miércoles, 23 de diciembre de 2020

[Chapter 5] League of Angels {BangHan}

 

CHAPTER 5: (MANY) CHANGES

 

            Seguir con su vida normal y su trabajo después de la reunión de aquella mañana era lo que JiSung tenía pensado hacer… al menos intentarlo, porque no sabía si podría con ello. El día anterior había acabado demasiado agotado tanto física como mentalmente, por lo que no las tenía todas consigo y, aunque aquel día no parecía que se fuera a derrumbar en el primer momento en el que se quedara solo, el chico no se sentía preparado para dedicarse a hacer el trabajo para el cual lo habían contratado en la Torre del Arcángel. No obstante, aquel día parecía que iba a sr completamente diferente porque en el instante en el que salió del despacho del arcángel, se encontró frente a la chica menuda que lo había guiado tan solo hacía unas horas hasta el lugar, esperándolo con una sonrisa en su rostro. JiSung se fijó que la joven tenía un lujar bajo su labio en ese momento, en el lado izquierdo, y le pareció un atributo encantador porque siempre le habían parecido encantadores los lunares.

 

            —Han JiSung —lo llamó—. A partir de ahora trabajará conmigo en esta planta, para estar disponible lo más pronto posible cada vez que se le requiera.

 

            JiSung abrió los ojos como platos sin poder creerse lo que acababa de escuchar. Aquellos días estaban siendo de demasiados cambios y el chico no estaba seguro de que le gustaran todos esos cambios, de hecho, estaba bastante seguro de que le gustaban muy poco la mayor parte de ellos. Y aquel cambio era uno con el que no contaba en absoluto, así que, todavía no podía decidir si le gustaba o no.

 

            —Enhorabuena —le dijo MinHo—. Has ascendido.

 

            El chico quiso poner los ojos en blanco ante aquello, pero no se podía permitir el lujo de ponerle los ojos en blanco a un ángel, por muy cercano que el ángel con las alas de los colores del atardecer se hubiera comportado con él, JiSung sabía que había una línea muy ancha que lo separaba de aquellos seres y aquel tipo de comportamiento no sería aceptado. Por eso, simplemente se contuvo de hacerlo y solo esbozó una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos porque realmente no estaba feliz por aquello. Si pudiera hacer que el tiempo volviera atrás para regresar al día anterior por la mañana, se habría quedado en casa y no lo habrían podido meter en todo aquello, se habrían tenido que buscar otro humano que lo hubiera reemplazado en aquel equipo, o mejor, otro ángel que de verdad les sirviera de ayuda en la tan importante misión que tenían que llevar a cabo.

 

            —Sígame por aquí.

 

Fue lo que le dijo la joven antes de comenzar a andar. JiSung se despidió de MinHo con un leve movimiento de su cabeza para después seguirla por aquella planta. Hicieron el mismo camino que habían hecho horas antes aquella mañana hasta pasar los ascensores, entrando en territorio desconocido para el chico, que solo había estado en la otra zona de aquella planta, aunque tampoco cambiaba mucho, todo era bastante parecido en esa zona, grandes espacios ricamente decorados, grandes columnas y techos altos. No tardaron mucho en llegar al lugar en el que la joven debía trabajar, un espacio amplio en el que había media decena de mesas de trabajo, de las cuales dos de ellas estaban ocupadas por dos ángeles y otra de ellas por un humano, una de las dos que estaban libres debía de ser la de la chica y la otra no debía de pertenecer a nadie, porque simplemente tenía un ordenador, nada de fotos, papeles o post-its de colorines.

 

            —Ya hemos llegado —le dijo, caminando hacia la mesa libre que estaba completamente llena de documentos y sentándose tras esta—. Puede sentarse aquí conmigo y preguntar todo sobre lo que tenga dudas, estaré encantada de resolvérselas todas.

 

            JiSung se sentó en la silla que había frente a ella y después miró a su alrededor mientras pensaba en qué podía ser lo primero que le preguntara. Tenía tantísimas dudas sobre absolutamente todo, desde por qué había sido elegido para aquella misión hasta por qué ahora mismo se encontraba allí con ella sentado en lo que parecía una zona importantísima de la torre. Desde el día anterior había acumulado un montón de preguntas que requerían una respuesta y JiSung, que ahora tenía la oportunidad porque ella se la había brindado, no quería desaprovecharla por nada del mundo. No obstante, tampoco sabía la posición que la joven ocupaba en aquel lugar, solo intuía que debía ser alguien importante a pesar de su juventud, porque para trabajar en aquel lugar, tan cerca del arcángel, entrando y saliendo de su despacho sin que aquello supusiera ningún problema, debía de ser un cargo muy importante. Por ese motivo, antes de preguntar ninguna otra cosa, acabó preguntándole a la chica por ella misma.

 

            —¿Cómo se llama? —preguntó en primer lugar—. Me gustaría poder referirme por su nombre cuando le haga alguna pregunta —añadió, siendo lo más respetuoso posible con ella porque ella lo había estado siendo con él desde el primer momento.

            —Ni nombre es ChaeYoung —contestó ella, afablemente—. Y no hace falta que me trate de usted, solo soy un año mayor.

 

            JiSung estuvo a punto de preguntar cómo sabía que era un año mayor que él, pero se contuvo a tiempo de hacer el ridículo porque claro que debía de saberlo. ChaeYoung debía de tener acceso a su ficha de empleado y, sobre todo, a algún que otro dato más sobre él, puesto que se dirigía a él con respeto y amabilidad, como si fuera alguien importante —aunque JiSung no era nadie en absoluto, no había más que verlo para darse cuenta de ello—.

 

            —Entonces —murmuró—. Si solo nos llevamos un año de diferencia… ¿podríamos hablar sin tanta pompa? —preguntó sin poder contenerse—. Creo que sería mucho más fácil para mí hacer todas las preguntas que tengo en mente de esa forma.

            —Por supuesto —replicó ella, esbozando una sonrisa que provocó que sus ojos se cerraran en dos medias lunas—. Podemos tutearnos y tú puedes preguntar todo sobre lo que tengas dudas, aquí estoy para responderlo todo —dijo, cambiando completamente de registro.

 

            JiSung se sintió un poco más cómodo con aquel cambio en la forma de hablar de ChaeYoung, quizás todavía no lo suficientemente cómodo para comenzar a preguntar todo aquello que le había causado curiosidad, pero lo suficiente para poder hablar con ella de una forma un poco más casual, como si estuviera en una pequeña burbuja en la que ellos dos eran los únicos humanos rodeados de seres mucho más poderosos que ellos, que podían lanzarlos por cualquiera de los amplios ventanales de aquella planta en cualquier instante. Allí arriba, solo se había encontrado con dos humanos aparte de él, uno era el muchacho que se encontraba unos metros más allá y al que ni siquiera había saludado porque estaba enfrascado en su trabajo y la joven que tenía delante, así que, quizás tener la capacidad de hablar con ella de forma distendida sobre todo lo que lo preocupaba, le vendría bien. No obstante, JiSung, quien nunca tenía problemas para hablar, hablar y hablar, desde que había entrado en el mundo de los ángeles, había permanecido demasiado callado y, en aquellos momentos, no sabía ni cómo podía hablar para continuar con la conversación que, de todas formas, le era beneficiosa.

 

            —No sé por dónde comenzar… —acabó murmurando, agachando su cabeza y comenzando a juguetear con sus dedos.

            —Imagino que tendrás muchas preguntas —comentó ChaeYoung.

            —¿No las tenías tú también cuando comenzaste a trabajar aquí? —no pudo evitar preguntar el chico, aún sin levantar la cabeza, curioso sobre el por qué una chica tan solo un año mayor que él estaba trabajando en un puesto tan importante y cerca del arcángel, cuando imaginaba que debía haber una competencia feroz por un puesto como aquel.

            —Realmente no —respondió ella—. Desde que tengo memoria, siempre había algún ángel por casa y mi familia ha sido cercana a Christopher durante generaciones… crecer rodeada de alas te hace inmune a la impresión que te da de primeras al verlos de cerca y todas las preguntas que tienes se te van respondiendo poco a poco con el paso de los años.

 

            JiSung abrió los ojos como platos al escuchar aquella respuesta porque de todas las cosas que se podía haber llegado a imaginar, aquella era la única que jamás se le habría podido pasar por la cabeza. El chico sabía que había familias de personas normales y corrientes que, en algún momento de su linaje, habían tenido intervención de alguna forma u otra con los ángeles y, a partir de ese momento, éstos habían actuado de protectores con esa familia, pero nunca se había cruzado realmente con ningún caso, todos le eran demasiado lejanos y nunca se había pensado que realmente llegara a conocer a ninguna persona de aquellas familias —en general, JiSung jamás se había imaginado siquiera que pudiera estar tan cerca de los ángeles en toda su existencia y eso que cuando comenzó la prácticas en la torre, al principio tenía muchas expectativas de conocer a aquellas criaturas—.

 

            —Creo que necesitas un café —le dijo ChaeYoung, cortando su tren de pensamientos—, para asimilar las cosas.

            —Creo que sí —murmuró él, estando de acuerdo.

            —Espera aquí un momento —la joven se levantó de su mesa y JiSung hizo el ademán de levantarse también—. Te lo traigo yo… ¿Qué quieres?

            —Un ice americano, por favor —respondió.

 

            ChaeYoung asintió y después desapareció de su vista para ir a por el café. JiSung aprovechó aquellos momentos en soledad —porque los otros tres ocupantes del lugar no es que hubieran hecho mucho para hacerse notar o interactuar con él— para poner sus pensamientos en orden y ver cuáles eran sus prioridades. Tenía muchas preguntas, muchísimas, pero tampoco esperaba que la chica se las contestara absolutamente todas ellas en aquellos momentos… bastante que se había ofrecido a responder cualquier duda que pudiera tener y había estado siendo amable con él. Ni aquellos que estaban en el mismo lugar que él en ese mismo instante, ni la mayoría de los ángeles que había conocido en aquel escaso lapso de tiempo habían sido mínimamente amables con él, sin dirigirle un saludo siquiera. JiSung sabía perfectamente que él no era más que un ser inferior, un humano sin absolutamente nada que ofrecer y que solo estaba en el camino, estorbándolos a todos. MinHo había sido amable con él, pero parecía que era amable con todas las personas a su alrededor, fueran ángeles o humanos… el arcángel Christopher también había sido amable con él y había tratado de responderle una de las preguntas más importantes —aunque su respuesta le había generado más preguntas y algo de desconfianza—. Tampoco quería abusar de esta amabilidad ofrecida por ChaeYoung preguntándole absolutamente todo lo que tenían en su caótica mente que nunca dejaba de darle vueltas y vueltas a las cosas.

 

Para cuando la chica regresó, con un ice americano para él y otro para ella, JiSung tenía más o menos claro lo que era más importante para él y de lo cual necesitaba una respuesta. No obstante, antes de comenzar a hablar, el chico le dio un buen sorbo al café, notando inmediatamente el frescor y la amargura de la bebida.

 

            —Tengo muchas preguntas —dijo, dejando a un lado la bebida—. Pero no creo que puedas o quieras responderlas todas… así que, supongo que solo podré hacerte las más importantes.

            —Puedes preguntar lo que quieras —respondió ella, esbozando aquella sonrisa amable que lo hacía sentir tranquilo—. Tengo permiso para responder todo aquello que quieras saber.

            —¿Qué son exactamente los demonios? —preguntó.

            —Los demonios… —murmuró ChaeYoung—. No tengo tampoco grandes conocimientos en la materia, pero son seres llenos de oscuridad que viven en un plano diferente al terrestre, donde son los dueños de todo y donde reina el caos —contó—. Al principio todo era caos, oscuridad y tinieblas, pero incluso en la más oscura de las noches, siempre hay un pequeño punto de luz, que se extiende y se expande hasta acabar con la oscuridad. Dos de los tres planos estaban ocupados por los demonios, pero en algún momento, la luz de los ángeles de decidió a luchar por el plano terrestre y se impuso sobre ellos, relegándolos solo a ocupar el plano de la oscuridad, desde donde esperan impacientemente un punto de oscuridad aparecer en la tierra para volver a ella y sembrar el caos —explicó.

 

            JiSung sintió que acababa de asistir a una pequeña clase de historia de la cual no había tenido ni idea de su existencia nunca antes. No era de conocimiento público aquello exactamente, los humanos solo sabían que los demonios existían de la misma forma que lo hacían los ángeles y los arcángeles y que eran seres poderosos que buscaban la destrucción del mundo y, por eso, necesitaban a los otros, para mantenerlos a raya cada vez que aparecieran. Pero que había tres planos era la primera vez que lo escuchaba y sonaba como una serie de ciencia ficción. JiSung tenía muchas más preguntas que hacerle sobre muchas otras cosas, pero aquello había captado su atención y decidió seguir preguntando sobre ello.

 

            —Entonces… ¿cuáles son los tres planos? ¿Y se sienten atraídos los demonios a este porque vivieron aquí una vez?

            —Como habrás imaginado —comenzó ella de nuevo—, los tres planos son: el de la luz, el terrestre y el de la oscuridad y coexisten en el mismo tiempo, aunque el tiempo fluye de forma diferente en los tres, por eso no es que los ángeles sean inmortales, es que vienen de un plano en el que el tiempo fluye mucho más lento —dijo, provocando que JiSung tuviera muchas más preguntas sobre aquella cuestión—. Y sí, debido a que los demonios una vez reinaron en el plano terrestre también, se sienten atraídos por éste y lo único que los mantiene a raya es la presencia de los ángeles y arcángeles, pero eso no quita que, en el momento en el que haya una oscuridad reinante en algún punto de la tierra, éstos puedan aparecer.

            —¿Cómo es eso de que el tiempo fluye de forma diferente en los tres planos y que los ángeles no son inmortales? —cuestionó JiSung.

 

            ChaeYoung se quedó pensativa tras su pregunta y, durante unos momentos, solo le dio vueltas al escaso hielo ya en su mayor parte derretido en el café. JiSung estaba expectante, porque probablemente, aquella era la pregunta más difícil de responder de todas las que le había hecho a la chica en ese rato, pero ChaeYoung siguió jugando con el hielo unos momentos más, ajena por completo a cómo él se sentía, lo nervioso que estaba esperando lo que fuera que le iba a contestar. No obstante, cuando la chica levantó su cabeza y abrió la boca para responderle, sus ojos fueron más allá de la figura de JiSung, viendo a alguien que no esperaba allí. Por cómo inmediatamente los otros ocupantes de la sala se levantaron de sus mesas para saludar formalmente, el chico imaginó que se debía de tratar del arcángel Christopher.

 

            —Han JiSung —lo llamó con voz firme, pero, de alguna forma, suave y cálida, como si pronunciar su nombre lo hiciera sentirse bien—. ¿Podrías acompañarme unos momentos?

 

            JiSung se levantó de la silla en la que había estado sentado mientras hacía las pocas preguntas que había tenido tiempo de hacer y se giró hacia el arcángel para asentir. Verlo tan cerca le provocó un pequeño ataque al corazón porque lo había esperado a algunos metros de distancia y no literalmente a dos pasos de él, tan cerca que, si estiraba su mano, podía rozar las plumas de sus hermosas alas blancas con filamentos plateados con la yema de sus dedos. El arcángel le dedicó una sonrisa leve antes de echar a andar y JiSung solo tuvo un segundo para tratar de reponerse de la impresión que le acababa de causar antes de seguirlo, desandando el camino que había hecho un poco antes con ChaeYoung, para acabar de nuevo en el despacho del arcángel.

 

            JiSung imaginó que éste le indicaría que se sentara en la mesa redonda que todavía seguía en el lugar porque seguro que lo había llevado hasta allí para hablarle sobre algo. No obstante, el arcángel se acercó a uno de los amplios ventanales y lo abrió de par en par, provocando que una ráfaga de aire entrara en el despacho y revolviera algunos de los papeles que éste tenía en su escritorio y, sobre todo, revolviera el pelo rubio y rizado del arcángel. JiSung se sintió completamente inseguro allí dentro en ese mismo instante. La ventana abierta en la planta más alta de la Torre del Arcángel no era algo que le entusiasmara especialmente y su mente comenzó a pensar en diferentes situaciones en las que él acababa saliendo por aquella ventana y descendiendo en caída mortal todos aquellos metros que la torre se alzaba hasta el cielo para terminar contra el asfalto, en una masa deforme de carne y huesos en la que nadie sabría identificarlo. No obstante, aquello no fue lo que sucedió y, ni en sus más salvajes elucubraciones, JiSung se habría imaginado jamás lo que pasó.

 

            El arcángel se dirigió hacia él, con sus ojos castaños fijos en los de JiSung hasta que sus cuerpos quedaron a escasos centímetros de distancia el uno del otro, sus rostros casi rozándose porque a pesar de que el arcángel tenía una presencia enorme y apabullante, apenas era un par de centímetros más alto que él. El chico quiso dar varios pasos hacia atrás porque su cerebro le estaba gritando que aquello era peligroso, que tener a un arcángel tan cerca de su cuerpo no le podía traer nada bueno y que debía correr para ponerse a salvo. Su cerebro lo estaba alertando y le estaba diciendo a sus piernas que los acaran lo más rápido posible de aquel lugar antes de que pudiera sucederle algo malo, pero JiSung se había quedado completamente anclado en el suelo, sin poder moverse, perdido en la inmensidad de los ojos del arcángel Christopher, porque a pesar de que su cerebro le estaba gritando toco aquello, lo único que podía sentir emanar de aquel poderoso ser era calidez. El arcángel terminó de salvar la distancia que quedaba entre ellos para pasar sus fuertes brazos por la cintura de JiSung y agarrarlo delicadamente, pero con firmeza, ya que levantó sus pies del suelo, echando a andar con él como si no fuera más que un muñeco de trapo. El chico tardó en procesar lo que estaba sucediendo y, para cuando fue consciente de todo, ya se encontraban al borde del ventanal, el arcángel desplegando sus alas, dispuesto a saltar.

 

            —No tengas miedo —le dijo—. No dejaré que te ocurra nada.

 

            JiSung abrió sus ojos al máximo, aterrorizado, su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho, sus manos apretadas en puños agarrando la camisa negra que aquel día vestía el arcángel y que contrastaba con su pálida piel con toda la fuerza que poseía. El chico quiso gritar, pero su voz murió en su garganta cuando el arcángel dio un paso y el suelo ya no era lo que los sujetaba. JiSung sintió vértigo, mareo, cerró sus ojos y quiso morir en aquel mismo instante porque la sensación del fuerte viento y el absoluto vacío a sus pies lo estaba poniendo malo, pero casi al instante, tan solo unos segundos después, las alas del arcángel comenzaron a moverse y llevarlos hacia arriba hasta que los pies del arcángel volvieron a tocar tierra y los suyos también. JiSung se tambaleó y, si no hubiera estado todavía sujeto por el arcángel, se habría caído redondo al suelo como un peso muerto porque sus piernas eran como gelatina.

 

            —Siento haberte sobresaltado —le dijo el arcángel Christopher y, a JiSung, su disculpa le sonó totalmente sincera—. Pero esta es la única forma de llegar a la azotea y quería que vieras algo.

 

            El chico no abrió los ojos inmediatamente, aunque el otro le hubiera dicho que lo había subido volando a aquel lugar para enseñarle algo, tardó unos minutos en que su cuerpo dejara de temblar, su corazón dejara de latir tan rápido que lo escuchaba reverberar en su cabeza y su respiración se regulara. Fue lento, porque la sensación del vacío a sus pies y el viento golpeando su cuerpo todavía seguía estando muy presente en él. Cuando finalmente consiguió serenarse y abrir los ojos, se dio cuenta de que todavía seguía agarrando con fuerza la camisa del arcángel e inmediatamente la soltó, disculpándose una y otra vez con él, alejándose de sus brazos, aunque el viento en aquel lugar tan alto lo hacía sentirse completamente inestable. El arcángel lo dejó alejarse de él, pero no le quitó los ojos de encima ni un solo segundo, como si temiera que pudiera dar un paso en falso y caer. El mismo JiSung temía acercarse peligrosamente al borde de la azotea, dar un paso en falso y caer, pero no supo por qué, pensó que, si eso llegara a suceder, el arcángel iría tras él para sujetarlo.

 

            —Quería hablarte de algo —dijo el arcángel, cuando JiSung ya estaba lo suficientemente repuesto de aquel sobresalto como para prestar atención a las palabras que éste le pudiera decir—. La azotea es un lugar extraordinario desde el cual se puede divisar prácticamente toda la ciudad.

 

            JiSung asintió, mirando a su alrededor y descubriendo efectivamente que desde allí arriba realmente se podía ver casi toda la ciudad de Sídney. La Torre del Arcángel era el edificio más alto de aquella ciudad, pudiendo ser divisado desde casi cualquier lugar, por lo que para el chico fue extraño estar allí arriba, en la cima de todo lo que llevaba siendo su mundo varios años. Todavía no se podía creer siquiera que estuviera tan alto… pero JiSung recordó en ese instante que, cuanto más alto subiera, más grande era la caída y tuvo un escalofrío de terror. Odiaba que su mente le recordara una y otra vez que pudiera caer, que en algún momento dejara de ser útil —si es que en algún momento lo había sido— y que alguien pudiera dejarlo caer desde aquella torre.

 

            —Todo esto —continuó el arcángel—, y mucho más allá, donde no llega la vista desde aquí, son mis dominios, mi gente, todo aquello que juré proteger cuando me convertí en el arcángel de Oceanía —siguió—. No desearía volver a perder a nadie más en esta nueva lucha con los demonios.

 

            La melancolía en la voz de aquel ser extraordinario provocó que el mismo JiSung sintiera en su propio cuerpo aquel mismo pesar, su cuerpo encogiéndose ante las palabras que no habían sido pronunciadas y que debían provocar un inmenso dolor en el arcángel. JiSung no sabía por qué le había confiado aquello, pero se compadeció del dolor sufrido por éste en algún momento de su pasado.

 

            —Por eso —habló de nuevo—, me gustaría que supieras que eres alguien muy importante en este equipo y que no dejaré que te suceda nada, Han JiSung.

 

            JiSung sintió un pequeño escalofrío recorrer su cuerpo de arriba abajo al escuchar aquellas palabras que habían sonado con gran sinceridad. El chico seguía sin entender realmente cuál era su papel en todo aquel embrollo, seguía sin comprender cómo un humano sin talento para nada realmente podía ser alguien importante para aquella misión —y no había podido preguntarle nada de aquello a ChaeYoung porque su curiosidad sobre los demonios y ángeles había acabado comiéndose el tiempo que habían estado hablando—, pero JiSung agradecía que el arcángel le hubiera dicho aquellas palabras porque, con aquel ser tan poderoso a su lado prometiendo que no dejaría que le sucediera nada malo, se sentía un poco más seguro en todo aquello, aunque no lo suficiente como para dejar de pensar y pensar en lo peor.

 

~

 

            “¡Arcángel Christopher!”

            “¡Sire!”

 

            Las voces de ChangBin y HyunJin rompieron el silencio que había buscado mantener en su mente después de su conversación con JiSung antes, el silencio, la nada absoluta, para que dejara de recordar la sensación del cuerpo del chico entre sus brazos. Sus voces se mezclaron en su mente, lo que provocó que una pequeña y aguda punzada atravesara su cerebro porque lo habían hecho simultáneamente y aquella habilidad adquirida hacía unas pocas décadas aún no la había podido dominar. Los dos ángeles debían estar lejos, pero estaban tratando de acceder al canal que había creado en su mente para que todos los miembros de la liga de ángeles que había formado para aquella misión se pusieran en contacto con él de una forma segura y rápida. Sus voces sonaban alertadas, aceleradas y Christopher casi los podía imaginar volando a toda velocidad hacia donde él se encontraba, siguiendo aquel canal. Algo debía haber ido mal… terriblemente mal.

 

            “¡Sire!” volvió a escuchar la voz de HyunJin en su mente y le contestó.

            “¿Qué sucede, HyunJin?”

            “Los demonios son reales” le dijo, el pánico asomando en su voz, que en general no era otra cosa más que calmada “y uno de ellos no se encontraba con los demás”.

 

            Christopher frunció su ceño. Porque la primera parte de lo que había escuchado lo alegraba, ya que, a partir de ese momento, podía contar con que HyunJin se dedicara en cuerpo y alma a aquella misión; pero la segunda parte no le generaba ninguna confianza. Los demonios debían de estar moviéndose a la misma velocidad todos y solo por la noche porque sus energías no debían de ser especialmente fuertes en aquellos momentos y durante el día, con la claridad, debía de hacérseles muy difícil de avanzar. Ninguno podría haberse quedado atrás o adelantado a los demás porque al mantenerse juntos podían compartir sus energías hasta llegar a alguna zona poblada y allí recoger la energía oscura que desprendían los humanos para fortalecer sus vínculos a este plano y hacerse más fuertes en él.

 

            “¿Y dónde está?” les preguntó, teniendo un mal presentimiento.

            “He tratado de seguir su rastro” respondió ChangBin aquella vez “y se ha adelantado a los demás”.

“¿Cómo es posible?” cuestionó.

“No lo sé” dijo el ángel oscuro “es la primera vez que veo que un grupo de demonios se separe”.

“ChangBin ha dicho que lo más factible es que ya haya llegado al continente” añadió HyunJin.

 

            El corazón del arcángel dio un vuelco al escuchar aquella última frase. No estaban preparados, no habían contado con que alguno de los demonios se pudiera adelantar a los demás y no habían avisado a la población para que se resguardaran, pensando en combatirlos fuera del continente. Aquello se salía de todos sus planes y no tenían ninguna maniobra pensada para poder hacerles frente en aquel lugar. Sin embargo, no tenía tiempo para eso, no tenía tiempo para entrar en pánico, debía pensar las cosas fríamente, debía de convocar a todos los ángeles que habían sido designados para aquella misión para que se mantuvieran alerta, para que fueran a todas las posibles entradas al continente del demonio y lo detuvieran antes de que entrara a él y así poder ganar un poco de tiempo en el que pensar cómo poner a salvo a la población.

 

No obstante, antes de que pudiera hacerlo, antes de que pudiera llamarlos a todos, sintió cómo otra voz reverberaba en su mente, llena de pánico, una voz femenina que Christopher no pensó que oiría tan pronto, alertándolo de lo que más había temido que sucediera.

 

            —JiSung… —murmuró, antes de acercarse a la ventana de su despacho y saltar al vacío.

 

 

 

 

 

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