Título: Fujoshi’s
Diary
Autora: Riz
Aino
Pareja: YuYoul
(SunYoul + YuJu) (UPFRIEND – GFRIEND + UP10TION)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU,
romance, drama, humor
Número de palabras: 2.127
palabras
Resumen: YuNa
es solo una kpoper fujoshi como las
demás, ve yaoi, escribe yaoi y está enganchada al grupo de
chicos del momento.
Notas: esta
historia es ficción, cualquier parecido con la realidad o con personas reales
es mera coincidencia (?)
Comentario de autora: siempre
había querido escribir sobre la vida de una fujoshi,
que es algo que conozco demasiado bien, pero hasta este momento no me había
atrevido a ello. Espero que os guste.
YoonGi
sonrió, con aquella sonrisa pícara y gatuna que HoSeok tanto adoraba y el menor
supo en ese momento que aquella noche no iba a dormir prácticamente nada. Lo
conocía demasiado bien. Por eso, el chico sintió cómo su cuerpo se relajaba
totalmente a medida que YoonGi avanzó hacia él, acortando la distancia hasta
que ya no quedó distancia que acortar y HoSeok notó el pecho del mayor contra
el suyo. La mirada de YoonGi se posó en sus ojos y HoSeok vio el fuego ardiendo
en estos, un fuego que lo iba a quemar muy pronto, un fuego en cuyas llamas
HoSeok deseaba consumirse una y otra vez. Y mientras el chico se perdía en la
mirada de YoonGi, éste se alzó un poco para poder tomar sus labios de una forma
suave y delicada, húmeda y algo demandante…
Y…
Y…
—¡Maldita sea!
Yuna
cerró la tapa de su portátil con furia y lo dejó sobre la cama, tirándose
después de los pelos, totalmente frustrada. Llevaba ya dos días tratando de
sacar adelante aquel lemon, aquel que
era el culmen, el punto y final de aquel fanfic
que llevaba demasiados meses escribiendo y al que tenía enganchado a medio fandom… pero era totalmente incapaz de
que éste llegara a un buen punto. Cada vez que comenzaba la escena, la chica no
podía continuarla porque le parecía una basura y acababa borrando lo que escribía
para volver a empezar, una y otra vez. No entendía el motivo porque lo que
mejor se le daban eran los lemons.
Era la diosa de los lemons. Siempre
los bordaba. Por eso no entendía por qué con aquel era incapaz de seguir.
Pero Yuna estaba totalmente bloqueada y,
sobre todo, muy agobiada. Bloqueada porque no podía terminar de escribir aquel fanfic YoonSeok que tantas alegrías le
había dado y agobiada porque siempre les prometía un capítulo a la semana a sus
lectores y le quedaban solo dos días para que se cumpliera la semana. Nunca se
había retrasado antes, siempre había sido capaz de cumplir con la entrega, ¿por
qué era incapaz de escribir lo que mejor se le daba?
Yuna lanzó un pequeño gritito de frustración
al aire de su habitación, perturbando el silencio de ésta y queriendo tirarse
por la ventana porque eso arreglaría rápidamente todos sus problemas... pero al
final solo respiró hondo varias veces para calmarse. Todavía tenía tiempo. No
es como si no le hubiera pasado eso nunca. Cada dos por tres estaba bloqueada y
en el último momento le venía la inspiración y acababa escribiendo todo lo que
no había escrito en la última semana en una tarde-noche. Por eso Yuna no estaba
tan preocupada, aunque lo estaba un poquito, solo tenía que encontrar la fuente
de inspiración para aquel lemon.
Generalmente, cuando se atascaba con aquellas
escenas Yuna buscaba canciones pervertidas para que su mente trabajara
correctamente o se leía algún manga yaoi,
pero eso ya lo había hecho el día anterior y no había dado resultado… y a la
chica solo le quedaba una última opción para la inspiración, solo le quedaba la
última carta por jugar: las experiencias sexuales reales de su amigo gay YeIn.
Yuna no solía pedirle ayuda muchas veces porque ella se valía para hacerlo todo,
pero aquella escena se le llevaba resistiendo demasiado tiempo y no podía
seguir así más, así que, tendría que recurrir a él si quería llegar a la fecha
de entrega.
Por eso, Yuna buscó su teléfono e ignoró los
160 mensajes del grupo que tenía con sus amigas, llamando inmediatamente a
YeIn. La llamada dio un par de tonos largos antes de que la voz de su amigo se
escuchara, aunque parecía mucho más lejana y sombría de lo acostumbrado. Eso le
indicó que algo no iba bien, porque su amigo siempre era alguien muy alegre que
contestaba al teléfono y saludaba con felicidad al otro lado de la línea.
—¿YeIn? ¿Qué ha pasado? —preguntó
inmediatamente, escuchando un sorbetón de mocos antes de que el chico le
respondiera, con la voz entrecortada y sollozando.
—Yuna… me… me ha dejado… SungJoon… SungJoon
me… ha dejado.
—¿Dónde estás? —cuestionó al escuchar la
amarga noticia.
—En… en mi casa…
—Voy para allá.
Yuna terminó la llamada, saltó de la cama,
abrió el armario y se colocó los primeros vaqueros y la primera sudadera que
encontró antes de salir hacia la puerta y ponerse sus zapatillas para poder
salir corriendo hacia la casa de YeIn para consolarlo porque el chico tenía que
estar pasándolo muy mal. YeIn y SungJoon llevaban saliendo tres años, tres años
en los que habían sido una pareja que envidiar, una pareja que se quería con
locura y que eran de lo más adorable juntos, así que seguro que YeIn estaba
destrozado… y Yuna odiaba que YeIn estuviera mal. Había sido así desde el
primer momento, desde que se habían conocido Yuna había sido un poco
sobreprotectora con él siempre, y cada vez que éste pasaba por alguna mala
situación ella estaba allí para ayudarlo.
Porque YeIn era una persona muy importante
para Yuna, porque YeIn era su mejor amigo, porque YeIn era la persona de la que
la chica estaba enamorada, aunque sabía perfectamente que sus sentimientos no
eran para nada correspondidos porque su amigo era gay y lo único que le podía
ofrecer era la amistad. Y Yuna era de lo más feliz solo estando a su lado, solo
siendo su amiga, solo apoyándolo cuando lo necesitaba y ya está. Por eso, Yuna
había salido corriendo, por eso, Yuna trató de llegar lo más rápido posible.
Y cuando la chica llegó a la casa de YeIn y
éste le abrió la puerta con los ojos totalmente rojos e hinchados, no pudo
evitar el nudo que se hizo en su corazón. Yuna solo pudo estrechar en sus
brazos fuertemente a su amigo cuando éste se lanzó hacia ellos y morderse el
labio inferior, dejando que las lágrimas de éste le empaparan la sudadera, para
después comenzar a acariciar su cabello, tratando de calmarlo. Le dolía
muchísimo verlo así en ese estado, le dolía mucho que SungJoon lo hubiera dejado
en aquel estado, lo odiaba.
Por eso, se quedaron así en la puerta de la
casa todo el tiempo que el chico necesitó para calmarse.
—¿Mejor? —preguntó ella cuando YeIn se separó
un poco de su cuerpo.
El chico no dijo nada, pero asintió levemente
con su cabeza y ella le dedicó una pequeña sonrisa. Después de aquello, YeIn se
separó completamente de su cuerpo y la tomó de la mano para que ambos pasaran
al interior de la casa, cerrando la puerta y caminando hasta a la habitación
del chico para tumbarse ambos sobre la cama de YeIn, abrazados de nuevo, porque
los brazos de Yuna parecían ser lo único que mantenía los pedazos de su corazón
unidos.
—Es un gran idiota —no pudo evitar decir
ella, todavía acariciando el pelo del chico.
—Un imbécil… —certificó YeIn, escondiendo su
rostro en el pecho de Yuna—. Un imbécil de campeonato.
Ya había dejado de llorar como al principio
lo había hecho, pero todavía seguía sollozando de vez en cuando. A Yuna aquello
le parecía un gran avance, porque seguramente poco después comenzaría a hablar
sobre lo que había pasado y el motivo por el cual SungJoon había decidido dejar
a aquel maravilloso chico que tenía en sus brazos porque ya había comenzado con
los insultos. Aunque probablemente tardaría aún mucho tiempo en olvidar el
dolor de aquella ruptura... pero Yuna estaría allí para él durante todo el
tiempo que éste necesitara para olvidar a SungJoon, de la misma forma que había
estado para él cuando había pasado por las rupturas con SooIl y WooSeok.
Porque como su amiga, Yuna estaría para él
siempre, aunque no pudiera ser nada más.
—¿Qué ha pasado? —preguntó después de un
rato, cuando los sollozos se habían detenido definitivamente—. Si me lo quieres
contar, sabes que yo no te obligo a nada.
YeIn tardó unos minutos en contestar, pero en
cuanto empezó a hablar, el chico no paró de hacerlo hasta que le contó todo lo
que había sucedido en aquella tarde. Le contó cómo todo había ido bien al
principio, pero que en cuanto el tiempo juntos avanzaba, se había ido dando
cuenta de que la expresión del rostro de SungJoon se volvía más y más sombría y
que no había podido evitar preguntarle qué era lo que le sucedía. Ahí había
sido cuando el otro le había contestado que no podía seguir saliendo con él,
que ya no sentía la magia ni la pasión del principio y que no quería continuar
con alguien que ya no hacía que sintiera mariposas en su estómago. YeIn también
le había contado cómo había tratado de detenerlo, de hacer que entrara en razón
y que no rompiera su relación ahí, pero el otro no le había hecho caso alguno y
simplemente se había ido, dejándolo totalmente desamparado y cómo después se
había arrastrado hasta su casa, tratando de no llorar hasta que no estuvo sobre
su cama.
Yuna no pudo evitar apretarlo en sus brazos
mucho más cerca de ella, mucho más fuerte después de oír aquella historia.
Porque YeIn había pasado por muchas cosas aquella tarde y lo único que ella
podía hacer era aquello, abrazarlo y susurrarle que todo iba a estar bien en
los primeros momentos y después tratar de animarlo contándole cosas sin sentido
para que dejara de pensar en todo aquello. Y una de las cosas que en ese
momento se le ocurrió decir a la chica, fue algo que llevaba rondando su mente
demasiados años y que jamás había tenido el valor de decir.
—Si no fueras gay, yo te cuidaría y querría
para siempre —le dijo—. Jamás te dejaría.
La chica lo notó reír contra su cuerpo unos
momentos antes de que YeIn se separara para poder mirarla a los ojos, esbozando
una pequeña sonrisa en su rostro. Una sonrisa que no era ni una sombra de la
que solía mostrar todos los días, pero una sonrisa que era sincera y real y que
indicaba que éste estaba muchísimo mejor que cuando ella había llegado. Todavía
tenía los ojos rojos e hinchados, pero la expresión de su rostro era mucho
mejor que aquella con la que la había recibido. Sin embargo, en un segundo, su
expresión cambió, apareciendo una de puro nerviosismo durante unos momentos en
su rostro, como si se estuviera decidiendo a decir algo que le causaba algo de
conflicto, pero en algún momento se decidió a hacerlo y comenzó a hablar.
—En realidad... hay algo que quiero decirte
desde hace tiempo… —empezó, haciendo que Yuna frunciera su ceño y sus labios,
confusa por lo que tuviera que decirle. Llevaban muchos años siendo amigos y
prácticamente lo sabían todo el uno del otro—. No soy gay… soy bisexual… no
había querido decírtelo antes porque cuando me viste salir con un chico te
emocionaste muchísimo y no quería chafarte la ilusión…
Durante unos segundos, Yuna se quedó
totalmente paralizada, tratando de que su cerebro procesara la información que
acaba de recibir... pero en cuanto pudo procesarla, no pudo evitar sonreírle a
YeIn, porque eso significaba que podía tener una mínima posibilidad con la
persona de la que estaba enamorada y con la que pensaba que jamás tendría
ninguna posibilidad.
—Tonto… —murmuró—. ¿Por qué ibas a chafarme
la ilusión? Me parece maravilloso que seas bi porque así sí que puedo cuidar de
ti para siempre.
—Y a mí me encantaría que fueras tú la que me
cuidara para siempre —replicó YeIn con una sonrisa y sus mejillas sonrosadas
antes de lanzarse a los brazos de Yuna de nuevo.
En ese momento, la sonrisa de Yuna se amplió
y apretó a YeIn fuertemente entre sus brazos, sin saber realmente lo que le iba
a deparar el futuro, pero sabiendo que estaría con YeIn pasara lo que pasara
entre ellos, y olvidándose por completo de aquel lemon que tenía que terminar y subir en dos días porque en ese
momento, su vida personal era mucho más importante.
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