
música acabó y se separaron, DoWoon sintió un tremendo vacío y frío allí donde
el cuerpo del otro se había pegado al suyo.
—Este es el tango de la muerte —le dijo
con una sonrisa—. Ahora ya te has enamorado perdidamente de mí.
—¿Qué? —cuestionó DoWoon, muy
confuso.
—Mi nombre es YoungHyun, por cierto —dijo
el otro en cambio, y después se alejó para finalizar la clase.
DoWoon se quedó plantado en el mismo
lugar mientras sus padres recogían sus cosas, sin poder evitar seguir con la
mirada a aquel chico, sin poder dejar de pensar en que no quería dejar de
mirarlo nunca y que sí, que aquel tango de la muerte había surtido efecto
porque se había enamorado perdidamente de él. A partir de aquel día, aunque sus
padres no se lo pidieran, DoWoon iría a llevarlos y recogerlos de sus clases de
baile.
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