jueves, 24 de mayo de 2018

[One Shot] Fujoshi's Diary {YoulYu}


Título: Fujoshi’s Diary
Autora: Riz Aino
Pareja: YuYoul (SunYoul + YuJu) (UPFRIEND – GFRIEND + UP10TION)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, drama, humor
Número de palabras: 2.127 palabras
Resumen: YuNa es solo una kpoper fujoshi como las demás, ve yaoi, escribe yaoi y está enganchada al grupo de chicos del momento.
Notas: esta historia es ficción, cualquier parecido con la realidad o con personas reales es mera coincidencia (?)
Comentario de autora: siempre había querido escribir sobre la vida de una fujoshi, que es algo que conozco demasiado bien, pero hasta este momento no me había atrevido a ello. Espero que os guste.


YoonGi sonrió, con aquella sonrisa pícara y gatuna que HoSeok tanto adoraba y el menor supo en ese momento que aquella noche no iba a dormir prácticamente nada. Lo conocía demasiado bien. Por eso, el chico sintió cómo su cuerpo se relajaba totalmente a medida que YoonGi avanzó hacia él, acortando la distancia hasta que ya no quedó distancia que acortar y HoSeok notó el pecho del mayor contra el suyo. La mirada de YoonGi se posó en sus ojos y HoSeok vio el fuego ardiendo en estos, un fuego que lo iba a quemar muy pronto, un fuego en cuyas llamas HoSeok deseaba consumirse una y otra vez. Y mientras el chico se perdía en la mirada de YoonGi, éste se alzó un poco para poder tomar sus labios de una forma suave y delicada, húmeda y algo demandante…

Y…

Y…



—¡Maldita sea!

Yuna cerró la tapa de su portátil con furia y lo dejó sobre la cama, tirándose después de los pelos, totalmente frustrada. Llevaba ya dos días tratando de sacar adelante aquel lemon, aquel que era el culmen, el punto y final de aquel fanfic que llevaba demasiados meses escribiendo y al que tenía enganchado a medio fandom… pero era totalmente incapaz de que éste llegara a un buen punto. Cada vez que comenzaba la escena, la chica no podía continuarla porque le parecía una basura y acababa borrando lo que escribía para volver a empezar, una y otra vez. No entendía el motivo porque lo que mejor se le daban eran los lemons. Era la diosa de los lemons. Siempre los bordaba. Por eso no entendía por qué con aquel era incapaz de seguir.

Pero Yuna estaba totalmente bloqueada y, sobre todo, muy agobiada. Bloqueada porque no podía terminar de escribir aquel fanfic YoonSeok que tantas alegrías le había dado y agobiada porque siempre les prometía un capítulo a la semana a sus lectores y le quedaban solo dos días para que se cumpliera la semana. Nunca se había retrasado antes, siempre había sido capaz de cumplir con la entrega, ¿por qué era incapaz de escribir lo que mejor se le daba?

Yuna lanzó un pequeño gritito de frustración al aire de su habitación, perturbando el silencio de ésta y queriendo tirarse por la ventana porque eso arreglaría rápidamente todos sus problemas... pero al final solo respiró hondo varias veces para calmarse. Todavía tenía tiempo. No es como si no le hubiera pasado eso nunca. Cada dos por tres estaba bloqueada y en el último momento le venía la inspiración y acababa escribiendo todo lo que no había escrito en la última semana en una tarde-noche. Por eso Yuna no estaba tan preocupada, aunque lo estaba un poquito, solo tenía que encontrar la fuente de inspiración para aquel lemon.

Generalmente, cuando se atascaba con aquellas escenas Yuna buscaba canciones pervertidas para que su mente trabajara correctamente o se leía algún manga yaoi, pero eso ya lo había hecho el día anterior y no había dado resultado… y a la chica solo le quedaba una última opción para la inspiración, solo le quedaba la última carta por jugar: las experiencias sexuales reales de su amigo gay YeIn. Yuna no solía pedirle ayuda muchas veces porque ella se valía para hacerlo todo, pero aquella escena se le llevaba resistiendo demasiado tiempo y no podía seguir así más, así que, tendría que recurrir a él si quería llegar a la fecha de entrega.

Por eso, Yuna buscó su teléfono e ignoró los 160 mensajes del grupo que tenía con sus amigas, llamando inmediatamente a YeIn. La llamada dio un par de tonos largos antes de que la voz de su amigo se escuchara, aunque parecía mucho más lejana y sombría de lo acostumbrado. Eso le indicó que algo no iba bien, porque su amigo siempre era alguien muy alegre que contestaba al teléfono y saludaba con felicidad al otro lado de la línea.

—¿YeIn? ¿Qué ha pasado? —preguntó inmediatamente, escuchando un sorbetón de mocos antes de que el chico le respondiera, con la voz entrecortada y sollozando.
—Yuna… me… me ha dejado… SungJoon… SungJoon me… ha dejado.
—¿Dónde estás? —cuestionó al escuchar la amarga noticia.
—En… en mi casa…
—Voy para allá.

Yuna terminó la llamada, saltó de la cama, abrió el armario y se colocó los primeros vaqueros y la primera sudadera que encontró antes de salir hacia la puerta y ponerse sus zapatillas para poder salir corriendo hacia la casa de YeIn para consolarlo porque el chico tenía que estar pasándolo muy mal. YeIn y SungJoon llevaban saliendo tres años, tres años en los que habían sido una pareja que envidiar, una pareja que se quería con locura y que eran de lo más adorable juntos, así que seguro que YeIn estaba destrozado… y Yuna odiaba que YeIn estuviera mal. Había sido así desde el primer momento, desde que se habían conocido Yuna había sido un poco sobreprotectora con él siempre, y cada vez que éste pasaba por alguna mala situación ella estaba allí para ayudarlo.

Porque YeIn era una persona muy importante para Yuna, porque YeIn era su mejor amigo, porque YeIn era la persona de la que la chica estaba enamorada, aunque sabía perfectamente que sus sentimientos no eran para nada correspondidos porque su amigo era gay y lo único que le podía ofrecer era la amistad. Y Yuna era de lo más feliz solo estando a su lado, solo siendo su amiga, solo apoyándolo cuando lo necesitaba y ya está. Por eso, Yuna había salido corriendo, por eso, Yuna trató de llegar lo más rápido posible.

Y cuando la chica llegó a la casa de YeIn y éste le abrió la puerta con los ojos totalmente rojos e hinchados, no pudo evitar el nudo que se hizo en su corazón. Yuna solo pudo estrechar en sus brazos fuertemente a su amigo cuando éste se lanzó hacia ellos y morderse el labio inferior, dejando que las lágrimas de éste le empaparan la sudadera, para después comenzar a acariciar su cabello, tratando de calmarlo. Le dolía muchísimo verlo así en ese estado, le dolía mucho que SungJoon lo hubiera dejado en aquel estado, lo odiaba.
Por eso, se quedaron así en la puerta de la casa todo el tiempo que el chico necesitó para calmarse.

—¿Mejor? —preguntó ella cuando YeIn se separó un poco de su cuerpo.

El chico no dijo nada, pero asintió levemente con su cabeza y ella le dedicó una pequeña sonrisa. Después de aquello, YeIn se separó completamente de su cuerpo y la tomó de la mano para que ambos pasaran al interior de la casa, cerrando la puerta y caminando hasta a la habitación del chico para tumbarse ambos sobre la cama de YeIn, abrazados de nuevo, porque los brazos de Yuna parecían ser lo único que mantenía los pedazos de su corazón unidos.

—Es un gran idiota —no pudo evitar decir ella, todavía acariciando el pelo del chico.
—Un imbécil… —certificó YeIn, escondiendo su rostro en el pecho de Yuna—. Un imbécil de campeonato.

Ya había dejado de llorar como al principio lo había hecho, pero todavía seguía sollozando de vez en cuando. A Yuna aquello le parecía un gran avance, porque seguramente poco después comenzaría a hablar sobre lo que había pasado y el motivo por el cual SungJoon había decidido dejar a aquel maravilloso chico que tenía en sus brazos porque ya había comenzado con los insultos. Aunque probablemente tardaría aún mucho tiempo en olvidar el dolor de aquella ruptura... pero Yuna estaría allí para él durante todo el tiempo que éste necesitara para olvidar a SungJoon, de la misma forma que había estado para él cuando había pasado por las rupturas con SooIl y WooSeok.

Porque como su amiga, Yuna estaría para él siempre, aunque no pudiera ser nada más.

—¿Qué ha pasado? —preguntó después de un rato, cuando los sollozos se habían detenido definitivamente—. Si me lo quieres contar, sabes que yo no te obligo a nada.

YeIn tardó unos minutos en contestar, pero en cuanto empezó a hablar, el chico no paró de hacerlo hasta que le contó todo lo que había sucedido en aquella tarde. Le contó cómo todo había ido bien al principio, pero que en cuanto el tiempo juntos avanzaba, se había ido dando cuenta de que la expresión del rostro de SungJoon se volvía más y más sombría y que no había podido evitar preguntarle qué era lo que le sucedía. Ahí había sido cuando el otro le había contestado que no podía seguir saliendo con él, que ya no sentía la magia ni la pasión del principio y que no quería continuar con alguien que ya no hacía que sintiera mariposas en su estómago. YeIn también le había contado cómo había tratado de detenerlo, de hacer que entrara en razón y que no rompiera su relación ahí, pero el otro no le había hecho caso alguno y simplemente se había ido, dejándolo totalmente desamparado y cómo después se había arrastrado hasta su casa, tratando de no llorar hasta que no estuvo sobre su cama.

Yuna no pudo evitar apretarlo en sus brazos mucho más cerca de ella, mucho más fuerte después de oír aquella historia. Porque YeIn había pasado por muchas cosas aquella tarde y lo único que ella podía hacer era aquello, abrazarlo y susurrarle que todo iba a estar bien en los primeros momentos y después tratar de animarlo contándole cosas sin sentido para que dejara de pensar en todo aquello. Y una de las cosas que en ese momento se le ocurrió decir a la chica, fue algo que llevaba rondando su mente demasiados años y que jamás había tenido el valor de decir.

—Si no fueras gay, yo te cuidaría y querría para siempre —le dijo—. Jamás te dejaría.

La chica lo notó reír contra su cuerpo unos momentos antes de que YeIn se separara para poder mirarla a los ojos, esbozando una pequeña sonrisa en su rostro. Una sonrisa que no era ni una sombra de la que solía mostrar todos los días, pero una sonrisa que era sincera y real y que indicaba que éste estaba muchísimo mejor que cuando ella había llegado. Todavía tenía los ojos rojos e hinchados, pero la expresión de su rostro era mucho mejor que aquella con la que la había recibido. Sin embargo, en un segundo, su expresión cambió, apareciendo una de puro nerviosismo durante unos momentos en su rostro, como si se estuviera decidiendo a decir algo que le causaba algo de conflicto, pero en algún momento se decidió a hacerlo y comenzó a hablar.

—En realidad... hay algo que quiero decirte desde hace tiempo… —empezó, haciendo que Yuna frunciera su ceño y sus labios, confusa por lo que tuviera que decirle. Llevaban muchos años siendo amigos y prácticamente lo sabían todo el uno del otro—. No soy gay… soy bisexual… no había querido decírtelo antes porque cuando me viste salir con un chico te emocionaste muchísimo y no quería chafarte la ilusión…

Durante unos segundos, Yuna se quedó totalmente paralizada, tratando de que su cerebro procesara la información que acaba de recibir... pero en cuanto pudo procesarla, no pudo evitar sonreírle a YeIn, porque eso significaba que podía tener una mínima posibilidad con la persona de la que estaba enamorada y con la que pensaba que jamás tendría ninguna posibilidad.

—Tonto… —murmuró—. ¿Por qué ibas a chafarme la ilusión? Me parece maravilloso que seas bi porque así sí que puedo cuidar de ti para siempre.
—Y a mí me encantaría que fueras tú la que me cuidara para siempre —replicó YeIn con una sonrisa y sus mejillas sonrosadas antes de lanzarse a los brazos de Yuna de nuevo.

En ese momento, la sonrisa de Yuna se amplió y apretó a YeIn fuertemente entre sus brazos, sin saber realmente lo que le iba a deparar el futuro, pero sabiendo que estaría con YeIn pasara lo que pasara entre ellos, y olvidándose por completo de aquel lemon que tenía que terminar y subir en dos días porque en ese momento, su vida personal era mucho más importante.

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