Título: 10 out of 10
Autora:
Riz Aino
Pareja:
YuTen (Yuta + Ten) (NCT)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, drama, fluff
Número de palabras:
1.071 palabras
Resumen:
Ten, el amigo de la infancia de Yuta, vuelve de Tailandia varios años después
de irse, estando fuera de la liga de todo el mundo y sabiéndolo.
Notas: esta historia
la vi por primera vez como un prompt de NCT Prompts que quise reclamar, pero al
final no sé si fue borrado o algo porque después de verlo un par de veces ya no
me apareció más cuando lo busqué.
Comentario de autora:
quería hacer algo de estos dos sí o sí después de sus momentos de tontísimos
durante NCT 2020 porque se quieren un montón y llevaban mucho tiempo sin
trabajar juntos y se echaban de menos *lloro por lo bonitos que son*. Espero
que os guste.
10
out of 10
Cuando su madre le dijo que había
visto a su amigo Ten porque éste había vuelto de Tailandia después de varios
años, Yuta se sintió realmente feliz porque cuando el chico se había ido al
comenzar el instituto ambos habían llorado mucho y habían prometido que
seguirían siendo amigos por el resto de su vida. Obviamente, al final no había
sido de esa forma porque habían perdido el contacto con los años y al final
aquella promesa había quedado en nada, pero el hecho de que hubiera vuelto a
Japón después de unos pocos años, lo alegraba, sobre todo porque según su madre
había sido el chico quien la había reconocido y le había pedido encontrarse con
él para hablar de los viejos tiempos y ponerse al día. A Yuta le había hecho
mucha ilusión… pero cuando Ten entró en la cafetería en la que habían quedado,
a Yuta se le quedó la ilusión por el camino y fue otro sentimiento el que se
instaló en su cuerpo: la atracción.
Ten se había ido a Tailandia varias
años antes siendo un preadolescente delgaducho y desgarbado con una sonrisa
brillante que le ocupaba toda la cara, pero había vuelto siendo un joven, con
un rostro bastante más adulto, con las líneas de su rostro bien definidas y la
redondez de la niñez perdida, un cuerpo delgado, pero ya no parecía desgarbado,
había encontrado un equilibrio y el chico tímido y con los ojos llorosos del
que se había despedido era todo sonrisas y guapo y abierto, con un estilazo
increíble y atrayendo todas las miradas del mundo. Ten había vuelto de
Tailandia fuera de la liga de todo el mundo y además sabiéndolo.
—¡Yuta! —lo llamó al verlo,
dirigiéndose hacia él, todo sonrisas. El chico se levantó para saludarlo y lo
que se encontró fue con Ten entre sus brazos al siguiente instante—. Qué ganas
tenía de verte, probé a llamar al número que tenía guardado, pero ya no estaba
operativo, así que me encantó ver a tu madre el otro día.
—Yo también me alegro de verte —respondió.
Ten se alejó de él y de su abrazo y
lo miró de arriba abajo, esbozando una sonrisa completamente encantadora
después.
—Ahora eres más alto que yo y mira
esos músculos —le dio un pequeño golpe en el pecho—, cuando me has abrazado no
sabía si estaba abrazando a una roca o a mi amigo.
—El futbol me mantiene en forma —comentó.
—¿Sigues jugando? —Yuta asintió—.
Buah, me encantaría ir a verte a un partido, como en los viejos tiempos —Ten se
sentó a la mesa y Yuta lo siguió inmediatamente después—. Seguro que ahora eres
mucho más bueno que antes y eso que antes eras increíble.
—Hago lo que puedo —murmuró,
encogiéndose de hombros—. ¿Tú sigues bailando?
—¡Sí! —respondió Ten, encantado—. De
hecho, he vuelto por eso, porque me han cogido en un estudio de baile aquí en Osaka.
—¡Oh eso es genial!
Ten le sonrió y ambos siguieron
hablando, mientras pedían sus bebidas y mientras las esperaban y luego se las
tomaban, pasando la tarde juntos. Yuta había estado nervioso y había pensado
mil veces que quizás el encuentro no saldría bien porque ya no tuvieran nada en
común o porque hubieran cambiado demasiado, pero al pasar el tiempo se dio
cuenta de que, por mucho que ambos hubieran cambiado y por mucho que Ten se
hubiera vuelto guapísimo y su corazón saltara dentro de su pecho cuando éste le
sonreía de forma encantadora, el chico no dejaba de ser Ten, su amigo de la
infancia, con el que podía hablar y hablar durante horas sin que ninguno de los
dos se sintiera incómodo. Se pusieron al día de todo lo que habían estado
haciendo en los años en los que no se habían podido ver y en los que no se
habían contactado y al final la tarde se les pasó realmente volando, al menos a
Yuta, que cuando llegó el momento de despedirse por aquel día, no quiso dejar
ir a Ten todavía y cuando éste se acercó a él para abrazarlo con fuerza, Yuta
lo estrechó entre sus brazos más tiempo quizás del necesario.
—¿Me has echado de menos? —le
preguntó Ten en ese momento y Yuta no supo cómo podía mentirle y no decirle que
no era solo que lo hubiera echado de menos, sino que quería pasar el resto de
su vida junto a él, así que, solo asintió a su pregunta para ocultarlo lo mejor
que pudo—. Yo también te he echado mucho de menos —le dijo—. Como ahora voy a
estar por aquí, podemos quedar cada vez que tengamos un rato libre, tengo
muchas cosas que comprar porque me he venido solo con una maleta y ya no
recuerdo donde están la mitad de las cosas en esta ciudad, puedes hacerme de
guía.
—Me parece una buena idea —murmuró
Yuta.
Y, al final, acabó dejando ir al
chico, despidiéndose de él con la promesa de volver a encontrarse al día
siguiente, sintiendo cómo su corazón no dejaba de dar saltos de alegría porque Ten,
a pesar de que su apariencia hubiera cambiado y se hubiera convertido en un tío
perfecto del que cualquiera podría quedarse prendado —incluido él— seguía
siendo el niño con el que había compartido su infancia, con el que había
crecido y del que años atrás no se quiso separar. Y Yuta aquella vez haría todo
lo posible para que no se separasen.
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