sábado, 1 de mayo de 2021

[One Shot] (Inter)National Producers Picks: Cassette {OngNiel}

Título: Cassette

Autora: Riz Aino

Parejas: OngNiel (Ong SeongWu + Kang Daniel) (Wanna One)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, college, romance, fluff

Numero de palabras: 1.139 palabras

Resumen: SeongWu le graba un casete con la música que le gusta al chico que le gusta.

Notas: la historia está encuadrada en una especie de finales de los 80, principios de los 90 en Corea, estuve viendo de nuevo Reply 1988 para sacar algunas cosas.

Comentario de autora: estuve pensando una y otra vez qué hacer con este espacio y no se me ocurrió nada durante mucho tiempo… hasta que me puse a ver los MVs de Wanna One y pensé en usar los casetes marca de la casa. Espero que os guste.

 

Cassette

 

            SeongWu sacó de la radio el casete que acababa de terminar de grabar por su cara b y lo observó con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Había tardado más tiempo del que había pensado que tardaría, pero por fin había completado aquella tarea. Ahora lo único que le quedaba era sacar la valentía necesaria para dejarle aquel casete junto con la carta que había escrito y reescrito en las últimas semanas, aquella carta en la que confesaba sus sentimientos, a la persona de la cual se había enamorado durante aquel semestre.

 

Daniel.

 

            Daniel se sentaba junto a él en algunas de sus clases y hablaba con él cuando éstas se hacían demasiado aburridas. En ocasiones habían ido a comer o a estudiar juntos y también habían hecho algún trabajo que otro. No eran amigos, eran solamente conocidos, compañeros de clase que no se llevaban mal, que hablaban de fútbol y de béisbol, de música y de películas. Una vez habían ido al cine junto a amigos en común y otra vez se habían encontrado en alguna manifestación y habían huido juntos cuando la policía había comenzado a dispersarlos. Ese día habían tenido que moverse por las calles circundantes a la facultad como si ellos no hubieran estado participando en nada extraño y mantuvieron el tipo como pudieron cuando un policía se les acercó y preguntó dónde iban. La respuesta acordada fue “a la tienda de música de la esquina” y el policía los acompañó hasta allí y ellos tuvieron que hacer el paripé de estar allí dentro un buen rato como si de verdad hubieran ido a aquello.

 

            Aquel día fue el día en el que SeongWu se enamoró de Daniel, viéndolo emocionado con alguno de sus cantantes favoritos, queriendo comprar algún vinilo, pero sin poder permitírselo. Aquella sonrisa que provocaba que sus ojos se cerraran en dos medias lunas cuando lo miraba, aquella ilusión que mostraba en su rostro y sus pequeños bailes tontos al son de la música que sonaba en la tienda.

 

            SeongWu había tenido aquel día una revelación. La revelación de que estaba enamorado de Daniel y la de que no descansaría hasta poder expresar sus sentimientos por él.

 

            Había elegido cuidadosamente la música, había apuntado con rigor las canciones y los artistas que más les gustaban a ambos y había tratado que las canciones contaran una historia, una historia de amor que bien podía ser la suya si el chico correspondía sus sentimientos. SeongWu se había pasado las últimas semanas en aquella tarea y no había descansado hasta tener aquella carta y aquel casete completo en sus manos. Sin embargo, elegir el día propicio para entregarlo era mucho más complicado de hacer porque quería que fuera de alguna forma especial y nunca encontraba el mejor momento para hacerlo, así que, al final, acabó decidiendo ser un poco cobarde y no entregárselo directamente.

 

           Aprovechando que en alguna ocasión habían pasado por la casa de Daniel y sabía la dirección, SeongWu fue un domingo que tuvo libre hasta el lugar para dejar un pequeño paquete que había hecho con todo y dejarlo en el buzón con su nombre escrito. La idea era dejar aquello y salir corriendo como si lo persiguiese una jauría de perros rabiosos, para después pasarse los siguientes dos días comiéndose la cabeza porque hasta el martes por la tarde no tenía clase con Daniel. Sin embargo, sus planes no estaban por la labor de cumplirse porque en el momento en el que abrió el buzón para dejar el pequeño paquete, la puerta de la casa se abrió y por ella salió Daniel, pillándolo in fraganti.

 

            —¿Qué haces aquí, SeongWu? —le preguntó.

            —Oh… mmm… —comenzó a tartamudear, tratando de pensar en una excusa… pero Daniel ya había fijado sus ojos en el paquete que estaba dejando en el buzón, así que, como no tenía escapatoria, decidió aclararlo—. Te he grabado un casete con algunas canciones —le dijo—, pensaba dártelo en la facultad el próximo día que nos viéramos, pero hoy tenía que hacer algo por aquí cerca y te lo iba a dejar en el buzón, no sabía si molestaba o no si llamaba a la casa.

            —No molestas —le respondió Daniel, con una sonrisa enorme en su rostro—. Ven adentro y lo escuchamos juntos.

 

            SeongWu abrió la boca para poner alguna otra excusa porque no podía hacer eso, pero Daniel fue hacia él y lo cogió del brazo para tirar de él hasta el interior de su casa. Allí estaba la familia del chico, así que se presentó como un amigo suyo de la facultad rápidamente, ya que Daniel simplemente lo guio hasta su habitación sin dar muchas más explicaciones. Una vez en el lugar, le pidió que le diera el paquetito y que se sentara en el suelo mientras él iba a poner el casete en la radio que tenía allí. SeongWu titubeó, pero al final lo hizo y cruzó los dedos para que Daniel no se diera cuenta de la carta que había incluido en el paquete hasta que él no hubiera salido de allí. Sin embargo, lo primero que Daniel sacó fue la carta. El corazón de SeongWu comenzó a latir dentro de su pecho más rápido de lo que nunca lo había hecho antes, mientras Daniel desdoblaba el folio distraídamente a la vez que colocaba el casete en la radio.

 

            Los pocos instantes en los que Daniel tardó en leer la carta en la que SeongWu le confesaba sus sentimientos, se le hicieron eternos, como si en vez de poco más de un minuto, hubieran sido horas. Pero cuando Daniel por fin levantó los ojos de la carta y lo miró, no había rechazo en la expresión que le mostró, sino más bien diversión y felicidad, por lo que el chico acabó soltando todo el aire que no sabía que había estado todo aquel rato conteniendo.

 

            —No soy muy de decidir las cosas a la ligera —le dijo—. Primero voy a escuchar las canciones que me has grabado y después decidiré si te como a besos o simplemente te como.

 

 

 

 

 

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