Capítulo 3
Te quiero
—Al final todo ha salido bien —comenté
cuando llegamos a nuestra habitación de la residencia y mi chico me miró con
autosuficiencia. Sabía que iba a hacer algo así porque había sido él quien
había propuesto que fuera ChanYeol en lugar de Kevin y que probablemente
pensara que si no hubiera sido gracias a eso nada habría salido bien. No quería
quitarle mérito, pero tampoco tenía por qué estar así. Nunca le había gustado
Kevin, pero desde hacía unos días estaba insoportable con aquello—. JongDae,
¿por qué estás siendo de esta forma? —cuestioné.
—¿De qué forma? —preguntó él, sin
entender lo que quería decirle y yo suspiré antes de contestarle.
—Tan irritante cuando se trata de
hacer ver que tú tienes la razón y no Kevin —expliqué.
—No soy irritante —respondió, pero
yo negué con la cabeza.
—¿Cuándo te he mentido yo? —murmuré,
tomando su rostro entre mis manos, haciendo que me mirara a los ojos—. Te lo
estoy diciendo porque puede que no te guste Kevin, a mí tampoco me hace mucha
gracia, pero si esto sigue así será peor para todos. Ahora, que se acerca el
final no podemos estar separados ni tener rencillas entre nosotros —JongDae me
miró durante unos segundos y luego asintió.
—Lo siento, creo que me he pasado.
-oooOOOooo-
Kevin y YiXing nos habían dicho que
podíamos quedarnos en su piso, que YiXing dormiría con él y Lu Han se iba a la
residencia con SeHun y había camas libres para que descansáramos, pero
finalmente declinamos la oferta y nos fuimos a casa a dormir. Estaba agotado
físicamente porque mantener a la oscuridad y al frío lejos de nosotros había
consumido gran parte de mi energía, pero no quería quedarme en aquel lugar,
prefería dormir en casa con BaekHyun.
—ChanYeol… —me llamó mi chico y yo
apreté la mano que sostenía para darle a entender que lo escuchaba y que podía
continuar hablando—. Cuando estábamos allí… ¿viste algo raro? —cuestionó y yo
negué.
—¿Qué cosa debería haber visto?
—pregunté.
—Una sombra se cernió sobre nosotros
justo cuando íbamos a escapar —murmuró—. Creía que nos iba a coger, pero
desaparecimos en ese momento —explicó—. Me dio muchísimo miedo.
—No pienses en eso —le dije,
atrayéndolo hacia mi cuerpo para abrazarlo fuertemente y alejar aquel miedo de
él—. Estamos aquí ahora y no nos hará nada.
—¿Seguro? —murmuró en mi pecho y yo
asentí.
—Segurísimo —contesté—. Pero si por
alguna razón viene aquí, te protegeré para que no te pase absolutamente nada.
-oooOOOooo-
Me sentía bastante bien, acunado por
unos brazos que me daban calidez y me protegían de todo, pero algo me decía que
tenía que despertar por muy cansado y a gusto que estuviera. Así que, poco a
poco, comencé a abrir mis ojos, dándome cuenta de que quien me abrazaba de
aquella forma tan cariñosa era JongIn, y de que el chico seguía dormido
profundamente, aferrado a mí. Aquello podía ser perfectamente un sueño, uno de
los tantos que había tenido en los últimos días, pero se sentía demasiado real.
Tratando de comprobar si aquello era
real u otro producto de mi desbordante imaginación, me acerqué un poco a él
para darle un pequeño beso en los labios y JongIn se removió en sueños. Su boca
se sentía cálida y dulce, tal y como la recordaba; sin embargo, necesitaba más
para saber que era real. Por eso lo volví a besar, esta vez de una forma más
demandante, hasta que sentí que aquellos gruesos labios me devolvían el beso
con ganas y cómo su cuerpo se apretaba mucho más contra mí.
—JongIn… —jadeé cuando nos separamos
y él abrió los ojos como platos, mirándome primero con sorpresa, y luego, de
una forma que nunca antes me había mirado antes: con amor infinito—. Jong…
—quise volver a decir su nombre, pero él me besó para callarme.
—Creía que nunca más te iba a volver
a ver —murmuró contra mis labios, dándome besos cortos—. Creía que te iba a
perder… creía que no te volvería a ver —me apretó fuertemente contra su cuerpo
en un abrazo estrangulador, antes de volver a besarme—. Creía que te había
perdido para siempre y que ya no podría decírtelo.
—¿Decírmelo? ¿Decirme qué?
—pregunté, confuso. Jongin se alejó un poco de mí, para mirarme a los ojos
antes de contestar.
—Decirte que te quiero, decirte que
quiero estar junto a ti siempre, decirte que quiero ser tu novio —no podía
creerme las palabras que estaba escuchando salir de sus labios, pero JongIn
parecía sincero y terriblemente serio en cómo lo decía, así que, tenía que
creerlo. Mi corazón comenzó a dar saltos de felicidad dentro de mi pecho y no
pude hacer otra cosa más que besarlo.
—No sabes lo feliz que me hace eso…
—murmuré contra sus labios, de los que no me iba a separar jamás, ahora que él
correspondía todos mis sentimientos.
-oooOOOooo-
—Estoy un poco preocupado por JongIn
y ZiTao —confesó mi novio cuando nos levantamos por la mañana y yo lo
tranquilicé, apoyando una de mis manos en su brazo.
—YiXing está allí y lo cuidará
perfectamente —le dije. SeHun se volvió hacia mí y esbozó una pequeña sonrisa,
pero su ceño seguía fruncido—. De verdad que estarán bien, no te preocupes por
ellos, pequeño.
—Vale… —murmuró, aunque no muy
convencido. JongIn siempre había estado junto a él, hasta que yo había llegado,
y ZiTao y él pasaban juntos mucho tiempo desde hacía unos meses, así que
entendía su preocupación, pero no tenía por qué estar así, los habíamos dejado
en buenas manos.
—¿Confías en YiXing? —pregunté y él
asintió—. Entonces no te preocupes —no seguía convencido, así que solo tenía
una opción—. ¿Quieres que vayamos después de comer a verlos? —SeHun me miró
esperanzado y supe que eso era lo único que necesitaba.
—Sí, por favor —murmuró.
—Está bien, eso haremos —dije y mi
pequeño se abrazó a mi cuerpo fuertemente en agradecimiento.
-oooOOOooo-
Cuando me desperté, me di cuenta que
no había nadie más en la cama conmigo y aquello me extrañó, ya que
generalmente, YiFan era alguien bastante dormilón y, sin clases a las que
asistir, podía tirarse todo el día durmiendo sin que nada perturbara su sueño.
Me levanté de la cama y salí de su habitación, buscándolo por el piso y,
encontrándolo en la cocina, haciendo un intento de desayuno. En los últimos
tiempos había aprendido a hacer cosas básicas, así que estaba bastante
orgulloso de él porque ya no quemaba la cocina cada vez que se tenía que
internar en ella.
Con cuidado, me acerqué a él y le di
un abrazo por la espalda que no lo sobresaltó. Supuse que, o me habría
escuchado, o como ahora volvía a tener conciencia de nosotros aunque no
utilizáramos nuestros poderes, me habría sentido.
—Buenos días—susurré contra su ancha
espalda—. ¿Qué cocinas que huele tan bien?
—Tu especialidad —me contestó y
sonreí ampliamente—. Buenos días —murmuró, dejando la sartén en el apagado
fuego para volverse hacia mí y darme un beso en los labios—. ¿Has dormido bien?
—asentí—. ¿Cómo crees que estarán ZiTao y JongIn? —cuestionó.
—Solo estaban cansados, así que
deben de estar durmiendo y recuperando fuerzas —respondí—. No te preocupes por
ellos —YiFan asintió.
—La verdad es que no me hace mucha
gracia que ZiTao esté durmiendo con otro hombre —murmuró, haciéndome reír.
—No te pongas en plan padre
protector —le dije—. ZiTao ya es mayorcito y, además, JongIn lo quiere mucho y lo
va a tratar como se merece.
—¿Tú crees? —preguntó y yo asentí.
—Sí, y ahora, vamos a desayunar esa
cosa tan rica.
-oooOOOooo-
Nos encontrábamos en la cama,
desnudos, enredando nuestras extremidades en el cuerpo del otro para estar lo
más cerca posible y con las sábanas a mitad, hacía demasiado calor en mi
habitación. KyungSoo se estaba dedicando a darme pequeños besos por mi
clavícula y aquello me estaba volviendo muy loco. Me gustaba cómo estábamos
encarando nuestras relaciones sexuales y me sentía muy bien tomando tanto el
papel activo como el pasivo en ellas. Las dos últimas veces me había dejado
penetrar por mi chico y me sentía demasiado bien, aunque durante la primera,
por sus fuertes embestidas había acabado rompiendo el somier de su cama. Por
eso solo podíamos encontrarnos en mi habitación.
Sentí cómo sus labios gruesos
comenzaban a bajar por mi pecho y empecé a ronronear como si de un gato me
tratara porque me gustaba demasiado cómo se sentían sus besos contra mi piel.
Lo noté sonreír contra mi cuerpo mientras llevaba sus manos a mi miembro, para
comenzar a masturbarme con lentitud, con cuidado y delicadeza. Me gustaba duro,
pero aquello también estaba bien. Sus labios fueron viajando por mi torso hasta
que llegaron a mi ingle y, en ese momento, se separó de mi cuerpo, para mirarme
a los ojos con deseo contenido.
—Creo… que quiero hacerlo con la
boca… —murmuró, haciéndome sonreír dentro de mi excitación.
—Creo que a mí también me gustaría
—confesé y él asintió, antes de chupar la punta de mi miembro, haciendo que
gimiera fuerte. Justo después, hinchó sus mejillas y se introdujo la mayor
parte de mi pene en su boca y, a partir de ese momento, no pude dejar de gemir,
olvidándome de que estábamos en mi casa y no en la suya, y de que allí también
vivía mi madre y podría escucharnos.
-oooOOOooo-
Finalmente, habíamos cedido a la
pasión. Llevábamos demasiado tiempo conteniéndonos, llevaba demasiado tiempo
conteniéndome. Tenía su cuerpo debajo de mí y lo besaba. Besaba sus labios y
los succionaba, su mandíbula marcada, su cuello. No quería dejarlo escapar, no
otra vez, y menos ahora que todo había vuelto a ser como debió haber sido
siempre. Me recriminaba a mí mismo una y otra vez no haber sido capaz de
decirle antes cuánto lo quería. Comencé a pasear mis manos por su cuerpo,
levantando su camiseta levemente y tocando esa piel, casi tan oscura como la
mía, que me volvía loco. Mis labios no se despegaban tampoco de él y pasaban de
un lugar a otro, deleitándome, sobre todo, con sus labios gruesos.
Sentía sus manos también por mi
cuerpo, sus caricias eran decididas y estaban destinadas a hacerme morir de
placer. Un gemido escapó de mis labios cuando una de sus manos se coló por mis
pantalones y mis bóxeres, tocando abiertamente mi miembro, tal y como habíamos
hecho la vez anterior. Intenté moverme, intenté besarlo, pero el placer me
estaba dejando estático. Casi sin que me diera cuenta, él se giró y quedó sobre
mí, mirándome de una manera lasciva. Me encantaba esa mirada. Mis pantalones y
mis bóxeres fueron retirados por sus hábiles manos en unos pocos segundos, para
después, seguir tocándome de una manera completamente exquisita. Me dejé
llevar, porque me estaba encantando lo que ZiTao estaba haciendo con mi cuerpo,
pero me tensé irremediablemente, cuando sentí sus dedos comenzar a jugar con mi
entrada.
—JongIn… —murmuró, como si diciendo
mi nombre pudiera hacerme abrirme de piernas para él, cosa que no iba a suceder.
—No. Ni hablar —contesté—. No dejaré
que me la metas.
—Pero…
—Ni peros ni peras —protesté—. Yo no
soy ninguna chica y no quiero…
—Siendo así lo pareces —le eché una
mirada fulminante por haber puesto en duda mi masculinidad, pero él me sonrió de
una forma encantadora—. Si quieres no llegaremos a eso hoy… de todas formas, seguimos sin condones ni lubricante.
—Ni hoy ni nunca, no pienso ser el
muerde almohadas —sentencié, cruzándome de brazos.
—Claro… —susurró acercándome a sus
labios y llevando mis manos a su miembro, que no había sido atendido—. Lo que
tú digas…
JAJAJAJAJA vuelven a ser ellos, Jongin y Tao, Tao y jongin...
ResponderEliminarY el miedo de Baek, lo entiendo.. si me pongo en el lugar de ellos, con lo que leí en la parte dos, yo también iría cagadisima.
Yey!! Después de tanto separados tenían que volver a estar juntos y ser idiotas tematados XD
EliminarBaek a veces se vuelve un poco sensato, pero luego recapacita y se le pasa (?)