Título: Blueberry Smoothie
Autora: Riz Aino
Pareja: SeungBin (ChangBin + SeungMin) (Stray Kids)
Clasificación: PG
Géneros: AU, coffee shop, romance, fluff
Número de palabras: 1.336 palabras
Resumen: desde que SeungMin trabaja en aquella
cafetería, todas las tardes aparece un chico que pide un batido de arándanos y
se sienta en una de las mesas con su ordenador y sus auriculares.
Notas: historia inspirada, como todas las de la colección en el
episodio del (♥) Kids Room correspondiente a
SeungMin.
Comentario de autora: ChangBin llegó el último y se quedó con
el título de soulmate, así que, no tenía mucha información de la cual partir,
pero creo que se me ha ocurrido lo más cuchi con ella. Espero que os guste.
—¿Ya
ha llegado “batido de arándanos”? —le cuestionó JeongIn y SeungMin asintió,
mientras terminaba de preparar la bebida—. Es la primera vez que se sienta justo
después de pedir y no espera a que le des la bebida mientras te mira como si
quisiera comerte —SeungMin puso los ojos en blanco—. Es la verdad, tú no lo ves
porque estás de espaldas, pero no te quita los ojos de encima.
—Yo dejaría que me comiera, just saying —añadió Felix pasando por su lado y provocando que SeungMin volviera a poner los ojos en blanco. Un día de aquellos se le quedarían en la parte de atrás de la cabeza, de tanto que los volvía.
—Llevadle
alguno de vosotros el batido, yo tengo que seguir atendiendo en la caja —les
dijo a los dos, pero ambos escurrieron el bulto.
—Viene
a verte a ti, dale el gusto de dejarle la bebida y que vuestros dedos se rocen
como el otro día y os pongáis los dos rojos de los pies a la cabeza —contestó
JeongIn.
—Yo no le voy a quitar la
oportunidad de que te vea el culo cuando vuelvas —respondió Felix.
SeungMin volvió a poner los ojos en
blanco y se quejó por lo bajo de los idiotas que tenía como compañeros en aquel
turno, pero después, sin tener más remedio que hacerlo, cogió una pequeña
bandeja y colocó en ella el batido de arándanos que el chico había pedido antes
de sentarse en una de las mesas. Aquel chico, del cual SeungMin no sabía el
nombre, iba todas las tardes a la cafetería en la que él trabajaba desde hacía
meses, pedía siempre un batido de arándanos —de ahí que le hubieran puesto
aquel mote sus compañeros— y se sentaba con su ordenador y los auriculares
puestos durante algunas horas. Desde el primer momento a SeungMin le había
llamado la atención porque el muchacho era un poco más bajo que él, pero se
notaba perfectamente que tenía cuerpo de gimnasio debajo de la ropa, con la
espalda ancha y brazos fuertes; además, era bastante guapo y cuando le sonreía
y le daba las gracias al recoger el batido se le iluminaba la cara con la
enorme sonrisa que le dirigía. Al corazón de SeungMin se le había saltado un
latido la primera vez que le había sonreído de aquella forma y, desde entonces,
no había podido evitar fijarse en él. Y tanto Felix como JeongIn le habían
dicho que el sentimiento tenía que ser mutuo, porque el chico también lo
observaba fijamente cada vez que él no se daba cuenta de que lo hacía, pero la
verdad era que SeungMin no se lo terminaba de creer porque no concebía que
aquel muchacho se pudiera haber fijado en él.
—El
batido de arándanos —dijo cuando llegó a la mesa en la que el chico estaba
sentado, llamando su atención, porque éste se quitó los auriculares y lo miró—.
Espero que lo disfrutes.
—Muchas gracias.
El chico esbozó una de aquellas
sonrisas que lo desarmaban y SeungMin estuvo a punto de derramar el dichoso
batido sobre la mesa, pero al final contuvo su tembleque y dejó el vaso sin que
hubiera ningún percance. Después, se alejó de él lo más rápido que pudo,
sintiendo su mirada fija en su espalda hasta que llegó detrás del mostrador.
Felix y JeongIn le dieron un par de codazos y le preguntaron qué le había dicho
para que no le quitara los ojos de encima, pero SeungMin simplemente los ignoró
y continuó con su trabajo, aunque no pudo evitar echarle un vistazo al muchacho
para comprobar que sus ojos negros seguían fijos en él. Desvió rápidamente la
mirada y se fue a atender a un cliente que se había acercado a pedir algo.
Toda la tarde, no obstante, estuvo
sintiendo sobre él la mirada de “batido de arándanos”, algo que lo puso
bastante nervioso porque, además, por primera vez, no se fue a la hora a la que
solía irse, sino que se quedó en el lugar hasta la hora del cierre, cuando solo
quedaban SeungMin y él porque era el día que le tocaba cerrar. Algo nervioso y
sin saber si decirle o no que iba a cerrar y que tenía que irse, comenzó a
recoger y a poner las sillas sobre las mesas, por si de aquella forma se daba
por aludido. Pero el chico no solo no se fue, sino que, cuando pasó por su
lado, lo detuvo, tomándolo por la muñeca de forma suave pero, aun así,
sobresaltándolo.
—Lo
siento —murmuró, pareciendo arrepentido de haber llamado su atención de aquella
forma—. No quería asustarte… pero quería enseñarte algo.
—¿Enseñarme algo? —preguntó
SeungMin, confuso porque no entendía qué querría que viera él si no se conocían
de absolutamente nada.
El muchacho asintió y le indicó que
se sentara en el sofá con él, algo que SeungMin acabó haciendo, por impulso y
por curiosidad. En cuanto estuvo sentado a su lado, éste pulsó la barra
espaciadora de su portátil y, de inmediato, una suave melodía comenzó a resonar
en el espacio vacío de la cafetería, envolviéndolos a ambos en un ambiente
cálido. Unos momentos después de que la melodía sonara, una voz suave se
comenzó a escuchar, una voz que pertenecía al muchacho que se encontraba
sentado a su lado, una voz que fue cantando aquella canción que SeungMin no
había escuchado nunca antes y que hablaba de un chico guapo con los ojos color
café que provocaba que el corazón latiera rápidamente al verlo, y no solo
cantándola porque también había unos versos de rap que el muchacho, cambiando
el registro de su voz, volviéndola rasposa, también hizo perfectamente. Para
cuando la canción terminó, SeungMin lo único que pudo hacer fue aplaudir.
—¿Te ha gustado? —le preguntó el
muchacho, girándose hacia él.
—Es muy bonita… ¿la has compuesto
tú? —dijo, con un poco de miedo por si acababa de meter la pata.
—Sí —le respondió—. La he compuesto
yo para poder decirte lo mucho que me gustas.
SeungMin abrió los ojos como platos,
su corazón se saltó un latido y lo único que quiso fue salir corriendo y
esconderse debajo de una mesa, porque sintió cómo su cara se encendía por
completo después de aquella confesión para la que no había estado preparado.
—No tienes por qué decirme nada hoy
—murmuró el chico, mientras comenzaba a recoger sus cosas, haciendo que
SeungMin saliera de su ensimismamiento—, solo quería que la escucharas.
—No… no… me gustaría responder…
—dijo, provocando que éste detuviera sus movimientos—, pero antes me gustaría
saber tu nombre.
—ChangBin —murmuró.
—ChangBin… —repitió—. Tú también me
gustas mucho.
ChangBin le dedicó entonces una
sonrisa amplia que hizo que SeungMin terminara de volverse de un color rojo
brillante, todo él, y que, esta vez, sí saliera corriendo, no sin antes
escuchar la proposición de éste de acompañarlo a casa y asentir a ella.
Notas finales:
—Y
con esta historia llego por fin al final de esta pequeña colección de drabbles
cuchis de Stray Kids pero, aunque termine esta, no quiere decir que termine de
escribir de los niños porque ya tengo muchas más cosas en marcha (otras
colecciones de historias cortas, one shots y seriales). Nos leemos.
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