domingo, 7 de octubre de 2018

[One Shot] Just Be Joyful: 오늘부터 (Ride with me) {HoduKen}


Título: 오늘부터 (Ride with me)
Autora: Riz Aino
Parejas: HoduKen (Takada Kenta + Kim DongHan) (JBJ)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, humor, fluff
Número de palabras: 1.080 palabras
Resumen: DongHan era una persona que no tenía muchos miedos, una persona que solía enfrentarse a la vida, a todo lo que ésta le tuviera preparado sin echarse para atrás ni una sola vez, ni un solo instante, le trajera esto las consecuencias que le trajera.
Notas: historia escrita para una personilla que me dejó la petición anónimamente por Tumblr.
Comentario de autora: a veces me dan muchísimas ganas de escribir cosas con un poquitín de humor y, con este fic, me he resarcido de las ganas que tenía de ello. Espero que os guste.

오늘부터
(Ride with me)

DongHan era una persona que no tenía muchos miedos, una persona que solía enfrentarse a la vida, a todo lo que ésta le tuviera preparado sin echarse para atrás ni una sola vez, ni un solo instante, le trajera esto las consecuencias que le trajera. Así, había enfrentado al mundo de adolescente cuando le dijo a sus padres y a sus amigos —y casi al colegio entero— que era gay, que le gustaban los chicos y que estaba completamente enamorado de Lee TaeMin de SHINee. Después de aquello se había enfrentado a que sus padres le dijera que lo iban a desheredar durante meses, hasta que se acostumbraron a todo y acabaron por comprender que él seguía siendo su hijo a pesar de que no les iba a dar nietos; también se tuvo que enfrentar después de aquello a que la mayoría de las personas de su instituto le hicieran el vacío o tratasen de hacerle bullying por ello —pero teniendo a Kwon HyunBin como su mejor amigo, una torre de chiquillo que imponía más que cualquier otra persona en aquel lugar, se había librado bastante del tema del bullying—.


DongHan se había enfrentado también a cosas más triviales, como a probar alguna comida extraña de algún otro país o a retos estúpidos y peligrosos que le propusieran sus amigos. Se había enfrentad a todo aquello con una sonrisa en su rostro y había salido vencedor de todo lo que la vida le había puesto por delante, absolutamente todo… hasta que había llegado su novio, Kenta, y le había propuesto que salieran a dar una vuelta en bicicleta por una de las rutas del río Han.

Las bicicletas le daban pavor. Pavor absoluto. DongHan solo había montado una vez en una, cuando era pequeño, y se había dado tal hostión con ella que había jurado y perjurado que jamás volvería a acercarse en su vida a una bicicleta. Veinte años había estado cumpliendo con aquella promesa que se había hecho a sí mismo y, por mucho que quisiera a Kenta, no iba a montarse en una maldita bicicleta.

—¿En serio? —le cuestionó su novio cuando le dio la negativa—. ¿Le tienes miedo a las bicicletas?
—No les tengo miedo —replicó él—. Tener miedo es para los débiles mortales como SangGyun.
—¡Eh! —se quejó el nombrado, con la boca llena de pan y hamburguesa—. Que no tengo miedo a todo porque quiera o porque sea un débil mortal —SangGyun espurreó algo de comida mientras hablaba y algo le tuvo que caer a LongGuo, porque éste le puso cara de asco y después arrastró su silla para alejarse de él.
—Pero tienes miedo de todo y eso es innegable, yo no le tengo miedo a nada —contestó DongHan—. Así que, no le tengo miedo a las bicicletas, solo juré que jamás me volvería a acercar a alguna y voy a mantener mi propia promesa.
—Sí… lo que tú digas —murmuró Kenta en aquel momento, pero no añadió nada más.

DongHan creyó que, con aquello, el tema de las bicicletas había quedado aparcado para siempre… pero allí estaba el domingo siguiente a aquella conversación, en uno de los parques del río Han, con Kenta llevándolo de la mano hasta un lugar en el que se alquilaban bicicletas. El chico tuvo ganas de maldecir, pero se contuvo porque en el lugar había un montón de niños pequeños con sus padres y no tenía ganas de que le echaran la bronca por "haber mancillado los oídos de sus pequeños" —como si los niños de hoy en día no supieran más tacos casi que él—.

—Kenta… —murmuró en lugar de cagarse en todos sus muertos—. Te dije que no quería ver una bicicleta ni en pintura.
—Y yo te dije que quería dar un paseo contigo en bicicleta por el río —le replicó su novio, con una sonrisa completamente encantadora.
—Te odio…
—Encima de que trato de hacer que te enfrentes a tus miedos —murmuró el mayor—. Y así me lo agradeces.

El chico se puso de morros, cruzó sus brazos sobre su pecho y, durante un buen rato, no le dirigió la palabra. DongHan aprovechó aquel rato para pensar. Para pensar en las bicicletas y en si era verdad que les tuviera miedo… él, que no le tenía miedo a nada, y después de pensarlo un poco se dio cuenta de que quizás un poco de miedo sí que les tenía porque todavía tenía en su cuerpo las cicatrices de la enorme caída que había tenido cuando era pequeño. Por ese motivo, porque DongHan siempre se había enfrentado a absolutamente todo, decidió que en algún momento también debía de enfrentarse al tema de las bicicletas... y qué mejor que hacerlo estando con su novio.

—Está bien… —acabó diciendo—, pero a cambio me vas a tener que dar algo muy bueno.
—Perfecto. Trato hecho —dijo Kenta, iluminándosele la cara al escuchar la respuesta que le había dado.

Y tras aquello, Kenta se acercó al lugar en el que alquilaban las bicicletas y pagó por una un par de horas, para poder comenzar a enseñarle después a DongHan cómo se manejaba ésta. Al principio, el menor se había sentido muy ansioso sobre la bicicleta, pero después de ver lo feliz que Kenta era con cada avance que hacía o con cada vez que se montaba él en la bici para enseñarle cómo hacer algo, el chico decidió trabajar mucho más en aprender a llevar una bicicleta, sobre todo, después del paseo que Kenta le dio, ambos compartiendo sillín, muy pegados el uno al cuerpo del otro, en su propio mundo lleno de felicidad, viendo el atardecer sobre el río Han.








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