Capítulo 4
¡Cobarde!
“Cobarde”.
Esa simple pero maldita palabra se
había clavado en su cerebro con una voz grave desde el encuentro que había
tenido con ChanYeol hacía apenas unos días. LuHan no era ningún cobarde, todos
lo sabían, y por eso no podía sacarse de la cabeza esa palabra.
–¿Así que… el Presidente del Club de
Disciplina y tú…? –comenzaba a insinuar BaekHyun, y ChanYeol se giró hacia él,
mirándolo como si fuera a matarlo–. Eh, tranquilo, que no te voy a decir nada
malo, de hecho es algo bueno.
–Viniendo de ti, me extraña mucho
–el castaño resopló, indignado.
–Y yo que me consideraba tu amigo…
–se tapó los ojos con una mano, todo lleno de dramatismo, como si fuera a llorar.
–Servirías para actor de dramas,
Baek –murmuró, y el otro se destapó los ojos para mirarlo mal–. ¿Qué? –ChanYeol
bufó.
–Nada. Mira, yo te quería decir que
está bien, que no hace falta que te preocupes por si nosotros te miraremos raro
o algo –dijo–. Eres nuestro amigo y si ese tipo te gusta, pues adelante.
–Primero: ¿cómo sabes lo de…?
–ChanYeol –lo cortó antes de que
pudiera seguir–. Te vio todo el instituto tirar de él hacia el Club y parecía
que estabas muy celoso por algo.
El moreno abrió sus ojos tanto que
parecía que se le iban a salir de sus cuencas, sin poder creerse lo que el otro
le decía, pero después de pensar unos momentos, todo cobró un poco de sentido.
–Gracias –murmuró, y el castaño
sonrió.
–Pero hay algo más que tengo que
decirte –BaekHyun agachó su cabeza, mirándose los pies cómo si fuera la cosa
más entretenida del mundo.
–¿Qué?
–Soo
y yo llevamos saliendo desde que comenzamos secundaria.
La
cara de ChanYeol era un poema y su cabeza era una maraña de cosas sin sentido.
No sabía si reír o llorar; si pegarle a sus amigos por no habérselo contado o
abrazarlos, o incluso si proponerles un trío.
–¿Tú...
y... KyungSoo? –logró balbucear y el otro asintió–. Genial, genial, ¿por qué no
me contasteis nada? Llevamos siendo amigos desde que entramos a secundaria, y
por lo que veo, vosotros novios desde entonces también.
–Bueno
–BaekHyun se rascó la nuca, nervioso–. Al principio era muy raro. Quiero decir,
éramos todos amigos, pero yo me encontraba esperando con ansias el momento en
el que tú te ibas a la clase que tenías solo y yo me quedaba con él –hizo una
pausa para respirar–. Luego fue a más. No me gustaba estar separado de él, y
finalmente entendí que lo que me pasaba era que me gustaba. Y bueno, fue duro y
raro y no te dijimos nada porque tú siempre estabas con chicas a tu alrededor y
pensamos que dejarías de ser nuestro amigo si te contábamos que éramos gays y
que estábamos saliendo juntos.
Ahora
ChanYeol tenía ganas de pegar a sus amigos por idiotas. ¿Cómo podían haber pensado
eso? Si él era gay desde el momento en el que fue a hacerlo con una chica con
la que había salido y no se le levantó. Claro que, eso no se lo había contado a
sus amigos, era algo demasiado vergonzoso. Como tampoco les había contado sus
sesiones de sexo duro con Kris, básicamente porque eso solo lo sabían ellos
dos.
–Ven aquí, enano –murmuró
abriendo sus brazos y su pequeño amigo castaño se colocó entre ellos, dejándose
abrazar–. Os sigo queriendo igual y yo también soy gay, así que no hace falta
que os preocupéis por nada –el chico asintió con la cabeza.
–¿Desde cuándo estas
saliendo con el Presidente del...?
–No
estamos saliendo –cortó el moreno antes incluso de que su amigo terminara la
pregunta–. Solo nos besábamos de vez en cuando, sin llegar a hacer nada más.
–Pero tú quieres algo más
–insinuó BaekHyun todavía con la cara pegada al pecho del alto.
–Claro que quiero más.
Quiero metérsela hasta dejarlo sin respiración y hacerlo que me suplique que le
dé más fuerte.
–Oish, bruto –el chico se
separó y le pegó un manotazo en el brazo, avergonzado por lo que su amigo
acababa de decir–. Pero no me refiero a eso –la expresión de su rostro se tornó
seria de pronto–. Quiero decir... que tú sientes algo por él, ¿no?
ChanYeol
suspiró. Claro que sentía cosas por aquel irritante
y violento, ¿quién no sentía cosas por él? Si era completamente perfecto y
excitante y su boca era un pecado. Pero LuHan no sentía nada por él. O eso
quería creer, porque una parte de él sabía que el rubio tenía sentimientos por
él, aunque no los acababa de admitir.
–Baek... –comenzó.
–No hace falta que digas
nada.
–Gracias.
“Cobarde”.
–Yo no soy ningún cobarde
–dijo LuHan en la soledad de aquella habitación en la que se encontraba, sumido
en sus propios pensamientos y sin prestar atención a nada.
Sin
embargo, por mucho que se repitiera aquella frase, no podía dejar de pensar en
ChanYeol diciendo esa palabra.
Xi
LuHan nunca había sido un cobarde, y ahora no era el momento de comenzar a
serlo, pero tampoco había transgredido las normas en toda su vida, y desde que
conoció a ese herbívoro había quebrantado unas cuantas, y aun ahora, que había
decidido alejarlo de él por el bien de ambos, seguía sin acatar las normas.
El
rubio no lo entendía, y no quería entenderlo.
No
quería saber por qué su corazón latía rápidamente cuando estaba con él, ni
tampoco porqué, aunque le había dicho que se había aburrido de lo que tenían,
seguía esperando que en cualquier momento un chico alto, moreno, con orejas de
soplillo y sonrisa espeluznante apareciera por la puerta, sin la corbata y el
primer botón de la camisa desabrochado, pidiéndole que no fuera suave con él.
Porque
si lo hacía, todo se desmoronaría.
“Esto es muy raro” pensó KyungSoo cuando salió de su casa y vio en
la verja de esta a ChanYeol, esperándolo apoyado contra la puerta de un Mercedes Berlina Clase S, recién salido al mercado.
–¡Hola, Soo! –saludó el
alto desde lejos, y lo invitó a entrar al coche. El chico se despidió de su
madre y se encaminó hasta donde el otro lo esperaba, atravesando el jardín y la
verja.
–Hola –dijo encarando una ceja al
llegar a su lado.
Si
le había parecido raro que su amigo fuera a buscarlo para ir al instituto
juntos, le pareció todavía más raro que este llevara su uniforme completamente
de acuerdo al reglamento y no sin la corbata y el primer botón de la camisa
desabrochado, como solía. Aunque lo que lo dejó más descolocado fue que al
entrar a la parte trasera del coche vio a BaekHyun allí también.
–¿Qué mosca le ha picado a nuestro elfo?
–preguntó a su chico en voz baja una vez se sentó en el vehículo.
–Ni idea, pero parece que hoy está de buen
humor o algo así –contestó el otro.
–Ya nos podemos ir, Jeffrey –dijo el alto al
hombre que estaba al volante tras meterse en el coche y este arrancó, dirección
al instituto, después de una leve inclinación de cabeza.
–Y bien, ahora me contarás porque estás
haciendo esto, ¿verdad? –preguntó BaekHyun.
–Claro, ahora estáis los dos. Te prometí
cuando te recogí que os lo contaría en cuanto estuvieseis aquí ambos –respondió
con una enorme sonrisa, colocándose el cinturón.
–¿Y a qué se debe esto? –inquirió el castaño.
–A que quiero seguir durante un tiempo las
normas.
SeHun caminaba por los pasillos del
instituto mirando a un lado y a otro, poniendo atención en todas las personas
con las que se encontraba, buscando a una en particular, o quizás a dos.
Con una de ellas no quería
encontrarse por nada del mundo. Con el shock del beso no había tomado
represalias contra él, pero seguramente, en cuanto lo viera, aunque ya había
pasado bastante tiempo de aquello, LuHan le iba a dar una buena paliza. Con la
otra persona ansiaba encontrarse para pincharla y ponerla muy celosa.
Sin embargo, con lo que no contaba
el chico era con que la persona con la que quería encontrarse a toda costa,
también quería verlo, y no precisamente para darle los buenos días.
ChanYeol vio a lo lejos a un chico
con el pelo tintado de fucsia y sonrió, solo había una persona capaz de echarse
aquel tinte tan atrevido. Oh SeHun, el chico de 1º que estaba en el Club de
Disciplina y que había besado a LuHan delante de sus narices.
–Chicos –les dijo a sus amigos–. Nos
vemos en clase. Tengo algo que hacer. –sus dos amigos asintieron y se separaron.
ChanYeol
avanzó por el pasillo siguiendo al chico, intentando que este no se diera
cuenta de nada. Lo siguió bajando las escaleras, atravesando más pasillos, y
luego a través de varios de los patios del instituto, hasta llegar al que
albergaba la cancha de futbol.
Una
vez allí, el chico del pelo fucsia se detuvo y se giró rápidamente, sin darle
opción a ChanYeol a esconderse en ningún sitio.
–No hace falta que te escondas –dijo–. Ya
sabía que venías detrás de mí. –el moreno sonrió mientras se acercaba.
–¿Y sabes por qué te seguía también?
–Porque quieres saber cómo es LuHan en la
cama.
Al
moreno le entraron unas ganas inmensas de partirle la cara a aquel renacuajo
con aires de príncipe, pero se contuvo. Por el momento.
–La verdad es que no –contestó–. Ya sé cómo
es en la cama.
–Mentira. Él mismo me confesó mientras se la
metía hasta el fondo que a ti no te había dejado siquiera tocarle la polla.
ChanYeol
apretó sus manos en puños. No debía perder los nervios tan pronto, seguro que
se estaba echando un farol. Sin embargo...
–Me suplicaba que le diera más fuerte, que le
pegara en el trasero y que se la chupara –siguió–. Con los ojos brillantes y
gimiendo mi nombre una y otra vez al ritmo de mis embestidas –SeHun sonrió
pícaro–. Me dijo que habían sido los mejores orgasmos de su vida. Porque se
corrió tres veces, y una de ellas fue solo con meterle la lengua hasta la
campanilla... el día que nos viste en el Club.
ChanYeol
no pudo aguantar más. En el fondo sabía que todo aquello debía ser mentira. No,
tenía que ser mentira. Pero no podía dejar que aquel enano que parecía tener un
enorme chicle de fresa pegado al pelo dijera esas cosas de LuHan.
Sin
pensarlo, se abalanzó sobre él y en ese momento comenzaron los golpes. No supo
cuántos dio ni cuantos recibió. Tampoco pudo determinar cuánto tiempo
estuvieron enzarzados en aquello. Solo supo que en algún momento de la pelea,
unos brazos largos rodearon su cintura y lo alejaron del otro.
–¿Que cojones pasa aquí? –una voz grave y
conocida en su oído. La voz de Kris–. El Presidente está encargado de este
alumno, Oh SeHun, no puedes...
–Sí, sí. Lo sé –se retiró la sangre que le
caía del labio y sonrió–. ¿Cuál es mi castigo?
–Tu castigo te lo impondrá el Presidente
cuando vayamos a hablar con él, ahora –la sonrisa rápidamente se transformó en
una mueca y fue el turno de ChanYeol para sonreír victorioso–. Y tú, ChanYeol
–Kris lo soltó y lo giró–. Tu castigo será ayudar en el cuidado de las plantas
del instituto durante dos semanas. Tendrás que estar aquí dos horas antes de
que comiencen las clases a partir de mañana.
–Pero...
–Nada de peros –lo cortó–. Las reglas son las
reglas y una pelea tiene consecuencias más graves que el quebrantamiento de
cualquier otra norma.
–Sí, hyung.
me encanto !!!!
ResponderEliminarMe alegra que te gustara ^^
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