jueves, 13 de mayo de 2021

[One Shot] Sinner: tear Of gOd {JunRie}

Título: tear Of gOd

Autora: Riz Aino

Parejas: JunRie (Rie + JunJi) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, drama, smut

Numero de palabras: 3.072 palabras

Resumen: hay veces en las que JunHyung se plantea si lo que está haciendo es o no lo correcto.

Advertencias: conflictos con la fe y relaciones sexuales muy explícitas.

Notas: vídeo del behind del photoshoot de Instinct part 1 salvaje apareció con Rie y JunJi tirados sobre una cama y yo no pude evitar pensar en esto.

Comentario de autora: al principio mi idea era hacer algo un poco más soft dentro del género, pero se me fue mucho la olla mientras escribía y al final ha quedado así. Espero que os guste.

 

tear Of gOd

 

No yacerás con un hombre de la misma forma

que lo haces con una mujer; es una aberración.

Levítico 18:22

(You shall not lie with a male as one lies

with a female; it is an abomination.

Leviticus 18:22)

 

            Su mano izquierda recorría el muslo del chico que estaba sentado sobre él, con sus rodillas a cada lado de su cintura, sin poder evitarlo, subiendo y bajando por éste, sintiendo su fina y blanca piel a través del contacto de las yemas de sus dedos, tocándolo, hundiendo a veces sus dedos en su carne, agarrando, sin poder contenerse. Su mano derecha se encontraba en la cintura del chico, sujetándolo, porque a veces se movía demasiado rápido sobre su cuerpo y había ocasiones en las que, mareado por la situación en la que se encontraban, perdía el equilibrio. Sus labios estaban demasiado ocupados, siendo devorados por el chico que se encontraba sobre él, su lengua moviéndose con la suya, jadeando en la boca del otro, con su respiración entrecortada, irregular, más excitado que nunca. Y sobre él, haciendo que su miembro no cupiera en sí de gusto, a punto de estallar de placer, envolviéndolo con su recto, apretándolo, haciéndolo sentir como si estuviera a las puertas de entrar en el mismísimo paraíso. Sus cuerpos sudando, demasiado calor acumulado en sus cuerpos, en la habitación, sus suspiros dejándose escuchar, débiles, quedos, ahogados por la boca del otro.

 

            —JunHyung… —su nombre dicho por la dulce voz del chico, en apenas un suspiro, contra su boca—. JunHyung… tócame… ahhh…

            —Sí… —murmuró, jugando con la lengua del mayor en su boca.

 

            JunHyung llevó su mano izquierda entre sus cuerpos, alcanzando el miembro del mayor inmediatamente, cogiéndolo entre sus dedos, empezando a mover su mano arriba y abajo, mientras se sentía cada vez más y más al borde del abismo. Los jadeos de ambos se fueron volviendo más rápidos, más fuertes, más osados, a pesar de que estaban en un lugar en el que podían escucharlos, descoordinando sus besos sin poder evitarlo, acabando más como un choque de labios, lenguas y dientes que como besos. Él siguió moviendo su mano, jugando con aquel miembro erecto que no paraba de pulsar entre sus dedos, caliente, sensible, más rápido, al ritmo que el mayor marcaba, moviéndose sobre él, engullendo su miembro una y otra vez. Sabiendo que no iba a durar mucho más, JunHyung movió su mano más rápido, hasta que finalmente notó el temblor del mayor contra sus dedos, su semen manchando su mano y sus estómagos. Un gemido claro, angelical, salió de sus labios, que dejaron de besar los suyos y su cuerpo se quedó rígido unos instantes antes de que la debilidad se apoderara de él y le echara los brazos a los hombros a JunHyung, pegando su rostro a su pecho, quedándose quieto, con los escalofríos del reciente orgasmo aun recorriendo su cuerpo.

 

            JunHyung no había terminado, no obstante, aunque estaba a punto de ello. Por eso, acabó llevando sus manos a sus glúteos, ayudándolo a comenzar a moverse de nuevo, su mitad inferior al menos, una y otra vez, arriba y abajo, rápido, más rápido, hasta que por fin sintió cómo el fuego que se había ido acumulando en su interior, finalmente era liberado. Los dedos de sus pies se curvaron mientras que los de sus manos se clavaron en las nalgas del mayor, apretando con la suficiente fuerza como para dejar la marca de sus dedos. Un escalofrío recorrió su columna de arriba abajo y JunHyung cerró sus ojos, disfrutando de aquella sensación, de aquel éxtasis que lo llevaba a tocar el cielo con las yemas de sus dedos durante unos instantes, antes de que la realidad cayera sobre él porque lo había vuelto a hacer, había vuelto a caer en la tentación una vez más, había vuelto a escuchar los susurros del demonio y se había convertido en un monstruo, una aberración.

 

            —Eres increíble… —murmuró SungHo desde el hueco entre su hombro y cuello—. Dios mío… eres totalmente increíble…

 

            JunHyung se mordió el labio inferior ante la mención que acababa de hacer el mayor de Dios, tratando de no responder a ello porque si lo hacía, lo más probable era que hiriera los sentimientos del mayor y JunHyung nunca había querido hacerle daño. Sin embargo, en aquellos momentos, por una vez, quiso decir aquello que le rondaba la cabeza siempre que estaban juntos de aquella forma y el mayor mentaba a Dios, aunque pudiera hacerle daño.

 

            —No creo que sea lo más adecuado mentar a Dios después de lo que acabamos de hacer —dijo

 

Fue un susurro apenas audible, pero SungHo lo escuchó perfectamente porque alzó lentamente la cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos, con aquellos ojos oscuros en los que se reflejaban miles de estrellas y en los que JunHyung podía verse reflejado también, despeinado, jadeante, satisfecho. Parecía sorprendido, un poco decepcionado por lo que acababa de escuchar y JunHyung sintió que tenía que haberse mordido la lengua otra vez, en lugar de decirlo abiertamente… pero no había podido callarse más. No había podido callarse porque aquella no era la primera vez que se acostaban juntos, aquella no era la primera vez que se besaban, que se querían, no era la primera vez que JunHyung tenía pensamientos impuros sobre el mayor y, sobre todo, no era la primera vez que después de todo aquello SungHo mentaba a Dios y él se sentía mal, se sentía sucio, se sentía como el peor ser sobre el universo porque lo que ambos hacían estaba mal desde el principio, iba contra los mandatos de Dios y no debían estar haciéndolo siquiera. Iban a ir los dos al Infierno porque esa noche incluso estaban pasando la noche en un campamento de jóvenes organizado por su congregación. Ambos eran católicos, ambos llevaban atendiendo a misa y a actividades de su congregación desde prácticamente siempre, allí se habían conocido, allí se habían hecho amigos y, en la mismísima casa de Dios se habían dado su primer beso. Desde aquel momento, JunHyung había tenido remordimientos, se había sentido mal, había querido gritar al mundo que era un pecador y que necesitaba que se lo castigara por ello, pero siempre se había callado, siempre había callado por SungHo, porque cuando estaba junto a él se le olvidaba todo. Se olvidaba de pensar, se olvidaba de Dios, se olvidaba de que cuando todo terminara se iba a sentir como lo peor del mundo, se olvidaba de todo porque lo único que existía para él SungHo.

 

            —Creía que te sentías como yo —murmuró el mayor—, aunque nunca habíamos hablado sobre esto.

 

            Cabizbajo, SungHo se levantó de su cuerpo, trastabillando un poco porque sus piernas todavía no debían de haber recuperado la movilidad. JunHyung hizo el ademán de sujetarlo, pero éste negó con la cabeza y terminó de levantarse, haciendo que dejaran de estar conectados y que, de su miembro flácido, se resbalara el preservativo que habían usado. SungHo se movió sobre la cama y, con cuidado se sentó frente a él, mirándolo fijamente con aquellos ojos en los que JunHyung se perdía a menudo. Tenía los labios muy rojos e hinchados por todos los besos que se habían dado aquella noche y también tenía una pequeña marca morada cerca de la clavícula, allí donde JunHyung había mordido en un arrebato de pasión, algo de lo que ahora se arrepentía también porque al día siguiente iban a estar con mucha gente e iban a hacer algunas actividades deportivas con los niños y si se le movía la camiseta todos la podrían ver y seguro que sacarían demasiadas conclusiones y había demasiados cotilleos y malas palabras hacia el mayor.

 

            —JunHyung —murmuró SungHo, sacándolo de sus pensamientos—. ¿Quieres cortar conmigo porque nuestra relación te produce un gran conflicto entre tus sentimientos y tu fe? —le preguntó, sorprendiéndolo, porque prácticamente había dado en el clavo con cómo se sentía, aunque no del todo.

            —No exactamente… —respondió, tragando saliva porque la garganta se le había quedado completamente seca—. Quiero decir… no quiero cortar contigo, hyung —dijo—. No sé cómo me siento aparte de sucio y como un monstruo porque fui yo el que lo inició todo y te he acabado arrastrando conmigo a todo esto.

            —Tonto —susurró SungHo, con una sonrisa cariñosa en su rostro.

 

            JunHyung no pudo evitar morderse el labio inferior mientras trataba de contener unas lágrimas que habían decidido querer hacer acto de presencia por sí solas después de escuchar al mayor decir aquella palabra de forma cariñosa. Un segundo después, los brazos de SungHo lo rodeaban fuertemente y lo apretaban contra su cuerpo y él no pudo evitar pasarle los brazos por la cintura, aferrándose mucho más fuerte a él incluso.

 

            Nunca habían hablado sobre su relación, no al menos sobre las cosas más importantes, porque todo había comenzado de repente el verano anterior. SungHo había estado ensayando una canción en la iglesia después del ensayo general del coro al que ambos pertenecían y JunHyung se había quedado con él, acompañándolo. La voz de SungHo había resonado en las paredes del enorme edificio, clara, preciosa, como él, y JunHyung había tenido la imperiosa necesidad de besar aquellos labios color fresa cuando el chico se había acercado a él después de ensayar, contento porque le iba bien con la canción que estaba preparando. No lo había pensado siquiera. Solo lo había besado una y otra vez en la casa de Dios aquella tarde de verano, mientras el mayor había correspondido todos y cada uno de sus besos. Hablaron. Claro que hablaron, pero solo sobre aquello, sobre que querían seguir besándose, aunque no en la iglesia, y los besos habían ido subiendo de tono poco a poco a lo largo de aquel año. Besos siempre dados en la intimidad, besos a los que a veces los habían acompañado sus manos tocando sus cuerpos por encima o por debajo de la ropa hasta que la ropa había acabado sobrando completamente y ambos habían comenzado a explorar sus cuerpos, a jugar con ellos y a tener sexo. Todo se había tornado serio entre ellos en el último año y ninguno de los dos había hablado sobre cómo se sentían con aquello, a pesar de que quizás él debería haber expresado mucho antes qué era lo que sentía después de estar con el mayor, cómo su cuerpo adoraba aquel contacto y cómo su mente renegaba de ello por todo lo que implicaba y por todo a lo que atentaba.

 

            —Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? —le dijo SungHo y él asintió, todavía sin sentirse capaz de separarse de su cuerpo porque en el momento en el que sus ojos se posaran en los del mayor estaba seguro de que las lágrimas que apenas contenía, iban a acabar resbalando por sus mejillas—. Imagino que todavía es difícil para ti lo de compaginar tu fe y nuestra relación, pero hay algo que quiero que sepas, JunHyung, así que, escúchame bien. Yo no creo que estemos haciendo nada malo estando juntos… quiero decir… ambos hemos leído la Biblia y muchos pasajes de ella hablan de cómo hay que amar al prójimo, sea quien sea, sea como sea, sea de donde sea porque todos somos hijos del Señor —SungHo inspiró profundamente antes de seguir—, y es verdad que también dice en muchos pasajes cómo las relaciones entre personas del mismo sexo son una aberración, pero siempre he pensado que era más algo hecho para que siguiera habiendo más y más generaciones por venir… porque si todo el mundo era gay o lesbiana imagínate el plan… no habríamos nacido ni tú ni yo —JunHyung no pudo evitar sonreír ante aquello—. Además, si lo piensas bien, que haya muchos pasajes prohibiéndolo o demonizándolo, significa que ya existía, que ya había hombres que se acostaban con otros hombres y que en algún momento anterior a la gente le había dado igual lo que hicieran o dejaran de hacer.

 

            JunHyung no pudo evitar asentir levemente a aquellas palabras. En el fondo, no sabía si se sentía de la misma forma que el mayor sobre aquello, o si todas las veces que había leído en las Sagradas Escrituras o que había escuchado en los sermones del párroco sobre la homosexualidad habían calado tan profundamente en él que no iba a sentirse nunca completamente a gusto estando junto a SungHo y realmente lo último que quería era hacerle daño de cualquier forma, menos de aquella.

 

            —Es… complicado… —acabó diciendo, separándose del mayor y tratando de encontrar la fuerza necesaria para enfrentarse a sus ojos—. Me siento sucio, despreciable… después de estar contigo… haciéndolo… pero cuando estoy contigo, hyung… soy feliz…

            —Lo entiendo… —murmuró SungHo, dedicándole una sonrisa amable dedicada a tranquilizarlo, a hacerle saber que comprendía lo que quería decirle, que no estaba enfadado o decepcionado, aunque al principio hubiera estado confuso. JunHyung seguía sintiéndose confuso, no obstante, y no creía que fuera a arreglarse pronto porque tenía muchas cosas en las que pensar—. Si quieres, podemos darnos un tiempo para que pienses sobre ello detenidamente, los pros y los contras, la forma en la que te sientes, no me importa esperarte todo lo que necesites hasta que te decidas.

 

            JunHyung abrió los ojos como platos ante la propuesta que acababa de hacerle el mayor y sintió cómo algo dentro de él se desgarraba por la mirada triste que tenía este después de haber dicho aquello. No. No era lo que quería. No quería que SungHo se sintiera mal, triste, solo porque él necesitara pensar las cosas y buscar un acuerdo entre su fe y sus sentimientos, como ya había hecho el mayor. Quizás fuera algo egoísta, pero no quería separarse de él.

 

            Había pasado demasiados años siguiendo los mandatos divinos a rajatabla, sin cuestionárselos, sin pensar que pudiera haber algunas cosas que no fueran realmente correctas o que no pudieran aplicarse a la realidad en la que vivían. Nunca se había planteado que pudiera compaginar lo que sentía por SungHo, cómo su corazón latía de forma acelerada cuando lo veía, cuando pensaba en él, cómo su día mejoraba de forma inimaginable cuando éste estaba junto a él o simplemente le mandaba unos mensajes, cómo sonreía, cómo lo adoraba; con su fe y las enseñanzas que le habían inculcado desde pequeño. De hecho, cuando el mayor a veces mentaba a Dios tras sus encuentros, siempre se irritaba pensando que era porque éste estaba usando su nombre en vano cuando ya había desechado su fe y que solo seguía yendo a la iglesia, a cantar al coro o a los campamentos organizados para los jóvenes de la congregación, por seguir quedando bien ante su familia, la congregación o él. Nunca se le había pasado por la cabeza que pudiera haber llegado a aquel equilibrio en el que Dios y sus mandatos le seguían importando, pero solo en aquello en lo que creía correcto y si había dudado sobre su relación o sobre cómo se sentía con respecto a él, lo había solucionado y ya no le hacía daño. Eso era algo por lo que él también tenía que pasar… pero no quería hacerlo solo.

 

            —No… no quiero que nos demos un tiempo —respondió, sonando firme—. Te quiero… y quiero dejar de pensar que estando juntos hacemos algo malo.

 

            SungHo esbozó una sonrisa al escuchar sus palabras y JunHyung sintió que aquello debía ser lo correcto porque su corazón aleteó dentro de su pecho como si allí hubiera una mariposa.

 

            Sin poder evitarlo, se acercó de nuevo al mayor, directo a besar sus labios como la primera vez que lo había hecho, sin pensar en nada más en que quería atrapar aquellos labios con los suyos. SungHo correspondió el beso al instante con ganas, moviendo su boca al compás de la de JunHyung, ambos buscando encontrar el ritmo exacto con el que se sentían cómodos. Un ritmo lento, pero no tortuoso, en el que sus lenguas a veces se encontraban, se rozaban la una con la otra, pero sin llegar a profundizar en la boca ajena, sin llegar a buscar más del otro de lo que ya estaban obteniendo. Separándose lo justo para poder coger aire de nuevo, sonriendo contra la boca del otro, suspirando por más cuando volvían a besarse de nuevo… el corazón de JunHyung no podía parar de latir rápidamente dentro de su pecho, contento, encantado con aquello, mientras que su mente comenzaba a ceder poco a poco, a pensar que quizás querer al mayor y acostarse con él no era nada tan horrible, que no era un monstruo por hacerlo y que, por ello, no debía de sentirse mal después de que todo acabara y la adrenalina del momento lo abandonara justo cuando el orgasmo le sobreviniera.

 

            —Te quiero —no pudo evitar murmurar contra los labios de SungHo, provocando que una sonrisa apareciera en los del mayor antes de plantarle un beso sonoro y corto, para alejarse de él justo después.

            —Yo también te quiero muchísimo —le respondió SungHo.

 

            JunHyung sonrió, observando aquellos ojos oscuros plagados de estrellas que se tornaron traviesos inmediatamente. A aquella noche todavía le quedaban varias horas y estaba seguro de que al final iban a acabar aprovechándolas todas a pesar de que al día siguiente tenían que estar haciendo un montón de esfuerzo físico en los juegos que se habían organizado para el campamento.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—La autora siente muchísimo que esta historia haya sido tan moralista, pero necesitaba una que fuera de este estilo porque estoy usando pasajes de la Biblia como referencias para ambientar las historias de esta colección, si no hubiera hecho una de esta forma, no me habría quedado tranquila nunca.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario