Título:
너
때문에
(Because of you)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
BangDae (YoungGuk + DaeHyun) (B.A.P)
Clasificación:
R
Géneros:
AU, Werewolf, romance, drama
Número de palabras:
4.562 palabras
Resumen:
cuando DaeHyun abrió la puerta de su apartamento y se encontró frente a él a YongGuk,
lo primero que pensó fue en cerrarla de nuevo justo después.
Aclaraciones:
para quienes se lo pregunten, aunque este ff sea de alfa-omega, NO hay m-preg
porque lo odio demasiado. También aclaro que esto es mi propia visión de las
cosas, que no sigue ninguna norma pre-establecida.
Advertencias:
relaciones sexuales explícitas, bastante explícitas.
Notas:
el grupo fue elegido a través de esta
encuesta, la pareja la elegí yo, así como todo lo demás, nadie sabía qué era lo
que iba a hacer cuando votaron.
Comentario de autora:
tenía ganas de escribir algo de alfas y omegas porque he visto un montón de
fics de esta característica en los últimos tiempos y quería aportar mi granito
de arena. Espero que os guste.
Los hombres lobo o licántropos son unas
criaturas legendarias presentes en muchas culturas desde tiempos tan antiguos
que se cree que este mito casi nació a la misma vez que la humanidad. La mayor
parte de esta afirmación es real, los hombres lobo aparecieron en el mismo
tiempo que los humanos corrientes; la otra parte, aquella que los convierte en
leyendas, cuentos, mitos, figuras nacidas del folklore, es falsa. Los hombres
lobo existieron en los primeros tiempos de los hombres y, aun hoy en día, lo
siguen haciendo… quizás son menos visibles de lo que lo fueron en otros tiempos,
quizás ahora los humanos eran incapaces de distinguirlos de los suyos propios
porque se camuflan entre ellos y no dejan salir a la luz su condición de bestia
en ningún momento, pero los hombres lobo seguían existiendo.
DaeHyun era un hombre lobo, aunque solo muy
pocas personas lo sabían, de hecho, solo lo sabían su familia y un par de
amigos que compartían su misma condición, las demás personas que se encontraban
a su alrededor pensaban que se trataba de una persona normal y corriente, un
chico universitario ni más listo ni más torpe que los demás, trabajador y
amable; porque los hombres lobo habían dejado prácticamente todas sus
tradiciones atrás para adaptarse a la sociedad… aunque había algunas que
todavía seguían siendo llevadas a cabo, como aquellas en las que se formaban
las relaciones interpersonales o de dominancia o sumisión.
Todos los hombres lobo, cuando llegaban a la
edad de dieciséis años comenzaban a desarrollar sus características especiales,
aquellas que los señalaban como alfas, betas u omegas, algo que hacía que su
vida en la comunidad de licántropos cambiara sutilmente dependiendo de a qué
clase pertenecieran. Los alfas eran el escalafón más alto, los beta el
intermedio y los omegas el más bajo y esto determinaba cómo se relacionaban
entre ellos a partir de ese momento, ya que no era recomendable que los alfas,
destinados a ser aquellos que se harían cargo de los problemas que pudieran
surgir en las pequeñas comunidades establecidas en las diferentes ciudades, se
relacionaran con betas u omegas, cuyo papel era prácticamente nulo en aquella
sociedad, ya que solo podían servir de apoyo o como fuerza de combate. Los
tiempos habían cambiado, era el pleno siglo XXI, pero eso seguía siendo de
aquella manera… de la misma forma que, la norma de encontrar pareja con la que
formar una familia también había seguido siendo igual.
En encontrar pareja también había normas, los
alfas se veían beneficiados porque ellos podían elegir a su pareja de por vida
y reclamarla antes que betas u omegas. La pareja podía encontrarse entre sus
congéneres femeninas, las mujeres lobo, aunque estas no eran tan numerosas; o
entre las humanas, quienes eran informadas de su condición de hombres lobo y
aceptaban aquella parte de ellos. No obstante, había otra variante en aquellas
relaciones, aunque era tan ínfimo el porcentaje que no se contaba entre las
normas generales de los hombres lobo. Había veces, en las que no había pareja
de por vida entre el género femenino, sino que ésta se encontraba entre los
otros hombres lobo y podían establecerse relaciones entre los alfas, los betas
y los omegas.
De aquella forma funcionaba la comunidad en
la que DaeHyun había nacido y se había criado, de aquella forma era cómo su
comunidad se relacionaba, a pesar de que tenían que regirse por las leyes
humanas en el resto de aspectos para poder camuflarse perfectamente entre
ellos. Sin embargo, desde hacía muchos años, a DaeHyun no le interesaban en lo
más mínimo aquellas reglas, desde que a los dieciséis años, el olor que había
comenzado a desprender su cuerpo lo había declarado como omega y había tenido
que separarse de quién había estado junto a él desde que tenía memoria, su
mejor amigo, quien había sido declarado alfa años antes.
DaeHyun, no obstante, había
continuado con su vida, había estado en la universidad y después de aquello
había encontrado trabajo en un pequeño bufete de abogados en el que todavía
estaba de prácticas, pero una vez éstas finalizaran se convertiría en su lugar
de trabajo fijo. El joven no había necesitado de la comunidad de licántropos
para llegar hasta donde había llegado, ni tampoco había necesitado tener a su
lado a sus antiguos amigos. Había crecido, había madurado y se había alejado
totalmente de todo aquello. Quizás todavía podía seguir reconociendo a los
hombres lobo que se cruzaban en su vida, ya fuera en el metro, el supermercado
o las calles, quizás todavía seguía sintiendo aquellas fiebres y necesidad de
aparearse cada pocos meses… pero DaeHyun había aprendido a convivir con aquello
y a obviarlo por completo, como si no formara parte de su ser.
Eso había sido así desde que había
roto los lazos con la comunidad al entrar en la universidad… y así debía haber
seguido siendo durante toda su vida, eso era lo que el chico había planeado.
Sin embargo, aquel plan no parecía estar dispuesto a cumplirse.
Cuando DaeHyun abrió la puerta de su
apartamento después de escuchar el timbre y se encontró frente a él a YongGuk,
lo primero que pensó fue en cerrarla de nuevo justo después. Sin embargo, antes
de que pudiera hacerlo, el otro le dirigió una de aquellas carismáticas
sonrisas suyas mezcladas con una oleada de su olor de alfa, y DaeHyun dudó por
unos segundos, segundos que el mayor aprovechó para pasar por su lado y entrar
al apartamento, auto invitándose a su casa.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó DaeHyun cuando finalmente pudo
volver a sus sentidos, cerrando la puerta—. ¿Cómo me has encontrado?
—Creía
que me ibas a dar otro recibimiento —respondió YongGuk, sin mirarlo, pareciendo
muy concentrado en observar el pequeño apartamento en el que el chico llevaba
viviendo unos años—. Una vez fuimos amigos y llevamos mucho tiempo sin vernos.
—Tú
lo has dicho —replicó DaeHyun—. “Fuimos”, en pasado. Ya no somos nada, así que,
sal de mi casa.
—Necesito
un lugar donde quedarme unas semanas hasta que encuentre algo en donde pueda
vivir —dijo el otro, finalmente girándose hacia él—. Pensé que podía quedarme
aquí y que no te molestaría demasiado.
—Pues
me molesta, así que vete de aquí antes de que te eche a patadas —el chico se
cruzó de brazos, mostrando que por mucho que el otro le rogara, no lo dejaría
quedarse.
—No
quiero utilizar mi rango para hacerte cambiar de opinión —replicó YongGuk—,
pero lo haré si no me dejas otra opción. Necesito un lugar dónde vivir unas
semanas, después te dejaré en paz y no volveré a mostrarme ante ti si eso es lo
que quieres que haga.
—Hace
años que rompí mis lazos con la comunidad —respondió DaeHyun—, no uses las
leyes de los lobos aquí.
—No
son las leyes de los lobos, son las de la naturaleza —el mayor se acercó a él
hasta que sus cuerpos se quedaron a unos pocos centímetros de distancia—. Soy
un alfa y tú un omega, por lo tanto, me debes obediencia y sumisión.
DaeHyun
cerró los ojos y dejó de respirar durante unos momentos, la cercanía de YongGuk
y el olor que emanaba de él nublaba todos sus sentidos. El mayor estaba
tratando de hacer que su voluntad flaqueara y cediera a su mandato utilizando
aquello, pero el chico no quería dejarse vencer, no podía dejarse vencer.
—Vete,
por favor —dijo con un hilo de voz.
—Me
quedaré —respondió el mayor firmemente, haciendo que finalmente se impusiera su
voluntad como alfa sobre la de DaeHyun.
~.~.~
Cuando DaeHyun y YongGuk eran niños,
todo era fácil. A pesar de que no tenían la misma edad habían crecido juntos
porque sus familias vivían muy cerca y no había ninguna norma que dijera que no
podían ser amigos. Ambos habían pasado su infancia y adolescencia juntos e,
incluso cuando YongGuk fue alfa mucho antes que él y más tarde comenzó a tener
algunas responsabilidades por sus estudios, seguían viéndose de vez en cuando,
pasando fines de semana enteros jugando a videojuegos. Sin embargo, todo había
cambiado cuando DaeHyun fue declarado omega, en ese momento, todo se complicó y
YongGuk dejó de tener tiempo para él repentinamente. Fue a partir de ahí cuando
DaeHyun decidió que lo único que necesitaría en el futuro para ser feliz sería
alejarse de todo lo que tuviera que ver con los hombres lobo… y durante un
tiempo le había ido bien, al menos, hasta que YongGuk había aparecido en su
puerta unos días atrás. Desde ese momento, la vida de DaeHyun había cambiado
totalmente.
Su rutina diaria había cambiado
completamente desde que se levantaba, porque DaeHyun se despertaba a primera
hora de la mañana y lo primero que se encontraba al salir de su habitación era
a YongGuk durmiendo a pierna suelta en su sofá. Desde ese mismo instante, su
día comenzaba torcido, porque no le hacía la más mínima gracia que el mayor
estuviera allí y, a pesar de que había tratado de echarlo, no lo había
conseguido. Eso lo ponía todavía de más mal humor. Y, para colmo, aprovechando
que sus prácticas en el trabajo estaban a punto de finalizar, se estaban
aprovechando un poquito más de él de lo que deberían, por lo que DaeHyun se
pasaba todo el día tratando de mantener a raya a su lobo interior para no
cometer ningún asesinato que lo delatara como hombre lobo y que delatara la
existencia de su raza. Cuando llegaba a casa, YongGuk seguía allí, por lo que
su día era redondo.
—¿Cuándo piensas irte? —le preguntó aquel día cuando llegó, a
pesar de que generalmente no entablaba conversación con él—. Dijiste que solo
te quedarías unos días hasta que encontraras un sitio al que irte, pero aquí
sigues.
—Aún
no lo he encontrado —le respondió YongGuk desde la barra de la cocina, lugar en
el que se estaba comiendo un sándwich tranquilamente.
DaeHyun
no pudo evitar poner mala cara. Aquella situación no le gustaba nada porque
YongGuk había aparecido en su vida cuando prácticamente había olvidado todo lo
que había pasado en la comunidad y cuando ya tenía su vida completamente
encaminada. No le gustaba porque para DaeHyun, durante más años de los que
podía recordar, YongGuk lo había sido todo para él, y repentinamente había
salido de su vida, sin avisar, sin explicaciones, sin dejar nada que
reconfortara el vacío de DaeHyun. Y ahora se presentaba en su puerta como si
fuera lo más natural del mundo y se quedaba a vivir con él, probablemente
pensando que todo seguía siendo igual entre ellos. Pero YongGuk se equivocaba.
Ya nada era igual entre ellos. Todo había cambiado.
El
DaeHyun adolescente lo habría dado todo por ayudar a YongGuk, por hacerlo
feliz, lo habría dado todo por hacerlo feliz, por verlo sonreír; pero después
de que el mayor lo ignorara completamente, como si no existiera para él, toda
la admiración que sentía por él había quedado en nada, había sido destruida por
completo y DaeHyun ya no sentía absolutamente nada por él, ni siquiera rencor
por haberlo dejado tirado simplemente por ser un omega. Lo único que el chico
quería era que el mayor se fuera de su vida tan rápido como había aparecido y
que no lo volviera a buscar.
—¿Odias tanto mi presencia en este lugar? —escuchó cómo
YongGuk le preguntaba. DaeHyun simplemente le dedicó una mirada llena de
desdén, ni siquiera la contestó y siguió su camino hasta su habitación. Aquella
noche no tenía ganas de cenar, menos tenía ganas de entablar una conversación
como esa con YongGuk. Si aún no se había dado cuenta de que no era bienvenido
en aquel lugar por lo mal que se había portado con el menor, era cosa suya—. Lo
siento.
DaeHyun
creyó escuchar una disculpa dicha con la voz grave de YongGuk, pero estaba
cansado y el sonido había sido demasiado débil, así que, el chico sabía que
debía de habérselo imaginado. Muchas veces había soñado con que el mayor
llegaba a la puerta de su casa y le pedía disculpas por su comportamiento, le
daba una explicación inverosímil y después DaeHyun lo acababa perdonando y
volvían a estar como antes, volvían a ser los mismos. Pero había llegado un
punto en el que DaeHyun había dejado de soñar con aquello y en aquel momento era
lo que menos deseaba. Lo único que quería era volver a vivir su vida sin tener
que estar viendo a YongGuk en su apartamento cada día, recordándole el pasado,
recordándole cómo todo se había ido al traste sin ninguna explicación.
Las
reglas de la comunidad estaban ahí, pero eso no significaba que éstas no fueran
flexibles. Muchos alfas y omegas seguían siendo amigos a pesar de sus nuevas
designaciones en la comunidad, seguían hablando, seguían viéndose. Algunos
alfas y omegas habían incluso mantenido una relación sentimental o una relación
puramente carnal, pero en todos esos casos, su rango no había influenciado su
relación en lo más mínimo, por eso DaeHyun era incapaz de perdonar lo que
YongGuk había hecho.
~.~.~
—He
dejado la comunidad —le dijo YongGuk al día siguiente cuando salió de su
habitación, dispuesto a desayunar y a ir al trabajo.
DaeHyun
no se quedó impresionado. Era algo que ya había supuesto, así que, simplemente
se encogió de hombros y abrió el frigorífico para coger algo de leche, no tenía
mucho tiempo. Mientras se echaba la leche en un bol y después los cereales, el
chico sintió la mirada del otro fija sobre él, como si estuviera esperando a
que le hiciera un comentario sobre aquello, pero DaeHyun no tenía comentario
alguno que hacer. Lo primero que DaeHyun había pensado que podía haber sucedido
para que YongGuk fuera a buscarlo era eso, que hubiera dejado la comunidad,
porque si no, no tendría sentido alguno que lo hubiera hecho. Desde que el
chico había cortado todos los lazos con la gente con la que se había criado —sus
padres incluidos— se había convertido en una especie de paria por no aceptar la
ayuda que se le brindaba desde la comunidad, así que, la estancia de YongGuk
allí solo podía explicarse por ese motivo.
Sin
embargo, DaeHyun no sabía qué era lo que YongGuk quería que hiciera él con
aquella información porque a él no le importaba su situación, no le importaba
cuáles eran sus motivos para haber abandonado a los lobos. Por ese motivo, el
chico se comió rápidamente los cereales y después se dirigió al trabajo,
dejando su mente completamente en blanco y colocándose los auriculares para
escuchar música. Aquel día era el último día de aquella semana que tenía que
trabajar y después tendría que pasar un fin de semana entero con YongGuk en su
piso, algo que no le hacía mucha gracia. Quizás podría llamar a alguno de sus
compañeros de facultad, YoungJae o JongUp, ellos siempre estaban dispuestos a
salir cuando DaeHyun se lo pedía y seguro que no tendrían ningún problema en
que se quedara con ellos todo el fin de semana.
Con
aquello en mente, DaeHyun estuvo trabajando aquel día en todo lo que le
mandaron hacer en la oficina, aunque fuera algo tan tedioso como hacer informes
y ordenar los miles y miles de folios que rondaban por el lugar. Porque solo
pensar que en cuanto saliera de aquel lugar podría quedar con alguno de sus
amigos a los que llevaba un poco de tiempo sin poder ver, DaeHyun se sentía
bastante motivado y, sobre todo, el pensamiento de no tener que pasar el fin de
semana en su apartamento, donde YongGuk seguiría, era lo que más lo motivaba a
hacer las cosas rápidamente, eficazmente y sin queja alguna.
Sin
embargo, tal y como le había pasado cuando YongGuk había aparecido en la puerta
de su casa, la vida no estaba por la labor de ir por el lugar que él le marcaba.
Con
todo el ajetreo que había tenido en los últimos días y, habiendo huido
prácticamente cada mañana al trabajo, donde lo daba todo de sí para mantener su
mente ocupada y, llegando tardísimo a casa, el chico no había tenido tiempo
material para pensar, tiempo material para hacer cuentas, tiempo material para estar
atento a las lunas, algo que, por supuesto, debía de haber hecho porque la luna
que se avecinaba no era una luna corriente, era la Luna del Lobo.
La luna llena
más grande en mucho tiempo, la luna llena que generalmente traía consigo más
transformaciones y más fiebres, la luna llena que más estragos provocaba entre
la población licántropa, sobre todo entre los omegas. No era llamada Luna del
Lobo por nada. Aquel fin de semana no iba a poder quedar para ver a sus amigos,
no iba a poder hacer absolutamente nada porque las fiebres lo iban a atacar muy
fuerte esos días, los días previos a la noche de la luna llena. DaeHyun iba a
tener que quedarse en cama, en casa, junto a YongGuk, a quien prácticamente no
le iba a afectar aquella luna por su condición de alfa.
DaeHyun
se pasó todo el día consciente de que en cualquier momento podía comenzar a
sentirse mal, por lo que trató de hacer las cosas que debía sin forzarse
demasiado porque, cuanta más energía gastara ese día, peor lo pasaría cuando la
fiebre comenzara y no pudiera moverse de la forma en la que él quería, hacer lo
que él quería. Por eso, a pesar de que estuvo todo el día en la oficina
haciendo su trabajo y tratando de que nadie a su alrededor notara que estaba
tratando de ahorrar energía, el chico hizo todo lo posible y echó las horas en
la oficina bastante bien, por lo que, cuando finalizó el día, pensó que estaba
a salvo. Sin embargo, aunque éste creyera que se comenzaría a encontrar mal al
día siguiente, no debía haber subestimado el poder de aquella luna especial, el
poder que éste ejercía sobre su parte lobo.
Prácticamente
no había hecho más que salir del edificio en el que se encontraba el bufete de abogados
en el que estaba de prácticas, DaeHyun comenzó a sentirse mal. El calor
recorría todo su cuerpo de arriba abajo, lo mismo que el sudor. Se sentía mal,
muy mal, apenas podía respirar correctamente, así que se echó sobre la pared de
un edificio cercano para tratar de respirar hondo y calmar los rápidos latidos
de su corazón, sin éxito. DaeHyun maldijo por lo bajo. La fiebre había empezado
y él se encontraba muy lejos de casa.
Aunque estuviera oscuro porque en
invierno anochecía mucho más temprano que en cualquier otra época, DaeHyun no
podía arriesgarse a que nadie lo encontrara en aquel estado, así que, con sus
últimas fuerzas, trató de escapar de la calle principal, arrastrándose prácticamente,
buscando en su confusa mente cómo poder llegar a casa sin ser visto. Convertirse
en lobo en aquellos momentos para ser más rápido no era una opción, porque con
aquella fiebre era imposible para él hacerlo y no perder la cabeza, así que eso
estaba totalmente descartado; sin embargo, su apartamento se encontraba algo
lejos de su lugar de trabajo y generalmente se movía por la ciudad en metro,
algo que tampoco podía hacer en aquellos momentos y caminar hasta allí en ese
estado era más una locura que una solución decente.
DaeHyun se estaba quedando sin
opciones cuando de repente vio a una persona acercarse a él. Su vista había
comenzado a nublarse un poco, por lo que no pudo identificarlas hasta que ésta
no estuvo prácticamente a pocos centímetros de él, aunque no fueron sus ojos
los que lo identificaron, si no sus fosas nasales completamente conscientes en
aquellos momentos del olor de alfa que YongGuk desprendía. DaeHyun quiso
alejarse de aquel olor porque su mente se estaba comenzando a nublar mucho más de
lo que ya lo estaba de por sí, pero sus piernas no respondieron a la orden
mandada por su cerebro y los brazos de YongGuk acabaron rodeándolo fuertemente.
—Tranquilo… ya estoy aquí —escuchó que el mayor le susurraba—.
Yo cuidaré de ti.
DaeHyun quiso luchar contra aquello,
quiso soltarse de aquel abrazo, quiso alejarse, quiso gritarle que no lo
necesitaba, pero la fiebre no lo dejó decir nada, no lo dejó hacer nada y la
neblina de su mente y sus ojos se convirtió en una completa oscuridad.
~.~.~
Cuando DaeHyun pudo recuperar su
consciencia de nuevo, lo primero de lo que fue consciente fue del olor de
YongGuk inundando sus fosas nasales, demasiado cerca, demasiado persistente. El
chico abrió los ojos rápidamente, encontrándose en su habitación, tumbado en la
cama y, frente a él, YongGuk, también tumbado sobre el colchón, a su lado.
DaeHyun se alejó de él, poniendo distancia entre ellos, a pesar de que se
sentía todavía bastante mal, su cuerpo ardiendo por la fiebre y su mente solo
llena con el pensamiento de que necesitaba mucho más cerca a YongGuk. El chico
cerró sus ojos y trató de concentrarse en otra cosa, trató de no respirar para
no tener que soportar las consecuencias que despertaba aquel olor en su cuerpo
cuando estaba tan débil, pero nada funcionó y lo único que pudo hacer fue
suspirar.
—Vete, por favor —le pidió a YongGuk, tratando de que su voz
fuera lo más firme y convincente posible. Falló estrepitosamente.
—No
puedo irme, me necesitas —fue la respuesta del mayor.
—Nunca
te he necesitado y no voy a necesitarte ahora —replicó.
DaeHyun
había sido duro con sus palabras, pero era la realidad. La primera fiebre que
había tenido a los dieciséis años era la única que había pasado junto a YongGuk,
la fiebre en la que se había despertado su olor como omega. Éste había estado a
su lado los días que duró, estuvo a su lado la primera vez que se había
transformado, lamió sus primeras heridas después de la transformación y después
besó todo su cuerpo por primera y única vez, haciendo que la fiebre se fuera
rápidamente. YongGuk había estado con él y le había prometido que estaría con
él siempre en momentos como aquellos para hacerlo sentir bien… pero solo unas
pocas semanas después se había ido alejando de él, alejando hasta que DaeHyun
ya no había tenido forma de contacto con él. Alejándose de él de tal forma que
DaeHyun había acabado por pensar que aquella noche en cuestión nunca había
existido, que nunca había estado con él.
Sin
embargo, estando ahora junto a él, DaeHyun no podía evitar recordar lo real que
todo había sido… y lo real que era tenerlo ahora en la misma cama.
—Lo
siento mucho —murmuró YongGuk, llamando su atención—. No quise alejarme de ti
en aquel entonces, mucho menos después de aquella noche.
—No
quiero saberlo —cortó DaeHyun, con las últimas fuerzas que le quedaban para
oponerse a aquella férrea voluntad del alfa.
—Pero
yo quiero contarlo —replicó.
Por
eso, a pesar de que el chico no quería saber absolutamente nada, YongGuk
comenzó a hablar y comenzó a contarle cómo desde las capas más altas de la
comunidad le habían prohibido seguir viéndolo porque estaba destinado a ser un
gran líder en aquel lugar y DaeHyun simplemente era un omega que no tenía la
más mínima importancia. YongGuk le contó cómo había tratado de hacerles cambiar
de opinión, cómo les había contado lo que había pasado entre ellos la noche de
la primera fiebre de DaeHyun y cómo la respuesta que había recibido era la de
que seguía teniendo prohibido acercarse a él. Los primeros días había desoído
lo que le habían dicho, había seguido queriendo ver a DaeHyun, pero finalmente
toda su voluntad se había quebrado cuando le habían dicho que si seguía
manteniendo aquella actitud, el menor saldría herido.
Así
que por ese motivo se había alejado de él, por ese motivo no había ido a
buscarlo de nuevo y por ese momento no había dejado que DaeHyun se volviera a
acercar a él. También le contó que había querido salir corriendo tras él en el
momento en el que el chico había abandonado la comunidad, pero había sido un
cobarde y no lo había hecho, contentándose solo con observarlo de vez en cuando
en la lejanía para asegurarse de que estaba bien. Sin embargo, se había acabado
hartando de ello, de no poder estar junto a él y de las presiones que recibía
de la comunidad que quería que fuera uno de sus próximos líderes, y por eso
había acabado yéndose de la comunidad y buscándolo a él. Por eso había ido a la
puerta de su casa y por eso se había quedado allí.
YongGuk
le pidió perdón por todo lo que había hecho en aquellos años, desde el
principio por haberse alejado de él, por haberle mentido y por haber aparecido
en su vida tan repentinamente. Y DaeHyun sabía que era por la fiebre y por el
olor de YongGuk, pero aun así, finalmente acabó acercándose de nuevo al cuerpo
del mayor, dejando que éste lo abrazara, lo besara, perdonándolo por lo que había
pasado porque sabía que no había tenido muchas opciones. No obstante, aunque en
aquel estado de debilidad DaeHyun dejara que el mayor acariciara su cuerpo,
aunque lo perdonara en ese momento, todavía sentía mucho rencor por él que no
iba a ser solucionado de una forma tan fácil.
Porque
debido a YongGuk, lo había pasado bastante mal durante años, debido a YongGuk
su vida había cambiado por completo y, porque ahora fuera pidiendo perdón,
DaeHyun no iba a olvidarlo todo y comenzar de cero. Era algo en lo que ambos
tenían que trabajar concienzudamente. Después, cuando su mente estuviera
despejada y pudiera pensar con claridad, pudiera tomar decisiones razonándolas
y no por necesidad, DaeHyun tenía que hablar con él. Sin embargo, en aquel
momento, lo único que DaeHyun necesitaba era sentir el cuerpo de YongGuk contra
el suyo, lo único que necesitaba era que aquella horrible fiebre provocada por
la Luna del Lobo se acabara lo más rápido posible.
Notas finales:
—Llevaba mucho tiempo queriendo comenzar este
fanfic, pero no fue hasta que una tarde me vino la inspiración que no me puse
realmente con ello y lo escribí en un momento.
—La parte de la Luna del Lobo fue inspirada por
este tweet
de la NASA.
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