Mostrando entradas con la etiqueta ChanLu. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ChanLu. Mostrar todas las entradas

martes, 30 de junio de 2015

Happiness and Loveless

Happiness and Loveless

            Lu Han había aparecido en su vida cuando YiFan, un amigo que ambos tenían en común, se lo presentó un día que se los encontró por la calle y ChanYeol pensó en ese momento que Lu Han era el hombre de su vida. Desde aquel casual momento, el chico hizo todo lo posible por intentar camelarse al chino, porque era la persona más hermosa que jamás había conocido y porque también era un idiota como él y se llevarían bien. ChanYeol no descansó ni un solo segundo en su empeño y todos sus esfuerzos tuvieron su fruto cuando Lu Han por fin reaccionó a todas sus señales, una noche que habían quedado todos juntos.

            Ambos se habían quedado sentados en la mesa del pub que habían conseguido para cuidar de los abrigos y las copas de los demás y cuando se acercó hasta él para susurrarle algo en la oreja, pero el otro giró su cara y atrapó con sus labios los suyos, sintió que el mundo se ralentizaba y solo existían ellos dos. Tras el beso, ambos se miraron y sonrieron, y ChanYeol no pudo evitar cruzar la poca distancia que los separaba para tomar sus labios, esta vez conscientemente.

            Después de aquel momento, todo era felicidad y amor para ChanYeol porque había encontrado a Lu Han, la persona que consideraba que era su alma gemela, y este se había quedado junto a él.






jueves, 19 de marzo de 2015

The world without you

Título: The world without you
Pareja: ChanLu (ChanYeol x Lu Han) (EXO)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, x-men, poderes, romance, drama
Número de palabras: 1.111 palabras
Resumen: Lu Han tiene el don de la clarividencia, así que alguno de los caminos que conducen al futuro se abren ante él de vez en cuando. A veces son cosas buenas las que aparecen en su mente, pero también hay malas.
Notas: side de X-Men (Varias), fanfic que algún día veréis por aquí y cuya idea nació del drabble Mutante.
Comentario de autora: me gusta muchísimo escribir ChanLu porque los veo una pareja con mucha química, así que cada vez que me da el gusanillo o los pongo de pareja secundaria o les escribo un side. Espero que os guste esta historia y que os abra boca para lo que vendrá, algún día.

sábado, 27 de diciembre de 2014

My Lovely Cat

Título: My Lovely Cat
Pareja: ChanLu (ChanYeol x LuHan) (EXO)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, neko, fluff
Número de palabras: 641 palabras
Resumen: ChanYeol ya tiene consigo tres mascotas y, aunque es millonario, no puede permitirse cuidar de ninguna más, pero no cuando ve a LuHan no puede evitar comprarlo y darle la mejor vida que puede.
Notas: side de Black Cat.
Comentario de autora: quería haber desarrollado esta historia en la original, pero no pude hacerlo, así que pensé que lo mejor era hacerle este pequeño especial. Espero que os guste.



            Park ChanYeol tenía una gran debilidad por los híbridos y eso se podía observar a simple vista porque en su casa ya tenía a tres de estos seres, mitad humanos, mitad animales de compañía. Tener a uno solo ya suponía un incremento de los gastos, así que tres era demasiado para cualquier trabajador normal con un sueldo medio, pero ChanYeol podía permitírselo porque era multimillonario. Así que en casa tenía a dos perros, Baek y Kai, y un gato, Chen.

            Todos eran muy cariñosos con él y con ellos ya tenía suficiente compañía, por eso se había dicho a sí mismo que no necesitaba ningún híbrido más bajo su custodia. No obstante, a ChanYeol nunca le salían las cosas como deseaba y cuando LuHan se cruzó en su camino, no pudo evitar llevárselo a casa con los demás.

            El híbrido de gato estaba en el escaparate de una de las mayores tiendas especializadas en la venta de estos nuevos animales de compañía, se encontraba desnudo y acurrucado sobre sí mismo mientras recibía decenas de miradas lascivas de unos cuantos hombres de mediana edad. ChanYeol no pudo evitar fijarse en que era hermoso y delicado y que si alguno de esos señores lo compraba no iba a tener una buena vida. Así que no se lo pensó mucho en pagar la cantidad que le pidieron por él y montarlo en su coche para llevárselo a casa.

            —No tienes por qué tener miedo —le dijo colocándole su gabardina para que no siguiera desnudo—. Conmigo no te pasará nada.

            ChanYeol lo presentó a sus mascotas y estos le dieron una calurosa bienvenida, también se lo presentó a su vecino YiFan, que era un chico un poco amargado y que no se tomó muy bien que lo molestara nada más llegar a casa del trabajo. No obstante, ChanYeol sabía que lo trataría tan bien como trataba a sus otras tres mascotas, aunque anunciara siempre a los cuatro vientos que no le gustaban. Era un buen tipo en realidad.

            Quizás la primera noche en casa de LuHan fuera la más difícil para el híbrido, ya que Baek y Kai dormían juntos y en la cama de Chen no había hueco para nadie más, por lo que tuvo que meterlo en la suya propia y el gato pasó toda la noche en tensión y sin dormir, como el propio ChanYeol, preocupado por él.

            Sin embargo, a medida que fueron pasando los días, LuHan se fue relajando, seguramente por ver cómo trataba a sus otras tres mascotas y como quería ayudar a aquel híbrido de gato negro que YiFan se había encontrado en su jardín. Poco a poco se fue abriendo y, aunque todavía mantenía una actitud algo recelosa y cautelosa, LuHan se integraba en su extraña familia, hasta que llegó el día en el que dejó de asustarse cada vez que ChanYeol lo abrazaba fuertemente, aprovechando lo delgadito y pequeño que era el híbrido de gato.

            —ChanYeol —lo llamó un día, estando sentado sobre él, acurrucado contra su cuerpo.
            —Dime, LuHan —murmuró.
            —Gracias —se acurrucó contra él—. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí.

            Y con estas palabras, ChanYeol sintió que aunque tuviera muchos problemas por tener cuatro mascotas, había merecido la pena porque tenía a LuHan con él.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Bite Me

Bite Me

            LuHan siempre le había dicho que o iba a morder hasta la muerte, pero realmente nunca lo había hecho. Su relación había comenzado de una forma extraña y, de hecho, formaban una pareja bastante extravagante. Pero eso a ChanYeol no le importaba porque después de estar tanto tiempo enamorado del Presidente del Club de Disciplina, de tantos golpes recibidos con y sin motivo, y de tanta ansiedad provocada por culpa del pensamiento del rubio, todo estaba relativamente bien.

            Relativamente bien porque de vez en cuando, a LuHan le daba conatos de tener que acatar las normas y volvían al principio. Sin embargo, ChanYeol ya sabía lo que tenía que hacer en aquellos casos de emergencia. Lo dejaba tranquilo durante unos días y luego soportaba con una sonrisa los golpes recibidos como el masoquista que era, porque después venían sus dulces besos, sus caricias y sus medias disculpas.

            —LuHan… ah… LuHan… —llamaba ChanYeol una y otra vez, sintiendo el placer que le provocaba la lengua del rubio en su miembro—. Muérdeme, muérdeme —pedía, suplicaba. Necesitaba sentir los dientes del otro clavarse en su piel—. Muérdeme hasta la muerte.
            —No —apenas fue un susurro, pero la respuesta de LuHan fue completamente clara contra su pene—. Si te muerdo hasta la muerte no te volveré a tener de esta forma nunca más.

            Su sincera respuesta hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de ChanYeol de una punta a la otra. LuHan estaba cambiando, poco a poco, pero lo estaba haciendo y, aquella respuesta, era como una declaración en oídos del más alto.

            —Yo también te quiero —murmuró, llevándose un pellizco en sus testículos por la confesión.




viernes, 27 de septiembre de 2013

Please, Teach Me a Reason

Epílogo
Please, Teach Me a Reason


            “Antes pensaba que una persona podría morir de aburrimiento, que todo era demasiado aburrido y poco estimulante. Pero una persona me enseñó que la vida podía ser lo suficientemente divertida y estimulante si no seguías todas las normas al pie de la letra”.

            Xi LuHan estaba apoyado contra el respaldo del sofá que había en la sala del Club de Disciplina. Seguía siendo el Presidente de este Club, pero últimamente le gustaba más estar sentado en aquel lugar que en su solitaria silla de cuero.

            El chico suspiró y dejó de mirar el interesante techo blanco para fijar su vista en la cabeza de pelo negro algo largo que estaba echada sobre sus piernas. Sonrió levemente y llevó su mano a la maraña de pelo, comenzando a mesarla, intentando no despertar al chico que dormía plácidamente.

            Últimamente pasaban todas las tardes juntos, pero al contrario de los besos que al principio se daban, siempre desesperados, ahora eran todos tranquilos y pausados y, tras un rato, ChanYeol se acurrucaba en sus piernas como un perro y se quedaba dormido.

            Eso antes hubiera hecho su vida más aburrida de lo que ya era pero, increíblemente, ahora le divertía. A veces LuHan sentía que no se entendía.

            Seguía respetando todas las normas y haciéndolas respetar a los demás, sin embargo, había una norma que se saltaba porque su corazón había hablado y resultaba que tenía mucha más razón que su cerebro. Esa única norma era la de no seguir nunca a su corazón.

            El chico de su regazo se removió y acabó tumbado de espaldas en el sofá, mirando a LuHan con una gran sonrisa que ya no le parecía tan escalofriante. El moreno llevó su mano al rostro del otro y rozó su mejilla, haciendo que este cerrara sus ojos, disfrutando del contacto.

            –Adoro cuando sonríes. Te vuelves más guapo de lo que ya eres –murmuró y el rubio amplió su sonrisa un poco–. Me gustas mucho, LuHan.

            Las palabras todavía no eran el fuerte del rubio, por lo que simplemente se inclinó hacia delante y rozó sus labios con los de ChanYeol, presionando suavemente durante unos momentos antes de separarse. El moreno estaba radiante cuando lo miró tras el beso.

            –También me encanta cuando me besas y no me lo espero –una sonrisa brillante en su rostro–. Aunque todavía estoy esperando a que me muerdas hasta la muerte –comentó divertido.
            –Cuando quieras –una sonrisa pícara en su rostro.
            –¿Puede ser ahora? –ChanYeol se incorporó del sofá.
            –Sí.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Please, Teach Me a Reason

Capítulo 5
Preguntas y Respuestas,
Quiero Saber Todo de Ti


            Era el segundo día del castigo y ChanYeol, con los ojos medio cerrados por el sueño, movía una manguera de un lado a otro, regando algunas plantas. Se moría de sueño y no tenía ganas de estar allí, pero era su castigo y tenía que cumplirlo.

            El moreno suspiró y luego se estiró, llevando sus brazos adelante, atrás y a los lados, haciendo que la manguera fuera de un lado a otro. Al chico no le preocupó demasiado, de todas maneras, a esas horas no había nadie en el instituto. Sin embargo, en uno de los movimientos, escuchó un sonido que no tenía nada que ver con el del agua caer contra el suelo.

            ChanYeol soltó la manguera rápidamente en el suelo y se giró para ver cómo en ese momento un rubio, bajito y con cara redonda, lo miraba furioso.

            –L-lo… siento –dijo con su corazón golpeando rápido contra su pecho–. Yo… no era mi intención, no sabía que estabas ahí. ¡No fue a propósito!

            El moreno se encogió un poco sobre sí mismo y cerró los ojos, esperando un golpe que nunca llegó. Esperó unos segundos antes de volver a adoptar una posición normal y abrir los ojos. Cuando lo hizo, se encontró con el chico mirándolo con furia, pero sin intención alguna de golpearlo. Eso por una parte tranquilizó al moreno, pero por otra lo decepcionó. Después de todo, era masoquista.

            –No te quedes ahí y dame algo para que me seque –fue lo único que salió de los labios de LuHan. Su tono era demandante, pero no tan frío como lo era en otras ocasiones.
            –Ven.

            ChanYeol echó a andar y el otro lo siguió. Durante todo el camino hacia el pabellón donde se encontraba la cancha de baloncesto, el lugar al que se dirigían, el moreno no dijo ni una palabra. Quería decir muchas cosas, pero no se atrevía a decir ninguna de ellas, y eso era algo raro, porque normalmente no podía parar de hablar ni un momento.

            Sin embargo, había enmudecido porque tenía miedo. Park ChanYeol tenía miedo de salir herido, y no de una manera física.

            En cuanto entraron al pabellón, el moreno guio al otro por los pasillos hacia los vestuarios, donde tenía la bolsa con las toallas y la ropa que utilizaba para entrenar y que había dejado allí el día anterior. Nada más ingresar en los vestuarios, ChanYeol abrió su taquilla y comenzó a buscar una toalla.

            –Puedes sentarte donde quieras –dijo sin desviar su atención de su tarea, pero viendo por el rabillo del ojo como LuHan se sentaba en uno de los bancos de madera. Estuvo unos segundos más rebuscando hasta que dio con la toalla–. Ah… aquí está –le tendió la toalla y el otro comenzó a secarse el pelo.

            En ese momento, ChanYeol se fijó en que también tenía la camisa del uniforme empapada, haciéndola casi transparente y pegándola a su piel. El chico se mordió el labio inferior antes de girarse y coger una de las camisetas que utilizaba para entrenar.

            –Te estará enorme –murmuró–. Pero es mejor que la camisa empapada.

            Sin decir gracias, al igual que cuando le tendió la toalla, LuHan tomó la camiseta mirándola con una ceja alzada. Luego suspiró y comenzó a desabrochar los botones de su camisa. ChanYeol tragó saliva al ver un poco de la piel expuesta del chico y luego desvió la mirada. Si lo veía semidesnudo no sabía lo que sería capaz de hacer.

            El alto había decidido que si LuHan no daba el siguiente paso, él no iba a darlo. Debía aprender a ser valiente, debía aprender a decir lo que pensaba sin pensar en las normas.

            –¿Qué haces aquí tan temprano? –preguntó el moreno para acabar con el silencio incómodo que se había instalado entre ambos.
            –No es de tu incumbencia –una respuesta cortante con una voz más cálida de lo habitual que sorprendió a ChanYeol, pero seguida de otro incómodo silencio–. ¿Tú qué haces aquí?

            La pregunta dejó descolocado a ChanYeol, que se volvió hacia donde estaba LuHan, encontrándolo mirando al suelo, con su camiseta que le quedaba excesivamente grande, apenas tapando lo que debía tapar. El chico tragó saliva, sintiendo su corazón martilleando en sus oídos antes de contestar:

            –Creo que ya lo sabes.

            El rubio pareció encogerse aún más al escuchar aquellas palabras, aunque también pudo ser porque la camiseta del moreno era demasiado grande para él.

            –¿Sabes? –murmuró mirándose las manos–. Apenas te conozco.
            –¿Estás insinuando que quieres conocerme? –preguntó LuHan.
            –Sí, me gustaría conocerte. Saber qué cosas te gustan, cuáles odias y cosas por el estilo –respondió. En cuanto acabó de hablar, el rubio se levantó y se giró, en dirección a la puerta–. ¿Ya te vas? –preguntó ChanYeol levantándose también, haciendo que el otro se girara y asintiera con la cabeza–. Pero yo quería preguntarte algunas cosas, hyung.

            Hubo unos momentos de silencio en los que el moreno pensó que LuHan le echaría una mirada de odio y se iría, o le echaría esa misma mirada y le daría una paliza, para después irse. Sin embargo, nada de esto pasó.

            –Pregunta. Pero sé rápido –la respuesta dejó a ChanYeol paralizado unos segundos, pero después comenzó a hablar a toda pastilla.
            –¿Cuáles son tus pasatiempos? ¿Qué asignaturas te gustan? ¿Qué deportes te gustan? ¿Qué comida te gusta? ¿Qué ves en la tele? ¿Qué animales te gustan? ¿Qué persona te gusta? ¿Qué…?
            –Para –dijo, dejando al alto con la palabra en la boca–. No pensaba que serían cosas infantiles como esas.
            –Entonces… ¿no me vas a contestar?
            –Matar a mordiscos a gente como tú –y se fue, dejando a ChanYeol sumamente confuso.

            “¿Será ese su pasatiempo?”


            LuHan se despertó un minuto antes de que sonara la alarma de su teléfono y apagó esta para no acabar con dolor de cabeza tan temprano. Entró al baño y luego se vistió. Pronto el pijama fue sustituido por el uniforme del instituto y el chico se miró en el espejo, buscando algo que no estuviera como debía estar.

            Perfecto.

            Se peinó y a través de la superficie reflectante pudo ver una camiseta del uniforme de baloncesto varias tallas más grandes de lo que él acostumbraba a usar, con el número 88 estampado en ella. LuHan esbozó una pequeña sonrisa.

            –Creo que estoy loco –murmuró sin borrar aquella pequeña sonrisa de sus labios.


            –Van dos en una moto y se cae el del medio por una de las ventanillas de atrás porque no llevaba el cinturón puesto. (N.A.: Chiste, by Lou)

            El chiste que BaekHyun acababa de contar no tenía ninguna gracia, como evidenciaba el rostro de KyungSoo, que estaba completamente serio y mirando avergonzado cómo ChanYeol se reía escandalosamente.

            El alto estaba tan muerto de risa que no se dio cuenta de esta mirada, ni tampoco de que un chico rubio con cara de mala hostia se acercaba a él hasta que lo tuvo en frente de su mesa.

            En ese momento paró de reír y se puso serio. LuHan le entregó una bolsa y él miró en su interior, descubriendo la camiseta que le había prestado hacía una semana.

            –Gracias –murmuró.
            –Educación Física –y se largó.
            –Oye –dijo KyungSoo llamando la atención de ChanYeol–. ¿Es mi impresión o acaba de decir Educación Física?
            –¿Es algún código secreto? –preguntó BaekHyun y el alto negó a las dos cuestiones.

            “¿Puede ser que… me vaya a contestar a todo?” se preguntó el chico “Ni siquiera me acuerdo de lo que le pregunté” pensó echando la cabeza sobre la mesa, deprimido.


            ChanYeol terminó de dar las doce vueltas al campo de fútbol que le acababa de mandar hacer el entrenador del equipo de basket por estar mirando las musarañas y no recibir bien un pase picado que el base le había enviado magníficamente.

            El chico se encorvó, apoyando sus manos sobre las rodillas para intentar recobrar el aire que le faltaba tras aquel castigo.

            –Fútbol –escuchó a sus espaldas y se giró rápidamente, para ver la espalda de LuHan alejándose.

            “¿Fútbol? ¿A qué viene lo de fútbol?”


            Durante las semanas siguientes, en los momentos en los que ChanYeol estaba solo o con alguno de sus amigos, LuHan se acercaba a él y le decía una palabra o una frase, dejando a veces al moreno sumamente confuso con cosas como:

            “Huevos fritos con pepino”.
            “Anime”.
            “Herbívoros”.


            Acababan de echarle la bronca del siglo en el Club de Baloncesto. Seguía sin poder concentrarse del todo en el juego y eso le pasaba factura, pero no podía dejar de pensar en cuando LuHan se acercaba a él sin que lo advirtiera y le contestara a todas y cada una de sus preguntas, preguntas que no recordaba.

            ChanYeol abrió el grifo de la fuente y metió la cabeza bajo este para refrescarse un poco las ideas y también para quitarse el calor que ya comenzaba a hacer. Cuando tuvo el pelo completamente mojado, se echó hacia atrás y se sacudió como un perro, salpicando agua un poco lejos. Ya le había crecido el pelo lo suficiente como para tapar sus orejas de soplillo.

            –Park ChanYeol.

            El chico se giró rápidamente al escuchar su nombre dicho por la voz de LuHan y lo vio plantado ante él, a un par de metros, con la cabeza gacha, como siempre que contestaba a alguna de las preguntas que le había hecho hacía más de un mes.

            “¿Qué pregunta le hice para que contestara con mi nombre?” se preguntó.

            De repente, se acordó.


            ¿Cuáles son tus pasatiempos? ¿Qué asignaturas te gustan? ¿Qué deportes te gustan? ¿Qué comida te gusta? ¿Qué ves en la tele? ¿Qué animales te gustan? ¿Qué persona te gusta?


            ChanYeol abrió los ojos tanto que parecía que se saldrían de sus cuencas mientras intentaba procesar aquello. LuHan acababa de… Miró al chico que tenía ante él y vio cómo este comenzaba a alejarse sin levantar la cabeza.

            Sin siquiera pensarlo, ChanYeol corrió tras él hasta que lo alcanzó. Pasó sus brazos por la cintura del otro y se pegó a su espalda sin dejarle escapatoria.

            –Tú también me gustas.




«   »


lunes, 16 de septiembre de 2013

Please, Teach Me a Reason

Capítulo 4
¡Cobarde!


            “Cobarde”.

            Esa simple pero maldita palabra se había clavado en su cerebro con una voz grave desde el encuentro que había tenido con ChanYeol hacía apenas unos días. LuHan no era ningún cobarde, todos lo sabían, y por eso no podía sacarse de la cabeza esa palabra.


            –¿Así que… el Presidente del Club de Disciplina y tú…? –comenzaba a insinuar BaekHyun, y ChanYeol se giró hacia él, mirándolo como si fuera a matarlo–. Eh, tranquilo, que no te voy a decir nada malo, de hecho es algo bueno.
            –Viniendo de ti, me extraña mucho –el castaño resopló, indignado.
            –Y yo que me consideraba tu amigo… –se tapó los ojos con una mano, todo lleno de dramatismo, como si fuera a llorar.
            –Servirías para actor de dramas, Baek –murmuró, y el otro se destapó los ojos para mirarlo mal–. ¿Qué? –ChanYeol bufó.
            –Nada. Mira, yo te quería decir que está bien, que no hace falta que te preocupes por si nosotros te miraremos raro o algo –dijo–. Eres nuestro amigo y si ese tipo te gusta, pues adelante.
            –Primero: ¿cómo sabes lo de…?
            –ChanYeol –lo cortó antes de que pudiera seguir–. Te vio todo el instituto tirar de él hacia el Club y parecía que estabas muy celoso por algo.

            El moreno abrió sus ojos tanto que parecía que se le iban a salir de sus cuencas, sin poder creerse lo que el otro le decía, pero después de pensar unos momentos, todo cobró un poco de sentido.

            –Gracias –murmuró, y el castaño sonrió.
            –Pero hay algo más que tengo que decirte –BaekHyun agachó su cabeza, mirándose los pies cómo si fuera la cosa más entretenida del mundo.
            –¿Qué?
            –Soo y yo llevamos saliendo desde que comenzamos secundaria.

            La cara de ChanYeol era un poema y su cabeza era una maraña de cosas sin sentido. No sabía si reír o llorar; si pegarle a sus amigos por no habérselo contado o abrazarlos, o incluso si proponerles un trío.

            –¿Tú... y... KyungSoo? –logró balbucear y el otro asintió–. Genial, genial, ¿por qué no me contasteis nada? Llevamos siendo amigos desde que entramos a secundaria, y por lo que veo, vosotros novios desde entonces también.
            –Bueno –BaekHyun se rascó la nuca, nervioso–. Al principio era muy raro. Quiero decir, éramos todos amigos, pero yo me encontraba esperando con ansias el momento en el que tú te ibas a la clase que tenías solo y yo me quedaba con él –hizo una pausa para respirar–. Luego fue a más. No me gustaba estar separado de él, y finalmente entendí que lo que me pasaba era que me gustaba. Y bueno, fue duro y raro y no te dijimos nada porque tú siempre estabas con chicas a tu alrededor y pensamos que dejarías de ser nuestro amigo si te contábamos que éramos gays y que estábamos saliendo juntos.

            Ahora ChanYeol tenía ganas de pegar a sus amigos por idiotas. ¿Cómo podían haber pensado eso? Si él era gay desde el momento en el que fue a hacerlo con una chica con la que había salido y no se le levantó. Claro que, eso no se lo había contado a sus amigos, era algo demasiado vergonzoso. Como tampoco les había contado sus sesiones de sexo duro con Kris, básicamente porque eso solo lo sabían ellos dos.

            –Ven aquí, enano –murmuró abriendo sus brazos y su pequeño amigo castaño se colocó entre ellos, dejándose abrazar–. Os sigo queriendo igual y yo también soy gay, así que no hace falta que os preocupéis por nada –el chico asintió con la cabeza.
            –¿Desde cuándo estas saliendo con el Presidente del...?
            –No estamos saliendo –cortó el moreno antes incluso de que su amigo terminara la pregunta–. Solo nos besábamos de vez en cuando, sin llegar a hacer nada más.
            –Pero tú quieres algo más –insinuó BaekHyun todavía con la cara pegada al pecho del alto.
            –Claro que quiero más. Quiero metérsela hasta dejarlo sin respiración y hacerlo que me suplique que le dé más fuerte.
            –Oish, bruto –el chico se separó y le pegó un manotazo en el brazo, avergonzado por lo que su amigo acababa de decir–. Pero no me refiero a eso –la expresión de su rostro se tornó seria de pronto–. Quiero decir... que tú sientes algo por él, ¿no?

            ChanYeol suspiró. Claro que sentía cosas por aquel irritante y violento, ¿quién no sentía cosas por él? Si era completamente perfecto y excitante y su boca era un pecado. Pero LuHan no sentía nada por él. O eso quería creer, porque una parte de él sabía que el rubio tenía sentimientos por él, aunque no los acababa de admitir.

            –Baek... –comenzó.
            –No hace falta que digas nada.
            –Gracias.


            “Cobarde”.

            –Yo no soy ningún cobarde –dijo LuHan en la soledad de aquella habitación en la que se encontraba, sumido en sus propios pensamientos y sin prestar atención a nada.

            Sin embargo, por mucho que se repitiera aquella frase, no podía dejar de pensar en ChanYeol diciendo esa palabra.

            Xi LuHan nunca había sido un cobarde, y ahora no era el momento de comenzar a serlo, pero tampoco había transgredido las normas en toda su vida, y desde que conoció a ese herbívoro había quebrantado unas cuantas, y aun ahora, que había decidido alejarlo de él por el bien de ambos, seguía sin acatar las normas.

            El rubio no lo entendía, y no quería entenderlo.

            No quería saber por qué su corazón latía rápidamente cuando estaba con él, ni tampoco porqué, aunque le había dicho que se había aburrido de lo que tenían, seguía esperando que en cualquier momento un chico alto, moreno, con orejas de soplillo y sonrisa espeluznante apareciera por la puerta, sin la corbata y el primer botón de la camisa desabrochado, pidiéndole que no fuera suave con él.

            Porque si lo hacía, todo se desmoronaría.        


            “Esto es muy raro” pensó KyungSoo cuando salió de su casa y vio en la verja de esta a ChanYeol, esperándolo apoyado contra la puerta de un Mercedes Berlina Clase S, recién salido al mercado.

            –¡Hola, Soo! –saludó el alto desde lejos, y lo invitó a entrar al coche. El chico se despidió de su madre y se encaminó hasta donde el otro lo esperaba, atravesando el jardín y la verja.
          –Hola –dijo encarando una ceja al llegar a su lado.

            Si le había parecido raro que su amigo fuera a buscarlo para ir al instituto juntos, le pareció todavía más raro que este llevara su uniforme completamente de acuerdo al reglamento y no sin la corbata y el primer botón de la camisa desabrochado, como solía. Aunque lo que lo dejó más descolocado fue que al entrar a la parte trasera del coche vio a BaekHyun allí también.

             –¿Qué mosca le ha picado a nuestro elfo? –preguntó a su chico en voz baja una vez se sentó en el vehículo.
             –Ni idea, pero parece que hoy está de buen humor o algo así –contestó el otro.
             –Ya nos podemos ir, Jeffrey –dijo el alto al hombre que estaba al volante tras meterse en el coche y este arrancó, dirección al instituto, después de una leve inclinación de cabeza.
             –Y bien, ahora me contarás porque estás haciendo esto, ¿verdad? –preguntó BaekHyun.
             –Claro, ahora estáis los dos. Te prometí cuando te recogí que os lo contaría en cuanto estuvieseis aquí ambos –respondió con una enorme sonrisa, colocándose el cinturón.
             –¿Y a qué se debe esto? –inquirió el castaño.
             –A que quiero seguir durante un tiempo las normas.


            SeHun caminaba por los pasillos del instituto mirando a un lado y a otro, poniendo atención en todas las personas con las que se encontraba, buscando a una en particular, o quizás a dos.

            Con una de ellas no quería encontrarse por nada del mundo. Con el shock del beso no había tomado represalias contra él, pero seguramente, en cuanto lo viera, aunque ya había pasado bastante tiempo de aquello, LuHan le iba a dar una buena paliza. Con la otra persona ansiaba encontrarse para pincharla y ponerla muy celosa.

            Sin embargo, con lo que no contaba el chico era con que la persona con la que quería encontrarse a toda costa, también quería verlo, y no precisamente para darle los buenos días.


            ChanYeol vio a lo lejos a un chico con el pelo tintado de fucsia y sonrió, solo había una persona capaz de echarse aquel tinte tan atrevido. Oh SeHun, el chico de 1º que estaba en el Club de Disciplina y que había besado a LuHan delante de sus narices.

            –Chicos –les dijo a sus amigos–. Nos vemos en clase. Tengo algo que hacer. –sus dos amigos asintieron y se separaron.

            ChanYeol avanzó por el pasillo siguiendo al chico, intentando que este no se diera cuenta de nada. Lo siguió bajando las escaleras, atravesando más pasillos, y luego a través de varios de los patios del instituto, hasta llegar al que albergaba la cancha de futbol.

            Una vez allí, el chico del pelo fucsia se detuvo y se giró rápidamente, sin darle opción a ChanYeol a esconderse en ningún sitio.

             –No hace falta que te escondas –dijo–. Ya sabía que venías detrás de mí. –el moreno sonrió mientras se acercaba.
             –¿Y sabes por qué te seguía también?
             –Porque quieres saber cómo es LuHan en la cama.

            Al moreno le entraron unas ganas inmensas de partirle la cara a aquel renacuajo con aires de príncipe, pero se contuvo. Por el momento.

             –La verdad es que no –contestó­–. Ya sé cómo es en la cama.
             –Mentira. Él mismo me confesó mientras se la metía hasta el fondo que a ti no te había dejado siquiera tocarle la polla.

            ChanYeol apretó sus manos en puños. No debía perder los nervios tan pronto, seguro que se estaba echando un farol. Sin embargo...

             –Me suplicaba que le diera más fuerte, que le pegara en el trasero y que se la chupara ­–siguió–. Con los ojos brillantes y gimiendo mi nombre una y otra vez al ritmo de mis embestidas –SeHun sonrió pícaro–. Me dijo que habían sido los mejores orgasmos de su vida. Porque se corrió tres veces, y una de ellas fue solo con meterle la lengua hasta la campanilla... el día que nos viste en el Club.

            ChanYeol no pudo aguantar más. En el fondo sabía que todo aquello debía ser mentira. No, tenía que ser mentira. Pero no podía dejar que aquel enano que parecía tener un enorme chicle de fresa pegado al pelo dijera esas cosas de LuHan.

            Sin pensarlo, se abalanzó sobre él y en ese momento comenzaron los golpes. No supo cuántos dio ni cuantos recibió. Tampoco pudo determinar cuánto tiempo estuvieron enzarzados en aquello. Solo supo que en algún momento de la pelea, unos brazos largos rodearon su cintura y lo alejaron del otro.

             –¿Que cojones pasa aquí? –una voz grave y conocida en su oído. La voz de Kris–. El Presidente está encargado de este alumno, Oh SeHun, no puedes...
             –Sí, sí. Lo sé –se retiró la sangre que le caía del labio y sonrió–. ¿Cuál es mi castigo?
             –Tu castigo te lo impondrá el Presidente cuando vayamos a hablar con él, ahora –la sonrisa rápidamente se transformó en una mueca y fue el turno de ChanYeol para sonreír victorioso–. Y tú, ChanYeol –Kris lo soltó y lo giró–. Tu castigo será ayudar en el cuidado de las plantas del instituto durante dos semanas. Tendrás que estar aquí dos horas antes de que comiencen las clases a partir de mañana.
             –Pero...
             –Nada de peros –lo cortó–. Las reglas son las reglas y una pelea tiene consecuencias más graves que el quebrantamiento de cualquier otra norma.
             –Sí, hyung.



«   »