EXO 3ªTremporada

Capítulo 15

Sentimientos

            La oscuridad se cernía sobre mí y sobre JunMyeon que se encontraba tumbado sobre un charco de sangre seca. Rápidamente corrí hacia él, pero unos brazos largos me detuvieron y no me dejaron llegar hasta mi hyung. Intenté librarme de ellos, pero no podía hacerlo, así que comencé a llorar. Tenía que llegar hasta JunMyeon, tenía que comprobar que estaba bien, tenía que protegerlo. Pero todo se tornó peor cuando el enemigo cuyo poder era la fuerza apareció y comenzó a propinarle golpes a mi hyung, a pesar de que este se encontraba inconsciente.

            —¡JunMyeon! —grité—. ¡No, por favor, déjalo! —pero mis palabras solo servían para hacer que los golpes fueran cada vez más frecuentes y más fuertes.

            Me desperté de golpe con el sudor corriendo por todo mi cuerpo y la respiración agitada. En mi retina todavía tenía grabada la escena con la que había tenido aquella pesadilla y aunque quise calmarme, no pude. Miré la hora en el reloj del móvil viendo que todavía era demasiado temprano para levantarme, pero ya no volvería a pegar ojo, lo sabía porque las últimas tres noches me había pasado lo mismo.

            Soñaba con que JunMyeon moría y yo no podía hacer nada para ayudarlo… sin poder decirle que lo quería…

            Inspiré hondo y traté de calmarme de nuevo. Debía pensar en todo detenidamente. No podía decirle que mis sentimientos por él estaban cambiando y que ya no lo veía como a mi hyung, como el modelo de persona que hasta el momento había sido; pero tampoco podía callarme y arriesgarme a perderlo sin que él lo supiera. Él no tenía ningún sentimiento por mí, solo me veía como alguien a quien cuidar, tampoco podía decirle lo que sentía y arriesgarme a perderlo todo.

            Llevé mis manos a mi cabeza y me tiré del pelo, frustrado, sin saber qué hacer y con una idea latente en mi cabeza… hablar con ChanYeol.

-oooOOOooo-

            Me sorprendí al ver la llamada entrante que tenía en el teléfono y me separé de BaekHyun, a quien tenía entre mis brazos. Él me miró con reproche por dejarlo de aquella manera, pero si era KyungSoo el que llamaba era porque algo gordo había pasado.

            —¿Sí?

            —ChanYeol… —dijo a media voz al otro lado de la línea—. ¿Estás ocupado?

            —No… no mucho —mentí.

            —¿Puedo hablar contigo sobre algo?

            —Sí, claro —respondí—. Lo que quieras, KyungSoo —BaekHyun me miró interrogante y yo le dije sin emitir sonido alguno que le contaría luego todo lo que hablara con el chico.

            —Yo… necesito tu consejo —dijo.

            —¿Sobre qué? —le pregunté algo sorprendido porque no entendía la razón de por qué había venido a mí a pedirme consejo y sobre qué tema sería y si podía asesorarlo bien.

            —Sobre si decirle a una persona cómo me siento o no.

            —¿De qué manera te sientes? —dije confuso sin saber a qué se refería el chico.

            —Creo que estoy enamorado de esa persona —dijo en un todo de voz apenas audible.

            —Y qué hay de malo en decirlo, entonces —cuestioné.

            —No quiero perder mi amistad —respondió—. Es muy importante para mí.

            —A veces hay que arriesgarse a perder, yo lo hice y me salió bien —le aconsejé.

            —Yo no soy tan valiente como tú —murmuró con un hilo de voz.

            —Tú eres más valiente que yo —lo animé—. Yo no hubiera salido corriendo de aquella forma para ayudar a toda costa a JunMyeon, pero tú lo hiciste.

            —No quería que siguiera haciéndole daño.

            —Pues si eres así de valiente, puedes hacerlo, KyungSoo —dije—. No lo dejes porque no sabemos qué nos puede pasar, si seguiremos aquí mañana o no —hubo unos momentos de silencio al otro lado de la línea.

            —Creo que tienes razón, pero debo pensarlo más.

            —Espero que te haya servido de ayuda.

            —Sí, muchísimas gracias, ChanYeol —murmuró—. Recuérdame que te debo una —y colgó. En ese momento, me giré hacia BaekHyun y colgué el teléfono.

            —Creo que KyungSoo se va a declarar a JunMyeon —conté.

            —Eso es bueno… —murmuró—. Creo que JunMyeon siente lo mismo por él.

            —Entonces esperemos que todo les vaya bien.

-oooOOOooo-

            —Tao, Tao —llamé en cuanto lo vi aparecer por el pasillo con una sonrisita de idiota en la cara.

            El chico me miró y yo le indiqué que se acercara al lugar en el que estaba yo sentado. Nos encontrábamos solos los dos en el piso porque YiXing había salido con Kevin unos pocos minutos antes, así que aprovecharía para ponerme al día de la relación que mantenía con JongIn, sobre cómo avanzaba porque el otro no soltaba prenda.

            —¿Pasa algo? —me preguntó.

            —No, no es nada —lo tranquilicé—. Solo quería saber cómo te están yendo las cosas con JongIn.

            Tao abrió los ojos como platos durante unos segundos y luego se sonrojó a más no poder. Justo después, empezó a reír levemente, avergonzado.

            —Bueno… van mejor que antes —murmuró—. Ahora no huye.

            —Eso es bueno —sonreí—. ¿Y qué sois? ¿Amigos? ¿Novios? ¿Otra cosa?

            —No lo sé —respondió—. No le he preguntado porque no quiero que huya de nuevo.

            —Bueno, lo que importa ahora es otra cosa —dije—. ¿Eres feliz?

            —Por supuesto.

-oooOOOooo-

            No tenía muy claro qué hacer, si seguir las recomendaciones de ChanYeol o si no hacerlo. Seguía un poco confuso, aunque él me había aclarado varias cosas y ya no tenía tantas dudas como antes. No obstante, tenía que pensarlo muy bien antes de decir nada, antes de confesarle a JunMyeon cuáles eran mis sentimientos.

            Pero primero, tenía que llegarme a su casa y ayudarlo a curarse las heridas. Le había prometido que lo haría, pero hasta el momento no había tenido el valor de hacerlo, así que se lo debía. Esa noche lo curaría y lo haría con tacto para que no sufriera mucho y para compensar esos días que le había fallado.

-oooOOOooo-

            Nada más entrar en la habitación que compartía con JongIn, LuHan pasó por mi lado, dándome un pequeño beso antes de correr hacia mi compañero, que estaba tumbado en su cama escribiendo en el móvil con una sonrisa tonta, y lanzarse sobre él para hacerle cosquillas mientras que el otro comenzaba a agitarse y a reírse a la vez, intentando quitárselo de encima.

            —Hola a ti también —dije y mi chico se giró hacia mí.

            —Lo siento, Hunnie, pero tenía que hacerlo —dejó a JongIn muerto de risa sobre la cama y luego se acercó a mí—. No frunzas el ceño, estás más guapo cuando sonríes.

            —Podrías haberme dicho algo a mí primero y luego ir a por JongIn —murmuré.

            —Lo sé, lo sé —me dio un pequeño beso—, pero tenía que hacer esto, de verdad.

            —¿Por qué?

            —Tao está tan feliz últimamente gracias al inútil de JongIn que no podía resistirme a hacerle esto en cuanto lo viera —respondió con una sonrisa—. Al final ha admitido que es más gay que un palomo cojo y eso hay que celebrarlo.

            —No soy gay —protestó JongIn, intentado recuperar la respiración.

            —Pero te gusta Tao —replicó mi novio—. Eres gay.

            —Soy bisexual —se declaró—. También me gustan las mujeres.

            —No creo que siga siendo así por mucho tiempo… —murmuró LuHan y yo lo miré con una ceja alzada.

            —¿A qué te refieres? —le pregunté sin comprender.

            —Tao sale desnudo de la ducha y la tiene bien… —antes de que terminara la frase le di un golpe.

            —Ni se te ocurra decirlo —lo corté—, o te quedarás sin novio.

            —No, Hunnie —se agarró a mi brazo—. Si yo te quiero, era solo para ilustrarle a JongIn lo mucho que va a disfrutar —hice un mohín y luego claudiqué, igual que LuHan no podía resistirse a mí, yo no podía resistirme a él—. Además —se alzó de puntillas para alcanzar mi oído—. Tú la tienes más grande.

-oooOOOooo-

            —Auch —me quejé, y mi voz reverberó en el baño donde nos encontrábamos.

            KyungSoo se había ofrecido a curar mis heridas aquella noche y yo no había podido negarme a ello porque había estado curándome solo ya que mi madre no podía ver aquello que me había pasado. Lo miré con duda, alzando mi rostro y viéndolo demasiado cerca de mí.

            —Lo siento —murmuró—. No quiero hacerte daño —su aliento rozó mi cara, ya que me estaba curando las heridas de mi rostro, e hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo entero.

            —No me haces daño —lo miré fijamente a los ojos, esos ojos oscuros tan expresivos que ahora me mostraban preocupación y culpabilidad. Llevé mi mano a su mejilla y la acaricié, él cerró sus ojos y se dejó hacer—. gracias, gracias por salvarme.

            —No podía permitir que te hicieran daño —se mordió el labio inferior—, que no te hicieran más daño… —rectificó—. Sentí que me inundaba la rabia al verte allí tumbado en el suelo… sin moverte… —abrió sus ojos y me miró intensamente, tanto que casi no podía sostenerle la mirada—. No voy a volver a separarme de ti, hyung, no dejaré que nadie más te haga daño.

            —Gracias por todo, Soo… —susurré—. Por protegerme y salvarme y por curar ahora mis heridas.

            —No… —él negó con su cabeza, casi rozando su nariz con la mía—. Muchas gracias a ti por haber curado mis heridas… aunque estas no fueran visibles.

            —Solo hice lo que tenía que hacer por la persona a la que más quiero —dije con duda—. No podía dejar que te sumieras en la oscuridad.

            —Yo tampoco podía dejar que alguien le hiciera daño a la persona a la que más quiero —murmuró.

            Retiré mi mano de su mejilla y luego llevé mis manos a su cintura para aferrarme fuertemente a él. Él rodeó mi cuello delicadamente y lo noté aspirar mi aroma. Mi corazón latía desbocado, aquellas palabras habían hecho que me sintiera ansioso. Desde hacía mucho tiempo ya no lo veía como a un dongsaeng, lo veía como algo más, pero no quería asustarlo, no quería que se fuera de mi lado.

            —KyungSoo…

            —JunMyeon… —llamó por primera vez por mi nombre, sin agregarle el hyung—. Te quiero.

            Y con duda, con muchas dudas en nuestras mentes y en nuestros corazones, ambos avanzamos lentamente hasta que nuestros labios se rozaron por primera vez, con temor al principio, pero ganando confianza después al ver la respuesta de la otra persona al beso. Por fin, las dudas comenzaban a disiparse, por fin eran nuestros sinceros sentimientos los que salín a la luz sin que ninguno de los dos los retuviera por miedo.