lunes, 21 de diciembre de 2020

[One Shot] #SOULMATES: Blueberry Smoothie {SeungBin}

Título: Blueberry Smoothie

Autora: Riz Aino

Pareja: SeungBin (ChangBin + SeungMin) (Stray Kids)

Clasificación: PG

Géneros: AU, coffee shop, romance, fluff

Número de palabras: 1.336 palabras

Resumen: desde que SeungMin trabaja en aquella cafetería, todas las tardes aparece un chico que pide un batido de arándanos y se sienta en una de las mesas con su ordenador y sus auriculares.

Notas: historia inspirada, como todas las de la colección en el episodio del (♥) Kids Room correspondiente a SeungMin.

Comentario de autora: ChangBin llegó el último y se quedó con el título de soulmate, así que, no tenía mucha información de la cual partir, pero creo que se me ha ocurrido lo más cuchi con ella. Espero que os guste.

 

Blueberry Smoothie

 

            —¿Ya ha llegado “batido de arándanos”? —le cuestionó JeongIn y SeungMin asintió, mientras terminaba de preparar la bebida—. Es la primera vez que se sienta justo después de pedir y no espera a que le des la bebida mientras te mira como si quisiera comerte —SeungMin puso los ojos en blanco—. Es la verdad, tú no lo ves porque estás de espaldas, pero no te quita los ojos de encima.

            —Yo dejaría que me comiera, just saying —añadió Felix pasando por su lado y provocando que SeungMin volviera a poner los ojos en blanco. Un día de aquellos se le quedarían en la parte de atrás de la cabeza, de tanto que los volvía.

            —Llevadle alguno de vosotros el batido, yo tengo que seguir atendiendo en la caja —les dijo a los dos, pero ambos escurrieron el bulto.

            —Viene a verte a ti, dale el gusto de dejarle la bebida y que vuestros dedos se rocen como el otro día y os pongáis los dos rojos de los pies a la cabeza —contestó JeongIn.

            —Yo no le voy a quitar la oportunidad de que te vea el culo cuando vuelvas —respondió Felix.

 

            SeungMin volvió a poner los ojos en blanco y se quejó por lo bajo de los idiotas que tenía como compañeros en aquel turno, pero después, sin tener más remedio que hacerlo, cogió una pequeña bandeja y colocó en ella el batido de arándanos que el chico había pedido antes de sentarse en una de las mesas. Aquel chico, del cual SeungMin no sabía el nombre, iba todas las tardes a la cafetería en la que él trabajaba desde hacía meses, pedía siempre un batido de arándanos —de ahí que le hubieran puesto aquel mote sus compañeros— y se sentaba con su ordenador y los auriculares puestos durante algunas horas. Desde el primer momento a SeungMin le había llamado la atención porque el muchacho era un poco más bajo que él, pero se notaba perfectamente que tenía cuerpo de gimnasio debajo de la ropa, con la espalda ancha y brazos fuertes; además, era bastante guapo y cuando le sonreía y le daba las gracias al recoger el batido se le iluminaba la cara con la enorme sonrisa que le dirigía. Al corazón de SeungMin se le había saltado un latido la primera vez que le había sonreído de aquella forma y, desde entonces, no había podido evitar fijarse en él. Y tanto Felix como JeongIn le habían dicho que el sentimiento tenía que ser mutuo, porque el chico también lo observaba fijamente cada vez que él no se daba cuenta de que lo hacía, pero la verdad era que SeungMin no se lo terminaba de creer porque no concebía que aquel muchacho se pudiera haber fijado en él.

 

            —El batido de arándanos —dijo cuando llegó a la mesa en la que el chico estaba sentado, llamando su atención, porque éste se quitó los auriculares y lo miró—. Espero que lo disfrutes.

            —Muchas gracias.

 

            El chico esbozó una de aquellas sonrisas que lo desarmaban y SeungMin estuvo a punto de derramar el dichoso batido sobre la mesa, pero al final contuvo su tembleque y dejó el vaso sin que hubiera ningún percance. Después, se alejó de él lo más rápido que pudo, sintiendo su mirada fija en su espalda hasta que llegó detrás del mostrador. Felix y JeongIn le dieron un par de codazos y le preguntaron qué le había dicho para que no le quitara los ojos de encima, pero SeungMin simplemente los ignoró y continuó con su trabajo, aunque no pudo evitar echarle un vistazo al muchacho para comprobar que sus ojos negros seguían fijos en él. Desvió rápidamente la mirada y se fue a atender a un cliente que se había acercado a pedir algo.

 

            Toda la tarde, no obstante, estuvo sintiendo sobre él la mirada de “batido de arándanos”, algo que lo puso bastante nervioso porque, además, por primera vez, no se fue a la hora a la que solía irse, sino que se quedó en el lugar hasta la hora del cierre, cuando solo quedaban SeungMin y él porque era el día que le tocaba cerrar. Algo nervioso y sin saber si decirle o no que iba a cerrar y que tenía que irse, comenzó a recoger y a poner las sillas sobre las mesas, por si de aquella forma se daba por aludido. Pero el chico no solo no se fue, sino que, cuando pasó por su lado, lo detuvo, tomándolo por la muñeca de forma suave pero, aun así, sobresaltándolo.

 

            —Lo siento —murmuró, pareciendo arrepentido de haber llamado su atención de aquella forma—. No quería asustarte… pero quería enseñarte algo.

            —¿Enseñarme algo? —preguntó SeungMin, confuso porque no entendía qué querría que viera él si no se conocían de absolutamente nada.

 

            El muchacho asintió y le indicó que se sentara en el sofá con él, algo que SeungMin acabó haciendo, por impulso y por curiosidad. En cuanto estuvo sentado a su lado, éste pulsó la barra espaciadora de su portátil y, de inmediato, una suave melodía comenzó a resonar en el espacio vacío de la cafetería, envolviéndolos a ambos en un ambiente cálido. Unos momentos después de que la melodía sonara, una voz suave se comenzó a escuchar, una voz que pertenecía al muchacho que se encontraba sentado a su lado, una voz que fue cantando aquella canción que SeungMin no había escuchado nunca antes y que hablaba de un chico guapo con los ojos color café que provocaba que el corazón latiera rápidamente al verlo, y no solo cantándola porque también había unos versos de rap que el muchacho, cambiando el registro de su voz, volviéndola rasposa, también hizo perfectamente. Para cuando la canción terminó, SeungMin lo único que pudo hacer fue aplaudir.

 

            —¿Te ha gustado? —le preguntó el muchacho, girándose hacia él.

            —Es muy bonita… ¿la has compuesto tú? —dijo, con un poco de miedo por si acababa de meter la pata.

            —Sí —le respondió—. La he compuesto yo para poder decirte lo mucho que me gustas.

 

            SeungMin abrió los ojos como platos, su corazón se saltó un latido y lo único que quiso fue salir corriendo y esconderse debajo de una mesa, porque sintió cómo su cara se encendía por completo después de aquella confesión para la que no había estado preparado.

 

            —No tienes por qué decirme nada hoy —murmuró el chico, mientras comenzaba a recoger sus cosas, haciendo que SeungMin saliera de su ensimismamiento—, solo quería que la escucharas.

            —No… no… me gustaría responder… —dijo, provocando que éste detuviera sus movimientos—, pero antes me gustaría saber tu nombre.

            —ChangBin —murmuró.

            —ChangBin… —repitió—. Tú también me gustas mucho.

 

            ChangBin le dedicó entonces una sonrisa amplia que hizo que SeungMin terminara de volverse de un color rojo brillante, todo él, y que, esta vez, sí saliera corriendo, no sin antes escuchar la proposición de éste de acompañarlo a casa y asentir a ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Y con esta historia llego por fin al final de esta pequeña colección de drabbles cuchis de Stray Kids pero, aunque termine esta, no quiere decir que termine de escribir de los niños porque ya tengo muchas más cosas en marcha (otras colecciones de historias cortas, one shots y seriales). Nos leemos.

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