CHAPTER
5: (MANY) CHANGES
Seguir
con su vida normal y su trabajo después de la reunión de aquella mañana era lo
que JiSung tenía pensado hacer… al menos intentarlo, porque no sabía si podría
con ello. El día anterior había acabado demasiado agotado tanto física como
mentalmente, por lo que no las tenía todas consigo y, aunque aquel día no
parecía que se fuera a derrumbar en el primer momento en el que se quedara
solo, el chico no se sentía preparado para dedicarse a hacer el trabajo para el
cual lo habían contratado en la Torre del Arcángel. No obstante, aquel día
parecía que iba a sr completamente diferente porque en el instante en el que
salió del despacho del arcángel, se encontró frente a la chica menuda que lo
había guiado tan solo hacía unas horas hasta el lugar, esperándolo con una
sonrisa en su rostro. JiSung se fijó que la joven tenía un lujar bajo su labio
en ese momento, en el lado izquierdo, y le pareció un atributo encantador
porque siempre le habían parecido encantadores los lunares.
—Han
JiSung —lo llamó—. A partir de ahora trabajará conmigo en esta planta, para
estar disponible lo más pronto posible cada vez que se le requiera.
JiSung
abrió los ojos como platos sin poder creerse lo que acababa de escuchar.
Aquellos días estaban siendo de demasiados cambios y el chico no estaba seguro
de que le gustaran todos esos cambios, de hecho, estaba bastante seguro de que
le gustaban muy poco la mayor parte de ellos. Y aquel cambio era uno con el que
no contaba en absoluto, así que, todavía no podía decidir si le gustaba o no.
—Enhorabuena
—le dijo MinHo—. Has ascendido.
El
chico quiso poner los ojos en blanco ante aquello, pero no se podía permitir el
lujo de ponerle los ojos en blanco a un ángel, por muy cercano que el ángel con
las alas de los colores del atardecer se hubiera comportado con él, JiSung
sabía que había una línea muy ancha que lo separaba de aquellos seres y aquel
tipo de comportamiento no sería aceptado. Por eso, simplemente se contuvo de
hacerlo y solo esbozó una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos porque
realmente no estaba feliz por aquello. Si pudiera hacer que el tiempo volviera
atrás para regresar al día anterior por la mañana, se habría quedado en casa y
no lo habrían podido meter en todo aquello, se habrían tenido que buscar otro
humano que lo hubiera reemplazado en aquel equipo, o mejor, otro ángel que de
verdad les sirviera de ayuda en la tan importante misión que tenían que llevar
a cabo.
—Sígame
por aquí.
Fue lo que le dijo la
joven antes de comenzar a andar. JiSung se despidió de MinHo con un leve
movimiento de su cabeza para después seguirla por aquella planta. Hicieron el
mismo camino que habían hecho horas antes aquella mañana hasta pasar los
ascensores, entrando en territorio desconocido para el chico, que solo había
estado en la otra zona de aquella planta, aunque tampoco cambiaba mucho, todo
era bastante parecido en esa zona, grandes espacios ricamente decorados,
grandes columnas y techos altos. No tardaron mucho en llegar al lugar en el que
la joven debía trabajar, un espacio amplio en el que había media decena de
mesas de trabajo, de las cuales dos de ellas estaban ocupadas por dos ángeles y
otra de ellas por un humano, una de las dos que estaban libres debía de ser la
de la chica y la otra no debía de pertenecer a nadie, porque simplemente tenía
un ordenador, nada de fotos, papeles o post-its de colorines.
—Ya
hemos llegado —le dijo, caminando hacia la mesa libre que estaba completamente
llena de documentos y sentándose tras esta—. Puede sentarse aquí conmigo y
preguntar todo sobre lo que tenga dudas, estaré encantada de resolvérselas
todas.
JiSung
se sentó en la silla que había frente a ella y después miró a su alrededor
mientras pensaba en qué podía ser lo primero que le preguntara. Tenía
tantísimas dudas sobre absolutamente todo, desde por qué había sido elegido
para aquella misión hasta por qué ahora mismo se encontraba allí con ella
sentado en lo que parecía una zona importantísima de la torre. Desde el día
anterior había acumulado un montón de preguntas que requerían una respuesta y
JiSung, que ahora tenía la oportunidad porque ella se la había brindado, no
quería desaprovecharla por nada del mundo. No obstante, tampoco sabía la
posición que la joven ocupaba en aquel lugar, solo intuía que debía ser alguien
importante a pesar de su juventud, porque para trabajar en aquel lugar, tan
cerca del arcángel, entrando y saliendo de su despacho sin que aquello
supusiera ningún problema, debía de ser un cargo muy importante. Por ese
motivo, antes de preguntar ninguna otra cosa, acabó preguntándole a la chica
por ella misma.
—¿Cómo
se llama? —preguntó en primer lugar—. Me gustaría poder referirme por su nombre
cuando le haga alguna pregunta —añadió, siendo lo más respetuoso posible con
ella porque ella lo había estado siendo con él desde el primer momento.
—Ni
nombre es ChaeYoung —contestó ella, afablemente—. Y no hace falta que me trate
de usted, solo soy un año mayor.
JiSung
estuvo a punto de preguntar cómo sabía que era un año mayor que él, pero se
contuvo a tiempo de hacer el ridículo porque claro que debía de saberlo.
ChaeYoung debía de tener acceso a su ficha de empleado y, sobre todo, a algún
que otro dato más sobre él, puesto que se dirigía a él con respeto y
amabilidad, como si fuera alguien importante —aunque JiSung no era nadie en
absoluto, no había más que verlo para darse cuenta de ello—.
—Entonces
—murmuró—. Si solo nos llevamos un año de diferencia… ¿podríamos hablar sin
tanta pompa? —preguntó sin poder contenerse—. Creo que sería mucho más fácil
para mí hacer todas las preguntas que tengo en mente de esa forma.
—Por
supuesto —replicó ella, esbozando una sonrisa que provocó que sus ojos se
cerraran en dos medias lunas—. Podemos tutearnos y tú puedes preguntar todo
sobre lo que tengas dudas, aquí estoy para responderlo todo —dijo, cambiando
completamente de registro.
JiSung
se sintió un poco más cómodo con aquel cambio en la forma de hablar de
ChaeYoung, quizás todavía no lo suficientemente cómodo para comenzar a
preguntar todo aquello que le había causado curiosidad, pero lo suficiente para
poder hablar con ella de una forma un poco más casual, como si estuviera en una
pequeña burbuja en la que ellos dos eran los únicos humanos rodeados de seres
mucho más poderosos que ellos, que podían lanzarlos por cualquiera de los
amplios ventanales de aquella planta en cualquier instante. Allí arriba, solo
se había encontrado con dos humanos aparte de él, uno era el muchacho que se
encontraba unos metros más allá y al que ni siquiera había saludado porque
estaba enfrascado en su trabajo y la joven que tenía delante, así que, quizás
tener la capacidad de hablar con ella de forma distendida sobre todo lo que lo
preocupaba, le vendría bien. No obstante, JiSung, quien nunca tenía problemas
para hablar, hablar y hablar, desde que había entrado en el mundo de los
ángeles, había permanecido demasiado callado y, en aquellos momentos, no sabía
ni cómo podía hablar para continuar con la conversación que, de todas formas,
le era beneficiosa.
—No
sé por dónde comenzar… —acabó murmurando, agachando su cabeza y comenzando a
juguetear con sus dedos.
—Imagino
que tendrás muchas preguntas —comentó ChaeYoung.
—¿No
las tenías tú también cuando comenzaste a trabajar aquí? —no pudo evitar
preguntar el chico, aún sin levantar la cabeza, curioso sobre el por qué una
chica tan solo un año mayor que él estaba trabajando en un puesto tan importante
y cerca del arcángel, cuando imaginaba que debía haber una competencia feroz
por un puesto como aquel.
—Realmente
no —respondió ella—. Desde que tengo memoria, siempre había algún ángel por
casa y mi familia ha sido cercana a Christopher durante generaciones… crecer
rodeada de alas te hace inmune a la impresión que te da de primeras al verlos
de cerca y todas las preguntas que tienes se te van respondiendo poco a poco
con el paso de los años.
JiSung
abrió los ojos como platos al escuchar aquella respuesta porque de todas las
cosas que se podía haber llegado a imaginar, aquella era la única que jamás se
le habría podido pasar por la cabeza. El chico sabía que había familias de
personas normales y corrientes que, en algún momento de su linaje, habían tenido
intervención de alguna forma u otra con los ángeles y, a partir de ese momento,
éstos habían actuado de protectores con esa familia, pero nunca se había
cruzado realmente con ningún caso, todos le eran demasiado lejanos y nunca se
había pensado que realmente llegara a conocer a ninguna persona de aquellas
familias —en general, JiSung jamás se había imaginado siquiera que pudiera
estar tan cerca de los ángeles en toda su existencia y eso que cuando comenzó
la prácticas en la torre, al principio tenía muchas expectativas de conocer a
aquellas criaturas—.
—Creo
que necesitas un café —le dijo ChaeYoung, cortando su tren de pensamientos—,
para asimilar las cosas.
—Creo
que sí —murmuró él, estando de acuerdo.
—Espera
aquí un momento —la joven se levantó de su mesa y JiSung hizo el ademán de
levantarse también—. Te lo traigo yo… ¿Qué quieres?
—Un
ice americano, por favor —respondió.
ChaeYoung
asintió y después desapareció de su vista para ir a por el café. JiSung
aprovechó aquellos momentos en soledad —porque los otros tres ocupantes del
lugar no es que hubieran hecho mucho para hacerse notar o interactuar con él—
para poner sus pensamientos en orden y ver cuáles eran sus prioridades. Tenía
muchas preguntas, muchísimas, pero tampoco esperaba que la chica se las
contestara absolutamente todas ellas en aquellos momentos… bastante que se
había ofrecido a responder cualquier duda que pudiera tener y había estado
siendo amable con él. Ni aquellos que estaban en el mismo lugar que él en ese
mismo instante, ni la mayoría de los ángeles que había conocido en aquel escaso
lapso de tiempo habían sido mínimamente amables con él, sin dirigirle un saludo
siquiera. JiSung sabía perfectamente que él no era más que un ser inferior, un
humano sin absolutamente nada que ofrecer y que solo estaba en el camino,
estorbándolos a todos. MinHo había sido amable con él, pero parecía que era
amable con todas las personas a su alrededor, fueran ángeles o humanos… el
arcángel Christopher también había sido amable con él y había tratado de
responderle una de las preguntas más importantes —aunque su respuesta le había
generado más preguntas y algo de desconfianza—. Tampoco quería abusar de esta
amabilidad ofrecida por ChaeYoung preguntándole absolutamente todo lo que
tenían en su caótica mente que nunca dejaba de darle vueltas y vueltas a las
cosas.
Para cuando la chica
regresó, con un ice americano para él y otro para ella, JiSung tenía más
o menos claro lo que era más importante para él y de lo cual necesitaba una
respuesta. No obstante, antes de comenzar a hablar, el chico le dio un buen
sorbo al café, notando inmediatamente el frescor y la amargura de la bebida.
—Tengo
muchas preguntas —dijo, dejando a un lado la bebida—. Pero no creo que puedas o
quieras responderlas todas… así que, supongo que solo podré hacerte las más
importantes.
—Puedes
preguntar lo que quieras —respondió ella, esbozando aquella sonrisa amable que
lo hacía sentir tranquilo—. Tengo permiso para responder todo aquello que
quieras saber.
—¿Qué
son exactamente los demonios? —preguntó.
—Los
demonios… —murmuró ChaeYoung—. No tengo tampoco grandes conocimientos en la
materia, pero son seres llenos de oscuridad que viven en un plano diferente al
terrestre, donde son los dueños de todo y donde reina el caos —contó—. Al
principio todo era caos, oscuridad y tinieblas, pero incluso en la más oscura
de las noches, siempre hay un pequeño punto de luz, que se extiende y se
expande hasta acabar con la oscuridad. Dos de los tres planos estaban ocupados
por los demonios, pero en algún momento, la luz de los ángeles de decidió a
luchar por el plano terrestre y se impuso sobre ellos, relegándolos solo a
ocupar el plano de la oscuridad, desde donde esperan impacientemente un punto
de oscuridad aparecer en la tierra para volver a ella y sembrar el caos —explicó.
JiSung
sintió que acababa de asistir a una pequeña clase de historia de la cual no
había tenido ni idea de su existencia nunca antes. No era de conocimiento
público aquello exactamente, los humanos solo sabían que los demonios existían
de la misma forma que lo hacían los ángeles y los arcángeles y que eran seres
poderosos que buscaban la destrucción del mundo y, por eso, necesitaban a los
otros, para mantenerlos a raya cada vez que aparecieran. Pero que había tres
planos era la primera vez que lo escuchaba y sonaba como una serie de ciencia
ficción. JiSung tenía muchas más preguntas que hacerle sobre muchas otras
cosas, pero aquello había captado su atención y decidió seguir preguntando
sobre ello.
—Entonces…
¿cuáles son los tres planos? ¿Y se sienten atraídos los demonios a este porque
vivieron aquí una vez?
—Como
habrás imaginado —comenzó ella de nuevo—, los tres planos son: el de la luz, el
terrestre y el de la oscuridad y coexisten en el mismo tiempo, aunque el tiempo
fluye de forma diferente en los tres, por eso no es que los ángeles sean
inmortales, es que vienen de un plano en el que el tiempo fluye mucho más lento
—dijo, provocando que JiSung tuviera muchas más preguntas sobre aquella
cuestión—. Y sí, debido a que los demonios una vez reinaron en el plano
terrestre también, se sienten atraídos por éste y lo único que los mantiene a
raya es la presencia de los ángeles y arcángeles, pero eso no quita que, en el
momento en el que haya una oscuridad reinante en algún punto de la tierra,
éstos puedan aparecer.
—¿Cómo
es eso de que el tiempo fluye de forma diferente en los tres planos y que los
ángeles no son inmortales? —cuestionó JiSung.
ChaeYoung
se quedó pensativa tras su pregunta y, durante unos momentos, solo le dio
vueltas al escaso hielo ya en su mayor parte derretido en el café. JiSung
estaba expectante, porque probablemente, aquella era la pregunta más difícil de
responder de todas las que le había hecho a la chica en ese rato, pero
ChaeYoung siguió jugando con el hielo unos momentos más, ajena por completo a
cómo él se sentía, lo nervioso que estaba esperando lo que fuera que le iba a
contestar. No obstante, cuando la chica levantó su cabeza y abrió la boca para
responderle, sus ojos fueron más allá de la figura de JiSung, viendo a alguien
que no esperaba allí. Por cómo inmediatamente los otros ocupantes de la sala se
levantaron de sus mesas para saludar formalmente, el chico imaginó que se debía
de tratar del arcángel Christopher.
—Han
JiSung —lo llamó con voz firme, pero, de alguna forma, suave y cálida, como si
pronunciar su nombre lo hiciera sentirse bien—. ¿Podrías acompañarme unos
momentos?
JiSung
se levantó de la silla en la que había estado sentado mientras hacía las pocas
preguntas que había tenido tiempo de hacer y se giró hacia el arcángel para
asentir. Verlo tan cerca le provocó un pequeño ataque al corazón porque lo
había esperado a algunos metros de distancia y no literalmente a dos pasos de
él, tan cerca que, si estiraba su mano, podía rozar las plumas de sus hermosas
alas blancas con filamentos plateados con la yema de sus dedos. El arcángel le
dedicó una sonrisa leve antes de echar a andar y JiSung solo tuvo un segundo
para tratar de reponerse de la impresión que le acababa de causar antes de
seguirlo, desandando el camino que había hecho un poco antes con ChaeYoung,
para acabar de nuevo en el despacho del arcángel.
JiSung
imaginó que éste le indicaría que se sentara en la mesa redonda que todavía
seguía en el lugar porque seguro que lo había llevado hasta allí para hablarle
sobre algo. No obstante, el arcángel se acercó a uno de los amplios ventanales
y lo abrió de par en par, provocando que una ráfaga de aire entrara en el
despacho y revolviera algunos de los papeles que éste tenía en su escritorio y,
sobre todo, revolviera el pelo rubio y rizado del arcángel. JiSung se sintió
completamente inseguro allí dentro en ese mismo instante. La ventana abierta en
la planta más alta de la Torre del Arcángel no era algo que le entusiasmara
especialmente y su mente comenzó a pensar en diferentes situaciones en las que
él acababa saliendo por aquella ventana y descendiendo en caída mortal todos
aquellos metros que la torre se alzaba hasta el cielo para terminar contra el
asfalto, en una masa deforme de carne y huesos en la que nadie sabría
identificarlo. No obstante, aquello no fue lo que sucedió y, ni en sus más
salvajes elucubraciones, JiSung se habría imaginado jamás lo que pasó.
El
arcángel se dirigió hacia él, con sus ojos castaños fijos en los de JiSung
hasta que sus cuerpos quedaron a escasos centímetros de distancia el uno del
otro, sus rostros casi rozándose porque a pesar de que el arcángel tenía una
presencia enorme y apabullante, apenas era un par de centímetros más alto que
él. El chico quiso dar varios pasos hacia atrás porque su cerebro le estaba
gritando que aquello era peligroso, que tener a un arcángel tan cerca de su
cuerpo no le podía traer nada bueno y que debía correr para ponerse a salvo. Su
cerebro lo estaba alertando y le estaba diciendo a sus piernas que los acaran
lo más rápido posible de aquel lugar antes de que pudiera sucederle algo malo,
pero JiSung se había quedado completamente anclado en el suelo, sin poder
moverse, perdido en la inmensidad de los ojos del arcángel Christopher, porque
a pesar de que su cerebro le estaba gritando toco aquello, lo único que podía
sentir emanar de aquel poderoso ser era calidez. El arcángel terminó de salvar
la distancia que quedaba entre ellos para pasar sus fuertes brazos por la
cintura de JiSung y agarrarlo delicadamente, pero con firmeza, ya que levantó
sus pies del suelo, echando a andar con él como si no fuera más que un muñeco
de trapo. El chico tardó en procesar lo que estaba sucediendo y, para cuando
fue consciente de todo, ya se encontraban al borde del ventanal, el arcángel
desplegando sus alas, dispuesto a saltar.
—No
tengas miedo —le dijo—. No dejaré que te ocurra nada.
JiSung
abrió sus ojos al máximo, aterrorizado, su corazón latiendo rápidamente dentro
de su pecho, sus manos apretadas en puños agarrando la camisa negra que aquel
día vestía el arcángel y que contrastaba con su pálida piel con toda la fuerza
que poseía. El chico quiso gritar, pero su voz murió en su garganta cuando el
arcángel dio un paso y el suelo ya no era lo que los sujetaba. JiSung sintió
vértigo, mareo, cerró sus ojos y quiso morir en aquel mismo instante porque la
sensación del fuerte viento y el absoluto vacío a sus pies lo estaba poniendo
malo, pero casi al instante, tan solo unos segundos después, las alas del
arcángel comenzaron a moverse y llevarlos hacia arriba hasta que los pies del
arcángel volvieron a tocar tierra y los suyos también. JiSung se tambaleó y, si
no hubiera estado todavía sujeto por el arcángel, se habría caído redondo al
suelo como un peso muerto porque sus piernas eran como gelatina.
—Siento
haberte sobresaltado —le dijo el arcángel Christopher y, a JiSung, su disculpa
le sonó totalmente sincera—. Pero esta es la única forma de llegar a la azotea
y quería que vieras algo.
El
chico no abrió los ojos inmediatamente, aunque el otro le hubiera dicho que lo
había subido volando a aquel lugar para enseñarle algo, tardó unos minutos en
que su cuerpo dejara de temblar, su corazón dejara de latir tan rápido que lo
escuchaba reverberar en su cabeza y su respiración se regulara. Fue lento,
porque la sensación del vacío a sus pies y el viento golpeando su cuerpo
todavía seguía estando muy presente en él. Cuando finalmente consiguió
serenarse y abrir los ojos, se dio cuenta de que todavía seguía agarrando con
fuerza la camisa del arcángel e inmediatamente la soltó, disculpándose una y
otra vez con él, alejándose de sus brazos, aunque el viento en aquel lugar tan
alto lo hacía sentirse completamente inestable. El arcángel lo dejó alejarse de
él, pero no le quitó los ojos de encima ni un solo segundo, como si temiera que
pudiera dar un paso en falso y caer. El mismo JiSung temía acercarse
peligrosamente al borde de la azotea, dar un paso en falso y caer, pero no supo
por qué, pensó que, si eso llegara a suceder, el arcángel iría tras él para
sujetarlo.
—Quería
hablarte de algo —dijo el arcángel, cuando JiSung ya estaba lo suficientemente
repuesto de aquel sobresalto como para prestar atención a las palabras que éste
le pudiera decir—. La azotea es un lugar extraordinario desde el cual se puede
divisar prácticamente toda la ciudad.
JiSung
asintió, mirando a su alrededor y descubriendo efectivamente que desde allí
arriba realmente se podía ver casi toda la ciudad de Sídney. La Torre del
Arcángel era el edificio más alto de aquella ciudad, pudiendo ser divisado
desde casi cualquier lugar, por lo que para el chico fue extraño estar allí
arriba, en la cima de todo lo que llevaba siendo su mundo varios años. Todavía no
se podía creer siquiera que estuviera tan alto… pero JiSung recordó en ese
instante que, cuanto más alto subiera, más grande era la caída y tuvo un
escalofrío de terror. Odiaba que su mente le recordara una y otra vez que
pudiera caer, que en algún momento dejara de ser útil —si es que en algún
momento lo había sido— y que alguien pudiera dejarlo caer desde aquella torre.
—Todo
esto —continuó el arcángel—, y mucho más allá, donde no llega la vista desde
aquí, son mis dominios, mi gente, todo aquello que juré proteger cuando me
convertí en el arcángel de Oceanía —siguió—. No desearía volver a perder a
nadie más en esta nueva lucha con los demonios.
La
melancolía en la voz de aquel ser extraordinario provocó que el mismo JiSung
sintiera en su propio cuerpo aquel mismo pesar, su cuerpo encogiéndose ante las
palabras que no habían sido pronunciadas y que debían provocar un inmenso dolor
en el arcángel. JiSung no sabía por qué le había confiado aquello, pero se compadeció
del dolor sufrido por éste en algún momento de su pasado.
—Por
eso —habló de nuevo—, me gustaría que supieras que eres alguien muy importante
en este equipo y que no dejaré que te suceda nada, Han JiSung.
JiSung
sintió un pequeño escalofrío recorrer su cuerpo de arriba abajo al escuchar
aquellas palabras que habían sonado con gran sinceridad. El chico seguía sin
entender realmente cuál era su papel en todo aquel embrollo, seguía sin
comprender cómo un humano sin talento para nada realmente podía ser alguien
importante para aquella misión —y no había podido preguntarle nada de aquello a
ChaeYoung porque su curiosidad sobre los demonios y ángeles había acabado
comiéndose el tiempo que habían estado hablando—, pero JiSung agradecía que el
arcángel le hubiera dicho aquellas palabras porque, con aquel ser tan poderoso
a su lado prometiendo que no dejaría que le sucediera nada malo, se sentía un
poco más seguro en todo aquello, aunque no lo suficiente como para dejar de
pensar y pensar en lo peor.
~
“¡Arcángel
Christopher!”
“¡Sire!”
Las
voces de ChangBin y HyunJin rompieron el silencio que había buscado mantener en
su mente después de su conversación con JiSung antes, el silencio, la nada
absoluta, para que dejara de recordar la sensación del cuerpo del chico entre
sus brazos. Sus voces se mezclaron en su mente, lo que provocó que una pequeña
y aguda punzada atravesara su cerebro porque lo habían hecho simultáneamente y
aquella habilidad adquirida hacía unas pocas décadas aún no la había podido
dominar. Los dos ángeles debían estar lejos, pero estaban tratando de acceder
al canal que había creado en su mente para que todos los miembros de la liga de
ángeles que había formado para aquella misión se pusieran en contacto con él de
una forma segura y rápida. Sus voces sonaban alertadas, aceleradas y
Christopher casi los podía imaginar volando a toda velocidad hacia donde él se
encontraba, siguiendo aquel canal. Algo debía haber ido mal… terriblemente mal.
“¡Sire!”
volvió a escuchar la voz de HyunJin en su mente y le contestó.
“¿Qué
sucede, HyunJin?”
“Los
demonios son reales” le dijo, el pánico asomando en su voz, que en general
no era otra cosa más que calmada “y uno de ellos no se encontraba con los
demás”.
Christopher
frunció su ceño. Porque la primera parte de lo que había escuchado lo alegraba,
ya que, a partir de ese momento, podía contar con que HyunJin se dedicara en
cuerpo y alma a aquella misión; pero la segunda parte no le generaba ninguna
confianza. Los demonios debían de estar moviéndose a la misma velocidad todos y
solo por la noche porque sus energías no debían de ser especialmente fuertes en
aquellos momentos y durante el día, con la claridad, debía de hacérseles muy
difícil de avanzar. Ninguno podría haberse quedado atrás o adelantado a los
demás porque al mantenerse juntos podían compartir sus energías hasta llegar a
alguna zona poblada y allí recoger la energía oscura que desprendían los
humanos para fortalecer sus vínculos a este plano y hacerse más fuertes en él.
“¿Y
dónde está?” les preguntó, teniendo un mal presentimiento.
“He
tratado de seguir su rastro” respondió ChangBin aquella vez “y se ha
adelantado a los demás”.
“¿Cómo es posible?” cuestionó.
“No lo sé” dijo el ángel oscuro “es
la primera vez que veo que un grupo de demonios se separe”.
“ChangBin ha dicho que lo
más factible es que ya haya llegado al continente” añadió HyunJin.
El
corazón del arcángel dio un vuelco al escuchar aquella última frase. No estaban
preparados, no habían contado con que alguno de los demonios se pudiera
adelantar a los demás y no habían avisado a la población para que se
resguardaran, pensando en combatirlos fuera del continente. Aquello se salía de
todos sus planes y no tenían ninguna maniobra pensada para poder hacerles
frente en aquel lugar. Sin embargo, no tenía tiempo para eso, no tenía tiempo
para entrar en pánico, debía pensar las cosas fríamente, debía de convocar a
todos los ángeles que habían sido designados para aquella misión para que se
mantuvieran alerta, para que fueran a todas las posibles entradas al continente
del demonio y lo detuvieran antes de que entrara a él y así poder ganar un poco
de tiempo en el que pensar cómo poner a salvo a la población.
No obstante, antes de
que pudiera hacerlo, antes de que pudiera llamarlos a todos, sintió cómo otra
voz reverberaba en su mente, llena de pánico, una voz femenina que Christopher
no pensó que oiría tan pronto, alertándolo de lo que más había temido que
sucediera.
—JiSung…
—murmuró, antes de acercarse a la ventana de su despacho y saltar al vacío.
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