Título: Last Scene
Autora: Riz Aino
Pareja: MoonPyo (Moon HyunAh + Pyo HyeMi) (Nine Muses)
Calificación: R
Géneros: AU, historic, romance, angst, smut
Número de
palabras: 2.016 palabras
Resumen: es la última noche que pueden pasar juntas antes
de ser separadas para siempre…
Advertencias: mención a relaciones sexuales bastante explícitas.
Aclaraciones: al ser un fic histórico habrá unas pequeñas
anotaciones finales para aclarar el contexto de la época en la que lo he
enmarcado. No son muy largas, lo prometo.
Notas: historia escrita a petición de Axel en el blog Giraffes un your dreams.
Comentario
de autora: es la primera vez que escribo de
Nine Muses y no sé qué tal se me habrá dado la cosa, aunque creo que lo he
hecho bien. Espero que te guste.
Su
marcha de aquella casa que había considerado su hogar durante tantos años era
definitiva e irrevocable. Ella lo había intentado todo para no tener que irse
de allí desde que se enteró de la noticia, pero su voz no había sido escuchada
en ningún momento. No era más que una mujer y, a pesar de ser la primera hija
de la familia Moon, jamás había tenido poder de decisión, de hecho, sobre sus
hombros llevaba una enorme y pesada carga. La carga de devolverle el honor y la
virtud a la familia. Por ese motivo habían acordado su matrimonio con el
segundo hijo de la familia Park y, por ese motivo, ella debía de abandonar su
hogar, su familia y su ciudad natal, pero sobre todo, por ese motivo, debía
abandonarla a ella. Ella, que desde siempre había estado a su lado, que había
sido la única persona que la había apoyado y amado desde el fondo de su corazón
en aquel lugar.
Una lágrima solitaria surcó su
mejilla de arriba abajo ante el pensamiento de que su marcha era tan inminente
y que ya no la volvería a ver nunca más. Su corazón se encogió ante aquel mismo
pensamiento y un dolor agudo y punzante lo atravesó por completo, haciendo que
las lágrimas brotaran como una cascada de sus ojos y empaparan su rostro.
—Mi señora…
Unos pequeños golpes en
la puerta de su habitación y la dulce voz de la persona que ocupaba toda su
mente en esos momentos, hicieron que se secara las lágrimas con la tela de sus
vestiduras con rapidez, tratando de ocultar su tristeza antes de darle paso al
interior de la estancia. No obstante, en cuanto la chica se acercó hasta ella,
se dio cuenta de sus ojos vidriosos y enrojecidos y le dedicó una pequeña
sonrisa antes de sentarse sobre la cama junto a ella y darle un corto abrazo.
—No piense en mañana
como una despedida, mi señora —le dijo, tratando de calmar su corazón, aunque
sin mucho éxito—. Una vez esté instalada en su nueva familia puede pedirles que
me lleven allí con usted.
Lo sabía. Ella ya sabía aquello.
Sabía que si cumplía con todas las expectativas que ambas familias tenían de
ella podría hacer que la llevaran consigo. Pero para que aquello sucediera
debía de pasar mucho tiempo, tanto tiempo que no sabía si iba a ser capaz de
soportar estar separada de ella. La simple idea de que iba a tener que pasar
por un montón de cosas sola, sin ella a su lado, la aterraba… sin embargo,
tenía que ser fuerte, ser fuerte hasta que llegara el momento indicado.
—Ojalá pudiera tenerte a
mi lado siempre, HyeMi —murmuró, aun en los brazos de la otra.
—Siempre me tendrá —le
respondió ella, acariciando levemente su cabeza—. Aunque no esté físicamente a
su lado, siempre estaré en su corazón.
HyunAh deshizo el abrazo
en aquel momento, después de escuchar aquellas palabras hermosas, pero a la vez
un poco descorazonadoras, para poder observar el rostro de la única persona que
había estado con ella siempre. En su expresión seria y triste podía verse
también algunas notas de dulzura y sinceridad que la hicieron desesperar un
poco más. No quería dejarla, no quería alejarse de ella, no quería que cada una
viviera en una ciudad diferente, a varios días de camino la una de la otra. Era
injusto, era cruel y, sobre todo, era algo que iba a hacer que ambas se
consumieran lentamente.
Las lágrimas volvieron a
acumularse en sus ojos y comenzaron a recorrer su rostro, pero los dedos de
HyeMi comenzaron a recoger todas y cada una de aquellas lágrimas para que no
mojaran su rostro.
—No llore mi señora —murmuró—.
Esta es nuestra última noche juntas y no quiero recordarla llorando mientras
espero el momento en el que nos volvamos a encontrar.
HyunAh no quería llorar,
pero era algo que no podía evitar. Estaba triste y desesperada, era normal para
ella llorar de aquella forma para tratar de aliviar su corazón. No obstante,
sabía que no debía hacerlo, que llorar en aquellos momentos no iba a servir de
absolutamente nada y que lo único que haría sería enturbiar esas últimas horas
que les quedaban juntas, unas horas en las que no quería separarse de ella ni
un solo instante, unas horas en las que lo único que deseaba era estar tan
cerca de HyeMi que ninguna de las dos supiera dónde comenzaba el cuerpo de una
y acababa el de la otra.
—Prometo no llorar —respondió—.
Prometo no llorar esta noche para que nuestra última noche no sea un recuerdo
triste, sino uno alegre que nos haga sonreír durante el tiempo que estemos
separadas.
Una pequeña sonrisa
apareció en el rostro de HyeMi y HyunAh se inclinó hacia delante para besar
aquella sonrisa. Un beso corto, salado y amargo por todo lo que implicaba, pero
a la vez dulce y suave porque así era como habían sido todos sus besos desde la
primera vez, años atrás, cuando ambas eran solo unas crías que sentían
demasiado la una por la otra como para poder expresarlo con palabras. Al
separarse, no lo hicieron del todo, sus frentes se quedaron juntas y sus respiraciones
se mezclaban la una con la de la otra, queriendo más y queriéndolo para
siempre. Aquella noche iba a ser diferente a todas aquellas que habían
compartido anteriormente, tan diferente en todos los sentidos que HyunAh no
quería que acabara nunca —y estaba completamente segura de que HyeMi tampoco
quería que lo hiciera— pero en algún momento, el amanecer llegaría y ambas
tendrían que separarse.
No obstante, antes de que eso
sucediera, debían aprovechar cada segundo del tiempo que todavía les quedaba
juntas. Un tiempo que corría demasiado rápido para su gusto.
Los siguientes besos fueron
profundos, fueron largos, fueron demandantes choques de lenguas y labios, besos
en los que ambas trataron de saborear y de recordar el sabor de la otra, besos
en los que ninguna quería separarse primero y en los que solo la falta de aire
hacía que se retiraran levemente antes de volver a comenzar de nuevo. Pero los
besos no fueron lo único que compartieron, sus labios no fue la única zona de
su cuerpo en contacto con el de la otra, porque pronto sus manos empezaron a
buscar la forma de retirar toda la tela que se interponía entre el roce de sus
cuerpos y poco a poco, las pesadas vestiduras fueron siendo retiradas del
cuerpo de ambas, mientras se separaban de los labios de la otra solo el tiempo
suficiente para que alguna de las prendas fuera quitada, exponiendo sus pieles
desnudas.
Sus cuerpos siempre habían
contrastado, HyunAh con su piel clara y sus curvas voluptuosas, HyeMi con su
piel besada por el sol debido al tiempo que pasaba lavando la ropa en el río y
su figura delgada. Sus cuerpos reflejaban perfectamente la diferencia entre sus
estatus sociales, pero a ellas nunca les había importado aquella diferencia,
para ellas lo único que importaba era lo mucho que se amaban la una a la otra.
Sus labios pronto encontraron
otros lugares de sus cuerpos que explorar, otros lugares que explorar y que
tratarían de recordar y de rememorar, otros lugares que les reportarían muchísimo
más placer. Y, por eso, tanto los labios de HyunAh como los de HyeMi viajaron
desde sus cuellos, besando sus clavículas, tomando sus pechos y viajando por
sus estómagos hasta llegar a la zona de sus entrepiernas. Desde la primera vez
que habían hecho aquello, ambas habían sabido que si alguien se enteraba de lo
que había sucedido entre ellas, de cómo habían usado todo lo que habían podido
para darse un placer infinito la una a la otra, podían acabar muy mal, podían
acabar incluso siendo asesinadas por el enorme pecado y agravio que habían
cometido. Pero eso solo sucedería si alguien se enteraba de que se habían
entregado de aquella forma y nadie había sabido nunca de sus actividades
nocturnas, nunca habían tenido motivos para sospecharlo siquiera.
En el saber de toda la familia
Moon, HyunAh seguía siendo tan pura y casta como en el momento de su
nacimiento, y por eso la habían entregado al segundo hijo de la importante familia
Park. Sin embargo, ella ya no lo era desde hacía mucho tiempo, ella ya se había
entregado a HyeMi, pero solo las dos eran las únicas que sabían lo que sucedía
entre ellas entre las paredes de aquella habitación, nadie más tenía
conocimiento de aquello.
Los besos, las caricias, todo
aquello había hecho que sus cuerpos se calentaran, que sus entrepiernas se
humedecieran y que con cada roce no pudieran evitar lanzar débiles gemidos y
jadeos al aire, rompiendo el silencio de la habitación y demostrándose la una a
la otra lo mucho que cada contacto hacía que sintieran, el increíble placer que
no podían parar de experimentar una y otra vez, siendo cada vez más y más
sensibles a cada acción que realizaban la una en la otra hasta que el clímax
las alcanzó y ambas finalmente se dejaron caer sobre el colchón, completamente exhaustas.
Mientras recuperaban la respiración, el pensamiento de que ya no volverían a
encontrarse de aquella forma en cuanto llegara el amanecer volvió a golpear
como un jarro de agua fría a HyunAh, pero la chica contuvo sus lágrimas e hizo
que sus pensamientos se dirigieran hacia el increíble momento que acababan de
compartir.
Iba a echar de menos todo
aquello, pero sobre todo iba a echar de menos a HyeMi y no pararía de luchar
hasta conseguir que la chica pudiera ir con ella a la casa de los Park, su
nuevo hogar. Quizás solo fuera una mujer y su opinión no fuera escuchada en
primera instancia, como había sucedido en su propia familia, pero HyunAh quería
creer que aquel lugar ella pudiera tener algo de voz, porque aunque aquella
había sido la última noche que habían compartido en la casa de la familia Moon,
en la casa que había sido su hogar durante tanto tiempo y en el lugar en el que
lo habían compartido todo, HyunAh deseaba que aquella no fuera realmente su
última noche.
—HyeMi… —murmuró,
llamando la atención de quien se encontraba a su lado en la cama.
—Mi señora —respondió
ella.
—¿Me prometes que aunque
tardemos mucho tiempo en encontrarnos no me olvidarás? —preguntó, con algo de
miedo en su corazón, aunque sabía la respuesta a aquella pregunta.
—Por supuesto, mi señora
—dijo HyeMi, esbozando una pequeña sonrisa antes de besar los labios ajenos por
unos momentos—. Nunca podría olvidarme de usted ni de los momentos tan
especiales que hemos vivido juntas.
Notas
finales:
—No he escrito esto con una época histórica concreta en
mente, pero sí que mientras lo hacía me imaginaba algo un poco como principios
del siglo XX o así en Corea, nada muy antiguo, pero tampoco demasiado moderno.
—Y en cuanto al lenguaje formal que usa HyeMi solo tengo
que decir que, aunque sean amantes, siguen siendo señora y sirvienta, por lo
que dirigirse a HyunAh de una forma menos formal es algo que sería raro.
—Espero que mi primer fanfic de Nine Muses haya merecido
la pena y que haya sido leído con gusto. ¡Hasta pronto!
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