Título:
Love Letter
Autora:
Riz Aino
Pareja:
ChuuVes (Yves + Chuu) (LOONA)
Clasificación: PG
Géneros: AU, high
school, romance, fluff
Número
de palabras: 2.198 palabras
Resumen: SooYoung
recibe cartas de amor en su taquilla y desea encontrar a la persona que las
deja porque sus palabras hacen que siempre se anime.
Aclaraciones:
la historia está hecha como si fuera el 2000 y poco, por lo que, los móviles
son ladrillos y las cartas de amor son comunes en la vida estudiantil.
Notas: esto
fue planteado después de ver el MV de HONEYST “Someone to Love” porque el vídeo
es super cuqui y me encantó. Podéis verlo aquí si queréis
saber de dónde salió la inspiración porque no conozcáis a mis hijos.
Comentario
de autora: a todo el mundo le encanta este ship, por lo que espero
que además del ship os guste la historia, he tratado de que sea bonita y cuqui
como ellas. Espero que os guste.
Cuando
SoYoung llegó aquel día a clase, lo primero que hizo fue dejar su mochila sobre
su mesa y saludar a sus amigas, que habían llegado antes, para después ir hacia
su taquilla, poner la combinación correcta en el candado que la cerraba y
abrirla para coger el libro que necesitaba para la primera clase. Aquello era
lo que solía hacer todas las mañanas; sin embargo, aquel día se encontró en su
taquilla una carta de color rosa claro, cerrada con un corazón y que tenía su
nombre escrito en el sobre. SooYoung no pudo evitar la sonrisa que apareció en
su rostro porque reconocía aquella carta, reconocía que aquella carta
pertenecía a su admirador o admiradora secreta que de vez en cuando le dejaba
pequeñas cartas diciéndole cosas bonitas. A SooYoung siempre le hacía muchísima
ilusión recibirlas y, desde el día en el que se había encontrado la primera,
había deseado saber quién era la misteriosa persona.
—¿Has
recibido otra carta de amor? —le preguntó HaSeul en ese momento, asomándose.
—Eso
parece —respondió ella, sacando la carta de la taquilla junto al libro que
había ido a buscar.
—¿Es de
la misma persona? —cuestionó su amiga y SooYoung asintió. Aun no la había abierto,
pero era el mismo sobre, la misma letra, la misma pegatina de corazón que llevaban
todas las demás cartas que recibía de esa persona, así que, tenía que ser—. Ay.
Ábrela.
—¿Una
carta? —preguntó entonces JinSol, saltando de su asiento—. Yo quiero verla
también.
SooYoung
no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de sus dos amigas, que se ilusionaban
muchísimo, tanto como si aquellas cartas que la chica había comenzado a recibir
un par de meses atrás fueran para ellas. Ella también se ilusionaba muchísimo
porque recibir cartas de amor significaba que había alguna persona en aquel
instituto estaba enamorada de ella, pero no era lo suficientemente valiente
como para decírselo en persona. SooYoung no estaba acostumbrada a atraer las
miradas de nadie, así que, aquello era algo maravilloso para ella.
La chica
se sentó en su pupitre y HaSeul y JinSol se colocaron cada una a un lado y se
inclinaron para ver por encima de su hombro qué era lo que ponía en la carta
que había recibido. Mientras despegaba la pegatina de corazón que sellaba el
sobre con sumo cuidado para no romperlo, SooYoung notó cómo todo fue a cámara
lenta justo en su entorno inmediato, pero en el resto de la clase, el ritmo
siguió siendo el habitual a primera hora de la mañana, mientras esperaban a que
llegara el profesor de la primera hora. Cuando finalmente se despegó el
corazón, la chica por fin exhaló el aire que no sabía que había estado conteniendo
hasta aquel momento y sacó con cuidado el papel que había en su interior.
Como siempre,
éste estaba escrito con una letra preciosa y cuidada que nombraba en aquella
ocasión todas las buenas cualidades de SooYoung y se despedía con un pequeño
dibujo de un corazón. La chica lo leyó todo con una sonrisa y con su propio
corazón palpitando de excitación rápidamente dentro de su pecho.
—Ay.
Pero qué preciosidad —murmuró HaSeul al terminar de leer—. Ojalá a mí me llegaran
cartas tan bonitas como esta.
—Ya ves —comentó
JinSol—. Reparte un poco, guapa —bromeó.
SooYoung
quiso bromear con sus amigas y seguirles el juego un rato, pero antes de que
pudiera abrir la boca, por la puerta de la clase entró su profesor de la
primera hora poniendo orden y mandando a callar a todo el mundo. Rápidamente,
sus amigas se deslizaron como gatos hasta sus respectivos asientos y SooYoung
guardó la carta que había recibido con el mayor cuidado y la mayor rapidez
posible para que no se la requisaran, porque por nada del mundo quería que ésta
llegara a las manos de los profesores. Cuando llegara a casa, la guardaría a
buen recaudo, con las otras que había recibido en los anteriores meses.
Atender a
clase estaba sobrevalorado para SooYoung, más cuando era una aburrida clase de
literatura la que estaba a primera hora, así que, la chica se dedicó a pensar
en quién podía ser la persona que le estaba dejando aquellas cartas en su taquilla.
Debía de ser alguien de su instituto, porque nadie de otros institutos podía
atravesar las verjas del colegio, había varios profesores en la puerta que
examinaban minuciosamente a los alumnos y a la forma en la que llevaban sus
uniformes, así que, una persona que no vistiera el uniforme sería completamente
echada para atrás —claro, había otros medios para entrar, pero eran unos que
las personas de fuera de aquel instituto no podían conocer—. Dentro de las
personas que estudiaban en aquel lugar, la chica estaba segura de que debía de
ser alguien que la conociera, alguien que la viera todos los días y, alguien
que supiera cuál fuera su taquilla, porque en ella no estaba puesto su nombre
real, sino su apodo “Yves”; por lo que el cerco se reducía considerablemente.
Sin
embargo, a pesar de que la chica sabía que tenía que ser alguien de su clase o
alguien que la conociera de otras clases, no podía encontrar a esa persona. A
SooYoung no se le ocurría quién podía ser… y eso la frustraba bastante, porque
quería saberlo. Quería saber quién era la persona que le dejaba cartas
declarándole su amor, cartas dándole ánimos, cartas diciéndole lo maravillosa
que era, quería saberlo con toda su alma, así que, en algún momento, tenía que tomar
la decisión de buscar quién era… aunque no sabía ni por dónde empezar.
—¿Qué
puedo hacer? —les preguntó a sus amigas en el descanso de la comida aquel día. Todas
estaban sentadas alrededor del pupitre de HaSeul, compartiendo lo que habían
llevado—. Para descubrir quién me envía las cartas, digo —aclaró, ante las
caras de no saber qué coño estaba diciendo que le pusieron las dos.
—¿Por
qué no miras los cuadernos de todos los de la clase y compruebas las letras? —propuso
JinSol.
—No creo
que sirva para nada —replicó HaSeul, con la boca llena—. Porque la letra de las
cartas está super cuidada, pero cuando hacemos las tareas todos escribimos
rápido y no nos sale la misma letra.
—Tienes
razón —acabó concediendo JinSol.
—Yo creo
que lo mejor es que vengas un día a clase lo más temprano que puedas, te
escondas y pilles a quien sea con las manos en la masa —propuso HaSeul.
—Oye,
pues no es mala idea —comentó su otra amiga.
No. No era
para nada mala idea. Quizás perdiera horas de sueño, pero eso le haría conocer
a quien le estaba dejando aquellas cartas. Hablar con sus amigas y que éstas le
dieran consejos era algo muy provechoso porque siempre la ayudaban.
—Haré
eso —dijo ella finalmente.
Pero
aquello era más fácil de decir que de hacer. Porque a SooYoung le encantaba
dormir y conseguir el ritmo de levantarse temprano para llegar al instituto
cuando éste estuviera abriendo sus puertas le fue bastante difícil. Durante la
primera semana después de que tomara aquella decisión, la chica siguió
durmiéndose hasta la última alarma, como siempre había hecho, llegando a clase
solo unos minutos antes de que ésta empezara y no fue hasta a partir de la
segunda que empezó a levantarse un poco más temprano e ir llegando al instituto
cada día más y más temprano. Le costó tres semanas llegar al lugar cuando el
conserje estaba abriendo las verjas de la entrada y en el intervalo recibió dos
cartas de amor más en su taquilla que le hicieron sentir muchas más ganas de conocer
a la persona que se las mandaba. No sabía qué haría cuando viera a aquella
persona, pero, al menos, sabría quién era.
SooYoung
estuvo llegando al instituto tempranísimo durante varios días y escondiéndose
en diferentes rincones de la clase para no ser vista, hasta que, por fin, llegó
el día en el que la puerta de la clase se abrió mucho más temprano de lo que
debía comenzar a abrirse. Aquel día, SooYoung se había escondido tras la mesa
del profesor, así que se asomó un poco desde uno de los laterales para poder
ver a quien había entrado. Junto a la puerta del fondo de la clase se encontraba
una chica que conocía bastante bien, JiWoo, la presidenta de la clase, que solía
sentarse en las primeras filas, solía ser encantadora con todos sus compañeros
de clase y solía dedicar sonrisas preciosas a todo el mundo. SooYoung hablaba
con ella de vez en cuando y siempre era muy maja y adorable con ella.
Con el
corazón latiendo dentro de su pecho rápidamente, SooYoung observó cómo la chica
se encaminaba hacia las taquillas en la semioscuridad en la que se encontraba
el lugar, porque todavía era demasiado temprano y no había mucha luz entrando
por las ventanas de la clase, observó cómo se detenía hacia la mitad, donde se
encontraba la taquilla de la chica, y la abría para coger un par de cosas.
SooYoung suspiró. JiWoo no era quien le dejaba las cartas. Estaba a punto de salir
de su escondite tratando de no asustar a la otra, cuando vio cómo esta se
acercaba entonces al lugar en el que se encontraba su taquilla, sacaba con
cuidado una carta y la echaba por la rendija de ésta. El corazón de SooYoung se
detuvo por unos instantes.
Así que sí
que era JiWoo la que le estaba dejando aquellas cartas de amor. SooYoung no
pudo contener la sonrisa que apareció en su rostro. Le parecía algo muy adorable
que solo aquella chica podía llevar a cabo, algo que ninguna otra persona
podría haber hecho. Por alguna razón, a SooYoung le encantaba que fuera ella
quien le hubiera dicho aquellas palabras tan bonitas, por eso, no se lo pensó
mucho cuando salió de detrás del escritorio del profesor y, aprovechando que la
otra todavía estaba vuelta de espaldas, se movió como un gato, tratando de no
hacer ruido, hasta donde se encontraban las llavecillas de las luces del techo
y las encendió todas, iluminando la clase de repente y haciendo que la otra
chica diera un grito y se girara rápidamente hacia ella. En su rostro apareció
una expresión de miedo y sorpresa al ver a SooYoung allí y la chica supuso que
debía ser porque acababa de ser pillada con las manos en la masa… pero JiWoo no
tenía nada que temer.
—Perdona
por haberte asustado —comentó, comenzando a caminar hacia el final de la clase—.
No era mi intención, pero no sabía cómo aparecer sin asustarte.
—No… no…
pasa nada… —murmuró la chica, pegando los libros que tenía en sus manos a su
pecho y abrazándolos fuertemente—. Solo me… has sorprendido…
—No creo
que te haya sorprendido yo más que tú a mí —le dijo, llegando a su lado—.
Muchas gracias por tus cartas, me han hecho muchísima ilusión.
Nada más
escuchar aquello, la cara de JiWoo se volvió de color rojo brillante por
completo y rápidamente desvió su mirada hacia el suelo, totalmente avergonzada.
SooYoung sonrió y, con su corazón latiendo fuertemente por aquella preciosa
visión, empezó a hablar de nuevo.
—Tranquila
—dijo—. Me encantan tus cartas, me encanta recibirlas y me gustaría poder
conocerte un poco más para poder ver si puedo corresponder o no esos
sentimientos tan bonitos que tienes hacia mí.
En ese
momento, JiWoo volvió a alzar su cabeza, mirándola con sus ojos oscuros llenos
de un brillo encantador y SooYoung sintió que probablemente descubrir quién era
la persona que le dejaba las cartas había sido la mejor decisión de su vida,
que no se iba a arrepentir de conocer más a JiWoo y que, seguramente, al final
iba a acabar correspondiendo aquellos sentimientos tan maravillosos que la
chica tenía por ella casi sin intentarlo, porque su corazón no dejaba de latir con
firmeza y fuerza dentro de su pecho.
Notas
finales:
—Como habréis visto, he usado los nombres reales de las
chicas porque, bueno, sería raro llamarse Yves y Chuu en un instituto coreano al
principio de los 2000… así que, ya sabéis, SooYoung es Yves y JiWoo es Chuu.
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