Título: 오늘부터 (Ride with me)
Autora: Riz Aino
Parejas: HoduKen (Takada Kenta + Kim DongHan) (JBJ)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, humor, fluff
Número de palabras: 1.080 palabras
Resumen: DongHan era una persona que no tenía muchos
miedos, una persona que solía enfrentarse a la vida, a todo lo que ésta le
tuviera preparado sin echarse para atrás ni una sola vez, ni un solo instante,
le trajera esto las consecuencias que le trajera.
Notas: historia escrita para una personilla que me dejó la
petición anónimamente por Tumblr.
Comentario de autora: a veces me dan muchísimas ganas de
escribir cosas con un poquitín de humor y, con este fic, me he resarcido de las
ganas que tenía de ello. Espero que os guste.
오늘부터
(Ride with me)
DongHan
era una persona que no tenía muchos miedos, una persona que solía enfrentarse a
la vida, a todo lo que ésta le tuviera preparado sin echarse para atrás ni una
sola vez, ni un solo instante, le trajera esto las consecuencias que le
trajera. Así, había enfrentado al mundo de adolescente cuando le dijo a sus
padres y a sus amigos —y casi al colegio entero— que era gay, que le gustaban
los chicos y que estaba completamente enamorado de Lee TaeMin de SHINee.
Después de aquello se había enfrentado a que sus padres le dijera que lo iban a
desheredar durante meses, hasta que se acostumbraron a todo y acabaron por
comprender que él seguía siendo su hijo a pesar de que no les iba a dar nietos;
también se tuvo que enfrentar después de aquello a que la mayoría de las
personas de su instituto le hicieran el vacío o tratasen de hacerle bullying por ello —pero teniendo a Kwon
HyunBin como su mejor amigo, una torre de chiquillo que imponía más que
cualquier otra persona en aquel lugar, se había librado bastante del tema del bullying—.
DongHan
se había enfrentado también a cosas más triviales, como a probar alguna comida
extraña de algún otro país o a retos estúpidos y peligrosos que le propusieran
sus amigos. Se había enfrentad a todo aquello con una sonrisa en su rostro y
había salido vencedor de todo lo que la vida le había puesto por delante,
absolutamente todo… hasta que había llegado su novio, Kenta, y le había
propuesto que salieran a dar una vuelta en bicicleta por una de las rutas del
río Han.
Las
bicicletas le daban pavor. Pavor absoluto. DongHan solo había montado una vez
en una, cuando era pequeño, y se había dado tal hostión con ella que había
jurado y perjurado que jamás volvería a acercarse en su vida a una bicicleta.
Veinte años había estado cumpliendo con aquella promesa que se había hecho a sí
mismo y, por mucho que quisiera a Kenta, no iba a montarse en una maldita bicicleta.
—¿En
serio? —le cuestionó su novio cuando le dio la negativa—. ¿Le tienes miedo a
las bicicletas?
—No
les tengo miedo —replicó él—. Tener miedo es para los débiles mortales como
SangGyun.
—¡Eh!
—se quejó el nombrado, con la boca llena de pan y hamburguesa—. Que no tengo
miedo a todo porque quiera o porque sea un débil mortal —SangGyun espurreó algo
de comida mientras hablaba y algo le tuvo que caer a LongGuo, porque éste le
puso cara de asco y después arrastró su silla para alejarse de él.
—Pero
tienes miedo de todo y eso es innegable, yo no le tengo miedo a nada —contestó
DongHan—. Así que, no le tengo miedo a las bicicletas, solo juré que jamás me
volvería a acercar a alguna y voy a mantener mi propia promesa.
—Sí…
lo que tú digas —murmuró Kenta en aquel momento, pero no añadió nada más.
DongHan
creyó que, con aquello, el tema de las bicicletas había quedado aparcado para
siempre… pero allí estaba el domingo siguiente a aquella conversación, en uno
de los parques del río Han, con Kenta llevándolo de la mano hasta un lugar en
el que se alquilaban bicicletas. El chico tuvo ganas de maldecir, pero se
contuvo porque en el lugar había un montón de niños pequeños con sus padres y
no tenía ganas de que le echaran la bronca por "haber mancillado los oídos
de sus pequeños" —como si los niños de hoy en día no supieran más tacos
casi que él—.
—Kenta…
—murmuró en lugar de cagarse en todos sus muertos—. Te dije que no quería ver
una bicicleta ni en pintura.
—Y
yo te dije que quería dar un paseo contigo en bicicleta por el río —le replicó
su novio, con una sonrisa completamente encantadora.
—Te
odio…
—Encima
de que trato de hacer que te enfrentes a tus miedos —murmuró el mayor—. Y así
me lo agradeces.
El
chico se puso de morros, cruzó sus brazos sobre su pecho y, durante un buen
rato, no le dirigió la palabra. DongHan aprovechó aquel rato para pensar. Para
pensar en las bicicletas y en si era verdad que les tuviera miedo… él, que no
le tenía miedo a nada, y después de pensarlo un poco se dio cuenta de que
quizás un poco de miedo sí que les tenía porque todavía tenía en su cuerpo las
cicatrices de la enorme caída que había tenido cuando era pequeño. Por ese
motivo, porque DongHan siempre se había enfrentado a absolutamente todo,
decidió que en algún momento también debía de enfrentarse al tema de las
bicicletas... y qué mejor que hacerlo estando con su novio.
—Está
bien… —acabó diciendo—, pero a cambio me vas a tener que dar algo muy bueno.
—Perfecto.
Trato hecho —dijo Kenta, iluminándosele la cara al escuchar la respuesta que le
había dado.
Y
tras aquello, Kenta se acercó al lugar en el que alquilaban las bicicletas y
pagó por una un par de horas, para poder comenzar a enseñarle después a DongHan
cómo se manejaba ésta. Al principio, el menor se había sentido muy ansioso
sobre la bicicleta, pero después de ver lo feliz que Kenta era con cada avance
que hacía o con cada vez que se montaba él en la bici para enseñarle cómo hacer
algo, el chico decidió trabajar mucho más en aprender a llevar una bicicleta,
sobre todo, después del paseo que Kenta le dio, ambos compartiendo sillín, muy
pegados el uno al cuerpo del otro, en su propio mundo lleno de felicidad,
viendo el atardecer sobre el río Han.
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