Título: I’m scared
(because I love you)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
DongHwi (Kang DongHo + Lee DaeHwi) (PRODUCE 101)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, high
school, teacher-student, romance, drama, fluff, humor
Número de palabras: 3.515
palabras
Resumen:
Kang DongHo es el nuevo profesor de prácticas en el instituto que se enamora del
chico adorable que se sienta en primera fila y que parece asustado de él.
Advertencias:
Lee DaeHwi es menor, muy menor, por lo tanto en esta historia no va a haber
ninguna cosa extraña, lo siento si esperáis algo hardcore.
Notas: sexy bandit
is scary as fuck, hot as fuck and cutie as fuck… Lee DaeHwi
is only a cutie pie.
Comentario de autora: creo
que las pocas interacciones que tuvieron DongHo y DaeHwi en cámara me hicieron
demasiado daño y no he podido evitar escribir esto para ser feliz (además, el
mundo —al menos en twitter—
quería que esto fuera escrito). Espero que os guste.
Kang DongHo había soñado desde que
tenía uso de razón con ser profesor, como su madre, porque siempre había visto
cómo la mujer se volcaba en lo que hacía con todo su corazón y las
satisfacciones que dar clase, tomando parte en la formación de los niños que
más adelante se convertirían en adultos y sentarían las bases sobre las que se
levantaría el país. Siempre había pensado que aquella era una profesión muy
noble y muy importante y por eso, había dirigido toda su vida hacia esa
dirección sin desviarse ni un solo momento de su camino. Había estudiado
Literatura en la Universidad de Seúl, después de haberse roto los cuernos para
poder salir de Jeju y llegar hasta la capital y después había comenzado con el
máster para dar clases en los institutos en un futuro cercano.
Ser docente siempre había sido su sueño y el
joven todavía no podía creerse que se fuera a cumplir tan pronto, porque las
prácticas iban a comenzar aquel mismo día y a él le habían asignado una clase
durante un mes para que pudiera dar sus primeras lecciones.
Mientras caminaba detrás de la profesora
KaHi, que lo había acogido bajo su tutela en aquel centro, DongHo no podía
evitar que sus manos dejaran de sudar, demasiado nervioso; sin embargo, unas
palabras de ánimo de la mujer y unas palmaditas en su ancha espalda fue lo
único que necesitó para que el nerviosismo se acabara convirtiendo en una
fuerte decisión de hacerlo lo mejor posible para no decepcionar ni a KaHi, ni a
sus profesores del máster, ni a sus alumnos… pero sobre todo, para no
decepcionar a su madre.
—A partir del día de hoy no seré yo quien os
dará las clases de Literatura —comenzó a decir KaHi a sus alumnos, mientras
DongHo esperaba junto a la puerta—. Vais a tener a un profesor de prácticas que
estará con vosotros durante el próximo mes, así que, portaos bien con él.
Un coro de síes emocionados llenó la clase y
DongHo se sintió aún más animado a hacerlo bien porque según le había comentado
KaHi anteriormente aquel curso era encantador y le iban a hacer muy fácil su
trabajo de dar clases.
—Bien. Entonces vamos a darle la bienvenida
al profesor Kang DongHo —la mujer caminó desde detrás de su escritorio hasta la
puerta para abrirla y después dejó que el joven pasara al interior de la clase.
DongHo no pudo evitar escanear el aula. Había
una veintena de alumnos, entre dieciséis y diecisiete años, más o menos la
misma cantidad de chicos y chicas. Todos ellos se levantaron al unísono cuando
uno de los muchachos de la primera fila lo hizo y después lo saludaron,
inclinándose levemente. El joven profesor de prácticas no pudo evitar sonreír,
pero rápidamente cambió su expresión por una neutra para no dar la impresión de
ser demasiado fácil. Era mejor que los estudiantes lo tomaran muy en serio al
principio, gracias a su apariencia de asesino de la mafia, y que poco a poco
fueran descubriendo que era más bien como un oso de peluche gigantesco.
—Soy Kang DongHo —se presentó al llegar al
escritorio del profesor, cuando todos los alumnos se sentaron—. Espero que
podamos llevarnos bien.
***
Para ser un profesor en prácticas sin ninguna
experiencia —ya que no cuenta que durante el instituto o la facultad diera
algunas clases particulares porque dar clase a una persona no era lo mismo que
darla a veinticinco— Kang DongHo se había metido a sus alumnos en el bolsillo y
había tardado menos de una semana en hacerlo. Por ese motivo, el joven estaba
más que satisfecho con el trabajo que estaba realizando y por cómo estaba
explicando la aburrida literatura antigua coreana.
Sin embargo, había algo que lo tenía bastante
preocupado.
Puede que durante los dos primeros días de
clase todos sus alumnos se sintieran un poco intimidados por su aspecto, pero
conforme había pasado el tiempo, había dejado de estar tiesos como palos
sentados sobre sus sillas y se habían ido relajando en su presencia. No
obstante, había un muchacho que no se relajaba durante sus clases, como si
pensara que DongHo fuera a saltar sobre él para comérselo vivo.
Al principio no le había prestado mucha
atención al muchacho llamado Lee DaeHwi, quizás necesitara más tiempo a
acostumbrarse a él, quizás era algo tímido y por eso titubeaba a la hora de
responder a las preguntas que DongHo le hacía, quizás simplemente no le gustara
mucho hablar en público y si él lo forzaba a ello de vez en cuando, le tendría
un poco de miedo pensando que le podía tocar a él responder una pregunta en
cualquier momento y vivía en tensión. Cuando estaba en el instituto, JongHyun,
uno de sus amigos, era muy tímido y odiaba que los profesores le hicieran
hablar en voz alta; quizás DaeHwi fuera de aquella forma también.
A DongHo no lo extrañaba, ya que era un
muchacho bajito, con el flequillo tan largo que prácticamente le tapaba los
ojos y unas gafas casi más grandes que su cara. Se sentaba totalmente recto en
su pupitre y miraba fijamente a la pizarra o a su libro, tomando muchas notas
siempre de todo lo que él decía, como si no quisiera perderse ni una sola
palabra. Parecía muy aplicado y estudioso y las pocas veces que lo había hecho
alzar la voz, tenía una muy fina y delicada que casi era incapaz de salir de su
delgado cuerpo.
A veces, viéndolo, a DongHo le recorría una
corriente eléctrica la espina dorsal, una corriente que identificaba como el sentimiento
de protección innato que tenía en su interior y que se extendía hacia todo ser
vivo que pareciera débil en sus ojos. Primero había protegido animalillos
abandonados en las calles, rescatándolos y llevándolos a su casa —algo contra
lo que sus padres habían tenido cosas que decir— y más tarde protegiendo del
bulling a uno de sus compañeros de clase, MinHyun, quien acabó siendo su mejor
amigo con el tiempo. DaeHwi puede que le recordara un poco al MinHyun de hacía
diez años y por eso sentía aquel escalofrío en su cuerpo.
Sin embargo, cuando le preguntó a KaHi, su
tutora, sobre Lee DaeHwi, todos sus esquemas se rompieron.
—¿DaeHwi? —dijo ella—. Me extraña. No ha sido
precisamente callado nunca, más bien es de los que levanta la mano muy alto
cada vez que sabe una respuesta y la mueve delante de tus ojos impacientemente
para poder hablar.
Por ese motivo, DongHo comenzó a preocuparse.
¿Por qué Lee DaeHwi se comportaba de aquella manera solo con él?
***
—Lo mismo sí que se siente intimidado por ti —le
dijo MinHyun. Su voz sonaba algo lejana en el altavoz del teléfono, como si no
estuviera hablando directamente contra su móvil, sino a algo de distancia—.
Eres un armario empotrado e impones como tú solo, aunque seas un encanto de
persona siempre hay gente que se espera que los degüelles a la más mínima.
—Muchas gracias —respondió él,
sarcásticamente.
—Sabes que no es nada, para eso están los
amigos —replicó su amigo, con el mismo tono de sarcasmo. DongHo bufó—. Pero no,
hablando en serio, quizás sí que se siente algo intimidado, ¿y si le muestras
que eres una bolita de amor encerrado en el cuerpo de un tigre que puede
arrancarte las entrañas de un mordisco? Aunque eso sí, no le enseñes tus
tatuajes o puede que no quiera volver a salir de su casa hasta que no acabes
tus prácticas.
DongHo estuvo tentado a colgarle, pero una
vez se le pasó aquel impulso, le dio vueltas durante unos momentos a lo que su
amigo le había dicho. Puede que tuviera algo de razón y que lo único que
necesitara Lee DaeHwi fuera ver que de verdad era simplemente un bonachón que
no le haría daño ni a una mosca y que quería a sus alumnos sobre todas las
cosas.
—Les he mandado unos trabajos que me tienen
que entregar mañana —dijo, llamando la atención de MinHyun—. Puede que le pida
que los recoja él y me los lleve a mi mesa.
—Esa es una gran idea —contestó su amigo—.
Recuerda sonreír cuando llegue, pero no hacerlo de esa forma tan rara en la que
se te pone cara de psicópata, que sino creerá que lo vas a descuartizar y
esconder su cadáver en la parte de atrás del colegio.
—Hasta nunca, MinHyun.
DongHo colgó después de decir aquellas
palabras, ya había tenido demasiadas estupideces de su amigo como para que
fuera sano, pero antes de que la llamada se terminara, aún le dio tiempo a
escuchar la risa psicótica de MinHyun, encantado por haberlo sacado de sus
casillas. Cuando se volvieran a encontrar, DongHo se tomaría su venganza.
***
El timbre sonó a través de los altavoces que
había en la clase y los estudiantes se revolvieron en sus asientos en el
momento en el que DongHo dejó de hablar, pero el profesor de prácticas aún
tenía algo que decir.
—Recordáis que me teníais que entregar unos
trabajos hoy, ¿verdad? —dijo a sus alumnos y éstos asintieron—. Bien. Como sé
que siempre hay gente que hace las cosas a última hora o que ni siquiera las
hacen, voy a dejar de plazo para que se me entreguen hasta que acaben las
clases —anunció, mirando a DaeHwi—. Podéis dejárselos a… Lee DaeHwi, que parece
un chico responsable, y él me los entregará en la sala de profesores. ¿Os
parece bien?
—¡Sí, profesor! —gritaron todos, todos
excepto DaeHwi.
DongHo dejó su vista puesta de forma sutil en
el chico mientras recogía los libros que había llevado a clase ese día y pudo
ver cómo un temblor recorría el cuerpo del menor como si aquel anuncio le
provocara un intenso miedo y se sintió un poco culpable por ello, pero no había
otra forma de hacer que Lee DaeHwi viera que no tenía absolutamente nada que
temer sobre él.
El día pasó lentamente mientras DongHo se
preguntaba una y otra vez por qué le preocupaba tanto que un muchacho al que no
iba a volver a ver nunca más en el plazo de una semana se sintiera incómodo en
sus clases. Probablemente, si fuera otro tipo de persona, a la que no le
importara en lo más mínimo lo que los demás pensara de él, habría dejado correr
aquello y no le había dado ninguna importancia; pero a DongHo siempre le había
preocupado que su imagen le cerrara muchas puertas y siempre se había
acostumbrado a dejar ver quién era realmente. Quizás nunca había llevado tan
lejos aquello, quizás de verdad no tendría que haberse preocupado por lo que
pensara DaeHwi de él —realmente no le importaba que muchos de los alumnos de
aquel instituto se alejaran de él en los pasillos, no queriendo cruzarse en su
camino— pero por alguna extraña razón, a DongHo le importaba demasiado lo que
Lee DaeHwi pensaba de él.
¿Por qué era aquello? ¿Qué tenía de especial
aquel muchacho de diecisiete años que no tuvieran los demás para que le
importara tanto? ¿Qué significaba para DongHo que DaeHwi se sintiera asustado
en su presencia?
A lo largo de aquel eterno día, mientras
hacía un documento con los nombres de todos sus alumnos para poder ponerles las
notas correspondientes a los trabajos que le habían tenido que hacer y después
entregárselas a su tutora, DongHo llegó a la conclusión de que debía ser por
aquella especie de instinto protector que le inspiraba el menor, porque no
había ninguna otra explicación a aquello.
Tan perdido había estado en sus pensamientos
que no se había dado cuenta de que todos los profesores se habían ido yendo a
sus casas a lo largo de la tarde y que el sol había hecho su descenso hacia su
ocaso y que ahora solo entraban los últimos rayos de luz anaranjada y rojiza
del crepúsculo. Y tan metido estaba en su cabeza, que casi no se dio cuenta de
que la puerta corrediza de la sala de profesores se abría hasta que no escuchó
la tímida voz de DaeHwi desde el umbral llamando su atención y sacándolo de su
ensimismamiento.
—Profesor Kang… —aquello era lo que había
dicho el menor, asomando su cabeza—. ¿Puedo pasar?
—Sí, claro, entra —dijo DongHo
inmediatamente, bajando la pantalla de su portátil y sentándose bien en su
silla. DaeHwi avanzó hacia él lentamente hasta que estuvo a tan solo unos pasos
de él—. Puedes llamarme profesor DongHo, por cierto —comentó, esbozando una
pequeña sonrisa para invitar a que el chico se sintiera más cómodo—, no soy
mucho mayor que tú, pero me siento un viejales cuando escucho “profesor Kang”.
DaeHwi esbozó una pequeña sonrisa tímida en
su rostro y DongHo se lo apuntó como una gran victoria. Aquella era la primera
vez que lo veía sonreír y le parecía una sonrisa adorable y encantadora. Cuando
ese pensamiento cruzó su cabeza, DongHo parpadeó rápidamente un par de veces.
¿Adorable? ¿Era porque el chico era adorable por lo que sentía aquel instinto
de protección? ¿No era porque le recordara al MinHyun que había conocido en el
instituto?
—¿Me traes los trabajos? —le preguntó al
chico, tratando de quitarse aquello de la cabeza, aunque era más que obvio que
había ido a aquel lugar por eso, sino jamás le habría visto el pelo allí.
Además de que en las manos de DaeHwi había un buen taco de folios.
—Sí… los he terminado de… recoger hace un
momento.
El temblor en la voz de DaeHwi cuando dijo
aquello no le pasó desapercibido y DongHo le sonrió de nuevo para tratar de
calmarlo a la vez que decía un “gracias” con la voz más dulce que pudo sacar de
su interior. Sin embargo, aunque creyó que aquello haría que el chico se
destensara en su presencia, el cuerpo del menor reaccionó de la forma contraria
y DongHo pudo ver cómo se tensaba y desviaba su mirada hacia algún mundo de la
pared de detrás. El joven profesor había pensado que hacerlo llevar los
trabajos y ser amable con él harían que lo viera de una forma más amigable,
pero parecía que no era así y eso hizo que se instalara en su mente la idea de
que no dejaría salir de aquella sala a DaeHwi hasta que éste no se sintiera
mínimamente cómodo en su presencia.
DongHo se levantó de su silla y después se
acercó al menor en dos zancadas, quedándose a escasos centímetros de su cuerpo
y cogiendo de sus manos los trabajos, sintiendo el temblor de éstas cuando sus
pieles se rozaron durante unos instantes. El profesor soltó los papeles en el
escritorio de cualquier manera y después le puso una mano en el hombro a DaeHwi
de forma leve. Por un segundo, pensó que el chico huiría de aquel contacto y,
sobre todo, que huiría de la cercanía de su cuerpo, pero no hizo ni una cosa ni
la otra y eso lo calmó un poco, lo suficiente para poder hacerle la pregunta
que llevaba haciéndose durante tres semanas y cuya respuesta lo tenía en vilo.
—Lee DaeHwi… ¿me tienes miedo?
Inmediatamente, el chico alzó su cabeza para
mirarlo por primera vez a los ojos, a través de su flequillo y de sus gafas,
para después negar energéticamente con su cabeza una y otra vez.
—No, profesor Kang… profesor DongHo… —dijo,
corrigiéndose—. No le tengo… miedo…
—Por tus reacciones, cualquiera pensaría lo
contrario —comentó, esbozando una sonrisa—. De hecho, hablé con KaHi para
preguntarle si eras tímido y me contestó que eras todo lo contrario a tímido.
Por eso me he estado preguntando si era solo conmigo así porque te intimidaba o
algo —contó—. No tengo una apariencia muy amable, pero te habrás dado cuenta de
que no me como a nadie en estas semanas, ¿no?
—No… le tengo miedo —respondió.
—¿Entonces? —preguntó DongHo, queriendo saber
qué era lo que hacía que el menor se comportara de aquella forma—. ¿Qué es?
DaeHwi no respondió inmediatamente, solo se
mordió el labio inferior y sus pupilas se movieron rápidamente, como si se
estuviera debatiendo internamente sobre contar lo que le pasaba o no hacerlo y
salir corriendo por su vida. Sin embargo, unos momentos después, el brillo de
una decisión tomada apareció en sus ojos y el corazón de DongHo paró de latir
cuando el menor abrió su boca para responderle.
—No le tengo miedo, profesor DongHo —fue lo
primero que dijo, firmemente, una firmeza que el mayor nunca había pensado que
la voz de DaeHwi tuviera—. Es… todo lo contrario… me gusta mucho, pero sentía
que si hablaba más o que si lo miraba todo el mundo se daría cuenta y no quería
que eso sucediera… no quería ser ningún problema.
Ante la respuesta recibida, DongHo solo pudo
abrir sus ojos sorprendido. Ni en mil años se habría esperado una respuesta
como aquella. ¿Le gustaba al chico? ¿Románticamente? DongHo no le había gustado
a nadie de forma romántica desde aquel estropicio de relación que había tenido
con MinKi en la facultad —y aunque en las clases del máster los habían enseñado
a lidiar con aquella clase de cosas— no pudo evitar sentir cómo su pecho se
llenaba de calidez a la vez que algo hacía clic en su cabeza y comenzaban a
encajarle mucho mejor todas las cosas, tanto la forma de comportarse de DaeHwi
como las razones del por qué él se había preocupado tanto de lo que el menor
pudiera pensar de él.
—Vaya… esto es muy inesperado… —murmuró,
tratando de poner en orden sus pensamientos—. Estaba súper convencido de que debías
de sentirte intimidado en mi presencia… esto es… mucho más agradable de saber…
En ese momento, una expresión de incredulidad
apareció en el rostro de DaeHwi y DongHo supo que lo había sorprendido con sus
palabras, que lo que había esperado tras aquella confesión era el rechazo más
absoluto y se había preparado mentalmente para ello; pero el rechazo no había
llegado y eso lo había descolocado. Por eso, sintió que tenía que seguir en
aquella dirección, por eso y porque se había dado cuenta de que el menor lo
había encandilado desde que había atravesado la puerta del aula tres semanas
atrás, pero hasta ese instante no se había dado cuenta de aquello.
—Durante esta semana sigo siendo tu profesor,
así que, haré como si esta conversación no hubiera existido jamás —dijo—. Sin
embargo, en cuanto acabe la semana dejaré de ser tu profesor y me gustaría que
la retomáramos.
Pensar en la edad de DaeHwi, pensar que era
menor y que se llevaban ocho años hizo que dudara durante unos segundos después
de haber dicho aquello, pero DongHo sentía latir su corazón de forma
ensordecedora en su mente y eso debía de significar algo. Ya tendría tiempo
para pensar en qué era lo que tenía mal en la cabeza para que un chico de
diecisiete años hubiera hecho en solo unos pocos minutos que se planteara
seguir viéndolo.
Pero lo que más ayudó a dejar aquellos
pensamientos de lado fue la amplia sonrisa y la mirada ilusionada que DaeHwi le
dedicó. Quizás estuviera como una cabra —y probablemente MinHyun le repitiera
aquello mismo trescientas veces antes de dejarlo ir— pero DongHo quería seguir
viendo aquella expresión en el rostro del menor mucho más tiempo. Ahora que ya
había conseguido su sueño de la infancia, su sueño de ser profesor, Kang DongHo
quería cumplir el deseo de seguir viendo a DaeHwi fuera de las aulas.
Notas finales:
—No
sé si os lo creeréis, pero al empezar a escribir esto solo iba a ser algo de 1k
y poco… pero me lie, lie y lie a escribir y al final, en el transcurso de una
tarde, acabé escribiendo más de 3.5k.
—Echo
de menos el Produce y echo mucho de menos las pocas interacciones que BaekHo y
DaeHwi tuvieron en el programa. Eran un ship muy adorable a pesar de toda la
diferencia de edad.
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