Parte III
TaeYeon se despertó sintiendo un
gran dolor en su vagina. Abrió sus ojos, pero parecía que no los tenía abiertos
porque solo había oscuridad. Eso la asustó bastante porque en casa, aunque
fuera noche cerrada siempre había alguna que otra luz que la tranquilizaba. En
casa.
En ese momento, TaeYeon recordó todo
lo que había pasado, desde que SeoHyun le había dicho que iba a tener que irse
a vivir con el señor Byun hasta el sombrerero HeeChul con el que había
mantenido sexo contra la mesa llena de pasteles y las cartas metiéndole las
lanzas por su vagina hasta que finalmente no pudo soportar el dolor y se
desmayó. Por cómo le dolía allí abajo, TaeYeon podía decir con toda seguridad
que lo que había pasado después de que se metiera en la madriguera del conejo
había sido completamente real.
La chica suspiró y luego intentó
moverse un poco, porque la posición en la que se encontraba era bastante
incómoda. No obstante, no pudo moverse ni un milímetro. Al parecer estaba atada
de brazos y piernas, con estas últimas encogidas y algo levantadas. Por cómo
sentía la piedra contra su trasero y su espalda, y por el frío, TaeYeon también
podía decir que estaba desnuda.
Solo esperaba que todo aquello se
acabara para volver a casa, aunque tuviera que irse con el señor Byun.
En aquel instante, comenzaron a
escucharse pasos a lo lejos y luego una llave contra una cerradura. Apenas unos
segundos después, una puerta metálica era desplazada con un chirrido y otra vez
pasos cada vez más cerca de donde ella se encontraba.
TaeYeon abrió sus ojos y vio una
leve luminosidad procedente del exterior, recortando a una silueta femenina que
se había quedado ante ella, justo a unos paso de donde se encontraba con las
piernas abiertas, mostrando todo su ser.
—Bienvenida a mi castillo, TaeYeon —dijo
la mujer, haciendo que le recorriera un escalofrío por aquella voz tan
impersonal y fría—. Espero que hayas disfrutado de todo tipo de atenciones
mientras estuviste en mis territorios.
—¿Por qué he llegado aquí? —preguntó
la chica. Quería respuestas porque los demás extraños personajes con los que se
había topado en aquel extraño lugar no le habían dicho más que meras tonterías.
—¿Cómo has llegado aquí? —cuestionó
la mujer—. Eso solo lo puedes saber tú —se escuchó una risa algo cínica—. Pero
si preguntas cómo llegaste a mi castillo, te trajeron mis cartas.
—¿Por qué?
—Porque eres un peligro para mi
reinado —la mujer se acercó un poco más a TaeYeon y la chica sintió cómo
comenzaba a jugar con sus dedos en sus partes—, y no puedo dejar suelto a nadie
que sea un peligro para mí —apretó su clítoris y TaeYeon cerró su boca con
fuerza, mordiéndose el labio inferior.
—Solo soy una prostituta normal y
corriente —murmuró—. No soy amenaza para nada ni para nadie.
—Oh… claro que sí eres una amenaza —la
reina le introdujo tres dedos de golpe en su maltratada vagina y la chica tuvo
que contener el grito que quiso abrirse paso por su garganta—. Por eso acabaré
contigo, para que no puedas hacerme ningún daño.
El hielo que había en la voz de
aquella mujer hizo que un escalofrío de miedo recorriera el cuerpo de TaeYeon.
Ella no tenía que estar pasando por eso, no tenía que haber corrido tras el
conejo y haberse metido por aquel agujero. Si no lo hubiera hecho ahora estaría
en casa.
—Por cierto —escuchó decir a la
mujer justo después de desalojar sus partes—, por cada pregunta que hagas, por
cada oración que digas, por cada intento por justificarte y por cada sonido que
salga de tu boca, tendrás algo dentro de ti, follándote. Así que disfrútalo.
Y dicho esto, TaeYeon comenzó a
sentir cómo por su vagina empezaban a ser introducidas las mismas lanzas que le
habían hecho perder el conocimiento, una tras otra, hasta que la chica volvió a
verlo todo negro y no precisamente porque la puerta se hubiera cerrado.
La siguiente vez que TaeYeon abrió
los ojos se dio cuenta de que seguía en la misma celda de la primera vez y eso
no le gustó nada. Comenzó a darle vueltas a todo lo que le habían dicho los
distintos personajes que se había topado por el lugar, lo que había hecho con
ellos y lo que la reina de corazones le había comentado. Lo único que la chica
tenía claro era que aquella mujer era una sádica y que prefería mil veces
volver a casa junto a SeoHyun, e incluso irse con el señor Byun.
Ahora entendía por qué aquel país
tan extraño tenía tal nombre. Todo lo que le había pasado al principio había
sido tan erótico, pero ahora solo quería despertar de aquella pesadilla.
Apenas había estado con los ojos
abiertos unos minutos, cuando volvió a escuchar los pasos que le indicaban que
alguien se acercaba. Internamente, la chica deseó que fuera alguno de aquellos
personajes que habían estado con ella a lo largo de sus peripecias por aquel
país tan extraño, pero sabía que no podía ser posible. Así que cuando vio la
silueta de la reina Tiffany recortándose con la luz del exterior, no se extrañó…
solo tuvo miedo.
—¿Cómo has pasado la noche, mi
querida prostituta TaeYeon? —le preguntó, pero la chica no contestó, porque si
por cada cosa que dijera tendría una tortura, no valía la pena hablar—. Parece
que has aprendido la lección —escuchó la misma risa cínica que la vez anterior—,
pero lo que no sabes es que eres mi prisionera y de igual que digas o no algo,
voy a jugar contigo hasta no sepas quién eres, de dónde vienes o por qué estás
aquí. Solo serás consciente del dolor y el placer del sexo.
En ese momento, TaeYeon quiso
gritarle que era una maldita tramposa y que no tenía derecho a hacer nada con
ella, pero era su prisionera y seguramente aquello haría que lo que le tuviera
preparado fuera mucho peor de lo que seguramente ya era. Así que apretó los
dientes fuertemente.
—Vamos a pasar un buen rato, TaeYeon
—le dijo.
Varias cartas entraron al lugar en
el que se encontraba y comenzaron a desatar sus ataduras. TaeYeon forcejeó,
intentando librarse del todo, pero los soldados de la reina tenían demasiada
fuerza como para que ella pudiera hacer algo. Finalmente, cuando estuvo
liberada, Tiffany les hizo una señal a las cartas y estas, manteniéndola
firmemente sujeta, comenzaron a andar, saliendo de la celda y entrando a un largo pasillo de puertas
metálicas.
La chica miraba a su alrededor,
buscando a alguien que la pudiera ayudar a escapar, pero en su camino hacia
donde fuera, solamente encontró a cartas que miraban su cuerpo desnudo con
lascivia. A TaeYeon no le gustaba aquel lugar nada y solo quería salir de allí
lo más pronto posible.
Tras algunos minutos caminando por
numerosos pasillos, llegaron a una especie de caverna. En aquel momento, la
reina Tiffany se giró hacia ella y TaeYeon pudo ver por primera vez el bello
rostro de su captora, enmarcado por una mata de pelo cobrizo. Su piel era
blanca y fina y sus rasgos delicados. Era una belleza, una belleza mortífera y
venenosa, pero al fin y al cabo belleza.
—Eres la segunda invitada que tiene
nuestra pequeña mascota —anunció la reina con una sonrisa—. Si eres de su
agrado te dará placer infinito.
—¿Mascota? —preguntó la chica con
miedo.
—Sí, mascota —la mujer se dio la
vuelta y echó a andar de nuevo, adentrándose en la oscuridad de la cueva y las
cartas que la agarraban no tardaron en seguirla. Caminaron de nuevo durante
algunos minutos entre la negrura hasta que comenzaron a escucharse olas romper
contra tierra firme.
—¿Dónde estamos? —cuestionó TaeYeon.
—En un lugar muy especial —contestó
la reina—. Podéis soltarla ya —les dijo a las cartas y estas dejaron de ejercer
aquel férreo agarre que la mantenía presa. En cuanto la chica se vio libre,
intentó echar a correr, pero algo se le agarró al tobillo y la hizo caer contra
la arena bocabajo.
—¿Qué…? —no le dio tiempo a terminar
su pregunta porque en aquel momento fue alzada por los aires y sujeta por sus
tobillos y muñecas por algo que le recordó a los tallos de las plantas que se
había encontrado en su camino, pero más viscoso y húmedo.
—Disfruta de este regalo para tus
sentidos —escuchó decir a Tiffany algunos metros por debajo de donde ella debía
encontrarse—. Ten por seguro que yo disfrutaré muchísimo viendo el espectáculo.
—No…
Pero la chica no pudo decir nada más
que eso porque aquella cosa con ventosas comenzó a recorrer su cuerpo,
asqueándola. Le abrió las piernas y las dejó en una posición algo forzada.
TaeYeon sabía lo que se avecinaba, lo sabía y no quería. Las plantas habían
sido delicadas, pero aquel ser que debía ser un calamar gigante no lo sería, lo
notaba y no le gustaba aquello. Sin embargo, tuvo que ceder y dejar que
aquellos tentáculos llenos de ventosas entraran en su cuerpo una y otra vez, a
través de su vagina, de su recto y de su boca, penetrándola salvajemente hasta
dejarla sin aliento, e incluso siguiendo después, tratándola como una muñeca
que no se podía romper, aunque TaeYeon sentía que lo haría como aquella cosa
siguiera con ello mucho tiempo.
♥♥♥
TaeYeon intentaba conciliar el sueño
en aquella incómoda tabla. Desde aquella vez con el pulpo gigante, la reina
Tiffany no la había visitado y, aunque la chica en aquella reinante oscuridad
no podía llevar la cuenta de nada, debían haber pasado algunos días. Cuando cerró
sus ojos por fin, para adentrarse en el mundo de los sueños, buscando salir de
aquella pesadilla, escuchó los pasos firmes de la reina dirigiéndose hacia su
celda y TaeYeon quiso morirse para que ella no pudiera hacerle nada de nuevo.
—Ha llegado el momento —le dijo.
TaeYeon no preguntó qué momento, de todas formas, no podría librarse de que
sucediera—. Ven conmigo.
Las cartas la desataron de nuevo de
aquella posición tan vergonzosa en la que la tenían y luego la llevaron a
rastras, porque ella no podía moverse por tener el cuerpo adormecido. Caminaron
por los pasillos del castillo de la reina y ascendieron muchísimas escaleras. Cada
paso que daban, parecía que los llevaban a la superficie. Hacía mucho tiempo
que TaeYeon no veía la luz del sol, así que cuando la luminosidad se hizo
presente tuvo que cerrar sus ojos para que esta no la deslumbrara y luego ir
abriéndolos poco a poco para poder ver con claridad.
Cuando ya se había acostumbrado, la
chica pudo ver cómo salían de los muros del palacio hacia una gran plaza llena
de gente en la que había una tarima de madera. En ella se encontraba el
sombrerero HeeChul con varias cartas custodiándolo. TaeYeon quiso ir hacia él,
pero quienes la retenían no la dejaron.
Subieron hasta la plataforma y la
tumbaron sobre otra más pequeña, después, la ataron tal y como la tenían atada
en su celda. Seguidamente, empujaron al
sombrerero contra ella y le arrancaron la ropa que vestía para que se
quedara desnudo como ella.
—TaeYeon —murmuró—. Siento mucho lo
que pase a partir de ahora.
—¿Qué va a pasar?
—Lo siento.
La chica no vio lo que había hecho,
pero lo sintió en su vagina. Una cosa viscosa y larga se abría paso por ella,
empujando más y más para llegar a la boca de su útero. TaeYeon intentó
expulsarla, pero en ese momento, el sombrerero HeeChul comenzó a penetrarla
salvajemente.
TaeYeon solo podía escuchar los
gritos de la gente, animando al sombrerero a que lo hiciera más fuerte, los
gimoteos de este pidiéndole perdón y sentía el placer mezclado con el dolor que
le estaba haciendo sentir con aquella cosa en su interior. Lo único que la
chica podía ver, era cómo la reina Tiffany se masturbaba una y otra vez,
frotando sus dedos contra su clítoris con una expresión de máximo placer.
¿Cuántas veces se corrió dentro de
ella el sombrerero HeeChul? TaeYeon jamás lo supo. Lo único que tenía claro era
que habían sido muchas, demasiadas quizás y que probablemente hubieran pasado
desde el amanecer hasta el anochecer teniendo sexo delante de la población del
País de las Pornopesadillas.
♥♥♥
TaeYeon ya no sabía cuantos días
llevaba en el País de las Pornopesadillas. Había ido perdiendo la cuenta
progresivamente a través de las continuas vejaciones a las que la sometía la
reina Tiffany. No sabía en el día en el que vivía, ni tampoco si era de día o
de noche. Su cuerpo estaba adolorido y su cabeza era un caos, la chica jamás
había pensado que el sexo ininterrumpido podría llegar a hacerle aquello.
En la oscuridad de su celda, TaeYeon
volvió a llorar, tal y como hacía desde que aquel calamar gigante había jugado
con ella. Solo quería salir de aquel lugar, le daba igual el precio que tuviera
que pagar. Pensando en aquello, escuchó pasos dirigiéndose hacia donde ella se
encontraba y segundos más tarde la puerta abrirse. TaeYeon cerró los ojos y
quiso llorar más fuerte. ¿Acaso la reina no la podía dejar descansar unos pocos
minutos? Sin embargo, su sorpresa fue máxima cuando no fue una voz femenina,
sino masculina la que escuchó.
—TaeYeon —la chica abrió los ojos,
descubriendo así al jefe de las cartas. ¿Qué hacía allí? ¿Acaso la reina lo
había mandado para que fuera por ella y seguir con sus juegos?—. He venido a
sacarte de aquí.
—¿Qué? —preguntó sorprendida, porque
aparte de decir aquellas palabras, estaba desatándola.
—Lo que oyes —respondió—. No tenemos
mucho tiempo, así que apúrate a llegar hasta la habitación de la reina Tiffany
—el jefe de las cartas la ayudó a levantarse y le puso algo de ropa—. Si le
haces a la reina algo de lo que ella te ha hecho a ti, podrás librarnos a todos
de su malvado reinado.
—Pero... —TaeYeon había asentido a
sus palabras, pero todavía no le cuadraba que quien se suponía debía ser el más
fiel a la reina, fuera quien la estuviera traicionando—. ¿Por qué?
—Porque yo una vez la amé y odio en
lo que se ha convertido —le respondió—. Vamos, corre. Su habitación está en la
planta más alta de este castillo, intenta confundirte entre la nobleza y todo
estará bien.
—Gracias —dijo ella sinceramente—.
¿Cuál es tu nombre?
—Nichkhun.
—Muchas gracias, Nichkhun —pronunció
antes de echar a correr.
TaeYeon no podía creerse que fuera
ya libre y que pudiera salir por fin del País de las Pornopesadillas.
Regresaría por fin a casa y se acabaría toda aquella locura.
Caminó por los pasillos del palacio
intentando no atraer las miradas de la gente de la corte, caminando con
decisión en dirección a la planta más alta de aquel enorme lugar. Le haría
pagar a la reina por todo lo que le había hecho. Llegó hasta el sitio que Nichkhun
le había indicado y entró a la habitación de Tiffany con sigilo. Esta estaba
tumbada sobre la cama durmiendo plácidamente. TaeYeon aprovechó aquella
situación para coger el primer objeto que encontró por el lugar y estampárselo
en la cabeza a la reina, dejándola inconsciente.
Después, aguardó hasta la llegada de
la noche para tomar a la reina y avanzar por los pasillos de nuevo, cargando
con ella. No recordaba exactamente el camino, pero TaeYeon sabía que tenía que
adentrarse en lo más profundo del castillo, hasta llegar a aquella caverna en
la que se encontraba el monstruo que la había penetrado una y otra vez. le
haría probar a la reina Tiffany por toda la eternidad lo que ella había
sufrido.
Finalmente, encontró el camino y
anduvo hasta llegar al filo del agua. Dejó a la reina sobre la arena y gritó
para llamar al pulpo gigante. TaeYeon podía haberse quedado para ver como el
gigantesco monstruo tomaba a la mujer como si fuera una muñeca, la despojaba de
su ropa y comenzaba a penetrarla una y otra vez, pero decidió que con escuchar
los gritos desgarradores de la reina desde la distancia, mientras se alejaba,
dejándola allí, era mucho mejor.
Por fin había acabado todo.
♥♥♥
Cuando TaeYeon abrió los ojos se dio
cuenta de que se encontraba en el bosque que había al lado de casa, tumbada
justo bajo el árbol por el que había entrado a aquel extraño mundo,
completamente desnuda. Ni siquiera se cuestionó si todo lo que había pasado
había sido un sueño o real, lo único que quería hacer era olvidar toda aquella
experiencia,
La chica se levantó tambaleándose y
caminó entre los árboles, en dirección hasta la casa So Nyuh Shi Dae, donde
debían estar esperándola porque debía ser cerca del mediodía. Al salir de aquel
lúgubre y húmedo lugar y TaeYeon pudo ver por fin la que había sido su casa
desde hacía tanto tiempo, sintió un poco de nostalgia. Se iría de allí y se
iría a vivir con el señor Byun.
Entró a la casa a hurtadillas y
subió a su habitación, tal y como había salido de ella. SoonKyu seguía dormida,
espatarrada sobre la cama, así que intentó no hacer ruido cuando se quitó el
camisón y se puso el vestido más nuevo y bonito que tenía en su armario. Unos
minutos más tarde, unos leves golpes en la puerta llamaron su atención y la
chica fue rápidamente hacia esta para abrirla. Al hacerlo, se encontró de
frente a SeoHyun.
—¿Estás preparada? —le preguntó y
TaeYeon asintió—. Entonces vamos allá.
—Un momento —la chica caminó hacia
el interior de la habitación de nuevo y le dio un pequeño beso en la frente, después
siguió a SeoHyun hasta la planta inferior de la casa.
Su vida cambiaría radicalmente a
partir de aquel momento y ella no sabía si estaba preparada o no, pero era la
única forma para poder asegurarse un buen futuro. Y además, si había pasado por
todo lo que había pasado y sobrevivido, aquello no tendría que ser algo que la
asustara, aunque por el momento no estuviera preparara, seguramente lo
afrontaría todo.
Notas finales:
—He
tardado tantísimo en hacerlo porque era demasiado pervertido y extraño y me
volvía loca cada vez que no sabía qué hacer.
—Nunca
volveré a hacer caso a ningún anon de ask que me pida cosas así.
—Espero
que os haya gustado esta cosa random, disfrutad de ella porque no creo que
vuelva a hacer nada parecido a esto en mi vida.
—Pido
disculpas al autor de ‘Alicia en el País de la Maravillas’ por hacer esta
versión de su bonito cuento.