EXO 3ªTemporada

Capítulo 20

La Calma que Precede a la Tormenta

            Todos habíamos estado preocupados por lo que llegaría a pasar si los enemigos nos atacaban en época de exámenes, pero al igual que la vez anterior, las semanas en las que se ubicaron las pruebas finales fueron de tranquilidad absoluta. No obstante, los doce estuvimos siempre alerta, por si algo cambiaba y algún enemigo hacía su aparición.

            YiFan fue quien estuvo más intranquilo de todos. Siempre pensando, siempre ojo avizor, como si sintiera que este tiempo en el que no había ocurrido nada solamente era la calma que precedía a la tormenta, porque aunque intenté calmarlo con mis caricias y mis besos él no sucumbió del todo ni se relajó.

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            Estaba muy nervioso. Quizás demasiado nervioso, pero no tenía por qué estarlo. JongIn simplemente iba a pasar la noche en el piso, íbamos a ver una película y luego iríamos a dormir. No tenía por qué pasar nada más, pero por una parte yo sí quería que ocurriera. Me gustaba muchísimo JongIn y necesitaba ir más allá con él ahora que por fin había reconocido que él también sentía lo mismo por mí.

            Cuando sonó el timbre de la puerta de abajo me puse tieso como una roca, sentado en el sofá, sin ser capaz de moverme para ir a abrirle. LuHan me miró y me hizo la pregunta muda de si era JongIn. Solo pude asentir levemente, pero él entendió que tenía que ir rápidamente a abrir la puerta. Una vez lo hizo, fue hacia mí y me levantó del sofá a tirones.

            —Vamos, Tao —dijo—. No me irás ahora a decir que tienes miedo a dormir en la misma cama que JongIn después de haber sido tú quien dio el paso de besarlo cuando lo habías visto dos veces contadas.

            —Pero…

            —Venga ya, no seas cobarde —quise replicarle, pero no pude porque en ese instante, JongIn llamaba a la puerta de casa y LuHan me hacía abrirle.

            —Hola —saludé. Mi voz quizás una octava más aguda de lo normal que hizo que el chico frente a mí frunciera el ceño por un segundo—. Eh… pasa, JongIn.

            —Sí, gracias —entró al piso y saludó con una leve inclinación de cabeza a LuHan, que era el único que se encontraba en aquellos momentos en casa y que me había dicho que saldría más tarde con SeHun.

            —Vamos a mi habitación —dije y él asintió, siguiéndome por el pasillo.

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            Hacía demasiado tiempo que Kevin y yo no coincidíamos en un turno en el trabajo y aquello me extrañó bastante. Ya no me acostumbraba a ver su figura imponente detrás del mostrador, así que me impresionó bastante volver a verlo en aquel lugar. Pasé por su lado y lo saludé levemente con la cabeza y lo último que me esperaba era que él me devolviera el saludo, por eso me quedé completamente paralizado.

            —¿Pasa algo, JunMyeon? —preguntó.

            —Creía que no me saludarías… —susurré.

            —Si el encuentro hubiera sucedido unas semanas antes no lo habría hecho —contestó—, pero ahora sí.

            —¿Qué ha cambiado? —pregunté.

            —Creo que todo se precipita hacia el final —murmuró—. No debe de quedar mucho tiempo para que acabe.

            —¿Cómo lo sabes?

            —Lo siento en mis huesos —Kevin se agachó para susurrarme al oído y que así nadie pudiera escuchar nuestra conversación—. ÉL no tardará en aparecer y lo único que podemos hacer es luchar juntos para tener una oportunidad de vencerlo.

            —Nunca debimos separarnos, Kevin —murmuré, pero él negó.

            —De esta forma hemos desmontado algunas de las cosas que debía tener planeadas, pero ahora no debemos separarnos.

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            Tao se veía demasiado nervioso cuando me abrió la puerta del piso y siguió estando de aquella manera mientras veíamos la película tumbados en su cama. En parte me pareció bastante adorable, pero por la otra hizo que yo me esperara algo más allá de ver la película. Tao era muy sexy y hacía tiempo que me preguntaba cómo sería ir hasta el final con él, aunque tenía muy claro que yo no era el que iba a recibir.

            La película finalizó y Tao apagó su portátil, dejándolo después sin dedicarme ni una palabra sobre su escritorio. Se movía de forma muy torpe por la habitación y cuando se metió en la cama de nuevo lo hizo con cuidado de no rozar mi cuerpo. Sonreí por lo cuidadoso que era y quise lanzarme, después de todo, era lo que sabía hacer. No debía ser tan complicado ni diferente un hombre.

            Tragué saliva antes de tumbarme en la cama junto a él, echando levemente mi cuerpo sobre el suyo para poder besar sus labios con suavidad. No pasó mucho tiempo antes de que él comenzase a responder mi beso con ganas.

            —JongIn… —susurró.

            —No hables —dije, terminé de colocarme sobre él y rodé mi cadera contra la suya.

            —¿Tú estás seguro de esto? —me preguntó, mirándome a los ojos—. No tengo condones ni lubricante… aunque seguro que Kevin sí…

            —No hace falta —murmuré, besando su nariz—. No hace falta llegar hasta el final… solo disfrutar…

            Asintió rozando su nariz contra mi rostro, con una gran sonrisa en sus labios. Sin ningún disimulo, llevé mi mano a su entrepierna y comencé a toquetear su miembro por encima de la tela, escuchando sus jadeos ahogados contra mi oído. Esa noche pintaba muy bien para ambos.

            Cuando noté su pene erecto contra mi palma me atreví a mirarlo a los ojos mientras adentraba mi mano dentro de su pantalón y de su bóxer para sentir su extensión sin nada que entorpeciera mi camino. Tao se estremeció por el contraste de mi palma fría contra su miembro ardiente y este creció un poco más. LuHan tenía razón, era grande.

            —JongIn… ah… —gimió.

            —Vamos a jugar juntos —le di un pequeño beso en la comisura de sus labios y luego utilicé mi mano libre para guiar la suya hasta mi miembro—. Tócame… ah…

            Y a partir de ese momento, mi mente se nubló por completo. La mano de Tao se movía de arriba abajo sobre mi miembro y la mía hacía lo mismo con el suyo. Nuestros jadeos y gemidos se mezclaban en nuestras bocas y nuestros latidos se aceleraban cada vez más y más, a medida que el ritmo de nuestras manos aumentaba. El fuego se instaló en mi bajo vientre y momentos después, ambos nos corríamos con algunos segundos de diferencia. Probablemente tendríamos que haber limpiado el semen que había caído sobre nosotros, pero lo único que quería hacer en ese momento era abrazarme a Tao y dormir, y eso es lo que hice.

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            BaekHyun me miró y yo lo miró a él. Después, miramos a la vez el donut que se encontraba sobre la mesa, el único que quedaba y nos relamimos a la vez, hambrientos. Aquella iba a ser una lucha a muerte entre ambos y yo no iba a perder, tenía los brazos mucho más largos que él. sin embargo, cuando alargué mi brazo una repentina luz salió de la nada, cegándome durante unos instantes y cuando alcancé el lugar en el que debía estar el donut, no había nada.

            —BaekHyun… —murmuré, aún sin ver—. ¿Por qué me haces esto? —en respuesta, solo escuché su risa—. Utilizar los poderes no valía.

            —Eso lo tendrías que haber dicho antes —dijo muy cerca de mí.

            —Eres malvado —susurré.

            —No tanto.

            En mis labios noté el azúcar que recubría el donut y parpadeé rápidamente varias veces seguidas para recuperar mi visión lo más rápido posible y cuando lo hice, me encontré a mi chico con una sonrisa en sus labios y con la mitad del bollo en su mano izquierda y la otra mitad en la derecha, rozando mis labios. Antes de que pudiera arrepentirse de ser benevolente conmigo, mordí el pedazo de donut y él sonrió más ampliamente.

            —Por eso te quiero —susurré y cuando terminé de comer, me acerqué para darle un azucarado beso.

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            JunMyeon estaba extraño aquel día cuando nos encontramos. Parecía pensativo, perdido en su propio mundo y tenía que repetirle una y otra vez las cosas para que se enterara de lo que le decía. También, debía tener muchísimo cuidado para que no se chocase contra el mobiliario urbano que se cruzase en su camino. Era muy raro, porque él jamás había sido tan despistado, así que, cuando llegamos a casa, no pude evitar preguntarle si le sucedía algo.

            —No, no me ha pasado nada… —contestó demasiado rápido, así que alcé una ceja demostrándole que no lo había creído—. Bueno… ayer me encontré con Kevin y me contó que el fin estaba cerca.

            —Oh… —tomé su mano y la apreté fuertemente—. Entonces… ¿qué vamos a hacer?

            —Por ahora nada —murmuró—. Hay que esperar a que él nos diga algo —suspiró—. Después de todo, él es el único que tiene los recuerdos de nuestro pasado completos.

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            —Entonces… ¿os acostasteis? —mi pregunta hizo que Tao casi se atragantase con una de las bolitas del bubble tea, así que le pegué un par de golpes en la espalda—. Lo siento, tenía que haber avisado.

            —Deberías haberlo hecho —murmuró él, tosiendo todavía.

            —Pero es que me mata la curiosidad —le puse ojitos y Tao asintió.

            —Te lo contaré —sonreí, expectante—. Sí, dormimos en la misma cama, por lo tanto, nos acostamos.

            —Inútil —dije pegándole un golpe en el brazo y poniendo cara de enfado—. Quiero saber… en realidad sabes de lo que te hablo, así que cuéntamelo antes de que te salte el ojo con la pajita —amenacé muy seriamente.

            —Está bien, está bien —se rindió—. ¿A qué llamas tú exactamente acostarte con alguien?

            —¿Sexo?

            —Y… ¿qué consideras tú el sexo? —preguntó, haciendo que me mosquease un poco porque seguía mareando la perdiz para no contestarme.

            —No sé, meterla o que te la metan —acabé diciendo, exasperado.

            —Entonces JongIn y yo no nos acostamos —contó—. Simplemente me tocó y yo lo toqué.

            —¿Qué? —grité, haciendo que las personas de las mesas que estaban cerca nos miraran. Me disculpé con ellos y luego me dirigí a Tao—. ¿Os masturbasteis el uno al otro? —pregunté en un susurro.

            —Sí… eso —murmuró, avergonzado.

            —Jejejejejeje.

            —No te rías de esa forma ni pongas esa cara de pervertido, SeHun —protestó, pero yo no pude hacer nada de lo que me pidió, era demasiado.

            Hacía poco más de dos meses JongIn me besaba porque no sabía si era gay o no y ya era capaz de tocarle el pene a otro tío… avanzaba muy rápido y yo tenía que pasarle aquella información a mi novio para ambos hacer lancheta con Kim JongIn, quien siempre había dicho que para que él le tocará la polla a otro tío debía haberse dado un golpe en la cabeza muy fuerte porque para polla ya tenía la suya y le gustaban más unos turgentes pechos que otra cosa.

            —No le digas nada de esto a LuHan —me dijo Tao y yo me puse serio de repente.

            —Ni una palabra…