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sábado, 1 de agosto de 2015

Twilight of Shadow

Day 2


            TaeYeon se despertó la primera a la mañana siguiente. No había puesto ningún despertador, pero ya tenía un reloj interno que la despertaba temprano en la mañana. Así que, antes de las ocho ya tenía los ojos abiertos y se deslizaba fuera de la cómoda cama de agua con mucho cuidado para así no despertar a la otra ocupante. La chica dormía profundamente sobre las sábanas, solo tapada hasta la cintura y bocabajo, con la mata de cabello castaño cayendo en cascada sobre la almohada y su espalda.

martes, 17 de febrero de 2015

Twilight of Shadow

Day 1


            Después de pasar la prueba que le habían impuesto con aquella chica llamada SoonKyu y obtener el puesto de dominatriz, TaeYeon se sentía de otra forma completamente distinta. Había probado lo que era darle placer a alguien a través del dolor y necesitaba seguir haciendo aquello porque le gustaba y se le daba bien; además, se había excitado como nunca antes lo había hecho —y eso que la experiencia de masturbarse desnuda frente a su ventana, con las piernas abiertas al máximo para que su vecino tuviera una vista privilegiada de todo había sido una experiencia que la había excitado de sobremanera—.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Twilight of Shadow

Título: Twilight of Shadow
Autoras: TaeYeon (Minako) y Tiffany (Ajumma)
Pareja: TaeNy (TaeYeon x Tiffany) (Girls’ Generation)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, BDSM
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: Prólogo + 1/7 Capítulos
Resumen: Tiffany quería una experiencia única cuando pagó por una semana en el ‘Soul Hotel’, lo que no se esperaba para nada es que fuera tan única.
Avisos: sexo explícito, torturas, violencia y lenguaje vulgar, l@s sensibles de mente absteneos de leerlo.
Notas: segundo rol de Ajumma y Minako ♥
Comentario de Minako: hablando sobre dominantes y dominados llegamos a la conclusión de que debíamos hacer un rol de BDSM (sí, nuestras conversaciones son muy normales XD).
Comentario de Ajumma: animando a Minako para que dejara de estar enfadada surgió el tema y nos emocionamos con hacer el rol. Espero que os guste esta historia ♥





Day 0


            Una chica menuda, de cabello largo y muy negro, que contrastaba enormemente con su piel pálida, se encontraba frente a la pantalla del ordenador de su habitación, sentada de una forma que parecía incómoda en la silla, navegando por internet en busca de un trabajo. Necesitaba encontrar algo por lo que pagaran muy bien y que no fuera durante mucho tiempo porque necesitaba el dinero y lo necesitaba ya. Tenía que pagar la mensualidad del alquiler del piso en el que vivía junto a varias amigas y también los gastos del taller al que había llevado a reparar el viejo coche con el que se movía por la ciudad de Seúl.

            De repente, un anuncio pequeño en la esquina de una de las páginas web que visitaba llamó su atención. No era nada impresionante, ni tenía muchos colorines que hicieran que la vista se desviara inmediatamente hacia él, de hecho, era bastante discreto, pero por algo que no pudo identificar, TaeYeon simplemente movió el cursor del ratón por la pantalla hasta que llegó a él y clicó encima.

            Inmediatamente, una pestaña nueva se abrió en su navegador y, aunque tardó un poco en cargar porque el ADSL no era para nada rápido, la chica no desesperó. Poco a poco, un fondo negro comenzó a aparecer en su pantalla, seguido por el inicio de la página, que contenía una foto de un edificio que emulaba a un castillo medieval europeo y letras rojas como la sangre anunciaban su nombre.

            —“Soul Hotel” —leyó —después, siguió bajando, moviendo la ruleta de su ratón hasta que dio con la oferta de trabajo que había llamado su atención—. “Necesitamos chicos y chicas atractivos para satisfacer todos y cada uno de los especiales deseos de nuestros clientes”.

            La chica siguió buscando algún otro requisito, como haber trabajado con anterioridad en la hostelería, saber idiomas o algo por el estilo, pero solo pedían que la gente que se presentara fuera atractiva. TaeYeon se consideraba una chica de bastante buen ver, por lo que probablemente no tendría ningún problema para comenzar a trabajar si eso era lo único que buscaban; además, la suma de dinero ofrecida por solo una semana de trabajo hacía que en sus ojos se pudiera ver el símbolo del dólar reflejado y que en su mente no hubiera nada más que apuntarse a aquel trabajo.

            Sin pensarlo demasiado, abrió su correo electrónico y comenzó a escribir un mensaje dirigido a la dirección de aquel hotel, respondiendo a las preguntas que había en el cuestionario dejado en la página web y en cuanto terminó, adjuntó su mejor foto. Una vez listo todo, le dio a enviar.

            TaeYeon tenía más cosas que hacer, así que se levantó de la silla de su escritorio y se quitó el camisón semitransparente que vestía, dejando al descubierto su esbelta figura y se desperezó frente a la ventana. Desnuda como estaba, no le importó que su vecino fisgón la viera con todos sus atributos en pleno esplendor porque ya estaba acostumbrada a aquella mirada castaña tras los cristales de unas gafas de pasta demasiado grandes para el rostro de ratilla que se gastaba el chico. Le guiñó un ojo y le lanzó un beso, haciendo que este se pusiera rojo de pies a cabeza y desapareciera rápidamente de la ventana, seguramente derecho a su cama para masturbarse.

            La chica sonrió y luego buscó en su armario unos jeans cualquiera y una camiseta blanca lisa que se le ajustaba como un guante. No necesitaba mucho más que aquello para impresionar al mecánico y que le hiciera un descuento en el precio final del arreglo del coche.

            Antes de ponerse los zapatos y salir de su habitación, TaeYeon miró por última vez su ordenador, viendo que le había llegado un correo nuevo a su bandeja de entrada. Con el corazón golpeando rápidamente contra su pecho por la anticipación, lo abrió y lo leyó, esbozando una sonrisa radiante al llegar al final del texto.

            Había sido contratada.

★★★

            Una chica pelirroja abrió los ojos perezosamente y alzó los brazos estirándose, antes de dejarlos caer y darse con los nudillos contra el cabecero de la cama. Suspiró y miró la zona de sus manos que había recibido el torpe golpe, percibiendo como poco a poco un suave color rojo pintaba sus nudillos. (Cuando Tiffany despertaba no era persona y podía quedarse mirando cualquier punto muerto durante horas antes de que su estómago no la despertara del todo para ir a comer algo). Lentamente, acercó la punta de su lengua a sus nudillos y los lamió un par de veces, desde pequeña había tenido esa manía de "curarse las heridas" como si fuera un animal.

            Se levantó lentamente de la cama y bajó a la cocina, buscando el brick de leche en la nevera y desenroscando el tapón de este antes de llevárselo a los labios y beber con pereza. La leche estaba fresca y le pasó bien por su garganta seca de dormir con la boca abierta. Sonrió por el gusto de sentir el líquido frío bajar por su garganta. Al curvar sus labios una juguetona gota de leche se escurrió por la comisura de estos y bajó por su cuello, perdiéndose en el escote de la camiseta de tirantes blanca que utilizaba para dormir.

            Separó el brick de sus labios y miró la gota que iba bajando lentamente por su abdomen pálido, se encogió de hombros y después siguió bebiendo, cerrando la puerta de la nevera con su pie.

            Como cada mañana, terminó de vestirse y arreglarse y salió a la calle, completando la camiseta de tirantes con una minifalda negra y una chaqueta del mismo color, dirigiéndose a la cafetería para tomarse un buen desayuno. (La leche era simplemente porque perdía la voz al dormir con la boca abierta y esta le iba bien para no sentir tanto escozor en su garganta). Se dirigió a la barra y le hizo su pedido al camarero, después, se quedó mirando el pequeño puesto lleno de tarjetitas de publicidad y panfletos que había sobre esta: "Las vacaciones de tu vida..." "Ven con tu familia al..." "Disfruta de la mejor comida..."

            Siempre la misma propaganda.

            Excepto una. "¿Quieres vivir una experiencia única?" Le llamó la atención un pequeño montón de tarjetas negras con las letras en relieve de un color carmín oscuro y agarró una de estas con curiosidad.

            —Soul Hotel... —leyó para sus adentros, tomando el café que el chico le había servido y sentándose en uno de los taburetes de la barra, mezclando el café sin prestarle mucha atención ya que sus ojos estaban puestos en la misteriosa tarjeta.

            "Cumplimos cualquier deseo que pidan nuestros clientes, a buen precio y de forma discreta. Los de la habitación de al lado no debe enterarse de nada, ¿verdad?"

            Se quedó mirando un buen rato la tarjeta antes de guardársela en el bolsillo derecho de su chaqueta de cuero y pagar por el café, tomándoselo con rapidez antes de regresar a su piso caóticamente desordenado y ponerse frente al pequeño ordenador que tenía al lado de su mesita de noche. Tecleó la dirección web que ponía en la tarjeta y comenzó a leer. Parecía un lugar realmente discreto, decoración sencilla y ambiente agradable. Le sorprendió el precio de tan solo una semana y antes de que se diera cuenta su mano ya la había llevado al botón de "Reservar".

            "Gracias por su confianza, recibirá los datos de la reserva en menos de dos minutos".

★★★

            TaeYeon comprobó varias veces en su teléfono móvil la dirección que estaba escrita en este con la que tenía delante de sus narices en la puerta de un edificio de pisos como cualquier otro de la calle. Parecía que era el lugar correcto en el que debía presentarse para realizarle unas pruebas antes de comunicarle qué puesto obtendría dentro del ‘Soul Hotel’. Estaba bastante nerviosa, las manos le sudaban y tenía escalofríos cada pocos minutos.

            Aunque ya estaba contratada, no podía quitarse la sensación de que tenía que hacer todo lo posible para que aquella gente se llevara una buena impresión.

            Llamó al porterillo y una voz femenina, algo dulce, contestó y preguntó quién era, ella se aclaró la garganta y respondió "Kim TaeYeon, vengo por las pruebas". Inmediatamente después, la puerta se abrió y la chica pasó al interior del edificio. Anduvo por la planta baja hasta llegar a los ascensores y se montó en uno de ellos, pulsando el número de la planta en la que tenía que bajarse y, en apenas unos segundos, ya se encontraba en el lugar.

            Había un pequeño vestíbulo y una puerta medio abierta que dejaba ver un poco del piso al que tenía que acceder. Sin nadie que la guiara, TaeYeon se adentró en el apartamento, descubriendo lo que parecía el set de rodaje de una película de sadomasoquismo, solo que no había cámaras por ninguna parte, solamente una chica bajita, de pelo corto y castaño, labios rojo pasión y mejillas que a más de una abuela le darían ganas de apretar, con un corsé rojo a juego con su boca bastante apretado.

            TaeYeon se quedó con la boca abierta en el umbral, sin saber qué hacer ni qué decir, pensando solamente en dónde se había metido.

            —Kim TaeYeon, ¿verdad? —preguntó la chica, esbozando una sonrisa pícara—. La prueba comenzará en unos momentos.
            —Perdone... —murmuró la recién llegada—. ¿Quién es usted y qué clase de broma es esta?
            —No es ninguna broma —aclaró la otra, caminando sensualmente hacia ella, contoneándose y mostrando sus curvas—. Mi nombre es Lee SoonKyu y estoy a cargo de la realización de la prueba —llegó finalmente hasta TaeYeon y le puso una mano en su hombro, haciendo que descendiera después por su pecho, tomando su pezón a través de su blusa y apretándolo, haciéndola jadear—, y esta consiste en hacerme llegar al clímax... a través del dolor —la confusión se reveló en su rostro—. Ahora mismo estás contratada, puedes ser camarera o recepcionista, pero si pasas esta prueba... —se inclinó hacia ella para hablarle al oído—, obtendrás un plus en tu salario... tu cuenta corriente tendrá más ceros de los que jamás te hayas imaginado.

            TaeYeon tragó saliva. Aquello no podía ser posible, pero la chica frente a ella parecía muy seria con lo que decía. ¿Ser una especie de chica dominante? Jamás se lo había imaginado, pero en aquel momento lo estaba haciendo y sentía un poco de calor y humedad en su entrepierna. Nunca lo había hecho, nunca había buscado nada sobre el tema; pero necesitaba la pasta y que la tal SoonKyu se estuviera desnudando frente a ella con unos movimientos completamente eróticos no la dejaban pensar con demasiada claridad, pero finalmente tomó una decisión.

            —Haré que me supliques por más —susurró con una nota de perversión en su voz que no sabía que poseía antes de tomar uno de los látigos que se extendían ante ella.

★★★

            ‘Soul Hotel’.

            Esas dos palabras aún continuaban en su mente, repitiéndolas una y otra vez, a veces incluso las pronunciaba en voz alta para no olvidarse de ello.

            Tiffany abrió el armario y comenzó a sacar su ropa más coqueta y cómoda para doblarla y seguidamente colocarla en la maleta que se llevaría para el viaje a ese hotel. (Podía estar en Seúl pero prometían experiencias únicas y eso era lo que buscaba Tiffany para salir de su rutina, aunque fuera en su misma ciudad). Suspiró con una sonrisa boba en sus labios mientras doblaba sus jerséis y sus camisetas de tirantes, para luego seguidamente hacer lo mismo con sus jeans, minifaldas y su ropa interior, lencería de la mejor calidad. (Tiffany era una presumida coqueta y había un detalle que para ella era más que sagrado: llevar siempre tanga. Absolutamente siempre).

            Le quedaba esa tarde simplemente antes de partir hacia el hotel, es una calle por la que había pasado más de una vez pero por donde nunca había visto dicho lugar. Quizás era nuevo. Se encogió de hombros mientras cerraba la cremallera de la maleta y para no aburrirse el resto del día que le quedaba, ordenó un poco el piso.

            La pelirroja vivía sola, no necesitaba la compañía de nadie y no estaba interesada en encontrar pareja, se sentía bien y libre de ese modo, con la suerte de tener unos padres que la consentían demasiado, poniéndole dinero cada fin de semana en su cuenta.

            "Esta semana no estaré en casa, ¿podría alguna de vuestras sirvientas venir y limpiarme el piso aprovechando que no estoy? Dile sobre todo que no toque ni mi maquillaje ni mi ropa, si veo que me falta algo, se va a enterar".

            Le envió ese SMS a su madre mientras hacía la cama desordenada y sonrió al recibir la rápida respuesta de la mujer.

            "Por supuesto hija, no hay problema. Se lo dejaré claro".

            Antes de que se diera cuenta, la noche había caído y Tiffany se quedó contando las horas que pasaban lentamente antes de caer rendida en su cama y quedarse dormida.

            Necesitaba esas prometedoras vacaciones.




viernes, 21 de noviembre de 2014

Postre

Postre

            TaeYeon había estado jugando con fresas y nata durante ese día para su parte de la sesión de fotos para el photobook que la empresa quería sacar. Para este propósito, habíamos hecho un viaje a Las Vegas y, aunque la mayor parte del tiempo nos encontrábamos trabajando, teníamos también nuestros ratos libres en los que podíamos hacer lo que nos viniera en gana y nos lo pasábamos bien.

            Pero de todas las noches que teníamos libres, aquella sería la más divertida. Al menos para TaeYeon y para mí.

            Llegué a la habitación que compartía con mi chica tras haber convencido al chico encargado de la cocina, con miradas calientes y exponiendo un poco de piel, para que me diera gratis un bote de nata y un cuenco con fresas. Ella estaba tumbada en la cama, ajena a todo, con los auriculares puestos y cantando quedamente con los ojos cerrados.

            Sonreí y pensé que lo mejor sería acercarme a ella de forma sigilosa, así que eso hice, hasta que acorté la distancia que nos separaba y luego me senté de golpe sobre la cama, sobresaltándola.

            —Fanny —dijo ella un poco molesta—. ¿Qué haces? —sonreí traviesa y le enseñé el bote de nata y las fresas—. ¿Para qué es eso?
            —Desnúdate, Tae —demandé—, porque esta noche serás mi postre.


lunes, 10 de noviembre de 2014

TaeYeon en el País de las Pornopesadillas

Parte III

            TaeYeon se despertó sintiendo un gran dolor en su vagina. Abrió sus ojos, pero parecía que no los tenía abiertos porque solo había oscuridad. Eso la asustó bastante porque en casa, aunque fuera noche cerrada siempre había alguna que otra luz que la tranquilizaba. En casa.

            En ese momento, TaeYeon recordó todo lo que había pasado, desde que SeoHyun le había dicho que iba a tener que irse a vivir con el señor Byun hasta el sombrerero HeeChul con el que había mantenido sexo contra la mesa llena de pasteles y las cartas metiéndole las lanzas por su vagina hasta que finalmente no pudo soportar el dolor y se desmayó. Por cómo le dolía allí abajo, TaeYeon podía decir con toda seguridad que lo que había pasado después de que se metiera en la madriguera del conejo había sido completamente real.

            La chica suspiró y luego intentó moverse un poco, porque la posición en la que se encontraba era bastante incómoda. No obstante, no pudo moverse ni un milímetro. Al parecer estaba atada de brazos y piernas, con estas últimas encogidas y algo levantadas. Por cómo sentía la piedra contra su trasero y su espalda, y por el frío, TaeYeon también podía decir que estaba desnuda.

            Solo esperaba que todo aquello se acabara para volver a casa, aunque tuviera que irse con el señor Byun.

            En aquel instante, comenzaron a escucharse pasos a lo lejos y luego una llave contra una cerradura. Apenas unos segundos después, una puerta metálica era desplazada con un chirrido y otra vez pasos cada vez más cerca de donde ella se encontraba.

            TaeYeon abrió sus ojos y vio una leve luminosidad procedente del exterior, recortando a una silueta femenina que se había quedado ante ella, justo a unos paso de donde se encontraba con las piernas abiertas, mostrando todo su ser.

            —Bienvenida a mi castillo, TaeYeon —dijo la mujer, haciendo que le recorriera un escalofrío por aquella voz tan impersonal y fría—. Espero que hayas disfrutado de todo tipo de atenciones mientras estuviste en mis territorios.
            —¿Por qué he llegado aquí? —preguntó la chica. Quería respuestas porque los demás extraños personajes con los que se había topado en aquel extraño lugar no le habían dicho más que meras tonterías.
            —¿Cómo has llegado aquí? —cuestionó la mujer—. Eso solo lo puedes saber tú —se escuchó una risa algo cínica—. Pero si preguntas cómo llegaste a mi castillo, te trajeron mis cartas.
            —¿Por qué?
            —Porque eres un peligro para mi reinado —la mujer se acercó un poco más a TaeYeon y la chica sintió cómo comenzaba a jugar con sus dedos en sus partes—, y no puedo dejar suelto a nadie que sea un peligro para mí —apretó su clítoris y TaeYeon cerró su boca con fuerza, mordiéndose el labio inferior.
            —Solo soy una prostituta normal y corriente —murmuró—. No soy amenaza para nada ni para nadie.
            —Oh… claro que sí eres una amenaza —la reina le introdujo tres dedos de golpe en su maltratada vagina y la chica tuvo que contener el grito que quiso abrirse paso por su garganta—. Por eso acabaré contigo, para que no puedas hacerme ningún daño.

            El hielo que había en la voz de aquella mujer hizo que un escalofrío de miedo recorriera el cuerpo de TaeYeon. Ella no tenía que estar pasando por eso, no tenía que haber corrido tras el conejo y haberse metido por aquel agujero. Si no lo hubiera hecho ahora estaría en casa.

            —Por cierto —escuchó decir a la mujer justo después de desalojar sus partes—, por cada pregunta que hagas, por cada oración que digas, por cada intento por justificarte y por cada sonido que salga de tu boca, tendrás algo dentro de ti, follándote. Así que disfrútalo.

            Y dicho esto, TaeYeon comenzó a sentir cómo por su vagina empezaban a ser introducidas las mismas lanzas que le habían hecho perder el conocimiento, una tras otra, hasta que la chica volvió a verlo todo negro y no precisamente porque la puerta se hubiera cerrado.

            La siguiente vez que TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que seguía en la misma celda de la primera vez y eso no le gustó nada. Comenzó a darle vueltas a todo lo que le habían dicho los distintos personajes que se había topado por el lugar, lo que había hecho con ellos y lo que la reina de corazones le había comentado. Lo único que la chica tenía claro era que aquella mujer era una sádica y que prefería mil veces volver a casa junto a SeoHyun, e incluso irse con el señor Byun.

            Ahora entendía por qué aquel país tan extraño tenía tal nombre. Todo lo que le había pasado al principio había sido tan erótico, pero ahora solo quería despertar de aquella pesadilla.

            Apenas había estado con los ojos abiertos unos minutos, cuando volvió a escuchar los pasos que le indicaban que alguien se acercaba. Internamente, la chica deseó que fuera alguno de aquellos personajes que habían estado con ella a lo largo de sus peripecias por aquel país tan extraño, pero sabía que no podía ser posible. Así que cuando vio la silueta de la reina Tiffany recortándose con la luz del exterior, no se extrañó… solo tuvo miedo.

            —¿Cómo has pasado la noche, mi querida prostituta TaeYeon? —le preguntó, pero la chica no contestó, porque si por cada cosa que dijera tendría una tortura, no valía la pena hablar—. Parece que has aprendido la lección —escuchó la misma risa cínica que la vez anterior—, pero lo que no sabes es que eres mi prisionera y de igual que digas o no algo, voy a jugar contigo hasta no sepas quién eres, de dónde vienes o por qué estás aquí. Solo serás consciente del dolor y el placer del sexo.

            En ese momento, TaeYeon quiso gritarle que era una maldita tramposa y que no tenía derecho a hacer nada con ella, pero era su prisionera y seguramente aquello haría que lo que le tuviera preparado fuera mucho peor de lo que seguramente ya era. Así que apretó los dientes fuertemente.

            —Vamos a pasar un buen rato, TaeYeon —le dijo.

            Varias cartas entraron al lugar en el que se encontraba y comenzaron a desatar sus ataduras. TaeYeon forcejeó, intentando librarse del todo, pero los soldados de la reina tenían demasiada fuerza como para que ella pudiera hacer algo. Finalmente, cuando estuvo liberada, Tiffany les hizo una señal a las cartas y estas, manteniéndola firmemente sujeta, comenzaron a andar, saliendo de la celda  y entrando a un largo pasillo de puertas metálicas.

            La chica miraba a su alrededor, buscando a alguien que la pudiera ayudar a escapar, pero en su camino hacia donde fuera, solamente encontró a cartas que miraban su cuerpo desnudo con lascivia. A TaeYeon no le gustaba aquel lugar nada y solo quería salir de allí lo más pronto posible.

            Tras algunos minutos caminando por numerosos pasillos, llegaron a una especie de caverna. En aquel momento, la reina Tiffany se giró hacia ella y TaeYeon pudo ver por primera vez el bello rostro de su captora, enmarcado por una mata de pelo cobrizo. Su piel era blanca y fina y sus rasgos delicados. Era una belleza, una belleza mortífera y venenosa, pero al fin y al cabo belleza.

            —Eres la segunda invitada que tiene nuestra pequeña mascota —anunció la reina con una sonrisa—. Si eres de su agrado te dará placer infinito.
            —¿Mascota? —preguntó la chica con miedo.
            —Sí, mascota —la mujer se dio la vuelta y echó a andar de nuevo, adentrándose en la oscuridad de la cueva y las cartas que la agarraban no tardaron en seguirla. Caminaron de nuevo durante algunos minutos entre la negrura hasta que comenzaron a escucharse olas romper contra tierra firme.
            —¿Dónde estamos? —cuestionó TaeYeon.
            —En un lugar muy especial —contestó la reina—. Podéis soltarla ya —les dijo a las cartas y estas dejaron de ejercer aquel férreo agarre que la mantenía presa. En cuanto la chica se vio libre, intentó echar a correr, pero algo se le agarró al tobillo y la hizo caer contra la arena bocabajo.
            —¿Qué…? —no le dio tiempo a terminar su pregunta porque en aquel momento fue alzada por los aires y sujeta por sus tobillos y muñecas por algo que le recordó a los tallos de las plantas que se había encontrado en su camino, pero más viscoso y húmedo.
            —Disfruta de este regalo para tus sentidos —escuchó decir a Tiffany algunos metros por debajo de donde ella debía encontrarse—. Ten por seguro que yo disfrutaré muchísimo viendo el espectáculo.
            —No…

            Pero la chica no pudo decir nada más que eso porque aquella cosa con ventosas comenzó a recorrer su cuerpo, asqueándola. Le abrió las piernas y las dejó en una posición algo forzada. TaeYeon sabía lo que se avecinaba, lo sabía y no quería. Las plantas habían sido delicadas, pero aquel ser que debía ser un calamar gigante no lo sería, lo notaba y no le gustaba aquello. Sin embargo, tuvo que ceder y dejar que aquellos tentáculos llenos de ventosas entraran en su cuerpo una y otra vez, a través de su vagina, de su recto y de su boca, penetrándola salvajemente hasta dejarla sin aliento, e incluso siguiendo después, tratándola como una muñeca que no se podía romper, aunque TaeYeon sentía que lo haría como aquella cosa siguiera con ello mucho tiempo.

♥♥♥

            TaeYeon intentaba conciliar el sueño en aquella incómoda tabla. Desde aquella vez con el pulpo gigante, la reina Tiffany no la había visitado y, aunque la chica en aquella reinante oscuridad no podía llevar la cuenta de nada, debían haber pasado algunos días. Cuando cerró sus ojos por fin, para adentrarse en el mundo de los sueños, buscando salir de aquella pesadilla, escuchó los pasos firmes de la reina dirigiéndose hacia su celda y TaeYeon quiso morirse para que ella no pudiera hacerle nada de nuevo.

            —Ha llegado el momento —le dijo. TaeYeon no preguntó qué momento, de todas formas, no podría librarse de que sucediera—. Ven conmigo.

            Las cartas la desataron de nuevo de aquella posición tan vergonzosa en la que la tenían y luego la llevaron a rastras, porque ella no podía moverse por tener el cuerpo adormecido. Caminaron por los pasillos del castillo de la reina y ascendieron muchísimas escaleras. Cada paso que daban, parecía que los llevaban a la superficie. Hacía mucho tiempo que TaeYeon no veía la luz del sol, así que cuando la luminosidad se hizo presente tuvo que cerrar sus ojos para que esta no la deslumbrara y luego ir abriéndolos poco a poco para poder ver con claridad.

            Cuando ya se había acostumbrado, la chica pudo ver cómo salían de los muros del palacio hacia una gran plaza llena de gente en la que había una tarima de madera. En ella se encontraba el sombrerero HeeChul con varias cartas custodiándolo. TaeYeon quiso ir hacia él, pero quienes la retenían no la dejaron.

            Subieron hasta la plataforma y la tumbaron sobre otra más pequeña, después, la ataron tal y como la tenían atada en su celda. Seguidamente, empujaron al  sombrerero contra ella y le arrancaron la ropa que vestía para que se quedara desnudo como ella.

            —TaeYeon —murmuró—. Siento mucho lo que pase a partir de ahora.
            —¿Qué va a pasar?
            —Lo siento.

            La chica no vio lo que había hecho, pero lo sintió en su vagina. Una cosa viscosa y larga se abría paso por ella, empujando más y más para llegar a la boca de su útero. TaeYeon intentó expulsarla, pero en ese momento, el sombrerero HeeChul comenzó a penetrarla salvajemente.

            TaeYeon solo podía escuchar los gritos de la gente, animando al sombrerero a que lo hiciera más fuerte, los gimoteos de este pidiéndole perdón y sentía el placer mezclado con el dolor que le estaba haciendo sentir con aquella cosa en su interior. Lo único que la chica podía ver, era cómo la reina Tiffany se masturbaba una y otra vez, frotando sus dedos contra su clítoris con una expresión de máximo placer.

            ¿Cuántas veces se corrió dentro de ella el sombrerero HeeChul? TaeYeon jamás lo supo. Lo único que tenía claro era que habían sido muchas, demasiadas quizás y que probablemente hubieran pasado desde el amanecer hasta el anochecer teniendo sexo delante de la población del País de las Pornopesadillas.

♥♥♥

            TaeYeon ya no sabía cuantos días llevaba en el País de las Pornopesadillas. Había ido perdiendo la cuenta progresivamente a través de las continuas vejaciones a las que la sometía la reina Tiffany. No sabía en el día en el que vivía, ni tampoco si era de día o de noche. Su cuerpo estaba adolorido y su cabeza era un caos, la chica jamás había pensado que el sexo ininterrumpido podría llegar a hacerle aquello.

            En la oscuridad de su celda, TaeYeon volvió a llorar, tal y como hacía desde que aquel calamar gigante había jugado con ella. Solo quería salir de aquel lugar, le daba igual el precio que tuviera que pagar. Pensando en aquello, escuchó pasos dirigiéndose hacia donde ella se encontraba y segundos más tarde la puerta abrirse. TaeYeon cerró los ojos y quiso llorar más fuerte. ¿Acaso la reina no la podía dejar descansar unos pocos minutos? Sin embargo, su sorpresa fue máxima cuando no fue una voz femenina, sino masculina la que escuchó.

            —TaeYeon —la chica abrió los ojos, descubriendo así al jefe de las cartas. ¿Qué hacía allí? ¿Acaso la reina lo había mandado para que fuera por ella y seguir con sus juegos?—. He venido a sacarte de aquí.
            —¿Qué? —preguntó sorprendida, porque aparte de decir aquellas palabras, estaba desatándola.
            —Lo que oyes —respondió—. No tenemos mucho tiempo, así que apúrate a llegar hasta la habitación de la reina Tiffany —el jefe de las cartas la ayudó a levantarse y le puso algo de ropa—. Si le haces a la reina algo de lo que ella te ha hecho a ti, podrás librarnos a todos de su malvado reinado.
            —Pero... —TaeYeon había asentido a sus palabras, pero todavía no le cuadraba que quien se suponía debía ser el más fiel a la reina, fuera quien la estuviera traicionando—. ¿Por qué?
            —Porque yo una vez la amé y odio en lo que se ha convertido —le respondió—. Vamos, corre. Su habitación está en la planta más alta de este castillo, intenta confundirte entre la nobleza y todo estará bien.
            —Gracias —dijo ella sinceramente—. ¿Cuál es tu nombre?
            —Nichkhun.
            —Muchas gracias, Nichkhun —pronunció antes de echar a correr.

            TaeYeon no podía creerse que fuera ya libre y que pudiera salir por fin del País de las Pornopesadillas. Regresaría por fin a casa y se acabaría toda aquella locura.

            Caminó por los pasillos del palacio intentando no atraer las miradas de la gente de la corte, caminando con decisión en dirección a la planta más alta de aquel enorme lugar. Le haría pagar a la reina por todo lo que le había hecho. Llegó hasta el sitio que Nichkhun le había indicado y entró a la habitación de Tiffany con sigilo. Esta estaba tumbada sobre la cama durmiendo plácidamente. TaeYeon aprovechó aquella situación para coger el primer objeto que encontró por el lugar y estampárselo en la cabeza a la reina, dejándola inconsciente.

            Después, aguardó hasta la llegada de la noche para tomar a la reina y avanzar por los pasillos de nuevo, cargando con ella. No recordaba exactamente el camino, pero TaeYeon sabía que tenía que adentrarse en lo más profundo del castillo, hasta llegar a aquella caverna en la que se encontraba el monstruo que la había penetrado una y otra vez. le haría probar a la reina Tiffany por toda la eternidad lo que ella había sufrido.

            Finalmente, encontró el camino y anduvo hasta llegar al filo del agua. Dejó a la reina sobre la arena y gritó para llamar al pulpo gigante. TaeYeon podía haberse quedado para ver como el gigantesco monstruo tomaba a la mujer como si fuera una muñeca, la despojaba de su ropa y comenzaba a penetrarla una y otra vez, pero decidió que con escuchar los gritos desgarradores de la reina desde la distancia, mientras se alejaba, dejándola allí, era mucho mejor.

            Por fin había acabado todo.

♥♥♥

            Cuando TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que se encontraba en el bosque que había al lado de casa, tumbada justo bajo el árbol por el que había entrado a aquel extraño mundo, completamente desnuda. Ni siquiera se cuestionó si todo lo que había pasado había sido un sueño o real, lo único que quería hacer era olvidar toda aquella experiencia,

            La chica se levantó tambaleándose y caminó entre los árboles, en dirección hasta la casa So Nyuh Shi Dae, donde debían estar esperándola porque debía ser cerca del mediodía. Al salir de aquel lúgubre y húmedo lugar y TaeYeon pudo ver por fin la que había sido su casa desde hacía tanto tiempo, sintió un poco de nostalgia. Se iría de allí y se iría a vivir con el señor Byun.

            Entró a la casa a hurtadillas y subió a su habitación, tal y como había salido de ella. SoonKyu seguía dormida, espatarrada sobre la cama, así que intentó no hacer ruido cuando se quitó el camisón y se puso el vestido más nuevo y bonito que tenía en su armario. Unos minutos más tarde, unos leves golpes en la puerta llamaron su atención y la chica fue rápidamente hacia esta para abrirla. Al hacerlo, se encontró de frente a SeoHyun.

            —¿Estás preparada? —le preguntó y TaeYeon asintió—. Entonces vamos allá.
            —Un momento —la chica caminó hacia el interior de la habitación de nuevo y le dio un pequeño beso en la frente, después siguió a SeoHyun hasta la planta inferior de la casa.

            Su vida cambiaría radicalmente a partir de aquel momento y ella no sabía si estaba preparada o no, pero era la única forma para poder asegurarse un buen futuro. Y además, si había pasado por todo lo que había pasado y sobrevivido, aquello no tendría que ser algo que la asustara, aunque por el momento no estuviera preparara, seguramente lo afrontaría todo.




Notas finales:
—He tardado tantísimo en hacerlo porque era demasiado pervertido y extraño y me volvía loca cada vez que no sabía qué hacer.
—Nunca volveré a hacer caso a ningún anon de ask que me pida cosas así.
—Espero que os haya gustado esta cosa random, disfrutad de ella porque no creo que vuelva a hacer nada parecido a esto en mi vida.

—Pido disculpas al autor de ‘Alicia en el País de la Maravillas’ por hacer esta versión de su bonito cuento.

lunes, 1 de septiembre de 2014

TaeYeon en el País de las Pornopesadillas

Parte II

            TaeYeon salió al exterior asombrada. Parecía un mundo completamente distinto al suyo. Estaba sobre un camino de tierra y a cada lado de este se encontraban plantas exóticas que nunca antes había visto. Eran de muchos colores y, además, enormes —aunque sospechaba que era porque ella había encogido—. En ese momento, vio un destello blanco y segundos después aparecía el conejo del pene grande con un reloj entre sus patas delanteras.

            —Llego tarde, llego tarde —dijo y echó a correr.

            TaeYeon quiso seguirlo, pero tampoco quería alejarse mucho de la puerta que la había llevado hasta allí. Sin embargo, cuando miró hacia atrás, no había ninguna puerta, solo se encontraba la botella que la había encogido o eso pensó, porque cuando se acercó, tenía otra nota dentro.

            —“Úsame para crecer”.

            La chica no lo pensó mucho antes de introducirse la botella de nuevo por la vagina, descubriendo con satisfacción que sin hacer mucho esfuerzo pudo meterla hasta el cuello. Se masturbó con ella, utilizando su otra mano para frotarse y pellizcarse el clítoris para así llegar más rápidamente al orgasmo. Cuando lo alcanzó, sintió la misma sacudida de antes y cuando abrió los ojos se encontró con que las plantas a ambos lados del camino ya no eran tan enormes, pero ahora que las podía ver bien gracias a su altura, estas parecían tener caras dentro de las flores. TaeYeon las miró unos momentos, extrañada, ya que en casa las flores no tenían rostros. Los ojos de estas se abrieron de golpe y comenzaron a mirarla fijamente, con deseo y a la chica no le gustó aquello.

            Sacó la botella de cristal de su vagina y se levantó del suelo, sacudiéndose el polvo del trasero, echando ahora de menos la ropa que se había dejado en la habitación cuando empequeñeció. TaeYeon echó a andar, si quitarle la vista de encima a las plantas y con la botella en la mano por si la necesitaba más tarde para encoger de nievo. Una de ellas le llamó la atención porque tenía una sonrisa muy amplia y muchos dientes, la chica la miró y de la flor comenzó a aparecer un gato rosa con rayas de color morado. Dio un paso atrás, asustada, y se chocó contra una planta pero a pesar de que eso no le gustaba, no podía dejar de mirar al gato, que tenía unos ojos hipnóticos.

            Sin que TaeYeon se diese cuenta de lo que ocurría, el gato la estaba hipnotizando para que todo lo que ocurriera a partir de aquel momento le causara un placer infinito y nada le diera asco o sintiera por ello repulsión. Tan ensimismada estaba con los ojos del gato que no notó de que tallos de las plantas se enredaban en sus tobillos, en sus muslos y en sus muñecas hasta que estos la alzaron del suelo. La chica pataleó e intentó liberarse del agarre, pero aquellos tallos tenían demasiada fuerza y eran gruesos, así que no podía romperlos, parecía que tenían vida propia y ella no era rival.

            —¡Soltadme! —gritó, pero ahora, aparte de elevarla, la tumbaron en el aire y le abrieron las piernas, dejando al descubierto su entrepierna. El gato la miró relamiéndose y ella forcejeó de nuevo, pero siguió sin conseguir nada.
            —Es inútil escapar —dijo una voz detrás de ella así que giró su cuello lo máximo que pudo para descubrir que quien había hablado era una oruga con unos genitales enormes, casi tan grandes como el tamaño de la oruga, que no era para nada normal.
            —¿Por qué no puedo liberarme? —preguntó.
            —Porque estás en el país de las Pornopesadillas, TaeYeon, y aquí, todo y todos querrán follar contigo —aclaró.
            —¿País de las Pornopesadillas?
            —Sí, eres la elegida, pero antes de ir al lugar que debes tienes que pasar por esto.
            —¿Lugar dónde debo ir? ¿Dónde debo ir? ¿Para qué? ¿Por qué tengo que pasar por esto y porque todos quieren follarme?
            —Eso no te lo puedo decir —contestó la oruga, llevando sus patas a su miembro, comenzando a masturbarse—. Por ahora disfruta del placer que te ofrecen las plantas, son muy buenas haciendo su trabajo.

            La chica volvió su atención al frente, siguiendo la vista de la oruga y se encontró con un tallo con forma de pene, yendo directamente hacia su vagina y más allá de esto, al gato rosa, masturbando su gran miembro con su cola. Observó sus ojos de nuevo y, en ese momento, dejó de forcejear, ya le daba igual que la penetrara un tallo con forma de pene, la oruga, el gato o el conejo, solo necesitaba que algo, preferiblemente grande, se colara por su vagina para calmar el calor que comenzaba a sentir en ella.
           
            El tallo se introdujo en su vagina y comenzó a moverse, pero TaeYeon sentía que después del culo de la botella, aquello no era tan grueso como para satisfacer su sed de sexo, así que comenzó a mover sus caderas, intentando crear más fricción cuando aquel tallo la penetraba, y cerró sus ojos, dejándose llevar, por lo que no vio el segundo tallo hasta que sintió cómo este empujaba para unirse al otro. Dos tallos eran mejor que uno, sin duda, y la chica comenzó a gemir porque aquello le gustaba demasiado y no sabía por qué, porque le debería de dar asco.

            Los dos tallos se movían en su interior, penetrándola a distintos tiempos y moviéndose hacia los lados para abrir más su vagina para que así pudiera introducirse un tercer tallo que se había acercado hasta ella. Se sintió llena cuando finalmente este se le metió dentro, pero necesitaba más, mucho más.

            Comenzó a gemir y a pedir enloquecida por más tallos en su vagina y estos no se hicieron esperar, introduciéndose dos de golpe en esta y otros dos por su recto y su boca. La chica no podía pensar más que en el placer y quería mucho más, así que se dejó follar hasta llegar al orgasmo, contrayéndose y convulsionando cuando este la alcanzó, haciendo que todos los tallos se derramaran en su interior dejando un líquido verde y viscoso que, sin embargo tenía sabor dulce en su boca, por lo que lo tragó antes de que los tallos se retiraran. Unos segundos después, TaeYeon sentía cómo los cinco tallos que habían conseguido empujar dentro de su vagina y los dos de su recto se retiraban a la vez, haciendo que el líquido verde saliera de su interior, derramándose sobre el suelo de tierra y las demás flores.

            La chica respiraba entrecortado y aún sentía el placer del orgasmo recorriéndole el cuerpo. Había sido maravilloso, así que cerró los ojos de nuevo, recordando las sensaciones que los tallos le había provocado.

           Cuando los abrió de nuevo, fue porque sintió algo empujando para entrar en su vagina de nuevo. Algo parecido a una planta carnívora había sacado una especie de lengua gruesa con forma de pene y se la introdujo, entrando hasta rozar con la entrada a su útero. Una vez allí, la flor se despegó del tallo y aferró sus fauces a la entrepierna de TaeYeon, que estaba bastante confusa, ya que no entendía cómo aquello podría moverse en su interior sin el resto de la planta. Lo entendió todo cuando la lengua comenzó a moverse en su interior y vio como la cabeza de la flor tenía una especie de tendones que ayudaban a que la lengua se moviera dentro y afuera, como si de un mecanismo complejo se tratara.

            La chica comenzó a gemir a medida que el ritmo de las embestidas aumentaba. Aquella planta estaba haciendo un gran trabajo, pero quería que fuera mucho más rápido, así que, tras forcejear, se soltó de los tallos que mantenían presa una de sus muñecas y llevó su mano libre a su entrepierna para mover con más velocidad aquella cosa, proporcionándose aún más placer. Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando las plantas que la sujetaban dejaron de hacerlo y ella cayó los centímetros que la separaban del suelo, hincándose el músculo de la planta hasta lo más profundo y llegando así al orgasmo con un grito que tuvo que ser escuchado en todo el maldito País de las Pornopesadillas.

            Se tumbó sobre el suelo y tiró de la planta hasta sacarla de su interior, haciendo que el líquido verde que había soltado, se desparramara de nuevo desde su vagina.

            —Menos mal que las plantas y yo no somos de la misma especie, no me gustaría quedarme embarazada y tener niños parecidos a estas cosas —murmuró—, aunque me podría llevar esto para casa —tomó la planta carnívora y la olvidada botella por si la necesitaba de nuevo más tarde y se levantó del suelo, tambaleándose por el orgasmo.

            Buscó con la mirada al gato y a la oruga que la habían estado observando mientras la penetraban, masturbándose con la vista que les había ofrecido, pero lo único que quedaba de ellos eran dos charcos de semen en las flores en las que habían estado atentos al espectáculo. TaeYeon se encogió de hombros, sino estaban allí no podía preguntarles nada más y tendría que seguir adelante para averiguar qué era lo que pasaba en aquel lugar.

            En ese momento, apareció de nuevo el conejo y la chica salió corriendo tras él, aunque sentía su interior bastante vierto y le era muy complicado correr rápido hizo lo posible para no perderlo. Salieron del camino de las plantas y entraron a un bosque con árboles enormes por todos lados de gruesos troncos y altas raíces. En un momento dado, la chica perdió al conejo, pero antes de poder buscarlo, salieron a su paso dos gemelos corriendo en su dirección.

            —Vienen las cartas de su majestad, la reina de corazones —decía uno.
            —Vienen a por ti, TaeYeon —dijo el otro.
            —Ven por aquí —el primero la agarró del brazo derecho y tiró en esa dirección.
            —No, por aquí —el otro la agarró del izquierdo y tiró hacia ese lado.
            —Por aquí, seguidme —el conejo había aparecido de nuevo y TaeYeon se soltó de los dos gemelos.

            Siguió al conejo rápidamente con los otros dos detrás suya hasta una especie de madriguera y se adentró en ella sin pensar. Era un sitio pequeño y oscuro, pero cabían todos perfectamente. Todo estaba en silencio y solo se oían las respiraciones agitadas, pero de repente, comenzaron a escucharse ruidos en la superficie.

            —Nos van a ver —dijeron a la vez los gemelos—. Nos verán si no lo hacemos.
            —¿Hacer qué? —preguntó TaeYeon.

            Los gemelos no le respondieron, simplemente uno de ellos se timbó y sacó su miembro erecto de sus pantalones mientras el otro la tomaba y la ponía sobre su hermano, dejándola caer sobre el pene que la penetró hasta el fondo de su vagina, luego, se quitó él sus pantalones, le separó los glúteos y se internó en su recto.

            —Gime —le pidieron los dos comenzando a moverse.

            TaeYeon no tardó en obedecer, exteriorizando todo el placer que sentía teniendo dos gruesos miembros en su interior. Tanto su recto como su vagina habían ido recuperando su tamaño natural, por lo que los notaba frotándose contra sus paredes hinchadas por los anteriores orgasmos y que habían adquirido una gran sensibilidad.

            Siguieron embistiéndola hasta que todos llegaron al orgasmo. En ese momento, la chica se dejó caer contra el gemelo que se encontraba en el suelo porque no podía con más. Estaba demasiado cansada, por ese día había tenido ya suficientes orgasmos, ocho eran más de los que había llegado a experimentar en una semana de trabajo, ya que allí solo tenía que satisfacer a los clientes.

            Sin embargo, a pesar de que quería descansar, el conejo no la dejó hacerlo, porque tiró de su brazo y la levantó, haciendo que, los ahora flácidos miembros de los gemelos salieran de su interior y su semen comenzara a recorrerle las piernas. El conejo la sacó de la madriguera y TaeYeon lo siguió tambaleándose mientras este corría a través del bosque. Algunos minutos después, llegaban a la linde de este, donde se encontraba una pequeña casa con un jardín delantero en el que había una mesa llena de dulces y té, presidiéndola, había un hombre con cara de loco y un sombrero desvencijado sobre su cabeza.

            —Mi nombre es HeeChul y soy el sombrerero —se presentó—. Ven aquí, TaeYeon —le indicó con un movimiento de su mano que se acercara—. Tenemos muchas cosas que hacer.

            La chica caminó hasta él, viendo cómo se sacaba su miembro de los pantalones. Cuando estuvo a su lado, la tomó por el brazo y la puso contra la mesa. TaeYeon tuvo que apoyar las manos sobre esta para no caer de cara contra los pasteles que había allí mientras notaba las manos de HeeChul recorriendo sus piernas, abriéndolas para pegarse más a su cuerpo y luego tirar de su vagina. Sintió cómo el semen que todavía quedaba de los gemelos se le terminó de escurrir de su interior y, en ese momento, HeeChul la penetró.

            —Eres la elegida, TaeYeon —comenzó a hablar mientras la embestía—. Tienes que acabar con la malvada reina de corazones —el sombrerero dio una embestida por cada palabra que dijo, cortándole la respiración.

            La chica sentía que se estaba volviendo loca. Era demasiado sexo para solo un día y seguramente, cuando el sombrerero acabara con ella tendría la vagina en carne viva de tantas veces que la habían utilizado a lo largo del rato que llevaba en el País de las Pornopesadillas, porque por la posición del sol, no parecían haber pasado más de tres o cuatro horas.

            Las embestidas fueron cada vez más rápidas y erráticas hasta que el sombrerero se corrió, llenándola por completo de semen. Salió de ella rápidamente y le dio la vuelta para que estuviera cara a él, le sonrió de una manera excitante y luego la sentó sobre la mesa, para abrirle las piernas e internarse en ellas, comenzando a lamer su entrepierna, retirando cualquier rastro de semen que se escapaba de su vagina, mandándole intensas oleadas de placer.

            TaeYeon estaba a punto de llegar al orgasmo de nuevo cuando el sombrerero se separó bruscamente de ella, cogió una botella y se la metió en la vagina, masturbándola con gran velocidad. Estaba a punto, lo sentía, sentía que el orgasmo se avecinaba, sin embargo, justo antes de llegar al clímax, la mano de HeeChul se detuvo por completo, mirando con los ojos abiertos como platos detrás de ella.

            La chica giró su cabeza y vio un montón de cartas, como de las que había escapado en el bosque gracias a los gemelos, con unas lanzas que amenazaban al sombrerero para que no hiciera ningún movimiento más, y a los demás personajes que estaban en la mesa, y de los que TaeYeon no se había dado cuenta de su presencia porque estaba demasiado absorta en su placer. Una de las cartas se acercó a ella y le sacó de un tirón la botella de la vagina, haciéndola gemir, pero no llegar al orgasmo, ya que sin ella dentro se sentía vacía.

            —Le gustarás a la reina Tiffany —dijo.

            Después, la cogió y la llevó en brazos hasta una plataforma de madera con rejas que era tirada por algunos caballos. Tanto los caballos, como las cartas tenían unos prominentes miembros que no dejaban de apuntar alto, como les había pasado al gato, a la oruga y al conejo y TaeYeon se preguntó si aquello era normal.

            La chica fue dejada dentro de aquella pequeña prisión, tumbada bocabajo y con los brazos y las piernas sujetos por una especie de grilletes que la mantenían anclada al suelo y con las piernas abiertas, dejando ver perfectamente su vagina hinchada. En cuanto la carta salió, TaeYeon se giró para ver cómo en ese momento, esta le metía su lanza por la vagina, por la parte del mango hasta que llegó a lo más profundo que pudo.


            Las demás cartas se acercaron a ella y repitieron esa misma acción. Dos, tres, cuatro, cinco, seis, hasta la séptima las acogió bien, pero la octava le hizo daño y la novena sintió que la desgarraba por dentro. Cuando le introdujeron la décima y la undécima, perdió el conocimiento.