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lunes, 24 de noviembre de 2014

No Pain, No Love

Título: No Pain, No Love
Autoras: Ajumma (Krystal) y Minako (Jessica)
Pareja: JungSis (Jessica x Krystal) (F(Girls))
Clasificación: NC –17 (porque en algún momento contendrá escenas de sexo)
Género: AU, romance, angst, drama, incest
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: Prólogo + 5/?? Capítulos
Avisos: sexo explícito (cuando lo haya)
Resumen: Todo era normal en la vida de Jessica y Krystal hasta que sus caminos se cruzaron bruscamente y no porque ellas quisiesen precisamente.
Comentario de Minako: es el primer rol que hacemos Ajumma y yo (de hecho es mi primer rol XD), así que espero que os guste el resultado ^^
Comentario de Ajumma: me encanta rolear y me encanta el JungSis, así que estoy ilusionada con el proyecto. PD: ¿Alguien adivina en qué manga está basado el rol? Besos <3




Prólogo


            Escuchando la lista de reproducción que había organizado aquella misma mañana en su nuevo reproductor, Jessica se dispuso a ver el último número de la revista On Style, aquel por el que llevaba esperando tanto tiempo.

            Con una pequeña sonrisa, la abrió y leyó todos los contenidos del índice, mirando con ojo crítico los diseños que aparecían en aquella página y encantándole de sobremanera un vestido blanco de gasa, ceñido a la cintura con un cinturón negro de hebilla plateada y falda de volantes. Tenía un escote en U no demasiado abierto y sisas que la chica podría llevar perfectamente al baile de graduación ese mismo año sin tener que avergonzarse por el poco pecho que poseía y que a todas sus compañeras con mucha más talla que ella les encantaba remarcar. Dobló la esquina superior de la página y le hizo una cruz al lado con el bolígrafo negro al que le mordisqueaba el capuchón entretenida, apuntándose mentalmente pedírselo a sus padres poniendo ojitos de cordero degollado cuando estos regresaran de su segunda luna de miel en Hawaii aquella noche.

            Las horas se pasaron volando. Enfrascada como estaba en los vestidos, no se dio cuenta de que ya no estaba sola en casa hasta que su madre no apareció por su habitación, sobresaltándola de sobremanera al abrir la puerta. La chica se quitó los auriculares, molesta porque no había llamado antes de entrar, pero no pudo hacer nada más porque la mujer se abalanzó sobre ella y le dio un abrazo que casi la deja sin respiración.

            —¡No sabes cuánto te he echado de menos, mi princesita! —le dijo dándole besos por toda la cara.
            —¡Mamá! —la chica la apartó, con algo de esfuerzo todo hay que decirlo, de sí mirándola con reproche—. Deja de llamarme princesita.
            —Eres mi princesita —su madre sonrió, acercándose para darle un beso en la mejilla—. Y lo seguirás siendo pase lo que pase —le colocó correctamente el flequillo, aunque Jessica intentó resistirse a ello—. Cuando quieras bajas a cenar, tu padre y yo tenemos que contarte muchas cosas que han pasado durante el viaje —le giñó un ojo y salió de la habitación.

            Una vez a solas, Jessica se despeinó el flequillo haciendo un mohín. Ya era lo suficientemente mayor como para que dejara de llamarla de aquella manera, con diecisiete años, iba a terminar el instituto la siguiente primavera y se iría a la universidad, así que ya había dejado de ser su princesita. Bufó y miró la revista de soslayo por última vez, antes de apagar su reproductor y levantarse de la silla del escritorio. Esperaba sinceramente que sus padres no le contaran los detalles escabrosos de su segunda luna de miel.

            Salió de su habitación, cerrando la puerta de madera lacada en blanco con cuidado, y después bajó las escaleras hacia el salón, lugar en el que ya la esperaban sus padres, sentados en el gran sofá que había en la estancia. Se acercó a ellos por detrás y les hizo saber de su presencia con un carraspeo, ya que sus pasos casi nunca eran escuchados por estos. Muchas veces le habían dicho que era silenciosa como un gato. Su padre se levantó y caminó hasta ella envolviéndola en un cálido abrazo.

            —Vamos, siéntate —le dijo, cediéndole su sitio en el sofá junto a su madre, sentándose él luego en el sillón.
            —¿Nos has echado de menos? —le preguntó su madre. Jessica negó con la cabeza, pero con una pequeña sonrisa en su rostro, dando a entender que sí, pero que jamás lo admitiría en voz alta—. Nosotros a ti sí —la mujer iba a comenzar a tratarla como a un bebé de nuevo, pero fue detenida por su esposo.
            —Cariño, hay otras cosas más importantes —le recordó. Su hija los miró algo confusa, porque repentinamente, el ambiente cálido se había tornado frío y serio, y esto la intimidaba.
            —¿Qué cosas? —preguntó con curiosidad. Ninguno de sus padres le contestó al momento, por lo que alternó su mirada entre uno y otro, como si estuviera viendo un partido de tenis, hasta que su padre se dignó a hablar de nuevo.
            —Hemos decidido divorciarnos.

            Jessica casi pudo sentir cómo un puñal atravesaba su cuerpo, allí donde reposaba su corazón. No podía comprenderlo, sus padres se querían, se habían ido de segunda luna de miel porque querían volver a repetir las experiencias de la primera; muchas veces los había encontrado acaramelados en la cocina, mientras su madre cocinaba, haciendo que se le quemara todo lo que estuviera preparando; se dirigían miradas de amor infinito y sonrisas encantadoras y pícaras. Era algo descabellado que hubieran dejado de quererse tan repentinamente; sin embargo, un recuerdo pasó por su mente en aquel momento y Jessica lo comprendió todo perfectamente.

            —No es porque hayamos dejado de querernos —aclaró su madre, aunque a ella ya no le importaba—. Es solo que la pasión se ha ido y en Hawaii conocimos a un matrimonio que estaba en nuestra misma situación y nos enamoramos perdidamente, yo del hombre y tu padre de su mujer.
            —Lo hablamos todo con ellos y decidimos intercambiarnos las parejas —continuó su padre—, divorciarnos y luego casarnos de nuevo.
            —¿Te parece bien? —preguntó su madre, tomando sus manos entre las suyas—. Estás muy callada.
            —Bueno… Lo importante es vuestra felicidad —dijo, esbozando una pequeña sonrisa por cortesía. Sus padres suspiraron aliviados.
            —La semana que viene tendremos una cena con ellos, tienen una hija que es un año más pequeña que tú, podéis haceros amigas —le comentó la mujer.
            —Sería genial —contestó, intentando que no se le notase en el rosto la locura que le parecía todo eso—. Quiero que llegue pronto la semana que viene, por ahora me voy a dormir, es tarde.
            —Claro, princesita —asintió su madre—. Duerme bien, luego subiré a arroparte y darte el beso de buenas noches.
            —¡Mamá! —protestó y esta rio.

            Jessica salió del salón a paso rápido tras dirigirle una mala mirada a su madre por aquello y subió las escaleras medio trotando hasta llegar a su habitación. Se tumbó en la cama, dándole exactamente igual que el móvil estuviera debajo y se le clavara en el abdomen. Una parte de su corazón le dolía porque sus padres se iban a divorciar, pero a la otra le daba exactamente igual y la chica no sabía a cuál hacerle caso. Finalmente, acabó agarrando su oso de peluche, aquel que le había conseguido su padre en la feria el verano en el que se habían mudado a Los Ángeles en el puesto del tiro con escopeta, y lo abrazó fuertemente, dejando que las lágrimas empaparan la tela del viejo muñeco de color rosa pálido, que en otro momento había sido fucsia.

☆☆☆

            No sabía cuánto rato hacia que esperaba la llegada de sus padres. Se preguntaba tantas cosas dentro de su cabeza que la mayoría de las respuestas se perdían en su propia mente antes de que pudiera responderse a sí misma. Hawaii, el destino elegido por sus padres. Mientras se quedó sola, buscó mucha información sobre el lugar, la gente, la cultura, los gustos y tradiciones. Parecía un lugar agradable y mágico para pasar una segunda luna de miel.

            Dejó el libro que estaba leyendo abierto sobre su cara y cerró los ojos, suspirando contra las páginas, sintiendo su propio aliento chocar contra su rostro antes de dejar sus manos reposando en su abdomen.

            A Krystal siempre le había gustado ser hija única por la razón de que podía estar tranquila cuando sus padres desaparecían y no debía pelear con nadie por sus cosas. Aun así, ella misma se contradecía y quería a alguien para jugar, conversar, charlar de las mismas cosas una y otra vez. La llamaban pesada porque hablaba y hablaba, y cuando no le hacían caso se limitaba a hacer pucheros, a no respirar y a chillar enfadada para atraer de nuevo la atención de la gente.

            Le gustaba estar sola y acompañada al mismo tiempo, era una chica indecisa.

            El sonido de unas llaves la alertó de que sus padres habían vuelto y se levantó corriendo, yendo rápida como un rayo hasta la entrada, sonriendo con aquella inocencia que la caracterizaba tanto.

            —¡Ya era hora! —sus padres sonrieron y dejaron que la muchacha agarrara las maletas, arrastrándolas hasta el salón—. ¿Cómo fue? ¿Hicisteis muchas fotos? ¿Visitasteis muchas cosas? Me habréis traído algún recuerdo, ¿no?
            —Creo que es algo mucho mejor —su madre sonrió algo nerviosa y se sentaron en el largo sofá de color crema que rodeaba el televisor—. Hija, en Hawaii hemos descubierto muchas cosas el uno del otro.
            —¿Y qué son esas cosas?
            —Hemos... Hemos decidido terminar con nuestro matrimonio tal y como lo conoces —Krystal abrió los ojos como platos y sintió que su corazón se helaba por unos instantes—. Sé que no es lo que esperabas oír pero...
            —¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido allí?
            —Hija —su madre acarició una de sus mejillas—. El amor se acaba tarde o temprano y... Tu padre y yo hemos visto que no podíamos seguir juntos como un feliz matrimonio porque no nos queremos como cuando nos conocimos hace ya bastantes años.
            —P-Pero...
            —No te preocupes, nos seguirás viendo, pero lo que de verdad queríamos contarte es que luego nos volveremos a casar —la morena se rascó la cabeza confusa y suspiró frunciendo el ceño—. En Hawaii conocimos a otro matrimonio que parecían nuestra media naranja. Tu padre se casará con la mujer y yo me casaré con el hombre, lo hablamos mucho cuando coincidimos un par de veces en el hotel y en las comidas y parecía que nos entendíamos muy bien porque ellos estaban en la misma situación, así que...
            —¡Pero yo no quiero eso! —Krystal apretó sus sienes y tartamudeó entre gritos—. ¿Q-Qué clase de broma estúpida es esta? ¡No podéis casaros así sin más con unos completos desconocidos!
            —SooJung, escucha, ellos tienen una hija que...
            —¡Me da igual lo que tengan! ¡Y te he dicho mil veces que no me llames así! —la joven se levantó y rodeó el sofá antes de irse con sonoros pasos hasta su habitación, cerrando con un fuerte portazo, gritando antes las palabras que sabía que tanto les dolía a sus padres—. ¡Os odio!



viernes, 21 de noviembre de 2014

Postre

Postre

            TaeYeon había estado jugando con fresas y nata durante ese día para su parte de la sesión de fotos para el photobook que la empresa quería sacar. Para este propósito, habíamos hecho un viaje a Las Vegas y, aunque la mayor parte del tiempo nos encontrábamos trabajando, teníamos también nuestros ratos libres en los que podíamos hacer lo que nos viniera en gana y nos lo pasábamos bien.

            Pero de todas las noches que teníamos libres, aquella sería la más divertida. Al menos para TaeYeon y para mí.

            Llegué a la habitación que compartía con mi chica tras haber convencido al chico encargado de la cocina, con miradas calientes y exponiendo un poco de piel, para que me diera gratis un bote de nata y un cuenco con fresas. Ella estaba tumbada en la cama, ajena a todo, con los auriculares puestos y cantando quedamente con los ojos cerrados.

            Sonreí y pensé que lo mejor sería acercarme a ella de forma sigilosa, así que eso hice, hasta que acorté la distancia que nos separaba y luego me senté de golpe sobre la cama, sobresaltándola.

            —Fanny —dijo ella un poco molesta—. ¿Qué haces? —sonreí traviesa y le enseñé el bote de nata y las fresas—. ¿Para qué es eso?
            —Desnúdate, Tae —demandé—, porque esta noche serás mi postre.


jueves, 13 de noviembre de 2014

Another Day

Another Day

            La gente de alrededor nos miraba, observaba todos nuestros movimientos y no dejaban de cuchichear sobre nosotras y sobre nuestra relación. Había muchas más parejas en el instituto, más de las que se podían contar, pero solo nosotras acaparábamos la atención de los demás estudiantes y profesores. ¿El motivo? Porque las dos éramos chicas.

            —Vamos, JooHyun… No te preocupes —me dijo Yoona, mi chica, acariciándome la mejilla con su mano suavemente, haciendo que los murmullos se hicieran más altos.
            —¿Cómo no voy a preocuparme? —le contesté, refiriéndome a todas las reacciones obtenidas a nuestro alrededor.
            —Tranquila, algún día lo verán normal.
            —Algún día —murmuré.
            —Quizás incluso pueda ser hoy —me tomó de las manos y me sonrió.
            —Lo más probable es que suceda otro día, no hoy —terminé la conversación con un pequeño beso en sus labios, incrementando los cuchicheos entre los demás estudiantes de aquel instituto. Quizás algún día, la relación que manteníamos Yoona y yo pudiera verse normal.



lunes, 10 de noviembre de 2014

TaeYeon en el País de las Pornopesadillas

Parte III

            TaeYeon se despertó sintiendo un gran dolor en su vagina. Abrió sus ojos, pero parecía que no los tenía abiertos porque solo había oscuridad. Eso la asustó bastante porque en casa, aunque fuera noche cerrada siempre había alguna que otra luz que la tranquilizaba. En casa.

            En ese momento, TaeYeon recordó todo lo que había pasado, desde que SeoHyun le había dicho que iba a tener que irse a vivir con el señor Byun hasta el sombrerero HeeChul con el que había mantenido sexo contra la mesa llena de pasteles y las cartas metiéndole las lanzas por su vagina hasta que finalmente no pudo soportar el dolor y se desmayó. Por cómo le dolía allí abajo, TaeYeon podía decir con toda seguridad que lo que había pasado después de que se metiera en la madriguera del conejo había sido completamente real.

            La chica suspiró y luego intentó moverse un poco, porque la posición en la que se encontraba era bastante incómoda. No obstante, no pudo moverse ni un milímetro. Al parecer estaba atada de brazos y piernas, con estas últimas encogidas y algo levantadas. Por cómo sentía la piedra contra su trasero y su espalda, y por el frío, TaeYeon también podía decir que estaba desnuda.

            Solo esperaba que todo aquello se acabara para volver a casa, aunque tuviera que irse con el señor Byun.

            En aquel instante, comenzaron a escucharse pasos a lo lejos y luego una llave contra una cerradura. Apenas unos segundos después, una puerta metálica era desplazada con un chirrido y otra vez pasos cada vez más cerca de donde ella se encontraba.

            TaeYeon abrió sus ojos y vio una leve luminosidad procedente del exterior, recortando a una silueta femenina que se había quedado ante ella, justo a unos paso de donde se encontraba con las piernas abiertas, mostrando todo su ser.

            —Bienvenida a mi castillo, TaeYeon —dijo la mujer, haciendo que le recorriera un escalofrío por aquella voz tan impersonal y fría—. Espero que hayas disfrutado de todo tipo de atenciones mientras estuviste en mis territorios.
            —¿Por qué he llegado aquí? —preguntó la chica. Quería respuestas porque los demás extraños personajes con los que se había topado en aquel extraño lugar no le habían dicho más que meras tonterías.
            —¿Cómo has llegado aquí? —cuestionó la mujer—. Eso solo lo puedes saber tú —se escuchó una risa algo cínica—. Pero si preguntas cómo llegaste a mi castillo, te trajeron mis cartas.
            —¿Por qué?
            —Porque eres un peligro para mi reinado —la mujer se acercó un poco más a TaeYeon y la chica sintió cómo comenzaba a jugar con sus dedos en sus partes—, y no puedo dejar suelto a nadie que sea un peligro para mí —apretó su clítoris y TaeYeon cerró su boca con fuerza, mordiéndose el labio inferior.
            —Solo soy una prostituta normal y corriente —murmuró—. No soy amenaza para nada ni para nadie.
            —Oh… claro que sí eres una amenaza —la reina le introdujo tres dedos de golpe en su maltratada vagina y la chica tuvo que contener el grito que quiso abrirse paso por su garganta—. Por eso acabaré contigo, para que no puedas hacerme ningún daño.

            El hielo que había en la voz de aquella mujer hizo que un escalofrío de miedo recorriera el cuerpo de TaeYeon. Ella no tenía que estar pasando por eso, no tenía que haber corrido tras el conejo y haberse metido por aquel agujero. Si no lo hubiera hecho ahora estaría en casa.

            —Por cierto —escuchó decir a la mujer justo después de desalojar sus partes—, por cada pregunta que hagas, por cada oración que digas, por cada intento por justificarte y por cada sonido que salga de tu boca, tendrás algo dentro de ti, follándote. Así que disfrútalo.

            Y dicho esto, TaeYeon comenzó a sentir cómo por su vagina empezaban a ser introducidas las mismas lanzas que le habían hecho perder el conocimiento, una tras otra, hasta que la chica volvió a verlo todo negro y no precisamente porque la puerta se hubiera cerrado.

            La siguiente vez que TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que seguía en la misma celda de la primera vez y eso no le gustó nada. Comenzó a darle vueltas a todo lo que le habían dicho los distintos personajes que se había topado por el lugar, lo que había hecho con ellos y lo que la reina de corazones le había comentado. Lo único que la chica tenía claro era que aquella mujer era una sádica y que prefería mil veces volver a casa junto a SeoHyun, e incluso irse con el señor Byun.

            Ahora entendía por qué aquel país tan extraño tenía tal nombre. Todo lo que le había pasado al principio había sido tan erótico, pero ahora solo quería despertar de aquella pesadilla.

            Apenas había estado con los ojos abiertos unos minutos, cuando volvió a escuchar los pasos que le indicaban que alguien se acercaba. Internamente, la chica deseó que fuera alguno de aquellos personajes que habían estado con ella a lo largo de sus peripecias por aquel país tan extraño, pero sabía que no podía ser posible. Así que cuando vio la silueta de la reina Tiffany recortándose con la luz del exterior, no se extrañó… solo tuvo miedo.

            —¿Cómo has pasado la noche, mi querida prostituta TaeYeon? —le preguntó, pero la chica no contestó, porque si por cada cosa que dijera tendría una tortura, no valía la pena hablar—. Parece que has aprendido la lección —escuchó la misma risa cínica que la vez anterior—, pero lo que no sabes es que eres mi prisionera y de igual que digas o no algo, voy a jugar contigo hasta no sepas quién eres, de dónde vienes o por qué estás aquí. Solo serás consciente del dolor y el placer del sexo.

            En ese momento, TaeYeon quiso gritarle que era una maldita tramposa y que no tenía derecho a hacer nada con ella, pero era su prisionera y seguramente aquello haría que lo que le tuviera preparado fuera mucho peor de lo que seguramente ya era. Así que apretó los dientes fuertemente.

            —Vamos a pasar un buen rato, TaeYeon —le dijo.

            Varias cartas entraron al lugar en el que se encontraba y comenzaron a desatar sus ataduras. TaeYeon forcejeó, intentando librarse del todo, pero los soldados de la reina tenían demasiada fuerza como para que ella pudiera hacer algo. Finalmente, cuando estuvo liberada, Tiffany les hizo una señal a las cartas y estas, manteniéndola firmemente sujeta, comenzaron a andar, saliendo de la celda  y entrando a un largo pasillo de puertas metálicas.

            La chica miraba a su alrededor, buscando a alguien que la pudiera ayudar a escapar, pero en su camino hacia donde fuera, solamente encontró a cartas que miraban su cuerpo desnudo con lascivia. A TaeYeon no le gustaba aquel lugar nada y solo quería salir de allí lo más pronto posible.

            Tras algunos minutos caminando por numerosos pasillos, llegaron a una especie de caverna. En aquel momento, la reina Tiffany se giró hacia ella y TaeYeon pudo ver por primera vez el bello rostro de su captora, enmarcado por una mata de pelo cobrizo. Su piel era blanca y fina y sus rasgos delicados. Era una belleza, una belleza mortífera y venenosa, pero al fin y al cabo belleza.

            —Eres la segunda invitada que tiene nuestra pequeña mascota —anunció la reina con una sonrisa—. Si eres de su agrado te dará placer infinito.
            —¿Mascota? —preguntó la chica con miedo.
            —Sí, mascota —la mujer se dio la vuelta y echó a andar de nuevo, adentrándose en la oscuridad de la cueva y las cartas que la agarraban no tardaron en seguirla. Caminaron de nuevo durante algunos minutos entre la negrura hasta que comenzaron a escucharse olas romper contra tierra firme.
            —¿Dónde estamos? —cuestionó TaeYeon.
            —En un lugar muy especial —contestó la reina—. Podéis soltarla ya —les dijo a las cartas y estas dejaron de ejercer aquel férreo agarre que la mantenía presa. En cuanto la chica se vio libre, intentó echar a correr, pero algo se le agarró al tobillo y la hizo caer contra la arena bocabajo.
            —¿Qué…? —no le dio tiempo a terminar su pregunta porque en aquel momento fue alzada por los aires y sujeta por sus tobillos y muñecas por algo que le recordó a los tallos de las plantas que se había encontrado en su camino, pero más viscoso y húmedo.
            —Disfruta de este regalo para tus sentidos —escuchó decir a Tiffany algunos metros por debajo de donde ella debía encontrarse—. Ten por seguro que yo disfrutaré muchísimo viendo el espectáculo.
            —No…

            Pero la chica no pudo decir nada más que eso porque aquella cosa con ventosas comenzó a recorrer su cuerpo, asqueándola. Le abrió las piernas y las dejó en una posición algo forzada. TaeYeon sabía lo que se avecinaba, lo sabía y no quería. Las plantas habían sido delicadas, pero aquel ser que debía ser un calamar gigante no lo sería, lo notaba y no le gustaba aquello. Sin embargo, tuvo que ceder y dejar que aquellos tentáculos llenos de ventosas entraran en su cuerpo una y otra vez, a través de su vagina, de su recto y de su boca, penetrándola salvajemente hasta dejarla sin aliento, e incluso siguiendo después, tratándola como una muñeca que no se podía romper, aunque TaeYeon sentía que lo haría como aquella cosa siguiera con ello mucho tiempo.

♥♥♥

            TaeYeon intentaba conciliar el sueño en aquella incómoda tabla. Desde aquella vez con el pulpo gigante, la reina Tiffany no la había visitado y, aunque la chica en aquella reinante oscuridad no podía llevar la cuenta de nada, debían haber pasado algunos días. Cuando cerró sus ojos por fin, para adentrarse en el mundo de los sueños, buscando salir de aquella pesadilla, escuchó los pasos firmes de la reina dirigiéndose hacia su celda y TaeYeon quiso morirse para que ella no pudiera hacerle nada de nuevo.

            —Ha llegado el momento —le dijo. TaeYeon no preguntó qué momento, de todas formas, no podría librarse de que sucediera—. Ven conmigo.

            Las cartas la desataron de nuevo de aquella posición tan vergonzosa en la que la tenían y luego la llevaron a rastras, porque ella no podía moverse por tener el cuerpo adormecido. Caminaron por los pasillos del castillo de la reina y ascendieron muchísimas escaleras. Cada paso que daban, parecía que los llevaban a la superficie. Hacía mucho tiempo que TaeYeon no veía la luz del sol, así que cuando la luminosidad se hizo presente tuvo que cerrar sus ojos para que esta no la deslumbrara y luego ir abriéndolos poco a poco para poder ver con claridad.

            Cuando ya se había acostumbrado, la chica pudo ver cómo salían de los muros del palacio hacia una gran plaza llena de gente en la que había una tarima de madera. En ella se encontraba el sombrerero HeeChul con varias cartas custodiándolo. TaeYeon quiso ir hacia él, pero quienes la retenían no la dejaron.

            Subieron hasta la plataforma y la tumbaron sobre otra más pequeña, después, la ataron tal y como la tenían atada en su celda. Seguidamente, empujaron al  sombrerero contra ella y le arrancaron la ropa que vestía para que se quedara desnudo como ella.

            —TaeYeon —murmuró—. Siento mucho lo que pase a partir de ahora.
            —¿Qué va a pasar?
            —Lo siento.

            La chica no vio lo que había hecho, pero lo sintió en su vagina. Una cosa viscosa y larga se abría paso por ella, empujando más y más para llegar a la boca de su útero. TaeYeon intentó expulsarla, pero en ese momento, el sombrerero HeeChul comenzó a penetrarla salvajemente.

            TaeYeon solo podía escuchar los gritos de la gente, animando al sombrerero a que lo hiciera más fuerte, los gimoteos de este pidiéndole perdón y sentía el placer mezclado con el dolor que le estaba haciendo sentir con aquella cosa en su interior. Lo único que la chica podía ver, era cómo la reina Tiffany se masturbaba una y otra vez, frotando sus dedos contra su clítoris con una expresión de máximo placer.

            ¿Cuántas veces se corrió dentro de ella el sombrerero HeeChul? TaeYeon jamás lo supo. Lo único que tenía claro era que habían sido muchas, demasiadas quizás y que probablemente hubieran pasado desde el amanecer hasta el anochecer teniendo sexo delante de la población del País de las Pornopesadillas.

♥♥♥

            TaeYeon ya no sabía cuantos días llevaba en el País de las Pornopesadillas. Había ido perdiendo la cuenta progresivamente a través de las continuas vejaciones a las que la sometía la reina Tiffany. No sabía en el día en el que vivía, ni tampoco si era de día o de noche. Su cuerpo estaba adolorido y su cabeza era un caos, la chica jamás había pensado que el sexo ininterrumpido podría llegar a hacerle aquello.

            En la oscuridad de su celda, TaeYeon volvió a llorar, tal y como hacía desde que aquel calamar gigante había jugado con ella. Solo quería salir de aquel lugar, le daba igual el precio que tuviera que pagar. Pensando en aquello, escuchó pasos dirigiéndose hacia donde ella se encontraba y segundos más tarde la puerta abrirse. TaeYeon cerró los ojos y quiso llorar más fuerte. ¿Acaso la reina no la podía dejar descansar unos pocos minutos? Sin embargo, su sorpresa fue máxima cuando no fue una voz femenina, sino masculina la que escuchó.

            —TaeYeon —la chica abrió los ojos, descubriendo así al jefe de las cartas. ¿Qué hacía allí? ¿Acaso la reina lo había mandado para que fuera por ella y seguir con sus juegos?—. He venido a sacarte de aquí.
            —¿Qué? —preguntó sorprendida, porque aparte de decir aquellas palabras, estaba desatándola.
            —Lo que oyes —respondió—. No tenemos mucho tiempo, así que apúrate a llegar hasta la habitación de la reina Tiffany —el jefe de las cartas la ayudó a levantarse y le puso algo de ropa—. Si le haces a la reina algo de lo que ella te ha hecho a ti, podrás librarnos a todos de su malvado reinado.
            —Pero... —TaeYeon había asentido a sus palabras, pero todavía no le cuadraba que quien se suponía debía ser el más fiel a la reina, fuera quien la estuviera traicionando—. ¿Por qué?
            —Porque yo una vez la amé y odio en lo que se ha convertido —le respondió—. Vamos, corre. Su habitación está en la planta más alta de este castillo, intenta confundirte entre la nobleza y todo estará bien.
            —Gracias —dijo ella sinceramente—. ¿Cuál es tu nombre?
            —Nichkhun.
            —Muchas gracias, Nichkhun —pronunció antes de echar a correr.

            TaeYeon no podía creerse que fuera ya libre y que pudiera salir por fin del País de las Pornopesadillas. Regresaría por fin a casa y se acabaría toda aquella locura.

            Caminó por los pasillos del palacio intentando no atraer las miradas de la gente de la corte, caminando con decisión en dirección a la planta más alta de aquel enorme lugar. Le haría pagar a la reina por todo lo que le había hecho. Llegó hasta el sitio que Nichkhun le había indicado y entró a la habitación de Tiffany con sigilo. Esta estaba tumbada sobre la cama durmiendo plácidamente. TaeYeon aprovechó aquella situación para coger el primer objeto que encontró por el lugar y estampárselo en la cabeza a la reina, dejándola inconsciente.

            Después, aguardó hasta la llegada de la noche para tomar a la reina y avanzar por los pasillos de nuevo, cargando con ella. No recordaba exactamente el camino, pero TaeYeon sabía que tenía que adentrarse en lo más profundo del castillo, hasta llegar a aquella caverna en la que se encontraba el monstruo que la había penetrado una y otra vez. le haría probar a la reina Tiffany por toda la eternidad lo que ella había sufrido.

            Finalmente, encontró el camino y anduvo hasta llegar al filo del agua. Dejó a la reina sobre la arena y gritó para llamar al pulpo gigante. TaeYeon podía haberse quedado para ver como el gigantesco monstruo tomaba a la mujer como si fuera una muñeca, la despojaba de su ropa y comenzaba a penetrarla una y otra vez, pero decidió que con escuchar los gritos desgarradores de la reina desde la distancia, mientras se alejaba, dejándola allí, era mucho mejor.

            Por fin había acabado todo.

♥♥♥

            Cuando TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que se encontraba en el bosque que había al lado de casa, tumbada justo bajo el árbol por el que había entrado a aquel extraño mundo, completamente desnuda. Ni siquiera se cuestionó si todo lo que había pasado había sido un sueño o real, lo único que quería hacer era olvidar toda aquella experiencia,

            La chica se levantó tambaleándose y caminó entre los árboles, en dirección hasta la casa So Nyuh Shi Dae, donde debían estar esperándola porque debía ser cerca del mediodía. Al salir de aquel lúgubre y húmedo lugar y TaeYeon pudo ver por fin la que había sido su casa desde hacía tanto tiempo, sintió un poco de nostalgia. Se iría de allí y se iría a vivir con el señor Byun.

            Entró a la casa a hurtadillas y subió a su habitación, tal y como había salido de ella. SoonKyu seguía dormida, espatarrada sobre la cama, así que intentó no hacer ruido cuando se quitó el camisón y se puso el vestido más nuevo y bonito que tenía en su armario. Unos minutos más tarde, unos leves golpes en la puerta llamaron su atención y la chica fue rápidamente hacia esta para abrirla. Al hacerlo, se encontró de frente a SeoHyun.

            —¿Estás preparada? —le preguntó y TaeYeon asintió—. Entonces vamos allá.
            —Un momento —la chica caminó hacia el interior de la habitación de nuevo y le dio un pequeño beso en la frente, después siguió a SeoHyun hasta la planta inferior de la casa.

            Su vida cambiaría radicalmente a partir de aquel momento y ella no sabía si estaba preparada o no, pero era la única forma para poder asegurarse un buen futuro. Y además, si había pasado por todo lo que había pasado y sobrevivido, aquello no tendría que ser algo que la asustara, aunque por el momento no estuviera preparara, seguramente lo afrontaría todo.




Notas finales:
—He tardado tantísimo en hacerlo porque era demasiado pervertido y extraño y me volvía loca cada vez que no sabía qué hacer.
—Nunca volveré a hacer caso a ningún anon de ask que me pida cosas así.
—Espero que os haya gustado esta cosa random, disfrutad de ella porque no creo que vuelva a hacer nada parecido a esto en mi vida.

—Pido disculpas al autor de ‘Alicia en el País de la Maravillas’ por hacer esta versión de su bonito cuento.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Press Play

Título: Press Play
Pareja: JungSis (Jessica y Krystal Jung) (F(Girls))
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, smut, incest
Número de palabras: 1.510 palabras
Advertencias: sexo explícito, inserciones e incesto.
Resumen: quedarse solas en casa se convierte en un buen momento para jugar para las hermanas Jung.
Notas: escrito para Ajumma (Queen of Angels) en agradecimiento por la portada de “Ninfómana”, un fic que ya veréis por aquí cuando lo termine y muchas gracias también por hacerme la portada para este shot.
Comentario de autora: ¿sabes que el día que hablé contigo y me mandaste “esas” fotos tuve un montonazo de ideas? Dejé volar mi mente yurista (?) Total, que esto es muy perver, a ver si te gusta ^^
Aclaraciones: como sé que mucha gente de mi blog no se sabe los nombres reales de estas dos hermanas y esos son los que voy a utilizar en este shot, los pongo aquí.
—Jessica: SooYeon
—Krystal: SooJung


            El volumen de la televisión estaba a tope y por los altavoces salía la musiquita del videojuego al que las dos hermanas estaban jugando entretenidas. SooYeon pulsaba las teclas del mando a la vez que movía su cuerpo y su brazo derecho para intentar asestarle puñetazos certeros en la cara al personaje virtual de su hermana menor, pero SooJung era demasiado buena en el boxeo y no estaba consiguiendo absolutamente nada. La mayor bufó mientras lanzaba un derechazo. Tenía que ganar sí o sí.

            Sin embargo, dos segundos después, su personaje caía a la lona y por más que le dio al botón de reincorporarse, este no le hizo ningún caso. En su parte de la pantalla aparecía un “YOU LOST” en letras demasiado grandes para su gusto, a la vez que la cámara hacía un giro dramático y se elevaba lentamente, mostrando a su personaje en el suelo. Mientras, en la de su hermana aparecía su muñeco celebrando la victoria.

            SooYeon hizo un puchero, resignada. El siguiente juego lo elegiría ella y sería golf, eso se le daba mucho mejor.

            —¡Chicas! —llamó su madre desde la puerta del salón—. Vuestro padre y yo nos vamos a hacer la compra, ¿queréis algo?
            —Yo no, mamá —contestó SooYeon.
            —Yo tampoco —dijo SooJung, dejando los mandos que había estado utilizando sobre la mesa.
            —Vale, volveremos en un rato —la mujer les sonrió antes de salir del salón, para dirigirse a la entrada.
            —No hace falta que os deis prisa en volver —murmuró la menor, girándose hacia su hermana con una sonrisa maliciosa—. SooYeon y yo tenemos que jugar.
            —¿Una partida de golf para desempatar? —propuso la mayor replegándose contra el respaldo del sofá y juntando sus piernas, haciendo fuerza deliberadamente para que no pudieran ser abiertas por nada ni por nadie.
            —No, unnie —negó SooJung—. Dijimos que quien ganara la partida de boxeo podía hacerle lo que quisiera a la perdedora —la chica sonrió mientras se subía a las piernas de su hermana, poniendo sus rodillas una a cada lado de su cadera—. Así que, me toca hacerte disfrutar de mis atenciones.

            Tras decir aquellas palabras con un tono tan seductor que hizo que SooYeon sintiera un escalofrío recorrerle la espina dorsal, SooJung se inclinó hacia delante y besó sus labios. Habían sido tantas las ocasiones en las que sus bocas se habían encontrado a lo largo de los años que ya no era tan extraño como al principio, aunque sí que seguía siendo tan excitante como al principio. La relación entre hermanas era algo prohibido y por ese motivo a las hermanas Jung les encantaba su pequeño y particular secreto.

            SooJung mordió el labio inferior de la mayor, haciendo que esta abriera su boca levemente para jadear. La chica aprovechó aquella oportunidad de oro para introducir su lengua en la boca ajena y explorar la cavidad a su gusto, sin encontrar oposición ninguna ya que SooYeon se encontraba perdida en las sensaciones que su hermana menor le provocaba.

            En un momento dado, SooYeon sintió como los dedos de su hermana tocaban juguetonamente su muslo izquierdo, subiendo más y más hasta introducir su mano debajo de su falda y comenzar a tocar su clítoris a través de la tela de sus bragitas. La mayor profirió un gemido que fue ahogado dentro del beso y SooJung se separó en ese momento de su boca para mirarla fijamente a los ojos durante unos momentos. SooYeon pudo ver la decisión que emanaba de ellos y, a partir de aquel momento, se dejó hacer.

            La menor dirigió sus labios esta vez a su cuello y comenzó a besarlo y a lamerlo, muchas veces había mordido aquel lugar tan sensible de su hermana, dejando marcas en el proceso que eran muy complicadas de esconder y por las que había tenido que dar muchas explicaciones, por eso ahora procuraban no dejarlas. SooJung se movió un poco, explorando aquel lugar que tan bien conocía y llevando una de sus manos hacia arriba, recorriendo su cuerpo por debajo de la camiseta que llevaba SooYeon, levantándosela en el proceso, para dejar así su abdomen al descubierto.

            SooYeon jadeó cuando su hermana le mordió el hombro a la vez que apretaba con una mano su clítoris y con la otra su pezón derecho.

            —SooJung… ahh…
            —Shhh… —la menor suspiró contra su piel—. No hagas ruido.
            —No hay nadie en casa…
            —Pero podrían volver en cualquier momento —contestó con un tono travieso.

            Luego, SooJung se levantaba de sus piernas y luego le bajaba las braguitas y haciendo que abriera sus piernas para dejar al descubierto su entrepierna completamente mojada por las atenciones que previamente había recibido. Tras esto, la menor se sentó en el suelo e introdujo su cabeza entre estas. SooYeon sintió su aliento en su entrepierna un par de segundos antes de que la lengua de SooJung la recorriera entera desde su vagina hasta su clítoris de una pasada comenzando después a maltratar aquel lugar tan sensible con sus dientes.

            SooYeon estaba hecha un mar de gemidos provocados por aquella experta boca que sabia lo que tanto le gustaba.

            Algunos minutos después, a su boca se le unían dos dedos introducidos por su vagina, buscando su punto G para enloquecerla aún más. En el instante en el que lo encontró, la mayor no pudo contener más su placer y se corrió. Una oleada de conocidas sensaciones recorrió su cuerpo de una punta a otra, arqueando su espalda y doblando los dedos de sus manos y de sus pies a la vez que su vista se nublaba por unas décimas de segundo.

            SooJung se alejó de ella y se levantó del suelo con una sonrisa traviesa en sus labios. La mayor la vio dar vueltas por el salón, aun extasiada por lo sucedido y con la mente volando por cualquier otro lugar, buscando algo a su alrededor con ahínco. Cuando encontró aquello que buscaba y lo tomó, mostrándoselo mientras volvía a recuperar su posición anterior, la mayor ahogó un grito al verlo.

            No podía ser posible.

            —SooJung… Eso…
            —Calla —la cortó, lamiendo el aparato—. Las reglas eran que podía hacerte lo que quisiera si ganaba, así que eso hago.
            —Soo…

            SooYeon aun sentía los espasmos de su orgasmo cuando su hermana agarró firmemente el mando de la play que habían estado utilizando algunos minutos antes para jugar y lo llevó hasta su entrepierna. La mayor todavía tenía la vagina hinchada cuando el mando le fue introducido por esta y SooJung comenzó a moverlo dentro y fuera, al principio con lentitud, pero después con una rapidez enloquecedora.

            La mayor se deshacía en gemidos de nuevo porque no muchas veces podía expresar cuánto le gustaba lo que le hacía su hermana, casi nunca podían dedicarse a sus juegos en soledad, así que tenía que aprovechar aquellos momentos al máximo. La velocidad a la que SooJung movía el mando en su interior fue aumentando más y más y también la de los dedos que masturbaban su clítoris, hasta que SooYeon no pudo aguantar más y volvió a recorrerle la misma sensación de placer por todo el cuerpo cuando se corrió de nuevo, haciendo que el mando saliera solo de su vagina por los espasmos que la recorrían entera.

            SooYeon todavía sentía su mente ida y la respiración agitada, al igual que los latidos de su corazón, cuando sintió a su hermana colocarle las braguitas en su sitio y luego sentarse a su lado, tomando el mando que había utilizado para masturbarla y limpiándolo con un pañuelo para que no hubiera ninguna evidencia de su juego. Cuando SooYeon se recuperó miro a SooJung de reojo y la vio con una enorme sonrisa en su rostro. La menor notó su mirada y se giró hacia ella, ampliando su sonrisa.

            —Me gusta mucho esto —le dijo, acercándose un poco para darle un leve beso en los labios—. La próxima vez espero que seas tú la que cabe el juego —SooJung se separó de ella y luego encendió la consola y pulsó el play.





Notas finales:

—El mando que utiliza SooJung para masturbar a SooYeon es este.