miércoles, 30 de diciembre de 2020

[Capítulo 3] Learning to walk (once again) {MinSung}

 Sunday funday

 

            MinHo se despertó esa mañana debido a la insistencia de unos labios que estaban en todas partes y a la vez en ninguna de su rostro, dejando besos rápidos en intervalos de tiempo corto. La sonrisa que se extendió por su rostro antes de bostezar y alzar sus brazos para espachurrar a JiSung probablemente fue la más feliz que había cruzado su rostro en los últimos años. JiSung acabó protestando en sus brazos, tratando de soltarse porque lo estaba dejando sin aire de lo fuerte que lo estaba abrazando, pero MinHo no lo soltó hasta un buen rato después, cuando por fin abrió los ojos y vio el rostro del menor a escasos centímetros del suyo. MinHo le dedicó una sonrisa que JiSung le devolvió de forma inmediata y no pudo evitar pensar en que quería algo como aquello todos los días de su vida… aunque probablemente fuera imposible, ya que, tarde o temprano, JiSung tendría que volver. El fin de semana se acababa para ambos ese día… pero no quiere que sea un día triste cuando ha empezado de forma tan increíble.

 

            —Buenos días —le dijo—. Hoy tenemos muchas cosas que hacer.

            —¿De verdad? —cuestionó JiSung.

            —Vamos a salir.

            —¿Salir…?

 

            El cambio en la expresión de JiSung fue evidente. No le gustaba la idea de salir de la casa y MinHo sabía que debía ser por aquellas fans locas de las que le había hablado, aquellas que lo perseguían a todas horas, aquellas que le esperaban en la puerta del piso que compartía con sus compañero… MinHo no sabía quiénes eran, pero las odiaba demasiado por haber provocado que JiSung, a quien siempre le había gustado salir de casa aunque fuera por el simple placer de dar una vuelta alrededor del barrio, ahora no quisiera salir de casa por el miedo a que ellas lo estuvieran siguiendo y lo molestaran. Pero en el día y poco que llevaba allí con él, MinHo se había asomado varias veces a la ventana y había recogido la comida que habían pedido a domicilio y no había visto a nadie fuera, así que, no lo habrían debido de seguir hasta allí y, por ello, tenía que estar tranquilo y salir sin ningún miedo.

 

            —No hay nadie fuera esperándote —le aseguró—. Una gorra y una mascarilla y nadie te reconocerá, aunque haya fans tuyas en la ciudad… además, estaré a tu lado en todo momento y a todo aquel que ose acercarse a ti, lo mandaré al otro lado de la calle de un empujón.

 

            Aquello hizo reír a JiSung y MinHo aprovechó para dejar un beso corto en su frente, para después abrazarlo fuertemente contra su cuerpo. Todavía le parecía un sueño poder estar de aquella forma con él, poder besarlo, poder decirle lo mucho que lo adoraba, pero JiSung se quedó en sus brazos todo el tiempo que él lo abrazó, devolviéndole el abrazo con igual fuerza. Tras unos momentos así, MinHo volvió a darle otro beso en la frente antes de separarse un poco de él, observando aquellos ojos que brillaban como si una galaxia entera se estuviera reflejando en ellos.

 

            —Vamos… tenemos muchas cosas que hacer —le dijo.

 

            JiSung asintió y, aunque remoloneó un poco, al final salió de la cama, dándoles un poco de cariño a sus gatos, que andaban por la habitación con ellos, antes de dirigirse al baño. MinHo aprovechó el rato que JiSung iba a tardar en arreglarse para prepararle un poco de ropa que supuso le quedaría bien, ponerles comida a los gatos y después cogió el móvil del chico. No quería ser entremetido, nunca le había gustado meterse en los asuntos de los demás, pero quizás las personas del entorno de JiSung necesitaban un pequeño empujón para que comprendieran bien la situación en la que se encontraba. En todos los años que MinHo llevaba conociendo al chico no lo había visto nunca de aquella forma y todo era debido a cómo se sentía con respecto a aquello que había adorado durante toda su vida. Encendió el móvil y puso escribió la contraseña que había visto a JiSung poner la noche anterior. Las notificaciones comenzaron a llegar inmediatamente y MinHo dejó que todas llegaran antes de entrar en el registro de llamadas y pulsar sobre aquella que rezaba “Christopher Bang Chan”. Apenas había dado un par de tonos cuando al otro lado de la línea escuchó la voz de la persona que había llamado.

 

            —JiSung. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —le preguntó la voz de Chan.

            —Hola… mmm… no soy JiSung… soy el amigo con el que se está… quedando estos días… —dijo, carraspeando porque su voz todavía sonaba un poco tomada por el sueño.

            —Oh.

            —Perdona por llamarte, tampoco tengo mucho tiempo porque JiSung se está duchando y no tardará demasiado en salir, pero tenía que decir algo importante y he pensado que hablar contigo era lo mejor —comenzó—. ¿Está por ahí vuestro manager?

            —Sí, claro, en la habitación de al lado, voy a por él.

 

            Apenas tardó Chan en decirle que ya estaba junto a su manager y que el altavoz estaba puesto y MinHo comenzó a hablar, a contarles de la forma en la que se había encontrado a JiSung, explicarles qué era lo que había hablado con él y lo que éste le había dicho sobre cómo se sentía. Fue breve y conciso, pero imaginó que a ambos les había quedado claro que JiSung tenía la ansiedad por las nubes y que había ido en su busca porque quería escapar de todo y que reflexionaran sobre ello para que la situación del chico mejorara y le dieran una solución al problema.

 

            —Por el momento, creo que darle algunos días libres más harán que se tranquilice y descanse —comentó al final—. Voy a cuidar de él lo mejor que pueda, pero no puedo hacer nada más.

            —Muchas gracias —dijo Chan—. Gracias por llamar y por contarnos esto porque JiSung no nos había dicho nada de esto.

 

            MinHo también le dio las gracias y después colgó y borró del historial la llamada, apagando el móvil de JiSung y dejándolo exactamente donde lo había encontrado para que el chico no supiera que había hecho aquella llamada, al menos no por el momento. Se sentía un poco culpable por hacer aquello, pero creía que era lo mejor en aquellas circunstancias, al menos, si conseguía que le dieran algunos días libres más para que estuviera mucho más tranquilo. Aún así, cuando fue a la cocina para preparar algo simple para el desayuno de aquel día, no pudo evitar preguntarles a sus gatos:

 

            —¿He hecho bien?

 

            Obviamente ninguno le contestó. No le hicieron caso si quiera. MinHo no sabia tampoco qué esperaba al preguntarles.

 

            Cuando estaba terminando el desayuno, JiSung salió del baño y MinHo aprovechó para darse una ducha rápida y prepararse el también para salir. No debió tardar más que diez minutos en acabar, porque cuando salió y se vistió, JiSung se acababa de sentar a comer. MinHo aprovechó el rato del desayuno para comentarle qué era lo que podían hacer fuera de casa y poco a poco, el chico pareció algo menos reacio a salir del lugar, sobre todo, cuando le contó que por la tarde tenía turno en el trabajo y que no podía faltar porque tenía turno junto a HyunJin y éste no lo podía cubrir como había hecho el día anterior.

 

            —Llevo mucho tiempo sin ver a HyunJin —le dijo.

            —Yo le veo su cara de guapo todos los días y ya estoy un poco harto de él, si quieres, te lo regalo —respondió MinHo. Aquello hizo reír a JiSung, pero la sonrisa murió en sus labios unos momentos después, dando lugar a una expresión de preocupación—. ¿Qué sucede? —no pudo evitar preguntar.

            —No es nada… solo que… ¿estará enfadado conmigo por haber dejado de hablarle? —preguntó en voz baja.

            —Probablemente al principio te diga algo porque no se puede estar callado y tiene que decir todo lo que se le pasa por la cabeza, ya lo conoces —le dijo—, pero después querrá darte unos cuantos abrazos de oso y no querrá que te vayas de su lado nunca —continuó, sabiendo el carácter de su amigo—. No creo que esté enfadado, quizás algo molesto, pero si hablas con él como has hablado conmigo, te aseguro que te va a volver a tratar como si no hubiera pasado nada.

            —Espero que tengas razón —murmuró JiSung en respuesta.

 

            Tras el desayuno, terminaron de arreglarse y salieron del piso. JiSung se quedó unos momentos en el portal, sin atreverse del todo a salir del lugar, pero MinHo le tendió la mano para que la agarrara firmemente y, tras un leve titubeo, acabó bajando las escaleras que llevaban a la entrada y en las que lo había encontrado el viernes por la tarde, mojándose bajo la lluvia. MinHo le sonrió y tras bajar las escaleras comenzó a caminar sin una dirección concreta por el barrio, para acomodar a JiSung a pasear tranquilamente sin que tuviera que preocuparse por si alguien lo molestaba. El chico había seguido su consejo y se había puesto una gorra y una mascarilla que cubrían prácticamente todo su rostro, para más seguridad, pero esperaba que más adelante pudiera prescindir de ellos sin sentirse expuesto al resto del mundo. No obstante, por el momento estaba bien de aquella forma.

 

            Pasearon primero por el barrio, hablando de cómo había cambiado la zona en los años que JiSung no había estado por allí, los comercios que habían cerrado, los que habían abierto o los que habían cambiado de manos y por ello se habían reconvertido en cosas diferentes. JiSung se sorprendía cada vez que recordaba que algún lugar en el que había pasado momentos de su adolescencia ya no estaba donde lo recordaba y comenzaba después a hablar de sus recuerdos en éste, cada vez más animado. Le había costado arrancar, le había costado un poco hacerse a la idea de salir del piso sin ningún tipo de precaución o protección, pero eso cambiaba y a MinHo lo hacía feliz ver que el chico se sentía más animado con el paseo.

 

            Después de recorrer el barrio, que estaba bastante poco transitado, MinHo dirigió sus pasos hacia el centro, donde tendrían que comer más tarde y donde tenía él que trabajar después. Al contrario del barrio, el camino hacia el centro tenía bastante más afluencia y las personas iban y venían y pasaban por su lado, algunos con prisa, otros con la misma parsimonia que ellos, pero cada vez que alguien se les acercaba más para adelantarlos, JiSung se tensaba a su lado. MinHo lo cogió de la mano para asegurarle de esta forma que él estaba allí con él, si tenía que pegarse con alguien lo haría o si tenían que huir, sería el que aseguraría una ruta de retirada para volver a casa. JiSung miró sus manos unidas y después alzó su rostro para dedicarle una sonrisa encantadora que provocó que el corazón de MinHo diera un pequeño vuelco. Era demasiado débil ante JiSung.

 

            Después de algunos minutos caminando comenzaron a aparecer las tiendas de ropa del centro y fueron entrando a algunas de ellas porque JiSung había aparecido allí sin ropa y la que se había estado poniendo aquellos días había sido la suya —y, de hecho, la ropa que llevaba en aquellos momentos también era de MinHo, que le quedaba un poco grande porque él era unos centímetros más alto que JiSung—. El chico se compró un par de pantalones vaqueros, algunas camisetas graciosas y varios pantalones de chándal con pinta de cómodos, evidenciando de aquella forma que su intención era quedarse con él y no volver a Seúl al final del día, como se suponía que debía de hacer, ya que los días libres que le habían dado acababan ese día. MinHo no dijo nada, no al menos de momento, pero quizás aquello era algo que debían de hablar. No le molestaba en absoluto la presencia de JiSung en su vida de nuevo, lo había echado demasiado de menos y lo quería muchísimo, pero estaba bastante claro que, aunque el chico también sentía lo mismo por él, su máxima prioridad al estar junto a él era huir de todas sus responsabilidades, de la vida que había dejado atrás en Seúl, a la que no parecía tener muchas ganas de volver.

 

            La mañana la pasaron de compras, de una tienda a otra, hasta que en sus manos no cupieron más bolsas y hasta que sus pies comenzaron a bombear de estar todo el rato de pie y andando. Acabaron sentándose en un banco del parque que había cerca, descansando así los pies por un momento, relajándose unos momentos bajo el esplendoroso sol que había decidido iluminar aquel día, antes de continuar su camino porque se acercaba la hora del almuerzo y tendrían que pensar qué comer antes de dirigirse a la cafetería en la que MinHo trabajaba. Durante unos momentos no se dijeron nada, simplemente disfrutaron de la compañía del otro y de la tranquilidad del lugar, luego, fue JiSung el que rompió el silencio que se había instalado ente ellos.

 

            —Muchas gracias —dijo, llamando su atención—. Por hacerme salir —añade—. No creo que me hubiera atrevido yo solo a hacerlo, pero me alegro de poder estar aquí sin hacer nada, solo paseando contigo por casa. Echaba de menos poder hacer este tipo de cosas.

            —No tienes que darme las gracias —replicó él—, es algo que quería hacer contigo.

            —Ojalá poder hacer esto durante el resto de mis días —murmuró JiSung y después dejó caer su cabeza sobre el hombro de MinHo y cerró sus ojos.

 

            MinHo le pasó el brazo por los hombros y lo atrajo más hacia sí, dándole un beso en la frente al hacerlo. Se quedaron de aquella forma unos momentos, hasta que el estómago de MinHo comenzó a rugir y, entre risas, acabaron decidiendo que tenían que ir a comer lo más pronto posible. Encontrar un lugar para comer en plena hora punta que no estuviera lleno de gente para que JiSung pudiera quitarse la gorra y la mascarilla y comer con tranquilidad sin la posibilidad de que nadie lo reconociera fue bastante complicado, prácticamente una odisea, pero al final acabaron entrando en un pequeño establecimiento que no tenía más que unas pocas mesas y que estaba regentado por una señora mayor que parecía bastante maja. En el lugar apenas estaban ellos y un par de personas más, además, no estaba en la circulación de gente y tampoco podían verlos desde la calle porque eligieron la mesa más alejada de los cristales.

 

            —Me dijiste esta mañana que tenías que trabajar luego, ¿verdad? —le preguntó JiSung cuando ya habían elegido lo que comer.

            —Hmm —murmuró él en respuesta—. Tengo turno con HyunJin y no me puede cubrir como hizo ayer —dijo—, y no es que me lleve especialmente bien con los demás como para pedirles el favor. Tampoco quiero coger los días de asuntos propios porque no me dan muchos y a veces tengo compromisos que no pueden esperar —añadió distraídamente.

            —Todavía siento que cuando HyunJin me vea aparecer me va a pegar una paliza —comentó JiSung.

 

MinHo no pudo evitar reír al imaginar la situación porque al principio de los tiempos, cuando había comenzado a bailar con HyunJin y ambos habían coincidido, JiSung y él no se habían llevado especialmente bien. Después de varios tiros y afloja se habían hecho inseparables y el año que cayeron en la misma clase estaban todo el rato juntos, como si fueran una extensión del otro. Habían tenido sus más y sus menos, muchas veces habían discutido por tonterías y en algunas ocasiones habían llegado incluso a las manos, pero nada demasiado grave. No creía que lo primero que HyunJin hiciera al verlo fuera lanzarse a su yugular, pero le hizo muchísima gracia pensar aquello.

 

            —No tienes que preocuparte —le aseguró de nuevo—. Al menos, aunque sea porque no quiere que lo echen del trabajo, no se acercará a ti con intenciones asesinas.

            —No sé si eso me tranquiliza o no —dijo JiSung al escuchar su respuesta—, pero bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía —comentó, encogiéndose de hombros, provocando que MinHo soltara la carcajada de su vida.

 

            Después de comer remolonearon un poco porque todavía tenían tiempo, reposando el almuerzo y hablando de cosas sin ninguna importancia, pero cuando quedaba una media hora para que el turno de MinHo comenzara, se levantaron de la mesa y pagaron por lo que habían pedido, dándole las gracias a la señora por lo bueno que estaba todo. Al salir a la calle en aquella ocasión, JiSung fue el que le tendió la mano y ambos cargaron con las bolsas de lo que había comprado en las que tenían libres. A aquellas horas el centro de Gimpo era un hervidero de gente que iba y venía, pero parecía que JiSung se había relajado lo suficiente como para caminar entre toda aquella marabunta sin problemas, aún así, MinHo le estuvo echando un ojo durante todo el camino a la cafetería, por si buscaban una ruta alternativa, un poco menos transitada, aunque tuvieran que dar una vuelta más grande y tardar más tiempo en llegar. No obstante, JiSung no se quejó ni parecía especialmente molesto, así que, no tardaron más que unos pocos minutos en llegar hasta el lugar.

 

            —Puedes quedarte aquí toda la tarde si quieres —le dijo al chico en cuanto entraron a la cafetería—, con pedirte una bebida no hace falta mucho más, yo ahora te traigo lo que quieras —JiSung asintió—. Si quieres irte a casa, me avisas y te dejo la clave de la cerradura para que entres sin problemas.

            —Vale.

 

            MinHo le dedicó una sonrisa y después le dio un beso en la mejilla antes de irse hacia la parte de atrás del establecimiento, donde se encontraban las taquillas, para cambiarse la ropa que llevaba por el uniforme reglamentario. Al entrar, se dio cuenta de que HyunJin ya estaba allí, abotonándose los botones de la camisa. El chico alzó la cabeza al escuchar la puerta y, cuando lo vio, le dedicó una sonrisita por la que MinHo quiso cruzarle la cara. Sabía que le iba a preguntar mucho sobre lo que pasaba con JiSung y, sobre todo, sabía que le iba a dar demasiado la lata, como si ya supiera que algo había pasado entre ellos con solo verle la cara. MinHo trató de ignorarlo y fue hasta su taquilla para comenzar a cambiarse, pero HyunJin no lo iba a dejar tranquilo, así como así.

 

            —Ehhhhhh —dijo, acercándose a él—. ¿Pasó algo ayer?

            —¿Algo? —preguntó, tratando de hacerse el loco mientras se cambiaba de ropa—. Deberías ser más concreto porque “algo” es demasiado genérico.

            —No me seas gilipollas, Lee MinHo —replicó HyunJin—. ¿Pasó algo entre tú y JiSung ayer? —cuestionó—. Porque justo después de decirme lo mucho que lo querías me cortaste y eso simple y llanamente significa que fuiste cazado haciendo la confesión de tu vida, así que necesito saber qué es lo que pasó porque eres un capullo de mierda que no ha respondido mis mensajes.

            —Si te digo la verdad, solo he mirado el móvil para ver la hora en los últimos tiempos —confesó—. He estado bastante entretenido con JiSung… porque sí, ayer escuchó la conversación que tenía contigo y estuvimos hablando y al final estamos saliendo juntos y eso… y, bueno, no he tenido tiempo de mirar o responder mensajes.

            —¿Habéis follado? —preguntó.

            —¡No!

 

MinHo se sintió ofendido por aquella pregunta. Literalmente le había dicho el día anterior que no había querido decirle nada a JiSung sobre cómo se sentía porque no quería aprovecharse de la situación en la que se encontraba. Y, de hecho, se sentía un poco culpable por haber confesado sus sentimientos en un momento así y no haberlo hecho en otro momento, cuando el chico estuviera bien. Besarlo y decirle que lo quería era una cosa, pero ya acostarse con él aprovechando la situación pasaba de castaño a oscuro. No haría nada con JiSung ni aunque éste se lo propusiera hasta que no estuviera un poco más estable emocionalmente porque no le parecía lo correcto.

 

            —Yo qué sé —replicó HyunJin—, llevas años enchochado con él, creía que le tenías muchas granas.

            —Obviamente tengo muchas ganas —respondió—, pero no es el mejor momento.

            —Tonto eres —le dijo.

            —Ya te conté ayer cómo me lo había encontrado —comentó, cerrando la taquilla después de guardar su ropa—. No es lo mejor ahora y tampoco te voy a dar detalles sobre mi vida sexual, nunca te los he dado y no voy a empezar ahora.

            —Pero sois mis amigos —dijo el chico, poniéndose de morros—. Tengo derechos.

            —Bueno, eso se lo tienes que recordar a JiSung —le comentó—, porque piensa que lo debes odiar.

            —Pues claro que lo odio —HyunJin se cruzó de brazos—. Se va a Seúl a vivir la vida de famoso y se olvida de sus amigos de toda la vida, espero que no haya hecho otros amigos como nosotros porque entonces le voy a dar la paliza de su vida —dijo—. Pero como somos los mejores amigos que ha habido nunca sobre la faz de la tierra, se lo perdono.

            —Fuera está, por si se lo quieres decir.

            —¿Te lo has traído al trabajo?

            —Hemos salido a dar una vuelta esta mañana y le he dicho que si se quiere ir le doy la clave, pero por ahora parecía que quería quedarse aquí, al menos un rato —contestó.

 

            HyunJin sonrió ampliamente sabiendo aquello y después salió de la zona de los empleados, dirigiéndose a la cafetería para buscar a JiSung. MinHo lo siguió, sujetándole la puerta a uno de sus compañeros, que le tocaba salir de su turno, para que entrara. Cuando miró lo que estaba sucediendo entre HyunJin y JiSung no pudo evitar sonreír, porque ambos se estaban abrazando fuertemente y JiSung parecía relajado, como si se hubiera quitado un peso de encima sabiendo que HyunJin lo seguía apreciando de la misma manera que antes. MinHo se sentía como si realmente no hubiera cambiado nada entre ellos, como si siguieran siendo los mismos, como si los años no hubieran pasado por ninguno y acabaran de salir del instituto. Era extraño y curioso, pero le gustaba que nada hubiera cambiado en la forma en la que se relacionaran los tres, aunque ahora él pudiera decirle a JiSung lo mucho que lo quería o besarlo, que era algo que no podía hacer antes, pero ese mero cambio lo único que había hecho era mejorarlo todo.

 

            MinHo se colocó tras el mostrador para comenzar a prepararse para atender a todas las personas que fueran entrando por la puerta o a aquellas que ya estaban allí, por si querían algo más, mientras JiSung y HyunJin hablaban en una mesa bastante apartada del tránsito de gente. Eventualmente, HyunJin tuvo que levantarse y comenzar a ayudarlo porque empezó a llegar más gente de la que él podía atender solo y, además, estaba allí para realizar su trabajo. MinHo le agradecía infinitamente que le hubiera cubierto el turno del día anterior y le devolvería el favor cuando éste se lo pidiera, pero en aquellos momentos, tenían que trabajar juntos para poder hacer caja. JiSung le pidió un latte a HyunJin mientras habían estado hablando, pero al final fue MinHo el que se lo llevó, para poder preguntarle si estaba bien o necesitaba algo más. JiSung negó con la cabeza y le respondió que con aquello estaba todo bien, así que, acabó volviendo rápidamente al trabajo.

 

            La gente no paró de llegar y rápido fue la hora punta en la que no podían ni tomarse un solo respiro, así que, MinHo solo le pudo echar vistazos de vez en cuando a JiSung, viendo cómo este seguía en el mismo lugar en el que se había sentado, con los cascos puestos y haciendo algo con la tableta que se había llevado en la mochila. A veces, sus miradas se encontraban y JiSung le dedicaba una sonrisa que lo revitalizaba y lo hacía continuar con su trabajo más rápido para poder atender a más gente y que así la hora punta se fuera terminando más rápido, pero el goteo de personas no paraba en la cafetería prácticamente nunca y cuando se aglomeraban era la locura máxima.

 

Hasta más de tres horas después de comenzar su turno, MinHo no pudo tener un momento de relax y, obviamente, aprovechó ese momento para ir hacia la mesa de JiSung y sentarse allí un rato con él. Le llevó otro latte porque ya se había bebido el que le había llevado antes y un par de vasos de agua, uno para él y otro para el chico, y no pudo evitar desplomarse sobre la silla, no sintiéndose los pies después de todo el rato de pie y de un lado para otro.

 

            —¿Qué tal? ¿Cómo llevas la tarde? ¿Aburrida? —le preguntó al chico, dándole un trago a su vaso de agua.

            —Para nada —le respondió JiSung—. Me he pasado el rato escribiendo todo lo que se me pasaba por la mente y tenía que soltarlo para sentirme mejor. He escrito cerca de cinco páginas y ahora estoy tratando de arreglarlo y darle coherencia para que pueda ser la letra de una canción.

            —Wow —murmuró, sin saber qué más decir.

 

            Era genial que JiSung se hubiera dedicado a tratar de sacar sus sentimientos y pensamientos de sí mismo, expresarse para no hundirse en ellos y convertirlo todo en una canción para poder gritar al mundo todo por lo que estaba pasando, aunque ésta no pudiera ver la luz al final por cualquier motivo, aquello era un buen paso. Que JiSung lo hubiera dado solo, porque lo necesitaba, era increíble.

 

            —Tengo también varias bases de canciones compuestas desde hace un montón de tiempo —continuó el chico—, así que, creo que en cuanto termine de seleccionar las cosas que quiero que aparezcan en la letra, me pondré con la melodía.

            —¿Qué es lo que has escrito? —no pudo evitar preguntar.

 

            JiSung le dedicó una sonrisa y después comenzó a contarle despacito y en un tono de voz bastante bajo sobre lo que había estado escribiendo, cómo había llenado aquellas casi cinco páginas con la forma en la que se sentía, la ansiedad que le provocaba el trabajo, el fandom, las promociones, los continuos ensayos, las pocas horas que tenía para descansar por las noches o los escasos días libres en los que no podía hacer otra cosa más que dormir porque salir a la calle era imposible para él. También sobre la forma en la que había comenzado a odiar todo aquello que una vez había amado, lo solo que se sentía en aquel mundo que no creía pertenecer ya, lo mucho que había luchado para poder pertenecer a él, lo mucho que había luchado porque sus sueños se hicieran realidad para que todo se hubiera convertido en lo que le hacía más daño a su mente y a su cuerpo. Y, por último, sobre él. Él que lo ha recibido en sus brazos son hacer preguntas, dándoselo todo y sin pedirle nada a cambio. Sobre él, que siempre ha sido una persona muy importante en su vida y sobre la culpabilidad que había sentido durante todo el tiempo que no habían estado en contacto, sobre él que en espacio de unos pocos días lo había hecho sentirse vivo de nuevo cuando pensaba que ya no volvería a sentirse de aquella forma nunca más.

 

            Cuando acabó, MinHo sintió ganas de llorar, pero se contuvo y solo se levantó de la silla y fue hacia JiSung para darle un abrazo, aprovechando que en aquellos momentos apenas había personas en la cafetería y que ninguna de ellas les debía estar prestando atención. Lo apretó fuertemente entre sus brazos, sintiendo las manos de JiSung también aferrarse a su cuerpo, y no lo dejó ir en un buen rato, separándose de él solo cuando la postura comenzó a ser un poco incómoda, dejándole un corto beso en la frente antes de alejarse por completo y volver a sentarse en la silla frente al chico.

 

            —Por cierto —comentó JiSung, con las mejillas y la punta de las orejas coloradas por aquel ataque de afecto repentino y público—, encendí el móvil antes y me encontré varios mensajes de Chan en los que me decía que junto con ChangBin han amenazado a la compañía.

            —¿Amenazado? —preguntó él, sorprendido.

            —Sí, al parecer Chan ha estado hablando con un amigo suyo que es abogado sobre el contrato que firmamos cuando íbamos a debutar, sobre las condiciones que nos habían puesto en éste y las que desde la empresa no estaban cumpliendo —continuó—. Así que… les han dado un ultimátum y les han prometido que van a revisar el contrato y ofrecer mejores condiciones —se detuvo durante unos segundos, pensando en lo que iba a decir a continuación—. La verdad es que yo no sé mucho de temas legales, pero imagino que no les conviene ahora una demanda y que, si lo hiciéramos, acabarían perdiendo.

            —Si ellos no están cumpliendo con las condiciones del contrato y vosotros si, lo más probable —comentó MinHo—. Aunque yo tampoco tengo mucha idea de este tipo de cosas.

            —No sé —murmuró JiSung, encogiéndose de hombros—. Chan también me ha dicho que tanto él como ChangBin no pueden más con todo esto y que si no me hubiera escapado yo, alguno lo habría hecho.

            —Me tenía que haber imaginado que ellos también estaban en una situación parecida —murmuró por lo bajo. Si JiSung se encontraba de aquella forma, sus dos compañeros de grupo, también debían de estar más o menos igual que él porque compartían obligaciones, frustraciones.

            —Chan también me ha dicho que nos han dado una semana más libre mientras revisan el contrato y que, en cuanto lo tengan listo, nos presentemos en la agencia para negociar las nuevas condiciones —comentó—, así que, creo que no voy a poder apagar el móvil y que estaré hablando con él y ChangBin sobre todo esto para ver cómo podemos solucionarlo de la mejor manera.

            —Me alegra un montón —dijo.

 

No pudo evitar sonreír con verdadera felicidad porque la situación pudiera solucionarse para que ni JiSung ni el resto de su grupo tuviera que estar en aquella situación durante más tiempo. Se alegraba de que aquella escapada a la desesperada de JiSung en busca de ayuda, de verdad hubiera servido para algo, aunque todavía no se pudiera cantar victoria porque ninguno sabía las nuevas condiciones que les iban a ofrecer desde la empresa y tenían mucho que hablar entre ellos —y probablemente contratando a algunos expertos que evaluaran con ellos las condiciones— para llegar al mejor acuerdo posible. JiSung también le sonrió, verdaderamente feliz e ilusionado, presentando un aspecto completamente diferente al JiSung que se había encontrado en la tarde del viernes en las escaleras, mojándose bajo la lluvia. Le alegraba ver como unos pocos días habían servido para mejorar la insostenible situación en la que se encontraba.

 

            —Muchas gracias por hablar con Chan y decirle cómo me encontraba —añadió JiSung, sorprendiéndolo—. Te escuché esta mañana desde el baño.

            —Perdón por hacerlo a tus espaldas —murmuró él con culpabilidad—. No sabía si era lo correcto o no, pero sentía que ellos también debían saberlo para poder actuar en consecuencia.

            —Era lo que tenía que haber hecho yo, pero no me atrevía —dijo—. No quería que supieran que estaba mal y que se preocuparan por mí, porque bastante tenían ellos con lo suyo, como para echarles encima también cómo me sentía… pero teníamos que haberlo hablado antes los tres porque estábamos en la misma situación y entre los tres lo podíamos haber comenzado a solucionar mucho antes. Creo que nos has dado a todos el empujoncito que necesitábamos para comenzar a hacer algo bien por nosotros mismos… como cuando los bebés comienzan a andar y se tropiezan y caen un montón de veces, que a veces necesitan que alguien les tienda una mano para volver a levantarse y los ayude a dar los siguientes pasos.

            —Te ha quedado muy poético —comentó, sonriendo, queriendo quitar un poco de hierro al asunto porque sentía que él no había hecho nada tan importante, lo único que había querido era ayudar a que JiSung siguiera disfrutando de aquel sueño que lo era todo para él pero que lo había agotado tantísimo.

            —Soy letrista, ¿qué esperabas? —respondió JiSung, siguiéndole el juego, sonriendo—. Ah y… ¿te importa que me quede contigo hasta que tenga que volver a Seúl? —preguntó—. No quiero preocupar a mis padres con esto ni tampoco incordiarlos mucho… pero tampoco quiero incordiarte a ti.

            —Sabes que no molestas —le dijo, sonriendo ante la expectativa de poder pasar mucho más tiempo con él—. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras y necesites… como si te quieres quedar toda la vida.

            —I love you —susurró JiSung en ese momento, provocando que el corazón de MinHo dejara de latir durante unos momentos antes de volver a latir con mucha más fuerza que antes, encantado con aquella repentina confesión. Pero no solo él se puso nervioso, JiSung también se puso nervioso, comenzó a reírse tontamente y después cogió el vaso en el que le había llevado el latte hacía un rato y se corrigió—: I love uyu*.

 

            MinHo no pudo evitar reír ante aquello porque JiSung era la persona más adorable y encantadora del mundo. Después, se levantó para volver al trabajo, pero no sin replicarle un “I love uyu, too”, provocando que el chico ante él se pusiera totalmente colorado. Con un sentimiento de ligereza en su cuerpo, volvió al trabajo, no pudiendo evitar pensar en qué era todo lo que podían hacer juntos en la semana que iba a comenzar, sintiendo que iba a ser una de las mejores semanas que había vivido en los más recientes años de su vida, simple y llanamente porque la iba a pasar con JiSung.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Uyu es la romanización de la palabra coreana 우유, que significa leche y que suena como you, tú, en inglés. Me venía de perlas para hacer el chiste y, además, es algo que se han dicho de verdad y literalmente una de las cosas que me inspiró para hacer este fanfic. Os dejo mi fangirleo sobre el momento.

—Y nada, solo decir gracias a las personas que han seguido esta historia y que han disfrutado de ella a pesar de mis escasas e irregulares actualizaciones debido a los bloqueos constantes, saber que había gente al otro lado de otra pantalla queriendo saber el final de esto me ha animado a no dejarlo y terminar.

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