Título: Vampire Stories
Autora: Riz Aino
Pareja: WooJoon (WooSung + DoJoon) (The Rose)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, vampire, angst,
terror, tragedy
Número de palabras: 2.129 palabras
Resumen: DoJoon es un vampiro
que ha vivido demasiado tiempo y WooSung es solo una más de sus víctimas… una
víctima a la que atormentar antes de matarlo como a los demás…
Advertencias: muerte de un
personaje principal y sangrecita.
Notas: hace mucho tiempo que esta historia
ronda por mi ordenador, pero por mucho que trataba de sacarla adelante, era
totalmente incapaz y cambié de pareja al menos 500 veces para ver si la podía
escribir… pero hasta que no se cruzaron WooSung y DoJoon en mi camino, no fui
capaz de hacer lo que pretendía.
Comentario de autora: ¡Feliz
Halloween levemente adelantado! He tratado de cambiar mi registro de cosas fluffys,
por eso espero que os gusten las historias de vampiros y de miedo porque eso es
lo que os vais a encontrar aquí.
La noche era fría y oscura cuando
WooSung salió de la sala de estudio en la que había estado durante todo el día
y la mayor parte de la noche revisando sus apuntes para el examen que tendría
aquel día a primera hora de la mañana, así que, el joven se abrazó a su cuerpo,
tratando de que el frío no penetrara las pocas capas de abrigo que llevaba. La temperatura
había descendido demasiado aquella noche y no estaba preparado para ello pero,
por suerte, la residencia no estaba demasiado lejos, así que solo tendría que
caminar unos minutos en aquel frío para llegar y lo primero que haría al entrar
en la habitación que compartía con HaJoon sería meterse en el baño y darse una
buena ducha con agua caliente para relajar sus músculos y así dormir un par de
horas antes de salir para el examen, ya que había conseguido que JaeHyung lo
recogiera en el coche se podía tomar la licencia de dormir una media hora más
de la que acostumbraba a salir para la facultad.
No
obstante, aunque aquellos eran los planes de WooSung, no llegó a realizarlos
porque una sombra oscura en la noche se cernió sobre él sin que lo advirtiera
siquiera y todo se volvió negro.
Cuando
WooSung comenzó a recobrar la conciencia, empezó a sentir un punzante dolor en
su cabeza que lo hizo apretar los dientes fuertemente y soltar y quejido a
media voz. Con los ojos todavía cerrados, siendo incapaz de abrirlos, llevó su
mano derecha hacia el lugar en el que el dolor era más fuerte y rozó con la yema
de sus dedos un pequeño chichón. Volvió a quejarse por el dolor punzante y,
tras aquello, abrió sus ojos con lentitud, sintiéndose por completo desubicado,
ya que lo último que recordaba era que iba por la calle camino a la residencia.
¿Se habría caído redondo en la acera por el cansancio acumulado y alguien lo
habría llevado al hospital? Sin embargo, por lo que podía ver en la semi
oscuridad en la que había despertado, el lugar en el que se encontraba no podía
ser un hospital porque él no estaba en ninguna cama, estaba sobre el suelo
sentado, con su espalda apoyada contra la pared.
Su
corazón comenzó a latir fuertemente dentro de su pecho, con terror. ¿Dónde
estaba? No lo habría recogido de la calle ningún pirado, ¿verdad? WooSung apoyó
sus manos en el suelo de madera y se trató de levantar, pero trastabilló, sin
fuerzas. Los días en vela estudiando le habían pasado factura a su cuerpo, pero
aquello no era algo a lo que el chico no estuviera acostumbrado, aunque tuviera
cansancio acumulado, sus músculos siempre le habían respondido. Trató de
levantarse de nuevo y tuvo que apoyarse en la pared e ir muy lentamente para poder
hacerlo, cuando por fin estuvo de pie, apoyó su mano izquierda contra la pared
y fue guiándose por ella, moviéndose lo más silenciosamente que pudo, queriendo
encontrar una salida a aquella oscuridad. Sin embargo, antes de que pudiera dar
más que un par de pasos, WooSung sintió una presencia en el lugar, una
presencia que no había notado antes y que se acercó hasta él, colocándose justo
delante para detenerlo. Lo único que pudo ver de aquella persona en la
oscuridad fueron unos ojos rojos escarlata y unos dientes blancos de colmillos
prominentes asomando en sus labios.
Y
WooSung gritó.
Gritó
hasta que una mano fría como el hielo le cubrió la boca y el corazón acelerado
del chico dio un vuelco por el pavor. WooSung retrocedió, sintiendo cómo una
nueva fuerza acudía a sus músculos, probablemente por la adrenalina,
retrocedió, alejándose de aquella mano fría como el hielo, de aquellos ojos
escarlata y de aquellos dientes blancos hasta que su espalda se topó con una
pared y no pudo retroceder más. En ese momento, quiso encontrar una vía de
escape, porque necesitaba escapar de aquello, necesitaba volver a casa,
necesitaba alejarse de lo que fuera aquello porque el miedo estaba comenzando a
hacer que su cuerpo no dejase de temblar; sin embargo, antes de encontrar una
alternativa para salir de allí, aquellos ojos escarlatas, aquellos colmillos
blancos y aquellas manos frías como el hielo, lo atraparon.
—No puedes escapar de
mí… —dijo una voz, en un susurro que pretendía ser dulce pero que hizo sentir a
WooSung cómo se le clavaban mil cuchillos en su cuerpo—. Eres mi presa y yo soy
tu depredador.
Con
su corazón latiendo a mil por hora, con sus ojos comenzando a humedecerse,
provocando que su visión se volviera borrosa, el chico se zafó de aquellas
manos frías como el hielo, apartándolas, apartándolo al otro de su camino,
corriendo para escapar del lugar aprovechando la adrenalina que le provocaba el
miedo. WooSung corrió por la estancia, buscó en ella una salida,
acostumbrándose su visión a la oscuridad en la que estaba sumido aquel lugar y
encontrando una rendija de luz colándose por una zona frente a él. Con más
rapidez de la que jamás había pensado que tuviera, el chico fue hacia allí y
trató de llegar hasta la luz para escapar, para alejarse de aquello que estaba
con él en la habitación; sin embargo, tampoco pudo alcanzar su objetivo aquella
vez porque el otro se interpuso de nuevo en su camino.
—He dicho que no
podrías escapar —repitió.
Y
antes de que WooSung pudiera hacer nada más, aquella presencia de ojos color
escarlata, colmillos blancos y manos frías como el hielo se cernió sobre él. Lo
último que el chico notó antes de que la completa oscuridad lo envolviera totalmente
fueron dos pinchazos en su cuello, cortando su piel y debilitando su cuerpo.
~~
WooSung vio tras sus párpados unos
ojos de color escarlata y, rápidamente abrió sus ojos, con el corazón encogido
en su pecho, no sabiendo qué era lo que había pasado, si había tenido una
pesadilla todo lo que había vivido anteriormente. Una habitación tenuemente
iluminada por la titilante luz de unas velas le dio la bienvenida y, en el
centro de la habitación, un joven vestido de los pies a la cabeza de negro, con
la piel tan pálida como el alabastro y los ojos escarlatas lo estaba esperando,
con una sonrisa prepotente que mostraba unos prominentes colmillos blancos.
No había sido una pesadilla.
El chico se quiso mover para salir
de aquel lugar lo más rápido posible, pero en aquella ocasión no pudo moverse
ni un milímetro porque algo retenía sus brazos y sus piernas. Gracias a la luz que
proporcionaban las velas, WooSung pudo ver que tanto sus muñecas como sus
tobillos estaban sujetos por unos grilletes de aspecto antiguo que lo anclaban
al suelo, sin posibilidad alguna de moverse más que unos pocos centímetros. A
pesar de que forcejeó para librarse de sus ataduras, no pudo hacer
absolutamente nada para quitárselas de encima y solo consiguió hacerse heridas
en la piel que punzaban más que el chichón de su cabeza y las hendiduras de su
cuello, profundas y finas.
—Trata de no hacerte sangre si quieres
forcejear —escuchó la voz del otro hablar—. Me gusta tu sangre, es dulce, no
quiero que se malgaste.
—Suéltame, déjame salir de aquí —pidió WooSung,
intentando apelar al lado humano de aquella persona para que lo liberara—. Prometo
que no le contaré a nadie absolutamente nada… solo déjame ir.
La respuesta a aquello fue una
carcajada, una carcajada que hizo que el corazón del chico se encogiera aún más
dentro de su pecho y que un escalofrío recorriera todo su cuerpo, poniéndole la
piel de gallina; a la vez, una solitaria gota de sudor frío recorrió su columna
vertebral desde su cuello hasta el final de su espalda. No iba a liberarlo, eso
estaba más que claro. Si WooSung quería salir de allí, si quería escaparse de
aquel loco, tendría que hacerlo por su propia cuenta, aunque todavía no supiera
cómo iba a hacer eso porque estaba completamente inmovilizado.
—Todos los humanos sois iguales —comentó justo
después de la carcajada el otro, caminando hacia donde él se encontraba,
quedándose tan solo a un metro de distancia—. Tratáis de escapar, me pedís que
os libere, queréis que tenga clemencia… pero ¿sabes qué pasa finalmente? Nadie
ha conseguido escapar de mí en todos estos siglos, así que no tengas esperanzas
y simplemente disfruta de mi compañía hasta que acabe por dejarte seco.
—Eres un psicópata… —murmuró WooSung.
—¿Psicópata? —replicó el otro, esbozando una
sonrisa que le dio demasiada mala espina—. No lo creo, chico. Solo soy un
vampiro que trata de sobrevivir, como el resto de seres que viven en este mundo
—contestó—. Tú asesinas animales y plantas para comerlos y sobrevivir, yo bebo
sangre humana para lo mismo… si te das cuenta, no somos tan diferentes.
—Vampiro…
Vampiro.
WooSung repitió aquella palabra en
su mente, sin poder creerlo. Los vampiros pertenecían a los mitos, a los
cuentos para no dormir, a las películas de fantasía, los vampiros estaban en el
imaginario de las poblaciones antiguas y explicaban con ellos diferentes
sucesos que no tenían para ellos explicación. Los vampiros no existían en el
mundo real más que cualquier otra criatura, los vampiros no eran reales y lo
que él tenía delante no debía de ser más que un psicópata con lentillas y
dientes alargados de forma artificial, ante él no podía haber un vampiro de
ninguna de las formas. Su mente se negaba a aceptar aquello y su corazón lo
único que le pedía era salir de allí lo más rápido posible, antes de acabar siendo
una de las incontables víctimas de aquel pirado.
—Por tu reacción diría que no lo crees —murmuró
el otro—. Bueno, tenemos tiempo hasta que sea la hora idónea para saborearte,
puedo ilustrarte.
En
ese momento, éste comenzó a hablar, contándole cómo él había sido un joven
normal mucho tiempo atrás, alguien pobre que, a punto de morir había sido
convertido en vampiro y se le había dado la oportunidad de una segunda vida,
una segunda vida en la que había tenido que aprender a cazar y a matar humanos
para poder sobrevivir en su nueva existencia. Empezó a relatar aquella supuesta
vida como vampiro y WooSung trató mientras de soltarse de sus ataduras, de
nuevo en balde porque los grilletes estaban demasiado apretados contra sus
muñecas y tobillos y le fue imposible deshacerse de ellos. El chico dejó
escapar un suspiro profundo, pero apenas audible, frustrado porque sabía que en
el momento en el que el otro decidiera que era suficiente de su historia, él no
tendría muchas posibilidades de salir de allí.
—Da igual que trates de librarte ahora mientras
crees que estoy demasiado entretenido hablando —replicó el otro—. No vas a
poder hacerlo y te interesa saber que hay muchos como yo ahí, fuera; muchos
vampiros que cazan humanos para alimentarse, aunque tratamos de ser bastante
discretos porque no queremos que se repitan cosas sucedidas en el pasado. Una nueva
caza de vampiros no nos convendría.
—Estás loco —espetó WooSung.
—¿Todavía sigues sin creer que soy un vampiro? —le
cuestionó el otro—. Bien… vive los últimos momentos de tu vida sin creer en mi
existencia.
Y sus ojos escarlatas se volvieron
mucho más rojos y brillantes y sus prominentes colmillos se alargaron mucho más
sobre su labio inferior y sus manos frías rozaron la piel de WooSung antes de
hincar aquellos colmillos en su cuello. El dolor punzante de la piel siendo
penetrada por dos largas agujas, la sensación de succión, la debilidad de su
cuerpo y la oscuridad reinante ante sus ojos fueron las últimas cosas que el
chico pudo sentir antes de caer en una completa oscuridad de la que ya nunca
más se despertaría.
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