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sábado, 28 de junio de 2014

[One Shot] Cover Me, Kiss Me, Hug Me {BangDae}

Título: Cover Me, Kiss Me, Hug Me
Pareja: BangDae (Bang x DaeHyun) (B.A.P)
Clasificación: G
Géneros: romance, fluff.
Número de palabras: 1.755 palabras
Resumen: la relación que se ve delante de las cámaras no es igual a la que hay cuando estas se apagan.
Notas: historia escrita para el cumple de nuestro ángel caído de Busan. Happy Birthday!!
Comentario de Autora: hace poco que había visto el Killing Camp y no podía quitarme de la cabeza todo el BangDae que se ve ahí, quería escribir una historia pero no me ponía, entonces llegó Kim_Kimchi quejándose de que no había BangDae por el mundo y me decidí a hacerla un poco feliz. Espero que te guste <3


Cover Me, Kiss Me, Hug Me


            El verano era caluroso en Seúl y nosotros teníamos que grabar y grabar y grabar programas en los que bailábamos nuestra nueva canción. Crash se llamaba y era una parodia de todo lo que habíamos hecho anteriormente, un baile divertido y distendido en el que estábamos todo el rato haciendo el tonto; pero eso no quitaba que aquellos trajes no nos dieran calor. Llevábamos todo el año sin parar, por lo que cuando la empresa nos dijo que nos daba unos días de “vacaciones” todos suspiramos aliviados, claro que, en aquel momento no sabíamos que estas no iban a tener lugar, sino que tendríamos que trabajar, grabando para un programa.

viernes, 23 de mayo de 2014

[One Shot] COMA {YongGuk}

Título: COMA
Autora: Lorena (@lorena_kpop)
Pareja: Yongguk centric
Rating: G
Resumen: Yongguk está en coma tras un accidente de tráfico y recuerda toda la historia que tuvo con Sowon.
Notas: fic ganador del primer concurso de Lo Que Realmente Pasó en Singapur


COMA


Estoy tumbado en el césped del parque que hay cerca de tu casa. Tú estás a mi lado, recostada sobre mi hombro. Me miras a los ojos y me dices lo mucho que me quieres y yo, con una sonrisa, te respondo que te amo.
Siento una gran sensación de felicidad y tranquilidad invadir mi cuerpo. Te abrazo fuertemente no queriendo soltarte nunca y deseando que se detuviese el tiempo.

De pronto, la oscuridad se cierne sobre nosotros. Toda la felicidad que sentía se ha trasformado en desesperación y dolor. El calor, en frío y la tranquilidad en miedo...
Poco a poco me doy cuenta de que no era más que un sueño, un recuerdo entre tantos otros.

Despierto lentamente, aunque sin hacerlo por completo. Vuelvo a oír los pitidos de las máquinas que me rodean, siento el frío entrar por la ventana que alguna enfermera descuidada ha olvidado cerrar por la noche y un dolor intenso recorrerme todo el cuerdo por culpa de las muchas lesiones que me produjo el accidente.
Quiero gritar, quejarme. Chillarle a alguien para que cierre esa maldita ventana. Sin embargo, estoy inmóvil, paralizado, encerrado en mi propio cuerpo.

Hace ya un mes del accidente... Y por lo tanto, un mes desde que entré en coma.

Aún lo recuerdo todo perfectamente... Aquel día te volví a llamar, con la esperanza que me respondieras. Pero, al igual que los otros cientos de veces, fue tu buzón de voz el que, con esa voz fría y sin vida, me decía que ya no volverías.

Cansado de estar tanto tiempo lejos de ti decidí ir a tu casa para poder hablar contigo y explicártelo todo personalmente, sin malentendidos.
Llamé y llamé, pero nadie contestaba. Parecía que no había nadie en casa, pero yo sabía que debías estar allí. ¿Dónde ibas a estar sino?
Entonces caí. Estabas evitándome. ¿Tanto daño te había hecho para que no quisieras verme?

Recorrí toda la cuidad de punta a punta. Yendo a todos esos lugares que una vez fueron especiales para nosotros.
Llamé a tus amigos, pero todos me decían que te habías ido, que te olvidase porque nunca regresarías.
No quería escucharles, no podía ser verdad. Tú nunca me dejarías, nos amábamos y eso jamás cambiaría.

Volví a casa con los ojos llenos de lágrimas y desquité toda mi rabia y desesperación con todo lo que se cruzaba en mi camino. Muebles volcados, cristales rotos... Todo yacía en el suelo desordenado, mostrando como me encontraba en mi interior.

Auto compadeciéndome a mí mismo, me dirigí a mi habitación, aquella que alguna vez compartimos. Encontré todas las fotos que nos hicimos cuando aún éramos felices. Te veías preciosa con aquel vestido azul que te regalé por tu cumpleaños, pero lo que más me gustaba era tu sonrisa. Tan alegre y llena de vida, como si nada en el mundo pudiese afectarte.

Si no me hubiese metido donde no me llamaban... Si me hubiese conformado con lo que ya teníamos... Pero la codicia no dejaba de llamar a la puerta y yo, mintiéndome a mí mismo, me repetía una y otra vez que lo hacía por nosotros. Que lo hacía para poder darte todo lo que siempre habías deseado y callar a todos aquellos que decían que no te merecía. Que yo jamás sería el hombre que te haría feliz.

Cuántas más fotos veía, mayor era el dolor que oprimía mi corazón. ¿Realmente se había acabado todo lo que había entre nosotros? ¿Era verdad que ya no me querías?

Destrozado, salí de aquel apartamento, que se había convertido en un infierno para mí y me dirigí a “la cueva”. Ese garaje que compartía con el resto de los chicos y que tú tanto odiabas.
Cuando entré en el mundo de las drogas aquel se convirtió en nuestro centro de operaciones, así que pasaba allí la mayor parte de mi tiempo. Terminé relegándote a un segundo plano, cuando en realidad eras el centro de mi universo.

Sabía que era peligroso. Sabía que en cualquier momento esto podría estallarme en las manos y terminar en la cárcel... O muerto. Pero me daba igual.
El dinero, las fiestas y esa sensación de poder, de ser el que manda y controla todo, era una sensación tan adictiva que igualaba al efecto que producen las drogas más fuertes.

Sin darme cuenta también te puse a ti en peligro. Cuándo tus amigas me dijeron que estabas asustada, que alguien te seguía cuando salías de la universidad y que habías recibido amenazas, mi cuerpo se congeló.
No podía permitirlo, no iba a consentir que nadie te pusiese una mano encima. Porque antes de que eso ocurriese, ya estarían a dos metros bajo tierra.

Comencé a buscar por toda la cuidad a aquel mal nacido que se había atrevido a acercarse a ti.
Intimidaba, amenazaba y hasta casi mataba a golpes para conseguir información sobre quién estaba detrás de aquello.
Alguien estaba intentando asustarme usándote a ti como herramienta y eso era imperdonable.
Con cada amenaza y cada paliza, estaba a un paso más cerca de descubrir a ese mal nacido, pero al mismo tiempo ganaba más y más enemigos.

Al final descubrí de quién se trataba.

Por culpa de mi soberbia terminé metiéndome en una guerra con una de las mafias más peligrosas que rondaban por la cuidad. Y lo peor de todo, es que te metí a ti conmigo.

Quería protegerte, pero era demasiado joven y carecía de la influencia necesaria para conseguirlo. Intenté negociar con el jefazo de aquella mafia, pero lo único que conseguí fue convertirme en uno de los lacayos de ese viejo. No sin antes recibir una buena paliza por parte de sus guardaespaldas, que me dejó medio muerto en un callejón sucio y asqueroso de los suburbios de la cuidad.

Aún recuerdo tu cara de pánico cuando los chicos me llevaron a casa y me viste todo cubierto de heridas y sangre.

-Pero... ¿Qué...? ¿Qué ha pasado?
-Nada. - dije como pude pues me dolía la boca a rabiar cada vez que intentaba articular cualquier palabra.
-¡No me digas que no ha pasado nada! ¡Por dios, mírate! Dime que es lo que ha pasado Yongguk.
-¡He dicho que no ha pasado nada! - grité frustrado. Aumentando el dolor en mi mandíbula y ese odioso sabor a sangre que me recorría toda la boca.

Aquella escena se había convertido en rutina. Tú y yo peleando constantemente y siempre por el mismo motivo. Tú querías alejarme de aquel mundo y yo cada vez estaba más dentro de él.

Fue entonces cuando comenzaste a alejarte de mí y a juntarte con ese idiota de pelo engominado y ropa cara.
Sabía que te estaba perdiendo pero me negaba a creerlo. Me seguía repitiendo que eras mía y que no había nada ni nadie que pudiese alejarte de mí. Después de todo por lo que habíamos pasado, era imposible que un pardillo como ese pudiese meterse entre nosotros.
Poco después me daría cuenta de que me equivocaba...

De pronto oigo el sonido de la puerta abrirse. Siento como mi corazón se acelera y al mismo tiempo como los pitidos de la máquina que me mantiene con vida aumentan, pensando que quizá seas tú. Pero como siempre, no es así.

-Buenos días chaval. ¿Cómo estás? - pregunta Himchan. Uno de mis mejores amigos y compañeros en este asqueroso mundo.- Los chicos te mandan saludos. Están un poco ocupados ahora mismo. Ha llegado un nuevo cargamento a la cuidad y el viejo los ha mandado a ellos a hacer el trabajo sucio. Como siempre.

Desde que ingresé al hospital él y el resto de los chicos son las únicas visitas que recibo. Y no es de extrañar...
Desde que me convertí en la clase de persona que soy ahora, todos los que conocía me dejaron de lado.
Mi familia, mis antiguos amigos... Todos, menos tú. Por eso pensé y aún tengo la esperanza de que vuelvas a mi lado. De que vengas a verme antes de que... De que... Lo inevitable termine pasando.

-Supongo que aún sigues esperando que ella venga a verte. Se lo mucho que la amas y por eso estoy intentando contactar con ella. - confesó mi amigo. - Pero como ya sabes, su familia y sus amigos se han convertido en algo así como sus guardaespaldas. - rio amargamente.
-“Gracias amigo.”- le contesté en mi interior, ya que no podía pronunciar ninguna palabra.
-Además tiene a ese idiota a su alrededor todo el tiempo. No sé cómo le soporta.
-“Lo sé. Yo tampoco lo entiendo.”

Sabía a quién se refería. El idiota de pelo engominado había estado intentando alejarla de mí y, por lo visto, lo estaba consiguiendo.
Ya lo había intentado antes, pero pensé que después de amenazarle como lo hice, se pensaría mejor las cosas y se iría.
Sin embargo, conseguí todo lo contrario.

Fui con Himchan, Jongup y Daehyun a buscar a ese idiota a la zona rica de la cuidad. Sabía, por cómo se vestía, que pertenecía a ese ámbito. Así que solo tendría que mirar en alguno de los clubs de la zona para encontrarlo.

La verdad es que fue más fácil de lo que me esperaba. Justo estaba saliendo del club, cargando su equipo de golf, cuando le arrinconamos.

-¿Qué... Qué queréis? - dijo asustado. Obviamente, verse rodeado por unos tipos que le doblaban en fuerza asusta bastante.
-Quiero que me oigas atentamente porque no me gusta repetir las cosas dos veces. - le dije muy cerca de su cara y con la voz profunda.
Asintió.
-Quiero que te alejes de mi novia y la dejes tranquila. Me oyes.
-¿Tu... Tu novia?
-Sí, mi novia.
-No sé quién es tu novia. De hecho no se quién eres.
-Soy Yongguk y mi novia es Sowon y quiero que te alejes de ella. ¿Entiendes?
-So… Sowon.
-Exacto.
-Lo... Lo siento, pero no puedo hacer eso.
-¿Cómo que no puedes? - dije enfadado apretando aún más fuerte mi agarre en su cuello.
-So… Sowon es mi amiga. -Dijo entre cortadamente a causa de la falta de aire.- No... No voy a dejarla.
-Mira chaval, Sowon es mi novia. Y, a no ser que quieras pasar el resto de tus días en una silla de ruedas, será mejor que te alejes de ella. O mejor, que te vayas a vivir a otra cuidad.- Entonces le solté y los chicos y yo nos largamos de allí antes de que hiciese realidad mi amenaza antes de tiempo.

-Tío, no quiero dejarte solo, pero tengo que irme o me buscaré problemas con el viejo. Volveré mañana, y quizá alguno de los chicos pueda venir también. - Se despidió mi amigo. No pasa mucho tiempo hasta que oigo como la puerta se cierra dejándome de nuevo solo en la oscuridad.

Vuelvo a caer en un profundo sueño que me lleva otra vez a recordar todos aquellos momentos que pasamos juntos.
La primera cita, el primer beso, la primera vez... Vuelvo a vivir todos aquellos recuerdos como si fuesen reales. Sintiéndolos tan profundamente como cuando ocurrieron. Y todos terminan de la misma forma. Despertándome a medias en este solitario hospital, dándome cuenta de que lo he perdido todo por mi estupidez, queriendo salir corriendo por esa puerta e ir a buscarla para pedirle disculpas por todo el daño que le hice y, sin embargo, estoy aquí postrado en esta cama.
Es como una pesadilla de la que no puedes despertar. En la que quieres correr, gritar, huir lo más lejos posible, pero tus piernas no se mueven y no te sale la voz.

Cada día que pasa es una tortura para mí. Hay veces que desearía morirme y terminar con este sufrimiento, pero luego te recuerdo a ti sonriéndome y diciéndome que me amas y me da fuerzas para seguir un día más.

Vuelvo a despertarme y siento como hay alguien sentado a mi lado en la cama. Al principio pienso que es Himchan o alguno de los chicos que ha venido a verme. Pero reconozco inmediatamente tu perfume.

- “Has venido, por fin has venido a verme. Estás aquí. Conmigo.” - Quiero sonreír, quiero levantarme y abrazarte con todas mis fuerzas. Pero es imposible...

Oigo como sollozas y puedo imaginarme tu rostro lleno de lágrimas gracias, o más bien, por culpa de todas esas veces que te hice llorar.
Ahora me doy cuenta de que soy el único motivo por el que lloras. Que siempre he sido el culpable de todos tus malos momentos y todos tus problemas.
Es ahora cuando me doy cuenta de que eran ciertas todas esas cosas que la gente decía de mí.
Deberías haberles escuchado... Deberías haberte alejado de mí, pero estábamos tan enamorados que no escuchábamos lo que el mundo nos decía. Nos rebelamos contra todo y contra todos, siguiendo nuestras propias reglas y ahora estamos así. Yo postrado en esta cama y tú llorando por mí, sintiéndote culpable por algo que yo mismo me busqué.

Siento como tus manos, frías y temblorosas, cogen la mía y la estrechan con cariño queriendo decir que estás aquí e intentando reconfortarme.

-Lo siento... - dices en apenas un susurro. - Todo esto es culpa mía.
- “¡No! ¡Yo soy el único culpable aquí!” - intento decir pero solo queda en un susurro interno en mi mente.
- Tendría que haberme quedado contigo... No tenía que haberme ido... - sigues lamentándote entre lágrimas.
- “Deja de decir tonterías Sowon. Lo único malo que hiciste fue no haberte marchado antes. La culpa la tengo yo que no supe valorar lo que tenía y fui lo suficientemente egoísta como para mantenerte conmigo aun sabiendo que estabas sufriendo.”
- Si no me hubiese marchado no te habrías venido a buscarme y nunca habrías tenido ese accidente...
- “Fui yo el que cegado por la ira bebió hasta casi perder la conciencia. Fui yo el que a pesar de eso cogió el coche y recorrió la cuidad a toda velocidad. Tú no tienes la culpa de nada. Aquí el único responsable soy yo.”

Comenzaron a llegar a mi mente todas las imágenes de aquella fatídica noche. Por primera vez desde que estaba aquí recordaba lo que pasó.

Después de estar horas y horas bebiendo con los chicos en aquel garaje que aún usábamos como escondite, decidimos ir a uno de los bares que solíamos frecuentar a por alguna sustancia más fuerte que consiguiese embotar mis sentidos y alejar esa presión que me oprimía el pecho.

Al principio conseguí lo que quería, pero con el paso de las horas esa amarga sensación volvía a inundarme por dentro.
Frustrado y cabreado conmigo mismo y con el mundo, cogí las llaves del coche de Youngjae y me fui de allí.
Aceleraba y aceleraba, aumentando el nivel de adrenalina en mi sangre, en un intento desesperado por huir de mí mismo.
Solo podía ver ráfagas de luces pasando por los lados. No podía distinguir los edificios ni veía los límites de la carretera. Así pues, en una de las curvas perdí el control del coche y terminé volcado en el arcén.
Todo mi cuerpo me dolía como nunca. Sabía que tenía varios huesos rotos y sentía la sangre caliente recorrer todo mi cuerpo.
El cinturón de seguridad oprimía mis pulmones que, como sabría posteriormente gracias a la explicación que le dieron los doctores a mis amigos, se estaban llenando sangre y me dificultaba la respiración.

No sabía dónde estaba ni si saldría con vida de allí. No veía a nadie a mi alrededor. Solo estaba la oscuridad de la noche.
Muchos dicen que cuando estás a punto de morir, toda tu vida pasa por delante de tus ojos, sin embargo, lo único que yo veía en aquellos momentos era a ti. Sonriéndome, diciéndome que me querías y que siempre estaríamos juntos.

Cuando recobré la conciencia estaba aquí. Encerrado en esta oscuridad. Sin poder moverme sin poder hacer nada. Estaba asustado. No entendía que había pasado.
Entonces escuché, al otro lado de la puerta, como alguien hablaba con Himchan y le daba las malas noticias.

-A causa de la colisión su amigo ha entrado en un estado de coma profundo y sumándole la cantidad de lesiones que tiene, me temo que las previsiones de que se recupere son casi nulas.
-Pero... ¿Despertará? - pude distinguir la voz de Zelo. Era el más pequeño de nuestro grupo y siempre intenté cuidar de él.
-Lo dudo mucho. - Respondió el doctor
-Pero hay posibilidades ¿no? Ha habido casos peores y ellos se recuperaron.
-Aún en el caso de que eso ocurriese, las fracturas de su columna le mantendrían postrado en una silla para el resto de su vida. Y aún no sabemos con seguridad si su cerebro no ha quedado afectado. - explicó el doctor. - Lo siento mucho.

Todo a mi alrededor dejó de tener importancia cuando escuché esas palabras. Quería llorar y gritar, pero estaba muerto en vida. Por más que intentase mi cuerpo no reaccionaba.

-Sowon. Tenemos que irnos. - Escuché la voz de aquel idiota. Aquel que se la había llevado lejos de mí.
-¿Ahora? ¿De verdad?
-Sí. No podemos hacer nada por él. No es bueno que te quedes aquí lamentándote. Enfermarás.
-Pero yo...
-Vamos Sowon. Si sigues así enfermarás. Por favor. Volvamos a casa. - le rogaba él.

Entonces lo comprendí.

Ella debía marcharse. Irse de una vez por todas y empezar desde cero. Comenzar una vida nueva en la que yo no estaría. Una en la que sólo sería un vago recuerdo... Un vago y duro recuerdo.

Recordé entonces la canción que iba escuchando en la radio del coche poco antes del accidente.

Después de que te fuiste, perdí el control
Estoy borracho todas las noches
Y tropezando por todos lados, maldiciendo todo
Porque pienso en ti, tu, que eras fría
Tu rostro que aparece en el espejo roto
Parece que nuestro amor se ha roto en muchos pedazos
Yo estoy al final de este acantilado y
Destrozando los recuerdos que tengo contigo, ya no los tengo
¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?
Me pierdo en un laberinto y me quedo en ese lugar
¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo decir?
Se está volviendo borroso, no puedo ver tu rostro

No me puedo mover en la oscuridad
No puedo sentir nada, las lágrimas caen
Estoy atrapado en los recuerdos de ti
Por favor, no sueltes mi mano, para que yo pueda despertar
Por favor, no te vayas

¿Por qué me tiraste lejos como basura?
Simplemente porque no puedo hacer nada
Solo porque, porque...
¿Por qué tiré todos los recuerdos que tuve contigo cada día?
Lo siento, no puedo evitarlo, sólo puedo mirarte así
No estás aquí, no estás a mi lado
Mi corazón se detiene, es lo mismo que estar muerto
No puedo respirar el “vivir sin ti” no quiero ni pensar en ello
Créeme, no puedo si no eres tu
Me duele mucho, creo que me voy a volver loco
Tu aroma está profundamente pegado
Creo que mi corazón va a explotar
Incluso cuando lloro y lloro y lanzo una rabieta,
Diciendo que esto no es
Tú, muy cruelmente, no dices nada
¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?
Aunque me esfuerzo por despertar estoy en este lugar
¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo decir?
Nos amábamos, eras mi todo

No me puedo mover en la oscuridad
No puedo sentir nada, las lágrimas caen
Estoy atrapado en los recuerdos de ti
Por favor, no sueltes mi mano, para que yo pueda despertar
Por favor, no te vayas

¿Por qué me tiraste lejos como basura?
Simplemente porque no puedo hacer nada
Solo porqué, porqué,
¿Por qué tiré todos los recuerdos que tuve contigo cada día?
Tú, respiras dentro de mí, te estoy buscando, quiero tenerte
Ya que mi corazón se quemó,
No puedo contenerme más, porque podría morir

No me puedo mover en la oscuridad
No puedo sentir nada, las lágrimas caen
Estoy atrapado en los recuerdos de ti
Por favor, no sueltes mi mano, para que yo pueda despertar
Por favor, no te vayas


Podía verme reflejado en las letras de esa canción, como si por una broma del destino se tratase, hubiese sido escrita para nosotros.


Decidí que ya era hora de pasar página para ambos y dejar que las cosas continuasen su curso. Y así, con un largo pitido que marcaba el fin de vi vida, dejé a la persona que más amé en este mundo para que pudiese, finalmente, ser feliz.

miércoles, 14 de mayo de 2014

[Drabble] Ask Drabbles: Angel's Voice {BangDae}

Angel’s Voice

            El señor Bang se quitó el sombrero y la chaqueta de pana, colgándosela de un brazo nada más entrar en aquella sala de techos amplios y con un escenario al fondo. El hombre avanzó a través de las mesas, esquivando a los camareros que cruzaban la estancia, hasta llegar a la que tenía reservada y sentarse allí, esperando la ansiada actuación.

            Todos los sábados, a la misma hora, los músicos hacían sonar en los instrumentos una melodía determinada y las cortinas se abrían para mostrar la figura de un chico que cantaba como los ángeles. El señor Bang solo iba a aquel club para presenciar aquella actuación, ya que era la única que le interesaba.

            La música tan conocida comenzó a sonar y el hombre se centró en el escenario. Entre las cortinas, apareció el chico, caminando con elegancia hasta el micrófono, que tomó entre sus manos. Sus ojos se abrieron y buscaron entre la multitud, encontrando los del señor Bang al momento y, sonriendo al hacerlo. Tomó aire y, segundos después, comenzó a cantar, haciendo que toda la sala se quedara embelesada por aquella voz.


            El señor Bang lo observaba y sonreía, sabiendo que al final de la actuación se encontrarían en el callejón de atrás de aquel club y darían rienda a su pasión.

jueves, 1 de mayo de 2014

[Drabble] Ask Drabbles: Going Crazy {BangSong}

Going Crazy

            Bang YongGuk era uno de los dioses más respetados tanto por los seres humanos, como por los dioses y demás criaturas que habitaban en el planeta Mato. Era un poco serio cuando se trataba de su trabajo como dios de la Justicia, pero en su tiempo libre era bastante divertido y cercano a los demás dioses. También, tenía a la mayoría de los seres femeninos de los tres mundos (el celestial, el terrenal y el inframundo) pero él nunca había querido formar una familia, se distraería de sus funciones como dios si la tenía.

            Por estos motivos, el travieso dios del Amor, Zelo, harto de ver como uno de los dioses que mejor lo trataban no supiera lo que era el amor, le lanzó una flecha de amor a su corazón un día que el dios bajó para presidir un juicio entre unas criaturas del bosque y Bang YongGuk se enamoró perdidamente de una ninfa de los bosques llamada Song JiEun.

            Era la criatura más bella que jamás había visto en sus miles y miles de años de vida como dios, así que, una vez acabó el juicio se acercó a ella para seducirla, sin embargo, la joven ninfa comenzó a correr, asustada por la proposición. Bang YongGuk corrió tras ella, declarándole una y otra vez su amor, pero la ninfa de los bosques no podía corresponderlo, así que comenzó a rezarle a la diosa de la Tierra, la protectora de las ninfas para que la librara de aquello.

            Minutos después, las delgadas piernas de la ninfa comenzaron a convertirse en el tronco de un árbol y luego las siguieron su torso y sus brazos, hasta que la ninfa acabó convertida en un hermoso árbol. Bang YongGuk, que estaba a punto de atraparla cuando la transformación tuvo lugar, se quedó estático bajo las ramas del árbol, mirando sin mirar, cómo el amor de su vida acababa de desaparecer ante sus ojos sin que hubiera podido siquiera rozar su piel.

            A partir de aquel día, el dios de la Justicia se quedó bajo la sombra de aquel árbol, no pudiendo despegarse de su amor y volviéndose loco por la pérdida sufrida.


jueves, 10 de abril de 2014

[Drabble] Ask Drabbles: A Man Who Knows {BangDae}

A Man Who Knows

            Bang YongGuk era un hombre que sabía dónde estaban sus límites y cuáles eran sus posibilidades. Había entrado a trabajar en un instituto como profesor sustituto después de haber terminado la carrera con mucho esfuerzo, muchas noches sin dormir y poca vida social. Era joven todavía y los mejores años de su vida los había desperdiciado en los estudios, por eso, a pesar de que sabía perfectamente que estaba mal lo que iba a hacer y que iba en contra de las normas, no pudo evitar acostarse con uno de sus alumnos, Jung DaeHyun, porque este era todo lo que había estado buscando en su vida y no podía dejarlo escapar tan fácilmente.

            Los dedos lubricados ya entraban y salían con facilidad del recto del chico que tenía bajo su cuerpo y comenzaba a gemir por más cuando tocaba su próstata con los dedos, por lo que YongGuk no se hizo esperar y lo penetró, moviéndose poco a poco hasta estar completamente dentro de él. DaeHyun gimió más fuerte, mostrándole aquella voz tan perfecta y potente que tenía y que tanto le gustaba escuchar cuando estaban en casa de la misma guisa, pero que ahogó con su mano porque estaban en su despacho, en mitad del instituto y nadie podía enterarse de que estaban manteniendo relaciones sexuales.

            El profesor comenzó a moverse rápidamente, una y otra vez, buscando la próstata del menor hasta que dio con ella y el placer que sintió este le recorrió desde la punta del pelo hasta los dedos de los pies, que encogió instintivamente. YongGuk sonrió y buscó la boca de su alumno, a la vez que embestía una y otra vez en aquel lugar para colmarlo de placer.

            DaeHyun tomó su desatendido miembro con sus dos manos y comenzó a masturbarse, respondiendo al beso con jadeos y gemidos ahogados, con choques de dientes y con lenguas enredadas hasta que se quedaban sin respiración. El movimiento de sus manos era frenético y sentía cómo se acumulaba en su bajo vientre un fuego que en breves momentos lo colmaría de placer, así que pidió por más y YongGuk no se lo negó, embistiendo cada vez más fuerte y cada vez más rápido.

            El orgasmo le llegó primero al menor, que eyaculó manchando sus pechos de semen y después lo siguió el otro, en su interior.

            Durante unos momentos, ambos se quedaron mirándose sudorosos, con las respiraciones agitadas y sus ojos desenfocados levemente. Poco a poco, la sensación del orgasmo fue disminuyendo y YongGuk salió del interior del chico y se quitó el condón para después hacerle un nudo y tirarlo a la papelera de su despacho. DaeHyun, por su parte, tomó algunos pañuelos desechables y comenzó a limpiarse su abdomen de semen y después el del mayor.

            Sin decir ni una palabra, se vistieron y se arreglaron el pelo mirándose en las pantallas de sus respectivos teléfonos móviles, después, DaeHyun salió del lugar, esperando que no hubiera nadie en el pasillo.

            YongGuk era un hombre que sabía, un hombre que sabía que aquello estaba mal, que no podía seguir acostándose con su alumno o todo lo que había conseguido después de tantos años de sacrificio se iría por la borda, pero, por DaeHyun, sentía que no le importaba.



miércoles, 9 de abril de 2014

Forever with You

Forever with You

            Cuando Jung DaeHyun entró a su bloque de apartamentos lo que menos se esperaba encontrar en su buzón aquel día, junto con las facturas, era una carta de una persona a la que llevaba demasiado tiempo sin ver. Rápidamente subió hasta su hogar y se sentó en el sofá, cerca de la luz que entraba por la ventana para abrir la carta con las manos temblorosas y comenzar a leer aquella letra tan familiar.


            Querido DaeHyun:

            No me ha sido posible tele-transportarme para darte un abrazo de oso y decirte en persona lo mucho que significas para mí, pero aunque sea por carta, tengo que decírtelo:

            Intentando buscar mi foto favorita de los dos me di cuenta de que tengo varias y empecé a sonreír acordándome de aquél día que te conocí y pensé: “tan torpe como yo”.

            En ese momento, me vinieron a la cabeza un montón de momentos más, de cuando en casa me mirabas fijamente y empezabas a reírte, de nuestras largas conversaciones durante las noches cuando no podíamos dormir, de todas nuestras charlas filosóficas en los descansos de los ensayos, de cuando tratabas de enseñarme cómo alcanzar una nota alta a la que tú llegabas con comodidad, de tus ataques de risa que me hacían reír hasta llorar, de las incontables veces que me decías: "tranquilo, lo vas a lograr, no pasa nada, respira que tú puedes" cada vez que teníamos que hablar delante de los demás trainees como si ellos fueran nuestros fans, y aunque lo hacía fatal, siempre estabas al fondo de la sala guiñándome el ojo y animándome a seguir, y por catastrófica que hubiera sido, me decías que lo había bien.

            Para mí, eres la mirada de un niño, la risa que siempre me va a hacer sonreír, la llamada que siempre quiero recibir, la inteligencia que sorprende, eres un corazón grande, eres ese humor negro que me encanta, ese abrazo que conforta, eres la mirada comprensiva y el mejor amigo que nunca había tenido. Eres de esas pocas amistades que estoy seguro que aunque haya distancia, falta de tiempo y caminos diferentes, siempre habrá lugar para recordar, una escapada para quedar, una llamada para alegrar.

            Podría decirte un millón de cosas, pero no quiero resultar pesado.

            Que cumplas muchísimos años más y seas muy feliz. Que tengas el valor y la fuerza necesaria para seguir todos tus sueños, lograr tus metas e ir creciendo como persona. Que vivas nuevas experiencias, adquieras más cultura. Que la vida te sorprenda una y otra vez, y que disfrutes de una de las etapas más bonitas de tu vida. Y que te des cuenta de que tienes el mayor regalo delante de ti: tu presente.

¡Felicidades!

Te quiere,

YoungJae


            Cuando Jung DaeHyun terminó de leer aquella carta las lágrimas corrían por sus mejillas sin que pudiera detenerlas. Apenas se habían visto desde que el grupo se había disuelto después de que su contrato finalizara y cada uno siguiera su camino, pero aun así, él se había acordado de su cumpleaños y le había mostrado que daba igual el tiempo y la distancia, que seguía recordando los momentos pasados, atesorándolos y pensando en un nuevo encuentro.

            El chico dejó la carta y se limpió las lágrimas con sus manos, después cogió su teléfono móvil, buscó su número entre sus contactos y pulsó su nombre para llamar: YoungJae.



martes, 8 de abril de 2014

Heartquake

Heartquake

            Sigo sin comprender qué salió mal. Todo estaba bien un día, éramos piernas enredadas con las sábanas, risas mientras preparábamos el desayuno en la cocina y besos rápidos pero intensos antes de separarnos en los pasillos de la universidad para ir a nuestras respectivas clases; y al siguiente todo estaba destrozado.

            ¿Qué fue lo que nos pasó? Eso me pregunto una y otra vez ¿Qué pude hacer mal para que me dejaras, para que te fueras de nuestro apartamento, para que cuando nos cruzásemos por los pasillos no me dirigieras ni siquiera una mirada de soslayo?

            Lloro cada día encerrado en la que fue nuestra habitación y abrazo una y otra vez la camiseta que dejaste olvidada, aspirando tu aroma para poder tener algo a lo que agarrarme, algo que me muestre que lo nuestro alguna vez fue real y que fuimos felices juntos durante un tiempo.

            Tengo el corazón roto, hecho pedazos por ti y sé que algún día acabaré muriendo, porque te entregué todo mi corazón y ahora no vuelve a funcionar como debería dentro de mi cuerpo. Ojalá cuando muera, pueda entender por qué te alejaste de mí, por qué decidiste que ya no era parte de tu vida. Ojalá lo entienda y pueda dejar de amarte.



domingo, 6 de abril de 2014

Surprise Party

Surprise Party

            Era el cumpleaños de mi hyung, bueno, del mío y del de todos los demás que conformábamos aquel grupo, incluso el de HimChan hyung; así que todos habíamos decidido hacerle una fiesta sorpresa y darle algunos regalos un poco más caros de lo que sería habitual, porque se había portado genial con todos y había hecho de sí un líder al que admirar, al que pedir consejo y al que temer cuando se enfadaba.

            Lo teníamos todo apañado con el mánager, así que aprovechamos la “reunión” sobre el nuevo concepto que iba a tener para organizarlo todo en el apartamento. Inflamos un montón de globos ―DaeHyun hyung el que más, debido a su capacidad pulmonar―, colgamos una pancarta en la entrada que decía ‘Happy Birthday’ y sacamos los regalos, la tarta a falta de encender las velas cuando el mánager nos avisara y los matasuegras.

            Todo iba a ser perfecto, y de hecho, lo fue.

            Ya era tarde por la noche cuando dimos la fiesta por terminada y recogimos un poco antes de irnos a dormir, pero antes de eso, hice a mi hyung quedarse conmigo unos momentos más en el salón.

            Llevábamos saliendo juntos algún tiempo, pero yo aún era bastante más joven que él, menor de edad e inexperto, por eso ni siquiera nos habíamos dado un beso, pero aproveché que era su cumpleaños para mostrarle que ya no era un niño y que podía ir conmigo más allá, todo lo lejos que quisiera.

            Lentamente me acerqué a su rostro y besé sus labios, siendo correspondido inmediatamente por estos.

            ―Jamás me lo hubiera imaginado, JunHong… ―susurró contra mi boca, sonriendo.
            ―¿Te ha gustado? ―pregunté con algo de miedo.
            ―Es el regalo que más me ha gustado ―murmuró dándome un pequeño beso―. Y espero que sea uno que reciba gustosamente cada día.
            ―Dalo por hecho, hyung ―dije antes de volver a rozar sus labios con los míos.


miércoles, 2 de abril de 2014

Soledad

Soledad

            Siempre había estado solo, nunca había tenido a nadie a su alrededor que lo abrazara, que le mintiera y le dijera que todo estaba bien, que no se preocupara, que iba a salir de aquel agujero negro y que en la superficie se iba a encontrar un mundo lleno de posibilidades para él. JongUp quería creer que por él mismo, haciendo las cosas solo, sin ayuda, como siempre lo había hecho, lo iba a conseguir, pero aquello era imposible y lo sabía.

            Se dejó caer en el suelo de la sala de ensayo, agotado, después de haber estado bailando como un loco durante toda la tarde desde que había salido del instituto. Tan cansado estaba que no escuchó cómo se abría la puerta del lugar y alguien entraba, aunque el volumen de la música estaba por los suelos. Por eso se sorprendió cuando vio unos pies justo a unos pasos de él y alzó la cabeza, descubriendo a uno de los trainees de la empresa, HimChan, con una botella de agua y una toalla que le tendió.

            JongUp agradeció el gesto y tomó las cosas que le ofrecía con gusto y una gran sonrisa en su boca. Era la primera vez que alguien hacía algo por él y que no se alejaba solo porque el chico no podía comunicarse del todo bien porque era tímido.

            ―Moon JongUp, ¿verdad? ―dijo el mayor y él asintió―. Yo soy Kim HimChan ―se presentó―. Si quieres, como llevo algo de tiempo más aquí, puedo enseñarte algunas cosas y si estás de bajón algún día, puedes venir a molestarme un poco.
            ―Yo…
            ―No tienes por qué estar solo ―dijo agachándose a mi altura con una gran sonrisa―. Pareces alguien encantador, así que no te retraigas e intenta hacer amigos ―le tendió su mano―. ¿Quieres ser mi amigo?

            JongUp no vaciló ni un segundo antes de estrechar su mano con fuerza, sintiendo que esta era la mano que lo sacaría de las profundidades del pozo en el que había estado los últimos meses y se sintió feliz porque ya no iba a estar solo, ya no iba a luchar solo, ahora tenía un amigo.




martes, 18 de marzo de 2014

Number 1

Number 1

            Ninguno de los dos era muy competitivo en condiciones normales. Éramos amigos de toda la vida y siempre nos habíamos llevado muy bien, desde el comienzo prácticamente. Sin embargo, cada vez que había alguna competición en la escuela, ninguno de los dos quería perder y hacía todo lo posible por ganar el primer puesto, por ser el número 1.

            Y así habíamos pasado nuestra niñez y nuestra adolescencia. Ahora en la universidad competíamos igual, aunque muchos pensaran que eran cosas de niños, para nosotros no lo eran.

            ―Me han dicho que hay una carrera este domingo ―comenté nada más sentarme en la silla frente a él, dejando mi bandeja con la comida del comedor de la facultad sobre la mesa.
            ―¿Y con eso quieres qué…? ―preguntó.
            ―Participemos, como siempre, para ver quién es el mejor ―respondí con una radiante sonrisa.
            ―Perfecto ―accedió―. Pero esta vez el perdedor tendrá que hacer algo por el ganador.
            ―Trato hecho, Bang ―dije y ambos lo prometimos juntando nuestros dedos meñiques.

            El domingo llegó y también la carrera, tanto YongGuk como yo estábamos en la línea de salida, al igual que los demás participantes. Momentos después, se escuchó el pistoletazo que iniciaba la carrera y todos salimos corriendo como si nos persiguiera un perro rabioso.

            Una hora después me dejé caer contra la pared más cercana, intentando recuperar el aliento y la sensibilidad de mis piernas. Mi amigo me había adelantado y seguro que había traspasado la meta, porque no me lo había vuelto a cruzar después, pero en esos momentos no podía ver si estaba por allí o no. Me deslicé por la pared hasta que mi trasero tocó el suelo y sentí un gran alivio en mis piernas. Momentos después, pude ver una botella de agua frente a mi rostro, que tomé inmediatamente.

            ―Gracias, Bang ―murmuré sabiendo que era él quien me había tendido aquel líquido tan preciado.
            ―He ganado, tú has perdido, a partir  de ahora y hasta que ganes algo, harás lo que yo quiera ―fue lo que dijo. Hice un puchero, pero sabía que de todas formas acabaría haciendo todo lo que me mandara.
            ―¿Cuál es tu primer mandato? ―pregunté alzando la cabeza.
            ―Que si te pido salir conmigo no me rechaces, Kim HimChan ―contestó. Sonreí y lo tomé de la mano para que se agachara a mi altura.
            ―No te rechazaría, me lo pidieras o no.



viernes, 7 de marzo de 2014

I'm Breaking My Rules Again

I’m Breaking My Rules Again

            La primera vez que lo vi caminaba junto a su hermano mayor, YongGuk, mi mejor amigo, que lo llevaba a la escuela. Tendría unos diez años y era precioso. Su rostro redondo, sus ojos inocentes y su sonrisa perpetua. Inmediatamente me cautivó y no supe ni cómo lo hizo, era un chico completamente adorable.

            Sin darme cuenta, los años fueron pasando y aquel niño se había convertido ahora en un chico de instituto. Había crecido un poco, pero no mucho y tenía un amigo que le sacaba dos cabezas a pesar de tener la misma edad. Seguí pareciéndome un chico adorable, pero ahora el sentimiento era mucho más fuerte.

            A lo largo de los años nos habíamos ido acercando poco a poco hasta que me había convertido en alguien tan importante para él como su propio hermano y él en alguien de quien llegaba a depender incluso en algunas ocasiones. JongUp era la única persona que me seguía en mis juegos, que se reía de mis bromas y que seguía mis órdenes al pie de la letra.

            Cuando estaba a mi alrededor no podía borrar una estúpida sonrisa de mi cara y cuando se me acercaba demasiado mi corazón latía más rápido de lo que debería hacerlo en circunstancias normales. Llegado mi último año de universidad, me di cuenta de que me había enamorado del hermano pequeño de mi mejor amigo, al que le sacaba cinco años y que seguía siendo menor.

            En ese momento comencé a salir con todo tipo de personas, mujeres, hombres, me daba igual romper mis propias reglas acerca de no salir con una persona a la que no quisiera, solo quería olvidarlo. Sin embargo, esto tuvo el efecto contrario, ya que el chico no quería irse de mi lado al ver el mal estado en el que me encontraba por aquellos rollos sin sentido.

            ―HimChan hyung ―me dijo un día que habíamos quedado en mi casa para ver una película.
            ―Dime ―contesté distraído.
            ―¿Por qué te empeñas en estar con personas que te hacen daño cuando tienes al alcance de tu mano a una que te ama? ―preguntó.

            Sus ojos estaban brillantes, su mano estaba extendida ante mí para que la tomara. Se acababa de declarar, me acababa de decir que él también me amaba y no podía creerme lo que estaba escuchando.

            ―Uppie…
            ―Te amo.


            Cerré mis ojos mientras me debatía internamente. Había muchísimos contras, pero finalmente tomé su mano. Estaba rompiendo mis reglas de nuevo ya que me había prohibido a mí mismo salir con alguien menor de edad, pero JongUp había traspasado todas mis reglas y barreras.

miércoles, 5 de marzo de 2014

WARRIOR

WARRIOR

            Dos chicos rubios corrían por las desiertas calles de la abandonada ciudad de Seúl, tras ellos, avanzaba una horda de máquinas que no los deberían haber visto. Su misión estaba en peligro, por lo que debían salir de allí lo más rápido posible, alejarse de las máquinas, quitarse de su vista.

            YongGuk viró hacia la izquierda y agarró del brazo al comandante HimChan para que lo siguiera. Se adentraban en un callejón sin salida. El comandante se tensó al momento, pero se dejó arrastrar por su segundo al mando hasta que llegaron al muro del final, el que les cortaba el paso. El ruido que hacían las máquinas estaba cada vez más cerca y ponían cada vez más nervioso a HimChan.

            En ese momento, YongGuk empujó el muro y una puerta se abrió de la nada. Empujó al comandante a atravesarlo y luego lo hizo él, cerrando el hueco.

            ―Ahora estamos a salvo ―comentó YongGuk recuperando el aire.
            ―¿Dónde estamos?

            HimChan miraba a su alrededor, pero no podía encontrar nada en su mente que fuera semejante al lugar en el que se encontraban. Desde que había llegado a la Tierra, hacía un par de días, todo lo sorprendía.

            ―Es una casa ―contestó el otro―. Aquí no podrán encontrarnos y podremos hacer una base para así poder llevar a cabo nuestra misión.

            HimChan asintió. Su misión era encontrar al príncipe de Mato, que había viajado a la Tierra sin consentimiento de la familia real, todo para ayudar a un chico al que había visitado anteriormente siempre sin el consentimiento de nadie de su entorno.

            Desde hacía tiempo, la Tierra era un lugar peligroso y los pocos humanos que quedaban se esforzaban por sobrevivir a las máquinas. Por esta razón el príncipe había decidido que tenía que estar aquí en vez de en casa.

            ―En cuanto encontremos a DaeHyun lo voy a matar ―murmuró sombríamente. YongGuk se acercó a él y lo abrazó por la espalda.
            ―Si haces eso, comandante, haber venido aquí no habrá servido de nada.
            ―Lo sé… ―contestó―. Lo sé muy bien.