Título: tear Of gOd
Autora:
Riz Aino
Parejas:
JunRie (Rie + JunJi) (OnlyOneOf)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, romance, drama, smut
Numero
de palabras:
3.072 palabras
Resumen: hay veces en las que JunHyung se
plantea si lo que está haciendo es o no lo correcto.
Advertencias: conflictos con la fe y relaciones
sexuales muy explícitas.
Notas: vídeo del behind del photoshoot de Instinct part 1
salvaje apareció con Rie y JunJi tirados sobre una cama y yo no pude evitar
pensar en esto.
Comentario
de autora:
al principio mi idea era hacer algo un poco más soft dentro del género, pero se
me fue mucho la olla mientras escribía y al final ha quedado así. Espero que os
guste.
tear
Of gOd
No yacerás con un
hombre de la misma forma
que lo haces con una
mujer; es una aberración.
Levítico 18:22
(You shall not lie with
a male as one lies
with a female; it is an
abomination.
Leviticus 18:22)
Su mano izquierda recorría el muslo del chico que estaba
sentado sobre él, con sus rodillas a cada lado de su cintura, sin poder
evitarlo, subiendo y bajando por éste, sintiendo su fina y blanca piel a través
del contacto de las yemas de sus dedos, tocándolo, hundiendo a veces sus dedos
en su carne, agarrando, sin poder contenerse. Su mano derecha se encontraba en
la cintura del chico, sujetándolo, porque a veces se movía demasiado rápido
sobre su cuerpo y había ocasiones en las que, mareado por la situación en la
que se encontraban, perdía el equilibrio. Sus labios estaban demasiado
ocupados, siendo devorados por el chico que se encontraba sobre él, su lengua
moviéndose con la suya, jadeando en la boca del otro, con su respiración
entrecortada, irregular, más excitado que nunca. Y sobre él, haciendo que su
miembro no cupiera en sí de gusto, a punto de estallar de placer, envolviéndolo
con su recto, apretándolo, haciéndolo sentir como si estuviera a las puertas de
entrar en el mismísimo paraíso. Sus cuerpos sudando, demasiado calor acumulado
en sus cuerpos, en la habitación, sus suspiros dejándose escuchar, débiles,
quedos, ahogados por la boca del otro.
—JunHyung… —su nombre dicho por la dulce voz del chico,
en apenas un suspiro, contra su boca—. JunHyung… tócame… ahhh…
—Sí… —murmuró, jugando con la lengua del mayor en su
boca.
JunHyung llevó su mano izquierda entre sus cuerpos,
alcanzando el miembro del mayor inmediatamente, cogiéndolo entre sus dedos,
empezando a mover su mano arriba y abajo, mientras se sentía cada vez más y más
al borde del abismo. Los jadeos de ambos se fueron volviendo más rápidos, más
fuertes, más osados, a pesar de que estaban en un lugar en el que podían
escucharlos, descoordinando sus besos sin poder evitarlo, acabando más como un
choque de labios, lenguas y dientes que como besos. Él siguió moviendo su mano,
jugando con aquel miembro erecto que no paraba de pulsar entre sus dedos,
caliente, sensible, más rápido, al ritmo que el mayor marcaba, moviéndose sobre
él, engullendo su miembro una y otra vez. Sabiendo que no iba a durar mucho
más, JunHyung movió su mano más rápido, hasta que finalmente notó el temblor
del mayor contra sus dedos, su semen manchando su mano y sus estómagos. Un
gemido claro, angelical, salió de sus labios, que dejaron de besar los suyos y
su cuerpo se quedó rígido unos instantes antes de que la debilidad se apoderara
de él y le echara los brazos a los hombros a JunHyung, pegando su rostro a su pecho,
quedándose quieto, con los escalofríos del reciente orgasmo aun recorriendo su
cuerpo.
JunHyung no había terminado, no obstante, aunque estaba a
punto de ello. Por eso, acabó llevando sus manos a sus glúteos, ayudándolo a
comenzar a moverse de nuevo, su mitad inferior al menos, una y otra vez, arriba
y abajo, rápido, más rápido, hasta que por fin sintió cómo el fuego que se
había ido acumulando en su interior, finalmente era liberado. Los dedos de sus
pies se curvaron mientras que los de sus manos se clavaron en las nalgas del
mayor, apretando con la suficiente fuerza como para dejar la marca de sus
dedos. Un escalofrío recorrió su columna de arriba abajo y JunHyung cerró sus
ojos, disfrutando de aquella sensación, de aquel éxtasis que lo llevaba a tocar
el cielo con las yemas de sus dedos durante unos instantes, antes de que la
realidad cayera sobre él porque lo había vuelto a hacer, había vuelto a caer en
la tentación una vez más, había vuelto a escuchar los susurros del demonio y se
había convertido en un monstruo, una aberración.
—Eres increíble… —murmuró SungHo desde el hueco entre su
hombro y cuello—. Dios mío… eres totalmente increíble…
JunHyung se mordió el labio inferior ante la mención que
acababa de hacer el mayor de Dios, tratando de no responder a ello porque si lo
hacía, lo más probable era que hiriera los sentimientos del mayor y JunHyung
nunca había querido hacerle daño. Sin embargo, en aquellos momentos, por una
vez, quiso decir aquello que le rondaba la cabeza siempre que estaban juntos de
aquella forma y el mayor mentaba a Dios, aunque pudiera hacerle daño.
—No creo que sea lo más adecuado mentar a Dios después de
lo que acabamos de hacer —dijo
Fue
un susurro apenas audible, pero SungHo lo escuchó perfectamente porque alzó
lentamente la cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos, con aquellos ojos
oscuros en los que se reflejaban miles de estrellas y en los que JunHyung podía
verse reflejado también, despeinado, jadeante, satisfecho. Parecía sorprendido,
un poco decepcionado por lo que acababa de escuchar y JunHyung sintió que tenía
que haberse mordido la lengua otra vez, en lugar de decirlo abiertamente… pero
no había podido callarse más. No había podido callarse porque aquella no era la
primera vez que se acostaban juntos, aquella no era la primera vez que se
besaban, que se querían, no era la primera vez que JunHyung tenía pensamientos
impuros sobre el mayor y, sobre todo, no era la primera vez que después de todo
aquello SungHo mentaba a Dios y él se sentía mal, se sentía sucio, se sentía
como el peor ser sobre el universo porque lo que ambos hacían estaba mal desde
el principio, iba contra los mandatos de Dios y no debían estar haciéndolo
siquiera. Iban a ir los dos al Infierno porque esa noche incluso estaban
pasando la noche en un campamento de jóvenes organizado por su congregación.
Ambos eran católicos, ambos llevaban atendiendo a misa y a actividades de su
congregación desde prácticamente siempre, allí se habían conocido, allí se
habían hecho amigos y, en la mismísima casa de Dios se habían dado su primer
beso. Desde aquel momento, JunHyung había tenido remordimientos, se había
sentido mal, había querido gritar al mundo que era un pecador y que necesitaba
que se lo castigara por ello, pero siempre se había callado, siempre había
callado por SungHo, porque cuando estaba junto a él se le olvidaba todo. Se olvidaba
de pensar, se olvidaba de Dios, se olvidaba de que cuando todo terminara se iba
a sentir como lo peor del mundo, se olvidaba de todo porque lo único que
existía para él SungHo.
—Creía que te sentías como yo —murmuró el mayor—, aunque
nunca habíamos hablado sobre esto.
Cabizbajo, SungHo se levantó de su cuerpo, trastabillando
un poco porque sus piernas todavía no debían de haber recuperado la movilidad.
JunHyung hizo el ademán de sujetarlo, pero éste negó con la cabeza y terminó de
levantarse, haciendo que dejaran de estar conectados y que, de su miembro
flácido, se resbalara el preservativo que habían usado. SungHo se movió sobre
la cama y, con cuidado se sentó frente a él, mirándolo fijamente con aquellos
ojos en los que JunHyung se perdía a menudo. Tenía los labios muy rojos e
hinchados por todos los besos que se habían dado aquella noche y también tenía
una pequeña marca morada cerca de la clavícula, allí donde JunHyung había
mordido en un arrebato de pasión, algo de lo que ahora se arrepentía también
porque al día siguiente iban a estar con mucha gente e iban a hacer algunas
actividades deportivas con los niños y si se le movía la camiseta todos la
podrían ver y seguro que sacarían demasiadas conclusiones y había demasiados
cotilleos y malas palabras hacia el mayor.
—JunHyung —murmuró SungHo, sacándolo de sus pensamientos—.
¿Quieres cortar conmigo porque nuestra relación te produce un gran conflicto
entre tus sentimientos y tu fe? —le preguntó, sorprendiéndolo, porque
prácticamente había dado en el clavo con cómo se sentía, aunque no del todo.
—No exactamente… —respondió, tragando saliva porque la
garganta se le había quedado completamente seca—. Quiero decir… no quiero
cortar contigo, hyung —dijo—. No sé cómo me siento aparte de sucio y
como un monstruo porque fui yo el que lo inició todo y te he acabado
arrastrando conmigo a todo esto.
—Tonto —susurró SungHo, con una sonrisa cariñosa en su
rostro.
JunHyung no pudo evitar morderse el labio inferior
mientras trataba de contener unas lágrimas que habían decidido querer hacer
acto de presencia por sí solas después de escuchar al mayor decir aquella
palabra de forma cariñosa. Un segundo después, los brazos de SungHo lo rodeaban
fuertemente y lo apretaban contra su cuerpo y él no pudo evitar pasarle los
brazos por la cintura, aferrándose mucho más fuerte a él incluso.
Nunca habían hablado sobre su relación, no al menos sobre
las cosas más importantes, porque todo había comenzado de repente el verano
anterior. SungHo había estado ensayando una canción en la iglesia después del
ensayo general del coro al que ambos pertenecían y JunHyung se había quedado
con él, acompañándolo. La voz de SungHo había resonado en las paredes del
enorme edificio, clara, preciosa, como él, y JunHyung había tenido la imperiosa
necesidad de besar aquellos labios color fresa cuando el chico se había acercado
a él después de ensayar, contento porque le iba bien con la canción que estaba
preparando. No lo había pensado siquiera. Solo lo había besado una y otra vez
en la casa de Dios aquella tarde de verano, mientras el mayor había
correspondido todos y cada uno de sus besos. Hablaron. Claro que hablaron, pero
solo sobre aquello, sobre que querían seguir besándose, aunque no en la iglesia,
y los besos habían ido subiendo de tono poco a poco a lo largo de aquel año.
Besos siempre dados en la intimidad, besos a los que a veces los habían
acompañado sus manos tocando sus cuerpos por encima o por debajo de la ropa
hasta que la ropa había acabado sobrando completamente y ambos habían comenzado
a explorar sus cuerpos, a jugar con ellos y a tener sexo. Todo se había tornado
serio entre ellos en el último año y ninguno de los dos había hablado sobre
cómo se sentían con aquello, a pesar de que quizás él debería haber expresado
mucho antes qué era lo que sentía después de estar con el mayor, cómo su cuerpo
adoraba aquel contacto y cómo su mente renegaba de ello por todo lo que
implicaba y por todo a lo que atentaba.
—Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? —le dijo SungHo
y él asintió, todavía sin sentirse capaz de separarse de su cuerpo porque en el
momento en el que sus ojos se posaran en los del mayor estaba seguro de que las
lágrimas que apenas contenía, iban a acabar resbalando por sus mejillas—.
Imagino que todavía es difícil para ti lo de compaginar tu fe y nuestra
relación, pero hay algo que quiero que sepas, JunHyung, así que, escúchame
bien. Yo no creo que estemos haciendo nada malo estando juntos… quiero decir…
ambos hemos leído la Biblia y muchos pasajes de ella hablan de cómo hay que
amar al prójimo, sea quien sea, sea como sea, sea de donde sea porque todos
somos hijos del Señor —SungHo inspiró profundamente antes de seguir—, y es
verdad que también dice en muchos pasajes cómo las relaciones entre personas
del mismo sexo son una aberración, pero siempre he pensado que era más algo
hecho para que siguiera habiendo más y más generaciones por venir… porque si
todo el mundo era gay o lesbiana imagínate el plan… no habríamos nacido ni tú
ni yo —JunHyung no pudo evitar sonreír ante aquello—. Además, si lo piensas
bien, que haya muchos pasajes prohibiéndolo o demonizándolo, significa que ya
existía, que ya había hombres que se acostaban con otros hombres y que en algún
momento anterior a la gente le había dado igual lo que hicieran o dejaran de
hacer.
JunHyung no pudo evitar asentir levemente a aquellas
palabras. En el fondo, no sabía si se sentía de la misma forma que el mayor
sobre aquello, o si todas las veces que había leído en las Sagradas Escrituras
o que había escuchado en los sermones del párroco sobre la homosexualidad
habían calado tan profundamente en él que no iba a sentirse nunca completamente
a gusto estando junto a SungHo y realmente lo último que quería era hacerle
daño de cualquier forma, menos de aquella.
—Es… complicado… —acabó diciendo, separándose del mayor y
tratando de encontrar la fuerza necesaria para enfrentarse a sus ojos—. Me
siento sucio, despreciable… después de estar contigo… haciéndolo… pero cuando
estoy contigo, hyung… soy feliz…
—Lo entiendo… —murmuró SungHo, dedicándole una sonrisa
amable dedicada a tranquilizarlo, a hacerle saber que comprendía lo que quería
decirle, que no estaba enfadado o decepcionado, aunque al principio hubiera
estado confuso. JunHyung seguía sintiéndose confuso, no obstante, y no creía
que fuera a arreglarse pronto porque tenía muchas cosas en las que pensar—. Si
quieres, podemos darnos un tiempo para que pienses sobre ello detenidamente,
los pros y los contras, la forma en la que te sientes, no me importa esperarte
todo lo que necesites hasta que te decidas.
JunHyung abrió los ojos como platos ante la propuesta que
acababa de hacerle el mayor y sintió cómo algo dentro de él se desgarraba por
la mirada triste que tenía este después de haber dicho aquello. No. No era lo
que quería. No quería que SungHo se sintiera mal, triste, solo porque él
necesitara pensar las cosas y buscar un acuerdo entre su fe y sus sentimientos,
como ya había hecho el mayor. Quizás fuera algo egoísta, pero no quería
separarse de él.
Había pasado demasiados años siguiendo los mandatos
divinos a rajatabla, sin cuestionárselos, sin pensar que pudiera haber algunas
cosas que no fueran realmente correctas o que no pudieran aplicarse a la
realidad en la que vivían. Nunca se había planteado que pudiera compaginar lo
que sentía por SungHo, cómo su corazón latía de forma acelerada cuando lo veía,
cuando pensaba en él, cómo su día mejoraba de forma inimaginable cuando éste
estaba junto a él o simplemente le mandaba unos mensajes, cómo sonreía, cómo lo
adoraba; con su fe y las enseñanzas que le habían inculcado desde pequeño. De
hecho, cuando el mayor a veces mentaba a Dios tras sus encuentros, siempre se
irritaba pensando que era porque éste estaba usando su nombre en vano cuando ya
había desechado su fe y que solo seguía yendo a la iglesia, a cantar al coro o
a los campamentos organizados para los jóvenes de la congregación, por seguir
quedando bien ante su familia, la congregación o él. Nunca se le había pasado
por la cabeza que pudiera haber llegado a aquel equilibrio en el que Dios y sus
mandatos le seguían importando, pero solo en aquello en lo que creía correcto y
si había dudado sobre su relación o sobre cómo se sentía con respecto a él, lo
había solucionado y ya no le hacía daño. Eso era algo por lo que él también
tenía que pasar… pero no quería hacerlo solo.
—No… no quiero que nos demos un tiempo —respondió,
sonando firme—. Te quiero… y quiero dejar de pensar que estando juntos hacemos
algo malo.
SungHo esbozó una sonrisa al escuchar sus palabras y
JunHyung sintió que aquello debía ser lo correcto porque su corazón aleteó
dentro de su pecho como si allí hubiera una mariposa.
Sin poder evitarlo, se acercó de nuevo al mayor, directo
a besar sus labios como la primera vez que lo había hecho, sin pensar en nada
más en que quería atrapar aquellos labios con los suyos. SungHo correspondió el
beso al instante con ganas, moviendo su boca al compás de la de JunHyung, ambos
buscando encontrar el ritmo exacto con el que se sentían cómodos. Un ritmo
lento, pero no tortuoso, en el que sus lenguas a veces se encontraban, se
rozaban la una con la otra, pero sin llegar a profundizar en la boca ajena, sin
llegar a buscar más del otro de lo que ya estaban obteniendo. Separándose lo
justo para poder coger aire de nuevo, sonriendo contra la boca del otro,
suspirando por más cuando volvían a besarse de nuevo… el corazón de JunHyung no
podía parar de latir rápidamente dentro de su pecho, contento, encantado con
aquello, mientras que su mente comenzaba a ceder poco a poco, a pensar que
quizás querer al mayor y acostarse con él no era nada tan horrible, que no era
un monstruo por hacerlo y que, por ello, no debía de sentirse mal después de
que todo acabara y la adrenalina del momento lo abandonara justo cuando el
orgasmo le sobreviniera.
—Te quiero —no pudo evitar murmurar contra los labios de
SungHo, provocando que una sonrisa apareciera en los del mayor antes de
plantarle un beso sonoro y corto, para alejarse de él justo después.
—Yo también te quiero muchísimo —le respondió SungHo.
JunHyung sonrió, observando aquellos ojos oscuros
plagados de estrellas que se tornaron traviesos inmediatamente. A aquella noche
todavía le quedaban varias horas y estaba seguro de que al final iban a acabar
aprovechándolas todas a pesar de que al día siguiente tenían que estar haciendo
un montón de esfuerzo físico en los juegos que se habían organizado para el
campamento.
Notas finales:
—La autora siente
muchísimo que esta historia haya sido tan moralista, pero necesitaba una que
fuera de este estilo porque estoy usando pasajes de la Biblia como referencias
para ambientar las historias de esta colección, si no hubiera hecho una de esta
forma, no me habría quedado tranquila nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario